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6.4.3. La competencia digital docente

nuevos espacios de relación con las familias, herramientas para que los padres refuercen, desde su papel, la misión educativa del colegio, soporte a las redes de centros, consolidación de la dimensión institucional, etc.

Esto supone poner la tecnología al servicio de todos los procesos que tienen lugar en un colegio, ligados a la gestión, a las necesidades de comunicación e interrelación de las personas que conviven en la institución y a la mejora de la enseñanza-aprendizaje, en torno a la búsqueda de la excelencia educativa. Y todo, dentro de una estructura de ecosistema que articule todos estos procesos de forma invisible, no invasiva, y que integre a todos los agentes educativos de una manera eficiente y sencilla.

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Para que el uso de las TIC dé fruto, también es necesario desarrollar las competencias digitales del docente, algo que no debe confundirse con convertir en tecnólogo al profesor. Se trata de integrar los contenidos –no solo los digitales– dentro del proceso de aprendizaje de los alumnos para atender sus necesidades individuales y potenciar su desarrollo intelectual.

El informe de la Unesco (2008) considera que los profesores deben estar preparados para ofrecer a los estudiantes oportunidades de aprendizaje apoyadas en las TIC, y analiza también las capacidades necesarias que los alumnos pueden y deben desarrollar mediante las TIC para convertirse en ciudadanos informados, responsables y capaces de contribuir a la sociedad.

En resumen, el docente debe integrar la tecnología desde la pedagogía para formar criterios y valores en los alumnos, imprescindibles para que sepan actuar de forma ética, responsable y solidaria en un mundo tan complejo. Por ello, formar criterios es la gran misión del docente en la sociedad digital. Los profesores tienen el papel esencial de orientar a los alumnos de cara a un mundo saturado de información, enseñarles a moverse con criterio propio, estimular su pensamiento crítico; en definitiva, ayudarlos a desarrollar sus competencias para que puedan afrontar con responsabilidad y sentido ético los compromisos de su futuro personal y profesional y prepararlos para que sigan aprendiendo autónomamente cuando ya no estén en el colegio.

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