MADAMA BUTTERFLY: AMOR Y TRAGEDIA EN LA OBRA MÁS POPULAR DE PUCCINI

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EN DIRECTO DESDE NUEVA YORK

Madama Butterfly G I ACO M O P U CCIN I

NOV. 9 DIRECTO

DIC. 14 DIFERIDO

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Estreno mundial La Scala de Milán, 17 de febrero de 1904 Primera presentación en la Ópera Metropolitana de Nueva York 11 de febrero de 1907

Disonancias Hui He soprano Su carrera comenzó en China, su país natal, y se extendió después con éxito por Europa y América al servicio de numerosos papeles de Verdi y Puccini, entre ellos, el de Cio-Cio-San, que ya cantó en el Met en dos temporadas anteriores. En un medio musical en el que había pocas oportunidades de ver una ópera en vivo, Hui He se enamoró en China de la lírica occidental, sin entender una palabra de italiano, luego de oír una grabación de La bohème de Puccini, que a sus dieciocho años le pareció la música más hermosa que había oído en la vida, y se animó por esa razón a convertirse en cantante. Los papeles esenciales de su carrera hasta ahora, además de Butterfly, han sido Aída y Tosca.

_ El fiasco de Madama Butter ly durante su estreno en Milán dejó devastado a Puccini. Años después, recordará esa fecha ingrata en una conversación con su amigo Arnaldo Fraccaroli, que nos legó esta versión: “Al día siguiente me sentí aniquilado, sumergido en una abismal amargura. No lamenté tanto los tres años de trabajo perdidos, como la pérdida de una esperanza; fue el dolor por la destrucción de un sueño de la más delicada poesía al que había dedicado mis más amorosos desvelos. Tuve la sensación de que jamás podría volver a escribir una sola nota. Esa mañana, los vendedores de periódicos pasaron debajo de mi ventana voceando: ‘¡El fracaso del maestro Puccini!’ Tanta era mi vergüenza que no pude salir durante dos semanas”.


El vuelo efímero de Butterfly Textos: Luis Carlos Aljure El 8 de noviembre de 1924, tres semanas antes de morir, Puccini, visiblemente emocionado, fue a ver una ópera por última vez en su vida: Madama Butter ly. Estaba en Bruselas, a donde había llegado para seguir un tratamiento infructuoso contra el cáncer de laringe. Cuando el público del Teatro Real de la Moneda se enteró de su presencia le dedicó una ovación estruendosa y conmovedora. Así, de una parte, la última función que vio de su querida Madama Butterfly contrastaba de manera drástica con la primera, la del estreno en La Scala de Milán veinte años antes, que fue abucheada y saboteada sin contemplaciones; y de otra, le mostraba una vez más al compositor en sus días finales el estatus alcanzado por una obra que él consideraba la “más sentida y sincera, la más expresiva de todas las que he concebido”. Cuando compuso Madama Butter ly, a principios del siglo XX, las de Puccini se habían convertido ya en las óperas más representadas de un autor vivo en los teatros de todo el mundo, un hecho que incidía en su agenda nutrida de viajes, que lo llevaba de una ciudad a otra para supervisar los montajes de sus tres éxitos anteriores: Manon Lescaut, La bohème y Tosca. El asunto de su nueva obra, que lo ocupará por tres años, lo cautivó en Londres, a pesar de no entender bien el inglés, donde asistió en 1900 a una representación teatral de Madama Butter ly, escrita por el estadounidense David Belasco e inspirada en un cuento homónimo de John Luther Long. La demora de las negociaciones para obtener los derechos de la obra por parte del editor Giulio Ricordi fue muy penosa para Puccini. Temía que otro compositor se adelantara a sus deseos,

arrebatándole una historia que se le había incrustado en la piel. Como no podía escribir sin la guía de un libreto, se sentía inútil y angustiado, según le confesó a su editor: “Me aburro mortalmente porque no tengo nada que hacer… me siento como un obrero sin trabajo… Soy en verdad un ser olvidado”. Pero en una carta posterior, Ricordi aliviará al músico con la buena nueva de que los derechos ya eran suyos. Fue una labor ardua para Puccini, que nunca fue un compositor de pluma rápida, sin olvidar sus famosas disputas con los libretistas (Giacosa e Illica), que eran etapas inevitables de su proceso creativo, más la contingencia, en este caso, de un accidente de tránsito en su flamante carro último modelo, que le produjo heridas en su pierna derecha y le significó una pausa obligada en su rutina de trabajo (el compositor aún cojeaba en el estreno de la obra, el 17 de febrero de 1904, cuando salió al escenario de la Scala de Milán a recibir el coro de rechiflas). La partitura, que salió tan maltrecha de Milán, como el compositor del estrellón en su automóvil, la había terminado el 27 de diciembre de 1903 en su refugio de Torre del Lago. Luego de algunos cambios, recortes y agregados, la volvió a presentar al público en Brescia, en donde obtuvo el triunfo rotundo que no ha cesado desde entonces. La música de la ópera es un gran fresco de sutilezas y momentos de pasión, en el que Puccini muestra con maestría el conflicto entre Occidente y Oriente, entre el mundo que representa el inescrupuloso y prepotente oficial de la marina estadounidense, y aquel al que pertenece la devota e inocente Cio-Cio-San, cuyo destino trágico parece signado desde el momento en que Pinkerton se confiesa fascinado por esa jovencita que “revolotea como una mariposa”, y a la que quiere alcanzar con tanto furor, que tal vez termine por “quebrarle las alas”. La protagonista es la figura indiscutida de la obra, que se engrandece a medida que avanza el drama y


experimenta su progresión dramática, desde la adolescente ingenua hasta la mujer trágica, capaz de ofrecer su vida a cambio del honor. Además de la intensa escena del suicidio, el personaje debe encarar el momento más célebre de la partitura: Un bel dì, vedremo, en el que ella, soñadora y apasionada, se aferra a la ilusión de que Pinkerton volverá a vivir a su lado. Los toques japoneses de la partitura provienen de diversas fuentes. En primer lugar, Puccini incluyó en su orquesta varios instrumentos que contribuyeron a recrear una atmósfera oriental, como el gong y las campanas japonesas. Además, compuso algunas melodías basadas en escalas pentatónicas, que son típicas del Japón, y estudió numerosas canciones populares, que conoció gracias a las grabaciones discográficas y a la esposa del embajador de Japón en Italia, Hisako Ohyama, que le cantó tonadas de su tierra. Algunas de esas melodías auténticas las incluyó en la partitura, por ejemplo, las plegarias de Suzuki y la Canción del cerezo. En Madama también se encuentran numerosos leitmotivs, como es habitual en las óperas de Puccini. Uno de ellos es una alusión al Himno de los Estados Unidos, cuya aparición recurrente está asociada a Pinkerton y su nación. Y otro, de precioso lirismo, vinculado a la figura de Cio-Cio-San, se presenta varias veces y bajo distintas variantes, en el pasaje célebre del primer acto en que la heroína entra en escena (Ah! Quanto cielo!). Un motivo que retornará en distintos momentos de la obra, como en el espléndido dúo de amor. La ópera de Puccini y su heroína han recorrido juntas la senda del éxito, aunque cada una de ellas atada a su particular circunstancia. La adolescente japonesa fue amada en su noche de boda y repudiada por el resto de su corta vida, mientras la obra del italiano fue repudiada en su noche de estreno y amada por el resto de su larga vida. Y así llevan más de cien años.

Madama Butterfly Giacomo Puccini (1858-1924)

Director musical Pier Giorgio Morandi Director escénico Anthony Minghella Libretistas Luigi Illica y Giuseppe Giacosa Idioma Italiano Hui He (soprano) Elizabeth DeShong (mezzosoprano) Andrea Carè (tenor) Paulo Szot (barítono)

Cio-Cio-San Suzuki Pinkerton Sharpless

Acto I En una casa de Nagasaki, Japón, se adelantan los preparativos del matrimonio de Cio-Cio-San, una geisha de quince años, conocida como Madama Butterfly, con Pinkerton, teniente de la marina de los Estados Unidos. Él solamente quiere entretenerse con ella durante una temporada. Ella, en cambio, renunció a su religión para convertirse al cristianismo y está muy ilusionada con su futuro esposo. La joven se hizo geisha cuando su familia se empobreció tras la muerte de su padre, que se quitó la vida por una cuestión de honor mediante el rito del harakiri. Varios parientes predicen que la pareja durará poco, mientras el cónsul de los Estados Unidos, Sharpless, hace votos para que Pinkerton sepa valorar a Butterfly. Tras la boda, irrumpe en la escena un tío de la novia, que la maldice por haber renunciado a sus creencias ancestrales. Sus demás familiares se unen al repudio y abandonan el lugar. Pinkerton la consuela, y los dos pasan la noche juntos.


Acto II

Acto III

En la misma casa de Nagasaki, tres años después, Cio-Cio-San en compañía de su empleada, Suzuki, espera con ilusión el regreso de su amado. Sharpless llega de visita para leerle una carta que le envía Pinkerton, que contiene revelaciones devastadoras para ella. Por las continuas interrupciones de Butterfly el cónsul no consigue leerle la carta, pero ella le dice que, de ser abandonada, tendría dos opciones: ser geisha de nuevo o morir. En la espera, ella ha tenido varios pretendientes, pero los ha rechazado a todos. Sharpless se conmueve cuando la joven le presenta al hijo que ha tenido con Pinkerton y del cual el marino no tiene noticia. Al final de la jornada, por fin, Cio-Cio-San ve a lo lejos la entrada del barco de Pinkerton en el puerto. Entonces, arregla la casa con flores para acoger a su esposo.

Al amanecer, Cio-Cio-San se retira a su habitación luego de una noche en vela en espera de su amado. De inmediato, aparecen Sharpless, Pinkerton y Kate, su nueva esposa. Los recién llegados ya tienen noticia del niño, y deciden que lo mejor será hacerse cargo de él. Incapaz de enfrentar la situación, Pinkerton se retira. Cio-Cio-San se derrumba cuando entiende todo lo que ocurre. Acepta entregar a su niño, pero sólo si Pinkerton viene por él. Entre tanto, ella se despide de la criatura y luego se quita la vida mediante el rito del harakiri, con el mismo puñal que había utilizado su papá. Al fondo se oye el llamado de Pinkerton que viene a buscarla.


“Bella y demoledora”

“Le hace honor a Puccini”

ODEON

OPERAWIRE

Horario de transmisión Duración 3h 32min ACTO I

ACTO II

DIRECTO

1:05 pm CUENTA REGRESIVA

INTERMEDIO I

ACTO I

DIFERIDO

1:06 pm

4:23 pm

ACTO III

1:34 pm INTERMEDIO I

11:55 am

FINAL

3:25 pm

ACTO II

12:05 pm CUENTA REGRESIVA

3:51 pm

INTERMEDIO II

2:06 pm

12:55 pm

ACTO III

2:34 pm

2:51 pm

INTERMEDIO II

2:25 pm

La hora de inicio de la función está sujeta a la disponibilidad de la Metropolitan Opera. _ El ingreso a la sala debe ser antes de la hora de inicio para no interferir con la función. _ Para mejor apreciación sugerimos no ingresar alimentos a la sala y apagar sus celulares.

Próxima función Akenatón

NOV. 23

ENE. 25

PHILIP GLASS

1:00 pm / Directo

12:00 m / Diferido

(1937)

@CINECOALT

BARRANQUILLA BOGOTÁ BUCARAMANGA

CALI CARTAGENA CHÍA

MANIZALES MEDELLÍN PEREIRA

FINAL

3:23 pm


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