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2.2. La importancia de las buenas preguntas

alumnos. Drucker (1990) afirmaba que el liderazgo es importante pero que la misión lo es más; y, precisamente, lo decía en un libro dedicado al management de organizaciones sin ánimo de lucro: la finalidad de innovar no es otra que cumplir mejor la misión encomendada, y la prueba de su éxito es conseguir mejorar la implicación y las expectativas de los alumnos.

Para que la innovación sea significativa, diferencial y sostenible, no sirve la mera sustitución de unos artefactos por otros, ni la acumulación de novedades, ni las recetas tomadas de otros lugares. Innovar con sentido no tiene que ver con hacer cosas nuevas, ni con hacerlas de otra manera, sino con lograr objetivos y resultados que antes no eran posibles. Tampoco tiene que ver con la búsqueda de respuestas estándar, sino, más bien, con plantearse las preguntas adecuadas: no tiene que ver con los cómos, sino con el para qué. En este sentido, Díaz-Salazar (2016) puntualiza lo siguiente:

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“El debate sobre la enseñanza no se adentra en la cuestión fundamental: ¿para qué educar? Los informes PISA no ayudan para responder a esta cuestión. La educación es mucho más que instrucción y aprendizaje de destrezas para el ejercicio de una profesión. La obsesión por reorientar la enseñanza desde los requerimientos del mercado laboral y el dominio de las nuevas tecnologías conlleva una amputación fortísima del derecho de aprender a cultivar todas las dimensiones del ser humano desde la infancia. Desgraciadamente se ha consolidado un modelo de enseñanza sin educación.”

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