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La credibilidad Ricardo Homs 40 Sí Por México y la reducción de la política Enrique Paz
La credibilidad Ricardo Homs*
La credibilidad del mensaje depende hoy de la credibilidad del emisor y esto es el eje de la comunicación pública.
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La reputación del emisor hoy se construye como un atributo de su imagen pública, y esta termina siendo el aval de credibilidad en este nuevo contexto informativo.
En este nuevo contexto generado por las redes sociales seguramente se han creado nuevas conductas comunicativas que hoy están llevando a la sociedad hacia una nueva visión de la comunicación pública.
La información, en este nuevo contexto, dejó de ser monopolio de los profesionales de la comunicación y se volvió un producto genérico, accesible a toda persona que tenga interés en generar influencia pública. Es evidente que las redes sociales se han convertido en la autopista donde circula libremente la información sin ninguna restricción ni censura, pues ya no puede ser controlada por nadie, ni por los gobiernos ni ninguna otra entidad social.
Antiguamente la censura fue un riesgo, cuando los contenidos se generaban en los medios de comunicación masiva tradicionales.
En contraste hoy las redes sociales han estimulado una actitud proactiva por parte del ciudadano, que las utiliza como una herramienta que le permite expresar sus percepciones respecto a lo que sucede en su entorno.
El ciudadano antiguamente era totalmente anónimo y hoy, a partir de esta nueva inclusión que ofrece la tecnología, vemos que se han creado nuevas conductas; como lo es este nuevo afán exhibicionista en el cual, todos pretendemos convertirnos en influencers y participar activamente en la vida colectiva. Esto explica el origen de este nuevo reto que significa medir el impacto generado por cada uno de los que hoy participan en las redes sociales.
A final de cuentas esta proactividad comunicativa pudiéramos considerarla como una imperiosa necesidad de afirmación pública que hoy tiene el ciudadano frente a un mundo tan amplio y vasto territorialmente, como lo es el mundo actual, creado a partir de la globalización. Frente a la inmensidad, el individuo intenta imponer su presencia “diciendo aquí estoy”.
Participar hoy es tan incluyente y fácil que todo inicia creando su propio perfil y a partir de ello empezar a generar contenidos que terminan siendo la forma de participar. Estos contenidos pueden incluso terminar siendo una exhibición de la propia vida cotidiana y de nuestros anhelos.
Por tanto, esta es la forma que tiene hoy el individuo de dar a conocer su percepción personal respecto de las noticias públicas. Incluso a partir de la observación simple podríamos suponer que se ha generado una psicosis de querer estar presente, aunque sea reenviando los contenidos creados por terceros.
Si embargo, en la era de las fake news debemos reconocer que, en la era anterior a las redes sociales, siempre existieron filtros que evaluaban y decantaban la información que circulaba en el ámbito profesional del periodismo. De este modo, lejos del anonimato de hoy, antiguamente las noticias garantizaban la veracidad de la información que se daba a conocer.
En contraste, hoy no hay ningún filtro y esto ha propiciado una saturación de contenidos en el ecosistema informativo, lo cual ha generado seguramente una polución de contenidos que circulan sin ningún control, llegando
*Ricardo Homs, es presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación AC. (www.amdc.org.mx), autor y conferencista. Ha publicado más de 23 libros con las editoriales más importantes. Es editorialista del periódico El Universal y participa en noticieros de ADN40. Es experto en liderazgo social, marketing político y posicionamiento. Fundó la empresa de consultoría Ries & Ries México, la cual forma parte de la corporación global fundada por Al Ries en Atlanta.
www.ricardohoms.com FB: @Ricardo.Homs1 LI: Ricardo Homs TW: @homsricardo
incluso a estimular nuevas conductas caracterizadas por la desconfianza. Vemos también que esta nueva apertura para la generación de contenidos, sin el mínimo control, ha abierto la puerta a grupos de poder fáctico, que como mercenarios se ponen al servicio de quienes están interesados en influir colectivamente para alcanzar fines específicos, vinculados con el ejercicio del poder político, económico y social.
Esta oportunidad de negocio a su vez ha propiciado la creación de nuevas herramientas tecnológicas que generan contenidos que se convierten en producto derivado del uso de inteligencia artificial. Por tanto, hoy ya se utilizan estas herramientas de manipulación de un modo comercial, con múltiples fines, ya sea simplemente para participar en actividades económicas, o incluso, en el ámbito de la política y del manejo del poder.
A su vez, cabe destacar que, en esta nueva era de conectividad ciudadana, la generación de contenidos está sustentada en el ejercicio irrestricto de la libertad de expresión.
Sin embargo, este libertinaje ha estado propiciando que se confunda el manejo de información espontánea que surge a partir de la interacción ciudadana con la que generan estos grupos de inteligencia artificial, previamente estructurados y que, con todo el profesionalismo necesario y el manejo tecnológico, se han ido apoderando poco a poco de los espacios informativos, e influyendo en la agenda pública imponiendo tendencias.
En algún momento tendremos que llegar a generar ejercicios de reflexión para estimular una concientización sobre estos riesgos y peligros de manipulación.Quizá el camino sea a partir de educación para estimular el manejo informativo responsable. Sólo así se logrará rescatar está credibilidad qué se ha ido perdiendo por el desorden en la generación de contenidos.A su vez, este desorden ha propiciado que exista una actitud crónica de desconfianza hacia toda la información que se recibe.
Esta nueva realidad contrasta con la credibilidad que tradicionalmente vivieron todas las generaciones anteriores.
Podríamos concluir esta reflexión reconociendo que, si bien la comunicación a partir del espacio virtual ha generado oportunidades incluyentes de participación ciudadana, el anonimato que ofrece ha estimulado la creciente dominación de la inteligencia artificial, lo cual ha traído como corolario el abuso que hoy ha destruido la credibilidad que antiguamente ofrecía la comunicación presencial.
En la época anterior al desarrollo de las tecnologías de la información, los contenidos estaban vinculados a la identidad de su creador y esto estimulaba una actitud responsable. Esto a su vez estimulaba un sistema informativo que se autoregulaba a sí mismo para reprimir excesos, lo cual sustentaba la credibilidad de la información.
Además, la información circulaba en entornos de alcance local, que era el territorio que pudiera cubrir la prensa escrita en papel y la señal de la radio y la TV.
Hoy, sin embargo, con la conectividad tecnológica y la pérdida de fronteras territoriales, se ha generado esta nueva realidad.
La comunicación en espacios virtuales necesita ordenarse para que podamos rescatar lo más importante que debe tener la sociedad: credibilidad y confianza.