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La transición democrática en México

Carlos Ezeta*

En todo contexto histórico hablar de democracia implica analizar la presencia de una serie de elementos básicos y mínimos sobre los que no siempre existe un consenso entre las personas que en distintas épocas han tratado de explicar este fenómeno y sus implicaciones en la vida política de un Estado o país; sin embargo, a partir de su origen etimológico, es indudable que para entender la concepción de cualquier democracia resulta necesaria la concurrencia de dos elementos imprescindibles: pueblo y gobierno.

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La palabra democracia viene de los vocablos griegos demos, que significa pueblo, y kratos, que quiere decir poder, esto es, el gobierno del pueblo; en otras palabras, la democracia es una forma de gobierno en la que directa o indirectamente participa una sociedad a través de la toma de decisiones vinculadas con el funcionamiento interno de la propia comunidad. No obstante, el problema (que muy probablemente es el origen de la referida falta de consenso de las personas estudiosas de la democracia) surge en el momento en que el aspecto teórico previamente mencionado se verifica de manera efectiva y real en la sociedad de un país determinado; es decir, cuando un gobierno permite en los hechos y no solo en palabras que el pueblo se involucre verdaderamente en los acuerdos políticos que repercutirán en la vida diaria del mismo.

Conforme a lo anterior, ¿es posible afirmar que en México existe una democracia de forma real y efectiva?

Para empezar, sin que el objetivo de este artículo sea solucionar aquello que las grandes personas pensadoras de la democracia no han resuelto, es importante entender el signi- ficado de otros tres conceptos que están íntimamente relacionados con la democracia: transición, liberalización y democratización.

La transición es el periodo que transcurre entre la desaparición de un régimen político y la instauración de otro diverso, sin que este periodo esté definido por un tiempo determinado; por lo que una transición puede desarrollarse incluso a lo largo de varios años. La situación que acontece actualmente en Perú es un ejemplo claro de los alcances de una transición, ya que su régimen político se encuentra en transformación a raíz de un golpe de Estado que derivó en el encarcelamiento de su expresidente y la toma de protesta de una nueva mandataria.

Por otra parte, la liberalización consiste en el proceso de reconocimiento efectivo de derechos individuales y sociales ante posibles actos arbitrarios e ilegales cometidos por el Estado o por otras personas. Así, la liberalización toma como bandera la protección de los derechos fundamentales de las personas con el objeto de crear un auténtico Estado de derecho.

Finalmente, la democratización se entiende como el proceso de creación de normas, procedimientos e instituciones que incluyen la participación de las personas en la toma de decisiones políticas de un país; esto es, validar y reconocer en el sistema jurídico que las personas tienen derecho a involucrarse en su propia forma de gobierno y, por ende, implementar una democracia como dicha forma de forma de gobierno.

Bajo esta perspectiva, para que exista un proceso de democratización es condición necesaria que previamente ocurra un proceso de

*Carlos Ezeta es Licenciado en Derecho por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México; con estudios de Especialización en Derecho Civil y estudios de Maestría en Derecho Electoral por la Escuela Judicial Electoral del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Cuenta con diversos cursos y diplomados, entre ellos, Diplomado en Análisis Político Estratégico por el Centro de Investigación y Docencia Económicas. Se ha desempeñado como Secretario Auxiliar con funciones de Secretario de Estudio y Cuenta en el Tribunal Electoral de la Ciudad de México. En 2019 obtuvo la incorporación a la Lista de Personas Habilitadas para el cargo de Secretario de Estudio y Cuenta de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

@LicEzetaMacias

transición de un régimen no democrático a uno que sí lo sea1, y un proceso de liberalización; siendo que para hablar de una verdadera transición democrática, se requiere que durante el periodo de cambio hacia un régimen democrático se reconozcan efectivamente los derechos individuales y colectivos de las personas, así como reglas de participación ciudadana y acceso al poder que encuentre legitimación en la realización de elecciones libres, auténticas y periódicas.

Transición democrática que en el caso mexicano queda demostrada mediante la sucesión de diversos acontecimientos que permitieron la instauración de un régimen democrático a lo largo de los años.

El primero de los acontecimientos que dio lugar al inicio de la transición democrática en México (a partir de un régimen político en el que predominaba un partido hegemónico) tuvo su origen con la reforma electoral de 1977, en la cual se estableció el principio de representación proporcional; lo que permitió que aquellos partidos políticos con un número de votos menor al mayoritario tuvieran acceso a la Cámara de Diputados, generando representación ciudadana. Esto se reforzó posteriormente con la reforma de 1986 (la cual creó también el primer Tribunal de lo Contencioso Electoral) que aumentó el número de representantes plurinominales en el referido órgano legislativo.

Posteriormente, con motivo de la ruptura interna en el PRI que desembocó en el surgimiento del PRD y la participación de este último en las controvertidas elecciones presidenciales de 1988, se dio una competencia más equitativa entre los diversos institutos políticos, reflejada en una de las primeras integraciones con más pluralidad en la Cámara de Diputados.

Asimismo, la reforma electoral de 1989-1990 erigió al IFE como un órgano más independiente e imparcial que sus antecesores, pese a que en su conformación aún existía injerencia por parte del partido que se encontraba en el poder; cuestión que fue corregida con la reforma de 1996, en la que se dispuso que las personas integrantes de esa autoridad serían elegidas de la ciudadanía. De hecho, en el mismo año de 1996 y después de una serie de reformas que mejoraron paulatinamente el funcionamiento del órgano jurisdiccional electoral de nuestro país, se incorporó el Tribunal Electoral al Poder Judicial de la Federación como máximo órgano jurisdiccional de la materia, cuyas resoluciones eran definitivas sin posibilidad de que algún otro órgano político (como acontecía con anterioridad) pudiera revocarlas.

Todo lo anterior tuvo como consecuencia que en las elecciones de 2000 se diera por primera vez una alternancia política y, con ello, la consolidación del régimen democrático en nuestro país.

¿Existe entonces una democracia efectiva y real en México? Sí, pero mantenerla, defenderla y mejorarla es trabajo de todas las personas que formamos parte de ella.

Referencias

1. Cabe mencionar, que un proceso de transición de un régimen no democrático puede culminar con el establecimiento de un régimen diverso al democrático; por lo que no toda transición puede denominarse como democrática.

2. O´Donnell, G. & Schmitter, P. (1988). Transiciones desde Un Gobierno Autoritario. Buenos Aires, Arg: Paidós.

3. Woldenberg, J. (2012). Historia Mínima de La Transición Democrática en México. Mex: El Colegio de México.

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