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Ideologías y etiquetas políticas
Ricardo Homs*
En estos tiempos electorales y de alta efervescencia política surge el tema de la ideología como una identidad que respalda a las candidaturas a cargos de elección popular.
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Hasta hace no muchos años, quizá hasta finales del Siglo XX, los partidos políticos imponían a sus candidatos y dependiendo del arrastre de la institución política, eran las posibilidades de triunfo. Su capacidad operativa en territorio era fundamental. Eran campañas donde el músculo lo daba la organización política.
El candidato poco valor agregado aportaba a su propia campaña. La identidad ideológica del partido era fundamental para competir electoralmente contra las otras opciones que tenía el ciudadano al sufragar.
Sin embargo, llegaron las redes sociales y todo cambió. Las campañas se volvieron intensas y el carisma personal del candidato se convirtió en el eje del voto.
Hoy, -aún sin estar en la boleta-, el carisma del presidente López Obrador será el eje del voto morenista.
El votante que da su sufragio a favor del “partido guinda”, no lo hace por empatía con ese organismo po- lítico, sino por el llamado que le hará de forma directa el dueño del partido. El voto será una transacción cien por ciento emocional. www.ricardohoms.com
El voto se canalizará al candidato de MORENA, -sea quien fuere el que haya seleccionado el dueño del partido-, pero en realidad el candidato que moverá el voto “moreno” se llama Andrés Manuel López Obrador; este será un valor sobreentendido.
En la coalición formada por PAN, PRI y PRD, -así como en Movimiento Ciudadano-, sucederá lo mismo: el candidato será determinante, más allá de la ideología de los partidos.
Este contexto se replica en todos los partidos políticos. Entonces ¿dónde queda la ideología, a la que siguen aludiendo las estructuras de liderazgo partidistas?
Si las ideologías no fuesen irrelevantes hoy día, no podríamos explicarnos dos de los fenómenos más extraños de la política de hoy día.
Primeramente, el mestizaje ideológico que se ha dado en los últimos años, en las alianzas partidistas para enfrentar a un enemigo común. Por ello podríamos decir que la política de hoy no se mueve en función de ideologías, sino de intereses y ambiciones rupestres.
*Ricardo Homs es presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación AC. (www.amdc.org.mx), autor y conferencista. Ha publicado más de 23 libros con las editoriales más importantes. Es editorialista del periódico El Universal y participa en noticieros de ADN40.
Es experto en liderazgo social, marketing político y posicionamiento. Fundó la empresa de consultoría Ries & Ries México, la cual forma parte de la corporación global fundada por Al Ries en Atlanta.
FB: @Ricardo.Homs1
LI: Ricardo Homs
TW: @homsricardo
A su vez, en el ámbito personal de la militancia, vemos que sin ningún pudor migran de un partido que dice tener una ideología clara y terminan afiliados a otro que antes fue el adversario ideológico a vencer. Sin embargo, la motivación para el cambio de partido no fue una reconversión ideológica o de valores morales, sino el ofrecimiento de una candidatura para alcanzar un cargo largamente anhelado.
Además, el estilo de vida de los militantes luego vemos que no concuerda con los valores de la ideología de su partido.
De este modo vemos militantes que en el discurso y la retórica son de izquierda, pero que las marcas que incluye su vestimenta, así como el reloj de pulso que utiliza y el automóvil que conduce su chofer, concuerdan más con el estilo de vida de las élites a las que critica desde su rol de militante, que con el perfil de quienes componen la base organizacional partidista. La incongruencia ideológica hasta hace poco se disfrazaba, pero hoy se exhibe sin ningún recato.
A todo lo anterior debemos añadir que la idiosincrasia mexicana es totalmente pragmática y en política las acciones generalmente no responden a ideales ni a motivaciones sociales, sino a una transacción pragmática que gira alrededor de las prerrogativas y beneficios que puede brindar el poder.
De este modo vemos de modo recurrente que durante las campañas electorales se negocian a todo lo largo y ancho de nuestro territorio obras públicas de innegable valor a cambio del voto de una comunidad. Sin embargo, -aún habiendo ganado el cargo el candidato que intercambió promesas por votos-, las incumple. Esto se vuelve un hábito recurrente en cada periodo electoral.
Por tanto, por razones de idiosincrasia nacional y por cambios en las nuevas conductas colectivas, vemos que la identidad partidista que nace de la ideología ya no tiene sustento.
Bien decía Eulalio Ferrer Rodríguez en el título de uno de sus libros, publicado en 1992: “De la lucha de clases… a la lucha de frases”.
La ideología hoy se ha convertido en un ejercicio retórico pues apelar a la narrativa ideológica blinda con valores sociales a las más espurias ambiciones políticas.