leyendas de guatemala celso lara

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CELSO A. LARA FIGUEROA

La niña del día de finados Sucedió en la ciudad de Guatemala, allá por los últimos años del siglo XlX. Francisco Velásquez estudiaba notariado en la Escuela de Derecho. Siendo en hombre joven, de carácter retraído y apacible, su mundo era una aureola creadora de tristeza y tranquilidad, Vivía por el Barrio de la Parroquia Vieja con su abuela materna, la señora Ana, quien todas las tardes vendía chuchitos durante “La hora Santa”. Ocupaba una casa grande en la Avenida Central, única herencia de los padres de Francisco, a quienes nunca conoció. Además de los estudios que cumplía con sacrificios, ayudaba por las tardes y candelas. Su venta en los atrios de las iglesias y en la Cerería del Sol constituía el único ingreso económico de la pequeña familia. Una mañana de febrero, Francisco se dirigía a la Escuela de Derecho. Se encaminó por la Calle del Cerro hacia el Barrio de San Sebastián. Entró a la iglesia y después de una rápida oración, continuo su camino. Cierto era que al tomar ese rumbo tenia que caminar unas cuadras más, pero ella no le importaba, ya que en el templo y en la alameda encontraba un encanto muy especial. No sabía precisar que le atraía, pero sentía una alegría profunda al cruzarla diariamente. Un día cuando atravesaba las pesadas puertas centrales de la alameda, reparo en una mujer vestida de negro, que caminaba con una premura en dirección contraria. Al parecer, no lo vio porque casi lo atropella. Sus ojos se encontraron con los de ella. Que angustiados y penetrantes le parecieron Francisco la siguió con la mirada hasta que se confundió con la penumbra interior del templo. Tuvo intención de regresar, pero la ultima llamaba a misa le hizo recordar que llegaría tarde a clases.

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