CELSO A. LARA FIGUEROA
Sortilegios y hechizos de Manuelita “La Tatuana” Aún pequeña, joven y mustia, la Nueva Guatemala de la Asunción se despertaba cada día en las casas de bajareque pintadas de blanco. En la Plaza Central ya destacaba La Catedral, aunque todavía sin campanarios. El palacio de Gobierno, antigua residencia de los Capitanes Generales, dominaba la cuadra con sus arcadas neoclásicas. También le llamaban El Portal del Señor, por una pequeña capilla del Señor del Pensamiento, o El Portal de las Panaderas, ya que cada tarde se daban allí cita mujeres con sendos canastos a vender. Fue una fría tarde de noviembre cuando unos pocos vecinos del Barrio de La Candelaria vieron llegar a aquella hermosa mujer de caminar elegante. Era una mengala un tanto alta que no pasaba de los 25 años, con grandes ojos oscuros y pelo negrísimo como la medianoche que recogía en dos tupidas trenzas, que caían sobre un hermoso manto de seda. Apareció por un costado del Cerrito del Carmen y sin vacilación se instaló en una pequeña casa del Callejón del Brillante. El sopor de la monotonía de la Ciudad pronto fue roto por las habladurías sobre esta extraña mujer. –¿Quién toda
la
será
esa patoja? vecindad esta
–Pues, dicen ‘nia Chon’ nuelita, y que conoce
que de
Mire que intrigada.
se llama Maartes mágicas.
La fama de adivinadora y preparadora de pociones para enamorados se esparció por todos los lugares. Los conju-
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