es una realización del Área Multimedial del Parque del Conocimiento. GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE MISIONES Gobernador Dr. Maurice Fabián Closs Vicegobernador Lic. Hugo Passalacqua Presidente de la Cámara de Representantes Ing. Carlos Eduardo Rovira DIRECTORIO CENTRO DEL CONOCIMIENTO Presidenta Elida María Vigo Vicepresidente Arq. Alejandro Enrique Rodríguez Directores Lic. Sergio Leonardo Libutti CPN María Elena Cury Santiago Roitbourd Gerente General CPN María Estela Derna
STAFF COORDINACIÓN GENERAL Lic. Jorge Otero EDITORES Lic. Mauro Figueredo Lic. Nahuel Cristobo CORRECCIÓN Prof. Roxana Iberti DISEÑO EDITORIAL Y MAQUETADO D.G Silvana Diedrich D.G Diego Pozzi Stevenson ASISTENCIA EDITORIAL Lic. Daiana Pozzi Stevenson Tec. Noelia Issler
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Economía y política
Lluvia e Invasión
Artes del Fuego
Lo húmedo y lo seco, ...
Hormigas
Posadas y el Rock de ...
En-sayo del fuego
Etapas y modelos de...
Agua Misionera
El arte latinoamericano ..
Tierra caliente y ...
Economía de cambio
Rewind
Hablando de locales y Chisme biográfico
COLABORACIÓN ESPECIAL Mgter. Pilar Malumbres
DISTRIBUCIÓN LIBRE Y GRATUITA PARTICIPAN EN ESTE NÚMERO Lic. Carolina Diez Lic. Ricardo Klein Lic. Alfredo Zaiat Dr. Mario Rapoport Dr. Ticio Escobar Esp. Cristian Garrido Prof. Rubén Gastaldo Period. Marcelo Luchetti Lic. Daniel Acosta
REVISTA LE E-mail: revistale@centroconocimiento.com.ar /RevistaLe Av. Ulises López (Acceso Oeste) y Ruta 12. C.P: 3300 - Posadas - Misiones - Argentina ISSN: 1852 - 5199
EDITORIAL
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on Lo elemental como propuesta vertebral y configuradora del presente número Le proponemos al lector una multiplicidad de enfoques acerca de lo que pueden ser considerados como elementos imprescindibles en la construcción tanto de los modos del orden del saber como del sentir: buscar sus puntos de apoyo. De esta manera buscamos el diálogo entre distintas ciencias, disciplinas y prácticas artísticas registrando coincidencias y divergencias entre ellas pero a la vez problematizando el mismo punto de vista adoptado por cada una. La economía, la antropología, la filosofía, la literatura, la política, el cine, las artes pláticas, entre otras, definen en cada artículo y de acuerdo a las manos que se las haya apropiado por un momento, cuál es el grado de intimidad en la relación con su elemento: su pertinencia y pertenencia. En este sentido nos interesaba mostrar, por ejemplo, cómo la economía define su elemento a través de un recorrido histórico sobre los distintos modelos de país que fuimos adoptando – muchas veces sin quererlo- a través de la voz del reconocido historiador Dr. Mario Rapoport; o bien, cómo este elemento de la economía rompe ciertos imaginarios estadísticos para acercarse a una muestra artística tal como nos lo cuenta Alfredo Zaiat. Aún más abarcadoramente: incluso de qué manera la economía se encarga de administrar y organizar recursos (el agua, el aire, el fuego y la tierra) ya que en su reparto se juega ni más ni menos que las formas de vida de una comunidad. En el caso de la nota central, la antropología y la psicología se conjugan en su interés por el fuego mediante un original ensayo, dejando en claro la potencia destructora y constructora del fuego en manos del hombre. Una autobiografía fogosa que deja tras de sí el vestigio humano, pero con una esperanzadora poesía final. Por otra parte, algunos personajes de la historia de la filosofía nos auguran, desde el fondo de los tiempos, un vínculo inescindible con los cuatro elementos que fueron abandonando la fertilidad del mito para incrustarse en el pensamiento racionalista bajo la forma de lo sensible: su viejo trauma. Por último, no podemos dejar de mencionar el arte y la literatura desde los cuales se privilegia, en este caso, la tierra. Pensar el arte no ya desde los sentidos corporales que compromete sino a partir de su vínculo con los elementos que convoca a la presencia en sus modos de aparecer, sería un ejercicio por demás interesante. Así nos lo deja entrever el Director del Museo del Barro, Ticio Escobar, figura eminente de la crítica del arte latinoamericano, cuando discurre sobre los posibles itinerarios de las artes en nuestra América. De la misma manera, Daniel Acosta y Areu Crespo en una cita a ciegas, se preguntan mutuamente, con la distancia que los separa, si quizás el lenguaje no será ante todo espacio. Este último utiliza la tierra colorada y sus paisajes como personajes de un singular lienzo y, por su parte, aquél propone una inquietante hesitación cuya indistinción entre el sembrar y el enterrar tal vez sean las dos grandes metáforas de todo gesto escritural. Los editores
economía y política 200 AÑOS DE HISTORIA
Entrevista a Alfredo Zaiat
Licenciado en economía, periodista y escritor. Se ha destacado tanto en el periodismo gráfico como en el radial y el televisivo en medios como Página 12, Canal 7, Radio del Plata, entre otros. En el mes de abril presentó la muestra “economía y política...” en el Parque del Conocimiento.
MM: ¿Cómo fue que te convocaron y cómo estructuraron la muestra “economía y política”? AZ: Fue un desafío extraordinario. Digamos que para mí fue un desafío personal el enfrentarme con un lenguaje diferente. Cuando digo lenguaje diferente es porque estoy acostumbrado al medio gráfico, que si bien tiene ciertas limitaciones, uno puede desarrollarlo, explayarse, etc., lo mismo en radio y televisión. Ahora bien, la pregunta es ¿qué lenguaje aplicar a una muestra de arte? Porque es una muestra de arte y no un tratado de economía. MF: ¿Cómo se articularían los campos de la economía y el arte? AZ: Claro… eso fue todo un aprendizaje que llevó su tiempo, fueron casi 2 años. Primero, imagínense reunidos dos historiadores y un periodista licenciado en economía. Por otro lado, la Arq. Piñeiro (con una carrera muy extensa en el mundo del arte, en la gestión y puesta en escena para centros culturales. Además es fotógrafa y especialista en pintura y escultura). A la vez, manifestar: “Bueno, queremos hacer 200 años de historia económica y política.” ¿Se pueden imaginar lo inabarcable que es? MF: Por supuesto, es un problema de síntesis. MM: Necesitás un edificio con 18 pisos o más. AZ: Y sí… pero además que pueda estar vinculado con una escultura, una pintura con una fotografía, audiovisuales, etc., con todo eso. Imagínense empezar de cero. Eso llevó mucho tiempo de reflexión, de trabajo, de preguntarnos
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acerca de cómo lo íbamos a encarar. Sobre todo porque se trataba de establecer una relación con la Casa Nacional del Bicentenario. En resumidas cuentas, más o menos fueron entre 800 y 1000 páginas de 200 años de economía y política. Y a partir de ahí empezar a recortar, deslindar, resumir… Y a partir de ahí empezar a ordenarlo, sistematizarlo y encontrar un eje. Una vez encontrado el eje surgió el replanteo de si lo hacíamos de manera cronológica o no. Y, la verdad fue que hacerlo de ese modo, coincidimos, era aburridísimo. Es como hacer una Billiken. Empezamos en 1810 hasta llegar al 2001. Entonces tratemos de encontrarle otra vuelta de tuerca…. MF: Una idea lineal además…. AZ: Exactamente. Rompamos con eso y entonces dividamos un poco lo político pero marcado con un eje económico. La muestra quedó muy reducida, porque no daban las dimensiones para lo que era lo previo al modelo agroexportador, que sería la economía colonial y la del primer desarrollo posterior a la independencia. Entonces, decidimos poner el foco en lo que es el período agroexportador, el período industrial y así saltar, posteriormente, a todo lo que es el período de la decadencia argentina: la dictadura militar y, finalmente,
Por Mauro Figueredo y Marcelo Melo
el estallido del 2001. Es ahí donde hicimos esa línea de tiempo, por llamarla de algún modo. A partir de ahí nos quedaba la ardua tarea de sintetizarlo conceptualmente y fue donde intervinieron los genios vinculados con el arte. Por ejemplo, decir bueno… “este es el granero del mundo” pero de una forma que nos permita romper con eso ¿se entiende? Rompamos, en ese sentido, con el mito del granero del mundo, porque este es uno de los puntos que también está en la muestra. En efecto, primero que no era el granero del mundo puesto que tenía otros países por encima. Argentina era el 4to. Obviamente que era importante, fue importante y sigue siendo importante, pero no del modo como nos lo relatan. MF: … ya que lo mencionás entonces, ¿qué vinculo interesante se produce entre mitología y economía? Vos hablabas de granero del mundo, pero también podría establecerse una relación entre el mito y la economía neoliberal. ¿En qué sentido podría pensarse eso? AZ: En muchísimos. Porque la verdad es que el neoliberalismo ha tenido éxito en la construcción de muchos de los mitos que terminaron imponiéndose en el sentido común del análisis económico. Digamos que uno de los grandes mitos, que yo sé que está grabado a fuego, que es difícil de empezar a derribarlo, pero bueno, forma parte de mi tarea, “es que la emisión monetaria es igual a la inflación. Si se emite 10 es porque vas a tener 10 de inflación”. Cosa que es falso. Es falso en la Argentina, es falso en el mundo, es falso en la historia… es falso siempre. Pero está instalado. Otro sería: “el gasto público es pernicioso para el desarrollo, el Estado agobia al sector privado y la posibilidad del crecimiento y el progreso nacional”. También es falso. Así se fueron construyendo muchos de los mitos neoliberales. O bien, en otro orden de cosas, “Argentina tenía todo para desarrollarse pero por culpa de las políticas industrialistas y de expansión del Estado comenzó la decadencia argentina”. Eso no es neutro. Es un posicionamiento político ideológico.
intentó algo, pero quedó trunco y que el kirchnerismo trató de empezar a recuperar. Uno puede empezar a hablar a partir de la constitución del Estado Nacional de 1880, porque lo anterior era parte de la construcción de la colonia. Uno puede pensar, si vos declarás la independencia, que tendría que declararse en todos los sentidos posibles. Lo que pasa es que hubo una declaración de independencia política pero no económica. Por eso, yo lo concentraría en esas dos grandes experiencias. Las otras eran más de subordinación a partir de la construcción de soberanías nacionales, en este caso, del imperio dominante que era Gran Bretaña. Pongo siempre el ejemplo de la recuperación de la red ferroviaria. Sin embargo, todos empiezan a decir que ésa es una construcción simbólica de lo que fue el desarrollo de la red ferroviaria de más de 40.000 km. Pero también hay que decir que el desarrollo de los pueblos con esa red ferroviaria es fundamental. La red ferroviaria, como había sido pensada anteriormente es el símbolo de la subordinación hacia el centro, es decir hacia los países centrales. Una red ferroviaria construida de forma radial con su corazón en el puerto de Buenos Aires para que la extracción de las materias primas vaya a brindar la base para el desarrollo industrial o la expansión imperial de Gran Bretaña. Con lo que ahí te encontrás es que tenés una red ferroviaria no pensada para el desarrollo nacional sino para la soberanía económica para los países hegemónicos. Se trata, entonces, de tener un desarrollo ferroviario tan extenso o aún más extenso del que tenían, pero pensando en el desarrollo nacional, pensando en la soberanía económica, ese es el gran desafío. No es bueno que reconstruyamos la misma red ferroviaria. No. Hay que reconstruir una red ferroviaria
MM: ¿En qué momento de estos 200 años creés que hubo mayor autonomía para tomar decisiones políticas, pensando en un proyecto de Nación surgido desde acá ¿Sólo en Perón y en el kirchnerismo? AZ: es difícil, pero como bien decís está claro que del 45’ al 55’ fueron momentos en los que se dispuso de un mayor margen de autonomía. Lo que también es cierto que dentro del Desarrollismo se
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pensada para el siglo XXI y pensada para la economía argentina en el siglo XXI con el concepto de soberanía económica. (…) Esto es lo contrario a lo que produjo la dictadura militar y después todo este período oscuro del neoliberalismo, ya que lo que produjo fue la destrucción. Y la destrucción es muy rápida, la construcción o reconstrucción te lleva mucho tiempo y mucho esfuerzo. El tema es que la reconstrucción no necesariamente tiene que ser igual a como estaba antes. La reconstrucción significa recrear las condiciones para el desarrollo futuro. MM: Muchos piensan que el modelo neoliberal comenzó con Menem, pero en realidad empezó con Martínez de Hoz, ¿ese período de Alfonsín, tiene algo de políticas autónomas o también es una línea de tiempo que comienza con Martínez de Hoz y termina con el estallido del 2001? AZ: Ese es un período más contradictorio, digamos; hay una línea de continuidad desde el ´76 al 2001. Lo que sucede es que en el período del ´83 al ´89 hubo espacios de mayor contradicción. Para hacerlo muy sencillo: en el primer año y medio el alfonsinismo trató en lo posible de tener esos márgenes de autonomía y fracasó. Entonces después viene la economía de guerra y, sin afectar las bases de lo que fue el modelo del neoliberalismo y muy condicionado con una deuda que agobiaba las finanzas públicas, hace una alianza con los sectores más concentrados de la economía en ese momento. Si lo recuerdan, se los denominaba “capitales de la industria”. Y tratando de pensar la gobernabilidad y la estabilidad política en función de tratar de hacer alianzas con el poder económico local e internacional. En este sentido, fue un momento complejo. Lo que derivó en ese tipo de alianzas es la ruptura del modelo de valorización financiera que siguió dando en el corazón del funcionamiento de la economía. ¿Qué significa valorización financiera? que se concentra en la especulación y no en la producción. Pero generando las condiciones para la hiperinflación y el trauma colectivo que actuó como un potente disciplinador social para abrir las puertas a la segunda etapa más fuerte del neoliberalismo de Martínez de Hoz, sólo que ya no era en dictadura sino en democracia. MM: Por último, ¿cómo estás viendo las economías regionales? ¿Hay políticas nacionales que apoyan fuertemente a las economías regionales? MF: Me sumo a la pregunta. Me parece sumamente
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interesante el tema de las cooperativas, de las economías pensadas no tanto en relación con acuerdos internacionales sino impulsadas desde dinámicas locales. AZ: A ver, empecemos con lo de la economía regional. No soy un experto en la economía regional, lo que puedo decir es en términos globales. Porque una cosa es aquí en Misiones, donde la economía del tabaco y de la yerba mate o el turismo son fundamentales, o si voy a Rio Negro van a ser los frutos hortícolas o si voy a Mendoza la vitivinicultura.. yo creo que todas tienen sus particularidades. Pero me parece que todas tienen un componente similar donde hay una profunda concentración, una muy importante concentración en esa cadena de valor y que termina afectando al pequeño y mediano productor y en última instancia al consumidor teniendo un régimen laboral bastante precario y explotador. En las economías regionales tiene que haber políticas de Estado para cada una de ellas y no en una forma general. Y que cada uno de los actores de las economías regionales tienen que pensarla en función de cómo insertar ese sector para el desarrollo y no caer en los caballitos de batallas de los sectores más concentrados de esas economías regionales, que es pérdida de competitividad por el tipo de cambio. Entonces esa es la verdadera forma de agudizar la concentración y mantener el atraso de las economías regionales, cuando se piensa exclusivamente en el tipo de cambio. Me parece que se necesitan políticas específicas por parte de los gobiernos nacionales y provinciales y de transparencia en la conformación de esa cadena de valor. Sólo así podemos fortalecer los eslabones débiles de la cadena de valor. MM: ¿Esa cadena de valore es fundamentalmente la que provoca la inflación, por más que el tema es más complejo? AZ: No, no, lo que provoca la inflación es un fenómeno multicausal. Lo que si es cierto es que la cadena de valor, cuando está muy concentrada genera abusos, esos abusos se reflejan después en los precios. Pero no es el único, porque si no, uno dice “ah bueno, si tuvieses menos concentración tendrías menos inflación”. No necesariamente. Porque hay factores externos, precios internacionales, tenés el tipo de cambio, tenés la puja distributiva, las tensiones entre el capital y el trabajo. Esos son los fenómenos, las causas, que uno puede empezar a abordar para tratar de entender la inflación. MM-MF: Muchas gracias.
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icen los lingüistas que uno de los tópicos privilegiados de la función fática es el <<clima>>. Se comienza a hablar, se desenreda la madeja de la conversación diciendo: “¡Qué tiempo loco, cómo refresco!” (no he escuchado esta frase a menudo, pero quería ponerla porque pertenece a un chiste de Landriscina); “¡Qué lluvia terrible!”; “Dicen que va a llover toda la semana…”, etc. El clima es una suerte de introducción a cualquier cosa, como un sondeo, como un primer acercamiento; a veces incluso opera como coqueteo, como base de inicio a todas las realizaciones discursivas posteriores. Pero si somos más precisos en lo conceptual, diríamos que, en realidad, lo que se busca no es profundizar sino mantener el contacto psicológico. Saber que el otro está ahí, que está presente. Dirán ustedes con un dejo de sentido común: “pero cómo, ¿no es suficiente con verlo parado y respirando?” Desde luego que sí, pero el lenguaje dota de existencia, de visibilidad, al mundo y a los sujetos que lo componen. Esa conocida muletilla que el lenguaje hace mundo se experimenta aquí con creces, ya que una manera de existir es por/a través del lenguaje.
Por Mauro Figueredo
Lluvia larga Lluvia larga: ¡Cuántas cosas acercas a mi alma… (…) ¿Qué estás volcando en mí? Como una criatura, escucho tu grave voz, remota y cercana, que me penetra y asusta. ¿Qué me estás narrando, que en mi alma se asienta? ¿Es algo que no supe, que no he visto, ni he creído? (…) Susy delgado. “Poesía paraguaya de ayer y hoy” Tomo II. Teresa Méndez Faith (editora). Intercontinetal, Asunsión, 1997.
Esa función de la cual hablábamos, en Misiones, se llena permanentemente con el factor <<lluvia>>. Con la terrible noticia de la continuación de las lluvias; con la necesidad, a veces imperiosa, de preguntarse, como si fuéramos a exorcizar el acto, de cuándo parará de llover; si tendremos tormentas eléctricas; si, en algún momento, nos inundaremos del todo; si Misiones se transformará en una isla y así hasta el infinito (y más allá). Justamente, en estos días terribles Misiones se parece mucho a Vietnam (no conozco mucho acerca de su biodiversidad, pero las películas yanquis me la han representado como un sitio lluvioso hasta el hartazgo, lo cual es relativamente cierto (como todo en el cine hollywoodense). Recuerdo, como al pasar, esa memorable escena de Forest Gump, en donde Forest dice “algunas veces llovía de abajo para arriba…”. En el caso misionero esto parece bastante cierto, no sólo porque bajo su suelo está el consabido acuífero, sino por la propia incapacidad del mismo de seguir drenando agua. En un noticiero vi esa imagen azul bajo
el territorio: somos tierra sobre agua, casi una isla rodeada de tierra. Seamos más precisos aún. Según el informe meteorológico, hasta la fecha se han registrado 1500 mm, lo cual supera a la totalidad del año pasado que fue de 1400mm. Ojo, que esto es sólo un 10% de los lugares más lluviosos del planeta. Les dejo un top three: Puerto López 12.892mm, Meghalaya (India) 11.871mm y el monte Waialeale (agua ondulosa) en Hawai, 9.875mm. Este último, justamente, ostenta el récord Guiness porque en una temporada se registra que llovió todos los días del año. Esta lluvia eterna, esta humedad que no desaparece, marcaría también la falta de parámetros para clasificar estaciones, climas, temporadas y abrigos (la remake de Karate Kid parece ser la norma). Pero lo cierto es que la lluvia para nosotros ha dejado de ser poética. Los días nublados han dejado de ser depresivos y la invasión de pestes y bacterias
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está a la orden del día. Somos seres anfibios. Llueve, todavía sigue “lluviendo”, no para de llover; lo gritan en el silencio las miradas a través de las ventanas, las desesperaciones del reuma y los encierros obligados. Imagino, húmedo, en el claustro de mi hogar, a una nueva raza de misioneros. Algo parecido pero menos espectacular a la película Waterworld, en el que un improvisado Aquaman (Kevin Costner), se moviliza en un mundo hostil en busca de la tierra pro-
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metida porque el mundo entero yace bajo agua. Casi un relato bíblico. Nosotros nos movemos hacia la estación sin lluvias y parecemos no encontrarla nunca. En este ejercicio absurdo podríamos imaginar que si la moda de lo rústico en las casas de la clase media-alta ocupa un lugar preferencial, y que la onda del reciclado en medio de un capitalismo voraz parece imponerse… etc, no sería descabellado sugerir que la humedad podría ser un campo interesante de reflexión. Pensemos. Nuestras paredes mohosas podrían ser consideradas no una dejadéz sino que estamos en sintonía con la moda mundial de lo rústico; los artistas operarían con el arte abstracto de nuestra paredes; las paredes mohosas, incluso, podrían tener un fin pedagógico e inclusive funcionar como un precario divertimento de los días de encierro ya que se podría invitar a los niños a descubrir formas extrañas (envés de sombras chi-
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Ama puku mba’eitáiko ko reguerúva (…) Mba’e piko ko reitýva cherehe, mitã tavýicha ahendúva ne ñe’ẽ poguasu, mombyry ha aguĩva, oikéva ñane ñe’áme, ñanemondýi. Mba’éiko pe emombe’úva, ñande py’áre oguapýva, oĩme piko ndaikuaáiva, mba’e piko oĩme. (…)
nescas, que es más pro Disney Channel); que los futurólogos a lo Horangel lean en las paredes el futuro promisorio (“mirá la forma de esta mancha, acá dice que tendrás mucha prosperidad en lo económico, pero cuidado, aquí puede leerse problemas en la pareja o dificultades al tratar de encontrar trabajo”); que el mensaje new age nos permitiría buscar ahí el jardín interior… La humedad vista de este modo es un lenguaje de segundo orden, rompería con su naturalidad. Es una alegoría. Una alegoría como la caverna de Platón. Nuestras paredes mohosas nos cuentan un universo… He pasado muchos días enfermo y me he dedicado a contemplar las paredes con la misma pasión de quien busca respuestas…. Después de darle este estatuto a la humedad simplemente nos resta cruzar de brazos y esperar al próximo Dan Brown misionero (candidatos sobran).
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Por Mauro Figueredo
Sobre la naturaleza de las artes del
fuego El Programa Artes del Fuego del Parque del Conocimiento tiene como visión el reconocimiento de un espacio de referencia en la región, en relación a la capacitación, la generación de conocimientos y la producción de objetos de diversa naturaleza: vidrio, cerámica, mosaico y joyería. En este sentido, nos proponemos reflexionar acerca de la vinculación entre los materiales y las expresiones artísticas.
Por Rubén Arturo Gastaldo
¿Qué son las “artes del fuego”?
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a expresión “Artes del Fuego” constituye una denominación clásica, sostenida ex profeso y que hace referencia a un recorte de las “artes plásticas” a través de las cuales nos expresamos con la materia. En la misma se engloban los conocimientos y expresiones creativas en vidrio, cerámica, mosaiquismo y joyería (gemas y metales) cuyos procesos de realización están marcados de manera singular por las altas temperaturas y los oficios, con sus técnicas, herramientas y materiales. En la actualidad las Artes del Fuego son un campo que trasciende el acotado círculo anteriormente mencionado, incursionando en el amplio espectro de los lenguajes contemporáneos del arte dando variadísimas posibilidades de enfoque, discurso y medios expresivos que conservan, en todos los casos, la maravillosa marca de las elevadas temperaturas logradas en hornos alimentados con leña, aserrín, energía eléctrica, gas, etc.
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Sobre las producciones Se producen objetos originales, principalmente en cerámica, mosaiquismo y vidrio, en los que participan uno o más autores a la vez. Y éste es un punto interesante para repensar los parámetros del arte. El arte deviene colectivo, no se trata de la manifestación de un “genio” único y solitario. A la vez, en Artes del Fuego se difuminan los límites entre las categorías en las que se clasifican los objetos. En los talleres del Parque del Conocimiento, muchas producciones, a menudo, transitan una zona gris, en la que se combina el trabajo de artistas, artesanos y diseñadores, a veces haciendo prevalecer la función, otras, lo meramente estético. Sin voluntad de hacer disquisiciones sobre las categorías y fines del arte, celebramos que vayan quedando en la historia enfoques vetustos sobre el mismo; como cuando se separaban artes mayores de artes menores; las primeras vinculadas a los sentidos de “arriba”, como la audición y la vista y las últimas relacionadas con los de “abajo”, olfato, gusto y tacto; siendo en realidad, la experiencia sensorial de modelar arcilla, presionándola con los dedos, tan elevadora del desarrollo humano, como lo es la ejecución de un instrumento o la incursión en otros géneros artísticos considerados mayores en el pasado.
Sobre los materiales empleados Constantemente se conjugan tierra, agua, aire y fuego. La materia prima fundamental es el ñaú (nuestra arcilla), cuya característica noble y singular en el planeta es su plasticidad, es decir la capacidad de conservar la forma dada con las manos u otros medios. Plasticidad que sólo aparece en presencia de la imprescindible agua de amasado, cuya acidez o alcalinidad regulamos, adecuando el estado de los materiales de acuerdo con los trabajos que se realizarán. Por ejemplo, en estado plástico para el torno alfarero y en estado líquido para el colado en moldes de yeso. Se suman también en la composición de pastas y esmaltes cerámicos porcentajes de laterita (tierra roja) y basalto (piedra mora), en los que nunca falta el óxido de hierro que tiñe todo de rojo cálido, tonos tostados y naranjas, luego del horneado. Los talleres cuentan con distintos tipos de hornos
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Por Mauro Figueredo
que funcionan con diferentes fuentes de energía. Entre ellos, destacamos los de gas y a leña, en los que podemos regular durante la cocción una atmósfera reductora (deficiente en oxígeno) u oxidante (rica en oxígeno), haciendo variar los colores de los esmaltes pigmentados con óxidos. Por ejemplo, el óxido de cobre en oxidación resulta verde y en reducción da diferentes rojos) Los rangos de temperatura varían: 590°C para calcos de vidrio, 900°C para terracotas, 1060°C para una loza tierna y 1230°C para nuestro gres misionero, excepcional por su dureza y resistencia. Pero siempre son indispensables las altas temperaturas, desde el rojo incandescente hasta el blanco deslumbrante, pasando por el naranja y el amarillo, sea para termoformar vidrio, para transformar la arcilla en cerámica, para fundir esmaltes o para soldar metales. La mayoría de los conocimientos generados se basan en desarrollos experimentales. A partir de un caudal importante de conocimientos teóricos, de lo físico-químico, de la cerámica y del vidrio, se pone en marcha una serie de saberes que entran en una dialéctica constante con la práctica, acercando así lo que imaginamos con los resultados obtenidos. Los participantes del equipo de taller están convencidos de que no hay nada mejor que una buena práctica a partir de la teoría y una buena teoría a partir de la práctica.
Nuestra identidad Estaría bueno pensar en nuestra identidad regional no sólo en base a íconos de la flora y la fauna, de nuestros mitos y leyendas, sino también en base a las texturas y colores de nuestros minerales, el rojo del hierro misionero, los naranjas y tostados de nuestras arcillas, la paleta de grises y morados de nuestro basalto. Y, de este modo, conectarnos desde otro lugar con nuestro territorio.
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stamos en presencia de un mundo olvidado. Mundo que ya no es mundo. Un mundo tan familiar que de familiar no guarda nada. Es un mundo tan cercano como lo son sus elementos (tierra, agua, aire y fuego) o, mejor, por sus sensaciones: lo frío y lo caliente, lo húmedo y lo seco. Mundo de sensaciones y de imágenes. El mismo no es otro sino el que despierta en los sueños. Aquel que recibió toda la atención de los primeros que filosofaron sin ser filósofos en la cuna occidental. Un mundo que visitaremos no ya desde un aspecto económico, sociopolítico o geopolítico sino en su consideración más elemental e irreductible aunque a su vez constitutivo de nuestro modo de habitar el mundo: lo sensible. Que no es sólo aquello que nos hace romper en llanto, sino que, y dicho sea de paso, me gusta pensarlo ante todo como el mundo que se deja tocar sin necesidad alguna de contacto físico. Tocado con la mirada, tocado mediante sus olores, tocado en sus sabores y tocado en lo oído: tocado en lo que nos toca de cerca aun en la distancia. Ese mismo y viejo mundo denostado y menospreciado durante siglos tanto por cierta filosofía como por la religión y la ciencia; el mismo que en su interior siempre albergó un problema que es tan viejo como él: la sospecha de que el mundo sensible es ante todo aquel que nos engaña. Entonces: un engaño, un encantamiento, una trampa mortal para la razón, un teatro en manos de un demiurgo perverso, un velo tejido con apariencias que nos oculta la verdad de las cosas, son algunos de los atributos que revisten este mundo.
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El mundo sensible siempre produjo estupefacción en quien lo pensara y siempre causó patefacción en quien lo sintiera, aun cuando este mundo no conocía su denominación de “sensible”. Persistentemente el hombre se vio a sí mismo desbordado por este mundo y comenzó a preguntarse por él, por su procedencia y por su destino. Un caso emblemático es el de la cultura griega. En ella no existían dioses creadores de mundos tales como los conocimos en las religiones posteriores, sino que los dioses tenían otra función, más “protectora”, si se quiere. Ante esta presencia abrumadora, la de lo sensible, Hesíodo (s. VIII a. c), por ejemplo, postuló que la primera divinidad fuera el Espacio Vacío: es decir una “apertura”, que por estos tiempos era el significado de la palabra Kháos. Y dentro de los primeros dioses ubica a Eros, dios del amor, pero sobre todo dios de la “unión” y la “reunión” sin religión de lo disperso, de lo separado en la pluralidad de lo múltiple. El problema aquí era la rarefacción; era qué hacer con la desmesura de este mundo que se presentaba como algo desequilibrado, disperso a los sentidos. Los “tres de Mileto” (Tales, Anaximandro y Anaxímenes) fueron los primeros que buscaron una causa, un elemento o una naturaleza permanente (physis) de las cosas, eso que en la lengua griega se decía arkhé. La razón de ser de este mundo, su esencia, aquello que lo hacía ser lo que era, lo que le permitía ser y existir como lo que estaba primero, era nada más y nada menos la tarea a la que se arrojaron estos personajes. Dieron
distintas respuestas a estas perplejidades mediante las sensaciones que producían estos elementos: la humedad para Tales o el aire para Anaxímenes, o en sus recíprocas relaciones como en “lo indefinido” de Anaximandro de donde surgen los opuestos que constituyen la armonía del mundo: su equilibrio. En fin, lo que me interesa mostrar con esto no es una historia ni una introducción a la filosofía, es la posibilidad de un pensamiento poético y patético a partir de lo que está en el mundo y no por fuera de él. Poco tiempo después a los de Mileto aparece en escena el filósofo monarca, Platón, quien en su famosa condena no sólo se pronuncia contra el mundo sensible, sino también contra los poetas: una condena que aún no ha caducado. A partir de aquí, lo sensible, las sensaciones, pasaron a ser parte de un mundo “viviente” que estaría más emparentado con lo animal que con lo propiamente humano. Lo sensible aquí designa poco más o poco menos que nuestra pertenencia animal, aquellas partes que aún compartiríamos con ese reino ajeno a toda verdad y a todo concepto, a todo pensamiento.
es con el ser de lo sensible; no con los poetas propiamente, sino con las imágenes que ellos producen bajo la figura de las imágenes poéticas. Ellas, como las imágenes visuales, muestran el corazón mismo de lo sensible: su forma, disposición y configuración. Ahora bien, ¿por qué este rechazo a las imágenes y su efecto indigesto? Porque en ellas veía el peligro más propio de lo sensible: una multiplicidad y pluralidad de realidades difíciles de controlar por cualquier poder, en este caso, el político. Nuestro comercio con las imágenes -dice Emanuele Coccia en un bello libro titulado La vida sensiblees constante, producimos y recibimos a través de ellas un sinfín de mundos que se tornan comunes, que nos tocan en nuestra intimidad y proximidad así como ellos son despedidos, puestos fuera por lo que decimos -no hay lenguaje sin imágenes-, por lo que mostramos mediante nuestros vestidos, por nuestros olores, por nuestras posturas y movimientos, en fin, por un sinfín de gestos que enmarcan la vida en una determinada esfera sensible que sabemos leer pero también oler, paladear, tocar escuchar y sentir de una determinada manera y no de otra. Demarcamos territorios sensibles de sentido.
Nuestros sentidos y sensaciones no son innatos, no son naturales. Se educan. Se disciplinan. Se Cruzando la otra vereda en esta senda platónica forman. Son las llamadas matrices perceptivas. nos encontramos no ya con un mundo mundano Se producen a través de ciertos dispositivos de la sino con el mundo de la verdad, de las luces, de la cultura -ayer determinado arte, hoy los medios idea y el concepto, es decir, de lo eterno. Para alde comunicación, aunque no se pueda establecer canzar este mundo y poner su ser en él, el hombre una partición tan radical-. Se educa al ciudadaoccidental ha encontrado dos vías que parecerían no y al soberano. Se instruye el gusto como para distantes e irreconciliables entre sí pero que, en no meter la boca en cualquier lado, se educa el realidad, no son tan distintas: el alma y la razón. mirar y el ver, se educa el saborear y el paladar, se Su indiferencia radical se encuentra en el hecho educa el escuchar, y todos ellos forman parte de de que ambas están en un “más allá de…”, por la cultura y la tradición. De esta manera se parten caso, nuestros sentidos: ellas contemplan lo eterno y reparten facultades, capacidades, sensibiliday nos muestran sus paisajes. Lo que produjo esto des. Quien las posea, será llamado a ser “un buen fue un divorcio al interior de un mismo orden o ciudadano”, adoptará sin conflicto las reglas de su desorden: dos realidades o dos mundos, siempre tribu. Así pasamos de generación en generación en detrimento de alguno. Lo que esto provocó fue modos de ver, maneras de tocar, gestos, olores y la ruptura entre los cuerpos sonidos, imágenes que llevamos y el pensamiento, entre razón en nosotros, con nosotros, y que Nuestros sentidos y y sensación, entre el objeto constituyen nuestro ser común. sensaciones no son y su imagen, entre las partes De vez en vez, tenemos la suerte y el todo. De esta manera, innatos, no son naturales. de encontrarnos con una pintuel problema que nos heredó ra, una pieza musical o teatral, Platón a través de la República, Se educan, se disciplinan. un poema o tan sólo con algún su gran “problema”, ahora chico malcriado que nos recuerda Se forman. nuestro, es con las imágenes, que lo sensible se puede sentir y pensar de otro modo.
Por Nahuel Cristobo
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Taller de Escritura - Posadas letracolorada@gmail.com
A
poya la maceta sobre la baranda del balcón. No es ninguna ciencia, hay que meter las semillas en la tierra, regarlas, salen las hojitas y, en un tiempo, pizza con tomate y albahaca. Aunque lo cierto es que nunca hizo una pizza en su vida. Es por eso que amasa la tierra, queriendo hacer todo eso a la vez, además de creer que hace algo por él, que planta una planta, que crece. Hormigas. Una sube por su mano y ya imagina la invasión en el departamento. La mata con un golpe histérico, busca otras, pero la oscuridad de la medianoche nublada lo vuelve una tarea absurda. Con un tenedor sigue revolviendo la tierra, tira el resto de las semillas, las tapa. En ese momento, como una picadura en su desconcierto, suena el teléfono: hace meses que vive ahí y es la segunda vez que escucha ese sonido. Paso en media hora, preparate y vamos que murió el viejo. Corta. Se le atascan las preguntas en algún lugar a mitad de camino entre el estómago y la garganta, no logra bajarlas, o subirlas, entonces busca en las cajas que pueblan su departamento hasta encontrar la botella. Tres medidas de vodka al hilo pasan a través de las preguntas sin traerle ninguna respuesta. La necesidad de tapar esta ignorancia desencadena el automatismo de sus movimientos al cambiarse, preparar la mochila, un poco de ropa, algo de plata, la cajita de fósforos para ella; vuelve en sí cuando ve una pila de libros: ¿cuál llevar? Decide no agarrar ninguno porque va a tener que manejar todo el camino, en los velatorios no se lee, en los entierros tampoco y piensa volverse ni bien metan al viejo en el agujero del olvido, del recuerdo, depende. No sabe. Mientras la espera, continúa revolviendo la maceta y mira el horizonte inexistente, las ventanas apagadas, los perros en la calle. Huele la tierra húmeda, la mira, la albahaca no sale. Ni una hojita. Revuelve más rápido y no puede evitar que un poco de tierra termine en el pantalón. La puta madre. Suena el timbre. Al girar para atender golpea la maceta, ve cómo se desliza hacia el vacío pero logra atraparla antes de que caiga. Abrazándola, resoplando, se asoma y distingue a Natalia, contra el auto, transformada en el punto luminoso de un cigarrillo recién prendido.
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Baja enseguida, con la mochila, porque prefiere que no vea las cajas todavía cerradas, el desorden. Se dan un beso en la mejilla. Nada más. Es raro, pero después de estos meses no puede esperar otra cosa. Sin embargo, manejar el auto con ella al lado todavía lo siente natural, una especie de continuidad. Piensa en decir algo sobre lo relativo que es el tiempo, tomarse un tiempo, pero le cuenta de la huerta en el balcón, de la albahaca; ella va, sin pausa, de la germanización de los tomates a cómo murió el viejo. A pesar de que ya no están juntos, dice, para el viejo era su yerno preferido. Dice “yerno”. Dice “el viejo”, no “mi viejo”. Lo incluye ahí. Será por eso que lo lleva, o lo hace llevarla, al entierro. O porque no quiere manejar las cuatro horas hasta el pueblito del que se escapó tantas veces. El resto del viaje pasa en un silencio salpicado por comentarios torpes, por sus ronquidos, por alguna canción en la radio por la cual él decide subir el volumen. Cada auto que aparece en la ruta, con sus luces como reflectores de una escena que creía olvidada, genera el desconcierto de poder observarla de reojo y, al mismo tiempo, verla soplar el polvillo del mate de su mano, regar y hablarle sin parar a todas las plantas del patio, apagar el velador antes de desnudarse, cosas así. La despierta ni bien entran en la oscuridad del pueblo. Ella le dice que se quede en la estación de servicio. No vas a querer ver a mi vieja, mi hermana, todos. Yo te aviso. Llegando a la plaza principal siente una punzada en la nuca, la garganta seca. Estaciona, se baja, vos andá tranquila que después camino. El café está hirviendo, aguado. Se lo toma con pausas, convencido de que le va a hacer bien. Se acuerda de cuando fueron ahí la primera vez, hace tanto. Ella quería tomar un café antes de presentarlo en familia: ni bien se lo trajeron puso cuatro saquitos de azúcar, revolvió eufórica, derramó la mitad en la mesa; temblaba cuando agarró las servilletas inútiles para limpiar. También temblaba, pero él la tenía de la mano, cuando dijo Andrés, mi novio, y todos aplaudieron. Era el primer aplauso desde que le habían dado el diploma de la secundaria, aunque tal vez el aplauso había sido
Por Daniel Acosta
para ella. Piensa en la vergüenza que lo impulsó a abrazarla, en lo que ella le dijo en un susurro, dos frases, y el olor de su perfume mezclado con cigarrillo, el mismo olor que, ahora, lo impregna de esas palabras. Cuando deja en la mesa el pocillo sin terminar, su mano tiembla. Esa tarde, la llovizna se presenta con una obviedad idéntica a la multitud de ropas color negro, a las palabras vacías del cura frente a la fosa. Bajan el ataúd. El cura invita a que todos tiren un poco de tierra o, el último capricho del viejo, unos pétalos rosas, otros blancos. La mayoría elige los pétalos porque la tierra implicaría embarrarse, y la ropa está limpia, las manos, ¿después qué hacer con las manos?, ¿dónde meterlas? No hay canillas ni toallas ni fuentes cerca. Los pétalos se esparcen, por el viento, en las tumbas de otros. Quizás por eso, cuando le toca, Natalia, con la lentitud de hacer algo que no se quiere terminar, se agacha frente al montículo, agarra un poco de tierra y deja caer una bola de barro al vacío, que devuelve el ruido del golpe contra el cajón. Él observa en ese gesto una confirmación y busca la pala que espera a un lado del montículo de tierra: hay que enterrarlo bien abajo, como a las semillas, tapar el pozo. Tira la primera palada y se da cuenta de que
Posadas y el
ROCK de fin de siglo
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es poca, muy poca, la tierra que va, que necesita más. Otra palada y otra, y otra más y Natalia le apoya la mano, sucia, en el hombro, diciéndole que no hace falta, que pare, pero hace falta otra palada y más, ¿nadie se da cuenta?, el barro en los zapatos, el saco, la camisa, el barro, otra palada más y la incomodidad en la mirada del resto, con sus manos limpias, con sus pétalos vanos. El frío de la madrugada lo obliga a trazar el mismo camino, una y otra vez, en el andén. Ahora que está solo, lamenta no haber traído un libro. Frota las manos entre sí. Nota la tierra aún debajo de las uñas e intenta limpiarlas, pero lo distrae un punto negro que se acerca a sus zapatos. Una hormiga. Piensa en las cajas apiladas en su comedor, en la habitación, y las ve como grandes hormigueros repletos de objetos que no cesan de moverse en el recuerdo. Saca la cajita de fósforos del bolsillo, le cuesta pero logra prender uno y, de cuclillas, lo acerca a la hormiga. Se le escapa. Con lo que queda del fósforo la empuja hacia el borde del andén hasta que desaparece. Prende otro y lo pone frente a él, en dirección al punto donde se pierden las vías: un amanecer artificial que se confunde con la luz del tren a lo lejos, hasta que se apaga y deja un hilo de humo ante sus ojos. -Marzo 2015 -
La última década del siglo pasado fue, probablemente, la más prolífica en lo que a cultura rock se refiere. Los lugares disponibles para tocar se multiplicaban, las bandas florecían y el público sentía que la primavera nunca acabaría. Los 90 en Posadas, sin dudas, olieron a espíritu adolescente.
L
a evolución de la música, tal vez más que ninguna otra rama de las artes, es plausible de ser dividida y/o catalogada en décadas. Así como en los años ´20 el Charleston fue el rey, en los ´30, mientras Robert Johnson pactaba con el diablo en una encrucijada dándole vida eterna al Blues, también nacía el Swing. Los ´40 fueron dominados por el Jazz, al cual Frank Sinatra puso en las carteleras mundiales a la vez que el Be-bop acaparaba las miradas de los más experimentales. Así llegamos a los ´50 con Elvis moviendo la pelvis y Bill Halley surcando el cielo en un cometa llamado Rock n’ roll. A partir de allí, todo explotó. Los ´60 y su psicodelia, los ´70 del Punk y la música disco, los ´80 del Pop. Posadas también tuvo lo suyo,
Por Marcelo Luchelli
*Tipografía titulo: D.G Pedro Insfrán (IXSdrastica.ttf)
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por supuesto. La post-dictadura permitió sembrar una semilla que vio sus frutos una década después. Herederos directos del “rock nacional”, bandas como La Corte del Sr. Manga y Divino Vicio sentaron las bases de la “edad moderna del rock local”. Los primeros formaban con el Japo Fleitas -bajo y voz-, Nono Freaza -guitarra-, Pablo Chas -tecladosy Horacio Marosek -batería- y su bouquet sabía al más clásico Rock. Sin muchos firuletes ni letras rebuscadas, a puro energía y actitud sumaron cortesanos como quizá ninguna otra banda de acá. Lo de Divino Vicio transcurrió por otro sendero, eran un tanto más “delicados”. Si la Corte sonaba a Cabernet Sauvignon, Divino Vicio, sin duda, era una copa de Malbec. Formaban con Gary Anadón -guitarra y voz-, Piru Guanes y Omar Sawaya -guitarras-, Dany González -bajo- y Pucho Swidersky -batería-, y siempre será recordada como la primera banda local que grabó un CD profesional con red distribución y comercialización en Posadas y aledaños (Vicios, 1992). Elevando la apuesta, el mismo año La Corte editó su CD homónimo en los estudios Del Cielito Records, y así alcanzaron trascendencia nacional.
éramos pocos y llegó mtv Si La Corte y Divino Vicio (en el mismo barril también hubo lugar para Dr. No) fueron cosecha nacional, las cepas importadas comenzaron a envasarse a partir de la llegada de la otrora todopoderosa (y respetada) MTV. Gracias a ella el mundo musical, que en otros tiempos sólo era alcanzable viajando al exterior, se achicó a esas benditas 24” conectadas a un cable coaxil. El punk, el funk, el metal, el hiphop y el grunge pasaron a ser vocablos en boca de todos. ACME derramó hip-hop, Fumigación Social sentó las bases del hardcore, Estado Vegetativo
rumbeó para el punk (al que Ediktos Juveniles le agregó toques de metal) y Tumba Latina mezcló todo eso agregándole sazón regional. Pero así como los ´90 universales nunca hubiesen sido los mismos sin los Chili Peppers (Nirvana llegó después), en Misiones los que reinaron la década fueron, salvo que la subjetividad nuble la visión, Los Pie. Souleros metálicos, freejazzeros funkyformes, tocaron como nunca nadie lo había hecho, cantaron en inglés a pesar de los detractores, crearon una tribu de seguidor@s con absoluta y plena igualdad de género (algo insólito en una época en que el Rock local era “cosa de machos”) y, sobre todo, nos dieron fiesta. Los Pie fueron Javier Chemes -voz-, Dani González -bajo-, Lito Dartois -batería- y Osvaldo de la Fuente -guitarra- (aunque el primer violero fue Pomelo Móttola).
tenga fiesta, aquelarres todos y todas El ciclo Tenga Fiesta (seguido por la saga Metele Suela) no solo desnudará la edad del que acredite haber sido parte de él, sino que quedará para siempre en la memoria de los que vivieron una década en esa bendita libertad nunca luego repetida. Los recitales devenidos en fiestas marcaron un antes y un después en la noche local. Los primeros DJ de rock nacieron allí. Antes, durante y después de cada concierto, Neno D’Alessandro y Pedro Suasnavar perforaron oídos con lo mejor y más nuevo del rock mundial. Desde El Desván a El Almacén, pasando por El Lugar, El Mirador, La Isla, La Estación, Los Galpones del Puerto o Pica Pau (obviamente quedan en el tintero muchos lugares más), el rock posadeño modelo 90 no sólo olió a espíritu adolescente, también destiló una nueva manera de vivir el rock y cambió el paradigma de la escena local. Obviamente, como toda buena historia de antihéroes y perdedores hermosos, el final no tiene porqué implicar sonrisas y aplausos ni ser, precisamente, feliz. Con el nuevo milenio la carroza se volvió zapallo, los teatros se convirtieron en iglesias y gimnasios, las leyes de mercado cambiaron y la escena local, como buen rockstar, se autoinmoló.
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En-sayo del
Túnica apropiada para describir los indescriptibles ropajes que toma el fuego en su danzar en las aldeas humanas.
En el ensayo titulado “Mitológicas”, Claude Levi-Strauss, incluye una serie de mitos de diversas culturas, donde el fuego ocupa un lugar protagónico en el análisis estructural de la cultura. Las separaciones entre lo crudo y lo cocido, lo vestido y lo desnudo, son tomadas como metáforas universales, como procesos que actualizan los vasos conectores entre la naturaleza y la cultura. Tal es así que lo crudo, lo frío y lo salvaje, se oponen a lo cocido, lo caliente y lo culto. Palabras más, palabras menos, el fuego traza una línea a través de la cual es posible pensar y pensarnos a nosotros mismos en nuestra precariedad de Ser en el mundo.
N
ací cuando el mundo estaba creado. Emergí cuando el calor era abundante, excesivo, y cuando había algo seco me disponía a habitarlo. Duraba poco; salvo cuando lograba extenderme, encendiendo todo a mi alrededor. Si cobraba fuerza, no había quien me detuviera. Ninguna de las criaturas que poblaban la tierra me hacía frente; todas huían despavoridas ante mi calorífica e imponente presencia. Hasta que, cuando todo aquello que habían tocado mis brazos ondulantes se hallaba transformado en cenizas, me apagaba. Y otra vez, algo seco, una chispa al lado, me volvía a encender. Mi expansión era de una fuerza inconmensurable. De todos los seres que poblaban el planeta, hubo uno que se me acercó. Era, ¿cómo decirlo? Raro. Andaba como las aves, en sólo dos patas, era curioso y un día, luego de muchos rodeos, finalmente me tocó. Chilló, puso sus manos en su pico; y en lugar de correr, me miró intrigado. En ese momento había yo desbastado toda la región y me hallaba casi apagado, era un mero fueguito en medio del desolado páramo al que había convertido un bosque frondoso. Se volvió a acercar. El animal tomó una rama seca que, por milagro, no se hallaba quemada, y la acercó a mí. Ávido de alimento, me encendí en ella embriagado en llamas recién paridas. Recuerdo aún la cara de sorpresa y gozo con la cual sonreía, mientras movía a un lado y otro el palo encendido. Recuerdo que aquel movimiento me hacía crecer, y cuando descansaba entre sus manos sentí –en forma intensa y realla sensación de que ya no nos separaríamos. Era la primera vez que alguien me conservaba. No sabía cómo había venido ni para qué, pero sí empezó a cuidarme. Desde ese momento me mostraba a sus hermanos como un don divino; a los niños les decía que me miraran con respeto y temor; me iban haciendo durar de día, y de noche me alimentaban en los bordes de la cueva en la cual vivían. Decían, en ese ruido que emitían por ese extraño pico, que los cuidaba de los otros animales más grandes y feroces que ellos. Y me reverenciaban. Danzaban a mi alrededor
Por Carolina Diez Por Ricardo Klein
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festejando mi cuidado hacia ellos. Ese hombre -llamado Prometeo- fue tan importante para ellos que lo emparentaron con los dioses en la figura de un Titán, y contaban que me había robado a los inmortales dueños del Olimpo. Y que estos, enojados ante el poder que los hombres tenían gracias a mí, lo castigaron encadenándolo en la cima del Cáucaso y un águila le devoraba el hígado que volvía a crecer sin cesar, infinitamente. Una noche en la que comían, como era usual a mi entorno, se le cayó a una mujer adulta un trozo de carne sobre mis ardientes faldas. Cuando se dio cuenta de esa caída, ya había yo lamido la carne. Me era grata, olía a grasa y yo transformé ese olor. Allí se dieron cuenta del cambio en la carne y se la llevaron a la boca -ya sabía yo que eso no era un pico ni ellos eran aves- y saborearon algo nuevo. Nunca olvidaré ese momento que fue el pasaje de lo crudo a lo cocido -como siglos después denominó el famoso antropólogo Levi-Strauss a este pasaje de la humanidad-.Yo era el actor principal nuevamente. Las caras de placer, los aullidos de los niños; qué feliz que era en ese clima de calidez al cual tanto contribuía. Al domesticarme -fui usado en la agricultura para preparar los suelos y también para habilitar el trazado de caminos a los hombres-, las preguntas no tardaron en llegar: ¿Estuvo antes que nosotros? ¿Qué principios lo regulan? ¿Cuál es su esencia? ¿Quién es su dueño? Por fascinación y delirio, por temor y pasión, rápidamente inventaron mitos en mi honor. Me asociaron al proceso del conocer y a entidades suprahumanas. Al saber y al misterio, a los males del universo. Me unieron a los principios elementales de lo desconocido, al movimiento iniciático de formación de la materia, al placer y al juego sensual del deseo. Gritaban: ¡Es la danza del universo! Algunos dicen que soy el denominador común de la ambigüedad: la bondad y maldad. Soy
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la pasión y la ira, la razón y el delirio. El amor y la guerra. El cambio y la permanencia. Me intuyen, se aproximan, me temen, me aman, me imaginan en iguales proporciones a sus propias figuras, me humanizan a su imagen y semejanza. Estaba aburrido, tedioso, aquel niño que empezó a jugar chocando piedras. Cerca de él había unas pajas secas. Entre piedra y piedra emergió una chispa. Tras la chispa me metí entre los yuyitos. Estaban tan secos que me apoderé de ellos enseguida. El chico salió corriendo, asustado. Aterrado gritó: ¡Fuego! Palabra terrible, que se sostendría por los siglos… mi nombre era divinizado a la vez que temido. Si podían controlarlo era maravilloso; suelto era un espanto. Y he aquí que el padre del niño se acercó, me limitó con fronteras de tierra seca, me alimentó con maderas y me colocó encerrado en un recipiente. Luego de preguntarle a su hijo acerca de mi origen, me apagó. Escuché mucho tiempo después, cuando contaban esta anécdota en torno mío, que aquel hombre empezó a frotar piedras entre sí hasta que surgió una nueva chispa. Y con ellas me hizo surgir de las cenizas apagadas recientemente, aún calientes. Se llamaba Vulcano y aprendió mis secretos. Aprendió a encenderme, a usarme para hacer diversos utensillos, a forjar metales… Decían de él que, pese a sus falencias corporales -pues era cojo de ambos pies- era un artesano y artista gracias a su capacidad de trabajar el fuego; casi un dios. Y como tal fue con los siglos venerado. El hombre había conseguido encenderme a la vez que usarme como fuente no sólo de calor, sino también para hacerme trabajar en tornar las cosas más sólidas, en unir metales entre sí y un sinfín de utilidades. En las sabanas africanas -donde dirán en los siglos posteriores que nació el homo sapiens- se reunían los pueblos en torno a mí para hablar, danzar y relatar sueños. Yo los convocaba en las noches con mi magia armando figuras, incitando a soñar, convocando sus compartires… Fui yo el que armé las fantasmagóricas figuras de sus sueños, y también las de sus pesadillas. Fui yo que contuve los salvajes animales con mis brazos ardientes, protegiendo su contar, su cantar… He sido -y sigo siendo- el alma de las rondas humanas reunidas a mi alrededor. Desde entonces, soy una experiencia humanizada y divinizada al mismo tiempo; propicio idiomas de miradas con manos extendidas garabateando formas e imágenes proyectadas. En plena noche los cuerpos se ensanchan y achican en un danzar de luces y sombras. Donde antes sólo había oscuridad aporto brillo y magia, generando calor y humedad. Incluso, mis chispas y destellos, cada tanto, generan ruidos que al llegar como proyectiles hasta sus pieles generan una sensación irascible de dolor y
resentimiento. Dirán de mí con el devenir de los años: “El fuego es un fenómeno privilegiado que puede explicarlo todo”, pues convoco e invoco la vida y la celebración, el ritual allí donde habita el silencio, al tiempo que cobijo lo ardiente, lo destructivo, lo belicoso. Paradoja, imaginación profunda, inspiración de poetas y teóricos, agregarán de mí: “…íntimo y universal. Vive en nuestro corazón. Vive en él. Sube desde las profundidades de la substancia y se ofrece como un amor. Desciende en la materia y se oculta, latente, contenido como el odio y la venganza”. (Bachelard, 1966:17). Fui yo quien llamó a Moisés en el desierto. He sido yo y no el dios el que hizo arder la zarza en el monte Horeb. Y fue mi voz la que escuchó el profeta. Se lo dije en metáforas, en imágenes –siglos después el psicoanálisis teorizó que así funciona el inconsciente-. En mi danza sobre la zarza creé un dios único, le mostré una tierra elegida, un camino a andar. Fui yo quien lo convenció de la existencia divina al hasta ese instante mero pastor de rebaños. Yo lo ungí a ser pastor de hombres. Y ardí en su corazón cuando se enfrentó al Faraón en forma balbuceante, necesitando que su hermano Aarón hable por él. Pues bien sabía el hebreo de mi poder, habiéndose quemado la lengua al llevar un carbón -por mí encendido- a su boca. Cómo no lamentarme el ser tan intenso, tan descontrolado cuando me enciendo, cuando mis lenguas devoraron hasta convertir todo en cenizas la maravillosa Biblioteca de Alejandría. He quemado la historia de la humanidad hecha libro sin poder impedirlo. Nadie supo nunca de dónde surgí; ha habido diversas teorías al respecto. Que fueron cristianos, o musulmanes, o bien algunos ortodoxos; o bien el fuego de un dormido lector que jamás hubiera debido fumar allí. Yo lo vi, sé quién fue…oculto señales en mis flamas, atesoro reflejos de debilidades y desolación… Y cuando después de días de arder me lograron apagar salvando algunos escasos volúmenes, aplaudí a quienes contuvieron mi ímpetu de destrucción. Podría decirte quién fue… sólo que prefiero llevarme ese secreto conmigo para impedir develar misterios. Eso está en mi naturaleza. Ahí reiné. En la noche de Nerón, allí donde Roma fue mi presa, dancé inconmensurablemente. No fue solamente el emperador que enloqueció. Mi droga eran las casas, los establos, los edificios enteros. Devoré la ciudad eterna en instantes memorables. Fui fuego eterno en esa ciudad. Dije entonces: “Dad al César lo que es del César, y al fuego lo que es del fuego.” Esa noche reiné yo, el fuego, en Roma. A veces no me encendieron los hombres. La madre tierra rugió en las paredes del vesúbico volcán. Yo encendí la lava que arrasó la ciudad. Hice arder ríos
que inundaron de pétreo fuego la joya del imperio romano. Descendí junto a la madre tierra, fusionado con ella, y en una noche de romanticismo hicimos el amor sobre las ruinas de la otrora urbe. ¡Cómo la abracé esa noche! Por días enteros duró nuestro encuentro. En lo que los hombres del futuro denominaron Edad Media, me usaron para hechos aberrantes. Creían que yo limpiaba las impurezas del alma, y se servían de mí para quemar los cuerpos aún vivos de los llamados herejes. Recuerdo haber visto de cerca la cara adusta del Gran Inquisidor -ese llamado Torquemada-, preguntando a ese pobre hombre atado a un poste si aceptaba la verdadera fe para evitarme a mí -el fuego purificador- y que ante su negativa tomé en mis brazos. ¡Cuántos perecieron bajo mis llamas quemantes -especialmente mujeres acusadas de ser mis socias en aquello que llamaron “brujería”, actos bajos, paganos, asociados al “pecado” - sin que pudiera evitarlo! ¡Tendré culpas sobre mí ante tanta barbarie! Me estremece y acongoja, y me hubiera gustado llorar ante estos hechos para apagarme con mis propias lágrimas para evitarlos. Pero soy sólo fuego. Me enciendo -o me encienden- y no puedo evitar nada hasta consumirlo todo. Qué impotencia no disponer de mí y poder ser tan mal usado por hombres de extrema maldad con acciones aberrantes contra otros hombres, por la fiebre de la imposición de la letra y el dominio de las “almas”. En ese entonces circulé en los Carnavales medievales junto a la risa y la carcajada. Me volví un elemento inmaterial de trasmutación de lo establecido. Quemé muñecos y símbolos del “poder de los poderosos”, aquellos “arcanos” de reinados frívolos. Desde esas épocas alumbré con antorchas el reino del carnaval –esa antigua fiesta pagana devenida en cristiana-. Lo carnavalesco y lo ígneo nunca más se separaron de las “llamadas” fiestas populares. A partir de ese momento me regodeo entre las masas, me paseo entre el pueblo junto al arte grotesco y la risotada. Ando en los pasillos de las multitudes, “ilumino al pueblo” en las marchas, bailes y procesiones. Voy quemando, requerido, las imágenes de lo viejo y lo rechazado. Soy tomado con alegría, incluso asociado con las “bajas pasiones”; en esos días me dedican rimas, poesías y alabanzas. En la “Fiesta de San Juan” soy el principal agasajado, cuando juegan los niños y la familia toda, porque ese día de fiesta “no quemo” y tengo una función purificadora.
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Encendí en el imperio chino los primeros fuegos artificiales de la historia, y también hice arder la pólvora que ellos inventaron. Fue una experiencia cabal de júbilo precipitarme de tal manera y viajar tan velozmente. ¡Qué bello soy en el cielo ardiendo de todos los colores! ¡Qué bella es la pólvora cuando nos abrazamos! ¡Qué encuentro tan intenso, qué danza tan plena, qué inenarrable placer esas luces, esas explosiones! Bailar en el aire, jugar a la explosión y alegrar fiestas de comunidades enteras, señalar con mi cuerpo estallado momentos especiales, la hora de la novedad, ser una especie de astro en la tierra, alejando fantasmas y creando fantasías en quienes osan verme de principio a fin. ¡Soy un protagonista en las celebraciones! Soy el primer movimiento del año nuevo y con el correr del tiempo he ido ganando prensa; y con el devenir de los siglos me trasmitirán en vivo por las cadenas televisivas. Fui la joya de los alquimistas, que mediante mis artes querían convertir el hierro en oro. Me usaron para fundir, para quemar lo impuro, para templar… Explicaciones posteriores decían que era una cuestión del alma, de transformar lo heredado del hierro paterno en el oro de la propia identidad… Qué saben lo que es hacer arder lo alquímico de la purificación… almas… metal… ¡Sólo yo sé lo cerca que estuvieron de lograrlo! Sólo yo, que los he quemado, sé de los gritos de éxtasis que invocaban cuando nuestra danza brillaba antes de que fueran meras cenizas. Yo abracé a Juana de Arco en su morir. Me susurró en mis oídos que lo había hecho por Francia. La besé con infinita ternura, prometiéndole que se elevaría hacia los cielos inmortales. Fue la piedra en el zapato del rey inglés, la que le impidió reinar más allá del canal de la Mancha. Otro hubiera sido el mapa de Europa sin ella. Si bien Colón descubrió las Indias, yo la conquisté. Fueron mis armas las que lo hicieron posible. Como denuncia la canción “Iban montados en bestias, como demonios del mal/Iban con fuego en las manos y cubiertos de metal”. Y no me enorgullezco de ello. Junto a la avidez humana de riqueza y el desenfreno en la extracción de mercancías de América, arrasé con las culturas originarias, sojuzgué pueblos enteros, me vendí a la cruz surcando de sangre, por mí vertida, atravesé el continente. ¿Cómo arrepentirme de eso, cómo volverlo atrás? ¿Cómo…? Vivencié el afán explotador de punta a punta del mundo y sus formas más crueles, desde las minas hasta las caucheras. La Isla de Queimada lleva mi nombre tras arrasar a sus antiguos moradores con mis llamas. Años más tarde, los negros esclavos traídos de África se levantaron en armas. También estos pueblos me enarbolaron en sus procesos de liberación.
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Disfruté de encender los cañones napoleónicos. Avancé con el ejército del general del tricornio y mientras los franceses creían conquistar el mundo, era yo el que reinaba. El orgullo del emperador era tan grande, tan insoportablemente francés y tan poco su reconocimiento hacia mí, que me alié con los ingleses y los rusos y lo derroté. Que otros hablen de Wellington, de Waterloo, del frío ruso… Yo sé quien lo envió a la isla de Elba. Nuevamente la barbarie me tomó, me usó, y fueron a la hoguera cantidad de libros prohibidos. Toda publicación que ponía en duda el pensamiento fascista fue arrasado con mis llamaradas. Y no pude evitar quemar. Por lo menos, esta vez quemé materia sin respiración… pues no puedo decir pese a mi supuesta ausencia de cultura -a la vez que quizá con los siglos de compartir mi vida con los humanos algo he aprendido- que los libros carezcan de materia viva… y quemé… Por lo menos -como dijo un tal Sigmund Freud, algo hemos avanzado: “Hoy solamente queman mis libros; siglos atrás me hubieran quemado a mí”. Me imitaron de todas las maneras, me parodiaron, me vulgarizaron y minimizaron mi fuerza. Me elogiaron dándole mi nombre a una etapa histórica de la humanidad: “la edad del fuego” reconociendo así mi sentido en la cultura. Soy parte indispensable de ella. Todo lo que se sabe de mí es aprendido y trasmitido, enseñado y elaborado. Fui y soy usado para que los hombres trabajen. Me han mirado desde una perspectiva utilitaria: transformación social de la materia y los materiales, fundir, hacer, realizar. Y yo clamo en los hornos: ¡Soy mucho más que eso! Como un poeta chileno, quien me escribió un poema, te propongo, lector, despedirme de ti con un poema acalorado y abrasado -¡qué otra manera mejor para mí!- de imágenes desde las entrañas de mi fuego. Yo, fuego, que también escribo. Inauguremos juntos una ronda, como venimos haciendo en los últimos milenios -allí donde habita el silencioescuchando tal vez con los ojos entreabiertos este relato, y de esta manera invocar nuestras chispas poéticas… Prologo el día. Cobijo el sueño. Allí cuando me recuesto sobre el suelo ensayo el poder del encuentro… …anido en los corazones de hombres y mujeres, y cuando me provocan jugamos a los chispazos; otras veces me piden simplemente perdurar y me trasportan. En la época de los dioses tenía un dramatismo estelar; poseía el poder de trasmutar. Hoy, siglos después, la magia continúa, encubierta en otros sayos.
FUEGO
Etapas y modelos de acumulación del país
El siguiente texto repasa bajo la forma de extractos las partes más destacadas de la exposición que diera el Dr. Mario Rapoport en el contexto de la muestra sobre economía realizada en las salas de exposiciones del Parque del Conocimiento.
El modelo agroexportador
E
l primer modelo de país fue el agroexportador, entre 1880 y 1930. Evidentemente fue una etapa muy amplia y hubo distintos momentos y distintas sub-etapas bastante diferentes. Hubo una primera entre 1870 y 1890 cuando el país todavía tenía un comercio internacional desfavorable, todavía importaba cereales, pero llegaron grandes capitales británicos y de otros países europeos al país; llegaron a su vez grandes cantidades de inmigrantes. Ésa fue una primera etapa y esa etapa termina en una crisis en 1885. Luego hay una segunda etapa, entre 1885 y 1890, donde la crisis se acentúa, se produce la crisis más grande que tiene el país en 1890 porque la política del gobierno de Miguel Ángel Juárez Celman fue la de continuar con el proceso de endeudamiento creando bancos en el interior del país. Bancos que garantizaban su emisión monetaria con deudas externas, y que produjeron un estallido en ese año. El primer aspecto de este modelo agroexportador es la relación especial con Gran Bretaña, pero también con otros países europeos. Luego, el segundo aspecto, es la concentración de la propiedad de la tierra. Podemos decir que según el censo de 1914 en las que eran las principales tierras vinculadas al negocio ganadero, el 55% de las superficies explotadas pertenecían sólo a un 5% de propietarios. Había una fuerte concentración de la propiedad de la tierra. Y los inmigrantes que venían al país no podían, sin duda, transformarse en propietarios, eran simplemente arrendatarios o peones rurales. Y esto no es lo que ocurrió por ejemplo en Canadá, donde dos provincias enteras (…) fueron dadas gratuitamente con tierras fiscales a los inmigrantes que venían del exterior, permitiéndoles formar una gran clase media rural. Esa
Por Mario Rapoport
gran clase media rural en primer lugar era creadora de demanda y de producción y, en segundo lugar, tenía posibilidades de financiamiento que no tuvo el agricultor argentino. ¿Por qué? Porque podían de alguna forma hipotecar sus tierras para obtener los bienes de capital que necesitaban y con eso seguir desarrollándose. En Argentina, justamente, el sistema financiero era un sistema dirigido exclusivamente a los grandes terratenientes y los grandes agricultores. Los chacareros, los arrendatarios, debían recurrir a los comerciantes de granos o debían recurrir a sectores intermedios como los pulperos y otros sectores que les vendían lo que necesitaban; les compraban esas cosechas y no podían desarrollarse (...) El liberalismo económico y el endeudamiento externo iban de la mano. Había una absoluta libertad
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para el movimiento de capitales, para importar y exportar. Los capitales iban y venían de afuera y volvían incrementados hacia los países de origen y eso producía las crisis. Todo esto trajo una cultura rentística dependiente y antidemocrática. (…)
La mano de obra inmigrante Son distintos tipos de inmigraciones que vienen al país especialmente del sur del continente europeo. En la medida en que se desarrollan las exportaciones agropecuarias argentinas hace que las crisis agrícolas del sur europeo, que son las que permiten traer esa mano de obra inmigrante, se acentúen. Porque aumenta la competencia que la Argentina hace con sus productos agrícolas en esos países y los chacareros o agricultores, sobre todo italianos o españoles, en distintos momentos, se ven obligados a salir de su país, a venir aquí a trabajar y muchos de ellos se quedan. Pero la existencia de una gran inmigración golondrina tiene que ver con el hecho de que no podían adquirir tierras, fijarse definitivamente en nuestro país. La Argentina es una gran exportadora de productos agrícolas, importador de manufacturas y bienes de capital. Les he mencionado las crisis, que existieron varias en la época agroexportadora, la situación de las clases trabajadoras, etc. Es interesante señalar que Juan Bialet Massé hace su informe sobre la situación de las clases del interior del país en 1904. En 1934, un Diputado Socialista muy conocido, Alfredo Palacios, va a visitar las zonas que había visto Bialet Massé en 1904 para establecer por sí mismo el grado de la situación económica que tenían esos sectores, y encuentra que prácticamente estaban en la misma situación. Es decir, no salen de la pobreza y la indigencia en 1934.
En esa época, algunas compañías, por caso la Forestal, practicaba políticas tales como la de los “vales internos” (es decir, no les pagaban a los trabajadores con dinero, sino con vales internos que debían gastar en sus propios establecimientos, por ejemplo en comedores o en sus viviendas). La última etapa del período agroexportador es la de los gobiernos Radicales, de 1916 a 1930. Aquí se produce un cambio importante que es la penetración de los Estados Unidos en la economía argentina. A la economía británica fundamentalmente lo que le interesaba de la Argentina era la explotación del sector ganadero.
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Esa explotación va a venir fundamentalmente por las mejoras de las pasturas, por la introducción del ganado refinado (Hereford, Aberdeen Angus y otros) y por la introducción de la industria frigorífica. Esto va a ser la base esencial de la vinculación con Gran Bretaña. A su vez, la Argentina exportaba esos productos e importaba textiles, manufacturas (sobre todo sencillas), productos metalúrgicos y siderúrgicos de Gran Bretaña. Pero esta situación va a cambiar. La Segunda Revolución Industrial que se produce a fines del siglo XIX crea una masa de nuevos tipos de productos de mayor tecnología. Todo eso hace que las inversiones norteamericanas se expandan en el mundo. En Argentina uno de los primeros campos de inversión va a ser la industria frigorífica, y aquí también (los norteamericanos) van a superar a Gran Bretaña porque tienen mejores tecnologías y porque tienen industrias de mayor magnitud. Y eso hace que en poco tiempo Estados Unidos se convierta en el principal exportador de carnes sobre la base de sus industrias en la Argentina, desplazando a los frigoríficos ingleses y a los pocos frigoríficos argentinos que aún quedaban. Estos ejemplos son simplemente muestras de que esas ideas del modelo agroexportador, de la Argentina como “granero del mundo”, es una idea errada todavía. Si bien en 1888 a 1907 las exportaciones en la Argentina han crecido en una cantidad apreciable, todavía Argentina no era el primer exportador de productos agropecuarios. Llegó a ser el primer exportador de maíz durante un período largo, pero en cuanto al trigo fue superada por Estados Unidos y después por Canadá.
Período de industrialización El período de industrialización en realidad comienza en 1930. Hay un pequeño proceso de industrialización durante la Primera Guerra Mundial. Se produce lo mismo que luego se va a producir en la Segunda Guerra Mundial. Es decir, el comercio exterior decae y por lo tanto es necesario suplementar las importaciones de manufacturas que ya no vienen al país y hay un pequeño proceso de industrialización. Luego, en los años ’20, llegan empresas norteamericanas que también en el sector industrial están en su etapa expansionista. Todo ese período lo llamamos de “industrialización espontánea” porque en realidad no era el propósito del gobierno de la época desarrollar el sector industrial, sino que se desarrollaba debido a circunstancias más bien
internacionales, a la necesidad de suplantar las importaciones que no venían. Donde se produce un cambio importante es en el proceso industrializador peronista. Comienza antes del ’46, antes del gobierno de Perón. Ya en 1944 se crean instituciones que plantean la necesidad de que el país desarrolle una industrialización que había empezado espontáneamente en los años ’30, que amplifique su mercado interno y que distribuya ingresos. Y eso, que comienza con el Consejo Nacional de pos guerra en 1944 que dirige Perón, se transforma en el primer Plan Quinquenal de su gobierno en 1946. Este período se caracteriza por la creación de leyes sociales que no existían en el país. Es increíble señalarlo, pero desde los comienzos del país como tal, desde la constitución del Estado en 1880 hasta las años ’40 prácticamente, no se habían dictado leyes sociales. Los socialistas, por supuesto, las habían propuesto muchas veces en el Congreso, incluso los Radicales habían propuesto algún tipo de leyes, pero nunca se habían aprobado. Recién con la llegada de Perón a la Secretaría de Trabajo en 1943 comienzan por decreto a practicarse políticas de asistencia social, de elevación de salarios, de creación de sistemas jubilatorios, creación de sistemas de vacaciones pagas, de hoteles para el turismo de la clase trabajadora, etc. Una serie de medidas políticas de bienestar que son las que le van a permitir a Perón ganar las elecciones en 1946 y acentuar estas políticas. Por otro lado, el peronismo, también en esta primera etapa, trata de desarrollar las industrias internas a partir de redistribuir los ingresos que venían del exterior por las divisas de las exportaciones agropecuarias. A través del IAPI (Instituto Argentino de Producción e Intercambio) utiliza esas divisas para fomentar con créditos (que en ese momento da el Banco de Desarrollo Industrial y el Banco Central) el proceso de industrialización. Ese proceso de industrialización va a tener problemas entre el ’49 al ’52 porque se produce la primera crisis de industrialización. Esta crisis tiene que ver con aspectos externos e internos. En primer lugar, con aspectos externos porque la Argentina durante la Segunda Guerra Mundial tiene un comercio exterior favorable con los países que estaban en guerra, sobre todo con Inglaterra. Pero, por otro lado, Inglaterra no tenía las posibilidades de pagar esas importaciones que venían de la Argentina y estableció un sistema llamado “libras bloqueadas”. O sea, en realidad,
tomaba deuda. Establecía que esas libras iban a quedar en el Banco de Inglaterra con garantía oro y se pagarían más tarde. De modo tal que cuando termina la guerra, la Argentina no tiene la situación de reservas tan favorable como se dice que tenía y eso se acentúa con la inconvertibilidad de la libra en 1947. El comercio con Gran Bretaña no le permite cambiar las libras por dólares que necesita para comprar en Estados Unidos, de modo tal que se termina produciendo una crisis muy fuerte en 1949 porque no tenía las importaciones que necesitaba el desarrollo industrial de la época. En el período posterior, el peronismo trata de restablecer la situación mediante su plan de estabilización en 1952 y durante dos años la economía argentina funciona mucho mejor. En 1953 y 1954 la inflación que había llegado al 40%, baja al 3% y comienzan a desarrollarse algunas industrias básicas en la última etapa del peronismo. Primero eran industrias como la del automotor, pero también muchas otras más importantes, como la industria de la aviación, etc. Y, finalmente, también se trata de desarrollar la industria del petróleo sobre la base de inversiones norteamericanas. El problema de Argentina es que tiene dos sectores marcadamente diferentes en cuanto a sus potencialidades. El sector agropecuario es el sector que tiene ventajas comparativas a nivel internacional y necesita tipos de cambios relativamente bajos para su desarrollo. El sector industrial, por el contrario, tiene necesidades y una competitividad muy inferior al sector agropecuario y por lo tanto no puede generar las divisas que le permitan importar los bienes que necesita y debe sacarle esas divisas al sector agropecuario. Eso se hace a través de transferir (hacer lo contrario de lo que hacía Perón) divisas del sector agropecuario al sector industrial pero a través de grandes devaluaciones, esto para favorecer al sector agropecuario ya que si no las otorgaba, a esas divisas, entonces vienen los ciclos de stop and go (Stop, porque paraba la economía y Go porque volvía a andar).
La mejor distribución del ingreso corresponde a la etapa peronista que llega casi a un 50% del ingreso nacional a los asalariados. Podemos decir que hasta 1976 continuó el proceso de industrialización. Lograron exportarse ciertos bienes industriales hacia el exterior. La economía tuvo entre 1964 y 1974 un desarrollo con pocos ciclos negativos.
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Liberalismno y neoliberalismo Con la dictadura militar comienza a predominar otro tipo de modelo económico, modelo rentístico financiero basado en las políticas neoliberales que comenzaron a predominar en esa época. El plan de Martínez de Hoz es un plan de apertura comercial indiscriminada que da, curiosamente, un comercio triangular que va a ser con Estados Unidos y con la Unión Soviética que, sin embargo era el enemigo principal de los militares en el comunismo y la Unión Soviética se transformó en el principal mercado de productos agrarios argentinos, porque no tenían mercado en Estados Unidos y porque no tenían mercado en Europa. Luego se produce la desregulación en forma financiera. La ley de entidades financieras que transforma la economía en un proceso de especulación con una tableta cambiaria que permitía a los inversores extranjeros venir al país, traer los dólares, cambiarlos por pesos, tener aquí tasas de interés muy altas en pesos y luego, como sabían en qué medida se iba a devaluar el dólar por la tableta financiera, volver a llevarlo a su país de origen sin perder demasiado. Todo eso hizo que toda la economía fuera una economía especulativa y que en vez de pararse la inflación como quería Martínez de Hoz, la inflación continuara. El endeudamiento externo entre 1976 y 1983 cuando se va el gobierno militar, no tiene parangones con todo el endeudamiento externo del período posterior a la época agroexportadora. De ocho mil millones de dólares que había de endeudamiento en 1976, pasa a 45 mil millones de dólares: en 1981 y 1982 hay una crisis muy profunda. Luego viene la etapa democrática: el plan austral, el plan primavera y la hiperinflación que muestran un fracaso de la política alfonsinista que continuó pensando que si se hacía buena letra en el pago de la deuda externa y obtenían los intereses necesarios para seguir pagándola aun cuando el país no se endeudara mucho más, se podía de alguna forma resolver los problemas económicos. Pero el plan austral es un primer plan de convertibilidad que no funciona; luego, el plan primavera tiene respuesta en los industriales que producen la mayor hiperinflación que tuvo la Argentina y que llegó al 3000 por ciento. Esto produce en 1989 la llegada del menemismo al poder anticipadamente, cuya política económica (después de una excitación de un par de años) se
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traduce en un esquema de convertibilidad y en la plena vigencia del neoliberalismo. Es un neoliberalismo medio extraño porque todas las variables económicas se liberan (hay una apertura externa, hay una desregulación de la economía, etc.), salvo una: el tipo de cambio, que se mantiene fijo. Hay un tipo de cambio 1 a 1 con una moneda convertible. (Como) la Argentina no emite dólares, por lo tanto, era un tipo de cambio irreal, falso. No valía lo mismo en dólares un auto en Estados Unidos que un auto en Argentina.
Convertibilidad y fuga de capitales El plan de convertibilidad es una situación que va llevar a la Argentina a tener un déficit fiscal considerable en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Ahí se produce la cuestión de las relaciones privilegiadas con Estados Unidos y finalmente el gobierno de la Alianza, que mantiene el plan de convertibilidad, debe practicar políticas de ajustes cada vez más fuertes con rebajas de salarios y jubilaciones para tratar de espantar la crisis. El FMI, por el contrario, plantea que la Argentina debe continuar con su política de ajuste, hace inversiones de capital en el país, cerca de once mil millones, lo que llama “blindaje”, para tratar de resolver el tema financiero. Pero ese blindaje es aprovechado por las grandes empresas que, a partir de la entrada de esos capitales, pueden remitir tranquilamente sus utilidades al exterior. Como hizo REPSOL por ejemplo, que emite anticipadamente utilidades que no tenía y alienta la fuga de capitales. Finalmente, la crisis del 2001, el corralito, etc. Acá tenemos las cifras que comparan la deuda externa de la Argentina y la fuga de capitales entre 1991 y 2002. Como ven la fuga de capitales es una porción fundamental de la deuda externa. Quiere decir que los argentinos que han tenido la chance de recibir esos capitales en realidad lo fugan al exterior y la deuda externa crece como al mismo tiempo crece la fuga. En 2002 la deuda externa es de ciento sesenta mil millones y la fuga de capitales alcanza cerca de los ciento veinte mil millones. Es decir, con eso podría haberse pagado tranquilamente la deuda externa. Por lo tanto, los
responsables del endeudamiento externo no son sólo los capitales externos que vienen al país para obtener sus ganancias sino también los sectores internos que toman esos capitales externos y luego los van a llevar al exterior. Por otra parte, al finalizar el período de la dictadura militar, el presidente del Banco Central de ese entonces, Domingo Cavallo, permitió a sectores internos endeudados transformar esa deuda externa en deuda interna a una tasa fija y por lo tanto los capitales privados se salvaron de lo que iba a ocurrir más tarde. Esto es el fin de la convertibilidad explicado de una manera más lógica: los déficits continúan en la cuenta corriente de la balanza de pagos, había déficit fiscal, déficit en la balanza de pago. La situación venía primero con tasas de interés cada vez más altas, que no eran lo mismo para el peso que para el dólar, obviamente, las tasas de interés para el peso eran más altas que las del dólar porque un peso no valía lo mismo que un dólar. Luego caían las reservas y liquidez, política fiscal de austeridad contractiva con impuesto a los salarios y gastos y una contracción de la actividad económica, caída del consumo, etc. Resultado final: fuga de capital, endeudamiento externo, mayor desigualdad social, etc.
La economía hoy Después de la crisis de 2001 existían tres brechas heredadas y a resolver. La externa, con el endeudamiento externo y el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Por otro lado, un perfil exportador fundamentalmente primario, eso había que cambiarlo de alguna manera. Por el lado fiscal, estaba la carga de los intereses de la deuda y una estructura impositiva regresiva que permitía además la evasión fiscal. Desde el punto de vista social, había una distribución regresiva del ingreso, un alto desempleo, un alto nivel de indigencia y pobreza y una fuerte desigualdad social. Esto va a cambiar en la última década porque se privilegia ahora en vez de la entrada de capitales, el ahorro interno y a su vez, una política de desendeudamiento. Hay un fuerte crecimiento del sector industrial
orientado al mercado interno. Por suerte los términos del intercambio son favorables por el aumento de los precios del acomodity, pero todavía se continúa con un perfil agroexportador, con un cierto componente agroindustrial. Los saldos de la balanza comercial son positivos, lo que permite acumular reservas y también ayuda a las retenciones en la exportación y mejoras en la recaudación tributaria. Un punto esencial de la política de los últimos gobiernos fue el canje de la deuda y el desendeudamiento. La deuda pública actual es del 13,7% del PBI, la obra pública neta 18,8% del PBI, después de haber llegado a casi un 100% o más del PBI como tienen hoy los países europeos. Ya en el gobierno de Kirchner hay una liberación del mercado de cambio con flotación administrada, se termina con el régimen de convertibilidad, ya se había terminado con la devaluación en el 2002. Se elimina un elemento esencial del sistema financiero que había perjudicado notoriamente a los jubilados que eran las AFJP. En realidad, como se demostró en numerosos estudios, iba a terminar con los aportes de los jubilados: no se les iba a devolver ni un 20% de los que habían puesto. Se amplió el universo jubilatorio y se creó una movilidad jubilatoria. Luego la asignación universal por hijo, que también permite ayudar a familias de menores ingresos; se desarticula gran parte del modelo rentístico financiero y se comienza a desarrollar un modelo productivo. Otro aspecto importante es el impulso a la integración regional. La Argentina abandona su vinculación privilegiada con Estados Unidos y con los países europeos y desarrolla el MERCOSUR, la UNASUR, etc. Luego vienen las nacionalizaciones y, finalmente, la situación que produce la crisis mundial que, en 2009 puede revertirse de alguna manera en el país, (aunque) en el 2012 ya se hace más difícil. Pero fíjense que entre el 2003 y el 2011 la Argentina creció muy por encima de la medida de América Latina, sobre las principales economías de la región con crecimientos altísimos. En los últimos años, con la caída de la economía (porque ya la crisis externa alcanza su pleno en el país) la respuesta del gobierno argentino no es una respuesta de políticas de austeridad como en España o en Grecia donde de golpe la desocupación ocupa un 30%, en Argentina el nivel de desocupación permanece en un 8 o 9%. Por supuesto tenemos que ver ahí el trabajo formal e informal, pero de todas maneras la ocupación no cae, la actividad económica se mantiene relativamente por la política de demanda que se realiza. Y a pesar de la crisis, la situación económica del país es relativamente estable.
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Como lo adelantamos en la editorial, al elemento “agua” buscamos imprimirle un tinte más geopolítico, por eso incluimos algunos fragmentos de una conferencia realizada en mayo de 2014 del presente año, durante la cual el Ing. Carlos Eduardo Rovira, ex Gobernador de la Provincia y actual Presidente de la Cámara de Representantes, expresa el punto de vista del gobierno de Misiones sobre el cuidado, uso y explotación del agua como recurso primordial del presente y del futuro. “Ustedes saben que estamos en un planeta en el que el agua dulce es un recurso cada vez más escaso. Aquí los misioneros también hemos declarado nuestra soberanía del patrimonio natural. Esto que estoy tomando (alza el vaso de agua), el Agua de las Misiones, es un agua que muy pronto nos va a servir para alimentarnos y saciar la sed. Reitero que este es un recurso escaso en el mundo y hoy mismo un litro de agua es más caro que un litro de petróleo en algunas partes del planeta.” “No me voy a cansar de decir que lo más importante que tenemos los misioneros es el agua. Quisiera que todos reflexionen desde la hermosa Costanera que tenemos o en cualquier pueblo del interior, al ver pasar los trillones de moléculas de agua que corren hacia el estuario del Río de La Plata. Son miles de millones de pesos, son miles de millones de alegrías que podemos tener los misioneros si inteligentemente hacemos uso de eso. Ya hemos dado los primeros pasos. No a quienes se encargan de abastecer el consumo humano de los misioneros, allí el gravamen es cero. Pero su uso industrial no estaba gravado, era gratuito. Ahora todos los industriales, sobre todo los que hacen un uso intenso del agua para sus procesos, es norma que lo consideren como un insumo y debería estar en la contabilidad de los costos, como cualquier materia prima. El agua es un producto, es una materia prima, y debe ser pagada. La ley de creación de Agua de las Misiones, entre otros cometidos, persigue esto”. “No sólo la extensión de un recurso natural vale, sino también el entramado ecológico íntimo, que por más pequeño que sea justifica los mismos criterios de cuidado.”
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El Arte
Latinoamericano en el barro
Entrevista a Ticio Escobar Reflexiones del célebre intelectual paraguayo, promotor cultural y crítico de arte sobre las singularidades de las manifestaciones artísticas de nuestro continente.
Retomando las palabras de Nelly Richards en el prefacio al texto El arte fuera de sí: “frente a la visión translúcida del neoliberalismo” ¿qué recovecos, qué pliegues, proponen las prácticas artísticas latinoamericanas? Las prácticas latinoamericanas no buscan demoler el arte hegemónico, sino trazar en sus prácticas, discursos e instituciones -líneas de fuga, en el sentido de Deleuze- que permitan introducir la sospecha en la fijeza de sus verdades. En ese sentido Nelly Richard habla de pliegues: el arte crítico (no sólo el latinoamericano) frunce la superficie lisa de la cultura impulsada por el mercado e introduce dobleces e incisiones que indican el otro lado. Quizá lo más revolucionario del arte de hoy pase por su posibilidad de proponer miradas poéticas que desafían la transparencia y la conciliación de una estética concebida en términos de publicidad, espectáculo y comunicación. Al suponer la ausencia -lo no dicho o mostrado- la poesía siempre abre un espacio de negatividad y, por ende, de crítica. La estética globalizada, pautada en términos de renta y beneficio, se ha vuelto a centrar en la belleza concertada, sin resto ni falta: en un ideal transparente, cumplido (clásico) de belleza. Esto supone un retroceso, no en términos evolutivos historicistas sino en clave de conquistas políticas relativas al ámbito del arte. Por otra parte, cierta práctica disruptiva del arte también retrocede recuperando una posición contenidista: plantea la
Por Equipo revista Le
ruptura como exposición de situaciones políticas o como denuncia del establishment. Considero que la posición más crítica es la que consigue introducir cuñas de diferencia que impida toda conciliación tanto a nivel formal como de contenidos discursivos. En cuanto a la puesta en escena de las mismas ¿qué territorios nos proponen otros órdenes de representación? El caso de los registros alternativos de representación remite a los referidos a sectores, comunidades o individualidades populares, suburbanas e indígenas que no pretenden imitar o construir versiones particulares del modelo moderno de representación euro-norteamericana, sino proseguir sus propios caminos históricos, generalmente de origen tradicional (colonial o prehispánico), y asumir con naturalidad que las oscuras razones del tiempo los llevan, cada vez con más frecuencia, a internarse en territorios regidos por códigos modernos (códigos económicos, sociales, culturales, estéticos). Es decir, a estos colectivos o a estas personas, no les desvela la preocupación de ser modernos, pero tampoco la ansiedad por conservar la “autenticidad”. Ni les asusta adoptar, a veces con mucha rapidez y casi siempre con desenfado, pautas modernas cuando resulten convenientes a exigencias expresivas o funcionales. Ni les incomoda mantener, obstinadamente, formas arcaicas cuando mantuvieren ellas vigencia. No se mencionan acá, por harto sabidas y extrañas a este tema, las
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situaciones de mutilación, arrasamiento e imposición coercitiva de formas culturales, así como las relativas a la conservación, más o menos incontaminada, de las pautas tradicionales; este punto se refiere exclusivamente a los procesos mediante los cuales ciertas formas modernas son filtradas y redefinidas desde prácticas continuadoras de historias ajenas a la experiencia moderna y que se encuentran más afines a la sensibilidad y las preocupaciones contemporáneas que a las estrictamente modernas. Esta contemporaneidad de lo popular se debe a varios motivos. Por una parte, las atrevidas incautaciones que hacen ciertos sectores populares de la compleja iconografía de la modernidad no implican la adscripción al programa moderno ni, mucho menos, la afiliación a principios vanguardísticos o el reconocimiento de la autonomía de lo estético. Por otra, los artistas populares no conciben sus producciones como secuencias de una historia linealmente ordenada: toman directamente las figuras necesarias y las insertan en el curso de un camino diferente, el propio, y a la altura de tiempos distintos. Por último, presiona-
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Toda operación de arte implica la tensión entre el concepto y la imagen o, si se quiere, entre forma y contenido o apariencia e idea. Ahora bien, esta operación se ha visto complejizada a partir de la crisis de la autonomía del arte. das por condiciones nuevas que comprometen su supervivencia, esas culturas desarrollan diferentes estrategias simbólicas de apropiación de imágenes, técnicas y códigos modernos y, aun, disputan circuitos propios de la institucionalidad moderna (en el plano del arte: mercado, publicaciones, distinciones, participación en concursos y eventos internacionales, etc.). Estas estratégicas representaciones diferentes, difíciles de ser catalogadas, proliferan en distintos lugares de las culturas latinoamericanas. Operan ellos en diversos niveles de un espectro borroso que se mueve
entre lo popular, lo moderno y lo contemporáneo (o lo global o lo masivo) deslizándose de forma en forma a lo largo de una gama indeterminable de posiciones y detrás de un sueño mil veces restaurado. En estos quehaceres confusos se encuentran algunos de los argumentos más firmes de la diferencia en los terrenos indefinidos del arte latinoamericano. ¿Qué podría señalarnos acerca de las tensiones entre el concepto e imagen en las puestas en escena de las prácticas artísticas latinoamericanas? Toda operación de arte implica la tensión entre el concepto y la imagen o, si se quiere, entre forma y contenido o apariencia e idea. Ahora bien, esta operación se ha visto complejizada a partir de la crisis de la autonomía del arte. Ocurrida esta crisis, la subsistencia de un espacio propio del arte aparece amenazada ante el avance de dos frentes impulsados, respectivamente, por contenidos y formas extraartísticos. Por un lado, se produce una contraofensiva fuerte de los
Colección Museo del Barro Asunción-Paraguay, consta de más de 4.000 piezas correspondientes a producciones mestizas desde el siglo XVII en adelante. Además de más de 1.750 piezas realizadas por miembros de los diferentes grupos étnicos que pueblan el país. www.museodelbarro.org
contenidos temáticos, discursivos y pragmáticos del arte que refutan el largo predominio moderno del significante. Las preguntas relativas a lo real (el retorno ontológico), así como a las condiciones de enunciación y recepción de la obra y a sus efectos sociales (el tema de la performatividad), colapsan la esfera cerrada del arte. El segundo frente, el esteticismo globalizado, avanza desde una dirección contraria. Y promueve que todo el ámbito de la experiencia (pública y privada) se encuentre sobredeterminado estéticamente por las lógicas comunicativas, mercantiles y políticas de la cultura de masas (la bella forma ha sido cooptada en clave informativa y publicitaria). Embretado entre ambas acometidas (la contenidista y la formalista), el arte se halla en situación difícil. Por un lado, si opta por la vía estética pierde su densidad y reniega de su vocación contestataria. Por otro, si renuncia sin más a la contención de la forma termina por disolverse en discursos y programas, en conceptos, prácticas y enunciados ajenos al hacer de la mirada; es decir: termina por perder su pro-
pio espacio. Ante esa disyuntiva, se vuelve importante discutir el vínculo entre los conceptos que desvelan al arte hoy y los juegos de lenguaje, las apuestas imaginarias o los trabajos formales (las imágenes) que buscan ofrecer esos contenidos conceptuales a la mirada; que buscan cautelar la mínima distancia sin caer en las tibias seducciones del mercado ni retroceder a una visión sacralizada del aura. Desde su punto de vista, podría referirse a los vasos conectores entre política y arte. Pienso que la dimensión política del arte no se mide por el carácter edificante de las obras o los efectos correctores que éstas producen sobre la conducta humana o la realidad social. En este sentido, me adscribo a Rancière, que prefiere hablar de una política del arte, antes que de un arte político. La primera, la política del arte, supone una nueva manera de organizar el régimen de lo visible, mientras que un arte político corre el riesgo de convertirse en un modelo aleccionador o pedagógico basado en la supuesta capacidad del arte de actuar sobre los comportamientos sociales
Rancière, J. (2010): El espectador emancipado. Edit. Manantial, Bs. As. Op. cit., pp. 61-67. 3 Ibídem, p. 84. 1 2
y reformar, desde la imágenes, una estructura social injusta. “El problema no consiste en la validez moral o política del mensaje transmitido por el dispositivo representacional. Concierne a ese dispositivo mismo”1. Según esta lectura, la eficacia del arte debe ser buscada siempre en el plano estético, propio del orden artístico, que se opone al de la mediación representativa y al de la inmediatez pragmática. Esta eficacia no supone la posibilidad de que las formas del arte generen, por sí mismas, efectos sociales directo; supone sí un acto de disenso y adquiere, de este modo, una connotación política2. “Un arte crítico es un arte que sabe que su efecto político pasa por la distancia estética”3. La distancia estética abre el espacio de la mirada: el arte crítico supone una política de la mirada. Su gesto político consiste en trastornar el régimen estético hegemónico: trascender los simulacros promovidos por el mercado global para intensificar los sentidos del mundo y anticipar regímenes diferentes que posibiliten imaginar alternativas al sistema artístico del mercado total.
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“El sol caía como oro de tierra roja, de la que se polvillo rosado. El eno ñón de la barran TIERRA
vaba desde el r CALIENTE y un bastidor de vegetación espe palabras
ba ver en los claros rocas calcinadas por la despi del sol.” J Un artista del siglo pasado que adoptó la tierra misionera como marco singular de su polifacética obra.
uan M. Areu Crespo es oriundo de Murcia (España) y habitó nuestra provincia desde los años 30 del siglo XX. Hasta que se mudó a la capital del país, realizó un conjunto de actividades vinculadas con la vida cultural de nuestro territorio. Fue pintor, grabador, escritor, profesor, escribano; en muchos aspectos de su actividad en el plano cultural resulta casi inevitable caer en el lugar común del artista que insiste en poner al telón de fondo y a sus estereotipados personajes como foco nodal de su representación. Otro dato biográfico que conviene destacar, porque va a gravitar en algunas de las observaciones que haremos más adelante, es que fue empleado de la Justicia, actividad que le brindó acceso a relatos de crímenes que forman parte del argumento de su narrativa. Familiares suyos afirman que un aviso en el diario: “se requiere Procurador en el Territorio Nacional de Misiones” lo tentó para venir a conocer y finalmente afincarse, hasta principios de los años ochenta.
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Entre sus producciones artísticas vamos a detenernos en una de sus novelas: “Tierra Caliente”, que al igual que “Bajada Vieja” traza y colorea la vida de los márgenes de una Posadas caracterizada por el puerto, su proximidad con el Paraguay, los recuerdos del mensú, algunas calles principales, la costa del río y sus zonas aledañas. Al leer su prosa, nos animamos a decir que “pintar” es una síntesis de la escritura y la pintura. Suponemos que su oficio pictórico lo llevó a describir escenarios donde la luz (por carencia o exceso) demarcará los contornos de lo humano y lo físico. El rebote de los rayos del sol en el río, una simple lamparita que ilumina una calle de algún barrio, la tierra del color del fuego, la tez del gringo, el colorido de los disfraces de carna-
Por Jorge Otero
erretido sobre la e levantaba un val, son algunos ejemplos de lo señalado. Por eso, en “Tierra Caliente” se registra algo que marcará su estilo de pintar con palabras o, mejor, describir el contexto como si estuviera presenciando alguna de sus telas en vez del paisaje concreto. Aquí copiamos un fragmento que viene al caso, que se encuentra bien al comienzo de la novela: “El sol caía como oro derretido sobre la tierra roja, de la que se levantaba un polvillo rosado. El enorme muñón de la barranca se elevaba desde el río con su vegetación espesa, que dejaba ver en los claros rocas ennegrecidas, calcinadas por la despiadada acción del sol. ” (Pag. 11) En cuanto a los personajes, podemos señalar algunos detalles. Hay una estereotipada presencia de aquellos que son adjetivados como “turco/s”, propietarios de los bares y despensas, escenarios donde se desarrollaban acciones que muchas veces rozaban la ilegalidad, los excesos, las riñas y que tienen sus antecedentes en el conchabaje de la época del mensú. Si bien en “Tierra Caliente” se despliegan ciertos elementos del pintoresquismo y del exotismo, los personajes no son representados de tal modo, esto significa que en el relato no se recurre a encontrar situaciones donde los hombres y las mujeres son descriptos bailando o tocando la guitarra alegremente, en algún humilde almacén de antaño. Todo lo contrario, la mujer es la gran hacedora y el centro de la organización familiar, la que cría a los hijos, la que los mantiene a salvo y los protege de los peligros que los acontecimientos van suscitando. Los hombres son quienes se ven envueltos en las situaciones que lindan con lo criminal, los que incurren en los excesos y traen, en algunos casos, la “desgracia” al hogar. Muchas de estas circunstancias tienen que ver con las precarias condiciones de acceso al trabajo existentes por entonces. Como lo recrea Areu en su relato, las opciones eran escasas: descargar las ponchadas u otras mercancías en el puerto, o alguna u otra “changa”, o directamente incurrir en pequeños hechos de contrabando donde estaban expuestos a los peligros de enfrentarse con la ley: verse atrapado en un tiroteo, como sucede con el niño que recibe un disparo en la pierna al escapar de la policía. Una de las notas que nos ha llamado la atención y se complementa con lo señalado anteriormente, es el tema de las bebidas. La caña, la bebida alcohólica de las clases humildes, que despierta las debilidades humanas y los deseos más deplorables, alguno de los cuales llevan a los personajes a incurrir en delitos; en otros casos es el motivo por el cual se endeudan y se ven envueltos en situaciones comprometedoras sin salida. En cambio, el mate es la bebida de la comunión, del silencio y del reposo, que permite la comunicación y es signo de ser bienvenido en el rancho o en la ronda de vecinos.
Aquí de nuevo se observa esa tendencia al estereotipo: la mujer sirve el mate y el despensero la caña. Si nos detenemos en los elementos que pueden ser leídos como significativos en el diseño del escenario local, rápidamente podemos hacer un listado para recomponer este cuadro orillero que dibujó Areu Crespo: la tormenta tropical, la polvareda, el río y sus márgenes, el rancho, la selva, el sol, la despensa, el puerto, la canoa, entre otros. En algunos casos los personajes pueden considerarse parte del paisaje, como podrían serlo las lavanderas, sin embargo son recreados con vida y están envueltos en acciones que hacen a la trama. Así el despensero, no es el decorado de un típico almacén, sino quien está envuelto junto a un cliente en la maquinación de un robo a un vecino turco que era conocido por esconder su dinero en la habitación. Sin dudas quedan algunos puntos pendientes que en otra oportunidad podremos conversar. Estas reflexiones apenas son una excusa para invitarlos a leer la novela y también para desplegar algunas ideas sobre este territorio ficcional delineado por Areu Crespo, cuyo valor reside, al menos para quien suscribe, en el singular gesto de pintar/narrar un momento de nuestra historia que marcó con hierro el imaginario de lo misionero.
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Economía - ¿Y cuál es la pseudociencia más peligrosa? - La teoría económica estándar, ortodoxa, porque
sustenta las políticas económicas de los gobiernos conservadores y reaccionarios, que son enemigos del bienestar de la gente común.
de cambio
(Entrevista a Mario Bunge, diario El Mundo, 11/03/2011)
V
amos a comenzar por afirmar que no hay una única economía sino “economías”. Es decir, existen distintas y variadas formas de vivir, pensar y hacer economía. En relación a esto último, nos referimos a las prácticas económicas vinculadas con la producción, distribución y consumo en una determinada sociedad, y al espacio de disputa entre diferentes grupos de poder. No así al “ahorro”, algo muy común en la jerga cotidiana que reafirma una concepción errada de esta ciencia, que viene de su raíz neoclásica: (tratar de) hacer que los recursos escasos alcancen para satisfacer necesidades ilimitadas. Concepción que entra en tensión si lo que se problematiza es la forma en que los recursos se distribuyen en una sociedad. El conocimiento económico puede explicar las causas de las crisis o la inflación, ¿pero podría también evitar que sucedan? ¿Podría erradicar la pobreza y la desigualdad? Tal vez si fuera más allá de modelos matemáticos para explicar, interpretar y representar la realidad, reconociendo su complejidad desde un enfoque heterodoxo (múltiples abordajes, diferentes explicaciones e interpretaciones), sin simplificar las variables a situaciones controladas, estáticas, de equilibrio general y natural del mercado. O dejara de considerarse al Estado como un organismo extraño, capaz de alterar la salud y la libertad del mercado; o partiera del desequilibrio como rasgo frecuente en las sociedades: “Los fenómenos sociales y políticos no pueden ser encapsulados en modelos inflexibles” (Zaiat, 2012:11). Tendríamos que cambiar entonces el enfoque desde el que miramos lo económico. Adoptar otros paradigmas.
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Abandonar, como dice Corredor Jiménez, las teorías convencionales que ante la posibilidad de axiomatizar la racionalidad neoclásica han dado lugar a la preponderancia de la matemática en la explicación de fenómenos sociales, sin lograr conocer la real dimensión de los problemas sociales. Puede que la economía se presente como algo abstracto, complicado y sólo para algunos iluminados, pero en realidad nos encontramos con ella todos los días, hacemos y somos parte de ella cotidianamente. Por lo tanto deberíamos ser capaces de explicarla e incluso resignificarla o transformarla si lo consideráramos necesario. Ahora bien, si popularmente no se comprende de qué trata la economía cabe preguntarse sobre la potencialidad del cambio, de su transformación. Y resulta paradójico no comprender las reglas del juego siendo activos participantes. La teoría económica convencional ha instalado una concepción única (ortodoxa) de lo posible, que tiene como trasfondo el mantenimiento inalterable del orden económico hegemónico (capitalista) y sus privilegios. Cualquier alteración que amenace los intereses de pocos es rápidamente transformada en un problema de todos en pro de un supuesto beneficio colectivo (como la baja rentabilidad de las inversiones financieras). Se teje así un cerco que mantiene el dominio del capital por sobre las personas.
Por Cristian Andrés Garrido
Sin embargo, la realidad nos muestra que existen diversas formas de organización económica (familiares y no familiares), en muchas de las cuales lo social y lo humano tienen un fuerte peso. En este caso, podemos decir que se trata de experiencias que tienden a valorizar a las personas y al trabajo por sobre el capital. Porque más allá de las ganancias monetarias, existen otros factores que nos movilizan o motivan a realizar ciertas actividades y/o a tomar determinadas decisiones, como realizar un aporte a la sociedad, sentirse parte de un grupo, estar incluido, establecer relaciones de amistad, ser solidario, aprender, formarse, conocer, colaborar, trabajar y compartir con otros (y no precisamente por la ley del menor esfuerzo), formar una familia, etc. Decisiones que no se basan únicamente en el análisis de la relación costo-beneficio y que desde esta lógica pueden resultar totalmente “antieconómicas”. La racionalidad económica no rige todas las decisiones que tomamos a diario ni las relaciones que establecemos con las personas, incluso con el trabajo. La rentabilidad y la maximización del beneficio no son los únicos incentivos que orientan lo que hacemos o tenemos ganas de hacer, ni con quiénes lo hacemos. Hay cosas que hacemos por simple gusto y el por qué suele ser irracional. Hay beneficios que no se pueden medir en dinero, pero no por ello dejan de ser beneficios. Por lo tanto, hacer una clasificación categórica de lo “económico” y lo “no económico” solo sería posible si consideráramos lo social por separado de lo económico. Sin embargo, la economía es social, es parte de las dimensiones del hombre y se entrama en las relaciones sociales. Para ser más precisos, la economía es una ciencia social, no exacta y por lo tanto no predictiva, con asiento en los hechos, en las actividades humanas. No trata sobre objetos o mundos ideales. Zaiat la define como una interpretación sobre diversos fenómenos económicos y sociales, y sobre el funcionamiento de la sociedad capitalista. Acentuando su dimensión política, deja entrever la posibilidad de comprender su funcionamiento y con ello generar conocimientos para intervenir y transformar la realidad. Otras economías son posibles, pero necesitamos poder verlas, visualizarlas, imaginarlas. Ahora bien, ver lo que
no se ofrece tan claro (y que incluso se oculta) es develar los sentidos, significados e intereses en juego, como así nuestra propia posición respecto de ellos. ¿Realmente buscamos el cambio? ¿Qué estamos haciendo para conseguirlo? ¿Qué podemos hacer para lograrlo? Correrse del pesimismo y no resignarse a que el interés general de la sociedad esté por debajo del poder económico, puede ser un paso importante para buscar otras formas de organización donde lo político y lo social se conjuguen con lo económico (sin la falsa neutralidad), imaginar un sistema diferente, más humano, sin que ello implique buscar en los extremos (libre mercado vs. economía planificada) o conformarnos con lo que ofrecen los principios y aplicaciones beckerianos de las economías mixtas ¿Es que acaso no podemos pensar y llevar adelante otras alternativas económicas que no sean las de manual? ¿Basarnos en principios que superen la lógica del intercambio o la redistribución? La economía social entra en escena como otro paradigma, basado en la reciprocidad como principio rector de las relaciones de producción, distribución y consumo al interior de la sociedad. Implica la instauración de un sistema con otros valores. Roffman diría que lo que estamos viviendo es una batalla cultural y que el contexto político nacional es el propicio para trabajar sobre la idea de cambio. Y es válida su llamado de atención: esta “otra economía” es una propuesta anticapitalista; no busca rescatar ningún paradigma del sistema capitalista sino construir uno nuevo fundado en la solidaridad, la cooperación, la participación, la democracia horizontal, el no lucro y la no explotación laboral en términos de apropiación del trabajo de otros. No hay metodologías ni recetas para hacerlo, sólo hay que asumir el desafío. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: CORREDOR JIMÉNEZ, C. E. (2005). “Economía, sociedad y matemática: una discusión sobre la enseñanza de una ciencia social en el contexto de América Latina”. Revista Electrónica de la Red de Investigación Educativa. Vol. 1 Nº 2. Colombia. Págs. 1-13. ROFMAN, Alejandro (2013). “La otra economía implica una batalla cultural”. En: Maidana, D. y Costanzo V. (comp.) “Hacia otra Economía”. Universidad Nacional de General Sarmiento. Bs. As. Págs. 41-45. ZAIAT, A. (2012). “Economía a contramano”. 2 Ed. Plantea. Buenos Aires.
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REWIND (volver al principio)
Una rebobinada a grandes piezas del cine y la literatura.
S
i lo elemental es nuestro tema en este número, me resulta inevitable que revisemos y hagamos una mirada sobre esta película. Ciertamente para abordar esta temática, cinematográficamente hablando, no sería sencillo si no existiera la ciencia ficción. Sobre todo si pretendemos que el relato resulte atractivo y prometedor. Aquí les comento una joyita que toca de cerca, de forma creativa y muy redituable Lo elemental. Ojo, tampoco pretendan de estas pelis la reflexión loca. Es casi obligatorio que le dediquemos unas líneas a EL QUINTO ELEMENTO (1997). Película del prestigiosísimo director, productor y guionista francés Luc Besson. Se trata de un relato fantástico, basado (por no decir currado) en el comic del historietista chileno Alejandro Jodorowsky (quien, dicho sea de paso, demandó al director por plagio). Esta historia cuenta la llegada a la Tierra, cada 5000 años, de El Maligno. La cuestión es que unos extraterrestres –muy aparatosos por ciertoson los encargados de custodiar la única arma capaz de combatirlo. El “arma” está formada por 4 piedras que representan a los cuatro elementos pero, y aquí viene lo jugoso de la historia, un sarcófago contiene un quinto elemento con la forma de un ser humano. Este, combinado a los 4 elementos, forma el arma de salvación de los hombres. Resulta que estos aparatosos extraterrestres, en su visita en 1914, dejan en manos de los humanos la custodia de la llave de la recámara que guardan estas piedras. Lo hacen con la instrucción de que en 5000 años volverían, cuando se hiciera presente el Maligno. Bueno, aquí comienza lo divertido: pasaron los 5000
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años, y el Maligno, posta, volvió y ahora amenaza con destruirlo todo. Un sacerdote, que sabía del legado de los extraterrestres, advierte a su presidente que la llegada del Mal estaba en las puertas de la tierra y también sobre la única forma de combatirlo. Cuando los extraterrestres aparatosos emprenden el viaje a la tierra son emboscados por los que serían los personajes graciosos y malos de la cinta: una suerte de mezcla entre perro y sapo con cuerpo humano musculoso y que, para empeorarla, son torpes. Estos destruyen la nave de los extraterrestres aparatosos perdiendo en el espacio al Quinto elemento. Los humanos recuperan sólo una partecita de éste. Lo colocan en una suerte de máquina que reconstruye a los muertos y aquí viene lo mejor: de esa mínima pieza humana (una mano) sale la HERMOSÍSIMA Milla Jovovich: ¡Quién mejor para representar el arma de salvación de los hombres! Un dato de color: el director se terminó casando 7 meses después de estrenada la película con esta “arma”. Ningún gil el tipo. En resumidas cuentas, se trata de una película donde hay malos y buenos y excelentes actores para ambos bandos. Mucha plata en efectos especiales, maquillaje y vestuarios. Sobre todo para la época. Pero lo mejor, y aquí viene el sello del director: tiene mucha acción. Bruce Willis rubio, imperdible. El monstruo azul que canta ópera, espectacular. Otro dato de color: este monstruo es la ex mujer del director. Gary Oldman, con un penacho de pelo que hasta a los espectadores molesta. Y Chris Tucker, que habla finito y hace ¡¡¡ppddssss!!! para echar a sus empleados. En resumidas cuentas, se trata de una cinta más que entretenida, muy creativa, divertida y llena de tips de un cine que a las nuevas generaciones les parecerá algo ridículo como los muñecos animatrónicos, hoy por hoy completamente digitales. Por favor, denle una oportunidad a esta pieza, 100% recomendación de la casa.
Por Julian Bistoletti
HABLANDO DE LOCALES
Más expresiones que usamos todos los días en nuestras conversaciones cotidianas.
Incendiado Alguna vez leí un relato de Dickens acerca de una creencia muy difundida en el siglo XIX. Se trataba de un proceso de autocombustión. El relato, si bien circulaba por otros andariveles, tenía como un nodo secundario la historia de un hombre que podía prenderse fuego a sí mismo. Desde el siglo XIX hasta la fecha han pasado muchas cosas y seguramente el vocablo del cual hablaremos no tiene el mismo origen del utilizado por este autor. Se trata de incendiado o “incendiao”, aunque se parezcan bastante. Es un adjetivo calificativo para describir un proceso de combustión análogo al que describe Dickens pero en otro orden de cosas. El estar incendiado (en llamas) es atravesar una situación con una sobrecarga de “furia” particular. Esta situación social en sí puede o no ameritar dicha utilización de energía (generalmente no) y he ahí su paradoja y su efecto humorístico. El acervo popular nos dice socarrona e irónicamente que el que viene “incendiado” se acerca mucho más
CHISME BIOGRÁFICO
A
ndan diciendo por ahí que fue un borracho y que para colmo tuvo el honor de ser el primero de nuestra historia. Es más, dicen que la frase “estar en pedo” proviene de su nombre. Dicen que se creía un semidiós, que le gustaba pasearse con sandalias de bronce para molestar a los “buenos vecinos”. Fue poeta, político y loco según malas lenguas. Según su propia lengua dijo que podía recordar lo que había sido en otras vidas: “Yo fui en otros tiempos un joven y una niña, un arbusto, un pájaro y un mudo pez.” Nació alrededor del 490 a.c y murió aproximadamente hacia el 430. Fue uno de los personajes más exóticos de la Antigüedad y junto a su contemporáneo Parménides, fueron los maestros de un pensador sin igual y sin semejanza: Gorgias. Las lenguas menos afiladas canturrean que fuera tal vez el primer vegetariano de la historia ya que condenaba el quitar la vida a todo viviente y que, quien lo hiciera, no se reencarnaría por treinta mil años. Defendía no sólo la inmortalidad de las almas sino también su capacidad de transmigrar de un cuerpo a otro. Por eso, al poder recordar sus vidas pasadas se creía, al parecer, inmortal. Para demostrar esto, dicen que terminó sus días arrojándose al volcán Etna (Sicilia); otros dicen que se fue a pelearlo en una tarde pasada de copas.
Por Nahuel Cristobo
acelerado y enloquecido de lo esperable; viene casi sin frenos a llevarse por delante personas, cosas, situaciones, etc.. Este venir comporta una sobrecarga discursiva significativa y está acompañada de un cúmulo de signos paraverbales. Probablemente, las situaciones en las que se utilice el vocablo sean de alegría, felicidad, festejo y otras de la misma índole, en donde, con un dejo de humorada se marca al incendiado como un capítulo aparte de lo pasional. Sin embargo, también podría operar en casos contrarios. ¿Cuáles? Enterarse de una noticia, darse cuenta de algo, etc. Lo concreto es que siempre media entre el incendiado y el mundo la posibilidad de lo tragicómico ya que esa reacción hiperbólica, ese accionar sin filtro solo puede complicar más las cosas. El que está incendiado viene en un tono más alto que la media y, en todos los sentidos posibles, el vocablo parece indicar un estar más allá de la racionalidad y un más acá del desenfreno.
En el número anterior el personaje fue Félix de Azara
Su obra filosófica aún estaba atravesada por la poesía, cuando ellas eran una sola. Su pensamiento fue singularmente burbujeante para su época: además de los cuatro elementos que muchos de sus contemporáneos encontraban en el origen de Todo, él les sumó dos principios nuevos: el Amor y el Odio para algunos; la Amistad y la Discordia para otros. Aquellos y estos elementos encuentran su metáfora en las divinidades, fuerzas o potencias de la naturaleza que son las encargadas de disolver o reunir en distintos momentos a estos elementos. En fin, nuestro copado amigo identificaba los cuatro elementos con cada fuerza: Zeus (“el fuego”, lo brillante), Hera (“la tierra”, la madre, la dadora de vida), Nestis (que mediante sus lágrimas hace brotar las fuentes, “el agua”) y Aidoneo (“el aire”, lo invisible). Tanto las malas lenguas como las otras, nos hablan desde el fondo de la historia sobre una sed insaciable, de un fuego que sólo se podía apagar con otro mayor cuando el incendio es grande. Él tal vez encarne en la tradición filosófica occidental una de las mayores resacas para el pensamiento. ¿Quién es?
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