Solidaridad Global Nª 19 Diciembre 2011

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Programa de Voluntariado


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Consejos Feministas Divulgar, divulgar y divulgar. Conviene hacer gala de un feminismo divulgativo ya. Las grandes ideas, y el feminismo lo es, pueden expresarse de manera sencilla. Si no, no son grandes ideas. Hemos demostrado una y otra vez nuestra solvencia teórica y seguiremos demostrándola a través de los estudios de género o del feminismo académico, pero hay que convertir toda esa rigurosa producción teórica en divulgación. Lo digo porque incluso algunos manifiestos resultan oscuros y sólo aptos para las listas que ya se saben la lección. Toca demostrar nuestra valía divulgativa porque las ideas liberadoras deben traducirse a todo tipo de niveles. No visibilicemos más de la cuenta los moretones. Entre la denuncia y la obscenidad hay una delgada línea fácil de traspasar. Somos víctimas, no lo vamos a negar, pero también verdugas y también alegres y afortunadas. Lo somos todo. Que lo urgente (denuncia de la trata de blancas o el terrorismo machista) no nos aparte de lo importante. Por tanto el mostrarnos constantemente como débiles, humilladas, maltratadas o enfermas da una imagen del feminismo que a muchas, con razón, repele. Más elegancia, más tacto, más ecología visual, menos sensacionalismo. La cálida acogida a las recién llegadas. Cada mujer agotada, cansada de su vida, y son muchas, guarda en potencia a una feminista. Y para ello no hace falta haberse leído ni a Simone de Beauvoir ni a Judith Butler ni a Amelia Valcárcel. Muchas no iniciadas en el feminismo se creen que no pueden entrar en nuestro “selecto club de lectoras”. Leer más no necesariamente implica tener clara moralmente la práctica feminista. Ni siquiera escribir más. Debemos buscar lo común con las que llegan nuevas, no empezar marcando distancia porque llevamos más años, tenemos más amigas, tenemos más contactos y lecturas, o, en resumen somos ya un poco perras viejas. Si nosotras vamos por la j, la que todavía va por la a debe de ser respetada y escuchada, al fin y al cabo a todas nos queda mucho para llegar a la z. Seamos transparentes y dejemos claro que el espacio es de todas. La información y los espacios pueden convertirse en herramientas de un mal poder. Si tenemos la suerte de contar con un espacio propio de reunión, enseñémosle a la nueva dicho espacio, porque es suyo. No sea que nos creamos que la sede o el local nos pertenecen. En esa misma línea, no escamoteemos nunca información a las nuevas y hagámoslas partícipes de todo lo que ocurre. En esta medida el feminismo sólo puede desarrollarse bajo la forma de la asamblea. Seamos independientes y tengamos claras nuestras múltiples militancias para no contaminar. Un colectivo o una asociación feminista no es un partido, tampoco una empresa. Tengámoslo claro y actuemos en consecuencia. Por muy legítimo que sea que una feminista milite a la vez en un partido político, no usemos al colectivo o asociación como un trampolín para nuestra carrera política. (Extraído del libro de la Federación de Mujeres Jóvenes “Feminismo para no feministas. La Vane contra Patrix”)

Año 8 - Número 19 Programa de Voluntariado Universidad Nacional de Villa María Secretaría de Comunicación Institucional ISSN: 1669-0133/ 1851-2976 (en linea) Arturo Jauretche 1555 - 5900 - Villa María - Córdoba - Argentina voluntariadoeditorial@hotmail.com Página web: http://webnueva.unvm.edu.ar/index.php?mod=voces

Staff: Dirección Periodística: Andrés Cañas y María del Rosario Galarza. Edición y Redacción: Andrés Cañas y María del Rosario Galarza. Diseño Diagramación Pablo Alejandro von Düring y Guillermo Fracarolli. Dirección de Relaciones Institucionales: María del Rosario Galarza. Colaboradores: María José Rinaldi, Ana María Bracesco, Alicia Torra.


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Marcelo Valko Hedores de sangre y sueños La cola de la vaca y la fusta del general

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urante el lapso que separa las campañas contra los indios de Juan Manuel de Rosas (1832) y la de Julio Argentino Roca (1879), se produce un caricaturesco intento de avanzar sobre el Desierto, intento que muy pocos historiadores mencionan para no quedar mal con el diario donde hoy editorializa el Dr. Grondona. A mediados de 1855, el coronel Bartolomé Mitre, en aquel entonces Ministro de Guerra y Marina, era un hombre cuya soberbia le permite imaginarse por encima de los simples mortales, por eso, tras un malón indígena, promete “exterminar a los salvajes” lanzándose a una campaña contra la barbarie. Se dirige a la guarnición de Azul donde comienza a preparar la División de Operaciones Sur para realizar su “Expedición”; antes de partir, aprovecha la ocasión para pronunciar uno

de esos discursos a los que era tan afecto. Discurso que termina siendo célebre no tanto por las sesudas reflexiones sino por lo desopilante. Fusta en mano, asegura que: “con eso” (la fusta), le basta para terminar con los indios, prometiendo además “hacerse responsable hasta de la cola de la última vaca de la provincia”. Tal como señala Zeballos, se dispuso a “mover sobre los indios las mejores tropas del Estado que lo aguardaban impacientes”. ¿Acaso el bárbaro Rosas no había llegado hasta Choele Choel, la mismísima madriguera de los salvajes? ¿Qué no podría hacer alguien como él, estudioso de los desplazamientos de los elefantes del cartaginés Aníbal, conocedor de las maniobras envolventes de Federico el Grande o de las tácticas de artillería empleadas por Napoleón Bonaparte? Don Bartolomé conocía al dedillo las batallas de aquellos estrategas a los que había leído y estudiado, por supuesto, en francés. Mitre, de quien el comandante en jefe de los ejércitos brasileros durante la guerra del Paraguay, duque de Caxias observa “que es un hombre que podrá ser todo menos general”, sale al frente de un contingente de casi mil efectivos. Lleva caballería, infantes y dos piezas de artillería. No pretende ingresar muy hondo en el Desierto, más bien tiene en mente una incursión acotada, una acción punitiva con

derramamiento de buena cantidad de sangre salvaje que sirva para acrecentar su prestigio y regresar con la fusta bajo el brazo. Años antes, Sarmiento había publicado el Facundo donde se cansó de teorizar sobre la barbarie, ahora Mitre la combatirá con hechos. Como no puede ser de otra manera, tiene elaborado un plan acorde a una circunstancia tan propicia. Obviamente tiene en mente un gran movimiento escenográfico. Piensa realizar un movimiento de pinzas para “atacar a los pampas en forma simultánea y por sorpresa mediante una maniobra de doble envolvimiento, con la intención de impedir toda escapatoria del enemigo hacia el desierto”. El grupo de jóvenes oficiales que lo secunda está fascinado escuchando al coronel Mitre que no para de hablar, cosa que sabe hacer muy bien. No sólo les informa del plan de batalla, sino que


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La cola de la vaca y la fusta del general

los deslumbra con una multitud de citas eruditas para terminar explicando pormenorizadamente cuáles fueron los errores de Bonaparte en Waterloo. Sus oficiales dan por segura la victoria frente a los indios. Sin embargo, nada sale de acuerdo a sus planes. Muy pronto, antes de lo esperado por el virginal estratega, el 31 de mayo de 1855, los indígenas le salen a su encuentro y se produce el combate que se conoce como Sierra Chica. Inicialmente, Mitre sólo piensa enfrentar a Catriel; la sorpresiva aparición de Calfulcurá y las hábiles maniobras de sus guerreros desbaratan desde un comienzo el minucioso plan del estratega y su maniobra de doble pinza. Los caciques que defienden su territorio apenas reúnen setecientos indios de lanza. Pese a la total superioridad numérica y de armamento, “Mitre se dejó sorprender y rodear”. Su derrota será completa, perdiendo hasta la artillería. El hombre que se había hecho responsable hasta de la última cola de vaca de la provincia, no sólo no rescata el ganado que los indios se habían llevado, sino que pierde todos los vacunos propios para alimento de las tropas y lo que es peor, toda la caballada del cuerpo expedicionario. Su huida tendrá características de penosa

estampida tal como dejan constancia los textos de aquel entonces como Álvaro Barros y Estanislao Zeballos u otros recientes como Juan Carlos Walther. “Nuestro Ejército fue rodeado, acosado, acribillado, cargado con pasmosa audacia por lanceros desmotados”. “La expedición partió del Azul y regresó a los tres días, habiendo sufrido el más terrible contraste”. “Se resolvió caer de improviso sobre los toldos de los caciques Catriel y Cachul y regresó a los tres días, habiendo sufrido la más terrible derrota”. Toda la columna terminó replegándose “a pie, inclusive él”. De regreso en BuenosAires, como es habitual en estos casos, don Bartolo, como lo llama con sorna la prensa contemporánea, arma una tragedia griega mayúscula desvirtuando las cifras de ambos bandos en una clara intención de tergiversar lo ocurrido como lo explica en uno de sus partes que cita Álvaro Yunque: “El número de indios que nos circundaba, sus alaridos salvajes y su ardor redobló en aquel momento, haciendo concebir la idea de un contraste. La prudencia aconsejaba la retirada, pero el deber aconsejaba la permanencia en el campo y fue esta resolución que adopté, permaneciendo en la incertidumbre y sobre las armas durante toda la noche lluviosa, en que no cesaron un instante los alaridos de los bárbaros que nos circundaban”.

Pese a la rotunda derrota, sus partidarios lo saludan como a un héroe, un coloso que se animó a enfrentar la barbarie. Un observador extranjero como el ingeniero francés Alfred Ébélot, encargado de la construcción de la Zanja de Alsina, sin apasionamiento, lo dirá con todas las letras: “Los amigos del general Mitre no podían menos que exagerar la importancia militar de las tribus indígenas, después de la dura lección inflingida por éstos al distinguido hombre que ellos reconocían como jefe”. En esa oportunidad, Mitre pronuncia otra de esas frases a las que es tan afecto y que supone destinadas para la posteridad. Ciertamente, algunas quedaron, como aquélla que, siendo ya presidente, profirió en 1864 desde el balcón de su casa con motivo del festivo inicio de la guerra de la Triple Alianza: “en 24 horas en los cuarteles, en quince días en Corrientes y en tres meses enAsunción”. Como consta en cualquier manual escolar, la guerra contra Paraguay duró seis crueles años. En 1855 en el homenaje que le realizan sus seguidores tras su huida de Sierra Chica, Don Bartolomé afirma: “el Desierto es inconquistable”. Evidentemente vaticinar tampoco era su fuerte. En cambio, tenía otras virtudes que no se le pueden negar. Mitre comprende con claridad cuál era el camino a la primera magistratura. Tal como Rosas y posteriormente Roca, sabe que una entrada exitosa al Desierto lo conduciría “sin fatigarse a las más altas regiones del poder”. Sin embargo, de momento, el coronel Mitre debe resignarse y presentar su renuncia como Ministro de Guerra y Marina ya que más allá de los discursos “la provincia entera se conmovió ante la derrota”. Incluso, el sobredimensionamiento del peligro indígena creado por el fundador de La Nación y sus aduladores, tras la patética derrota de 1855, terminará envolviendo e intoxicando a propios y extraños durante dos largos decenios hasta la llegada de los remington de Roca.


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Marta Pascual: Induce a mirar la pobreza desde la ecología y afirma: “En un planeta saturado que ha superado su capacidad de carga hace décadas, cada vez es más cierto que los consumos desmedidos de una parte de la población restringen necesariamente los consumos básicos del resto”. Señalando entre otras consecuencias, la doliente experiencia de los refugiados ambientales. Pablo D`Atri: Da a conocer el informe de la FAO revelador del derroche de alimentos y del riesgo emergente para la soberanía alimentaria. “Un tercio de los alimentos que se producen para el consumo humano en el mundo, se pierden o desperdician”. Informe de GRAIN: Analiza, para proponer medidas que remuevan los obstáculos políticos a la problemática, el alcance que tiene la producción de alimentos como elemento clave en la promoción del cambio climático. Jorge Riechmann: Reedita los debates en torno al impacto ambiental entre economistas ortodoxos y economistas ambientales. CEMIDA: Elsa Bruzone y Cnel ®José Luís García: Indagan en la nueva estrategia de seguridad nacional de los EE UU. José Luís García Cnl®, desde su columna habitual: La Carpa y la Trinchera ilustra sobre la Resolución Nº 1613 del Ministerio de Defensa de la Nación que aprueba una matriz común para la estructura orgánica funcional de la conducción superior de las FFAA. Páginas para actuar: El agua.


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La pobreza leída desde el ecologismo

Marta Pascual

La lucha contra la pobreza es un objetivo recurrente en muchas declaraciones públicas. Reducir drásticamente la cantidad de personas que viven con menos de un dólar al día o que no tienen acceso a agua potable o electricidad figuran entre las concreciones de este objetivo.

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n estas declaraciones sin embargo se olvida que los recursos del planeta –un planeta limitado en materiales– no sólo están desigualmente distribuidos, sino que actualmente sufren daños quizá irreversibles. En un planeta saturado que ha superado su capacidad de carga hace décadas, cada vez es más cierto que los consumos desmedidos de una parte de la población restringen necesariamente los consumos básicos del resto. Las reflexiones sobre la pobreza y las estrategias para hacerle frente no pueden pasar por alto este hecho. La limitación y el riesgo de carencia han sido y son las condiciones naturales de la vida humana. Por regla general las culturas de subsistencia, conocedoras de los procesos de la vida, asumían, manejaban y optimizaban estos límites de modo que aseguraran su supervivencia y la de las generaciones futuras. Así ha transcurrido la vida durante siglos. Las poblaciones más primitivas del mundo tenían escasas posesiones, sin embargo no se consideraban pobres. Siendo la escasez una relación entre los fines que perseguimos y los medios de que disponemos para conseguirlos, poblaciones con fines humildes y escaso interés en la acumulación pudieron vivir con lo suficiente, e incluso en periodos de abundancia. La pobreza voluntaria, la vida humilde o la sobriedad en los consumos, no fueron en tiempos situaciones despreciadas o temidas, antes

bien, podrían considerarse en ciertas culturas y religiones como un estado de equilibrio o de virtud. No queda lejos la época en que la pobreza no se consideraba una situación degradante, aunque sí la miseria, es decir, la carencia de lo imprescindible. Cierto que la ambición y el deseo de acumulación también han sido comunes a lo largo de la historia, pero nunca gozaron como ahora de una valoración ética tan positiva. Las culturas tribales acumulaban con el fin de afrontar periodos de escasez. Para muchas de ellas la autoridad moral del jefe se fundamentaba en la generosidad con su pueblo y la acumulación para éste era un modo de mantener su estatus. Caminos hacia la escasez La situación hoy es bien distinta. El mundo rico y una parte del que no lo es vive a caballo entre la insatisfacción crónica y el sueño del despilfarro. Cargado de propiedades –en algunos casos– pero más cargado aún de deseos de consumo, está más próximo a la percepción de escasez que lo estuvieron sus antepasados lejanos. Simultáneamente otra parte enorme y creciente de la humanidad sufre una escasez material

que pone en riesgo su salud y su vida con una intensidad nunca vista. La escasez, tanto la relativa como la absoluta, es un resultado al que se llega por caminos diversos. Uno de ellos es el acaparamiento, mecanismo por el que algunas personas se apropian de un bien que antes era colectivo en una proporción mayor a la que les corresponde, haciéndolo más inaccesible a otra parte de la población. La privatización de bienes comunales es uno de los mecanismos más antiguos de acaparamiento y, por tanto, creador de escasez. Otro procedimiento para la institucionalización de la escasez consiste en recortar el acceso a determinados recursos por alguna vía. El mercado es la vía objetiva que se coloca entre los recursos y las personas dificultando el acceso a ciertos bienes. La creciente monetarización de bienes y servicios es una herramienta creadora de escasez. Un tercer mecanismo, no nuevo pero sí generalizado en el capitalismo de la posguerra, consiste en asignar un valor distintivo, creador de estatus, a ciertos consumos a condición de que sean escasos (ciertas ropas, automóviles, viajes...). En el momento en que estos consumos se genera-


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La pobreza leída desde el ecologismo lizan, pierden el valor distintivo y otros nuevos se colocan en su lugar produciendo una nueva insatisfacción. Este sistema permite que el aumento de la producción nunca elimine la escasez, en este caso subjetiva. De esta forma el umbral de la pobreza percibida se eleva de forma constante, lo que no impide que lo haga también la objetiva, aumentando la dificultad de acceso a consumos de primera necesidad, mientras se facilitan los superfluos. Antes pobre y necesitado eran sinónimos. Hoy la sociedad de consumo nos ha convertido a todos en necesitados. Y seguimos persiguiendo consumos distintivos, actuando como si el camino hacia arriba pudiera ser ilimitado. A estos mecanismos de creación de la escasez se suma actualmente uno nuevo: el deterioro de los recursos naturales, necesarios para la vida, y la creciente dificultad para acceder a bienes esenciales como el agua potable, el alimento, las tierras fértiles o el aire limpio. Esta dificultad conduce en el límite a la expulsión de las poblaciones de los territorios que habitaban. Este fenómeno se había producido anteriormente por otras vías: apropiación por parte de grandes propietarios de terrenos productivos o con un subsuelo rico, mecanización del campo... Hoy se añaden a estos nuevos mecanismos de empobrecimiento: la prohibición de plantar semillas autóctonas, la deforestación y consecuente erosión, la desecación de acuíferos, el envenenamiento de tierras por pesticidas, la eliminación de biodiversidad, el uso de territorios como sumideros, el cambio climático... El deterioro ambiental provoca una escasez esencial que hace difícil la permanencia en el territorio. Las migraciones responden con frecuencia a esa dificultad para la vida, unida en alguna medida a la búsqueda de los niveles de consumo que se exhiben desde el escaparate de los países ricos. En las grandes urbes, destino de esa avalancha de gentes expulsadas y migrantes, la economía de mercado es la única vía para resolver muchas de las necesidades básicas. La pobreza urbana, especialmente la de las llamadas ciudades miseria, es más desoladora por la cercanía del espectáculo del sobre-consumo y la inaccesibilidad de los recursos básicos y las redes sociales de apoyo. Desarmados los sistemas de ayuda mutua y eliminado el acceso a una tierra

productiva, crece la dependencia del sistema económico y el riesgo de indigencia. Pero conviene no olvidar que “la gente no muere por falta de dinero, sino por falta de

de los recursos que les permitían la supervivencia y desplazadas a espacios urbanos superpoblados, donde ese acceso a los recursos básicos

recursos”. En el caso de las mujeres, a menudo excluidas de trabajos monetarizados y separadas de la tierra, responsabilizadas de la crianza y la atención a los miembros más débiles de la familia, la escasez, si cabe, se multiplica. Este último mecanismo de creación de escasez, el deterioro de los recursos para la vida, a diferencia de los anteriores, no aumenta la abundancia absoluta en el grupo más poderoso, pero si la relativa. En todo caso reduce –a diferentes velocidades según los colectivos– las posibilidades de futuro de toda la especie humana.

exige la mediación del mercado y en consecuencia del dinero. Un mundo en el que las economías de subsistencia van siendo progresivamente arrinconadas, expulsadas, deslegitimadas o ilegalizadas. La Tierra nos ofrecería probablemente una imagen de pobrezas encadenadas: la pobreza vegetal, arrastrando tras de sí pobrezas animales y humanas, atmósfera, suelos y aguas empobrecidas. Hablaría del olvido de la interdependencia y de la ruptura de los ecosistemas vivos y señalaría a los seres humanos –algunos seres humanos– como primera causa de devastación. Dada la complejidad del concepto, quizá conviene distinguir entre dos términos cercanos pero significativamente diferentes: pobreza y miseria. El primero se refiere a la dificultad de acceso a consumos superfluos, aunque manteniendo el abastecimiento de productos básicos. En las economías de subsistencia, integradas en el territorio, la pobreza no es una desgracia, sino un modo de vida sencillo en un mundo que tiene sus reglas. Los planes de desarrollo y

La pobreza es pobreza del planeta Si preguntáramos a la Tierra qué significa la palabra pobreza no hablaría de indicadores monetarios ni haría recuento de quienes viven con menos de un dólar al día. Probablemente nos mostraría vastos territorios deforestados, animales huyendo, cauces secos, especies extinguidas, poblaciones humanas desplazándose tras fuentes de agua o escapando de riadas, culturas que han perdido el sentido en urbes en las que sobran... un mundo en el que enormes poblaciones humanas han sido separadas


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La pobreza leída desde el ecologismo de lucha contra la pobreza, dice Vandana Shiva, eliminaron la pobreza en el Sur, enviando a poblaciones enteras a la miseria, es decir, a modos de vida que simultanean consumos superfluos con carencias básicas para la supervivencia. Esta distinción entre pobreza (vida sencilla) y miseria (carencia de lo fundamental) es clave pues discrimina entre la vida sobria, aunque suficiente y sostenible para el planeta, de la éticamente insostenible. Desde esta mirada más global podemos aventurar una posible definición de la pobreza (quizá sería mejor llamarle ya miseria): la consecuencia del hurto de los recursos naturales que permiten la supervivencia autónoma de una comunidad en su territorio. Tanto en el norte como en el sur miseria significa desposesión y falta de control sobre los recursos para organizar y mantener la vida de forma comunitaria. Estamos indisolublemente ligados a nuestro planeta. Los problemas ambientales son problemas socioecológicos. Los problemas sociales son también socio-ambientales. Deuda ecológica, ecología de los pobres, justicia ambiental, refugiados ecológicos, conflictos ecológico-distributivos, son algunos nombres de las luchas que comprenden la interdependencia entre los seres humanos y el medio vivo del que forman parte. Estas luchas muestran que nuestras miserias, las humanas y las del resto de la biosfera, están encadenadas. Si observamos la naturaleza, ejemplo de empresa de amplio éxito en el tiempo, veremos cómo los ecosistemas no se han dedicado a sobreacumular de forma desigual para lograr su supervivencia, sino a mantener una diversidad y un equilibrio que les permitiera enfrentarse de forma colectiva a ciertas alteraciones del medio. El funcionamiento de la naturaleza practica la virtud del equilibrio. Sabe que por encima de cierto umbral, más es menos y por debajo de éste, menos es más. El principio

cuanto más mejor que subyace a las prácticas de acumulación de la economía de mercado, se manifiesta no sólo inviable en un sistema limitado, sino radicalmente desajustado y torpe. La lucha contra la riqueza Curiosamente las reflexiones sobre la reducción de la pobreza no suelen relacionarse con las reflexiones sobre la riqueza. Las medidas comparativas para definir la primera (menos del 50% o del 25% de la renta nacional) no conducen en ningún caso a propuestas interdependientes. ONG, programas locales u organismos internacionales mantienen la pretensión de realizar intervenciones para reducir la pobreza, sin alterar los niveles de riqueza monetaria. Ésta ha sido la fórmula propuesta por los Estados del Bienestar. Desde este particular modo de igualación que sólo contempla el camino hacia arriba, la lucha contra la pobreza ha adoptado estrategias de mínimos (salario mínimo, rentas mínimas, cobertura sanitaria, pensiones mínimas) con la pretensión de hacer escalar a la población por encima de la línea de determinado umbral de consumos. Esta pretensión eternamente incumplida de extender la riqueza implica la presunción de vivir en un mundo de recursos infinitos, con una tecnología omnipotente –sólo hay que esperar que encuentre la solución– y cargado de buena voluntad, en el que todos los seres humanos podremos alcanzar niveles altos en los consumos que nos satisfacen.

Sin embargo, en un mundo lleno en el que la capacidad de carga del planeta ha sido superada hace ya años, en el que no está asegurada la soberanía alimentaria de una mayoría, en el que los recursos más elementales como el aire o el agua limpios empiezan a escasear y está en duda la supervivencia de las próximas generaciones, no es admisible mantener esta pretensión de enriquecimiento. Parece obvio que la eliminación de la pobreza no es posible sin atajar drásticamente los altos niveles de devastación y de consumo de buena parte de la población del norte. La lucha contra la riqueza en el sentido económico de la palabra, que presupone hurto y despilfarro, será mucho más urgente y más eficaz que la supuesta y siempre fracasada lucha contra la pobreza. Desde un análisis ecologista y desde la consideración de un planeta limitado en materiales que ha tocado techo, es irresponsable pretender un aumento de consumos necesarios en una parte de la población, sin abordar una disminución radical de consumos en aquella otra parte que extiende su huella ecológica mucho más allá de sus fronteras. Dicho de otro modo, en la lucha contra la pobreza es necesario incorporar a las estrategias de mínimos, las estrategias de máximos. Imaginemos unas políticas que asuman la limitación y definan un umbral máximo en el uso de determinados recursos, unas políticas de máximos que fijen límites por arriba: consumos máximos de agua, de energía, rentas máximas... No es fácil imaginar estas prácticas en un mundo gobernado por la economía de mercado y el capitalismo que contempla con horror cualquier regulación del consumo. Y, sin embargo, puede ser la única propuesta honrada con quienes sufren, con quienes sufrirán la miseria y con todos los y las habitantes del planeta.


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Pablo D´Atri

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n tercio de los alimentos que se producen para el consumo humano en el mundo se pierden o desperdician, según advierte un estudio de la FAO. Representan unos 1.300 millones de toneladas. Se podría entregar más de una tonelada de alimentos por año a más de mil millones de personas que sufren hambre en el planeta. Según el informe Global food losses and food waste (“Pérdidas y desperdicio de alimentos en el mundo”), millones de toneladas de alimentos se derrochan en la etapa de producción y en la de consumo. Sólo en Europa sus habitantes tiran a la basura por año 222 millones de toneladas de alimentos en buen estado (en su gran mayoría frutas y vegetales). Equivale a más del doble de la producción anual de granos en Argentina. Encargado por la Agencia para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) al Instituto sueco de Alimentos y Biotecnología (SIK), los datos aportados generaron un alto impacto en la opinión pública. “Aproximadamente un tercio de las partes comestibles de los alimentos producidos para el consumo humano se pierden o se desperdician a nivel mundial”, dice el informe y agrega que “las pérdidas de alimentos tienen un impacto en la seguridad alimentaria para las personas pobres, en calidad y seguridad alimentaria, en el desarrollo económico y en el medio ambiente”. El derroche de alimentos representa un desperdicio de recursos como agua, tierra, energía e insumos. “La producción de alimentos que no se consume conduce a las emisiones de CO2 innecesario, además de la pérdida de valor económico de los alimentos producidos”. A la basura: Más de dos kilos de alimentos por semana tiran a la basura los europeos y norteamericanos. Mientras tanto, un habitante promedio de África subsahariana y el sur y sureste de Asia arroja unos 150 gramos por semana, unos 8 kilos por año. Los países ricos desechan el

Alimentos a la basura equivalente a toda la producción agrícola del África subsahariana, señala el informe de la FAO. Mientras que en los países en vías de desarrollo los derroches se generan en los procesos de producción, en los industrializados los desperdicios se originan en el consumo. Según la FAO, tanto los países industrializados como aquellos en vías en desarrollo dilapidan más o menos la misma cantidad de comida: 670 y 630 millones de toneladas respectivamente. La diferencia es que mientras en los primeros se desperdician alimentos yá elaborados y en buen estado, en las naciones en vías en desarrollo las pérdidas se dan en el proceso de producción y elaboración de esos alimentos. Producción: La producción total de alimentos por persona para el consumo humano es de 900 kg anuales en los países ricos y unos 460 kg en las regiones más pobres. Las pérdidas de alimentos durante la recolección y el almacenaje se traducen en la pérdida de ingresos para los pequeños campesinos y en precios más elevados para los consumidores pobres, señala el informe. Reducir estas pérdidas podría significar “un impacto inmediato y significativo” en los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria. En los países de ingresos medios y altos, las pérdidas y desperdicios proceden, en su mayor parte, del comportamiento del consumidor, pero también de la falta de comunicación entre los diferentes actores de la cadena de abastecimiento.

Cuestión de actitud: A los consumidores en los países ricos se los incentiva con frecuencia a comprar más alimentos de los que necesitan. Las promociones del tipo “Compre tres y pague dos” son un ejemplo. Otro caso son las comidas preparadas excesivamente copiosas producidas por la industria alimentaria. “Con frecuencia los restaurantes ofrecen buffets que, por un precio fijo, alientan a los clientes a llenarse el plato de comida”. La educación en las escuelas y las iniciativas políticas son posibles puntos de partida para cambiar la actitud de los consumidores, según sugiere el estudio. Los consumidores de los países ricos deberían aprender que tirar los alimentos innecesariamente es algo inaceptable. También habría que concientizar de que a causa de la disponibilidad limitada de recursos naturales, resulta más eficaz reducir las pérdidas de alimentos que incrementar la producción para alimentar a la creciente población mundial, dice la FAO. Por último, el organismo de las Naciones Unidas señala que “la cuestión de las pérdidas de alimentos es de gran importancia en los esfuerzos para combatir el hambre, elevar los ingresos y mejorar la seguridad alimentaria en los países más pobres del mundo”.


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GRAIN

Alimentos y cambio climático, el eslabón olvidado

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os alimentos son un promotor clave del cambio climático. El proceso industrial en el momento en que se producen los alimentos hasta que terminan servidos en nuestra mesa provoca cerca de la mitad de las emisiones de gas con efecto de invernadero generados por los humanos. Los fertilizantes químicos, la maquinaria pesada y otras tecnologías agrícolas dependientes del petróleo contribuyen significativamente. El impacto de la industria alimentaria como un todo es incluso mayor: se destruyen bosques y sabanas para producir forrajes animales y se generan deshechos que dañan el clima por el exceso de empaques, procesado, refrigeración y transporte de los alimentos a grandes distancias, a pesar de que millones de personas continúan con hambre. Un nuevo sistema alimentario podría ser un promotor clave de soluciones al cambio climático. La gente por todo el mundo toma parte en luchas por defender o crear nuevas formas de cultivar o compartir alimentos que sean mucho más sanos para sus comunidades y para el planeta. Si se toman medidas para reestructurar la agricultura y el sistema

alimentario mundial en torno a la soberanía alimentaria, a la agricultura en pequeña escala, a la agroecología y los mercados locales, podríamos cortar a la mitad las emisiones globales de gases con efecto de invernadero en unas cuantas décadas. No necesitamos mercados de carbono ni remiendos tecnológicos. Requerimos políticas acertadas y programas que erradiquen el actual sistema alimentario industrial creando en cambio uno que sea sustentable, equitativo y verdaderamente productivo. Los alimentos y el clima, cómo armar el rompecabezas La mayoría de los estudios sitúan la contribución de las emisiones agrícolas —las emisiones producidas en los campos de cultivo— en algún punto entre el 11 y el 15% de las emisiones globales. Sin embargo, lo que no es común que se diga es que la mayor parte de estas emisiones son generadas por las prácticas de cultivo industrial que se basan en fertilizantes químicos (con nitrógeno), maquinaria pesada que funciona con gasolina, y en operaciones industriales de crianza animal altamente concentradas que bombean a la atmósfera deshechos de metano. Tampoco es frecuente que las cifras de la contribución de la agricultura tomen en

cuenta los cambios en el uso del suelo y la deforestación, que son responsables de una quinta parte de las emisiones de gases con efecto de invernadero. A nivel mundial, la agricultura invade las sabanas, los humedales, los cerrados y los bosques, destruyendo, al arar, el suelo de enormes superficies. La expansión de la frontera agrícola es el contribuyente dominante de la deforestación, y da cuenta de entre el 70 y el 90% de la deforestación global. Esto significa que unos 15-18% de las emisiones globales de gases con efecto de invernadero son producidas por el cambio en el uso del suelo y la deforestación ocasionada por la agricultura. Pero aquí, de nuevo, el sistema alimentario global y su modelo de agricultura industrial son los principales culpables. El mayor promotor de esta deforestación es la expansión de las plantaciones industriales para la producción de mercancías como la soya, la caña de azúcar, la palma aceitera, el maíz industrial, y la colza o canola, así como las plantaciones de árboles para celulosa. Desde 1990, el área plantada con las primeras cinco mercancías creció en 38%, pese a que la tierra plantada con alimentos básicos como el arroz o el trigo decreció. Las emisiones procedentes de la agricultura dan cuenta únicamente de una porción de la contribución general del sistema alimentario al cambio climático. Es igual de importante lo que ocurre entre el momento en que los alimentos abandonan las fincas y el momento en que llegan a nuestra mesa.La comida es el sector económico más grande del mundo, y con mucho implica más transacciones y emplea más personas que cualquier otro sector. En nuestros tiempos, los alimentos se preparan y distribuyen utilizando enormes montos de procesamiento, empacado y transportación, todos los cuales generan emisiones de gases con efecto de invernadero, aunque sea difícil hallar datos de tales emisiones. Los estudios que indagan en la Unión Europea concluyen que cerca de un cuarto de la transportación total tiene que ver con el transporte comercial de alimentos. Las cifras dispersas sobre transportación, disponibles en otros países, tales como Kenya y Zimbabwe, indican que el porcentaje es todavía mayor en los países “no industrializados”, donde la “producción de alimentos y su entrega dan cuenta


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Alimentos y cambio climático... de entre 60 y 80% de la energía total utilizada —incluida la humana, la animal y el combustible”. Si el transporte da cuenta de 25% de las emisiones globales de gases con efecto de invernadero, podemos utilizar los datos de la UE para calcular, conservadoramente, que el transporte de alimentos da cuenta de por lo menos 6% de las emisiones globales de GEI. En cuanto al procesamiento y el empacado, de nuevo los datos disponibles provienen principalmente de la Unión Europea, donde los estudios muestran que el procesamiento y empacado de alimentos dan cuenta de entre 10 y 11% de las emisiones de GEI, mientras la refrigeración de la comida es responsable de 3-4% del total de emisiones, y la venta al menudeo de alimentos otro 2%. Siendo conservadores con las cifras de la UE y extrapolando de las escasas cifras que existen para otros países, podemos calcular que por lo menos 5-6% de las emisiones se deben al transporte de alimentos, 8-10% se deben al procesamiento de los alimentos y el empacado de los mismos, cerca de 1-2% se deben a la refrigeración y 1-2% a la venta al menudeo. Esto nos arroja una contribución total de entre 15 y 20% de emisiones globales de GEI procedentes del conjunto de estas actividades. No todo lo que produce el sistema alimentario se consume. El sistema agroalimentario industrial descarta cerca de la mitad de toda la comida que produce, en su viaje de los establecimientos agrícolas a los comerciantes, a los procesadores de comida, a las tiendas y supermercados. Esto es suficiente para alimentar a los hambrientos del mundo seis veces. Gran parte de este desperdicio se pudre en los tiraderos de basura y en los rellenos

sanitarios, produciendo cantidades importantes de gases con efecto de invernadero. Diferentes estudios indican que entre unos 3.5 y 4.5% de las emisiones globales de GEI provienen de los desechos, y más de 90% de ellos proceden de materia originada en la agricultura y procesamiento. Esto significa que la descomposición de los desechos orgánicos originados en los alimentos y la agricultura es responsable de 3-4% de las emisiones globales de GEI. Sumen las cifras arriba citadas, despejen la evidencia y hay ahí un convincente caso: el sistema agroalimentario global actual, impulsado por una poderosa industria alimentaria transnacional, es responsable de cerca de la mitad de todas las emisiones de gases con efecto de invernadero producidas por humanos: una cifra entre un mínimo de 44% y un máximo de 57%. Cómo darle la vuelta al sistema alimentario Es claro que no saldremos de la crisis climática si no transformamos dramática y urgentemente el sistema alimentario global. Y el lugar donde podemos empezar es el suelo. Los alimentos comienzan y terminan en el suelo. Surgen del suelo y eventualmente regresan a éste para permitir que se produzcan más alimentos. Es éste el ver-

dadero ciclo de la vida. Pero en años recientes los humanos han ignorado este ciclo vital. Le hemos estado quitando al suelo sin devolverle. La industrialización de la agricultura que comenzó en Europa y Norteamérica, que replicó después la Revolución Verde en otras partes del mundo, se basó en la suposición de que la fertilidad del suelo podía mantenerse e incrementarse mediante el uso de fertilizantes químicos. Poca atención se le prestó a la importancia de la materia orgánica en el suelo. Un amplio rango de informes científicos indican que los suelos cultivados han perdido entre 30 y 75% de su materia orgánica durante el siglo 20, mientras que los suelos que sustentan pastizales y praderas han perdido típicamente hasta 50%. Es indudable que estas pérdidas han provocado un serio deterioro de la fertilidad y productividad de los suelos, y han contribuido a empeorar las sequías y las inundaciones. Si tomamos como base las cifras más conservadoras que proporciona la literatura científica, la pérdida global acumulada de materia orgánica del suelo durante el último siglo puede calcularse entre 150 mil millones y 200 mil millones de toneladas. No toda esta materia orgánica terminó en el aire como CO2, ya que cantidades significativas han sido arrastradas por la erosión para ser depositadas en el fondo de ríos y océanos. S i n e m b a rg o , puede calcularse que por lo menos se han liberado a la atmósfera entre 200 mil y 300 mil millones toneladas de CO2 debido a la destruc-


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Alimentos y cambio climático... ción global de materia orgánica del suelo. En otras palabras, entre 25 y 40% del actual exceso de CO2 en la atmósfera proviene de la destrucción de los suelos y su materia orgánica. Hay buenas noticias escondidas en estas devastadoras cifras. El CO2 que fue enviado a la atmósfera al maltratar y desgastar los suelos del mundo puede volverse a poner en el suelo. Lo que se requiere es un cambio en las prácticas agrícolas. Debemos alejarnos de prácticas que destruyen la materia orgánica y acercarnos a las prácticas que acumulan materia orgánica en el suelo. Sabemos que esto puede hacerse. Los campesinos de todo el mundo han abrazado estas prácticas por generaciones. Las investigaciones de GRAIN han mostrado que, si se pusieran en funcionamiento las políticas correctas, los incentivos correctos, a nivel mundial, podrían restaurarse los contenidos de materia orgánica del suelo a los niveles que tenían antes de la agricultura industrial en el lapso de unos 50 años, que es a grandes rasgos el mismo tiempo que le llevó a la agricultura industrial mermarlos. El uso continuado de estas prácticas permitiría eliminar de 24 a 30% de las emisiones globales actuales de GEI al año. El nuevo escenario requeriría un cambio radical de enfoque, apartándonos del actual modelo de agricultura industrial. Tendría que ponerse énfasis en el uso de técnicas tales como los sistemas de diversificación de cultivos, mejor integración entre la producción de cultivos y la producción animal, mayor incorporación de árboles y de vegetación silvestre, y más. Tal incremento en diversidad podría, entonces, incrementar la producción potencial, y la incorporación de materia orgánica mejoraría progresivamente la fertilidad de los suelos, creando círculos virtuosos de mayor productividad y mayor disponibilidad de materia orgánica. La capacidad del suelo para retener agua aumentaría, lo que significa que

la lluvia excesiva conduciría a menores y menos intensas inundaciones y sequías. La erosión del suelo sería cada vez menos un problema. La acidez y la alcalinidad del suelo se reducirían, reduciendo o eliminando la toxicidad que se ha vuelto un problema importante en los suelos tropicales y áridos. Además, una mayor actividad biológica del suelo protegería las plantas contra las plagas y las enfermedades. Cada uno de estos efectos implica mayor productividad y como tal más materia orgánica disponible

en los suelos, lo que haría posible, conforme pasaran los años, objetivos más altos en cuanto a una incorporación de materia orgánica al suelo. En el proceso, se produciría más comida. Para lograrlo, es necesario trabajar a partir de las habilidades y la experiencia acumulada de los campesinos en pequeña escala del mundo, en lugar de socavar su vida, acaparar sus tierras y expulsarlos de sus territorios, como ahora se hace. Un viraje global hacia una agricultura que acumula materia orgánica en el suelo nos pondría también en el camino de cortar algunas de las principales fuentes de GEI que provienen del sistema alimentario. Hay otros tres virajes que se refuerzan mutuamente y que es necesario que ocurran en el sistema alimentario para que podamos enfrentar su actual contribución global al cambio climático: el primero es un viraje hacia los mercados locales, hacia circuitos

más cortos en la distribución de los alimentos, lo que nos permitiría reducir el transporte y la necesidad de empaque, procesado y refrigeración. El segundo viraje es una reintegración del cultivo y la producción animal, que reduciría el transporte, el uso de fertilizantes químicos y la producción de emisiones de metano y óxido nitroso generados por los grandes planteles industriales de carne y lácteos. El tercero es frenar el desmonte y la deforestación, lo que requeriría una reforma agraria genuina y revertir la expansión de las plantaciones de monocultivo para la producción de agrocombustibles y forrajes. Si el mundo asumiera seriamente estos cuatro virajes y los pusiera en acción, sería posible reducir a la mitad las emisiones de GEI globales en unas cuantas décadas y, en el proceso, emprender el largo camino hacia la resolución de las otras crisis que afectan el planeta, como la pobreza y el hambre. No hay obstáculo técnicos que nos lo impidan en manos del campesinado del mundo están los saberes, la experiencia y las habilidades necesarias, y de ahí podemos partir. Los únicos obstáculos son políticos y es ahí donde debemos enfocar nuestros esfuerzos.


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Jorge Riechmann*

¿...cómo se calcula su impacto? Algunos de los desacuerdos mayores tienen que ver con los procedimientos empleados por los analistas económicos en la traslación de impactos biofísicos a impactos socioeconómicos. En relación con el problema, de vastísimas implicaciones, del calentamiento del clima, reaparecen las difíciles cuestiones científicas que han alimentado vivos debates entre el establishment económico ortodoxo por una parte, y por otra las nuevas perspectivas abiertas por la economía ecológica (y parcialmente por la economía ambiental) durante los últimos decenios.

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na forma de apuntar hacia el problema de fondo es la que sugiere Francisco Javier Rubio de Urquía: “Mientras sigamos aplicando modelos que circunscriben, casi exclusivamente, el análisis de los costes al ámbito de lo cuantitativo, no seremos capaces de tener una visión más completa que nos permita valorar correctamente costes y beneficios cualitativos como, por ejemplo, los que se derivan de las cargas que asume la naturaleza y los servicios que nos presta. El mero hecho de pensar que el progreso tecnológico y las leyes del mercado son suficientes para aliviar problemas ambientales evidencia la infravaloración, si no desprecio, de que ha sido objeto la naturaleza. Creer que podemos actuar como si fuésemos autosuficientes y que, gracias a la técnica, seremos capaces de abastecernos de todos los bienes y servicios que nos presta, y que son vitales para nuestra existencia, sólo refleja una alta dosis de soberbia y otra no menor de ignorancia.” La posible detención de la corriente oceánica noratlántica Una de las posibles consecuencias

del calentamiento climático sería la detención completa de la corriente oceánica noratlántica (corriente del Golfo) que aporta calor a Europa, lo que podría causar una “mini-edad glacial” cuyos efectos, según muchos expertos, serían importantes. Sin embargo, economistas como P. Michael Link y Ricahrd S. J. Tol hacen correr el modelo FUND 2.8 (Climate Framework for Uncertainty, Negotiation and Distribution) con el resultado de que, en un mundo recalentado por el “efecto invernadero”, ¡un colapso total de la circulación termohalina podría resultar incluso económicamente beneficioso! Según estos cálculos, el colapso de la circulación termohalina no entrañaría un enfriamiento en términos absolutos de Europa Occidental (y otras regiones del Atlántico Norte), sino sólo un refrescamiento relativo al escenario de base, bastante tórrido de por sí. El final de la circulación termohalina retardaría el calentamiento y por ello reduciría los daños del cambio climático (un 0’5% del PIB en Europa Occidental, un 0’4% en EEUU). Sin embargo, los mismos cálculos de estos dos autores indican que “el cambio climático es un problema real, ya que tanto los impactos totales como marginales son negativos [disminución del PIB mundial], tanto sin colapso de la circula-

ción termohalina como con él”. ¿Modelos sesgados? Pero ¿hasta qué punto resulta fiable, relevante y adecuada tal estimación de daños y beneficios en términos de PIB? Si examinamos más de cerca los supuestos con los que trabajan muchos de los modelos económicos acoplados a los modelos climáticos con los que se intentan evaluar los impactos del calentamiento del clima sobre la economía, hay que concluir que muchos de ellos son limitados o inadecuados, lo que a la postre se traduce en sesgos que verosímilmente tienden a infraestimar los daños que ocasionará el cambio climático. Veamos algunos ejemplos, referidos al modelo FUND empleado en Link y Tol. Un problema importante se refiere a la utilización de precios de mercado para valorar recursos naturales e impactos sobre los mismos Un problema muy importante, que ha hecho correr ríos de tinta entre los


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Cambio Climático ¿Cómo se calcula su impacto? economistas ecológicos y ambientales, se refiere a la utilización de precios de mercado para valorar recursos naturales e impactos sobre los mismos. Así, en el modelo FUND “se expresan directamente en valores monetarios categorías de impacto como la agricultura, los productos forestales, la energía, el agua y los ecosistemas, sin una capa mediadora de impactos medidos en sus unidades ‘naturales’”. Esta práctica es altamente cuestionable: del debate profundo y ya largo sobre la monetarización del medio ambiente hay que concluir que en última instancia es imposible tal monetarización (sin que eso quiera decir que se trate en todos los casos una actividad sin sentido). ¿Cómo valorar en dinero, monetarizar en forma no arbitraria el “capital natural”? Los métodos de costes de reparación y costes compensatorios que emplean los economistas ambientales son bastante útiles en muchos casos, pero no servirán de nada en el caso de los daños irreversibles. La decisión de valorar los recursos naturales y daños ambientales a precios de mercado está cargada de implicaciones morales, puesto que en los mercados no intervienen ni las generaciones futuras ni los usuarios no humanos de la biosfera (los otros seres vivos con quienes la compartimos). Y cuando el recurso o función ambiental en cuestión no tiene siquiera valor de mercado y tenemos que inventar algún “mercado hipotético” para asignarle un valor crematístico, la arbitrariedad de los procedimientos se dispara hasta entrar en el ámbito de lo abiertamente irracional. Estos métodos se enfrentan a grandes dificultades teóricas y empíricas, que han dado lugar a una abundante literatura. En el modelo FUND, la pérdida de un kilómetro cuadrado de tierra firme por elevación del nivel del mar se valora en un máximo de 4 millones de dólares para los países de la OCDE (y 2 millones en el caso de humedales, para estos mismos países), y se considera que para los

demás países este valor es proporcional al PIB por kilómetro cuadrado. ¡De manera que grandes pérdidas territoriales en países pobres contarán lo mismo que pequeñas pérdidas en países ricos! Igual proporcionalidad en las pérdidas de vidas humanas (a causa del estrés térmico o las enfermedades infecciosas, por ejemplo): este modelo estima el valor de una vida en 200 veces su ingreso anual per cápita. Por eso, graves pérdidas demográficas en países muy pobres contarían muy poco en cuanto a los resultados económicos agregados. Como sabemos de antemano que las pérdidas humanas a causa del cambio climático serán mayores precisamente en los países más pobres por su mayor vulnerabilidad (a causa de sus insuficientes sistemas sanitarios, deficientes servicios públicos, frágil producción de alimentos, etc.), hay que concluir que el modelo entraña un sesgo que subestimará las pérdidas –en vidas humanas, tierras, ecosistemas, etc.– en las zonas más pobres y vulnerables. Otro problema tiene que ver con los supuestos de linealidad. En el modelo FUND se presupone que “los daños asociados con el cambio climático se atribuyen o bien a la tasa de cambio (referenciada a 0’04 ºC/ año) o bien al nivel de cambio (referenciado a 1 ºC). Los daños debidos al cambio de temperaturas disminuyen lentamente, reflejando la adaptación”. Es decir, el modelo da por supuesto un cambio climático gradual, lento y de no demasiada magnitud, al cual la sociedad (sobre todo las sociedades ricas) se adapta paulatinamente, minimizando así los daños. Sin embargo, es probable que los cambios reales se alejen de estas pautas relativamente confortables: y la dificultad de adaptarse a cambios abruptos será mucho mayor, hasta llegar, en el caso extremo, a la imposibilidad.

Refugiados climáticos Otro caso de linealidad presupuesta pero muy difícilmente justificable tiene que ver con los refugiados climáticos. En el modelo FUND “se supone que los inmigrantes se asimilan inmediata y completamente a la población que los acoge”. Quizá esto facilite un funcionamiento cómodo del modelo, pero no cabe duda de que se trata de un

supuesto muy poco realista. Hoy, más de cien millones de personas viven por debajo de un metro de altura sobre el nivel del mar, en todo el mundo. Podemos estar seguros de que un cambio climático rápido y/o brusco tendrá como efecto incrementar notablemente los flujos migratorios (en un mundo donde estos han adquirido ya dimensiones importantísimas: casi 200 millones de migrantes internacionales en 2006). Diversas estimaciones señalan que, alrededor del año 2000, los desplazados o “refugiados ambientales” superaban en una proporción de diez a uno a los desplazados por guerras y conflictos militares internos. Según Naciones Unidas, el 60% de los movimientos migratorios están causados por el cambio climático y los desastres de origen natural, como sequías e inundaciones. Según el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), el nivel del mar, si no se hace nada por contener el recalentamiento, podría elevarse entre 9 y 88 centímetros de aquí al año 2100. Muchos estudios inde-


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Cambio Climático ¿Cómo se calcula su impacto? pendientes deducen de ese dato las cifras de desplazamientos forzados de población. Según estas estimaciones los refugiados climáticos podrían ser 150 millones en el año 2050: 30 en China; 30 en la India; 15 en Bangladesh; 14 en Egipto; 1 en los estados insulares y 10 en el resto de deltas y regiones costeras; 50 en el resto de regiones. Esto significa, como mínimo, el 1,5% de la población que se espera habite el planeta de aquí en 40 años. Pero las previsiones del IPCC, válidas hasta hace pocos años, corren el riesgo de quedar muy por detrás de la realidad. Si se deshielan del todo Groenlandia y la Antártida –y se están deshelando con escalofriante rapidez en estos primeros años del siglo XXI– el nivel del mar no subirá un metro,

sino entre 12 y 25 metros, quizá incluso más. Esto significaría más de 500 millones de desplazados. La inmensa mayoría de estos refugiados climáticos serán pobres, habitantes de los países del Sur, que no tienen medios para financiar las gigantescas infraestructuras necesarias para protegerse de las mareas y que, por tanto, no tienen ningún peso en las negociaciones climáticas. Un “portazo en las narices” no sólo sería perverso, sino que tendría además como resultado el agravamiento de la crisis social y ecológica global y un paso más en la transformación del planeta en un enorme barril de pólvora. Las experiencias de los últimos decenios muestran con claridad que, incluso a nive-

les relativamente bajos de emigración desde los países pobres a los países ricos, las tensiones sociopolíticas que se producen son de gran envergadura. En general, cabe decir que los modelos económicos ignoran estas dimensiones sociopolíticas del cambio climático: pero nadie puede creer en serio que fuertes impactos sociopolíticos dejarán inalterada la vida económica. Calentamiento del clima y conflictos bélicos No existe ningún impacto sociopolítico mayor que la guerra. Ahora bien, desde hace años importantes analistas advierten sobre el incremento de la conflictividad internacional relacionada con recursos naturales y funciones ambientales progresivamente más escasos. En el último tiempo, el reconocimiento de que el cambio climático puede convertirse en un tremendo factor de desestabilización de las relaciones internacionales (incluyendo nuevas guerras) ha llegado incluso a los niveles más altos de dirección políticomilitar. Así, el ministro de Defensa del Reino Unido, John Reid, en un discurso pronunciado el 27 de febrero de 2006 en la prestigiosa Chatham House de Londres, advirtió que al combinarse los efectos del cambio climático global y los mermados recursos naturales se incrementa la posibilidad de conflictos violentos por tierras, agua y energía. El cambio climático, indicó, “hará más escasos los recursos y el agua limpia, y la tierra agrícola en buen estado será más escasa”. Esto generará que “las emergencias a causa de conflictos violentos sean más probables”. Según Reid, es más fácil que surjan estos

conflictos por recursos en países “en vías de desarrollo” (por emplear el habitual eufemismo), pero los países avanzados y acaudalados no necesariamente se salvarán de los efectos dañinos y desestabilizadores del cambio climático global. En el momento en que suba el nivel del mar, cuando el agua y la energía comiencen a ser más y más escasos, cuando en algunas zonas las fértiles pero escasas tierras de labor se vuelvan desiertos, las guerras mortíferas por el acceso a los recursos vitales pueden terminar siendo un fenómeno global. Como indica Michael T. Klare, antes del discurso de Reid la expresión más significativa de este cambio de perspectiva fue el informe preparado en octubre de 2003 por una consultora —con sede en California— para el Departamento de Defensa estadounidense. Con el título Un escenario de abrupto cambio climático y sus implicaciones para la seguridad nacional de EEUU: el informe advierte que son amplias las probabilidades de que este fenómeno genere repentinos sucesos ambientales cataclísmicos por encima de un incremento gradual (y por tanto manejable) de las temperaturas promedio. Dichos sucesos podrían incluir un incremento sustancial del nivel del mar, intensas tormentas y huracanes, y regiones en sequía, con grandes ventarrones de polvo a escala continental. Esto dispararía agudas batallas entre los supervivientes de estos efectos por el acceso a comida, agua, tierra habitable y fuentes de energía. “La violencia y perturbación originadas por las tensiones que crean los abruptos cambios del clima implican un tipo diferente de amenaza a la seguridad nacional de lo que conocemos hoy”, sostiene el informe. “Pueden surgir confrontaciones militares debido a la necesidad imperiosa de recursos naturales tales como energía, alimento o agua, y no tanto por conflictos ideológicos, religiosos o de honor nacional”. Un experimentado biólogo, como


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Cambio Climático ¿Cómo se calcula su impacto? es Miguel Delibes de Castro, subraya que hay quien cree que se ha sobreestimado el riesgo de “guerras del agua” (o, más en general, guerras por los recursos naturales), pues guerrear resultaría más caro que obtener agua por métodos no convencionales aunque más onerosos (desalinizando el agua de mar). ¡Como si las decisiones políticas se tomasen habitualmente después de realizar pulcros análisis de coste-beneficio! Un pie del que cojean muchos economistas es su sobreestimación de los componentes racionalmente egoístas en la conducta humana. Tal y como observa Delibes de Castro –en diálogo con su padre, el novelista castellano Miguel Delibes–, “a mí siempre me ha parecido una visión demasiado optimista, incluso ingenua, pues cuando los hombres deciden hacer la guerra raramente consideran sus costes. Al oír el argumento me acuerdo de la perplejidad de tu personaje Pacífico Pérez, de Las guerras de nuestros antepasados, cuando el Bisa le dice que ‘apañados estaríamos si las guerras necesitasen motivos’”. Sería un error que la discusión de los efectos del cambio climático se centrase sólo en cuestiones ecológicas y ambientales, subestimando los efectos sociopolíticos En el límite el mayor peligro no estriba en la degradación de los ecosistemas (en el largo plazo de los tiempos geológicos la naturaleza se recupera incluso después de grandes catástrofes, llegando a nuevas situaciones de equilibrio), sino más bien en la desintegración de sociedades enteras (a causa del hambre y las carencias sanitarias, las migraciones masivas y los conflictos recurrentes por los recursos escasos). El modelo RICE/ DICE de Nordhaus y Boyer Otro de los modelos empleados para la estimación de posibles impactos socioeconómicos del cam-

bio climático es la familia de modelos RICE y DICE (Regional Integrated Model of Climate and the Economy y Dynamic Integrated Model of Climate and the Economy), desarrollados por William Nordhaus y Joseph Boyer para poder realizar tales estimaciones según un tipo avanzado de análisis coste-beneficio. Según este influyente modelo, cada tonelada adicional de emisiones de dióxido de carbono (CO2) provocará daños a largo plazo por un coste de 7’5 dólares, dando una tasa óptima de reducción del 4% sobre las emisiones de 1995, menor que la del 5,2% sobre las emisiones de 1990 aprobadas en Kioto. Al coste por tonelada de CO2 y año se llega calculando los años de vida

perdidos atribuibles al calentamiento global, divididos por las emisiones de CO2, tras haber aplicado una tasa de descuento del 5%. Nordhaus y Boyer calculan una pérdida en años de vida de casi 38 millones debido al cambio climático —sólo una parte de las cuales serían de origen antropogénico— para el periodo 1990-2020. Esta medida de “salud perdida” es reducible a una cantidad de renta, ya que el coste de un año de vida se valora en dos años de renta per cápita. Por ejemplo, unos 68.200 dólares en EEUU en el año 2000, multiplicados por los 77 años de vida media de un estadounidense nos da una aproximación al coste final total de una vida de unos 5,3 millones de dólares. El modelo RICE de Nordhaus y Boyer presenta algunas dificultades serias, que –de acuerdo con la síntesis que ha realizado Joaquín Valdivielso— podemos resumir de la siguiente manera: 1) Sólo modeliza CO2, ningún otro gas de efecto invernadero de los responsables del restante 40% del cambio climático es tenido en cuenta. 2) Proyecta un coste fijo de cada tonelada en 7’5 dólares, cuando lo lógico es que las peores consecuencias del cambio climático se expresen exponencialmente a medida que aumenten las emisiones. 3) Depende de una tasa de descuento, que no es más que una expresión del valor subjetivo atribuido al bienestar futuro desde el presente —la tasa es la porción de utilidad que se detrae a un futuro que se supone más rico. 4) Los años perdidos de vida sólo se refieren a la extensión prevista de enfermedades relacionadas con el clima, como la malaria o paludismo. Ninguna otra fuente de mortalidad se incluye: olas de calor, sequías, diarreas y problemas respiratorios, enfermedades relacionadas con las lluvias torrenciales, malnutrición debida a la pérdida de cosechas, huracanes, etc. 5) Supone un valor diferente para la salud y la vida según se viva en una u otra de las 13 regiones del mundo contempladas. De hecho, el 70% de los daños se producirán según el escenario escogido en África subsahariana, donde el coste de una vida ronda los 43.710 dólares —dado que la renta y la esperanza de vida son menores, 940 dólares y 46’5 años respectivamente—, menos del 1% de los costes de la vida de un estadouni-


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Cambio Climático ¿Cómo se calcula su impacto? dense. La pérdida de un año de vida en un país rico ¡equivaldría a más de dos vidas completas en uno pobre! 6) No contempla otras formas de daño no monetarizado y en particular algunos no monetarizables. Los contraejemplos tipo utilizados en la evaluación del cambio climático abundan en casos de pérdidas irreversibles sin compensación económica razonable, como la desaparición de islas del pacífico como Nauru, Tonga, la Micronesia o las islas Marshall. Una de ellas, Tuvalu, con una población polinesia de unas 11.000 personas es paradigmático: sociedad ejemplar en el respeto de los derechos humanos, alberga una lengua y una cultura única. 7) Aun si aceptamos todo el modelo, no hay ninguna evidencia de que existirán mecanismos de transferencia de la riqueza presente generada hacia los futuros perjudicados por el cambio climático. El entero enfoque de este tipo de análisis (“tradeoff –compromisos funcionales– entre el consumo hoy y el consumo en el futuro”, según los autores) parece desenfocado. Lohachara, Lateu, Tuvalu, ¿la solidaridad con las víctimas? En diciembre de 2006 se supo que por vez primera una isla habitada –Lohachara, en la región de la India donde los ríos Ganges y Brahmaputra desembocan en la bahía de Bengala, donde llegaron a vivir unas 10.000 personas– había desaparecido bajo las aguas marinas. Un año antes, a comienzos de diciembre del 2005 —según narra Daniel Tanuro—, los habitantes de Lateu —una pequeña población de un centenar de habitantes, situada en la isla de Tegua, en el estado polinesio de Vanuatu– fueron desplazados para escapar de unas inundaciones cada vez más frecuentes. La barrera de coral ya no les protegía de unos ciclones cada día más violentos y la erosión estaba haciendo retroceder la costa a un ritmo de 2 a 3 metros por

año. Este centenar de personas ostentan el triste privilegio de ser el primer caso de traslado colectivo por causa de la elevación del nivel de los océanos, debido al cambio climático. Pero el número de refugiados climáticos va siendo ya elevado, sobre todo en las islas del Pacífico. Antes mencionamos Tuvalu, otro estado polinesio: sucede que cuenta ya con más de tres mil refugiados climáticos. Situado a 3.400 km. al noreste de Australia y próximo a Vanuatu, este país (de apenas 26 km2) está formado por ocho atolones, donde la altura máxima está situada a 4,5 metros sobre el nivel del mar. La mitad de los 11.636 habitantes viven a tres metros de altura sobre el nivel del mar: y ahora el cambio climático está provocando grandes mareas (hasta tres metros por encima de su nivel normal), en aumento progresivo.

Tuvalu es el primer país donde la gente se ha visto forzada a abandonar su tierra para escapar de las inundaciones. Si no se toman medidas drásticas, corre el riesgo de convertirse en el primer estado borrado del mapa tras la evacuación de toda su población. Tuvalu es el primer país donde la gente se ha visto forzada a abandonar su tierra para escapar de las inundaciones. Si no se toman medidas drásticas podría desaparecer del mapa. En el año 2000 el gobierno de Tuvalu pidió a Australia y Nueva Zelanda que se comprometieran a acoger a sus 11.636 habitantes en el caso de que el nivel oceánico hiciera indispensable la evacuación. El gobierno de Canberra respondió negativamente; su ministro de inmigración, Philip Ruddock, declaró que acoger a los “náufragos” de Tuvalu sería “discriminatorio” con respecto a otros candidatos a refugiados. En realidad, “Australia nos ha dado con la puerta en las narices”, expresó un responsable de Tuvalu. La respuesta de Nueva Zelanda fue un poco menos brutal, manteniéndose dentro de lo previsto por el grupo del PAC (Pacific Access Category), acuerdo sobre inmigración entre el gobierno de Auckland, de una parte, y de otra los gobiernos de Fidji, Tuvalu, Kiribati y Tonga. Según este acuerdo, Nueva Zelanda acepta acoger por un año a 74 personas de Tuvalu y Kiribati, y a 250 de Fidji y Tonga, a condición de que los candidatos tengan entre 18 a 45 años, una oferta de empleo “aceptable” en Nueva Zelanda (empleo asalariado, a tiempo completo e indefinido), con conocimientos probados de inglés, satisfagan ciertas condiciones en materia sanitaria y prueben unos ingresos


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Cambio Climático ¿Cómo se calcula su impacto? suficientes si tienen alguna persona a su cargo. Para comprender el alcance de esta medida política, hay que aclarar que Australia cuenta con apenas 20 millones de habitantes (promedio de 3 hab/km2), que ocupa el tercer lugar entre los países según el nivel de desarrollo humano de Naciones Unidas, y que su PIB por habitante es de 29.632 dólares/año. Nueva Zelanda, por su parte, no es un país con menos recursos. Hay que añadir que el gobierno australiano, gran aliado de G.W. Bush, rechazó ratificar el protocolo de Kyoto, siendo como es la economía consumidora de carbón más intensa del planeta. El 98% de las víctimas de los desastres naturales de los últimos veinte años (1985-2005) vivía en los países eufemísticamente llamados “en vías de desarrollo”, según los datos de la Estrategia Internacional de Naciones Unidas para la Reducción de los Desastres Naturales de la ONU. Esto indica la terrible pauta que podría magnificarse en el futuro. Permitir un cambio climático rápido y descontrolado podría tener bastante de genocidio del Norte contra el Sur. Los criterios sobre los problemas ecosociales Aplicar criterios reductivamente economicistas a los problemas ecosociales es incorrecto. Así como una guerra -siempre que no alcance niveles catastróficos- puede tener efectos beneficiosos para la actividad económica y el empleo, aunque sus consecuencias generales para la sociedad y

el medio ambiente sean un verdadero desastre; análogamente -y por las mismas razones- un cambio climático, siempre que no alcance niveles catastróficos, puede tener efectos beneficiosos para la actividad

económica y el empleo, aunque sus consecuencias más amplias para la sociedad y el medio ambiente sean un verdadero desastre. Es concebible un mundo cada vez más degradado social y ecológicamente, cada vez menos capaz de proporcionar bienestar a los seres humanos, pero que siga siendo “bueno para los negocios”, donde el PIB crezca y el empleo aumente (desde luego no de forma sostenible a largo plazo, pero sí a plazo corto y medio). Esto no quiere decir que el cambio climático –o la guerra— resulten por ello más aceptables: quiere decir que aplicar criterios reductivamente economicistas a los problemas ecosociales es incorrecto. En general, ni las elites sociopolíticas europeas, ni las sociedades en su conjunto, están prestando la atención que merece al

gravísimo problema del cambio climático. Y en la limitada medida en que lo hacen, se concentran excesivamente en cuestiones de cambio tecnológico y adaptación al calentamiento, en lugar de hacerlo sobre cambio ecosocial y mitigación del calentamiento climático. Pero el tiempo se nos está acabando: si no se toman enérgicas medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, la concentración de los mismos podría duplicar los niveles preindustriales ya en 2035, haciendo casi inevitable un aumento de las temperaturas promedio de más de 2ºC con respecto a los niveles preindustriales (considerado por los científicos, y también por el estamento político de la UE, como el nivel a partir del cual las consecuencias se tornarían incontrolables y sumamente peligrosas). Un reciente estudio noruego criticaba la nociva autocomplacencia europea en cuanto a la capacidad de adaptación al calentamiento climático, señalando que los efectos indirectos del mismo pueden ser mucho más importantes que los efectos directos y sectoriales. Como cultura, nos está obnubilando el exceso de confianza en la tecnología y los mercados, la fe irracional en última instancia- en nuestra capacidad para dominar las situaciones y suprimir la contingencia. Ese exceso de confianza de la cultura euronorteamericana, que tiende a degenerar en tecnolatría y mercatolatría, puede convertirse en una trampa mortal. Un colapso civilizatorio no resulta inverosímil La gran cuestión de fondo es si las perturbaciones socioecológicas inducidas por un cambio climático rápido y extremo pueden conducir, o no, a un colapso civilizatorio; y


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Cambio Climático ¿Cómo se calcula su impacto? a esta cuestión no podrá contestar ningún modelo climático, o econométrico o mixto. Sencillamente no lo sabemos ni lo sabremos (aunque sí podemos estar seguros de que esos modelos no resultan demasiado útiles a la hora de analizar o predecir cambios bruscos y no lineales). Incluso los “optimistas” Link y Tol reconocen que “una razón para preocuparse por el posible colapso de la circulación termohalina [en el Atlántico Norte] es que se trata de un cambio de régimen, y las incertidumbres que rodean a los sistemas naturales serían mucho mayores que sin semejante colapso”. Los modelos climáticos y económicos empleados no nos dicen mucho en caso de cambio “catastrófico.” El fondo de la cuestión lo ha puesto agudamente de manifiesto Mike Davis: “Las discusiones científicas sobre el cambio climático y el calentamiento global siempre se han desarrollado bajo la terca presencia de la no linealidad. Los modelos climáticos, como los modelos econométricos, son fáciles de construir y de comprender cuando son simples extrapolaciones lineales de una conducta pasada bien cuantificada; es decir, cuando hay una relación proporcional consistente entre causas y efectos. Pero la mayoría de los componentes del clima global –aire, agua, hielo y vegetación– en realidad exhiben un comportamiento no lineal: a partir de ciertos umbrales pueden saltar repentinamente de un patrón organizativo a otro, con consecuencias catastróficas para especies con un diseño muy adaptado a las condiciones ecológicas previas. Hasta principios de la década de 1990 se creía que esas grandes transiciones climáticas requerían siglos, si no milenios. Hoy, gracias al procesamiento e interpretación de los registros materiales presentes en los casquetes polares y en los sedimentos de los fondos marinos, sabemos que las temperaturas globales y las corrientes oceánicas pueden, bajo determinadas circunstancias, cambiar muy rápidamente (en una década, o incluso en menos tiempo).” La cuestión es que existen –tanto en la biosfera en su conjunto como en los ecosistemas singulares, así como en el sistema climático en su conjunto– umbrales críticos más allá de los cuales el cambio lento y “digerible” se convierte en rápidas transformaciones profundas. En lo que atañe al clima, muchos científi-

cos piensan que podemos haber sobrepasado algunos de esos umbrales críticos, o estar a punto de hacerlo. Así, por ejemplo, el experto en glaciares Lonnie G. Thompson (de la Ohio State University) cree que los datos disponibles sobre el retroceso de los glaciares –especialmente en las montañas más cercanas al trópico: los Andes y el Himalaya— indican que “el sistema del clima ha excedido un umbral crítico” y sugiere que quizá los seres humanos no dispongamos del lujo de adaptarnos a cambios lentos. En una entrevista insiste: “Hay umbrales en el sistema, y cuando se traspasan corremos el riesgo de cambiar el mundo tal y como lo conocemos hacia estados en que un montón de gente en el planeta estará

retrocederá hasta 15 metros en promedio, dañando playas, viviendas e infraestructuras, y amenazando zonas tan valiosas como el Coto de Doñana, la Albufera de Valencia, la Costa Brava, la Manga del Mar Menor o el Delta del Ebro). El cuarto informe de evaluación del IPCC (Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático), cuya primera parte se difundió en febrero, prevé una subida del nivel del mar entre 19 y 58 cm en 2100 (suponiendo que no haya pérdidas masivas de hielo en los polos). Pero la cuestión es que si se funden los hielos de Groenlandia, el nivel del mar subiría no unos centímetros,

en riesgo.” Por ejemplo, la mayoría de los estudios sobre impactos económicos de la subida del nivel del mar a causa del cambio climático dan por sentado un escenario de cambios graduales, con subidas de alrededor de 25 cms. en el siglo XXI. Por ejemplo, el informe Impactos en la costa española por efecto del cambio climático encargado por el Ministerio de Medio Ambiente español y hecho público en septiembre de 2006 asume subidas de 35 cm. en el Cantábrico, 20 en el Mediterráneo y 10 en el Golfo de Cádiz (advirtiendo, eso sí, que incluso estas subidas modestas y graduales tendrían consecuencias importantes: la línea de costa

sino probablemente siete metros (y si se funden los hielos de la Antártida el panorama aún sería mucho peor, con subidas de varias decenas de metros). Por desgracia hay indicios de que el campo de hielo de Ross en la Antártida –algo más grande que España— está comenzando a fundirse. Y Groenlandia se está fundiendo rápidamente: la velocidad a que lo hace casi se ha triplicado entre 2000 y 2005, y ahora vierte 250 km3 de agua dulce al mar cada año (¡cada kilómetro cúbico equivale al derogado trasvase del Ebro en España!). Científi-


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Cambio Climático ¿Cómo se calcula su impacto?

cos expertos en glaciares creen que “bastante antes del final del siglo XXI podemos atravesar un umbral que desencadene una subida de muchos metros del nivel del mar”. Desde 1975 el casquete polar se ha ido derritiendo a un ritmo lento pero constante: hasta hace pocos años las previsiones científicas aseguraban que no se deshelaría del todo hasta 2200. Ahora los hielos del Ártico se están derritiendo al ritmo acelerado de 9% por decenio, y los veranos de 2005 y 2006 han sido tan catastróficos que, de seguir esa tendencia, ¡antes de quince años se habrían fundido por completo! En un reciente editorial de Science se decía: “Nada en los registros sugiere que un modelo climático de ‘equilibrio’ sea el término adecuado de comparación. Estamos dentro de un sistema altamente cinético, y en el pasado, cambios climáticos dramáticos tuvieron lugar en el lapso de sólo algunas décadas. Nuestro confort durante el Holoceno [los últimos diez mil años] puede haber fortalecido nuestro sentimiento de seguridad, pero la expectativa de que los cambios son improbables no constituye una posición razonable. [...] Una fusión glacial acelerada y cambios de gran calado en el nivel del mar (por ejemplo) no

deberían considerarse posibilidades hipotéticas, sino acontecimientos probables”. Hoy los niveles de emisión de dióxido de carbono y metano son similares a los que se dieron durante el “infierno del Eoceno”, hace 55 millones de años, cuando la temperatura subió unos 5ºC en promedio en los trópicos, y 8ºC en las latitudes templadas, y el planeta tardó más de 200.000 años en recuperar cierto equilibrio climático. James Lovelock sostiene que hemos pasado ya el punto sin retorno en lo que se refiere a cambio climático, y que resulta improbable que nuestra civilización sobreviva. Su perspectiva no puede ser más sombría: para él, antes de que acabe el siglo XXI miles de millones de personas habrán muerto, y las pocas parejas reproductoras que sobrevivan estarán en el Ártico, donde el clima aún resulte soportable. “Hoy sabemos que la Tierra se autorregula, pero (...) hemos descubierto demasiado tarde que esa regulación está fallando [debido al desarreglo climático antropogénico] y que el sistema de la Tierra avanza rápidamente hacia un estado crítico que pondrá en peligro la vida que alberga”. Pueden debatirse estas predicciones de un científico de talla internacional, experto en el “sistema Tierra” –que él bautizó Gaia hace decenios— y sus múltiples mecanismos de autorregulación: pero lo que no está en cuestión es que un calenta-

miento climático rápido y fuerte pone en entredicho la habitabilidad de extensas zonas de la Tierra para los seres humanos, y tampoco que el calentamiento en curso se está haciendo cada vez más fuerte y rápido, año tras año. El hecho de que un colapso civilizatorio resulte una posibilidad nada inverosímil, y que por lo tanto quepa que, en un futuro no muy lejano, en lugar de estar discutiendo acerca de los metros de playa perdida en las zonas turísticas, o acerca de los costes marginales del incremento de muertes de ancianos por olas de calor, nos encontremos estimando cuántos pequeños grupos de cazadores-recolectores se las apañarán para sobrevivir en las estepas de una Europa devastada y empobrecida; el hecho de que semejante colapso sea posible debería bastar para impulsar políticas ambiciosas de lucha contra el cambio climático. El gran poeta chino Wang Wei (701-761), uno de los clásicos de la literatura universal, tituló uno de sus poemas “Insufrible canícula”. En él se leen los siguientes versos: “Un sol de brasas envuelve cielos y tierra,/ nubes de fuego se acumulan como montañas.// Árboles y hierbas se queman./ Ríos y estanques se han secado.// La ropa delgada se siente pesada;/ el denso follaje apenas da sombra.// (...) ¡Ay, si pudiera salir de este universo/ y sentirme libre en la vasta inmensidad!...” El mundo de “efecto invernadero” reforzado donde estamos ingresando puede dejar chiquitas a todas las canículas anteriores que han experimentado nuestros antepasados; y aunque lo deseemos, no hay forma de “salir de este universo”. No podemos seguir escondiendo la cabeza bajo el ala y posponiendo la acción eficaz: el tiempo se nos está acabando. *Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud - Universidad de Barcelona


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Análisis de la nueva estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos

Elsa Bruzzone José Luis García

Estados Unidos presentó el 10 de mayo de 2010 su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, NATIONAL SECURITY STRATEGY NSS, en la que anuncia que la guerra será ahora su último recurso tomando así distancia de la Doctrina de la Guerra Preventiva impuesta por George W. Bush.

E

s el primer Documento de Seguridad del gobierno del presidente Barack Obama y forma parte de la orientación estratégica que el Gobierno emite cada varios años, por exigencias del Congreso, y en la cual se fijan las prioridades diplomáticas y defensivas del país. Aunque con algún retraso se presenta una apretada síntesis de sus principales contenidos, apreciando que su conocimiento ayudará a entender, de mejor manera, los actuales procedimientos de la potencia hegemónica y el cambio de actitud de algunos de sus aliados Esta nueva estrategia se basa en la propuesta de incrementar el desarrollo de la cooperación internacional y en el funcionamiento del sistema de alianzas, y, por primera vez, enuncia las amenazas que provienen del cambio climático, aunque poniendo especial énfasis en la lucha contra el terrorismo, que potencialmente pueda actuar en los Estados Unidos. Esto ocurre luego de que el Gobierno dijo detectar una serie de incidentes protagonizados por presuntos extremistas nacidos o residentes en el país. De esta manera y por primera vez se formula una estrategia que integra la seguridad interna dentro del plan global de seguridad de la Nación. Presenta a la red Al Qaeda como el gran enemigo de los EE UU y señala también como principales amenazas potenciales los programas nucleares desarrollados por Corea del Norte y el que presuntamente lleva a cabo el gobierno de Irán. Combatirá contra los extremistas “allí donde tramen sus planes y se entrenen, en Afganistán, Pakistán,

Yemen, Somalia y más allá”, no obstante, se usará “la fuerza de manera prudente”, reconociendo que a menudo necesitan “usar el bisturí y no un mazo”. “Nuestra estrategia comienza reconociendo que nuestra fuerza y nuestra capacidad de influencia en el exterior comienza con los pasos que demos en casa”, declaró el presidente estadounidense en el prefacio del documento.

“Nuestra estrategia comienza reconociendo que nuestra fuerza y nuestra capacidad de influencia en el exterior comienza con los pasos que demos en casa”, declaró el presidente estadounidense en el prefacio del documento. Considera el bienestar económico como uno de los pilares para garantizar la seguridad del país y propone una “nueva base” mediante el énfasis en el uso de energías limpias y la reducción del déficit fiscal. Aspira a promover el bienestar económico fuera del propio país afirmando que se ha “visto cómo los golpes a la economía global pueden precipitar el desastre”. El documento reconoce “los límites del poder militar”

situación surgida a raíz de las consecuencias del desarrollo de dos guerras simultáneas, Irak y Afganistán, esta última con muy mal pronóstico y de otros factores que han demostrado que una abrumadora capacidad militar no desemboca necesariamente en los resultados buscados, que los costos son altos, y que cada vez se hace más difícil desarrollar una estrategia de salida eficaz del conflicto que garantice la estabilidad y la continuidad del régimen amigo conformado, sin que resulte imprescindible la presencia casi permanente de fuerzas militares propias en las áreas de conflicto. Por ello reconoce a la diplomacia y lo que denomina “los recursos del poder blandos” como complementos indispensables del poder militar así como la cooperación de otros países por poderosos que sean los medios de los EE UU. En consecuencia - dice - resultará ineludible la necesidad de un manejo colectivo y multilateral e imprescindible la concertación con países amigos para lograr la total superación de los conflictos. Todo ello se debe, expresa, al


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Análisis de la nueva estrategia... auge de otras potencias mundiales, una mayor dispersión del poder mundial y la existencia de un mundo cada vez más interdependiente. No obstante en la página 22 sostiene que el uso de la fuerza se hará en forma “multilateral” siempre que ello sea posible, pero se hará “unilateralmente”, cuando ello sea necesario. La principal preocupación que surge del análisis del Documento es la derivada de la proliferación de armas nucleares y de las armas de destrucción masiva, especialmente las que se encuentren o puedan estar en manos de los que ellos consideran como grupos terroristas. Establece la necesidad de desarrollar las capacidades militares necesarias para poder enfrentar enemigos con “capacidades asimétricas” en distintos lugares del mundo, con distintas características climatológicas y desarrolladas en terrenos variados. Reconoce el fracaso de la puesta en marcha de estrategias unilaterales sobre la base de sus experiencias en Irak y en Afganistán. Abandonan así la creencia en la existencia de un mundo unipolar donde los EE UU podrían dictar en forma absoluta los nuevos términos del orden internacional resultante de la finalización de la “Guerra Fría”. En resumen esta nueva Estrategia asume las siguientes premisas: 1. La necesidad del multilateralismo. 2. Admite la importancia de diseñar políticas teniendo en cuenta ”el mundo tal cual es” y no como lo quisieran imaginar 3. Admite que en un mundo interdependiente se producirán resultados del tipo ”suma cero”, y 4. Reafirma la ilegitimidad de políticas que buscan imponer valores o sistemas de gobierno a través del uso de la fuerza, curso de acción que dañó la credibilidad del accionar de los EE UU en el mundo. Más adelante expresa la necesidad de ejercer “un liderazgo moral” y – por primera vez - advierte que el uso de la tortura es un procedimiento ilegal sean cual fueran las razones o pretextos para emplearla El Documento registra con claridad el debate existente en

los especialistas militares entre aquellos que sostienen que la preparación del instrumento militar deberá especializarse para la lucha contra adversarios con capacidades asimétricas, y otros que sostienen, por lo contrario, que el esfuerzo principal de la preparación deberá establecerse sobre el incremento de las capacidades militares integrales, dado el sostenido crecimiento de las capacidades castrenses de potenciales oponentes, destacando los progresos de China, India y el resurgimiento de las políticas armamentistas en Rusia. Para enfrentar cualquiera de los escenarios señalados, la nueva Estrategia (NSS) subraya la importancia fundamental que tendrá el refuerzo de sus alianzas con la Unión Europea, así como las establecidas con los países afines “Establece la necesidad de desarrollar las capacidades militares necesarias para poder enfrentar enemigos con “capacidades asimétricas” en distintos lugares del mundo, con distintas características climatológicas y desarrolladas en terrenos variados.” del Asia, del Medio Oriente y con sus limítrofes: Canadá y Méjico. En el caso particular de China, se reconoce la creciente importancia de ese país como actor global expresando: “la relación entre los EE UU y China será decisiva para enfrentar los desafíos del nuevo siglo” y más adelante “los Estados Unidos de Norteamérica seguirán monitoreando el desarrollo de ese país para asegurarse que cumple un papel responsable dentro del sistema internacional”. Un reconocimiento implícito de su rol imperial Insiste en su antigua posición de la Doctrina de la Seguridad Nacional, expresando que la Seguridad Nacional se reforzará defendiendo el mantenimiento del mercado libre y la globalización como ejes centrales de una política basada en la competitividad y la apertura de nuevos mercados ya que seguridad y prosperidad seguirán estando íntimamente relacionadas. Dentro de estas previsiones económicas llama la atención la importancia prioritaria que ahora se otor-

ga al Grupo de los 20 denominándolo como ”el principal foro de cooperación”. Resulta significativo observar que, por primera vez en un documento oficial, EE UU asume la idea de un mundo libre de armas nucleares, aunque lo presente como un objetivo para el largo plazo. De la misma manera y por primera vez, pese a no ser miembro de la Corte Penal Internacional declara su voluntad de colaborar en “algunas áreas” de esa organización que puedan ser de su interés. Algo diametralmente opuesto a su proceder de los años anteriores. Como ha ocurrido en los últimos años, cabe destacar que, salvo la mención específica de Canadá y Méjico entre sus prioridades, el resto deAmérica Latina y EL Caribe no son objeto de ninguna atención, por lo que puede deducirse que tanto la OEA como el arcaico Sistema Interamericano de Defensa se toman como algo consolidado y sin el menor cambio en su prospectiva. Otras omisiones que el documento tiene son, entre otras, la mención al desafío que representan Venezuela y el nuevo Bolivarismo que lleva implícito, la situación cubana y apenas se menciona al Sureste Asiático y el África continental. De la misma manera no existe la menor mención sobre la UNASUR y sus organismos derivados. Finalmente, pese a una somera enunciación de los peligros derivados del cambio climático, no se hace ninguna mención del casi absoluto fracaso de la Cumbre de Copenhague. Por lo contrario menciona la necesidad de proporcionar seguridad al ciberespacio. Hasta aquí el resumen .La pregunta que puede formularse es: ¿Qué pensará el llamado “COMPLEJO INDUSTRIAL MILITAR” de esta propuesta? En los últimos tiempos ellos han adoptado las decisiones finales y si se analizan los recientes acontecimientos en Libia todo el documento parece ser una simple pieza literaria presentada para cumplir un requerimiento burocrático.


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José Luis García Cnl ®

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NA NUEVA ESTRUCTURA PARA EL PODER MILITAR

Presentamos hoy el último artículo prometido cuando iniciamos la difusión de un cursillo sobre una introducción a la problemática de la Defensa Nacional. En él intentaremos informar - como lo anunciamos en el artículo anterior - acerca del accionar determinante del Ministerio de Defensa para proporcionar al país una nueva estructura del poder militar a fin de adecuarlo a las verdaderas necesidades de la nación. Algo adelantamos en el artículo referido a la nueva estructura adoptada por el Ejército en el número anterior de esta revista, y ahora intentaremos proporcionar información referida al total de las FuerzasArmadas. Para ello efectuaremos un análisis de la Resolución 1633/2010 del Ministerio de Defensa, por la cual se aprueba la matriz común para la estructura orgánico-funcional de la conducción superior de las Fuerzas Armadas, y que es un compendio de todos los contenidos de las Leyes Nº 22.520 (T.O. Decreto Nº 438/92), Nº 23.554 y Nº 24.498, los Decretos Nº

727 del 12 de junio de 2006, Nº 1691 del 22 de noviembre de 2006. Es necesario tener en cuenta que el Artículo 21 de la Ley Nº 23.554 determina que la organización y el funcionamiento de las Fuerzas Armadas se inspirarán en criterios de organización y eficiencia conjunta, unificándose las funciones, actividades y servicios cuya naturaleza no sea específica de una sola fuerza .Además que el Artículo 5 de la Ley Nº 24.948 indica que tanto en las previsiones estratégicas como en la organización, equipamiento, doctrina y adiestramiento de las fuerzas armadas se dará prioridad al accionar conjunto y a la integración operativa. De la misma manera el artículo 8 de esta última ley prescribe que en la nueva organización a definir se deberán suprimir comandos intermedios carentes de finalidad práctica, y que se deberán reducir al mínimo y normalizar las estructuras administrativas y burocráticas de las fuerzas además de procurar la máxima integración y estandarización del conjunto de reglas, procesos, procedimientos, funciones, servicios y actividades relativos al uso o empleo eficiente de los medios militares, y que las FUERZAS ARMADAS están dedicadas exclusivamente a alistar, adiestrar y

sostener los medios puestos a su disposición. Por otra parte, el Decreto Nº 1691/2006, Directiva de Organización y Funcionamiento de las FUERZAS ARMADAS, determina que el carácter ineludiblemente conjunto del Instrumento Militar implica a la doctrina, el planeamiento, el diseño de fuerzas, el adiestramiento y la operación militar propiamente dicha, razón por la cual insta al avance en la elaboración del Planeamiento Estratégico Militar y de las readecuaciones necesarias de las estructuras orgánico - funcionales de las fuerzas. Por todo ello se determinó que resulta conveniente acordar una matriz común para la Estructura Orgánico Funcional de la Conducción Superior de las Fuerzas Armadas, la que aplicada a la realidad de cada fuerza deberá imponer que sólo las especifidades ciertas justifiquen un apartamiento de un modelo homogéneo y que resulta oportuno adaptar y adoptar principios y criterios generales de organización aplicables a la Administración Pública Nacional que no atenten contra la eficacia y los impe-


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Desde la carpa y la trinchera rativos particulares de la función militar. Además se ha tenido en cuenta lo que propuso oportunamente el ESTADO MAYOR CONJUNTO, pues no implica drásticas modificaciones en la creación o supresión de organismos, sino más bien ordenamientos para definir con mayor clarid a d e n l o s t r e s E S TA D O S MAYORES GENERALES, los responsables primarios del SOSTENIMIENTO (SJEMG de cada Fuerza), y del ALISTAMIENTO y ADIESTRAMIENTO (un solo COMANDANTE por Fuerza), agrupando las funciones de SOSTENIMIENTO (personal, material, educación, salud, etc.) en una Dirección General para cada área. Por todo ello EL MINISTERIO DE DEFENSAresolvió: 1. Aprobar la Estructura OrgánicoFuncional de la Conducción Superior del Estado Mayor General del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, que obra en los Anexos 2. Las aperturas organizativas inferiores serán completadas por cada Estado Mayor General. 2. Disponer la entrada en vigencia de las Estructuras Orgánico - Funcionales aprobadas para el día 1 de enero de 2011. Para ello, se instruyó a los Jefes de Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas a adecuar la doctrina y reglamentos de sus organizaciones correspondientes. 3. Instruir al Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas a adecuar la doctrina básica conjunta en función de los criterios de estandarización acordados en la Matriz Común de la Estructura Orgánico Funcional de la Conducción Superior de las Fuerzas Armadas. (Anexo 1) 4. Establecer que las modificaciones a las Estructuras Orgánico - Funcionales contenidas en los Anexos 2 deberán ser dispuestas por Resolución Ministerial. Los Jefes de Estado Mayores Generales conservan la atribución de adecuar las unidades organizativas inferiores, informando previamente al ESTADO MAYOR

CONJUNTO y al MINISTERIO DE DEFENSAdel ejercicio de esta facultad. Hasta aquí todas las disposiciones. Las Fuerzas Armadas han adecuado sus organizaciones de acuerdo con estas previsiones (Ver Anexos 1 y 2) y el futuro nos dirá de su conveniencia Las vetustas estructuras fracasadas durante el conflicto en el Atlántico Sur quedarán en el olvido. Esperamos un futuro digno de nuestras mejores tradiciones. Una primera visión de cómo funcionarán estas nuevas estructuras lo puede demostrar el llamado EJERCICIO UNIDEF 2011 cuya síntesis de su ejecución presentamos a continuación. Siempre hemos señalado la necesidad de efectuar cambios estructurales profundos, no sólo en la mentalidad y contenidos de la educación de los cuadros de las FF AA, sino también en todo lo que hace a la modernización, la organización, procedimientos de instrucción, equipamiento y nuevas técnicas de conducción para nuestras Fuerzas Armadas a fin de no sólo capacitarlas para operar sujetándose a las estrictas normas nacionales e internacionales que rigen la conducta de los contingentes militares para asegurar el absoluto respeto de los derechos humanos, objetivo en vías de afianzarse, sino también de la toma de conciencia y adaptación a los requerimientos surgidos

de las nuevas amenazas existentes, no sólo en el ámbito nacional sino también en el regional y que es probable tendríamos que enfrentar, ya sea aisladamente o en conjunción con nuestros aliados de la Región. Para el logro de estos últimos fines resultó fundamental efectuar, en el ámbito nacional, la reglamentación de la Ley de Defensa Nacional, recién lograda en el año 2006, así como la puesta en marcha de las Directivas emanadas del Ministerio de Defensa, especialmente la Resolución Ministerial 574, que dio origen a la Comisión Ad Hoc de Asuntos Para la Modernización del Sistema Doctrinario de Defensa, y la Resolución 1633/2010 que aprobó la matriz común para la estructura orgánica - funcional de la Conducción Superior de las Fuerzas Armadas. De esta manera cada una de las fuerzas no sólo reestructuró su organización, sino que adecuó su doctrina de empleo para facilitar el accionar de las nuevas estructuras de combate que pueden requerir la formación de Fuerzas de Tareas conjuntas, las que se organizan de acuerdo con la misión por cumplir, y que agrupan efectivos de fuerzas terrestres, navales y aéreas, las que, una vez cumplida su misión, se reintegran a sus unidades de origen. Estas Fuerzas de Tareas son conducidas, a su vez, por Comandos Conjuntos, que están capacitados para el manejo armónico de esos efectivos. En lo que se refiere a lo regional, es una tarea que está encarando el recientemente creado Consejo Sudamericano de Defensa y que parece estar convenientemente encaminada para superar la arcaica OEA y su Sistema Interamericano de Defensa con sus organizaciones, de tan malos recuerdos, entre ellos la Junta Interamericana de Defensa, el Comando Sur y su famosa ”Escuela de las Américas”, las vigentes reuniones de los Comandantes de las FF AA regionales. y el despliegue de bases militares de otros países en nuestros territorios, siempre próximas a los recursos naturales estratégicos, así como la tolerancia, y muchas veces apoyo, a la existencia de enclaves coloniales militares tales como: Malvinas, Guantánamo, Aruba, Curaçao, Vieques (Puerto Rico ) y otros, no tan abiertos, sino encubiertos, en nuestros propios territorios. Un resultado de estas actividades para lograr el cambio en el orden nacional se evidenció –entre otros - con la realización del ejercicio militar conjunto organizado por el Ministerio


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de Defensa bautizado “UNIDEF 2011” (Unidos Para la Defensa) que tuvo por escenario el área de Bahía Blanca y su zona aledaña durante setiembre de 2011, y que involucró a efectivos militares de nuestro país. Para tener una referencia de sus pormenores reproducimos lo informado por la agencia de noticias DYN: “Cerca de 3.800 efectivos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de la Argentina, participaron de esta maniobra, que fue presenciada por el M i n i s t r o d e D e f e n s a , A RT U R O PURICELLI, el Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Brigadier General JORGE CHEVALIER, y otras autoridades militares. Se trató de un ejercicio donde en forma coordinada se pudo observar por ejemplo gran poderío de fuego disparado desde corbetas y destructores de la Armada y de distintas piezas de artillería y bombas lanzadas desde aeronaves. El ejercicio conjunto UNIDEF 2011 se hizo en las instalaciones de la Base Naval de Puerto Belgrano, en las afueras de la ciudad de Bahía Blanca, donde participaron efectivos y diversos materiales del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, como aviones, helicópteros, buques de guerra, tanques y vehículos blindados. Fue una de las maniobras más importantes que se hicieron en los últimos años por la gran presencia de tropas que realizaron operaciones defensivas, anfi-

bias, de conexión y contraataque. Además, fue el primer entrenamiento de guerra con gran despliegue organizado por el Comando Operacional de las Fuerzas Armadas, organismo creado en 2006 por la reglamentación de la Ley de Defensa nacional 23.554. También, por primera vez en la historia militar argentina se pudo observar en el terreno de combate a una Compañía Conjunta de Comunicaciones, integrada por soldados del Ejército, Armada y Fuerza Aérea, recientemente creada bajo las órdenes del Coronel del Ejército Horacio Falcón. El objetivo de esta maniobra militar fue que una fuerza de tareas conjunta asignada a un teatro de operaciones debió desarrollar una incursión anfibia para reconquistar un terreno y bloquear el avance del enemigo que ha invadido el territorio propio, hasta el arribo de un componente terrestre para el contraataque de la fuerza invasoras. El Ejército desplegó para esta ejercitación personal y materiales del Comando de la 3º División, Batallón Comunicaciones 181, Brigada Mecanizada X, una Sección de Asalto Aéreo, una Compañía de Comandos 610, helicópteros, baterías de artillería, un Escuadrón de Exploración Blindado y un Escuadrón de Tanques. Por su parte, la Armada aportó un buque destructor MEKO

360, dos corbetas MEKO 140, una corbeta A-69, un buque multipropósito, un buque de transporte, un Batallón de Infantes de Marina, una batería de artillería, un Batallón de Vehículos Anfibios, dos Secciones de Comandos Anfibios, un Batallón de Apoyo Logístico, una Sección de Aviones de Caza y Ataque Súper ETENDART, helicópteros Sea King y aviones de lucha antisubmarina TRACKER. En tanto, la Fuerza Aérea dispuso para el ejercicio aviones IA-58 Pucará, caza bombardero A-4 AR, los supersónicos e interceptores MIRAGE III y una aeronave C130 HÉRCULES.” Hasta aquí el informe. Nos queda claro que luego de sucesivas ejercitaciones de este tipo no sólo se irán consolidando las nuevas estructuras orgánicas sino que surgirán con toda nitidez las necesidades de reequipamiento imprescindible en el sector, que no serán la resultante de una actitud modernista o apresurada, sino las conclusiones que surjan de las fundamentales necesidades de reequipamiento para prevenir la agresión de un probable adversario, muchas veces con capacidades diferentes a las propias, que amenace la preservación de la población y de sus recursos naturales estratégicos con el requisito ineludible de que su fabricación y mantenimiento se haga preferentemente en el país con la sola colaboración, si ello es posible, de nuestros aliados regionales. Como se aprecia, todo un procedimiento que, sumado a otros en plena ejecución y de la misma categoría, son los más indicados para asegurar la legítima defensa nacional y la regional. La población no debería quedar al margen de estas actividades sino estar plenamente informada ya que el futuro exige la más firme unidad de acción entre el gobierno, sus fuerzas armadas y el pueblo, protagonistas y sostenedores de la soberanía nacional. Ese es el camino.


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Desde la carpa y la trinchera Anexo 1 INSPECTORÍA GENERAL

JEFATURA DE ESTADO MAYOR

INSPECTORÍA GENERAL

SECRETARÍA GENERAL

DIRECCIÓN GENERAL DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS

COMISIÓN EVALUADORA DE CONTRATACIONES

DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS JURÍDICOS

SECRETARÍA AYUDANTE

CUARTEL GENERAL

SUBJEFATURA DE ESTADO MAYOR GENERAL

DIRECCIÓN GENERAL DE ORGANIZACIÓN Y DOCTRINA

DIRECCIÓN GENERAL DE PERSONAL Y BIENESTAR

DIRECCIÓN GENERAL DE INTELIGENCIA

DIRECCIÓN GENERAL DE EDUCACIÓN

DIRECCIÓN GENERAL DE INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO

DIRECCIÓN GENERAL DE SALUD

DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIONES E INFORMÁTICA

DIRECCIÓN GENERAL DE MATERIAL

DIRECCIÓN GENERAL DE INTENDENCIA

COMANDO DE ADIESTRAMIENTO Y ALISTAMIENTO

UNIDADES OPERATIVAS UNIDADES OPERATIVAS UNIDADES OPERATIVAS UNIDADES OPERATIVAS UNIDADES OPERATIVAS

Anexo 2

INSPECTORÍA GENERAL

JEFATURA DE ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJÉRCITO

DIRECCIÓN GENERAL DE PLANES, PROGRAMAS Y PRESUPUESTO

SECRETARÍA GENERAL

DIRECCIÓN GENERAL DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS

COMISIÓN EVALUADORA DE CONTRATACIONES

DIRECCIÓN GENERAL DE ASUNTOS JURÍDICOS

SECRETARÍAAYUDANTE

CUARTEL GENERAL

SUBJEFATURA DE ESTADO MAYOR GENERAL DEL EJÉRCITO

DIRECCIÓN GENERAL DE ORGANIZACIÓN Y DOCTRINA

DIRECCIÓN GENERAL DE PERSONAL Y BIENESTAR

DIRECCIÓN GENERAL DE INTELIGENCIA

DIRECCIÓN GENERAL DE EDUCACIÓN

DIRECCIÓN GENERAL DE INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO

DIRECCIÓN GENERAL DE SALUD

DIRECCIÓN GENERAL DE COMUNICACIONES E INFORMÁTICA

DIRECCIÓN GENERAL DE MATERIAL

DIRECCIÓN GENERAL DE INTENDENCIA

DIRECCIÓN ANTÁRTICA

DIRECCIÓN DE AVIACIÓN DE EJÉRCITO

DIRECCIÓN DE INGENIEROS E INFRAESTRUCTURA

DIRECCIÓN DE REMONTA Y VETERINARIA

GUARNICIÓN MILITAR BUENOS AIRES

COMANDO DE ADIESTRAMIENTO Y ALISTAMIENTO

I DIVISIÓN DE EJÉRCITO (BRIG. II - XII - DEST. II)

II DIVISIÓN DE EJÉRCITO (BRIG. I - VI - IX - XI)

I DIVISIÓN DE EJÉRCITO (BRIG. V - VII - X)

FUERZA DE DESPLIEGUE RÁPIDO


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ctuar

ra a a p s a n i Pág

Exportando agua

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medida que la era del petróleo llega a su fin, una de las consecuencias menos analizadas es la utilización del agua para mantener o aumentar el consumo de la energía. Cuando se acabe el petróleo, habrá que crear toda una nueva generación de vehículos impulsados por combustibles alternativos, es decir construir 700 millones de automóviles nuevos – si se continúa con el mismo patrón de producción y consumo-, cuya fabricación exigirá 315 billones de litros de agua dulce, ya que la construcción de un automóvil exige aproximadamente 500 mil litros de agua, agua que llega limpia y sale contaminada. El refinado del petróleo pesado es una de las actividades industriales más intensivas en el uso de agua. Las arenas bituminosas representan el 66 % de las reservas mundiales de petróleo y requieren enormes cantidades de agua dulce en su refinado. Es necesario vapor a altas presiones para lavar el petróleo pesado de la arena. El agua no sólo circula por los ríos, nubes o corrientes marinas, sino también en forma de mercancías – tejidos, automóviles, alimentos, materias primas agrícolas, minerales-, dando lugar a un desequilibrio hidrológico impulsado por la lógica del mercado. Las industrias, las plantaciones altamente consumidoras de agua, o las que botan muchos desechos al curso de los ríos o arroyos, como son los casos de las industrias de papel o de bauxita aluminio, vienen siendo transferidas a los países emergentes ricos en recursos naturales. Cada vez más se trabaja con minerales raros, cuya separación exige agua en proporciones enormes. Igualmente la desmaterialización y transmaterialización de la nanotecnología significa más agua utilizada en la producción, agua que es insustituible, a diferen-

cia de cualquier otra mercancía. La gestión del agua es fundamental para la estabilidad de la producción mundial de alimentos. En todo el mundo la agricultura consume el 70 % del agua que se extrae; en el África Subsahariana el porcentaje se eleva al 87 %. Un acceso fiable al agua incrementa la producción agrícola, ofrece un suministro estable de numerosos productos agrícolas decisivos e ingresos más altos en las zonas rurales, donde viven tres cuartas partes de las personas que sufren hambre en el mundo. Numerosas cuencas fluviales explotadas intensivamente, en las principales regiones productoras de alimentos ya trabajan al límite de sus recursos básicos. Sin una gestión sostenible del agua en las cuencas hidrográficas y los acuíferos subterráneos la seguridad alimentaria corre riesgos. En la medida que el cambio climático haga aumentar la frecuencia de las sequías y las inundaciones – ambas causantes de carencias alimentarias- será más difícil para los agricultores prever el suministro de agua lo que constituirá un obstáculo para la seguridad alimentaria. La agricultura de secano que comprende el 96 % del total de la superficie agrícola en la África Subsahariana, el 87 % en América del Sur y el 61 % en Asia, serán las regiones más afectadas. Donde no se pueda asegurar la estabilidad de la producción la población tendrá que emigrar. Para el 2020 hasta 250 millones de habitantes de África Subsahariana afrontarán escasez de agua y en algunos países la producción de alimentos se reduciría a la mitad. En vista de abastecer a los centros urbanos y garantizar el flujo de alimentos y agrocombustibles dirigidos sobre todo a los países del Norte, sin lo cual el estilo de vida consumista no puede ser practicado, los monocultivos pasan a predominar en los paisajes rurales del Sur; consumiendo más tierras, más agua, más suelos y profundizando el problema del agua al ser generalizadas la irrigación y la captación de aguas

subterráneas. Con la irrigación se puede incrementar el área de tierras para al agricultura, sin embargo esa práctica tiene un alto precio. Cerca del 20 % de los suelos irrigados en el mundo están en la actualidad salinizados, es decir inutilizables para la agricultura. El incremento de la extracción de los recursos subterráneos está bajando el nivel de este vital líquido en muchas partes del mundo, donde un 15 a un 35 % de las extracciones para riego no son sostenibles. Un ejemplo sobre esta situación es el gigantesco plan de regadío ruso para monocultivos de algodón en el Mar de Aral; en el pasado fue el cuarto mayor lago del mundo, pero el desvío de los ríos para ese plan ha causado la pérdida de tres cuartas partes de su extensión en 2004, de lo cual es posible que sólo quede la mitad para el 2008. Ahora que las aguas superficiales ya no son suficientes, cada vez es mayor la explotación del agua en el subsuelo. En los años 90 en América del Norte el 50 % del agua para el consumo fue obtenida de las napas subterráneas. En China es cada vez mayor la proporción de aguas captadas de esa manera. En Madras, India, la captación de aguas subterráneas ocasionó una baja de tal orden del manto freático que las aguas saladas avanzaron por el subsuelo cerca de 10 kilómetros continente adentro, acarreando serios problemas de abastecimiento. Es preciso que la humanidad cobre conciencia que estamos consumiendo recursos vitales que deberían ser preservados para las generaciones venideras.


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Alejandra Ciriza: Aborda el impacto del accionar de las multinacionales en la vida de las mujeres. Reflexiona a partir de la experiencia que tuvo lugar en Buenos Aires los días 28, 29 y 30 de octubre de 2011: “Juicio ético a las transnacionales”. Débora D´Antonio: Tomando la experiencia de un grupo de presas políticas en la Cárcel de Villa Devoto en la década del 70, traza el imaginario de género que pretendía imponer la dictadura argentina de 1976 a las mujeres. Desubjetivación, desmaternalización y desfeminización fue la respuesta carcelera a ese otro imaginario emergente, el de la militante que desafiaba a la tradición occidental. Juan Luis Hernández: Se propone en el trabajo dar cuenta del: “ proceso boliviano actual, mediante un contrapunto entre las modificaciones producidas en el ordenamiento político estatal boliviano a partir de la sanción de la nueva CPEP, y las implicancias y consecuencias de los conflictos suscitados al interior de los movimientos sociales, haciendo una breve referencia a las principales líneas de debate planteadas en la literatura política y el pensamiento crítico sobre este apasionante proceso político”. Magali Chiocchetti: Pone al tanto de los modos de mirar la ciudad en la Revista Cultural “Punto de Vista” en dos momentos: la última dictadura militar argentina y la “transición democrática”.


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Alejandra Ciriza

Mujeres y transnacionales A propósito de las relaciones entre capitalismo y patriarcado en tiempos de crisis ¿Qué efectos tiene, en esta fase del capitalismo, la acción de las transnacionales sobre la vida de las mujeres? ¿Se puede decir que sucede algo específico? ¿Por qué las afectaría de manera diferencial? ¿Cómo? Esas preguntas surgieron del requerimiento de participar, en mi calidad de académica y feminista, del Juicio Ético a las Transnacionales que encabezan un proceso que podríamos llamar de recolonización de nuestra América. El juicio, que tuvo lugar en Buenos Aires los días 28, 29 y 30 de octubre de 2011, es producto de una serie de acciones previas, rea-

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l documento dice que, al producir expulsión rural por el desplazamiento de las comunidades, las transnacionales fuerzan a las mujeres a migrar dejándolas expuestas a las redes de trata con fines de explotación laboral y/o sexual. Señala, además, que las actividades desarrolladas por las diversas empresas enjuiciadas perturba algunas veces de manera irreversible- la riqueza cultural y los comportamientos sociales aumentando los índices de drogadicción, alcoholismo, prostitución y violencia intrafamiliar. Destaca particularmente este efecto (la prostitución) en aquellos rubros en que los trabajadores son exclusivamente varones, como es el caso de las mineras. El juicio a las transnacionales trae a la escena el viejo debate sobre la relación entre capitalismo y patriarcado, sobre las formas en que ambos sistemas se relacionan, sobre el modo que esa relación se ha desplegado a lo largo de la historia e impactado sobre la naturaleza y sobre la relación (también históricamente situada) entre

lizadas a lo largo y lo ancho del país por activistas en defensa del medioambiente. La sentencia incluye, entre los efectos del accionar de las multinacionales sobre la sociedad y la cultura y ademas algunos señalamientos relativos al modo como impacta sobre las

cuerpo y política. Me propongo entonces realizar una reflexión procurando atender a las múltiples determinaciones que el capitalismo produ-

ce sobre las vidas de las mujeres del sur en esta fase específica, marcada por una de las crisis cíclicas del capitalismo. Las preguntas que formulan se inscriben en las propias inquietudes. En el marco de una preocupación que insiste en mí, acerca de la relación entre pasado y presente, procuraré iluminar este trabajo a partir de la recuperación de nuestro pasado y a la vez mostrar la forma en que esta nueva fase del capitalismo incide sobre nuestras vidas, es pues una crisis que intelectuales como Edgardo Lander no dudan en considerar como civilizatoria (Lander, 2010). Sobre las relaciones entre pasado y presente. Crisis y acumulación primitiva Comparto con una serie de autores la idea de que la actual crisis del capitalismo se ubica en una lógica cuya lectura requiere del recurso a herramientas de la teoría marxista (Meiksins Wood, 2000). Y esto porque el


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Mujeres y transnacionales materialismo histórico sostiene la historicidad del capitalismo, a la vez que proporciona claves de lectura para los nexos que ligan el pasado al presente. En cuanto a histórico, el capitalismo no obedece a ninguna ciega necesidad que guíe las relaciones de los sujetos entre sí y con sus condiciones materiales de existencia en ninguna dirección predeterminada. De allí que el futuro no esté anunciado, sino que es un horizonte que se presenta a la vez como oportunidad y apuesta. Si es preciso atender a las determinaciones, a lo que Marx denominara las condiciones no elegidas, el marxismo afirma que los/las sujetos son activos, es decir, capaces de transformarse y transformar el mundo en que viven. Dos nociones son útiles para la interpretación de este momento. Nociones que permiten pensar la articulación entre pasado y presente, pues abren un horizonte de visibilidad que permite percibir aquello que se repite, aún cuando tal repetición se halle sujeta al variable terreno de la historia y el lugar: por una parte la idea de crisis, por la otra la de acumulación primitiva u originaria (Marx (1867) 1973, Libro I, Sección VIII). Se dice que nos hallamos ante una de las crisis cíclicas del capitalismo. Desde luego hay debate respecto de su ubicación, sus inicios, sus causas, sus efectos sobre América Latina. Lo cierto es que el estallido de la burbuja financiera de 2008 afectó a la economía estadounidense y que la respuesta de los poderosos del mundo (las empresas transnacionales, los bancos, los organismos internacionales de financia-

miento, los países coloniales) ha desatado un proceso que Marx había ubicado en los “orígenes” del capitalismo, pero que se reitera ante las crisis cíclicas del sistema. Sin embargo esta suerte de repetición a lo largo de la historia no es nunca idéntica, sino que se halla sujeta a condiciones histó-

ricas cambiantes que establecen el terreno en el cual tiene lugar cada una de ellas. Marx había denominado acumulación primitiva u originaria a un proceso histórico singular que llevaría, a lo largo de un tiempo marcado por momentos críticos (Wallerstein señala como fechas clave 1500, 1650, 1789 y 1848) a la consolidación del

capitalismo. El progreso guiaría ese proceso y la expansión de las relaciones capitalistas iría acompañada de la desaparición de la coacción extraeconómica. Sin embargo esto no ha sucedido. El tiempo de la acumulación originaria Comparto con Silvia Federici que ese momento inaugural, el del nacimiento del capitalismo en Europa, dejaría improntas que se han repetido a lo largo de la historia bajo situaciones de crisis. En ese momento histórico se produjo un proceso de acumulación, llamada originaria o primitiva, por el cual una enorme cantidad de sujetos, las campesinos/as europeos/as, los/las colonizados/as y las mujeres perdieron los medios para su propia vida. Se hallaron entonces en condición de no tener otra cosa para vender que su propia fuerza de trabajo y la de su prole, a la vez que otros, que devendrían en capitalistas, concentraban propiedades y riquezas bajo distintas formas: dinero, tierras, medios de producción. Bienes que dejaban de estar a disposición de todas y todos para convertirse en propiedad privada de unos pocos (Marx (1867) 1973; Federici 2010) El relato del desmoronamiento de la economía feudal y de la emergencia del capitalismo suele tener por sujetos a señores y siervos. El hábito eurocéntrico hace que a menudo se olvide que la destrucción de las antiguas relaciones serviles se produjo al mismo tiempo que los viajes denominados de “descubrimiento”, es decir, de expansión colonial europea sobre otras regiones del mundo. El hábito androcéntrico olvida que ese proceso involucró sujetos/as encarnados en un momento en que el control de las capacidades reproductivas de las mujeres era fundamental para la reproducción de la vida


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Mujeres y transnacionales humana y esto sin hablar de sus sexualidades. El capitalismo se edificó sobre una serie de procesos que, lejos de haber sido excepcionales, se han reiterado cada vez que el sistema ha entrado en alguna de sus crisis periódicas: la expropiación de las pequeñas propiedades y ahorros; la intensificación de la explotación de los/las trabajadores/as; el avance sobre la naturaleza y los bienes comunes. Otrora sobre las tierras comunales, hoy sobre los recursos naturales indispensables para la supervivencia del planeta y de la humanidad. A ello hay que sumar que, de la misma manera que el mítico rey Midas todo lo transformaba en oro, el capitalismo todo lo transforma en mercancía. Expropiación, avance sobre los bienes comunes, mercantilización de aquellos aspectos de la vida que durante siglos han sido considerados como bienes comunes, y sobre aquellos espacios y tiempos considerados como separados, asignados al proceso de reproducción de la vida humana tanto biológica como social (lo que hoy se llama tareas de cuidado). Aquí y allá es posible encontrar testimonios de tales procesos. Testigo privilegiado de la emergencia de la economía mercantil en Inglaterra, Tomás Moro desplaza hacia América la anticipación imaginaria de una sociedad mejor. El sueño de una sociedad utópica está, sin embargo asentado sobre las bases firmes de la observación de la realidad de su tiempo. En 1516 Moro escribía: “Vuestras ovejas… que tan mansas eran y que solían alimentarse con tan poco, han comenzado a mostrarse de tal modo voraces e indómitas que se comen a los propios hombres y devastan y arrasan las casas, los campos y las aldeas. En aquellas regiones del reino donde se produce una lana más fina, y por consiguiente de más precio, los nobles y señores y hasta algunos abades, santos varones, no se contenta con los frutos y rentas anuales que sus antepasados acostumbraban sacar de sus predios, ni bastándoles vivir ociosa y espléndidamente…. No dejan nada para el cultivo y todo lo acotan para pastos; derri-

ban las casas, destruyen los pueblos…. pareciéndoles poco el suelo desperdiciado en viveros y dehesas para caza, esos excelentes varones convierten en desierto cuanto hay habitado y cultivado por dondequiera. Y para que uno solo de estos ogros, azote insaciable y cruel de su patria, pueda circundar de una empalizada algunos miles de yugadas, arrojan a sus colonos de las suyas, los despojan por el engaño o por la fuerza les obligan a venderlas, hartos ya de vejaciones. También emigran de cualquier manera esos infelices, hombres, mujeres,

maridos, esposas, huérfanos, viudas, padres con hijos pequeños; en fin, una familia más numerosa que rica pues la labranza necesita de muchos brazos” (Moro (1516) 2005: 53). Si Moro desplazaba hacia América la utopía ante el horroroso espectáculo del avance del despojo y la miseria provocada por el afán de lucro en Inglaterra, Bartolomé de las Casas se hallaba en las Indias occidentales hacia mediados del siglo XVI.

Los horrores de la conquista lo impulsan a la denuncia de los males causados por la llegada de los europeos a tierras americanas. Su relato, escrito desde la periferia, da cuenta del tratamiento que l@s colonialistas destinaban a los pueblos conquistados. Dice las Casas: Dos maneras generales y principales han tenido los que allá han pasado, que se llaman cristianos, en estirpar y raer de la haz (faz) de la tierra a aquellas miserandas naciones. La una, por injustas, crueles, sangrientas y tiránicas guerras. La otra, después que han muerto todos los que podrían anhelar o sospirar o pensar en libertad, o en salir de los tormentos que padecen, como son todos los señores naturales y los hombres varones (porque comúnmente no dejan en las guerras a vida sino los mozos y mujeres), oprimiéndolos con la más dura, horrible y áspera servidumbre en que jamás hombres ni bestias pudieron ser puestas. A estas dos maneras de tiranía infernal se reducen, se resuelven o subalternan como a géneros todas las otras diversas y varias de asolar aquellas gentes, que son infinitas (Las Casas, 2011). El presente convoca del pasado las imágenes que son del caso, aquellas que, como señalaba Benjamin, reclamadas desde el tiempo actual, pueden advenir. De allí la significación que cobra la descripción de Moro relatando la migración obligada de los que menos tienen ante la escasez de trabajos y alimentos. De allí el grado en que hoy nos interpela la célebre denuncia lascasiana, pues da cuenta de la desposesión e invasión colonial; del despojamiento, exterminio y sometimiento a servidumbre de los vencidos y colonizados. Si Moro ubica a las mujeres entre los y las que


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Mujeres y transnacionales migran debido a la desocupación que el avance de los cercamientos y la apropiación privada de los bienes comunes produce. Sus palabras, a casi cinco siglos, se ligan a las imágenes de las mujeres migrantes desde el sur al norte, desde el este al oeste, desarraigadas de su tierra en procura de remesas para sus familias, acosadas por la miseria que produce la expansión de las fronteras de la agroindustria, por la invasión que los poderosos perpetran en las tierras de los/las campesinos más pobres, desplazados/as por el afán de lucro de los ricos. Las Casas en su denuncia de la conquista observa que las mujeres y los jóvenes sobrevivieron tras el exterminio de los varones por la guerra o el sometimiento a servidumbre. Sus palabras pueden acompañar las visiones desoladoras de los países árabes sometidos a guerra y exterminio. Afganistán y Libia, pero también las bases militares de la no menos ensangrentada Colombia. Sin embargo aún es preciso indagar más. Silvia Federici indica que tras la conquista de América y de la crisis demográfica que afectara al continente debido a la guerra, la servidumbre, la profunda desarticulación cultural y las nuevas enfermedades, se produjo, urbe et orbis, la primera crisis económica que pueda llamarse mundial. Entre 1620 y 1630 tanto en Europa como en sus colonias los mercados se contrajeron, el comercio se estancó, se propagó el desempleo y durante un tiempo existió la posibilidad de que la economía capitalista en desarrollo se detuviera. Ese tiempo fue también el del mayor sexocidio de la historia. Entre 1580 y 1630, es decir “… en la época en la que las relaciones feudales ya estaban dando paso a las instituciones económicas y

políticas típicas del capitalismo mercantil” (Federici, 2010: 226) se produjo la llamada caza de brujas. Miles de mujeres fueron expropiadas de sus saberes y sus medios de subsistencia, perseguidas bajo acusación de brujería y asesinadas de maneras crueles. Su exterminio coincidió con la expan-

sión de los cercados, la conquista de América, el nacimiento de la medicina moderna, controlada por varones y a su servicio. Lo cierto es que es dificultoso localizar la suerte de las mujeres, la especificidad de sus avatares, las maneras propias bajo las cuales fueron afectadas por esos procesos. En el pasado como en el presente sus trayectorias se desdibujan, se hace difícil precisar cuál es (fue) el modo en que las afecta el capitalismo, habituados/as como estamos a pensar en una humanidad descorporizada. Del presente, la recurrencia de la acumulación primitiva y sus efectos sobre las vidas de las mujeres La búsqueda de explicaciones y perspectivas que nos permitan establecer los efectos de la actual crisis del capitalismo sobre las vidas de las mujeres conlleva, por parafrasear a Adrienne Rich, resistirse a la poderosa presión que la cultura actual ejerce sobre nosotras a fin de desvanecer la especificidad corporal o de reducirla a un mero asunto particular (Rich, 2001). Procedemos a

menudo como si fuera posible una humanidad en abstracto, descorporizada, desmarcada de las diferencias entre los sexos y sus significados políticos para la vida. Significados que se hallan profundamente inscriptos en la materialidad de los cuerpos, marcada por la clase, la raza, el reloj biológico. El desplazamiento del debate feminista hacia la cuestión de la imagen y las identidades es un indicio de la dificultad para habérselas con las formas bajo las cuales el capitalismo modela nuestras vidas y nuestras experiencias en tanto sujet@s encarnad@s. Nuestro modo habitual de pensar nos conduce a percibir el mundo como dividido en espacios más o menos delimitados: el de la reproducción biológica y social de la vida humana y el de la producción. División que es producto de la historia y de los efectos que el capitalismo produjo sobre las vidas de las mujeres privándolas de los medios para su propia vida, como ha sido largamente señalado, desde Engels en adelante. A menudo nuestro punto de partida es la naturalización de la partición que el desarrollo del capitalismo produjo: éste gobierna el proceso productivo, el patriarcado la reproducción de la vida humana ejerciendo control sobre los cuerpos de las mujeres. La teoría del doble sistema, que suele hacer síntoma en las dificultades de diálogo entre partidos políticos de izquierda y feminismos, e incluso entre movimientos anti-sistema y feminismos, obedece a que percibimos la explotación capitalista y la dominación patriarcal como asuntos separados, o relacionados entre sí de una manera accidental y fortuita, olvidando que los y las sujetos que en tales condiciones viven y realizan sus experiencias son sujetos de carne y hueso en l@s cuales la sexuación no acontece de manera accidental. Incluso muchas veces se ha pensado que el patriarcado, a diferencia del capitalismo, no produce explotación, sino dominación, que el capitalismo es material y el patriarcado cultural, por simplificar de manera extrema. Como si la explotación no


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Mujeres y transnacionales incidiera sobre los cuerpos de las personas, como si los cuerpos de las personas fueran indiferentes en el momento de la explotación, como si el hecho de que el territorio de explotación y dominación haya sido y sea aún para las mujeres su propio cuerpo careciera de relevancia (Meksins Wood, 1992). La italiana Silvia Federici ha señalado que el cuerpo es a las mujeres lo que al obrero la fábrica. Autoras como Vandana Shiva y María Mies han insistido sobre la profunda imbricación que existe entre la defensa de la naturaleza y la política de las mujeres. Desde la perspectiva de estas autoras son las mujeres más pobres del tercer mundo las principales perjudicadas por el proceso de mercantilización que el capitalismo produce tanto en las relaciones entre l@s seres human@s como en nuestra relación con la naturaleza que somos y en la cual vivimos (Federici 2010; Mies y Shiva, 1998). La crítica de estas autoras hacia las biotecnologías permite visualizar hasta qué punto no sólo se trata del dominio sobre la naturaleza exterior, sino de la naturaleza, siempre histórica, que los/las sujetos human@s somos. El mundo en que vivimos está organizado sobre la base de la abstracción y la mercantilización, sobre la escisión entre producción y reproducción, entre economía y política, entre mente y cuerpo. De allí que la sexuación haya sido pensada como característica particular. La humanidad, el ingreso a la condición de seres humanos exige, al parecer, el borramiento de la marca corporal. De allí que el pensador antipatriarcal que Condorcet era argumentara que, a la manera de la gota, las menstruaciones de las mujeres tendrían que ser consideradas como meros accidentes que no deberían afectar sus vidas en ningún sentido públicamente significativo. A manera de ensayo propongo el ejercicio

de pensar en la incidencia específica que este nuevo proceso de acumulación primitiva, ligado a la actual crisis capitalista tiene sobre las vidas de las mujeres: La extorsión sobre los/las trabajadores que el capitalismo cumple ante cada una de sus crisis cíclicas sometiéndolos/as a presiones y continuas divisiones implica un esfuerzo sistemático por sujetarlos /as a un patrón común. Se podría decir, entonces, que afecta a todas, tod@s y todos por igual, hasta tal punto que alguien de la indudable agudeza de Ellen Meiksins Wood ha considerado el problema de las mujeres como un asunto identitario. Sobre esa base ha señalado: el

capitalismo es enormemente indiferente a las identidades de los /las sujetos que explota, y por ello compatible con avances en los derechos de los y las negros y negras, las mujeres, los pueblos indios de nuestraAmérica. Sin embargo, por alguna suerte de extraña casualidad mujeres, indios, negros y negras ocupan sistemáticamente lugares de subalternidad. Ello se debe, en mi opinión, a que las relaciones de trabajo impuestas por el capitalismo han implicado un proceso de desposesión y pérdida para los /las trabajadores que se efectúan sobre un terreno previamente marcado por la historia. La separación entre trabajo manual e intelectual, que arranca a los/las trabajadores el control del proceso de producción, la

noción de su lugar en el proceso productivo, que los separa del producto de su trabajo y de la relación con otros trabajadores enfrentándolos entre sí como individuos aislados, ubicándolos como competidores por puestos de trabajo cada vez más escasos, hace que quienes se vean más perjudicados/as sean, precisamente, quienes tienen historias previas de trabajos devaluados e inexperiencias organizativas. El súbito aprecio que algunas compañías transnacionales tienen por las mujeres obedece a su mayor inexperiencia en la lucha sindical, a su mayor explotabilidad, por decirlo de alguna manera. La vulnerabilidad mayor de las mujeres deriva del punto en que se articulan capitalismo y patriarcado, pues los trabajos históricamente realizados por mujeres (que han contribuido y contribuyen a la acumulación de capital, como lo han mostrado desde Heidi Hartmann a Saskia Sassen y Silvia Federici) han sido significados como labor natural, o como servicio, invisibilizados y devaluados (Hartmann, 1987; Sassen, 2003; Federici, 2010: 16). El capitalismo, se ha señalado, transforma todo en mercancía, es decir: bienes y productos cualitativamente muy diversos devienen mercancías, el cuerpo humano sexuado incluido. El avance del capitalismo se ha articulado a la desposesión de los bienes comunes y a la transformación de todo en mercancía: el agua, el cuerpo humano mismo, sus partes, que pueden devenir un pedazo escindible del sujeto, comprable y vendible. Si el ejemplo


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Mujeres y transnacionales más impactante se halla en la mercadorización de los cuerpos: órganos, procesos como la reproducción biológica misma han sido penetrados por la lógica del capitalismo de una manera insospechada: alquileres de vientres, maternidades subrogadas, venta de niños y niñas para sostener los que ya se tiene afectan de manera particular a las mujeres de las zonas más desprotegidas. Una vez más son las pobres, las desplazadas, las migrantes, las que paren para las ricas, como sucede en India, o las que venden sus niños/as, como sucede en Santiago del Estero,Argentina Sin embargo por algún extraño proceso l@s ecologistas parecen no percibir la relación que existe entre las biotecnologías que transforman las semillas en mercancías y las nuevas tecnologías de reproducción asistida y que afectan poderosamente los cuerpos de las mujeres y vulneran su autonomía como sujetos humanas. La mercantilización del cuerpo y de la naturaleza se pone en juego de manera específica en el maridaje entre avance de cultivos transgénicos, pérdida de biodiversidad y aumento de la explotación de las mujeres en los circuitos de prostitución y venta de seres humanos. El corazón de lo que alguna vez fue el cinturón hortícola más rico y más diversificado del país, hoy convertido en un desierto de soja, ha producido desplazamientos, vulnerabilidad, explotación sexual y trata de personas. Las activistas que combaten contra la sojización no sólo denuncian los efectos del glifosato, sino que explican que la ruta de la soja es

la ruta de la trata. Ruta de extracción de bienes naturales que dejará tras de sí un desierto, ruta de tráfico y trata de personas con fines de explotación laboral y sexual. Mayoritariamente mujeres. Una vez más la relación pasado/presente permite iluminar y comprender de qué se trata. Señala Silvia Federici: “El colapso del salario fue especialmente desastroso para las mujeres. En el siglo XIV, las mujeres habían recibido la mitad del sueldo de un hombre por hacer igual trabajo; pero a mediados del siglo XVI estaban recibiendo sólo un tercio del salario masculino reducido y ya no podían mantenerse con el trabajo asalariado, ni en la agricultura ni en el sector manufacturero,

un hecho que indudablemente es responsable de la gigantesca extensión de la prostitución en ese período. Lo que siguió fue el empobrecimiento absoluto de la clase trabajadora, tan extendida y generalizada que, hacia 1550 y durante mucho más tiempo, los trabajadores en Europa eran llamados simplemente «pobres»” (Federici. 2010: 117). De diversas maneras y en distintos escenarios las empresas transnacionales se hallan ligadas a la explotación sexual de las mujeres, a la extorsión de su fuerza de trabajo y de sus capacidades corporales. Sin embargo la identificación de la humanidad

con los bio-hombres de la especie ha construido una equivalencia entre los varones y lo universal que borra las huellas de las mujeres de la historia a la vez que, en el presente, invisibiliza la especificidad de los efectos que el capitalismo tuvo y tiene sobre nuestras vidas. A la manera de Marx debiéramos recordar que la humanidad no es sino un universal abstracto y que el sexo es una determinación de todo ser humano encarnado, de la misma manera que la clase, la etnia, la ubicación geográfica y sus marcas históricas. La humanidad, pues, está compuesta por sujetos corpóreos La antigua alianza entre capitalismo y patriarcado hace de las mujeres seres no sólo diferentes sino desiguales sobre las que recae de manera específica el capitalismo transnacional. Sus suertes específicas, sus contribuciones a la lucha anticapitalista, sin embargo se borran bajo la idea de nuestra común humanidad. Como si tuviéramos dificultad para un pensamiento determinado, para realizar esa operación que Marx denominaba retotalización sintética, como síntesis (sin subsunción) de múltiples determinaciones, como si nos halláramos impulsad@s a pensar en la humanidad en general, portadora de una vida en abstracto, no de una vida situada, determinada, histórica, corpórea, sexuada. Una vida que merezca ser vivida, una sumak kawsay, como le llaman al buen vivir los pueblos quechua-hablantes de nuestraAmérica.


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Entre la prédica “restauracionista” y la “subversión” de los roles de género en la cárcel de Villa Devoto durante la última dictadura militar argentina Las imágenes femeninas con las que la última dictadura militar se proponía educar a la población en su discurso explícito, propiciaban para las mujeres un rol en el ámbito privado de garantes del cuidado y de resguardo de los valores de la tradición occidental y cristiana. Estos valores remitían a la recuperación de los roles “biológicos e inmanentes” de esposas y madres. La mujer debía cumplir un rol esencial, como la garante en el ámbito privado de este modelo, pues es la que “nutre y cría como la guardiana de la tradición” (Filc, 1997: 43). Sin embargo, esta perspectiva de género no era tan nueva ya que desde muy temprano en el siglo XX, la madre en el hogar y la maestra en la escuela, se convirtieron en figuras centrales de la construcción del ciudadano/a disciplinado/a. Lo nuevo era el contexto de radicalización política y los cambios en la historia de las mujeres, que aparejaron un ajuste en esta perspectiva. La familia que era comprendida como la primera de las “sociedades naturales” o célula básica, debía convertirse en pilar de la reconstrucción nacional ante la amenaza de la “subversión”. Esta institución debía modelar inicialmente una conducta ejemplar formando al “ser argentino” en una moral íntegra que tuviese “anticuerpos” suficientes para expulsar los males inoculados por las organizaciones populares y de izquierda.

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. En la articulación de un nuevo sistema político que pudiese concretar los planes previstos por el régimen se complementaban la defensa de la seguridad y la paz con las armas, con la labor paciente dentro del hogar y las escuelas (Laudano, 1998:53). Mediante la concepción de Dios, patria, hogar y familia se desplegó entonces una guerra simbólica y sin piedad contra la “interfe-

rencia mayor”’, la guerrilla y lo que se consideraba que eran las consecuencias de su accionar en la sociedad. La figura de la mujer madre y también la de la maestra se convertían en piezas claves de ese control social. Se les proponía a estas mujeres que fueran ellas las que extirparan las excrecencias, convirtiéndolas en reproductoras del capital social y simbólico más relevante

que tenía el régimen dictatorial: la vigilancia (La Nación, 17 de junio de 1977). Dicho en otras palabras, la especificidad de género que pretendía imponer la dictadura a las mujeres remite entonces fuertemente a este rol de policía que se acoplaba al encargo del resguardo de la tradición.


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Entre la prédica “restauracionista” y la “subversión” de los roles de género En concordancia con esta perspectiva, el Proyecto Nacional desarrollado por el Ministerio de Planificación a cargo del general Ramón Díaz Besone, explicaba que: “las Fuerzas Armadas deben contar con la disponibilidad mental, la firme voluntad y la imaginación suficiente como para ser a la vez por todo el tiempo que sea necesario eficaz elemento de combate contra la guerrilla y el terrorismo, eficaz cirujano que extirpe el mal en todos los sectores y estratos sociales, eficaz gobernante que conduzca con acierto y prudencia la nave del Estado y, finalmente, pero no al final, engendradoras y padres de la República Nueva, fuerte, unida, justa, libre, solidaria, limpia, ejemplar...” (Extraído de Feierstein: 2008). La metáfora orgánica de lo social como un cuerpo biológico del cual era necesario eliminar el cáncer, se proyectó fantasmáticamente para establecer los binomios de salud y enfermedad, el bien y el mal, lo nacional y lo foráneo. Diagnosticada la infección, necesariamente debía prevenirse el contagio mediante un cordón sanitario más extendido. No sólo era un problema aquel que fuere capaz de portar un arma o de colocar un explosivo sino también, el que lo activaba “a través de ideas contrarias a nuestra civilización occidental y cristiana a otras personas” (La Prensa, 18 de julio de 1977). La imagen de una “cirugía” que cure y transforme el cuerpo social enfermo eliminando “todos los tejidos infectados” es lo que permitiría, desde esta perspectiva, la fundación de una nueva sociedad política en la que las mujeres tendrían el rol de engendradoras. Numerosos medios insistían en mostrar imágenes familiares donde el hombre regresaba al hogar desde su trabajo, cansado, pero feliz. Allí lo esperaba una mujer

que luego de haber estado largas horas realizando quehaceres domésticos, recibía a su marido con ternura y correctamente arreglada. Los niños y las niñas, por otro lado, eran representados estudiando. Como se ha señalado, en estas representaciones los jóvenes eran prolijamente eliminados porque la juventud era también otro vector de la “sub-

versión” (O´Donnell: 1997). Contra las expectativas de homogeneizar la sociedad por medio de este imaginario conservador, debemos señalar que la serie de regímenes militares en ejercicio desde mediados de los años sesenta y durante la experiencia inaugurada en el año 1976, debieron confrontar con una serie de nuevas tendencias que provocaron cambios en la familia, en la mujer y en el género, los cuales siguieron secularizándose a lo largo de toda esta etapa. De hecho, los avances tecnológicos y la transformación provoca-

da por la competencia industrial requirieron que las mujeres siguieran engrosando cada vez con mayor fuerza todo tipo de estudios terciarios y universitarios y que a la vez, se incorporaran ampliamente al mercado de trabajo mujeres de los sectores medios. Aún frente a la defensa más tradicional de la familia y de los roles de género, y al proyecto de refundar un imaginario sexual “extinguido”, las dictaduras se vieron interpeladas permanentemente por la realidad misma. En consecuencia, el autoritarismo debió conciliar con un cierto reconocimiento el nuevo papel desarrollado por la mujer profesional, trabajadora e independiente en el espacio público. Por este motivo, el régimen militar desarrolló políticas de género en algún punto discordantes. Si, por un lado, reforzó donde pudo los roles tradicionales de género a través de sus discursos y sobre todo en la propaganda política, por otro lado, en la práctica tuvo que tolerar cierta revisión de estos mismos roles en tanto las mujeres ocuparon cada vez más los espacios públicos. Esta situación paradójica de los roles de género impactó también en el modo en que eran percibidas las mujeres militantes. Estas mujeres fueron visiblemente muy maltratadas y radicalmente recusadas en su accionar, representadas como malas amas de casa, malas madres, malas esposas y manipuladoras con sus parejas (Vassallo, 2009), pero de modo oculto y en oportunidades, estas mismas mujeres “fascinaron” a los varones militares por su inteligencia y liberalidad (Actis, Aldini, Gardella, Lewin y Tokar: 2001). Asimismo, el afán de algunas militantes de “emular” las actividades masculinas, tal vez para ampliar los espacios de participación o ganar espacios “igualitarios” en sus organizaciones políticas de pertenencia, hacía que estas mujeres fueran rechazadas por agresivas y varoniles, características que a la par, las tornaban enigmáticas. Mezcla de desprecio con erotización, que sin embargo no necesariamente implicaba un reconocimiento a las mujeres politizadas, sino que centralmente reproducía la ideología mas-


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Entre la prédica “restauracionista” y la “subversión” de los roles de género culina del derecho del varón a poseer a estas mujeres “extraviadas” de su destino primigenio. En oportunidades, esta atracción devenía en un tipo de violencia extrema que incluía violaciones y torturas corporales y psicológicas. Dos son los tipos de mujeres que emergen de las representaciones que manipulaba el régimen. Las que podían ser resocializadas en el orden doméstico y las que debían ser controladas y castigadas en sus cuerpos por violentar doblemente el orden político y el orden entre los sexos. Este último caso es el de las mujeres presas políticas que examinaremos en la próxima sección. 2. La cárcel de Villa Devoto fue transformada en una vidriera oficial de la prisión político-legal (Guglielmucci, 2003). En ella fueron concentradas mujeres presas políticas de diversos orígenes. La centralización de las mujeres en este penal tomó particular relevancia en el período en el que se registró la mayor cantidad de asesinatos, desapariciones y encarcelamientos y a medida que se sucedían a nivel internacional una serie de denuncias por parte de exiliados, familiares y abogados, en razón de las violaciones a los derechos humanos consumadas por el gobierno militar. Anudando la visibilización e invisibilización de la represión y del género, la política del régimen se forjó en una relación entre el discurso público “espectacular” de exhibir mujeres “bien cuidadas” durante las visitas a las cárceles de Amnesty International o la Cruz Roja y los actos “privados” de encarcelamiento, tortura y desaparición de cuerpos. Las mujeres presas políticas fueron exhibidas con la idea de encubrir al resto de los apresados y a las personas asesinadas y desaparecidas. Esta exhibición empalmaba además con un imaginario compartido socialmente, en el que los hombres debían “proteger” a las mujeres. A pesar de esta situación “privilegiada” de la cárcel de Villa Devoto, a partir de mediados de 1976, se emprendió un plan de destrucción de la subjetividad en todos los penales donde estaban alojados los presos y presas políticos con la finalidad de desarticular todo tipo de oposición y evitar motines y fugas. En ese proyecto de desubjetivación se puede observar el modo específico en que operó la represión de lo femenino. A las mujeres presas ya no se intentó resocializarlas en roles de género tradicionales

como el de madres o amas de casa, como se había practicado en la larga época de la regencia de las cárceles por las monjas del Buen Pastor, sino que se pretendió desmaternalizarlas y desfeminizarlas así como patologizar su sexualidad. De este modo la visibilización de las presas políticas en este penal metropolitano, no suponía para estas mujeres un trato benévolo sino que a espaldas de la percepción de los veedores internacionales, la tecnología de disciplinamiento de las mismas recayó fuertemente en una estrategia de “subversión” de género. Esto significó utilizar la condición de género de las presas políticas para profundizar el castigo. Las políticas de destrucción de la subjetividad genérica que el régimen practicó de manera oculta en los espa-

fundamentales de la familia, pero a la vez secuestró a los hijos de las mujeres prisioneras en los campos de detención clandestinos cambiándoles la identidad e intentó desmaternalizarlas quebrando el lazo filial entre madres e hijos/as en las cárceles legalizadas. Distintas normativas y reglamentos dan cuenta de ello. Por ejemplo una cláusula muy restrictiva y de peso, que cambia las condiciones de vida y que afecta a las madres presas políticas, remite a la tenencia de los hijos en las celdas. A partir de mediados de 1976, estas mujeres solo podrían retener a sus pequeños hijos lactantes hasta los seis meses de edad, cuando hasta ese momento

cios de encierro fueron la contracara de lo que las autoridades militares clamaban en sus discursos públicos. En ellos primaba como hemos señalado, una prédica “restauracionista” de los roles de género, acorde con una hipotética cultura argentina derivada de la “tradición occidental y cristiana”. Contrariamente, el régimen militar produjo en los espacios ocultos de encierro una fuerte subversión de los sentidos atribuidos en el discurso público al género y a lo sexual. El régimen militar desplegó públicamente una retórica hacia las madres como pilares

estaba permitido alojarlos hasta los dos años. La veneración que se practicaba en el discurso público hacia las madres, no era coincidente con lo que se les practicaba a las madres que se convertirían en desaparecidas. La maternidad fue de este modo válida solo para aquellas mujeres que no impugnaban el orden social. Pero para quienes eran disidentes, el Estado reservaba un ataque directo a su subjetividad, lo cual incluía subvertir las representaciones y prácticas de


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Entre la prédica “restauracionista” y la “subversión” de los roles de género género normativas. Los militares apostaban a imaginar y representar a las mujeres como una subjetividad que, por su naturaleza misma, era “apolítica”, como resultado de la “natural maternalización”. Pero, al mismo tiempo, se vieron “obligados”, de manera paradójica, a reprimir a muchas de ellas por haber abandonado el destino prescripto socialmente y por haber ocupado un lugar clave en las luchas populares y en las organizaciones políticas y político militares. Por todo esto se les remarcó a las presas políticas toda tendencia a la culpabilidad por haber abandonado los roles de género previsibles: madres, hijas, esposas o hermanas. También se las acusó de locas y de prostitutas con el fin de desprestigiar y despolitizar sus planteos. Mientras el Estado terrorista “editaba” cotidianamente la percepción social de la represión que oscilaba entre mostrar la brutalidad de la violencia militar de la forma más desembozada y negar por completo su existencia misma; de modo paradójico y a la vez congruente con esta modalidad, se subvertía el sistema de sexo-género en los espacios de encierro ocultos a los ojos de la sociedad, yendo contra su propia prédica restauradora en torno a las atribuciones genéricas tradicionales. 3. La articulación de la (in)visibilización represivo-genérica no solo involucró a las personas que

fueron recluidas, sino también a la generización misma de quienes se encargaron de efectivizar esa reclusión, nos referimos específicamente al personal penitenciario. Se ha soslayado el rol de las carceleras porque se ha representado al personal penitenciario como exclusivamente masculino, algo que no es cierto (D´Antonio: 2000). Cuando comenzó a haber un número significativo de presas políticas, el servicio penitenciario contrató mano de obra femenina para numerosos puestos y funciones. Las celadoras, no obst a n t e , siguieron siendo efectivamente personal c o m p l ementario de los penitenciarios varones. Pero al calor de las c o n t r a d i cc i o n e s sociales, se comenzaron a educar mujeres con perfil de cuadros penitenciarios a la altura de la lucha contra la “subversión”. La institución imprimía en ellas una pretendida rudeza masculina, y el sustento de su autoridad era operar a través de la brutalización de la investidura. Las carceleras utilizaban atributos masculinos para empode-

rarse frente a los familiares por ejemplo, durante la requisa corporal (Giberti: 1998). Un recurso asentado en la polarización ilusoria entre lo masculino y lo femenino donde el familiar era feminizado al convertirlo en un ser “pasivo, impotente y dependiente” (Jelin 2001:131). Dicho de otro modo, la articulación de la visibilidad y de la relación entre presos y presas y la penitenciaría misma no puede comprenderse por fuera del despliegue de las performances de género. Cuando las acciones de las presas políticas eran objeto de escrutinio y los dispositivos represivos tenían una certera unidad en torno al control de la lucha “subversiva”, el discurso oficial de las elites penitenciarias y militares, así como el de los carceleros y carceleras encontraba en las pautas de género una forma corrosiva de dominación. El género fue un clivaje decisivo a la hora de diseñar las tecnologías de dominación y concluyente en la construcción de las identidades, algo que nos lleva a afirmar que marcó en su conjunto al campo de fuerza de la prisión. Si el poder penitenciario militar intentó controlar y disciplinar los cuerpos a través del género, también las mujeres presas políticas forjaron una vida social y política autónoma sostenida en la solidaridad de género. Asimismo la performance reiterada y abierta de resistencia frente al poder fue una ventaja de género que las mujeres supieron utilizar ciertamente a su favor y sostenida fuertemente en la condición de visibilidad de la cárcel de Villa Devoto.


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Juan Luis Hernández

Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia Nos proponemos en este trabajo reflexionar sobre el proceso boliviano actual, mediante un contrapunto entre las modificaciones producidas en el ordenamiento político estatal boliviano a partir de la sanción de la nueva CPEP, y las implicancias y consecuencias de los conflictos suscitados al interior de los movimientos sociales, haciendo una breve referencia a las principales líneas de debate planteadas en la literatura política y el pensamiento crítico sobre este apasionante proceso político.

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n enero de 2009 el pueblo boliviano aprobó la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional (nueva CPEP). Un año después, al asumir su segundo mandato presidencial, Evo Morales afirmaba que había quedado atrás el Estado republicano, y que se iniciaba la era del Estado plurinacional. En el tiempo transcurrido desde entonces, se sancionaron en Bolivia distintas leyes tendientes a la implementación de las normas e instituciones consagradas en la nueva CPEP, al tiempo que intensos debates daban cuentan de las distintas lecturas políticas que originaba este singular proceso. Parecía imponerse una mirada según la cual el MAS, en tanto instrumento político surgido de los movimientos sociales había logrado, al frente del “bloque de los oprimidos” una victoria contundente sobre la oligarquía cruceña y sus aliados de la “Media Luna”, al desactivar el golpe cívico-

prefectural de fines del 2008. Sin embargo, ya desde antes del inicio del segundo mandato presidencial de Evo Morales, un sordo malestar fue incubándose al interior de los movimientos sociales. La resistencia al “gasolinazo” (fines del 2010), y el desarrollo en los últimos meses de un fuerte con-

flicto entre las comunidades del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure (TIPNIS) y el gobierno, a causa de un proyecto gubernamental para construir una

carretera a través del Parque, sacaron a la luz del día las tensiones existentes en el entramado social boliviano. La formación estatal en Bolivia, periodización y conceptualización En la construcción del estado nacional en Bolivia podemos distinguir diferentes períodos. Tras la guerra del Pacífico surgió, a fines del siglo XIX, el estado oligárquico, cerrando la época del caudillaje que había predominado durante toda la primera mitad del siglo XIX. Desde el punto de vista constitucional, el estado oligárquico se consolidó con la constitución de 1898, y ya en el siglo XX, fue gestionado por la “rosca”, el pequeño mundillo de periodistas, políticos profesionales e intelectuales orgánicos que fungían alre-


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia dedor del “superestado minero”, como se denominaba a las tres familias (Patiño, Hochschild y Aramayo) que controlaban la minería del estaño y la economía del país. El régimen de la “rosca” entró en una crisis terminal tras la frustrada guerra del Chaco (1932-1935), y fue liquidado por la revolución de abril de 1952, que dio nacimiento al denominado estado del ‘52. El Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que asumió el gobierno tras el triunfo de la insurrección de abril, impulsó su construcción, con el propósito de lograr la expansión del capitalismo en el país y la construcción de una burguesía nacional. Tres décadas más tarde, el bloque hegemónico resultante de este proceso iniciará el desguace de la forma estatal que le había dado origen, el ya vetusto estado del 52, mediante la implementación de las llamadas “reformas neoliberales”. Inauguradas por medio del Decreto Supremo 21.060, del año 1985, la aplicación sistemática del proyecto neoliberal precipitará al país en la crisis general de principios del nuevo milenio, dando lugar a partir del año 2000 a un ciclo de grandes movilizaciones y luchas populares que desembocaron en la actual coyuntura, con el ascenso en el año 2006 del gobierno de Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS), y con la sanción, en el año 2009, de la nueva Constitución Política del Estado. Corresponde a Raúl Zavaleta Mercado la formulación del concepto de formación

social abigarrada. Este concepto intenta dar cuenta de una formación económico-social en la cual predomina la heterogeneidad y los rasgos histórico-culturales específicos. En los países periféricos, existe una coexistencia o superposición de elementos provenientes de distintos modos de producción, en la cual se admite una predominancia de

las relaciones sociales de producción capitalista. En Bolivia, este aspecto se encuentra fuertemente relativizado, lo que intenta ser captado con el concepto formación social abigarrada, que remite a la coexistencia de diversas temporalidades o tiempos históricos (el tiempo estacional de la agricultura andina y la temporalidad propia de la reproducción ampliada), en cuyo transcurso coexisten varios modos de producción (producción de valores de cambio para el mercado -reproducción ampliada- y cul-

tivos de subsistencias -relaciones de reciprocidad al interior de las comunidades). En síntesis, heterogeneidad de tiempos históricos, variación de relaciones sociales y jurídicas de producción, diferencias en las estructuras políticas y en la cultura. Junto con esta categoría de formación abigarrada aparece otro concepto fundamental: estado aparente. El estado aparente es un estado político nacional con rasgos jurídicos modernos superpuesto con estructuras locales de autoridad que no se corresponden con las representaciones de ese estado nacional a nivel local, que no son designadas dentro de la lógica del estado nacional sino en forma endógena por las comunidades de acuerdo a usos y costumbres ancestrales. Es entonces un estado aparente, porque se ha constituido con un alto grado de exterioridad a las comunidades, y tiene por tanto menor grado de validez, eficacia y legitimación. Luis Tapia, siguiendo a Zavaleta, dirá: “La formación social abigarrada se caracteriza, entonces, por contener tiempos históricos diversos, de lo cual una expresión más particularizada es la coexistencia de varios modos de producción, la existencia de varias formas políticas de matriz diversa o heterogénea, que se expresa en la existencia de un conjunto de estructuras locales de autoridad diversas entres sí y un estado más o menos moderno y nacional, pero que no mantiene relaciones de organicidad con las anteriores y, en consecuencia, es un estado más o menos aparente” (Tapia, 2002). En relación a la cuestión étnica, el régimen de la “rosca” se sustentaba en la teoría de “las dos Bolivias”, una indígena, rural y arcaica, que debía desaparecer progresivamente ante el avance de la Bolivia urbana, moderna y blanca. El estado del '52 se asen-


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia taba en la extensión de la ciudadanía hacia las masas rurales, mediante la tierra (reforma agraria), el sufragio universal y la escuela. La posesión parcelaria de la tierra convertiría al indio en un campesino, y el sufragio, haría del campesino un ciudadano. El resto corría a cargo de la escuela, encargada de proveer un sustrato cultural uniforme para todos los bolivianos y bolivianas, cualquiera fuera su origen étnico. La reforma educativa implementada por el MNR en 1955 estableció una educación uniforme en todo el país, sin lugar para la diferencia cultural o étnica. La nación remitía a una homogeneidad de individuos o ciudadanos. Algunas claves de esta contraposición podemos rastrearlas en los debates literarios y ensayísticos más importantes de la primera mitad del siglo XX boliviano. Alcides Arguedas, uno de los iniciadores de la literatura indigenista en Bolivia, fue el autor de un ensayo llamado Pueblo enfermo (1909). El nombre de la obra indica la orientación de la misma: su autor encuentra la explicación de la derrota de Bolivia en la guerra del Pacífico -y de la postración nacional- en el “excesivo mestizaje”, que trajo como consecuencia un pueblo enfermo, débil, incapaz de enfrentar a sus enemigos exteriores, condenado a fracasar en la construcción de la nación. Veinte años después, en 1934, Tristan Marof, en su obra La tragedia del altiplano, responderá a estos argumentos planteando que la historia demuestra que las sociedades basadas en la endogamia terminan en la decadencia, mientras que la exogamia potencia los mejores aspectos de los grupos humanos. Con un argumento tan biologista como el de Arguedas, Marof pretendía demostrar lo opuesto: los mestizos eran los únicos que podían motorizar las transformaciones sociales que necesitaba Bolivia. En ambos planteos los indígenas eran considerados una masa amorfa, aplastada tras siglos de humillaciones y opresiones, incapaces de rebelarse o redimirse, condenados a su extinción, violenta o pacífica, gradual o acelerada, pero siempre carentes de futuro. (Arguedas, 1992; Marof, 1934). Décadas más tarde los proyectos emancipadores basados en el liderazgo mestizo serán cuestionados desde el katarismo, un amplio movimiento ideológico con múltiples manifestaciones institucionales, políti-

cas, culturales y territoriales. En el centro de su discurso está la reivindicación de la cultura y el pasado indígena, criticando el proyecto de homogenización cultural del MNR. Un primer hito en esta perspectiva lo constituyó la prédica de Fausto Reinaga, autor boliviano considerado el primer teórico del indianismo. En su obra principal, La revolución india (1970), sostuvo que ésta consistía en una revolución contra la civilización occidental para reestablecer el socialismo del Tawantinsuyu, al cual definía como “un sistema social colectivista de propiedad socialista”.(Reinaga, 2007). En esta línea, el aporte fundamental del katarismo ha sido “la reinvención de la indianitud, pero ya no como estigma, sino como sujeto de emancipación, como designio

la Asamblea Constituyente”, publicado en agosto de 2006 por la Asamblea Nacional de Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores de Bolivia (en adelante, Asamblea 2006). Esta entidad estaba conformada por las siguientes organizaciones: Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (CONAMAQ), Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), Confederación Sindical de Colonizadores de Bolivia (CSCB), Federación de Mujeres Campesinas de Bolivia Bartolina

histórico, como proyecto político.” (García Linera, 2008).

Sisa (FMCBBS), Confederación de Pueblos Étnicos de Santa Cruz (CPESC), Confederación de Pueblos Moxeños del Beni (CPEMB), Movimiento Sin Tierra (MST) y Asamblea del Pueblo Guaraní (APG). Cabe destacar que el documento oficial del MAS para la elección de los constituyentes no incluía el concepto de estado plurinacional. El documento, llamado “Refundar Bolivia para vivir bien” (en adelante, MAS 2007), pro-

El estado plurinacional, antecedentes y definiciones básicas El concepto de estado plurinacional, con su acepción actual, apareció por primera vez en un documento titulado “Propuesta de las Organizaciones Indígenas, Originarias, Campesinas y de Colonizadores hacia


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia clamaba el principio de “autodeterminación de los pueblos” en el marco de una “República democrática, soberana e intercultural”, que garantice la “unidad e integridad del Estado”. En el año 2007, el MAS presentó, en una de las Comisiones de la Asamblea Constituyente, un documento denominado “Desde las naciones indígenas y originarias, los movimientos sociales organizados y la sociedad civil”, en el que por primera vez el partido gobernante incluyó en un documento programático la propuesta del “Estado Unitario Plurinacional”. En Bolivia, la utilización de la noción de estado plurinacional tiene antecedentes en los debates del katarismo y de la CSUTCB en los años ’80, y el sustrato fundamental en que se basa es la mayoritaria adscripción étnica de la población boliviana y la amplia diversidad de la misma. En el censo de 2001 el 62 % de la población se consideró a si misma indígena; en tanto la nueva CPEP reconoce, en el artículo 5, apartado 1, como idiomas oficiales al castellano y a “todos los idiomas de las naciones y pueblos indígenas, originarios, campesinos”, enumerando 36 idiomas. La recepción de la plurinacionalidad en la nueva CPEP, implicó modificaciones importantes en el ordenamiento político del estado boliviano, en lo referente a los mecanismos de representación política, a la pluralidad jurídica, a los derechos de los pueblos y naciones indígenas y a la descentralización política por la vía de las autonomías territoriales. Al respecto, cabe destacar que el artículo primero del texto constitucional establece que “Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías.” La definición del Estado como unitario está relacionada con los despojos territoriales que sufrió el país a lo largo de su historia, de ahí que la unicidad del territorio nacional es considerada un valor importante (MAS 2007). Por

eso, en los debates constitucionales no se planteó como alternativa un modelo federal, sino la inclusión de autonomías territoriales en el marco de un Estado unitario y descentralizado, a partir del reconocimiento de “naciones y pueblos indígenas originarios y campesinos” (Asamblea 2006). En Bolivia, la plurinacionalidad encuentra

sustento en la construcción inconclusa de la nación y en la mencionada autoidentificación de la población indígena. Un paso conceptual importante fue el desplazamiento de la noción de etnia y la adopción de nacionalidades. Los documentos mencionados (Asamblea 2006 y MAS 2007) sostienen que la diversidad cultural de la sociedad boliviana no se expresa “como etnias sino como verdaderas nacionalidades”, y por lo tanto dicha diversidad cultural debe expresarse en el plano estatal mediante el reconocimiento constitucional de las nacionalidades indígenas y originarias, definidas a partir del criterio lingüístico ya mencionad.

Es importante señalar que en el texto constitucional se utilizan diversas acepciones, como “pueblos indígenas” y “naciones originarias”. En lo referente a la estructura del Estado, el régimen político o la educación se utiliza la noción de “nacionalidades indígenas y originarias”; cuando las disposiciones conciernen a los recursos naturales se invoca a las “naciones y pueblos indígenas originarios campesinos”. ¿Como se expresa en la práctica el principio de plurinacionalidad en la nueva CPEP? Mediante una amalgama de normas jurídicas liberales y usos y costumbres indígenas originarias. Así por ejemplo, aparece una forma mixta para la elección de representantes: el sufragio universal tanto para las circunscripciones uninominales como para los territorios departamentales (denominados “interculturales”), y la elección según usos y costumbres en los territorios autonomizados de las nacionalidades indígenas originarias. En el análisis de diversos especialistas (Peña y Lillo, 2009; Pérez Flores, Mendonca Cunha y Coelho, 2010), una modificación sustancial incorporada a la nueva Constitución es el concepto de pueblo, el cual ahora reconoce a la pluralidad de individuos, regiones y naciones que componen Bolivia. Así lo establece en forma clara el artículo tercero: “La nación boliviana está conformada por la totalidad de los bolivianos y bolivianas, las naciones y pueblos indígena originario campesinos, y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en su conjunto constituyen el PUEBLO boliviano.” La nación entonces, en el nuevo texto constitucional, no aparece como una homogeneidad de individuos/ciudadanos, sino como la totalidad de individuos y comunidades que constituyen el pueblo boliviano, obrando esta categoría, pueblo, como nexo articulador de todos los sujetos en el plano del derecho constitucional. En clave de esta interpretación, pueblo no remite al encumbramiento de un sujeto social que se impone y niegue, subordine o intente subsumir a los otros. Es ésta una forma de relacionamiento negativo, donde el otro es siempre visto como un obstáculo para el despliegue del uno, y por lo tanto su aplastamiento es la condición de posibilidad de la realización del uno. Esta lógica de identidad binaria se intenta superar con una lógica política y social distinta. El otro es condición de posibilidad para la realización del


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia uno, por lo tanto hay que reconocerlo como sujeto en su diferencia. El pueblo, por tanto, es ahora un sujeto plural. Esta lógica de reconocimiento del otro, como práctica política fundamental, se aplica también a la interioridad del sujeto social oprimido. En este sentido, a lo largo del texto constitucional se habla de los pueblos y naciones indígena-originario campesinos, haciéndose cargo de las heterogeneidades existentes al interior de este “bloque de los oprimidos”: pueblos del altiplano que se reconocen como originarios, pueblos de las tierras bajas que no se reconocen como originarios sino como indígenas, organizaciones sindicales que no se definen ni como indígenas ni como originarios sino a partir de sus organizaciones campesinas, así como otros sujetos minoritarios pero que también son reconocidos, como las comunidades afrobolivianas y las organizaciones cocaleras del trópico. (Soruco Sologuren, 2009)) El otro artículo fundamental de la nueva CPEP es el artículo siete, que establece: “La soberanía reside en el pueblo boliviano, se ejerce de forma directa y delegada. De ella emanan por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos del poder público; es inalienable e imprescriptible.” En principio, la soberanía directa correspondería a las naciones y pueblos indígenas, a quienes se les reconoce el derecho a su autonomía y a un desarrollo cultural propio, mientras la soberanía delegada está compuesta por las funciones y atribuciones que los componentes de la nación delegan en el Estado. La soberanía de las comunidades y naciones indígenas originarias será ejercida en el ámbito territorial correspondiente a cada una de ellas, comprendiendo la justicia comunitaria y la administración y gestión de los recursos naturales renovables, de acuerdo a los usos y costumbres. Se incorporó de esta manera a la nueva CPEP un tema sumamente conflictivo, la autonomía indígena. En teoría, Los territorios indígenas autónomos son instancias de gobierno, en los cuales se aplica la justicia indígena-originaria y los usos

y costumbres para seleccionar las autoridades territoriales (artículos 289 a 296). En Bolivia, los pueblos indígenas tienen en la nueva CPEP el reconocimiento de sus territorios autónomos, en los cuales pueden organizarse políticamente de acuerdo con sus usos y costumbres. Además es necesario consultarlos mediante referéndum acerca de cualquier ley o proyecto que afecte sus territorios o los recursos naturales de los mismos. La autonomía indígena originaria campesina está definida en el artículo 289

como : “….el autogobierno como ejercicio de la libre determinación de las naciones y los pueblos indígena originario campesinos, cuya población comparte territorio, cultura, lenguas y organización o instituciones jurídicas, políticas, sociales y económicas propias”. La base de la autonomía indígena originaria son los “territorios ancestrales” en los que habitan esos pueblos y naciones, y la voluntad de la población radicada en ellos expresada en consulta. La inclusión de estas normas en el texto constitucional dio lugar a un arduo debate, en el que se intentó dilucidar si la autonomía indígena era una auténtica reivindicación indígena-originaria o si se trataba de

una “adaptación defensiva” del movimiento indígena ante la imposición de la autonomía en la agenda de la Asamblea Constituyente por las oligarquías regionales y las prefecturas del Oriente boliviano. (Chávez León, 2008). Digamos por último, que en lo concerniente al gobierno del país, la nueva CPEP establece que el mismo adoptará la “forma democrática participativa, representativa y comunitaria”. La democracia será ejercida por el pueblo de tres maneras distintas: 1) Participativa, a través del referendo, la iniciativa legislativa ciudadana, la revocatoria de mandato, la asamblea, el cabildo y la consulta previa; 2) Representativa, mediante la elección de representantes por medio del voto universal, directo y secreto y 3) Comunitaria: elección, designación o nominación de autoridades y representantes por los usos y costumbres propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos. A su vez, el artículo 306 de la nueva CPEP establece que el modelo económico boliviano, de naturaleza plural, supone el reconocimiento y la articulación de distintas economías: comunitaria, estatal, privada y social-cooperativa. Movimientos sociales, malestar y tensiones en aumento La relación del gobierno del MAS con los movimientos sociales constituyó un tema largamente debatido en la bibliografía especializada en la historia reciente de Bolivia, debates que continuaron tras la aprobación del nuevo texto constitucional, tras la superación del conflicto con la oligarquía cruceña y las prefecturas de la Medio Luna. Al inicio del primer mandato de Evo, a principios del 2006, el vicepresidente de la nación, Alvaro García Linera, publicó un


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia artículo llamado “El evismo: lo nacional-popular en acción” donde definió al MAS como la “autorepresentación de los movimientos sociales en el gobierno” (García Linera, 2006). En los años siguientes, su reflexión intelectual se centró en “La construcción del estado”, título de la conferencia magistral que pronunció en abril de 2010 en Buenos Aires, al aceptar el doctorado honoris causa de la UBA. En su exposición sostuvo que a fines de 2008 había concluido el largo conflicto que enfrentó al gobierno de Evo Morales y los movimientos sociales y fuerzas políticas que lo apoyaban con la oligarquía cruceña y sus aliados de la “Media Luna” oriental. El intento de golpe cívico-prefectural de estos últimos fracasó, desarticulado por la enérgica movilización de las fuerzas populares y el apoyo y fidelidad al gobierno de las fuerzas armadas. El empate catastrófico, que duró mientras ninguno de los bandos lograba imponerse al otro, fue resuelto entre agosto y octubre de 2008, cuando se produjo el punto de bifurcación que lo destrabó. Punto de Bifurcación significa, entonces, un momento de fuerza, de expresión de relaciones de fuerza desnudas, sin mediaciones ni negociaciones, en el cual un protagonista vence y el otro cae derrotado o capitula y obedece, o por lo menos, acepta públicamente la derrota. La resolución del conflicto implicó la desarticulación de las fuerzas de la derecha, posibilitando la aprobación de la nueva CPEP y el inicio de la construcción del Estado Plurinacional. (García Linera, 2010). Para Luis Tapia, el MAS como “autorepresentación de los movimientos sociales en el gobierno” es una expresión de

deseos. En todo caso, el gobierno del MAS sería, para este intelectual, el producto o resultado de los movimientos sociales, algo que es bien distinto. Un gobierno que se nutre de las decisiones surgidas del entramado comunitario andino y de los movimientos sociales territoriales, pero que en la

ejecución de sus políticas filtra todo dentro de los marcos del sistema político representativo y el aparato burocráticoadministrativo del Estado. Tapia complejiza la resolución del conflicto de fines del 2008, poniendo de relieve la importancia de los acuerdos en el Parlamento entre el MAS y los representantes de la derecha cruceña, fundamentalmente la no retroactividad del referéndum dirimidor -definición de la cantidad máxima de tierra que se puede tener en propiedad, que quedó fijada en 5000 Hectáreas. Esto permitió que las propiedades hoy mayores a esa cifra no fueran afectadas por la reforma agraria. Por lo tanto, la derrota de la derecha habría adoptado la forma de un repliegue en orden, al lograr mantener en pie los bastiones fundamentales del poder de la oligarquía agroindustrial cruceña (Tapia, 2009;AA.VV., 2010). Mientras en el campo intelectual se desplegaban éste y otros debates, un hondo malestar se expandía al interior de los movimientos sociales, malestar que reconoce varios orígenes. Uno de ellos tiene que ver con la cuestión agraria, de indudable tras-

cendencia en un país como Bolivia. Los debates realizados en el marco de la Asamblea Constituyente permitieron clarificar ciertas cuestiones que se venían discutiendo desde hacía tiempo por parte de los movimientos sociales, entre ellas la diferencia entre tierra y territorio (tierra enfatiza una dimensión socioeconómica, mientras territorio implica una dimensión antropológica y social remitiendo a un entramado de relaciones de personas y colectivos sociales unidos por un sentimiento identitario) así como un fuerte apoyo al proceso de titulación de tierras y la ya mencionada autonomía indígena. En relación a esta última, el 18 de julio de 2010 se aprobó la Ley Marco de Autonomías. Durante la negociación de esta ley, la CIDOB organizó la VII Gran Marcha Indígena por el Territorio, lasAutonomías y los Derechos de los Pueblos Indígenas, reclamando la aprobación de los estatutos autonómicos de acuerdo a los usos y costumbres, el respeto de la unidad territorial transdepartamental de los pueblos indígenas, y un cupo de 18 lugares en la Asamblea Legislativa Plurinacional para los representantes indígenas. Lorenza Fontana sostiene que esta disputa constituyó una “primera señal fuerte de ruptura” de este sector de los movimientos sociales con el gobierno de Evo Morales. (Fontana, 2011). Por otra parte, al avanzar el proceso de titulación de tierras conforme la Ley 3545 de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria (noviembre de 2006), se produjeron numerosos conflictos en muchas zonas del país como consecuencia del choque entre derechos individuales y derechos colectivos. Estos conflictos suelen tener como protagonistas por un lado a terratenientes y empresarios forestales y/o ganaderos contra comunidades indígenas y funcionarios gubernamentales, cuando estos últimos intentan la reversión de tierras que no cumplen con la función económica social que establece la nueva CPEP. Pero


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia también se desarrollan enfrentamientos al interior de los movimientos sociales, en particular, entre organizaciones indígenas y organizaciones sindicales cocaleras o campesinas. Es evidente que existen distintas lógicas de ocupación y uso de la tierra entre campesinos, colonizadores y pueblos indígenas-originarios. En muchas ocasiones, los intereses y las posiciones de la CIDOB y la CONAMAQ divergen sustancialmente de los sindicatos cocaleros y de la CSUTCB, algunos de cuyos dirigentes han llegado a criticar a los nuevos “terratenientes indígenas”, refiriéndose al acaparamiento de grandes cantidades de tierra por las comunidades indígenas aprovechando las formas comunitarias de propiedad reconocidas por la ley 3545 y la nueva CPEP. En esta disputa, el gobierno del MAS trata de mantener posiciones equidistante, pero es evidente su tendencia a inclinarse por las organizaciones campesinas. Otro punto de tensión entre el MAS y los movimientos sociales tuvo lugar en abril de 2010, durante la realización, en Cochabamba, de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, que emitió la Declaración de Tiquipaya. En este pronunciamiento se denuncia que es el capitalismo el verdadero causante del cambio climático y sus nefatas consecuencias para la humanidad. La declaración condena el extractivismo, los agronegocios, la explotación de los recursos hídricos, los megaproyectos mineros, las distintas formas de invasión y avasallamiento de los territorios indígenas proponiendo la formulación de un proyecto alternativo. Los principios fundamentales del documento fueron ratificados por Evo Morales en su discurso en la Cumbre Internacional de Copenhague (diciembre de 2010). Sin embargo, en una actitud que causó profundo rechazo en muchas organizaciones participantes, el mismo gobierno que impulsó el encuentro de Tiquipaya se opuso a que en el mismo se

discutiera los efectos depredadores que los capitalistas estaban ocasionado en Bolivia. Ante esto, distintas organizaciones indígenas y populares, denunciando el doble discurso oficialista, organizaron la famosa Mesa 18, que funcionó fuera del ámbito oficial del encuentro, emitiendo un comunicado final donde condenó los manejos capitalistas en Bolivia, denunció a los “regímenes latinoamericanos denominados populares” por su complicidad con los grupos capitalistas, llamando a construir una sociedad comunitaria basada en la propiedad colectiva y el respeto a la Madre Tierra. En este contexto de creciente tensión social se produjo el rechazo popular al “gasolinazo”. El 1 de enero de 2011, Evo Morales debió abrogar el decreto 0748, anunciado por el vicepresidente García Linera unos días antes, que eliminaba los subsidios a los

combustibles, aumentando el gasoil en un 82% y la nafta entre un 57 y 73%, según su calidad. El “gasolinazo” generó fuerte repudio entre los trabajadores asalariados, especialmente en La Paz, El Alto y el norte de Potosí, produciéndose violentas manifestaciones, con la posibilidad de una mayor extensión de las huelgas, bloqueos y marchas sobre La Paz, convocadas por organizaciones sociales en su mayoría aliadas al gobierno. En su mensaje anunciando la derogación del decreto, Evo sostuvo que la

medida era necesaria, pero no oportuna, por lo cual, dado que se proponía gobernar “obedeciendo al pueblo” correspondía dar marcha atrás con el aumento. (Clarín, 01/01/2011). El conflicto del TIPNIS La decisión del gobierno del MAS de iniciar la construcción de la carretera de Villa Tunari a San Ignacio de Moxos, atravesando el Territorio Indígena Parque Nacional IsiboroSécure (TIPNIS), desencadenó un conflicto que puso de relieve las tensiones acumuladas en la sociedad boliviana, así como las características generales del período abierto con el segundo mandato de Evo Morales, tras la derrota de la derecha a fines del 2008 y la aprobación de la nueva CPEP. Como lo indica su nombre, las tierras aledañas a los ríos Isiboro y Sécure constituyen al mismo tiempo un Parque Nacional y un Territorio Indígena. Fue creado como Parque Nacional en 1965 mediante la ley 07401. En 1990, tras la Marcha por el Territorio y la Dignidad, el Decreto Supremo 22610 reconoció el Parque como Territorio Indígena, en el cual están asentados los pueblos moxeño, yuracaré y chimán. Originalmente, la superficie del TIPNIS alcanzaba 1.225.347 hectáreas, pero en el año 2009 el gobierno redujo la superficie del territorio indígena y del parque a 1.091.656 hectáreas, entregando las restantes a colonizadores y cultivadores de coca, demarcándose el territorio con una línea roja a partir de la


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia cual se declararon prohibidos nuevos asentamientos y cultivos. Con respecto a la carretera, su origen se remonta a la primera Cumbre de Presidentes de América del Sur, realizada en Brasilia en el año 2000, ocasión en que se anunció la Iniciativa de Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA). El IIRSA es un proyecto que contempla la construcción de un corredor transoceánico que una el Atlántico con el Pacífico, facilitando de esta manera el transporte de mercaderías entre ambos océanos. El tramo caminero proyectado a través del TIPNIS (denominado técnicamente Tramo II) integraría este corredor transoceánico, cuya construcción fue acordada en su momento por los gobiernos de Evo y de Lula, habiéndose destinando para tales fines un millonario préstamo del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil. El propósito del gobierno de avanzar en la aprobación y construcción de la carretera, anunciado por Evo en junio pasado, en un discurso pronunciado en Villa Tunari, precipitó el estallido del conflicto. En el mismo quedaron enfrentados el gobierno -que cuenta con el respaldo de los campesinos cocaleros- con las comunidades moxeña, yuracaré y chimán asentadas en el TIPNIS, apoyadas a su vez por la CIDOB y la CONAMAQ. Las organizaciones indígenasoriginarias se oponen a que la ruta atraviese el Parque, temiendo nuevas apropiaciones de tierra por parte de cocaleros, empresarios madereros y compañías petroleras, y exigiendo la realización de la consulta a las comunidades indígenas que lo habitan, prevista en la nueva CPEP. En este contexto los pueblos y organizaciones indígenas impulsaron una marcha a La Paz, que recogió muestras de solidaridad a su paso, siendo brutalmente reprimida por la

policía en las cercanías de la localidad de Chumuco, con decenas de campesinos heridos y presos. El repudio a la represión policial en todo el país motivó la renuncia de dos ministros y un público pedido de disculpas del Presidente, junto con el anuncio de la convocatoria de un plebiscito en los departamentos de Cochabamba y Beni para zanjar la controversia. Los indígenas recha-

zaron la propuesta, continuaron la marcha a La Paz, adonde llegaron después de dos meses de marcha recogiendo la solidaridad popular, y reclamaron la suspensión definitiva de la construcción de la carretera. El conflicto fue analizado desde distintas perspectivas. Raúl Prada Alcoreza considera que es consecuencia de la disyuntiva que enfrenta el rumbo gubernamental, tironeado entre dos opciones: Buen Vivir vs. Extractivismo y/o Desarrollismo (Prada Alcoreza, 2011). Prada Alcoreza, junto Pablo Regalsky, Pablo Mamani Ramírez y otros intelectuales, expresan un pensamiento indianista moderado, que en el “Manifiesto del 22 de junio” definió su posición sobre la actual coyuntura. El indianismo más radicalizado reaccionó con gran virulencia, condenando especialmente la represión sangrienta a los marchistas indígenas en Chumuco. El conflicto del TIPNIS,

desde esta mirada, demostraría que en Bolivia no se respeta ni la democracia ni la economía comunitaria. El pluralismo proclamado en el texto constitucional implica el reconocimiento de todas las naciones existentes en el país en igualdad de condiciones, cuando resultó evidente, antes y durante el transcurso del conflicto, las preferencias de los gobernantes por las lógicas culturales, económicas y territoriales de quechuas, aymaras y mestizos, por sobre las lógicas de los pueblos y naciones indígenas de las tierras bajas. Preferencias absolutamente ilegales e inconstitucionales, que demostrarían que los principios de pluracionalidad, escritos en los “textos sagrados” en la práctica no se cumplen ni se respetan. (Altamirano Medina, 2011). Nosotros entendemos que estas oposiciones dicotómicas (“pachamamismo vs. desarrollismo”), que han dado lugar a largos debates en distintos medios (los intercambios polémicos entre Pablo Stefanoni y Hugo Blanco fueron recientemente compilados por la revista Tierra Socialista Nº 2) tienen claros límites para explicar lo que está sucediendo en Bolivia. Caracterizaciones ingeniosas, su efectividad se limita a ilustrar las incoherencias de ciertas construcciones discursivas, pero no son de utilidad para advertir los realineamientos que se están produciendo en el país, tanto en los movimientos sociales como en las filas gubernamentales. En nuestra opinión, la virulencia del conflicto del TIPNIS -y el malestar generalizado de los movimientos sociales- encuentra anclaje en la complejidad del entramado social boliviano, a la cual las formulaciones del estado plurinacional plasmadas en la nueva CPE intentan, dificultosamente, dar contención. La superposición de distintas jurisdicciones territoriales, la persistencia de autoridades y formas de vida locales, el carácter externo de la conformación estatal con respecto a esta cadena de autoridades étnicas y usos y costumbres de los pueblos y naciones indígenas, demuestra la persistencia de los rasgos de la formación social abigarrada a la que aludía Zavaleta Mercado, y la externalidad del estado hoy existente frente a ella.


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Movimientos sociales y plurinacionalidad en Bolivia Algunas conclusiones En lo concerniente al análisis del nuevo texto constitucional de Bolivia, creemos que se impone una evaluación equilibrada, especialmente desde el punto de vista conceptual, en relación a la naturaleza de las instituciones y principios que han sido incorporadas al mismo. La nueva CPEP registra un avance importante en términos de descolonización y democratización del Estado y la sociedad. Incluye el reconocimiento de la existencia de más de una nación en el espacio territorial que en el devenir histórico tomó el nombre de Bolivia y consagra, entre los principios, valores y fines del estado, la promoción de principios éticos-morales que distinguen a los pueblos indígena-originarios en un nivel de igualdad con los elementos característicos de las sociedades occidentales. Pero no podemos consentir valoraciones positivas sumamente exageradas de los voceros y dirigentes del MAS, ya que las reformas introducidas no implican el abandono de las instituciones, ni los mecanismos de la democracia representativa ni constituyen avances hacia una democracia directa. Constituyen en general mecanismos que si bien permiten una mayor participación popular (revocación de mandatos, referéndum, iniciativa legislativa, et.) no afectan la verticalidad del proceso decisorio que continúa siendo el pilar esencial del funcionamiento del sistema político boliviano. En lo concerniente a los factores que llevaron a la derrota de la derecha a fines del 2008, se podría considerar que la misma es el producto de una combinación de movilización popular, resultados electorales y negociación parlamentaria, a lo que se sumó el aislamiento internacional de la derecha cruceña a partir del apoyo y solidaridad de UNASUR con el gobierno de Evo Morales. Asimismo, en el destrabe de la situación tuvieron mucha importancia las concesiones obtenidas por la derecha en la negociación parlamentaria, para la sanción definitiva de la nueva CPEP. Como ya se dijo, los límites a la propiedad agraria se aplicarán

exclusivamente a predios adquiridos con posterioridad a la aprobación del nuevo texto constitucional, tal como quedó establecido en el artículo 399 del texto constitucional. Las superficies excedentes adquiridas en tales condiciones o el incumplimiento de la función económica social de las propiedades agrarias son las únicas causales de expropiación consagradas por el texto en vigencia. A pesar de mantener la prohibición del latifundio, la no retroactividad de los límites a la propiedad de la tierra canceló la posibilidad de una verdadera reforma agraria en el Oriente boliviano, que no había sido afectado por la reforma de 1953. El conflicto del TIPNIS quedó aparentemente cerrado tras la suspensión definitiva de la iniciativa gubernamental, luego de la llegada de la marcha de los originarios a La Paz, y el envío a la Asamblea Plurinacional de un proyecto que declara la intangibilidad del territorio indígena ratificando la prohibición de nuevos asentamientos en

la región. Este retroceso del gobierno se suma a la abrogación del decreto 0748 de aumento de los combustibles, como consecuencia de la enorme resistencia popular que engendró. El conflicto del TIPNIS puso en tela de juicio los principios centrales de la plurinacionalidad establecidos en la nueva CPEP, en particular el concepto de pueblo como sujeto plural y la autonomía indígena, que intentamos explicar anteriormente. Cuanto menos quedó demostrado que no basta consagrar estos principios en

el texto constitucional, hace falta la voluntad política de llevarlos adelante, aún si esto implica enfrentar los intereses capitalistas avalados por gobiernos extranjeros, como es el caso de las multinacionales apoyadas por Brasil. En definitiva, el verdadero debate sobre el TIPNIS es quien debe tomar las decisiones en Bolivia y sobre esto no puede haber dudas: son las comunidades indígenaoriginarias las que tienen derecho a decidir sobre sus territorios ancestrales, sobre mantener o no sus modos propios de vida. De eso se trata, después de todo, la descolonización y la plurinacionalidad. Sobre la situación actual de los movimientos sociales en Bolivia se observa, desde los debates en la Asamblea Constituyente hasta el conflicto del TIPNIS, pasando por las disputas por la tierra, una tendencia que los atraviesa, consistente en posicionamientos y enfrentamientos entre la CONAMAQ y la CIDOB por un lado, y los cocaleros y (casi siempre) la CSUTCB por el otro. No se trata de realineamientos entre indígenas de las tierras altas y de las tierras bajas, el trabajo en común de la CIDOB y de la CONAMAQ es un argumento que no condice con esta mirada demasiado esquemática, pues las líneas de tensión son más complejas. El otro aspecto relevante es el despuntar de las luchas sociales y clasistas, de las cuales los procesos de organización sindical y la resistencia al gasolinazo son elocuente muestra, y que ameritan investigaciones más profundos para poder presentar algunas reflexiones sobre las mismas. Todo ello apunta a un lento proceso de debate y diferenciación política al interior del entramado social que -por lo menos por ahora- vota y se referencia en el MAS.


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Magali Chiocchetti

La ciudad en contextos de autoritarismo y democracia Las discusiones en “Punto de Vista Revista de Cultura” La ciudad entendida como un ámbito pluridimensional y heterogéneo que conjuga elementos políticos, económicos, culturales y sociales que le dan forma y la regulan (a la vez que aglutina actores que se la apropian de diferentes maneras) (Rossana Reguillo; 1996) ha sido objeto de debates teóricos e intelectuales que buscaron analizar el espacio urbano desde diversas perspectivas. Muchas veces los debates intelectuales forjaron las que serían luego las políticas públicas adoptadas sobre el espacio que, a lo largo de la historia, fue sufriendo modificaciones. Particularmente, la intelectualidad nucleada en la revista cultural ‘Punto de Vista. Revista de Cultura’(1978-2008) llevó a cabo una

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l propósito de estas reflexiones radica en identificar y describir el modelo de ciudad propuesto a través de esta empresa cultural a fines del período autoritario y durante el primer gobierno de Carlos Menem. Se aclara que el gobierno de Raúl Alfonsín no fue

revisión de las políticas implementadas en la ciudad de Buenos Aires durante la última Dictadura Militar argentina (donde se produjeron una serie de reformas sobre la ciudad que complejizaron el acceso de los sectores populares al espacio urbano) y sobre los cambios reforzados con las políticas neoliberales implementadas en el primer gobierno de Carlos Menem. Desde la publicación se esbozaron algunas propuestas sobre los modos de pensar a la ciudad en relación a las discusiones más generales de la revista desde fines de la Dictadura y una vez iniciada la “transición democrática”: la denuncia de la violación a los Derechos Humanos durante el Gobierno Militar, el reclamo de justicia social, y, la revalorización de la democracia como síntesis de las aspiraciones proscriptas por la represión.

tenido en cuenta por dos cuestiones: primero porque las modificaciones iniciadas en la Dictadura sobre el espacio fueron intensificadas a gran escala en el gobierno de Carlos Menem y no durante la presidencia del gobierno radical; segundo, porque los debates contenidos en la revista durante el primer gobierno de la “transición democráti-

ca” estuvieron focalizados en los reclamos por justicia social, el juicio a los militares, las cuestiones sobre la memoria, etc. y no se hizo lugar al análisis sobre el espacio urbano. Las tramas significativas que se construyeron en ‘Punto de Vista’ en relación a la temática, no fueron presentadas como un objeto central de debate, aunque funciona-


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La ciudad en contextos de autoritarismo y democracia ron como parte del tejido de discusiones que se desarrollaron en el espacio editorial. Es por eso que cada uno de estos tópicos debe ser reconstruido e interpretado a la luz de un análisis mayor sobre la revista, que lejos de ser homogénea en su interior es un lugar de dinámicas complejas y posicionamientos heterogéneos. Entendida como un tipo de organización cultural que no fue institucional y que sin embargo, cumplió un papel relevante a la hora de construir el campo de la cultura del período, permite visualizar el conjunto de discursos intelectua-les que promovieron una renovación de la cultura política de la izquierda argentina. ‘Punto de Vista’apareció en marzo de 1978, de manera bimestral, como parte del conjunto de producciones que surgían en la clandestinidad, pero a diferencias de otras más efímeras, continuó durante el período democrático desde fines de 1983 hasta el 2008. Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo y Ricardo Piglia, que habían participado de la edición de la revista ‘Los Libros’, dieron comienzo a la publicación. A partir de la crítica literaria en ensayos y reseñas bibliográficas, se planteaba la resistencia y denuncia de las condiciones de producción, y se tendía a reconstruir el campo intelectual de izquierda (Vulcano; 1997: 106). A pesar de tener un discurso más enfocado al ámbito de la crítica literaria, ‘Punto de Vista’ se ocupó de analizar muchos aspectos de la cultura como el cine, historia, filosofía, arquitectura, urbanismo, música, plástica, etc. Pero en 1981, al producirse un aflojamiento progresivo de la censura, la revista expandió su ámbito de circulación en el campo cultural argentino y al mismo tiempo incorporó a colaboradores que venían del exilio. La articulación de un capital intelectual consolidado con la elaboración de una revista que se perfilaba como disidente durante la Dictadura, logró

una legitimidad que la llevó a proponer con quién, cuándo y sobre qué polemizar; establecía cuáles eran los debates y cuáles los interlocutores legítimos (Roxana Patiño; 1997: 24). A partir de 1983, la revista sumó al Concejo de Dirección a Juan Carlos Portantiero y JoséAricó y, años mas tarde, colabora-ron Adrian Gorelik, Oscar Terán, Hilda Sábato, entre otros. Sobre ‘Punto de Vista’ existe una bibliografía creciente que da cuenta no solo de su importancia cualitativa, sino también del hecho, casi inédito en nuestro país, de una revista políticocultural y literaria que cumplió 30 años sin interrupciones (De Diego; 2004:144) Desde un enfoque que relaciona a la his-

toria con las revistas político-culturales, se deja planteado el aporte que estas últimas realizan en tanto objetos legítimos del análisis de la historia inmediata, de las ideas políticas y en este caso, de los aportes sobre el espacio urbano desde un ámbito cultural. Si las revistas suelen ocupar un lugar a mitad de camino entre el carácter de actualidad de los diarios y la discusión grave de los libros, que pueden ser consideradas como un objeto y espacio relevante para la reconstrucción histórica (Girbal-Blacha / Quatrocchi-Woisson; 1999: 23). De esta manera, teniendo en cuenta el carácter necesariamente histórico de las revistas, se puede prescindir de realizar una breve contextualización previa sobre las principales discursos e ideas que nacieron a partir de

los estudios sobre el espacio urbano dentro de las Ciencias Sociales y que, en algunos casos, fueron un componente importante para la legitimación de políticas públicas concretas adoptadas sobre la ciudad. Luego se abordará concretamente a ‘Punto de Vista’. Los recorridos sobre el espacio urbano Los estudios en relación al espacio urbano en América Latina aparecieron directamente relacionados con las necesidades de los aparatos de planificación urbano-regional de diversos países. La base del análisis estaba configurada según las necesida-des de los aparatos estatales, por lo que se presentaba como un trabajo meramente técnico e instrumental. El objetivo radicaba en resolver y dar respuesta a los problemas de la región en forma rápida, es decir, presentar propuestas para la acción de los organismos técnicos de planificación. En este caso, “pensar demasiado” significaba perder el tiempo (Píres; 1990: 11). Sin embargo, esta subordinación de las interpretaciones a las necesidades de Estado, encontró su quiebre en la demanda inte-lectual por comprender las particularidades de América Latina y sus problemáticas urbanas. Las Ciencias Sociales latinoamericanas alcanzaban, a mediados de los sesenta, un desarrollo crítico que cambió las perspectivas de los estudios de la región. En esta línea, las corrientes fundadas en una reelaboración del marxismo, despertaron


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La ciudad en contextos de autoritarismo y democracia grandes cambios en los estudios sobre el espacio urbano al que comenzaron a considerar desde una visión sociopolítica: el territorio no podía verse sólo de una forma técnica, sino que debía percibirse como resultado de los procesos sociales, así como también estos últimos, tenían que entenderse condicionados por los aspectos territoriales. Desde este momento, coexistieron las dos perspectivas que funcionaron como paradigmas en la producción de conocimiento: como ya se dijo, el primero, que se conformó con base a las orientaciones neoclásicas en la economía y funcionalistas en la sociología, se agrupó en los enfoques “clásicos” de la problemática urbana de la región. Esta tendencia concebía la realidad de una manera técnica. El segundo, elaborado en referencia a la perspectiva “clásica”, se autodefinía como contestatario y concebía a la realidad en forma predominantemente socio-política. Este último logró desmitificar el papel que se le había atribuido a la planificación y transformó la concepción que se tenía de esa actividad. Su principal tesis radicaba en que si los problemas urbanos eran ante todo problemas sociales, se resolvían con base en las relaciones políticas de la sociedad. De allí, que lo importante fuera identificar sus determinantes fundamentales para planear acciones que enfrentasen estos problemas. Según esta perspectiva política, la transformación de las relaciones sociales podía aportar cambios en la configuración urbana. (Píres; 1990: 12). A mediados de los años setenta, con la presencia de los gobiernos autoritarios y las políticas económicas que lograron reproducirse luego de desaparecer los regímenes que las habían iniciado, seguían compitiendo, en el mercado de las ideas y de las acciones para el tratamiento de los problemas urbanos, estas dos grandes tendencias de estudio. Ellas se desarrollaban, sobre todo, desde los organismos estatales de planificación y desde organismos académicos de investigación (públicos o priva-

dos) (Píres; 1990:21). En esta línea, cabe destacar que, durante los setenta, frente a la crisis general del marxismo europeo (en tanto ideología política y visión del mundo) se abría un espacio teórico enmarcado en un alejamiento del marxismo y acercamiento a los problemas y al campo de las respuestas ofrecidas por ideas sociológicas y políticas

inspiradas en la socialdemocracia (Unda; 1990: 10) En este trayecto, hubo una búsqueda constante por una visión más crítica. Se cuestionó la ingenuidad de algunas propuestas, de su dependencia a los proyectos políticos dominantes, el facilismo teórico, etc. La concepción autoritaria sobre la ciudad La formulación más temprana de la urbanización latinoamericana como algo específico, surgió desde una línea de reflexión conocida como teoría de la marginalidad. Ésta se inscribía dentro de la matriz de las teorías de la modernización, que en América Latina tuvieron su auge entre 19501980. Su tesis central radicaba en la idea de que existían en las urbes de América Latina barreras de tipo cultural que bloqueaban el tránsito de grupos de la sociedad, impidiéndoles su vinculación al proceso de cambio social incluido por la urbanización. Así, un número de habitantes era “marginado” del

desarrollo. En este sentido, se pretendía “integrar” a los habitantes a través de su traslado a alojamientos “modernos” con el propósito de adaptar las características socio-culturales de estos grupos a las exigencias de una sociedad moderna. Una versión de esta teoría, denominada por Samuel Jaramillo como de “derecha”, tenía la preocupación de limar las asperezas que retrasaban el proceso de urbanización que debía darse sí o sí. Principalmente se concentraba en una acción política: la de eliminar físicamente a los reductos de ruralidad de las ciudades; la acción de eliminar, aunque fuera mediante la represión de las expresiones físicas más incómodas para la coherencia simbólica de las ciudades que debían encarnar la idea de progre-so. (Samuel Jaramillo; 1990). Esta visión de “derecha” se condice, al menos en parte, con las políticas urbanas adoptadas durante la última Dictadura Militar. Se puede encontrar una tergiversación simple de esta teoría por parte del las Fuerzas Armadas que, sin lugar a dudas, pretendían una “limpieza” del espacio urbano, alejando especialmente a los sectores populares del centro de la ciudad. El secretario de Vivienda de Buenos Aires durante el gobierno autoritario, Guillermo Del Cioppo, aclaraba que “solamente pretendemos que vivan en nuestra ciudad quienes están preparados culturalmente para vivir en ella. Vivir en Buenos Aires no es para cualquiera, sino para el que lo merezca”. La idea de progreso de la ciudad, aunque fuera a través de la eliminación de todo aquello que no aportara para su conformación, no puede desprenderse de las razones políticas e ideológicas de las modificaciones sobre el espacio urbano que coincidían con los principales objetivos proclamados desde el discurso del Gobierno militar: restablecer el orden, reorganizar las instituciones y crear las condiciones para una “auténtica democracia”. Por un lado, se instauró un modelo económico que provocó la concentración del ingreso en ciertos grupos económicos locales y trasnacionales, ligados a la renta del capital financiero. Por el otro, aparecían términos como el ‘populismo’, ‘excesos’ de democracia, crisis de capitalismo y “subversión” que debían atacarse de raíz en forma simultánea (Palermo y Novaro; 2006: 27) Era preciso eliminar de una vez y para siempre la causa eficiente de la amenaza subversiva: la organización y


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La ciudad en contextos de autoritarismo y democracia movilización de los sectores populares. La Dictadura Militar se propuso llevar a cabo por todos los medios a su alcance un proceso de despolitización. El Gobierno militar aplicó medidas concretas sobre el espacio público destinadas a alejar a los sectores populares del centro de la ciudad: la alteración de la Ley deAlquileres (1978) que dispuso el descongelamiento de alquileres, la “erradicación” de villas de emergencia en la ciudad de Buenos Aires, y el programa de construcción de autopistas, entre las principales. La pretensión de dar respuesta al problema de la orga-nización de las clases populares y la necesidad de crear las condiciones materiales para una ciudad que se presentara como la “vidriera al mundo”, fueron los principales ejes ideológicos sobre los que trabajaron. Estas modificaciones fueron profundizadas entrada la década del noventa donde la sociedad sufrió grandes mutaciones. Cambios de toda índole, ya anunciados desde mediados de los setenta, encontraron un impulso exacerbado a partir de la política neoliberal de gobiernos insertos en la “transición democrática” (Svampa; 2004: 11). Las políticas urbanas aplicadas durante el gobierno de Carlos Menem, respondieron a modelos neoliberales en los que la desapropiación económica se extendió de forma rápida en toda la sociedad. Este modelo, caracterizado por la globalización de la economía y la reestructuración de las relaciones sociales, trajo como consecuencia el aumento de las desigualdades y la polarización social (Svampa; 2004: 12). Así, junto con las privatizaciones, la desindustrialización y el aumento de las desigualdades sociales, el paisaje urbano fue cambiando ostensiblemente. En medio de la euforia neoliberal, las villas de emergencia y los asentamien-

tos se fueron reproduciendo para acobijar a los excluidos del modelo, mientras se comenzaban a levantar los muros de la ciudad en manos privadas. En este marco, la tendencia teórica de la planificación, que había ya perdido importancia, disminuyó más aún su papel. La necesidad de problematizar sobre el modelo de ciudad posible y realizable como alternativa a las tendencias neoliberales, se hizo imperante dentro del ámbito de los estudios sobre el espacio urbano. La ciudad había adquirido una presencia predominante para el estudio, tanto de la sociedad como sobre los campos de la política, la cultura, etc.

“Punto de Vista” y las reflexiones sobre la ciudad En lo que respecta a los años finales de la Dictadura, ‘Punto de Vista’ publicó un solo artículo de Oscar Oszlak (1982) res-pecto a la ciudad, momento en que la crítica al gobierno militar se hacía más directa. Particularmente, desde la revista se afirmaba que las medidas sobre el espacio urbano adoptadas por las Fuerzas Armadas, se correspondían a la intención de revertir -lo que los militares habían considerado- un desajuste entre la estructura social y la estructura de ocupación del espacio. Es

decir, los cambios efectuados en este período, se llevaron a cabo con el propósito de enviar “a su lugar” a las clases populares que, durante los años previos, se habían desplazado hacia los espacios considerados históricamente como parte de los sectores privilegiados. En esta línea, con el aumento del precio de los alquileres, la reducción de la oferta de las propiedades, el traslado de la fuente de trabajo de los obreros industriales, etc., se hacía evidente una jerarquización autoritaria del espacio que correspondía al proyecto general del gobierno: quitar, aunque fuera a través de la eliminación, a los sectores que no merecían vivir en el centro de la ciudad. Un eje conceptual en este razonamiento, fue sin dudas el de “derecho al espacio urbano”. Sobre el mismo, Oscar Oszlak decía: “el derecho al espacio urbano debe entenderse como un derecho al goce de las oportunidades sociales y económicas asociadas a la localización de la vivienda o actividad. Perder o sufrir la restricción de ese derecho, puede suponer, además del desarraigo físico, el deterioro de las condiciones de vida material en cada uno de los planos en que existían externalidades vinculadas con la localización espacial…” (Oszlak; PDV, n° 17, 1982). Según esta interpretación, el valor del espacio urbano se medía en función del acceso a oportunidades económicas y al goce de ciertos bienes y servicios. Por lo tanto, durante el Gobierno militar, el derecho se comenzaba a ejercer sobre bienes y ser-vicios situados de manera desigual en el


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La ciudad en contextos de autoritarismo y democracia espacio, respecto a las posibilidades de acceso o satisfacción de necesidades. Durante la Dictadura, el desplazamiento de las clases populares hacia zonas de la periferia o alejadas del centro, había provocado una restricción de la utilización de servicios como el agua, cloacas, luz, hospitales, etc. nucleados principalmente en el área metropolitana. La intención era siempre la misma: neutralizar el desplazamiento de los sectores populares hacia el centro. En esta línea, Oszlak sostenía desde la revista que: “…la estructura de ocupación del espacio tiende…a reproducir la estructura social. Los sectores sociales de mayores ingresos ocupan en la distribución espacial, las zonas más privilegiadas en términos de localización y acceso a servicios, en tanto que los sectores populares se concentran en las zonas urbanizadas más marginales” (Oszlak, PDV, n° 17, 1982)La idea de ajustar el desequilibrio generado entre la estructura de clases con la estructura de ocupación del espacio, había dejado en evidencia no sólo el uso y disposición desigual del derecho a ocupar la ciudad, sino que también una concepción autoritaria sobre el espacio. Ésta estaba sustentada por una ideología que consideraba a la ciudad como el lugar que reafirmaba los valores del orden, el bienestar, la pulcritud, la ausencia de pobreza, de marginalidad, de desorden popular, y

de subversión. Oszlak concluía: “…la segregación geográfica según clases sociales se hizo mucho más marcada…las fuertes inversiones municipales en… embellecimiento… hizo todavía más agudo el contraste con los viejos barrios… esta política estatal fue posible ya que resultaba congruente con la concepción individualista,

elitista y privatista de la organización social impuesta en los distintos planos de la vida política…reivindicaba valores como la belleza, la comodidad, la libertad del movimiento, la privacidad” (Oszlak, PDV, n° 17, 1982). Por otra parte, a partir de la década del noventa, los intelectuales de la revista abrieron el debate en relación a la posibilidad de llevar a cabo una reforma urbana que implicara, además, una modificación de la cultura y de lo social. En este punto, las reflexiones más frecuentes durante los primeros años del gobierno de Menem, ronda-

ron en largos recorridos, revisiones y críticas sobre la historia de las ideas urbanísticas. Esto, con el objetivo de pensar el campo actual de reflexión, ampliar las discusiones sobre la ciudad y crear posibles proyectos transformadores que se apoyaran en nuevos paradigmas. Podemos puntualizar algunas discusiones eje que formaron parte de la revisión sobre el pensamiento urbano: el modernismo desde el cual se había pensado una transformación radical de la ciudad; la revisión de los años cincuenta; las críticas hacia la ciudad moderna con tendencias marxistas; las intervenciones reformistas de los años ochenta, entre otros. Analizar este cuerpo de ideas, para los intelectuales de la revista, suponía comprender el estado de la cultura urbana durante los noventa y, desde ahí, no solo buscar nuevas ideas desde las cuales analizar el espacio sino también proponer un nuevo modelo de ciudad. Por lo tanto, el foco de análisis estuvo puesto, sobre todo, en el ámbito de la cultura urbana más que sobre la interpretación de una u otra modificación sobre el espacio. La mayoría de las publicaciones propusieron una crítica hacia las miradas sobre la ciudad y en especial, Adrián Gorelik, uno de los autores más sobresalientes respecto al estudio de las temáticas urbanas en ‘Punto de Vista’, llevó a cabo un recorrido de la historia de las representaciones urbanas, abriendo interrogantes respecto a las relaciones entre lo cultural, la arquitectura y lo político. La necesidad de renovar los debates sobre Buenos Aires, no en términos técnicos sino desde una perspectiva integral, fue el eje que atravesó las reflexiones. En general, desde la revista se planteaba que frente a la sensación de descontrol de la ciudad moti-


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La ciudad en contextos de autoritarismo y democracia vado por el modelo neoconservador predominante (que no favorecía el desarrollo humano) los mecanismos de control urbano planificados como así también, las propuestas más críticas para mejorar la ciudad, no eran ya capaces de ofrecer un modelo pensado como artefacto colectivo y público. Era necesario estudiar el espacio urbano desde otro cuerpo de ideas, y la cuestión democrática aparecía como un instrumento útil para sacar de la crisis al pensamiento sobre la ciudad. En este senti-do, se sostuvo una crítica hacia el conjunto de ideas neoliberales que proyectaban en el mercado la planificación sobre la ciudad, relegando a su mínima expresión a las instituciones del estado y a la participación ciudadana: “…el clima de ideas actual plantea que, por fuera de cualquier intento de incidencia público, deberían restaurarse los mecanismos naturales que la ciudad tiene para moldearse por medio del mercado…” (Gorelik, PDV, n°44, 1992). A pesar de que no hubo extensos análisis sobre cada una de las problemáticas particulares de BuenosAires, las modificaciones que sustentaron la idea de construir una ciudad que fuera “la vidriera al mundo” (que se profundizó durante el primer gobierno de Menem) se hicieron presente en las notas. Desde la revista se dejaba en claro que, los cambios sobre la ciudad adoptadas por las Fuerzas Armadas (donde había primado los intereses particulares y no había existido la participación pública) habían funcionado como caldo de cultivo para los que se generarían luego. La ciudad se encontraba al amparo de un bloque de poder que tenía por política dejar en libertad de acción a las mismas fuerzas que habían contribuido a la degradación de la vida urbana:“…el deterioro de los mecanismos de gestión de la ciudad puede retomarse a los tiempos de la dictadura, y…los gastos faraónicos que se realizaron en ese tiempo contribuyeron a la actual crisis…” (Gorelik, PDV, n° 37, 1990). Las críticas hacia la “modernización” de la ciudad que se contraponía con al empobrecimiento de otras áreas, se fusionaron con las realizadas respecto al pensamiento urbanístico moderno que, según se planteaba en la revista, no habían logrado cambios positivos para la ciudad. Así lo describía Adrián Gorelik: “Hoy la heterogeneidad ha hecho pie en Buenos Aires re-creando el paisaje de mezcla degradada tan típica de la modernidad

urbana latinoamericana; y ni si quiera se trata de llegarse hasta el suburbio un día de sudestada; sólo hace falta recorrer el centro y ver quiénes y cuántos están cartoneando…el centro y la mayor parte de la ciudad han sido entregadas a su propia decadencia…” (Gorelik, PDV, n° 37, 1990). La ola de construcciones de shoppings, grandes cadenas de supermercados, edificios lujosos, etc., eran caracterizados como parte de, lo que ellos llamaban, la ciudad del capital: en medio del caos uno podía obtener todo lo

que necesitaba, el Estado ya no tenía participación y el capital podía hacer y deshacer sin encontrar límites. En medio de una reva-

lorización de la democracia que aparecía como síntesis de las aspiraciones proscriptas por la Dictadura y garantía de la permanencia de un Estado de Derecho (abandonando la idea de la práctica de la revolución como método de cambio durante los años sesenta y setenta) la intelectualidad de ‘Punto de Vista’ comenzó a pensar un proyecto socialista como profundización de la democracia y como proyecto amplio de reforma cultural. En este marco de pensamiento es que debemos entender el análisis sobre la ciudad y la propuesta moldeada desde la revista. Como parte del abanico teórico que pensaba los problemas del espacio urbano desde las perspectivas de la socialdemocracia, se propuso una renovación cultural de la izquierda. Además de adoptar una actitud crítica hacia la historia del pensamiento urbano y de denuncia frente a ciertas modificaciones en Buenos Aires, los artículos tenían la pretensión de instalar en el campo cultural, nuevos referentes, temas y perspectivas. A pesar de que en la práctica los intelectuales de la revista reconocían, una vez finalizado el Gobierno militar, que la democracia en Argentina no constituía la expresión de su propia madurez, esta funcionó como prisma ideológico a partir del cual se analizaron la mayoría de los temas. Así, las discusiones sobre la ciudad se focalizaron en dos cuestiones: generar un nuevo proyecto de ciudad a través del debate y la renovación de ideas y alentar un nuevo modo de gobernar la ciudad. Uno los intelectuales con más influencia dentro de la revista, José María Aricó, decía: “…frente a las mutaciones de todo tiempo que soporta la ciudad, lo que aparece cada vez con mayos nitidez es la incapacidad del gobierno local para dar respuestas a los problemas más urgentes…se plantea por consiguiente no sólo el diseño de una nueva ciudad…sino también un nuevo modo de gobernar…que tenga en cuenta aquellas fuerzas, movi-


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La ciudad en contextos de autoritarismo y democracia mientos, asocia-ciones, grupos, que en la ciudad constituyen un tejido democrático civil conectivo de tipo nuevo…significa permitir a los electores que decidan s o b r e p r o g r amas…quitarle poder a los partidos para dárselo a los ciudadanos, renovar las instituciones de representación y de delegación…”( Aricó, PDV, n° 48, 1994). Desde la demanda por el respecto al derecho sobre el espacio urbano, el uso igualitario de la ciudad y el reclamo de garantías que protegieran a los ciudadanos de los abusos del poder del Estado (para impedir el ejercicio arbitrario) y de las políticas que daban libertad de acción al mercado, la democracia representativa se presentó como un concepto que podía orientar las políticas sobre la ciudad - que se detenían, sobre todo, en las políticas a nivel municipal-. Para la revista, asumir los problemas del espacio urbano gestados en la Dictadura y profundizados con el Menemismo, era hacerse cargo de todos los conflictos del país: la crisis del Estado, las formas de representación política y de participación social, las relaciones entre Estado y mercado, etc. El modelo de ciudad democrática propuesto, implicaba, sobre todo, el control de los ciudadanos sobre las decisiones en el espacio; la integración y participación de los mismos en las discusiones; el reconocimiento de la ina-

lienabilidad de ciertos derechos (en este caso el derecho al espacio urbano), del ejercicio de la soberanía, de la importancia de ciertas instituciones políticas en el control

de los cambios sobre el espacio, de los límites del mercado y de los límites jurídicos del Estado.

Algunas consideraciones finales Los aportes realizados por ‘Punto de Vista’ respecto al pensamiento sobre la ciudad, resultan de interés en la medida en que se analizó el espacio urbano desde un espacio editorial cultural y político pero alejado directamente de las instituciones públi-cas o privadas. En tanto empresa cultural, puso en evidencia la necesidad de una renovación del pensamiento urbano, sin el cual no era posible dar cuenta de los problemas de la ciudad. Sin embargo, a la luz de la urgencia por encontrar nuevas ideas desde las que analizar a la ciudad, no hubo una profundiza-ción respecto a las posibles modificaciones prácticas sobre las problemáticas identificadas en el espacio urbano. Aparecieron los conceptos de igualdad y libertad aunque no el modo en que estos eran posibles de ser instalados en un contexto neoliberal. Creemos, en este sentido, que no es posible finalizar con conclusiones que “cierren” este trabajo, sino que buscamos seguir complejizando el abordaje sorbe una de las revistas que promovió y fomentó la renovación de la cultura política de la izquierda argentina. Es posible, sí, alentar todos los interrogantes que surjan a partir de esta lectura y, desde allí, abrir un posible debate.


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Rosario Galarza salió al encuentro del Abog. Martín Rodrigo Gill, Rector de la UNVM, para conversar sobre los aspectos institucionales del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). La apuesta fue más allá: en la extensa entrevista se mezclan aspectos históricos, políticos, sociales, culturales y económicos con la experiencia vivencial del entrevistado, quien ocupara en dos oportunidades la presidencia de esa institución. También se habló sobre su responsabilidad actual al frente de la novel Comisión de Medios de Comunicación. Carla Wainsztok, propone una mirada a la experiencia de Las Cátedras Nacionales a partir del análisis de las clases de Gunnar Olsson entre 1972 y 1973. Más específicamente, los teóricos de Historia Social General de 1972 y de Sociología Sistemática de 1973 que se dictaban en la Carrera de Sociología, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Aritz Recalde, presenta la irrupción de “Los nuevos docentes de Las Cátedras” en las figuras de Justino O¨Farrell y Gonzalo Cárdenas. Selección del libro “UNIVERSIDAD Y LIBERACION NACIONAL", Nuevos Tiempos, Lanús, marzo de 2007.


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de entro u c n e os al ill m i l G a S n í t

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Rosario Galarza

Una mirada sobre las Universidades Nacionales Salimos al encuentro del Abog. Martín Rodrigo Gill, Rector de la UNVM, para conversar sobre los aspectos institucionales del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). La apuesta fue más allá: en la extensa entrevista se mezclan aspectos históricos, políticos, sociales, culturales y económicos con la experiencia vivencial de nuestro entrevistado, quien ocupara en dos oportunidades la presidencia de esa institución. También hablamos sobre su responsabilidad actual al frente de la novel Comisión de Medios de Comunicación.

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G -Nos gustaría conocer tu experiencia al frente del CIN, que nos comentes tu nuevo rol en este organismo. A su vez, a partir de su historia institucional, nos ubiques un poco en lo que entendemos podrían ser sus cometidos actuales… MG:- Sí, en realidad el CIN ha tenido como un proceso de modificación en lo que son sus funciones iniciales. Entre fin del año pasado y comienzos de éste, el CIN está cumpliendo 25 años de existencia, tiempo interesante para hacer una evaluación de lo que ha sido su funcionamiento. Si bien, siempre fue pensado como un órgano de planificación y coordinación de las políticas de Educación Superior en las Universidades

Nacionales e Institutos Universitarios Públicos, durante mucho tiempo, el formato y la estructura de trabajo se limitó a una cuestión más bien simbólica y a una única temática que nos reunía que tenía que ver con el eje presupuestario. Inicialmente era el eje de la discusión presupuestaria, de obtener más presupuesto, de ejercer casi una cuestión gremial del conjunto de las universidades en ese tópico. Esta era la temática que interesaba... . SG:- Hay como un cierto imaginario compartido en el campo universitario, surgido del principio originario de creación de este organismo: “las universidades nacionales pueden adherir a él en ejercicio de su autonomía”, que interpeló profundamente su eficacia institucional por muchos años… MG:- Es cierto, con la consolidación del espacio y la definición de nuevos organismos a partir de lo previsto por la ley, fundamentalmente la participación en el Consejo

de Universidades como un ámbito de participación, de coordinación y también de cogestión de la Educación Superior, junto al Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP) y al Consejo Federal; el CIN comienza a tener intervención en otros asuntos que superan lo presupuestario. A esto se le suma un cambio que se va dando en los últimos años en materia de gestión donde lo presupuestario, sin dejar de estar en la agenda, se transforma en una cuestión simplemente de acompañamiento a la política del Estado para mejorar el presupuesto de las universidades. Entonces, de alguna manera esto libera o reacomoda los tantos para que el sistema pueda comenzar a ver otras realidades. En ese sentido la participación desde la Comisión de Enseñanza tiene un rol muy activo en la definición de los alcances del artículo 43; de la propuesta de los estándares para la acreditación de las distintas carreras; de la generación de instrumentos específicos a nivel de propuestas; de debates para la creación y regulación de los postgrados y de las carreras articuladas que puedan estar incorporadas en el artículo 43; el debate sobre los procesos de interés público o no de determinadas áreas disciplinarias, como por ejemplo la formación docente. Superando el alcance pensado en la Ley de Educación Superior en sus inicios, en el que el interés público había


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Una mirada sobre las Universidades Nacionales sido interpretado quizás como una herramienta más para la acreditación de carreras como ingeniería o medicina. Hay todo una redefinición del alcance y de la reconsideración de ese interés público: La interacción con el INFOD (Instituto de Formación Docente) respecto de armonizar criterios en el funcionamiento de los Institutos de Formación Docente, ya sean dependientes de las jurisdicciones provinciales, ya de las universidades; la armonización entre los colegios pre universitarios. Armonización no en cuanto proyectos pedagógicos, pero sí en cuanto a condiciones de pertenencia, de organización presupuestaria y de derechos laborales de los trabajadores docentes y de maestranza; la construcción de mapas: el mapa de la enseñanza de postgrados, el mapa de la enseñanza de grado, el mapa territorial de oferta de educación superior. Entonces , vemos que se empieza a diversificar y se suceden nuevos escenarios, el escenario de las Relaciones Internacionales, donde el CIN ha avanzado considerablemente en un espacio en que cada vez está más presente de vinculación con el resto de América Latina y de Iberoamérica, en la conformación de la Educación Superior fuera de los límites del territorio nacional. Para esto constituyó una red: Red de Cooperación Internacional, la RedCIUN y luego generó una comisión específica de Relaciones Internacionales. Esta comisión,

lo que ha hecho es estar presente sistemáticamente en enlaces, foros de discusión para realizar y mantener la posibilidad de armonizar líneas de interacción con otras corporaciones de rectores, a partir de generar procesos de intercambio de docentes y estudiantes que resulten estratégicos. Los programas que hoy lleva adelante el CIN: JIMA, MAGMA, MACA, son programas de intercambios. Antes era impensado que el CIN pudiera generar programas marco de este tipo, con México, Colombia, Brasil. A todo esto se le suma una discusión política donde el CIN quiere estar: la agenda de debate de cuál es la Educación Superior del espacio Latinoamericano e Iberoamericano, cuál es la interacción entre el espacio latinoamericano y el espacio europeo de Educación Superior; cómo se mantienen intangibles algunos preceptos que se han consagrado en el marco de la discusión entre los actores del CIN como son: el carácter de interés público, de derechos humanos, de la obligación indelegable del Estado en la administración de la Educación Superior. Todo esto, en un contexto global donde estas variables están en tensión. Digamos son bastante generalizadas hacia el interior, pero en los organismos internacionales o en los ámbitos de relaciones internacionales estas son variables que están en tensión, que están en discusión. La etapa que ha marcado los tres últimos años

El Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) fue creado por Decreto del Presidente de la República Argentina, Dr. Raúl Alfonsín, el 20 de diciembre de 1985. El Consejo es una persona de derecho público no estatal que se sostiene, primordialmente, con los aportes que realizan sus miembros. Durante sus primeros diez años de vida, nucleó, exclusivamente, a las Universidades Nacionales que, voluntariamente y en uso de su autonomía, se adhirieron a él como organismo coordinador de políticas universitarias. A partir de la sanción de la Ley de Educación Superior (1995), se han incorporado los Institutos Universitarios y las Universidades provinciales reconocidas por la Nación. El CIN tiene funciones, esencialmente, de coordinación de políticas universitarias y promoción de políticas y actividades de interés para el sistema público de Educación Superior. Es, además, órgano de consulta obligada en la toma de decisiones de trascendencia para el sistema universitario. Junto con el Consejo de Rectores de Universidades Privadas (CRUP) y representantes de los Consejos de Planificación Regional de la Educación Superior (CPRES), integra el Consejo de Universidades, que preside el Ministro de Educación de la Nación.

y en la cual me tocó ser protagonista, el CIN comenzó a tener posiciones políticas como cuerpo en relación con determinadas temáticas que hacían al orden nacional. Esto también es una cuestión que casi no la había considerado. Ni siquiera sé si como cuerpo se manifestó con respecto a la Ley de Educación Superior en su momento. SG: -¿A cuáles te refieres, cuáles crees que han sido las más significativas? MG:- El CIN comenzó a discutir en su seno políticas públicas en las que se consideraba un actor preponderante, en las que quería tener participación y en donde pensaba que como sistema universitario - generando un debate profundo hacia adentro- había cosas para decir y había que decirlas. Muestra de eso fue por ejemplo que ante el conflicto con el sector rural que se generó por la resolución 125, hubo pronunciamiento del CIN. Este pronunciamiento luego recayó en hacer una propuesta de trabajo sistemática de todo el sistema universitario con el Ministerio de Planificación: la implementación del programa Estratégico Agro-alimentario y Agro-industrial, que no reconoce antecedentes. Mantener a todas las universidades públicas y a gran parte de las universidades privadas, trabajando simultáneamente en una distribución territorial, con un formato metodológico compartido, orientado a descubrir las oportunidades, las amenazas, los desafíos, los actores claves, y elaborar los insumos para el diseño de un plan estratégico para la producción agropecuaria y el valor agregado a las materias primas que produce el sector agropecuario. Un desafío, con tiempos, con estándares y con metas para los próximos años. En esto las universidades han sido un actor clave. No hay antecedentes que todas las universidades simultáneamente, con las diferencias que tienen, hayan tenido una participación como esta desde lo simbólico y en cuanto al


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Una mirada sobre las Universidades Nacionales compromiso del sistema universitario con un objeto estratégico del Estado como es su política agropecuaria y agroindustrial, ha sido realmente de un enorme simbolismo. Un segundo elemento, también generado en este ámbito, fue a partir de la Ley de Servicio de Comunicación Audiovisual. Las universidades habían sido un ámbito de denuncia permanente. Después de lo que fue el retorno a la democracia, el reclamo por la generación de una coalición democrática por la radiodifusión, con los puntos que se habían generado, había tenido gran parte de gestación en las universidades nacionales. Pero era un ámbito de reclamo, de denuncia, de crítica que en algún sentido estaba limitado a estas acciones. Cuando se plantea el debate de cambiar la matriz comunicacional en la Argentina, las universidades no podían ser espectadoras. De hecho se volvió a dar este rol y las universidades tuvimos una posición pública, abrimos nuestras casas de estudio para que este debate se generara, se recogieron innumerables aportes, se trabajó con las redes: la audiovisual, la de radio, y como cuerpo de rectores. Justamente en Villa María se terminó aprobando una manifestación de adhesión, por unanimidad del sistema universitario, a lo que fue el debate intenso por una nueva Ley de Comunicación. Una vez generada la aprobación vino otro desafío: cómo participar como sistema en la construcción de esa nueva matriz. Esto con independencia de la autonomía de las universidades que decidirán participar o no, en qué medida, con qué alcance. Pero sí como sistema había que definir algunos criterios y entonces comenzó la pelea por tener un canal en cada universidad, porque se cumpliera lo de una radio para cada universidad. Que se cumplieran

los preceptos que establece la ley como derecho y obligación para las universidades, lo cual también se obtuvo. Hoy se está pensando en un sistema de matriz comunicacional compartido a partir de un primer canal interuniversitario para todo el país. Además, hubo pronunciamiento en torno al uso de reservas para el pago de servicios de la deuda en su momento.

SG:- En su nacimiento el CIN no obligaba a sus miembros a cumplir las decisiones que se adoptaran, en vistas a que esto no se ha modificado ¿a qué atribuyes la posibilidad de generar amplios consensos en su seno en torno a las problemáticas mencionadas? MG:- Es como que a partir de su función originaria el CIN ha tenido un proceso de consolidación como espacio y un rol mucho más protagónico en la definición de estrategias trasversales para el sistema. ¿Por qué esto no se daba antes? Porque la manera organizativa del CIN lo condicionaba. Por un lado, porque era un órgano muy temporal e incluso ni había continuidad en las autoridades. Por otro lado, porque también el CIN se escudaba en darle un rol y una significación a la autonomía universitaria que casi era un impedimento para

poder trabajar en red. Entonces, lo único que se podía hacer era una cuestión administrativa. Nosotros estamos planteando la construcción de una red a partir del ejercicio de la autonomía. No porque venga de arriba, sino de abajo hacia arriba. Como el mismo proceso que llevan adelante los Estados que son soberanos, en su proceso de integración. Las universidades con su status de autonomía pueden avanzar en la construcción de redes que generen sistemas que consoliden determinadas políticas. Siempre condicionando que, cada universidad en el marco de su Estatuto, pueda avanzar o no. De hecho, hoy estamos debatiendo lo que es el Convenio Colectivo con el Sector Docente, un debate que nunca se tuvo. Son cinco, seis gremios, más los rectores y el ministerio. Debate en el que se está avanzando. Evidentemente hay conflictos que confluyen en torno a autonomías universitarias y hubo que generar mecanismos que permitan una aprobación condicionada primero, luego ratificada por cada universidad, frente a colisión con alguna disposición estatutaria. Se han ido diseñando estrategias destinadas a avanzar, consolidar el CIN como un espacio universitario, acompañando también un paradigma diferente que se ha construido en la Educación Superior Argentina en los últimos años. Digamos, nada de esto resulta aislado de lo que es el diseño de la Educación Superior. Es un organismo que se ha resignificado, readecuado a partir de un cambio de paradigma para la Educación Superior hoy. No es lo mismo la Educación Superior de los 80, la de los 90 que la de hoy. En definitiva, hay un rol activo del CIN, que no ha dejado su rol gremial del sistema universitario, pero que asume un rol mucho más comprometido en la construcción de políticas públicas que son estratégicas para el Estado. Hay también un espíritu de cuerpo que se ha ido consolidando. Los rectores advierten que trabajar en red no es una renuncia a la autonomía. Hay una resignificación de la autonomía: si uno entiende a la autonomía como aislamiento, va a llegar un momento en el que no va a tener capacidad de acción desde ese status jurídico que posee. Pero si entiende que, a


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Una mirada sobre las Universidades Nacionales partir de esa autonomía y ejerciendola de una manera responsable, la interacción con otros, suma fuerzas, voluntades y permite llevar adelante programas y acciones conjuntas, se resignifica. Además, porque se ha trabajado más allá de lo legislativo, se ha trabajado en políticas. Y a veces, lo que se diseñaban eran herramientas jurídicas de escasa aplicación. Hoy se está trabajando en el diseño y participación de políticas públicas, no tanto marcos jurídicos. Sí, es cierto que hay un enorme esfuerzo de armonización, hay temas que resultan más complejos; el convenio colectivo, la carrera docente, son algunos de ellos. SG:- Has utilizado reiteradamente la palabra “armonización”, y esto nos lleva justamente a pensar en el sistema universitario argentino, en su diversidad, sus diferentes tradiciones… MG:- Bueno, el mapa ha cambiado. El CIN de Shuberoff, en los primeros tiempos del CIN, responde a un modelo territorial de Educación Superior donde la primacía la tenían solamente los modelos de grandes universidades, en el que la participación de nuevas universidades, como las que se generaron a fines de los 80, en los 90 y en los últimos tiempos, era limitada, no había plafón desde donde ejercer esa participación y hoy es lo inverso. Actualmente, sin anular la participación de las grandes universidades, ha cambiado el mapa: de las 47, 48 universidades entre las creadas y las puestas en funcionamiento, más del 50% o 60 % son universidades que responden a un modelo distinto. Las creadas en estos últimos años Villa María, Chaco Austral, las del conurbano, entre otras-, no van a ser macro universidades. Cambió el diseño, basta constatarlo y pensar políticas para esto. En ese rol, el compartir una misma problemática ,

nos permite llevarla a la agenda para discutirla. En esto tenemos que reconocer el acompañamiento de las grandes universidades. Por ejemplo, que el CIN haya establecido que para el incremento presupuestario se tengan en cuenta dos criterios:1- el 60% para distribuir en sistema de pautas, un sistema objetivo de distribución conforme a la capacidad instalada de cada universidad; 2- el 40% es una facultad del Ministerio para implementar una política de distribución que disminuya las asimetrías existentes entre las distintas universidades en el interior del país. Es un avance terrible, es una ruptura importante. Esto muestra también que hay un recambio generacional en su seno, que ha llevado incluso a plantear un nuevo diseño funcional para el organismo. Por ejemplo, se ha creado la figura del vice-presidente, se ampliaron las posibilidades de reelección y extensión del mandato a un año de los presidentes –antes era un tiempo escaso, 6 meses- . Las comisiones tienen una permanencia mayor. Se está pen-

sando también la creación de un espacio administrativo. Una secretaria, que junto a la secretaria ejecutiva que hoy existe, tenga permanencia por más tiempo. Se han visto modelos como el de ANUIES en México. Este modelo es: un rector preside, pero hay un secretario ejecutivo –rector- que debe llevar adelante un programa plurianual -5 años- asistiendo a las presidencias temporales que se elijan. Es decir, pensar un poco

más en que hay programas que implican continuidad. Por ejemplo, el tema de la acreditación de los postgrados, los profesorados universitarios. En este último caso, hace tres años que se viene trabajando en un programa que pareciera in armonizable, por las distintas jurisdicciones provinciales, las juntas de calificaciones, por los estándares, por el debate de si los profesorados pertenecen al área disciplinar o al área pedagógica. O sea, hay muchas variables a armonizar para lograr la acreditación. Además de la mirada sobre qué profesionales se requieren para un área disciplinar declarada de interés público como puede ser la formación docente. Esta es una tarea que requiere un ejercicio plurianual. No puede resolverse en seis meses ni un año y con el recambio quedar en fojas cero. Asimismo, los convenios colectivos, los programas derivados de la implementación de la ley de medios, entre otros, superan las gestiones. Esto ha interpelado al CIN con respecto a cuál debería ser el nuevo modelo institucional que debía darse. Por esto me parece que hay un debate muy profundo, muy intenso, que va a marcar los próximos años del CIN. SG:- Hablaste de un recambio generacional, ¿cómo se visualizan los distintos bloques en el seno del organismo? MG:- Bueno, cuando yo ingresé al CIN veía una fractura básicamente entre sectores: sectores más vinculados al oficialismo, sectores más vinculados a lo que podría ser el radicalismo -históricamente fuerte en la historia de las universidades- funda-


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Una mirada sobre las Universidades Nacionales mentalmente a partir de algunas de ellas y un sector independiente. Había una dinámica muy sectorizada, dictada por estos tres sectores. Hoy básicamente hay dos espacios: un espacio que apoya activamente las políticas del gobierno con respecto a la Educación Superior, ya sea viniendo del justicialismo o de otros sectores políticos y un sector que se identifica políticamente con el radicalismo, pero que también tiene una posición muy constructiva, de mucho aporte. Por lo cual, yo te diría que en los últimos años no he presenciado casi ninguna votación en disidencia en su seno, aún con estas diferencias. Internamente existe un diseño donde hay un equilibrio, donde vamos garantizando que siempre exista una construcción compartida: un presidente de un sector y un vicepresidente del otro. Y viceversa. Este es el mismo formato que tiene la CONEAU, la SPU, que busca un equilibrio y que ha dado buenos resultados. Sin ver desdibujados lo que eran los bloques dentro del CIN, porque que existen, a la hora del diseño y la implementación del trabajo, te podría hablar, en líneas generales, de unidad de criterio en el trabajo. SG:- Luego de haber pasado por la presidencia ¿cuál es tu rol actual en el CIN? MG:-En el último plenario se crea una nueva comisión que no estaba dentro de las opciones ni de las preocupaciones:la Comisión de Medios de Comunicación del CIN. Me confiaron la presidencia de la misma en la primera etapa. Su rol es protagónico en lo que es el mapa de acompañamiento de los canales universitarios, la creación de un canal interuniversitario y la participación de las universidades en la constitución de nodos de producción audiovisual, polos de coproducción de contenidos e implementación de la televisión digital. A punto tal, que hoy el CIN es contraparte del Ministerio de Planificación en la ejecución de un programa con fondos asignados por este ministerio; es la primera vez que se generan

programas de manera asociada entre las universidades con cabeza administrativa en el CIN, como el Programa Polos de Producción de Contenidos para la Televisión Digital. Acabamos de firmar otro programa esta semana con más de 100 millones afectados para el año 2012 , justamente para el forta-

lecimiento de las señales universitarias, participación de las convocatorias del INCAA y participación de convocatorias propias para la producción de contenidos. Porque la matriz del cambio tecnológico que va existiendo en la Argentina, a partir de la televisión digital, de la ley de medios y demás, conlleva a promover la una nueva matriz productiva para que, además de canales, haya contenidos. Hasta ahora la matriz respondía a una concentración monopólica. Hoy hay capacidad instalada en todo el país: ¿Cómo va a producir Santa Cruz?, ¿cómo va a producir San Luís?, ¿cómo va a producir Tierra del Fuego o Formosa? Hay que generar una matriz, hay que promover productoras, hay que capacitar, hay que desarrollar todo un trabajo en red que es lo más fuerte que se está generando en este momento. Los 180 programas que se entregaron ahora, son el resultado, pero atrás hay una red. Por ejemplo, los nodos en Villa María, en Río Cuarto, San Luís, Córdoba. Hay niveles y cientos de actores distribuidos en todo el territorio, hay que identificar qué capacidad tiene cada uno. Se abre un proceso de instalación de equipamientos en

todo el país para acompañar esa capacidad de producción. SG: -Sabemos que los principales instrumentos a través de los cuales el Estado regula y organiza el espacio de la Educación Superior son dos: el presupuesto y la legislación. Sobre el tema presupuestario te has explayado notoriamente, respecto a la Ley de Educación Superior ¿hay una agenda compartida?, ¿qué puedes comentarnos sobre este asunto? MG:- Como cuerpo, en el periodo 20072008 se dictó, en base a los debates que se habían tenido en el Ministerio, en la Cámara de Diputados y el Senado, un documento que se aprobó por unanimidad y sobre el cual se trabajó y reflexionó en el encuentro en Vaquerías. Este Documento que se llama:“Documento de Vaquerías” expresa los lineamientos que debería tener, a criterio del conjunto de los rectores, una nueva Ley de Educación Superior. También se creó una Comisión permanente para el estudio de los procesos de modificación de la Ley de Educación Superior, que estudia los proyectos existentes, hace sugerencias como comisión de enlace entre la Cámara de Diputados, Senadores y el Ministerio. Es cierto que los proyectos presentados tienen una visión muy diferente en sus alcances. Básicamente, en líneas generales lo que uno advierte, el conjunto de los rectores advierte, es que nosotros tenemos una ley que fue dictada con un marco jurídico en un paradigma diferente de Educación Superior, que luego fue re-interpretada a partir de un nuevo paradigma y que, sin profundizar en aquellos aspectos que podrían ser urticantes, reinterpretó algunas funciones. La modalidad de trabajo de CONEAU, por ejemplo, que termina siendo un organismo resistido en los 90 y hoy casi sostenido por el conjunto del sistema universitario. Este organismo en la práctica demostró ser un freno a una problemática sufrida en otros espacios universitarios latinoamericanos: el avance de la educación privada sobre la pública, actuó como un espacio de contención. Permitió un espacio de armonización que avanza en el marco del MERCOSUR y que además dejó en la órbita del Estado los procesos de acreditación frente a la posibilidad de la órbita privada. Frente a estos logros hay una resignificación de la CONEAU y de los alcances de la


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Una mirada sobre las Universidades Nacionales CONEAU. Por temas como las políticas de becas, hoy no caben dudas de que la universidad es gratuita. No sólo en lo simbólico, sino también en lo práctico. Se generan políticas de promoción: se concibe a la Educación Superior no como un servicio, como dice el artículo uno de la ley, sino como un derecho. Hay una necesidad de responder a un nuevo mapa de la educación, territorial., con Universidades y con Centros Universitarios. Se crearon dentro las políticas de la SPU planes y programas que la ley no prohibía, tampoco las promovía: programas de mejoramiento de calidad de las carreras; de promoción de la Universidad Argentina; de Coordinación entre las universidades. Entonces, ¿qué es lo que creemos en líneas generales? Que esa reinterpretación que hace la gestión política del marco jurídico de otro tiempo, de otro momento, nos lleva a un tema fundamental que es cómo dar una nueva ley. Hoy el sistema está tranquilo porque la reinterpretación de la ley, las políticas llevadas adelante, resultan encaminadas en un sentido opuesto al sentido original de la ley. El tema está en qué pasa si eso no logra una consagración legislativa y si alguien en algún momento prefiriera cambiar de norte, la ley también se lo permitiría. ¿Cómo se logra un status jurídico que consagre los nuevos elementos que aparecen en el nuevo paradigma de Educación Superior? En políticas de becas, en gratuidad, en la concepción de que la Educación Superior es un derecho. Escenarios que no estaban en los 90. Por ejemplo, la promoción de participación en el ámbito continental. No estaba presente con la misma fuerza que está hoy. Los Centros Universitarios, la Carrera Docente, en fin tantas cosas…. SG:- Más allá de esta especie de “adaptabilidad a nuevas circunstancias” y de quiénes estén a favor o en contra de la modificación de la LES, hay cuestiones que no tienen razón de ser, que han sido superadas por la propia realidad. Reali-

dad que demanda y exige, al menos, una reforma de este cuerpo legal. MG:- Sí, por ejemplo las demandas que surgirán a partir de la obligatoriedad de la escuela secundaria, los efectos de la asignación universal por hijo, cuestiones que caminan hacia la universalización del sistema por la emergencia de nuevos actores. SG:- Entonces, en ese sentido ¿no es prioridad la modificación de la Ley de Educación Superior? MG: -Hay una intención de participar en los debates y demás, pero también sabemos que esa es una agenda que la plantea el Poder Ejecutivo en cuanto a la decisión de avanzar. Sí, en cada reunión que hemos

tenido con el Ministro para plantear y dar a conocer nuestra intención, siempre ha manifestado que el gobierno tenía una visión de una política reformista, como lo demuestran los cambios en la educación general y técnica. Como materia pendiente resta la Educación Superior. En función de eso siempre fuimos convocados a ver la importancia de sostener un debate serio en la materia. También en algún momento se planteó como un cambio en el formato, es decir, hay

algunos legisladores que proponen hacer modificaciones sectoriales. Hacer modificaciones parciales. Incluso ha habido algunos proyectos, fundamentalmente en el Senado, donde se han dictado leyes de accesibilidad, de ingreso, de movilidad internacional. Hay proyectos separados, quizás por lo difícil que es el planteo de operar en la totalidad. SG:- En esto debe tener mucho que ver la característica propia de la Ley 24521, por ser una ley “reglamentarista” facilita esta inercia. MG: -Bueno, eso puede ser. A mí me da la sensación que en los proyectos presentados y a pesar de las formas, se mantiene esta visión reglamentaria. No hay ningún proyecto que vuelva atrás con 10 artículos y libere a cada universidad el diseño. La mayoría conserva un formato similar, cambia en los enunciados, no en los tópicos. En estos se mantiene, por ejemplo, Evaluación y Acreditación, se podrá llamar CONEAU o no, pero nadie niega el alcance. Lo mismo con respecto a la autonomía, al tópico de establecer los derechos y obligaciones de los docentes. SG: -¿Y aquella querella entre Educación Superior – Universidad, en dónde quedó? MG:- Esta ha sido superada. Incluso hasta en un carácter simbólico. Los Institutos de Educación Superior ya no se proclaman “Educación Superior No Universitaria”. Es Educación Superior a secas. Hoy esta tensión se desdibuja. Sí lo que hay es la necesidad de avanzar en un proceso jurídico de mayor claridad en torno a los alcances de la articulación. Porque por un lado la ley ha promovido la articulación y por otro lado la ha obstaculizado, imposibilitando que esas articulaciones puedan acceder a programas de becas, a acreditación, entre otras cosas. Por ejemplo, a la UNVM acreditar la carrera de Alimentos le fue costoso. Hubo que plan-


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Una mirada sobre las Universidades Nacionales tear una estrategia, llevar el tema al seno del CIN, al Consejo de Universidades, hablar con el CRUP, lograr una Resolución del Ministro que dijera que las carreras comprendidas en el artículo 43, bajo la modalidad de articuladas, también tenían que ser acreditadas. Se logró así cubrir el vacío jurídico y luego avanzar en el trámite en concreto. Esta cobertura legal, me parece, hará que retomen fuerzas las articulaciones institucionales. SG:- Para ir concluyendo y agradecidos por tu disposición ¿cuáles piensas que son los desafíos –intra e inter institucionales- del CIN para el próximo lustro? MG:- Hay muchos desafíos que hacen a temáticas puntuales o particulares que tienen que resolverse en el próximo tiempo. Yo diría que hay como dos grandes ejes: Uno es profundizar el proceso de democratización del Sistema Universitario, del acceso a la Educación Superior. Hay que generar realmente una Educación Superior Pública que tenga un destinatario universal, bajo políticas que vienen promoviéndose de carácter universal, la universidad sigue siendo un espacio al que no llegan los

que menos posibilidades tienen. Hay líneas, hay acciones interesantes: Programas de Becas, creación de nuevas universidades, son herramientas válidas, esto lo venimos marcando pero lo cierto es que se generarán cambios cuando lleguen los resultados concretos de la educación secundaria obligatoria en los próximos años. También, en la distribución territorial. Las universidades, en la distribución territorial tenemos que saber delimitar nuestros espacios y tener políticas para permitir a quienes están en nuestras regiones el acceso. El segundo gran desafío me parece que es la redefinición de la universidad en su relación con el mundo de la producción, el trabajo y el conocimiento. En esto hay una apelación permanente en los mensajes del Poder Ejecutivo: lo que se viene en los próximos tiempos es un enorme desafío de vincular el conocimiento, con la producción, con la generación de trabajo y con la construcción de un modelo de país. En esto a las universidades nos es muy difícil sintonizar, por las formas organizativas, por los distintos tiempos, modos… hay una necesidad del Estado. En momentos de crisis, el incremento de la producción exige una determinada mano de obra o exige determinada capacitación laboral o determinados profesionales y el sistema aún con las inversiones que se han volcado a él, no los provee. O los provee de una manera centraliza-

da en el país, porque ese es otro gran desafío: ¿cómo federalizar realmente? Vos podes tener más de cuarenta universidades públicas en el país, pero eso no te garantiza que tengas una distribución del conocimiento, de la producción, de la investigación. Hay que generar estrategias para esto. Hoy las investigaciones del CONICET se concentran en un 80% en tres provincias de la Argentina: Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Entonces, hace falta diseñar estrategias, este sí es un desafío porque aquí sí hay una tensión. Ante estas necesidades del Estado las universidades todavía no hemos podido dar respuestas. Evidentemente si uno sostiene en el tiempo determinadas medidas, las respuestas van a llegar. La Becas Bicentenario lo demuestran. Hay un estudio realizado por la SPU en el que comparando el año sin la Beca Bicentenario, el índice de deserción de las carreras hoy comprendidas en este beneficio llegaba al 80%. Había una retención en el primer año del 20%. Hoy la retención con la Beca llega casi al 70%. Cuando hablo de la vinculación con el mundo del trabajo no pienso que sólo necesitamos más ingenieros, pienso también en una vinculación de las Universidades a partir de sus funciones propias: Investigación, Docencia y Extensión en la capacitación no formal de este mundo. En resumen, éstos serían los dos desafíos troncales, obviamente podemos hablar de la calidad, de mejorar procesos, pero generalizando, uno de manera permanente y el otro como interpelación profunda por parte del Estado.


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Carla Wainsztok *

Las Cátedras Nacionales Apuntes para una filosofía latinoamericana

S

e trata entonces de visitar nuevamente las clases, recuperar las lecturas y los maestros de aquellos docentes-intelectuales y reencontrarnos con algunos “viejos” conceptos en una apuesta por hallar las continuidades y las rupturas respecto a nuestro presente. Dichos conceptos son historia, verdad, liberación, emancipación, entre otros y, se engarzan en lo que podemos denominar una filosofía latinoamericana. La idea de que nuestro marco de lectura es la filosofía latinoamericana, supone que creemos no sólo en las condiciones de posibilidad de tal filosofía sino que las preguntas, las inquietudes y las posturas de los integrantes de las cátedras, los incluye en la perspectiva de una filosofía latinoamericana. Una filosofía situada en los sujetos populares latinoamericanos y en su liberación, es decir, una filosofía propia y descolonizada. Una filosofía hecha de apuntes, de prosa de tizas y hachas. Una filosofía teorética y práctica que requiere, es cierto, de nuevas palabras, de nuevas estrategias, pero que necesitamos seguir construyendo. Y en el principio fue el Logos …. de Túpac Amaru Uno de los temas centrales en la materia “Historia Social” que dictaba el profesor Gunnar Olsson consistía en dar cuenta de las distintas concepciones de la historia y en lo que se venía llamando desde y con Jauretche: Políticas de la Historia. Para el profesor Olsson “El problema de la liberación de América Latina desde sus orígenes implica dolor, crueldad, sufrimiento en general, la historia de

“La idea de este trabajo es analizar las clases de Gunnar Olsson entre 1972 y 1973. Más específicamente los teóricos de “Historia Social General” de 1972 y de “Sociología sistemática” de 1973 que se dictaban en la Carrera de Sociología, Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Olsson participó en la experiencia que fue denominada por los estudiantes como Cátedras Nacionales, junto a Alcira Argumedo, Horacio González, Amelia Podetti, Ernesto Villanueva, Roberto Carri, Justino O` Farrell, Norberto Wilner. A la experiencia de las cátedras se vincularán dos revistas “Antropología 3er Mundo” y “Envido”. Si bien las clases con las que contamos son de 1972 y 1973, debemos recordar que 1972 marca la ruptura y el final de dicha experiencia, pero que en 1973 la conducción de la UBA retoma sus banderas”.


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Túpac Amaru

José GervasioArtigas

Simón Bolivar

los historiadores oficiales ha tratado de ignorar en base al concepto de objetividad científica y objetividad valorativa. Un poco es la intención de la cátedra perder ese criterio de objetividad y tomar un criterio de objetividad verdaderamente más realista, donde la verdadera realidad, el problema real y urgente de América Latina, que es la lucha de la liberación, sea el eje central y el hilo conductor para interpretar la historia del mundo”. En sus clases se planteaba que era necesario tomar tres antecedentes históricos para interpretar el problema de las luchas de la liberación, ellos eran Túpac Amaru, Artigas y Bolívar. Pero conjuntamente con las luchas de liberación se planteaba otro problema epistemológicopolítico, que residía en definir ¿qué es el presente?, ¿cuándo empezó? “El criterio que nosotros empleamos para definir el presente que vivimos es la idea de que si hay un presente, no comienza ayer, sino que tenemos que tener un criterio objetivo, históricamente hablando (…). Empezamos a darnos cuenta que al presente sólo se lo puede definir en términos de revolución anticolonial, de revolución imperialista, y que por consiguiente el presente llega hasta Túpac Amaru. Túpac Amaru define e inaugura lo que para nosotros es el presente histórico, porque lo que plantea políticamente Túpac Amaru no está aún resuelto en América Latina. Por eso inaugura lo que nosotros llamamos el concepto de la modernidad o del presente histórico”. Para el filósofo Enrique Dussel también desde la rebelión de Túpac Amaru “se viene gestando en América Latina un proceso de liberación popular, de integración latinoamericana. Sin embargo, Dussel quien después partiría hacia el exilio en México en 1975, no deja de reconocer que es necesario incorporar conjuntamente a dicha rebelión “el levantamiento indio-popular de los mexicanos bajo Hidalgo y Morelos que empuñaron con su fusil un estandarte de la guadalupana y la consigna de `la tierra para los que la trabajan’ hasta la revolución mexicana de 1910 y las que se suceden después”. Para el sociólogo Aníbal Quijano “Haití fue un caso excepcional donde se produjo, en el mismo movimiento histórico una revolución nacional, social y racial. Es decir una descolonización real y global del poder. Su derrota se produjo por las repetidas intervenciones militares por parte de los Estados

Politización de las Ciencias Sociales en la Argentina Incidencia de la revista Antropología 3er Mundo 1968-1973 “(…) Esta publicación - inicialmente autoproclamada “Revista de Ciencias Sociales” y, p o s t e r i o rmente, “Revista peronista de información y análisis”surge en el contexto de las Cátedras Nacionales de la Carrera de Sociología de la UBA, experiencia novedosa que se plasma a partir de la intervención de las universidades durante el gobierno de la Revolución Argentina, instalado a partir del golpe de estado de 1966. En este proceso de politización de las Ciencias Sociales y del conjunto de las prácticas académicas, se va produciendo un ajuste de cuentas con diversas tradiciones políticas, ideológicas y culturales (el marxismo, el funcionalismo, la doctrina social de la iglesia, el desarrollismo, el estructuralismo), y se van incorporando otras (el peronismo, la teoría de la dependencia, la teología de la liberación, el así llamado “pensamiento nacional”), hasta llegar a la adhesión a la tendencia revolucionaria del peronismo. La revista “Antropología 3er Mundo. Revista de Ciencias Sociales” (ATM), que comenzó a aparecer en el mes de noviembre de q968, reflejó la tensión entre la construcción de una ciencia social interesada por el desarrollo de categorías teóricas originales y críticas con respecto a lo que consideraban la ciencia oficial -en este sentido la revista proveía de material de discusión y análisis a las llamadas Cátedras nacionales- y a la necesidad de acompañar el movimiento social y político antidictatorial, especialmente a partir de que el proceso electoral se encontró más llanamente encaminado”. Ana M.. Barletta y María L. Lenci


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Las Cátedras Nacionales Apuntes para una filosofía latinoamericana Unidos. El otro proceso nacional en América Latina, en el Virreinato del Perú, liderado por TúpacAmaru II en 1780, fue tempranamente derrotado. Desde entonces, en todas las demás colonias ibéricas los grupos dominantes tuvieron éxito en tratar precisamente de evitar la descolonización de la sociedad mientras peleaban por tener Estados Independientes”. Pero el profesor Olsson planteaba algo inquietante “nosotros creemos que aún hay gente que vive antes de Túpac Amaru, al no ver que la revolución nacional y antiimperialista está a la orden del día en el continente de Ibero-América”. La rebelión de Túpac Amaru es el hilo conductor de la historia puesto que “es el primero que plantea la guerra radical contra el conquistador, y la expulsión decidida del blanco (…) es el primero en plantear la revolución libertadora, independentista, la liberación nacional, con claros objetivos políticos”. Hoy un presidente aymará está reescribiendo las historias de NuestraAmérica. La historia de los colonizados Para el profesor Olsson, se trataba de “contemplar la historia por ese lado oscuro que hasta ahora ha permanecido en penumbras, y ver la historia del lado de los colonizados”. Ese lado oscuro no es otro que fenómeno del imperialismo. “El imperialismo en cambio, en tanto resultado histórico, demuestra que la contradicción fundamental es entre naciones imperiales y naciones dominadas, y entonces, el problema de la resolución está planteado nuevamente en la medida en que hay todo un sector del mundo constituido por esas naciones dominantes, donde no es admisible hoy día su resolución por la lucha de clases”. También la concepción imperialista de la historia tenía consecuencias político pedagógicas, por ejemplo en las dificultades que encontraban las cátedras nacionales en relación a los textos “casi la totalidad de los textos históricos de que disponemos están escritos desde la perspectiva de los países imperialistas, es decir

son textos que ven el desarrollo de la historia universal y han sido escritos dentro de estos países y dentro de la óptica imperialista”. Se trataba de una colonización pedagógica o mental. La reescritura de la historia, presumía la reescritura de los libros de historia. De esta manera hay dos visiones encontradas de la historia, la historia de los países imperiales y la historia de los países coloniales o colonizados. La historia de los países imperialistas y la historia del Tercer Mundo. “El Tercer Mundo, es por un lado una determinada realidad histórica, social y económica y, por otro lado, un proyecto político que se está gestando y se va profundizando día a día”. El Tercer Mundo era y es un ensayo político, pero su realización actual difiere en los modos de hacer y de pensar con respecto al pasado. El profesor Olsson nos advertía sobre la confusión entre la historia del mundo y la historia de los países imperiales. “La historia del mundo no es sino la historia de la expansión imperial, y por consiguiente, tiende a ser una visión abstracta y unilateral de la historia”. Para el filósofo Leopoldo Zea “Lo que el mundo occidental llama Historia Univer-

sal, esto es la historia de ese mundo que, al expandirse, ha hecho de los objetos de su expansión parte de su historia agresiva”. En la actualidad Enrique Dussel plantea la falsa dicotomía de la siguiente manera: el problema se suscita cuando -al hablar de ilustración, modernidad y razón-, se con-

funden, la “universalidad abstracta con la mundialidad concreta hegemonizada por Europa como centro”. Confusión que pretende plantear una historia universal, pletórica de humanidad cuando se trata del sueño de la razón que produce monstruos. Ernesto Laclau, sostiene: “He definido la hegemonía como una relación por la cual una cierta particularidad pasa a ser el nombre de una universalidad que le es enteramente inconmensurable”. ¿Se trata entonces de negar el universal? Por cierto que no, el filósofo argentino Mario Casalla propone distinguir entre una universalidad abstracta y opresora y una universalidad situada. La posibilidad de una historia realmente humana, nos decía el profesor Olsson, “debe llevarnos a ver claramente la preexistencia de una conciencia que se profundiza y desarrolla continuamente y apunta a una resolución verdadera y real de la historia de la humanidad y, al comienzo posible, ahora sí, de una historia propiamente humana”. Dicha historia propiamente humana, es la historia de los colonizados, que recuperando la dialéctica del amo y el esclavo hegeliano, plantea que el sujeto popular latinoamericano es el sujeto llamado a terminar con la opresión. Sujeto popular que sería totalmente desdeñado por la filosofía europea, vale la pena recordar las categorías hegelianas acerca de la plebe, los conceptos de Marx en torno al lumpen proletariado, y las criticas de Scanonne al filósofo Levinas. Para una filosofía latinoamericana José Pablo Feinmann, evoca: “hubo un momento de decisión en mi


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carrera universitaria (…) y fue preguntarme por las condiciones de posibilidad de una filosofía argentina. ¿Existía? ¿Podía existir? ¿Debía existir? Yo estaba a punto de transformarme en un, por así decirlo, especialista en Hegel. Sabemos que éste es el frecuente destino de quienes se dedican a la filosofía en América Latina: ser especialistas, si no en Hegel, en alguno de los grandes filósofos de la riquísima tradición occidental (…). Le digo a mi compañero de estudios `Siempre estamos leyendo a Hegel, a Husserl o a Heidegger`. Responde que si, que claro que por supuesto ‘Le pregunto ¿alguien hizo filosofía en este país?´. No recuerdo su respuesta, recuerdo en cambio, todo lo que esa pregunta despertó en mí. Despertó un imperativo, diría moral: ¿no debíamos, ya que éramos estudiantes argentinos de filosofía, preguntarnos por la existencia de una filosofía propia?” Preguntarnos por una filosofía propia, apropiada, es preguntarnos por el Logos, por ello Leopoldo Zea nos inquiere: “¿De dónde nos viene esta extraña preocupación? ¿Por qué llevamos a la historia de la filosofía un interrogante que nunca antes se había planteado y, de

hecho, hacemos una extraña filosofía?” Dussel podría responder: “La filosofía latinoamericana que tiende a la interpretación de la voz latinoamericana es un momento nuevo y analógico en la historia de la filosofía humana”. Y siguiendo al profesor Olsson, ¿acaso la filosofía europea no sería también una abstracción?, por ello insistimos “la filosofía latinoamericana, tal como la entendemos, es el pensar de un sujeto construido a partir de una afirmación constante de su propia subjetivad, así como de su mundo a través del cual se objetiva. Se trata de una filosofía que no se ocupa del ser, hemos dicho, sino del modo de ser un humano determinado en relación con aquella objetivación (…). De ahí surge un filosofar cuyo discurso ha sido constantemente diagnóstico, denuncia, proyecto y compromiso, que se nos muestra episódicamente a lo largo de nuestra vida de luchas y que ha dejado sus huellas dispersas en sucesivos comienzos y recomienzos, lanzamientos y relanzamientos de una problemática que gira siempre, como lo hemos dicho, sobre aquella afirmación que no quiere ser ni desconocimiento del otro, ni por eso mismo alienación”. Si bien es cierto que Argumedo habla de notas, de matrices de pensamiento, de teoría sociales, podemos afirmar que su propuesta y la del profesor Olsson aún escritos “en papeles amarillentos, en apuntes escondidos, en libros o revistas que eludieron las requisas” y, a pesar de consistir en: “ideas que requieren una mayor elaboración, a ejes de análisis cuyo rasgos finales no están acabados”; suponen una filosofía latinoamericana , antes que un sistema cerrado de proposiciones y categorías de análisis. Es nuestra intención señalar ciertas temáticas que inciten a forzar los límites de los criterios de autoridad académicos, de las

¿Qué fue ENVIDO?

“(…) Convendría, en lo posible aclararlo, ya que muchos libros que se han escrito sobre la izquierda peronista (excepto el de Gillespie sobre los montoneros) olvidan mencionarla o directamente (a fuerza de desconocer el ambiente universitario de los setenta) no conocen su existencia. Fue una revista teórica que empezó a salir en 1970. Trataba de llevar al peronismo a posiciones de izquierda, trataba de expresar el fenómeno de la juventud peronista. Cada número aclaraba cómo era su financiación y lo que aclaraba era que el dinero venía, esencialmente, de organizaciones militantes estudiantiles. Éramos distintos entre nosotros, los que la hacíamos, digo. Horacio González venía de Sociología y de las Cátedras Nacionales. Yo venía de Filosofía y -teóricamente- venía de Hegel, de Marx y de Sastre, luego de haber pasado mis años más tempranos en la filosofía de la tragedia, con Kierkegaard, Dostoiesvsky, Chestov. Héctor Abrales estaba con el grupo de ingenieros y matemáticos en que el que también estaba… Juan Llach. Arturo Armada venía de Filosofía y del Cristianismo militante. Domingo Bresci era un cura del Tercer Mundo. Y Jorge Luis Bernetti era un periodista estrella de “Panorama”, célebre semanario de la época. Abel Posadas que escribía de cine, venía de Letras tal como Santiago González. Éramos todos muy jóvenes y la historia la hacíamos con pasión. “Envido era distribuida por las agrupaciones estudiantiles y también por todos nosotros, los miembros del consejo de redacción, que nos recorríamos los kioscos entregando ejemplares. (…)”. José Pablo Feinmann


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Las Cátedras Nacionales Apuntes para una filosofía latinoamericana corrientes de pensamiento oficializadas, de las modas intelectuales. “Este mirar desde el espacio social e histórico de las masas populares latinoamericanas, fundamenta una filosofía y un conocimiento que necesariamente piensa la historia y el devenir humano ´también desde la esclavitud y la servidumbre´. Un lugar epistemológico que lleva a evaluar críticamente las corrientes ideológicas del Norte (…) un pensamiento crítico dirigido a cuestionar los límites y falencias del proyecto de la modernidad, a resaltar los aspectos silenciados de la historia y del presente”. Estas búsquedas filosóficas, que se realizaron parafraseando a Jauretche entre tizas y hachas nos proponen diferentes desafíos, por una parte nos interroga acerca del cómo leer y narrar lo que fueron las experiencias de las cátedras nacionales. Los trabajos publicados hasta el momento son muy pocos y en general priorizan las hachas y no las tizas. Pero las cátedras fueron también eso: cátedras donde se discutían conceptos como verdad, presente, historia, humanidad. Acaso ¿algo tan diferente a otras cátedras y otras filosofías? Parafraseando a Nicolás Casullo: “No deseamos juzgar sino interrogar las prácticas de las cátedras, no deseamos ser parte de una faena intelectual que los juzgará desde la tiranía ideológica y conceptual que impone cada presente”. Generaciones de maestros La historia oficial narra la presencia de la generación de Mayo, la generación del 37 y la generación del 80, luego se sabe “irrumpieron” las multitudes en la política y ya no se habló más de generaciones. Es que los sujetos populares no pueden ser poseedores de tierras, ni de relatos. Siguiendo a Galasso: “Los sectores dominantes defienden sus trincheras intelectuales con gran pasión pues saben que su derrota, en ese campo, constituye la antesala de su derrumbe en el poder”. Los integrantes de las cátedras nacionales se sentían deudores de las lectu-

ras de Jauretche, Scalabrini Ortiz, Cooke, Hernández Arregui, Perón. La bibliografía de la materia “Historia Social” incluía además a Marx, Hegel, Mao, Gramsci, Tranc-Duc-Thao, Robespierre, Lenín, Furtado, Ongaro entre tantos otros. La lista de autores da cuenta que la experiencia de las cátedras incluía además de alpargatas, libros. La preocupación era “la nacionalización mental de un sector estudiantil, revisando las categorías explicativas de la realidad, adecuándolas al proceso histórico de nuestra patria”. Es decir una teoría social o filosofía propia y apropiada. “La transmisión supone objetos frágiles y seres mortales, y entre esos seres supone una estructura de lugares a la vez temporal y simbólica” ¿Qué sucede con las rupturas de esa estructura de lugares temporales y simbólicas?, ¿Puede pensarse en una estructura vacía? Es cierto que los maestros de nuestros maestros sufrieron persecuciones, derrotas pero nada es comparable a la última dictadura. “El recuerdo -señala Norma Barbagelatta- no cumple su función del mismo modo si es un rumiar solitario que si es un texto escrito a otros o si es un encuentro con otros. Tampoco es igual si la justicia o la injusticia se asocian a lo perdido. Si es así, el trabajo que se haga sobre la verdad y la historia será el camino menos mutilante para los sujetos. Nuestra existencia es memoria de ser en otros. Sócrates es inmortal porque su existencia permanece en nosotros”. * Queremos agradecer especialmente a Alcira Argumedo, quien nos ha facilitado las clases desgrabadas del profesor Gunnar Olsson y los manuscritos. Estos últimos nos permitieron “observar” la preparación de las clases.


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Los nuevos docentes de las Cátedras

(...)Vinculados a esta nueva corriente del mundo católico, en el proceso de intervención militar, ingresaron en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, dos docentes que desempeñarían un papel fundamental en el proceso de intervención de la universidad de la gestión Cámpora. El ex cura Justino O´Farrell, ocuparía la Cátedra de Sociología Sistemática y Gonzalo Cárdenas -que había estudiado en un centro teórico de sacerdotes progresistas de la Iglesia Católica en Bélgica- dictaría la materia Historia Social Latinoamericana. Tres años después, en 1969, O´Farrell sería nombrado Director de la carrera de Sociología y Cárdenas ocuparía la Dirección del Instituto de Sociología. Ambos personajes, llevaban consigo una pesada carga político ideológica por ingresar con Onganía, que generó en un principio, el rechazo del movimiento estudiantil. Referente a esta cuestión y a la formación de estos personajes, el testimonio de González es el siguiente:

“O´Farrell y Cárdenas se revelaron no de inmediato porque también, en el primer momento el movimiento estudiantil los atacó. Yo estaba en el movimiento estudiantil de esa época, lo que les digo son recuerdos personales del primer aspecto

Aritz Recalde*

que tenían ellos ante nosotros, que era de simple apéndice de los interventores. El movimiento estudiantil tenía una actitud de solidaridad con los profesores renunciantes. Este había sido un gesto que parecía la oposición nítida y necesaria ante la dictadura. (…) Estos profesores, al poco tiempo, empezaron a insinuar otras posibilidades que poco a poco nos fueron interesando, es difícil describir ese proceso de conciencia, el paso de una conciencia a interesarse por cosas antes desconocidas. Lo cierto es que en el caso de Cárdenas, él comienza a exponer una teoría latinoamericanista, le interesaba Mariátegui, el pensamiento de la izquierda nacional no le era ajeno, citaba a Jauretche, en fin, tenía distintos intereses culturales que coincidían con una cierta izquierda latinoamericanista. Él tenía una formación de economista cristiano, con influencia de la universidad de Lovaina, donde había cursos para economistas cristianos, donde también en el cen-


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Los nuevos docentes de las Cátedras tro había un concepto de comunidad pero también de reparto de bienes, fuerte insinuación de socialismo. El padre Luís J. Lebre era el orientador de esa corriente. En el caso de O´Farrell, curiosamente había estudiado sociología de una manera casi funcionalista en Los Ángeles, que era un centro de sociología funcionalista. (…) O´Farrell también hace su camino personal, él era un cura de barrio, no tenía una presencia muy grande en la iglesia, su lenguaje era un lenguaje enredado pero interesante y también él comienza a insinuar el aspecto de una teoría de un sujeto diferente a la que postulaba el funcionalismo, el sujeto que poco a poco se revelaba como un sujeto con aspectos y alcances populares. (…) A partir de ahí se genera una corriente de simpatía mutua, porque al mismo tiempo en el movimiento estudiantil crecía el proceso de acercamiento a la historia del peronismo como una especie de tesoro escondido nunca bien interpretado.” De la misma manera, Argumedo establece que la entrada de estos docentes a la vida universitaria significó la posibilidad de comenzar a gestar un proyecto de universidad nacional y popular: “A partir de 1966, 1967 a la mayoría que no renuncia los echan y en 1967, 1968, es cuando se da la presencia azarosa de Justino O´ Farrel y Cárdenas, que venían de la universidad católi-

ca para llenar los espacios que habían quedado libres con las renuncias y las echadas, lo cual te dejaba el espacio para el desarrollo de las Cátedras. Se da también en Mar del Plata y algunos casos en el Salvador ya que los jesuitas se habían volcado bastante

hacia el proceso de transformación social. Aquí se va gestando la idea de un proyecto de una universidad nacional y popular donde la idea era precisamente esto, romper los claustros universitarios para vincularse con los sectores sociales e intercambiar los saberes que te daba la universidad con los saberes y la sabiduría de los sectores sociales, más que una ambición profesionalizante. Por otra parte, incorporar en la universidad toda esta masa de ideas y producciones que eran despreciadas por los espacios académicos.” El viraje ideológico del estudiantado y el desarrollo de las organizaciones peronistas, iría marcando una nueva etapa en las relaciones entre los docentes, los estudiantes y las luchas populares. En este contexto se forjaría rápidamente, como en una especie de realimentación mutua, la articulación entre el movimiento estudiantil y los profesores ingresantes. Una nueva generación de intelectuales con otras propuestas de enseñanza desde sus formas, sus contenidos y su vinculación con el país, se hacía presente en la universidad, marcando un hito histórico para la historia de los intelectuales en Argentina. Con el correr del tiempo y tras la designación de Cárdenas y O´Farrell, las Cátedras Nacionales se ampliarían con la entrada de nuevos intelectuales. Argumedo lo comenta de la siguiente manera: “En un inicio O´Farrell y Gonzalo Cárdenas enseñaban con gran expectativa junto con el resto de los profesores.


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Los nuevos docentes de las Cátedras Lo que pasa, es que ellos tenían contacto con algunos amigos, yo no los conocía, pero creo que era con Roberto Carri y con Pablo Franco. Entonces, es cuando les ofrecen integrar sus cátedras y estos les dices que tienen otros amiguitos para entrar (risas) y ahí fuimos entrando todos. En una primera etapa hubo designaciones formales. A veces pagas y otras no, pero el alumno para recibirse debía pasar por esas horas cátedras. Tenía que pasar no por todas, ya que algunas eran optativas. Las designaciones fueron además para sectores de la izquierda y junto con nosotros entraron “gramscianos” como el negro Portantiero, Schmucler, Oscar Landi o Juan Villareal.” En este marco docente, los estudiantes comenzarían a hacer valer su capacidad de organización, masividad y su poder de decisión en cuanto a la elección de cursadas. En palabras deArgumedo: “A muchos sectores de derecha los alumnos los fueron desplazando por si mismos, sobre todo en la materias optativas e incluso en las teóricas, que los hicieron renunciar por que no iban a sus clases. En un momento pasó que un docente se fue indignado en una cátedra masiva ya que había una librería que desgrava los teóricos y los vendía y entonces parece que éste se ofendió ya que no había nadie en la clase, ni siquiera el desgrabador que le dejó un papel en donde decía que cuando largue la clase prenda el grabador… Este fenómeno se daba espontáneamente y a veces organizado. Ya que estudiar en ese contexto, el de Parsons, el de Merton, no daba demasiadas ganas de ir a clase. O iban a las Cátedras de Portantiero que tenían muy buen nivel o iban a las Cátedras Nacionales, o a

las dos, pero los otros tipos no tenían lugar.” El estudiantado, tal comentáramos previamente, entraría de lleno en la historia nacional. El aumento de sus reivindicaciones iría acompañado de un marcado proceso de ascenso y agudización de los conflictos y de las movilizaciones. En este marco político, los antiguos predicadores de la juventud perderían espacio y en su lugar se generaría un profundo proceso de refundación del sentido de la práctica docente y de las funciones de las autoridades universitarias. La pérdida de legitimidad de los sectores golpistas chocaría violentamente con los reclamos de los estudiantes. Así lo estableceArgumedo: “Lo que sucede es que a partir de tercer año, en 1968, 1969 cuando empezamos a tomar la facultad en “protesta de no se qué cosa” y a meterte en las luchas, ahí empezaron a querer reprimir pero ya era tarde. (…) Existieron dos episodios que cuentan por

ahí que eran muy ejemplificadores del momento. No recuerdo en que año estaba el Decano, pero si que era un tipo de la derecha. Entonces fuimos a pedirle entrar de nuevo a la facultad y junto a nosotros 150 personas, todos estudiantes con la consigna de solicitar la renovación. El decano nos decía ¿qué hacen acá? y nosotros contestábamos que “somos profesores que venimos a pedir la renovación de nuestro contrato”. Nos decía ustedes “ni son profesores, son conchabados” y le contestábamos “usted es un hijo de remil puta”: esa era la forma académica de resolver los problemas en el marco de una universidad convulsionada.” Las principales figuras del proyecto de las Cátedras Nacionales fueron Justino O´Farrell, que dictaba la materia “Estado y Nación” y estaba a cargo de la Cátedra de Sociología Sistemática; Gonzalo Cárdenas, que dictaba la materia “Historia Social Latinoamericana”; Horacio González, a cargo de “Problemas de Sistemática”; Juan Pablo Franco y Alejandro Álvarez a cargo del dictado de “Proyectos hegemónicos y movimientos nacionales.” Además, se encontrarían figuras centrales como la mencionada Alcira Argumedo, Gunnar Olson, Ernesto Villanueva, Roberto Carri, Guillermo Gutiérrez, Jorge Carpio, Néstor Momeño, Norberto Wilner, E. Pecoraro, Sasa Altaraz, Marta Neuman, Lelio Marmora, Alejandro Peyrou, entre otros; (...)”. *Este texo forma parte del libro “UNIVERSIDAD Y LIBERACION NACIONAL”, de Aritz Recalde, Nuevos Tiempos, Lanús, marzo de 2007.


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Héctor Raúl Javkin: Establece como pauta para acercarse a los Indignados de Wall Street, partir de la peculiaridad estadounidense: “la especialización”. Peculiaridad que según el autor, se manifiesta en las distintas actividades sociales de este pueblo y que al darse también en la militancia progresista, provoca división en el campo popular y quita fuerzas a sus reclamos. David Kempa: Manifiesta ser un periodista de Brooklyn que se identifica con el movimiento de indignados, se solidariza con esta causa, que es la causa de su madre y ahora también la propia. Julio Gambina: Alerta sobre la crisis mundial: “Es común escuchar hablar de la crisis europea, o aún griega, aunque también estadounidense. En rigor se trata de una crisis mundial, con impacto en todos los países del mundo, de una u otra manera”. Helio Gallardo: Reconoce que: “Los torneos electorales, abiertos por diversos causales en América del Sur, América Central y México, han resultado en victorias de políticos y organizaciones rechazados por un establishment que recelaba de ellos”. Aunque sostiene que esta situación no necesariamente es de “transición”. En su columna habitual Desde el Mangrullo, Helio Gallardo nos presenta la quiebra de Naciones Unidad, el sempiterno “derecho del garrote” del Estado agresor y sus socios y abre un interrogante al provenir. Andrés Kozel: Propone una mirada retrospectiva a la extensa obra de Leopoldo Zea. José Amícola: Presenta a partir de la publicación de 1930 de Roberto Arlt: “Aguafuertes”, una dialéctica semblanza del autor periodista y literato. Jorge Torres Roggero: Vuelve la mirada a Saúl Taborda escapando a todo reduccionismo.


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Héctor Raúl Javkin

de Wall Street E

stados Unidos se caracteriza por la especialización en muchas tareas, no sólo en las ciencias, en la medicina e ingeniería, sino también en la militancia progresista. En 1965, durante la Guerra contra Vietnam, cuando Estados Unidos invadió la República Dominicana, los movimientos resistiendo las dos agresiones no se unieron porque se trataba de dos temas individuales. Incluso, aunque la conducta de la guerra en Vietnam tuvo importantes rasgos racistas, los líderes más conocidos en las luchas por los derechos civiles, entre ellos Martín Luther King, tardaron años en unirse a la oposición. Actualmente, muchos de los que protestaron contra la guerra en Irak, apoyaron la guerra en Afganistán. A veces, esa especialización se manifestó en consignas tragicómicas, como ocurrió en una protestacontra el bombardeo de Yugoslavia en 1999. Participó una mujer casada con un serbio radicado en Estados Unidos cuya madre permanecía en Belgrado. La mujer llevaba un cartel que decía: “Por favor, dejen de tirarle bombas a mi suegra”. Esa tendencia a la especialización divide al campo popular y le quita fuerza. Las protestas de los “indignados” de Wall Street, que abarcan muchos sitios en Estados Unidos, son de carácter distinto. Responden al saqueo de los empleos, ahorros,

viviendas y pertenencias de la gran mayoría de la población, y enfrentan el problema más fundamental de la sociedad, el sistema económico nacional y mundial. No permiten la exclusión de nadie, excepto la clase explotadora. Se declararon ser los 99% y, aunque sólo están empezando a organizar manifestaciones masivas, ya parecen contar con el apoyo de la mayoría de la población norteamericana. Para analizar este movimiento, es importante señalar las nuevas formas de explotación económica que se sumaron a las que ya eran normales en la economía estadounidense. A principios de la década del 2000, cuando la economía estadounidense entraba en recesión, se buscó usar el valor de inmobiliarias como una fuente más de fondos. Los bancos y casas de inversión desarrollaron lo que ellos llamaron nuevos “instrumentos financieros” que impulsaron una nueva y creciente especulación. Se otorga-

ron las llamadas hipotecas sub prime, o de alto riesgo, con interés flotante, para que familias de muy pocos recursos compren casas, y se hizo mucho esfuerzo para convencerlas a tomar lo riesgos inherentes en esas hipotecas. La tasa de interés se calculaba a base del índice del Federal Reserve Bank, y por un tiempo estaba insosteniblemente baja, a eso del 2%. Muchas personas pobres calificaron para los préstamos, ya que los pagos mensuales se basaban en las bajas tasas de interés. Con el tiempo, las tasas empezaron a subir. Los pagos mensuales subieron rápidamente, a dos, tres, en muchos casos a cinco veces el valor inicial. Resultaron impagables, y los bancos empezaron a desalojar los dueños. En el año 2010, en parte por el alto nivel de desocupación, se desalojaron un millón de familias, quienes se sumaron a los que ya estaban en la calle. Como agravante, se agregó el hecho de que muchos desalojos se procesaron ilegalmente, haciendo caso omiso a los requisitos correspondientes. La diputada nacional Marcy Kapture, Demócrata de Ohio, empezó a aconsejar la resistencia a los desalojamientos como practica general. La cantidad de desalojamientos afectó a los bancos profundamente. Con millones de hipotecarios que no podían pagar sus cuotas, y en posesión de casas que no se vendían, perdían dinero. Llegaron a una situación crítica. En el 2008, el gobierno de EEUU les otorgó 750 mil millones de dóla-


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Los indignados de Wall Street res en préstamos con pocas restricciones. No se les prohibió a los bancos seguir con los desalojamientos, o sea que mientras gozaban de la generosidad del pueblo estadounidense, estos siguieron haciéndole daño. Usando una parte de los préstamos, otorgaron bonos que llegaron en total a miles de millones de dólares como regalos para los altos funcionarios bancarios. Esto aceleró un proceso que ya estaba encaminado, la creciente desigualdad económica, que llegó a niveles que no se han visto desde la gran depresión económica mundial que estalló en 1929. La desigualdad se agudizó por la desocupación y el subempleo. Entre los más afectados están los estudiantes universitarios recién recibidos. Ellos no sólo no encontraban trabajo sino que culminaron sus carreras universitarias con deudas cuyo promedio en el 2010 era de 25.250 dólares. No es casual que la situación se parezca a la de los estudiantes en Chile, adonde se exportó el sistema de pagar por la educación con préstamos que requieren devolución después de recibirse. Desigualdad, la situación financiera de los estudiantes, la diferencia entre la ayuda que el gobierno nacional brinda a los bancos, y la crueldad de los desalojos, crearon un fuerte resentimiento, pero todavía no teíia un enfoque. Este se dio en del estado de Wisconsin, donde el nuevo gobernador, del partido Republicano, otorgó reducciones en los impuestos para las empresas más grandes y las personas con los ingresos más altos. Para arreglar la crisis financiera que eso provocó, bajó los sueldos y las obras sociales de los trabajadores estatales. Para facilitar esos cambios, les quitó a los sindicatos de empleados estatales el derecho de negociar con el gobierno, por quejas, por violación de contratos, etc. Eso provocó una serie de paros y ocupaciones de edificios oficiales en Wisconsin. Estos sirvieron como el modelo más importante para el movimiento de los indignados, junto con las manifestaciones en el medio oriente y, a

un nivel más limitado, en España. Los medios de comunicación han criticado a los indignados por no presentar un programa económico. Los indignados todavía tardan en contestar. Sin embargo, ellos supieron responder cuando la policía violentamente desarmó su campamento en Oakland, California, dejando a uno de los manifestantes gravemente herido en la cabeza por el golpe directo de una granada de gases lacrimógenos. Con el apoyo de muchos sindicatos y otras organizaciones, declararon una huelga general en la ciudad de Oakland y cerraron el puerto, el quinto más importante en los Estados Unidos. Aun la policía criticó la orden que los obligo a desalojar la ocupación y ha expresado su apoyo a los indignados. La meta principal de los indignados es el proceso democrático directo. Las decisiones en cada sitio de ocupación se toman por consenso en la asamblea general de ese sitio. Dado que en muchos sitios el uso de parlantes ha sido prohibido por las autoridades, los indignados desarrollaron métodos para permitir la comunicación entre ellos. Cada persona que se dirige a la asamblea divide su discurso en frases cortas. Cada vez que termina una frase, los que se

encuentran más cerca la repiten como coro, para que las palabras de cada uno puedan llegar a todos. Asimismo, usan señales visuales para indicar apoyo o críticas. No se reconocen dirigentes, aunque últimamente el campamento en Wall Street ha asignado a algunas personas el deber de representar al grupo ante los medios de comunicación. Lo que hay son personas que han inspirado el movimiento. En primer plano, está el cineasta documentalista y escritor Michael Moore. En su última película, “El Capitalismo, una historia de amor”, él llegó a Wall Street con un camión blindado, demandando que se devuelva el dinero robado. Moore sólo logró dar voz a un pedido de justicia. Los indignados, que hoy son miles en cada sitio ocupado, tienen la oportunidad de algún día lograr esa justicia. Antes tendrán que ver como controlar sus propias manifestaciones, que ya están enfrentando provocaciones por parte de aquellos que apoyan al 1%.


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David Kempa

Soy un periodista de 27 años, vivo y trabajo en el vecindario de Crown Heights, Brooklyn. Por lo general, los periodistas no nos identificamos con organizaciones ni con movimientos. Estamos supuestos a esforzarnos por ser objetivos y basar nuestras investigaciones en todas las perspectivas posibles, para así mostrar toda la historia.

o queremos que nuestro trabajo sea saboteado por cualquier afiliación. No queremos abogar por nada, ese trabajo se lo dejamos a los que trabajan en relaciones públicas. Para nosotros, las afiliaciones son el Lado Oscuro. Sin embargo, declaro que estoy en solidaridad con el movimiento de Occupy Wall Street. El 28 de septiembre fui al pueblo de Brussels, en Wisconsin. Es el típico pueblo pequeño del centro-oeste de los Estados Unidos, con una población de algunos cientos de personas, una estación de gasolina, algunas iglesias y demasiados bares. Es allí donde viven mi madre y mi padrastro. Fui a Brussles para ayudarlos a mudarse de su casa. Bueno, técnicamente ya no es su casa. El nuevo propietario es Freddie Mac, que junto a Bank of America echó a mi madre y a mi padrastro de su hogar. Esa casa ha estado en la posesión de la familia de mi padrastro por más de 100 años. Él y mi madre la remodelaron hace 10

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años. Mi madre había asegurado que hubiera suficientes habitaciones para cuando yo y mis hermanas regresáramos con sus nietos para mimarlos... pero eso ya no tendrá lugar en esa casa. Es difícil para mí aceptar esto. No creo que lo haga completamente hasta que haya terminado de vaciar las habitaciones y mover las cajas. Es duro, y no siento que sea lo correcto. ¿No es verdad que Bank of America recibió $100 mil millones en paquetes de rescate financiero? ¿No recibieron además una devolución de impuestos de $1,9 mil millones, junto a los $4,4 mil millones en ganancias para 2010? ¿Cómo pudo ser rescatado este banco por el gobierno tras hacer incontables préstamos de alto riesgo, y además obtener aseguranzas de instituciones apoyadas por el gobierno como Freddie Mac, cuando los que recibieron esos préstamos debieron resignarse al impago? Me mudé a Nueva York en enero de 2010 y obtuve un internado en Thomson Reuters pese a la crisis financiera. Originalmente era una posición no pagada, pero los convencí para que me paguen por hora. También se suponía que trabajara sólo 20 horas a la semana, pero logré que la

posición se convirtiera en una de tiempo completo. Luego, ese mismo verano, se convirtió en una posición asalariada. Estaba extático. Pero no me sentía satisfecho con el trabajo. Primero, no era realmente periodismo. Escribía un boletín para uso interno. Si no eras un empleado de Thomson Reuters ni un programador en un banco, te garantizo que nunca has leído mi trabajo. Segundo, no sentía que estaba haciendo un buen trabajo. El boletín era para la red global de acciones financieras de la compañía — un sistema complejo que enviaba informaciones desde bolsas financieras en todo el mundo a bancos y millonarios y corredores. Nuestros clientes eran de entre las personas más poderosas del mundo. Reconfortar a los afligidos. Afligir a los acomodados. Son ésas las cosas que debe hacer un periodista. ¿Pero yo? Yo estaba reconfortando a los acomodados. El trabajo del economista Edward Wolff demuestra que para 2007, el 1% más rico de los hogares estadounidenses poseían el 34,6% de toda la riqueza privada de los Estados Unidos. Dentro de este segmento acomodado, la riqueza de nuevo se concentra enorme-


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“Echados de nuestros hogares...”

mente entre el 0,1%. La gran mayoría de los hogares en este segmento está constituida porla elite vinculada con los sectores financieros y bancarios. Esto me molestaba... y mucho. Mi trabajo violaba de muchos de mis principios, y esto afectaba mi bienestar. Me deprimí. Comía menos. Mi ciclo de sueño se volvió errático. Tomaba el doble. Finalmente, en agosto de este año, renuncié. Desde ese entonces, he trabajado por cuenta propia. No tengo dinero, pero ha sido una experiencia formidable. Había trabajado con la frontera de Arizona, y también con asuntos de inmigración en México. Aquí en Nueva York, me fui por el lado de los asuntos policiales. Nunca pensé en escribir sobre finanzas o políticas nacionales. Nunca había querido escribir sobre la crisis financiera del país. Pero después Freddie Mac y Bank of America echaron a mi madre de su casa. Así que aquí estoy. Comprometido con el diálogo. Con el movimiento. Con lo que algunos de los jóvenes estacionados en Liberty Plaza llaman La Revolución. Ya mis amigos me han dicho que estoy loco. Que Occupy Wall Street no es más que algunos niños sucios y desempleados que no tienen ni idea de qué lo que están batallando, que sólo tocan tambores y gritan a los policías. Pero eso no es lo que yo he visto. El movimiento sabe bien lo que

está batallando. Batalla en contra de la distribución de riqueza increíblemente desigual de nuestro país mientras que 46 millones de estadounidenses viven en la pobreza — y esto según normas federales que dicen que una madre y sus dos hijos no son pobres si ganan $19.000 al año. Batalla en contra de la realidad de que Wall Street y el Capitolio son esencialmente lo mismo. Batalla en contra de la desintegración de la clase media. Batalla en contra de la avaricia. Puedo decirles que es un movimiento nuevo. La estructura aún no se ha definido como quisiéramos. Las exigencias aún no se han establecido claramente. Pero la Ocupación tan sólo ha llegado a su segunda semana, y ha ganado más respaldo de lo que cualquiera se imaginaría. En esa

pequeña plaza sigue creciendo la cantidad de los presentes. Hay camas improvisadas en el lado oeste, letreros de protestas en el lado norte, y en el lado este, alguien ha organizado una biblioteca. La gente alrededor del mundo está empezando a hacernos caso. Las personas con buenas intenciones que no pueden venir a ocupar la plaza por sí mismos han enviado comida, provisiones y donaciones. Hay doctores trabajando en la estación médica, y abogados aconsejando a los detenidos. Oficiales elegidos, músicos y otras figuras públicas se han unido a la Ocupación. Las cosas están en movimiento. Si vives en Nueva York y aún no has pasado por Liberty Plaza, hazlo. Es asombroso. La emoción. La empatía. La fortaleza absoluta de estas personas. Estar entre ellos casi me conmueve hasta las lágrimas. Están allí porque muchos de nosotros seguimos luchando. Están allí porque hay muchas personas buenas afligidas por tragedias. Están allí por mi madre. Y esta semana, cuando regrese a Nueva York, yo también estaré allí.


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Julio Gambina

La situación en Europa Es común escuchar hablar de la crisis europea, o aún griega, aunque también estadounidense. En rigor, se trata de una crisis mundial, con impactos en todos los países del mundo, de una o de otra manera. En los países capitalistas desarrollados se vive como ajuste social y desempleo; mientras que en otros llamados emergentes, el dato es el crecimiento económico y parecieran quedar afuera de la crisis.

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n realidad, todos son parte de una misma crisis, y China crece hace más de 30 años porque grandes capitales transnacionales prefieren los salarios bajos a escala mundial y la baja resistencia de los trabajadores para radicar sus inversiones y luego repatriar sus ganancias. Eso se verifica también en Sudamérica, con gran expansión de las exportaciones de productos primarios, que generan cuantiosas ganancias que fluyen hacia los países de origen de la inversión. Sin las crisis, los capitales no buscarían mayor rentabilidad fuera de sus fronteras, pero necesitan de recursos naturales y de fuerza de trabajo barata para la producción, y ello se consigue en América Latina, África oAsia. Existen datos que preocupan sobre la realidad mundial. La crisis del capitalismo afecta principalmente a los trabajadores, y entre ellos a los más jóvenes, superando el 25% en Europa Unida, y en España sobrepasa el 40%. En EEUU la pobreza tiene

el máximo registro desde que se mide, hace 52 años, y alcanza a 46,2 millones de personas, el 15,1% del total de la población estadounidense, siendo más grave el tema entre los negros y los latinos. Son 50 los millones sin seguro médico y 40 millones reciben bonos de alimentación. Son referencias al impacto social de la crisis capitalista. Mientras ello ocurre, los principales Estados del capitalismo mundial asignan millonarias cifras en dólares, euros o yenes para el “salvataje” de bancos y empresas con problemas de rentabilidad, que al tiempo que reciben los subsidios o préstamos realizan un profundo ajuste sobre los salarios y el empleo, para así recomponer las ganancias y la acumulación. Los sectores más reaccionarios de las clases dominantes exigen más ajuste en el gasto social y bregan por nuevas exenciones impositivas para los sectores de mayores ingresos. La actitud predominante apunta a la intervención del Estado para el salvataje de las empresas y del capitalismo, para retomar la “normalidad” de la acumulación de ganancias. El costo social parece no entrar en consideración más allá de algún lamento vestido de humanitarismo.

Todas las evaluaciones indican un futuro cercano de desaceleración de la economía mundial, especialmente en el trípode de la dominación, EEUU, Europa Unida y Japón. Hasta se teme por un nuevo brote recesivo, como en el 2009. Esa tríada es responsable de más del 60% de la producción mundial. El problema se agiganta con el ajuste, o sea, con las políticas de austeridad que intentan generalizar las organizaciones internacionales, especialmente el FMI. Los llamados emergentes crecen por encima del promedio mundial y financian el déficit fiscal de los desarrollados. China es el principal sostén financiero de EEUU. La deuda pública es ahora más grave entre los países del Norte que en los del Sur, que sufrieron el flagelo durante los 70´ para constituirse en el gran condicionante de la política económica en la mayoría de esos países. Durante la recesión del 2009 el problema eran las empresas, ahora se suma la deuda de los Estados nacionales. El crecimiento aparece como el gran objetivo, a cualquier costo, lo que afecta el medio ambiente y la calidad de vida por la vigencia de un modelo productivo depredador. Es más, los países que más crecen lo


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Crisis mundial hacen a costa del deterioro de sus bienes comunes o recursos naturales, evidente en la región sudamericana, riquísima en tierra, agua, petróleo, biodiversidad, y fuerza de trabajo calificada y de bajo costo para la inversión capitalista. Un interrogante que nos hacemos es si es posible pensar en otro mundo, tal como convocaba la sigla del Foro Social Mundial constituido originariamente en Porto Alegre, Brasil en enero del 2001, para oponerse, luego de treinta años, al anual encuentro del Foro Económico Mundial surgido en 1971. Manifestaciones europeas de la crisis Durante el año 2007 estalló la crisis mundial, a la que se denominó “de las hipotecas”, principalmente en EEUU, pero también en España y en Irlanda. El tema era el mismo y se asociaba a la especulación inmobiliaria y financiera, con la banca transnacional y el sistema financiero mundial detrás. Luego se la denominó “financiera”, por la caída de bolsas y bancos; y sobresalió la caída de Lehman Brothers, con lo cual volvía al centro de la atención EEUU. Pero la banca europea no se quedaba atrás y daba cuenta de la crisis global, recordemos que se la bautizaban “financiera”. La evidente crisis de EEUU tapaba los problemas de Europa, hasta que finalizado el 2009 (año de la gran recesión mundial) y cuando todos avizoraban una salida de la crisis, estalló la ahora denominada “crisis europea”, que saltaba por lo más débil, la periferia, los PIGS (Portugal, Irlanda y/o Italia, Grecia, Spain-España). Desde entonces (2010) se acuño el fenómeno “europeo” de la crisis. En rigor, la estación europea de la crisis permitió visibilizar que el problema no era solo EEUU, que el dólar y el euro entraban en terreno de disputa y confirmación de sus capacidades de liderar la economía mundial. Cada moneda expresa la capacidad económica de cada país y su potencia de

dominación, por ello es que no puede escindirse economía de política. La crisis del orden mundial supone la disputa de la hegemonía, y desde el 90´ cuando se anunció la moneda regional europea y desde su aparición en escena en el nuevo siglo (2001), se sabía que lo que ocurría era una disputa por la hegemonía del orden mundial. Aclaremos rápido, que la respuesta estadounidense desde el 2001 fue la militarización de la sociedad mundial, subordinando el apoyo

europeo. EEUU generalizó su crisis y se apoyó en el poder económico (dólar), el poder militar (armas) y el poder cultural (Hollywood, tv, imágenes, etc.) para sostener su papel de líder mundial. Las reservas internacionales (RRII) en poder de los bancos centrales de todos los países del mundo a junio del 2011, según el FMI, suman más de 10 trillones de dólares, con los “emergentes” sumando 6,84 trillones, y los desarrollados 3,23 trillones. China acumula unos 3,2 trillones, seguido de Japón con 1,1 trillones. Brasil alcanza los 350.000 millones y Argentina 50.000 millones; acusando los países que integran UNASUR unos 550.000 millones de dóla-

res. A comienzos del 2010, los emergentes reconocían activos dolarizados por 58,14%, contra 28,6% en euros y 1,87% en yenes. A mediados del 2011 las reservas en dólares bajaron a 56,6% y el euro a 28,6%, con tenencias en yen del orden 3,18%. Del total de las reservas el dólar capta el 60,2% y el euro el 26,7%. Son movimientos que reflejan la consideración en el mundo de cada una de las monedas que disputan la hegemonía, como expresión de la lucha por la dominación global. Está claro que el dólar sigue expresando la dominación mundial, y que el euro, expresión de la dominación francesa y especialmente alemana en la eurozona (países de la Unión Europea que acepta el euro como moneda propia) corre desde atrás en esa disputa global. Tanto EEUU como Europa Unida aspiran a que las grandes RRII de los países emergentes se gasten el norte para contrarrestar la desaceleración o la recesión en ciernes. De hecho, las RRII dejaron de crecer y en este segundo semestre del 2011 empezaron a reducirse, motorizados principalmente por la fuga de capitales del sur al norte. La crisis europea es por tanto una fase de la crisis global del capitalismo y que se manifiesta como dificultades para asegurar la valorización del capital. Es sabido que el capital busca ganancias, con ello amplia la inversión, es decir acumula, lo que conlleva nuevas rondas de ganancias y acumulación. Mientras más se desarrolla el ciclo, los capitales más concentrados y centralizados buscan su dominación con apoyos de los Estados nacionales. Así, ante las crisis “inmobiliarias” (2007) o “financieras” (2008), o las “recesiones” (2009), los Estados capitalistas más desarrollados inyectaron inmensas sumas de dinero “público” (recursos fiscales) para el sal-


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Crisis mundial vataje de las empresas. Esos recursos se constituyeron en deuda pública, base del problema actual en Europa, aunque también en EEUU. Debemos señalar, que si bien existe un problema con los países deudo-

rior a 4 mil millones de euros. El rescate de Dexia sería el segundo recibido por la entidad financiera, después de haber sido rescatada por crédito público en Septiembre de 2008. En ese momento, Dexia recibió más de 3 mil millones de euros a través de la

res, ocurre algo similar con los acreedores. Resulta que los que prestaron a los PIGS son los propios bancos transnacionales europeos, principalmente franceses y alemanes. Son precisamente ellos, los que ahora están en peligro de no cobrar y en la indefensión se observan en el espejo estadounidense del 2008, con la caída de Lehman Brothers. ¿Cuáles son los bancos europeos en peligro, y en condiciones de seguir el rumbo del gigante yanqui? Daniel Munevar, del Comité de Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) señala que “El 4 de octubre, los ministerios de Finanzas de Francia y Bélgica anunciaron de forma conjunta la decisión de intervenir el Banco Dexia, la entidad financiera más grande de Bélgica en términos de activos. Este anuncio se vio precedido por meses de rumores tras las mayores pérdidas en la historia del banco para el segundo cuarto del 2011, por un valor supe-

compra de acciones por parte de Francia y Bélgica, además de garantías estatales de créditos por un valor de 150 mil millones de euros.” Es una de las tantas historias que pueden relatarse de la banca europea, profundamente entrelazada con la banca estadounidense. Los activos tóxicos están en todo el sistema financiero mundial, siendo la banca de EEUU la que se encargó de diseminar el problema desde la liberalización lograda en su territorio. El salvataje continúa Siendo la contrapartida de ese salvataje, el ajuste sobre el gasto social del sector público y el achique salarial y previsional de los trabajadores, pensionados y jubilados. Lo que ocurre hoy en Europa es el desmantelamiento del Estado Benefactor. El achique del gasto público y las políticas de austeridad sugeridas por la tríada del FMI, el Banco Central Europeo, y la Autoridad de la Europa Unida, empujan el desarme de las conquistas de los trabajadores y los pue-

blos logradas desde la salida de la segunda guerra mundial. Hay que pensar que esa fue la tarea principal de las políticas neoliberales en el sur del mundo en los 80´ y 90´. Esa receta necesita generalizarse, y la crisis es el mecanismo de chantaje de las clases dominantes. El ajuste ya se hizo en el Sur y en el Este. Es el tiempo del Norte, y si avanza, se retomará nuevamente la estrategia en cualquier territorio. Fue Europa el principal territorio de conquistas sociales a la salida de la segunda guerra, por el peso de la URSS y la resistencia comunista, guerrillera en Francia e Italia, y la conformación del Este europeo socialista. Esa situación condicionó la solución de posguerra europea y los trabajadores consiguieron conquistas importantísimas que hoy se pretenden eliminar ante la ausencia de la URSS, el bloque soviético y la degradación de las cúpulas sindicales, asociado a un fenómeno de desindicalización y desprestigio de una corrompida dirigencia sindical tradicional. Vale considerar que si bien el proceso también actúa en EEUU, sobresale la ofensiva contra el remanente Estado del Bienestar europeo, porque en EEUU, sobre fines de la década del 30´ se eliminó la influencia del clasismo en el movimiento de trabajadores. Sumado a ello el lugar de dominio logrado en 1945, explica el menor desarrollo relativo de las políticas de gasto social en EEUU respecto de Europa. Incluso hoy, desde Washington se defienden políticas de intervención estatal para sostener el nivel de actividad, que contrasta con la política de austeridad y ajuste impulsados por las clases dominantes europeas. Según Eric Toussaint, del CADTM, “los 90 principales bancos europeos, y esto hay que saberlo, en los dos próximos años deberán refinanciar deudas por el astronómico monto de 5,4 billones de euros” Ello “representa el 45 % de la riqueza producida anualmente en la Unión Europea”. El asunto es cómo trasladar esa pesada carga sobre el conjunto de la sociedad, más específicamente sobre los sectores más vulnerables.


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Crisis mundial El presente europeo es despliegue de la crisis, un fenómeno que se extiende al conjunto del sistema económico, que involucra las finanzas, la producción y específicamente se completa con una crisis integral que abarca la dimensión alimentaria, energética y medio ambiental. La esencia del problema es la valorización de los capitales y por eso la descarga es contra el trabajo y el gasto social. Las políticas anti crisis transitan la presión por el ajuste y existen variadas hipótesis sobre el futuro, desde quienes imaginan la salida de algunos de los países del euro, no sólo de los periféricos, sino que incluso se alude a la separación de Alemania, a todas luces, el país hegemónico. El problema de cualquier país, o grupo de países que abandone la moneda común lo somete a la disyuntiva del propio desarrollo nacional. Algunos sugieren la salida “Argentina”, olvidando que ello supuso el desconocimiento de 100.000 millones de dólares de deuda con privados entre fines del 2001 y la renegociación de deuda del 2005 y 2010; pero también una devaluación que se cruzó con una suba espectacular de los precios de exportación de los productos primarios que definen la especialización argentina en el mundo, más precisamente la soja. ¿Cuál es el producto símil soja en Grecia o Portugal? Salvo que se piense en la exportación de la tradición histórica, lo que supone convertir a esos países, y quizá al conjunto de Europa en un parque temático sobre la antigüedad. El problema es que se piensa la solución dentro del capitalismo, y como nos interrogábamos al comienzo, el problema es si Europa, o incluso EEUU, pueden pensar en una perspectiva más allá del capitalismo. Es válido el interrogante, porque la perspectiva actual condena a millones al desempleo. Según la OCDE y la OIT, de persistir la actual ralentización económica y de creación de puestos de trabajo, los 20 millones

de personas que se han venido a sumar a las filas del desempleo desde el comienzo de la crisis podrían doblarse de aquí a 2015. La OIT afirma que son 200 millones los desempleados del mundo. La crisis europea es parte de la crisis mundial, que es una crisis del orden capitalista, de la civilización contemporánea y que requiere ser pensada en sus perspectivas, algo de lo que dan cuenta los indignados que se iniciaron en mayo pasado en España y se generalizaron por Europa para desembarcar en Israel y EEUU. Nadie puede anticipar cómo evolucionará el conflicto social, pero está claro que hay efecto contagio de la crisis y de la protesta. ¿Hasta dónde llegará la protesta? No resulta fácil definir los lími-

to de los precios de los alimentos. El mapa político africano viene cambiando y da cuenta que la militarización originada en EEUU hace una década, es liderada hoy por Europa desde la ONU en Libia. Todos reconocemos la disputa europea por hacerse del petróleo libio, como la manifestación energética de la crisis mundial.

tes, pero sí es cierto que si en las últimas 4 décadas la voz de mando era por la liberalización, hoy retoma sentido la “intervención estatal”. A tal punto llegamos que la impensada Tax Tobin para aplicar sobre el capital especulativo está en la agenda de discusión. Para que otro mundo sea posible es necesario que los pueblos se lo propongan. A comienzos del 2011 fue sorpresa el norte de África, con inesperados levantamientos de pueblos contra la autocracia y el crecimien-

violenta ofensiva del capital sobre el trabajo, la naturaleza y la sociedad. Uno de los caminos posibles es la profundización de la regresiva reestructuración en curso, consolidando el lugar de la barbarie. Otro rumbo es el cuestionamiento al orden vigente y la perspectiva de un rumbo anticapitalista.

En síntesis La crisis europea muestra una de las caras de la crisis mundial. La respuesta desde las clases dominantes es el ajuste como una de las formas de la


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Helio Gallardo

Malas noticias: continuidades en la transición En tanto el capitalismo latinoamericano es un capitalismo dependiente, las transiciones económicopolíticas y político-culturales en la región contienen inevitablemente factores internacionales y transnacionales. Estos factores son determinantes, en el sentido de operar como matriz, para la apreciación coyuntural en el que se expresan las eventuales transiciones locales. Por ello la coyuntura larga de la transición entre siglos se vincula con las formas actuales de la mundialización capital/imperialista, mundialización vehiculizada por las tecnologías de punta de hoy (informática, redes mundiales, ingeniería genética, esta última todavía en menor medida). La coyuntura larga tiende a coincidir en América Latina con el ‘agotamiento’ del modelo de

sustitución de importaciones, el reemplazo del Estado desarrollista de ideología ‘integradora’ (cepalismo post Segunda Guerra Mundial) y con los regímenes de Seguridad Nacional, inaugurados por un golpe de Estado en Brasil (1964), que se prolongarán como guerra políticomilitar y cultural contra los sectores populares, en especial contra la fuerza de trabajo y las poblaciones rurales, y como ‘clima político’ generalizado y dominante (neoliberalismo) en el área desde la experiencia chilena de 1973 (golpe empresarial-militar de Estado). Por supuesto cada país/región del área posee caracteres específicos que no pueden ser presentados y discutidos en un trabajo breve. La ‘transición’ suele entenderse como el paso desde dictaduras a regímenes democráticos, desde el desarrollo al crecimiento y como la ‘naturalización’ cultural del neoliberalismo como sensibilidad de la mundialización en curso (globalización, ‘modernización’). Desde otro ángulo, también se la entiende como el final de las


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Sobre las transiciones en América Latina utopías y políticas revolucionarias (final de la Historia). Este artículo no coincide con estas apreciaciones, aunque utiliza elementos que figuran en ellas. Realicemos una referencia inicial mediante una situación en curso. Durante este año, 2011, se ha agudizado en Chile (un país elogiado como “exitoso” y “ejemplar” en el período) el conflicto entre las demandas de los estudiantes liceanos y universitarios por una educación a cargo del Estado, gratuita y de calidad, y un gobierno que se niega a reformar el statu quo. La educación chilena fue configurada por la dictadura empresarial-militar (1973-1990), y su terror de Estado, y esta configuración se ha sostenido sin cambios significativos (la legislación chilena posee un blindaje constitucional que facilita bloquear los cambios) durante los gobiernos postdictadura encabezados por políticos civiles electos que administran el país en el marco de una legalidad neoliberal. En breve, y en el campo de la educación, el Estado-nacional desarrollista chileno fue desplazado por un Estado orientado al crecimiento económico en el marco cultural y jurídico de la acumulación mundial de capital. En este marco las necesidades educativas se municipalizan y privatizan. El desafío cualitativo de la educación es ‘resuelto’mediante la discriminación económica: cada quien recibe la educación que puede pagar (directamente o endeudándose). La educación ‘nacional’ chilena desaparece reemplazada por escasos puntos (enclaves privados) de costosa educación de alta calidad, y puntos (municipales) de pésima o discreta calidad. Entre estos polos/puntos pueden ubicarse diversas situaciones de fraude educativo, privados, onerosos o no. El sistema funciona tanto para la acumulación global y sus centros (que hace de Chile una serie de puntos privilegiados para la inversión) como para

la dominación neoligárquica interna (corporaciones y tecnócratas). Quien accede a educación costosa-de-calidad prolonga sus estudios en los centros del imperio. Quien no, engrosa el desempleo, subempleo, o es arrojado a empleos mal remunerados e inseguros. La guerra contra la fuerza de trabajo y los sectores populares, ejercida frontalmente por una dictadura de 17 años, pero que hoy forma parte de la cultura ‘mundial’, en especial en las regiones dependientes, se prolonga durante los regímenes ‘democráticos’ que cumplen ya más de dos

décadas administrando el ‘nuevo’ Chile. La protesta de los liceanos y universitarios, situacional o radical, es chilena y deberá resolverse en ese país, pero el referente sistémico de la protesta es latinoamericano y global. En el ejemplo anterior podemos distinguir en la coyuntura larga un sistema económico-político-cultural antipopular, que confirma el status dependiente del capitalismo neoligárquico latinoamericano (se daría aquí una continuidad básica con otras presentaciones), y una protesta social específica por un mejor trato (o mejor acceso al mercado de la educación o desaparición de ese mercado) que podría, o no, prolongarse como desafío antisistémico. El referente de

la protesta chilena es semejante, aunque con otros actores y con diferente marco legal, a la protesta de indígenas originarios contra el gobierno de Alan García (2009) por el intento de entregar territorios de la Amazonía peruana al circuito de la acumulación mundial de capital (2009). Los “buenos negocios” de esta acumulación, ya sea por la explotación de madera, minerales o ‘capital humano’ pueden incorporar, con límites, a la neoligarquía sita enAmérica Latina. Advertimos, en las dos menciones, que en esta coyuntura larga la experiencia chilena ha transitado desde un Estado n a c i o n a l desarrollista (el menos en el discurso) a un Estado que forma parte de una constelación internacional y transnacional de poder en la cual este Estado no siempre desempeña un papel protagónico. Su principal tarea ahora es la de cautelar y sancionar la acumulación global. En el área de la Cuenca del Caribe (México, Colombia, América Central), además de esta función, que se camufla y blinda mediante la ‘independencia’ de instancias (Banco Central, por ejemplo) y cuadros tecnócratas, los Estados/gobiernos militarizan los conflictos que Estados Unidos estima geopolíticamente prioritarios en la zona: narcotráfico, migraciones. Se trata de mantener viva una sensibilidad de guerra. El núcleo operativo sólido de este Estado clasista es tecnócrata y corporativo (transnacional/local). Se orienta al crecimiento económico global, no al desarrollo nacional, y el primero se obtiene con estabilidad macroeconómica, priva-


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Sobre las transiciones en América Latina tizaciones, desregulaciones e inversión directa extranjera con tendencia al monopolio. La lógica estatal puede ser internamente descrita como neoligárquica, patrimon i a l / c l i e n t e l a r, y c o n c e n t r ador/excluyente. Funciona mediante una economía que desagrega a las poblaciones, e incluso enfrenta a sus segmentos, mediante la superexplotación, el acoso del desempleo, el endeudamiento, la miseria y los desplazamientos forzados. La penuria de este estilo económico se compensa ‘culturalmente’ a través de los medios masivos y, en América Latina, con el concurso de los aparatos clericales. Se trata de la continuación del terror por otros medios, sin que se renuncie a la represión militar y paramilitar del período anterior. En el plano de la continuidad sistémica se dan asimismo variaciones que pueden ser cosméticas o pueden alcanzar otra significación. La práctica abierta del terror de Estado, que caracterizó a los regímenes y a la sensibilidad de Seguridad Nacional, abrió paso a la institucionalidad de los regímenes democráticos restrictivos con conducción de políticos civiles y un relativo libre juego de partidos. Sin embargo estos nuevos regímenes democráticos están amarrados por lo que el periodismo llamó Consenso de Washington. Se trata de una normativa impulsada a inicios de la década de los noventa por el FMI, el BM, el Congreso y la Presidencia de EUA, su Reserva Federal y los “expertos” corporativos en asuntos económicos. La normativa buscaba el crecimiento económico sin considerar la distribución de la riqueza y enfatizaba el mercado mundial libre como fuente universal

de progreso. Traducido, esto quiere decir que los regímenes democráticos restrictivos, inaugurados en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado, se daban una base económica que imposibilitaba la constitución de una ciudadanía generalizada o universal cuyos derechos humanos y otros referentes constitucionales cons-

tituyen un referente indispensable para un régimen democrático efectivo. En el límite, la base económica, que reforzaba la debilidad de la sociedad civil en América Latina, conducía a las protestas sociales, a la desigualdad y desagregación de hecho, y a la violación constitucional de derechos humanos. Leído desde la perspectiva de los grupos dominantes, la normativa contenía virtualmente tanto la contención ‘blanda’ (apertura ‘democrática’, la existencia como reality show, el ablandador ‘masaje’ clerical, etc.) como las masacres y los golpes de Estado. El último punto resulta curioso porque el año 2001 los gobiernos del área proclamaron en la OEA su Carta Democrática Interamericana. En su gestación se reunieron el deseo de los políticos civiles de no resultar desplazados (y eventualmente asesinados) por los aparatos militares y el sentimiento de que las tesis neoliberales del Consenso de Washington resultarían factibles especialmente porque ya no existía la Unión Soviética y los sectores populares y sus organizaciones sociales y ciudadanas habían quedado sin banderas alternativas, además de aterrorizados. Muerto el ‘comu-

nismo’, solo existía el sistema neoligárquico e imperial vigente, aparatos clericales y medios masivos incluidos. La Carta de la OEA tuvo su entierro espectacular con el golpe de Estado en Honduras (2009), apoyado por EUA, pero antes ya había existido agitación golpista en Venezuela (2002), en Haití (2004) y en Ecuador (2005). En las dos últimas situaciones los presidentes fueron removidos de sus cargos. En el caso ecuatoriano la movilización que cesó al presidente tuvo contenido ciudadano y popular. Pero el golpe de Estado en Honduras mostró tanto la impotencia de la OEA para decretar ‘la democracia’ en el área como que los aparatos militares seguían siendo valorados por el poder imperial y neoligárquico como actores políticos que zanjan situaciones. En la coyuntura larga, entonces, y desde el punto de vista de los grupos dominantes, existe una base de continuidad y también transformaciones, morigeraciones e intensificaciones de lo que existía. El elemento más fuerte de la continuidad intensificada es que la acumulación mundial de capital sigue apropiándose de una parte del fondo de consumo de los trabajadores latinoamericanos a los que los grupos dominantes locales pagan por debajo de los costos que implica su reproducción (superexplotación), pero esto se hace ahora con fuerza de trabajo calificada y no calificada. Por citar una cifra, en Costa Rica el 35% de los trabajadores recibe por su trabajo menos del salario mínimo legal, ya de por sí insuficiente para satisfacer sus necesidades. Por supuesto la sindicalización en este país es sistemáticamente vetada y su resonancia cultural es negativa. Dentro de los cambios que en este continuo conviene destacar están ideológicamente la desaparición del Estado orientado al desarrollo nacional y su reconfiguración por una constelación trasnacional e internacional de poder, el ideario neoliberal


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Sobre las transiciones en América Latina transformado en sensibilidad política dominante y ‘natural’, los regímenes democráticos restrictivos, la alineación de medios masivos y de los aparatos clericales con el statu quo. Socialmente, la acentuación de la desagregación y el quebranto de los sectores medios, propietarios y no propietarios. El deterioro y la pérdida de horizontes de esperanza para sectores significativos de la población. Económicamente, las tecnologías de punta apoyadas en los Tratados de ‘libre comercio’ generan enclaves tecnológicos orientados a la producción para la exportación (también Zonas Francas), escasa o nulamente articuladas con las tramas económicas locales y regionales. Y, por fuerza, desvinculadas de las necesidades de las poblaciones. Social y culturalmente el punto contiene una acentuación de las emigraciones no deseadas. Exportamos commodities, aprovechando la demanda en alza de algunos mercados asiáticos emergentes, y otras mercancías y capitales, y también voluntades de vida (existencias humanas). Por si fuera poco, somos parte del desafío ambiental. En otro espacio del espectro, muchas ONGs han sido gubernamentalmente cooptadas desde la década de los noventa para programar, guiar y asesorar proyectos en lugar de acompañar procesos populares de autotransferencia de capacidades económico-políticas. Para los grupos locales reinantes y sus políticos profesionales es tiempo de ‘buenos negocios privados compartidos’, individualismo (no individuación), ganadores y perdedores, eficiencia y eficacia sin que importe el color del gato, estabilidad macroeconómica y torneos electorales. La presunción para estos sentimientos entre

los grupos reinantes es que los sectores populares ya han sido derrotados o aplastados continentalmente. Lo que muestre signos de ‘popular’ (y su derivación arbitraria, el ‘populismo’) se extinguirá (o será arrasado) sin dejar brasa porque hoy se enfrenta a una transnacionalización tecnológica y política de la existencia y ante ella no existe quite ni alternativa. Si alguna vez se discutió acerca de la existencia o inexistencia de una burguesía nacional en América Latina, el despliegue actual de los grupos dominantes enseña terminantemente que la realidad de este subcontinente no clona la historia del mundo industrial o postindustrial desarrollado. En realidad, la nación no es un sentimiento/identidad/colectivo que haya sido nunca política y culturalmente construido en América Latina. Nuestro ‘orden’ consis-

te en comportarnos como poblaciones fracturadas y desagregadas. Nuestra cosmética ‘nacionalidad’ se constituye mediante resistencias internas, a veces inerciales a veces exacerbadas, contra ‘otros’. Sobre esta base, incluso dirigentes ‘progresistas’ promueven megaproyectos que potencien ‘nuestro’crecimiento e incrementen el PIB. Es decir, que se inserten en la insaciable acumulación global.

Noticias en el limbo: elementos nue vo/emergentes en la transición En los últimos doce años se ha producido asimismo un fenómeno curioso en la realidad latinoamericana. No puede ser traducido únicamente como algo positivo, en los sentidos de popular, liberador o revolucionario, pero tampoco expresa directamente el sentido básico de continuidad/cambio en la coyuntura larga antes descrita. Los torneos electorales, abiertos por diversos causales en América del Sur, América Central y México, han resultado en victorias de políticos y organizaciones rechazados por un establishment que recelaba de ellos. El primero fue el triunfo de Hugo Chávez en Venezuela (1999). Pero se le agregaron durante este siglo Néstor Kirchner enArgentina, Tabaré Vásquez en Uruguay, Lula da Silva en Brasil, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua, el casi triunfo de Manuel López Obrador en México. Más recientemente, las victorias de Fernando Lugo en Paraguay, de Mauricio Funes en El Salvador y José Mujica en Uruguay. En estos días, se produjo una arrolladora reelección de Cristina Kirchner en Argentina (2011). No se consideran en la enumeración los gobiernos de Concertación chilenos porque, en realidad, no son ‘socialistas’. Si bien no todas las personalidades mencionadas pueden ser valoradas, incluso imprecisamente, como ‘de izquierda’, son señales


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Sobre las transiciones en América Latina al menos de movilizaciones electorales ingratas para el sistema. Los tres últimos candidatos ganadores, Funes, Mujica y Kirchner, encabezaron propuestas del Frente Amplio, el Farabundo Martí para la Liberación

cuya articulación resulte en poderes nacionales capaces de asumir políticas públicas que resuelvan necesidades básicas sentidas y expresadas por la población y que, al mismo tiempo, se trasciendan en la configuración de un ethos socio-cultural popular

hasta el momento respaldo militar interno, son las que resultan más alentadoras en relación con las tareas y procesos enunciados. No es demasiado, pero es algo y en las condiciones imperantes quizás mucho. Conviene estudiarlas en sus visiones y también en sus realizaciones. Interesa asimismo que sus protagonistas se analicen políticamente a sí mismos y busquen evitar los errores de experiencias de corte similar fracasadas en el siglo XX. Lugares sociales de la esperanza revolucionaria aunque no necesariamente de o en la transición

Nacional y el justicialismo argentino. Las tres menciones pueden considerarse revulsivas para el ‘orden’ constituido. Sobre estas figuras, las fuerzas que los alientan y sus administraciones, puede realizarse al menos una primera aproximación básica: se acercarán más a una izquierda progresiva y con perspectiva revolucionaria para las condiciones latinoamericanas si potencian condiciones para la organización y expresión autónoma de los movimientos populares: indígenas, campesinos, trabajadores urbanos y rurales, jóvenes y estudiantes, mujeres populares, sectores étnicos minoritarios, etc. y para su incidencia político-cultural o ciudadana. Al mismo tiempo, si avanzan, desde estos sectores, para disminuir (ojalá anular) la dependencia sistémica de la economía/cultura y autotransferir capacidades a los Estados, gobiernos, municipalidades y otras instituciones cercanas a las bases de una nueva, por emergente y popular, sociedad civil: cooperativas, sindicatos, agremiaciones, comunidades originarias, ligas campesinas. En, síntesis, si avanzan en la conformación de poderes locales populares y sectoriales

dominante (hegemonía) por popular, nacional, y, también por popular, con horizonte revolucionario. Se trata de procesos de trayectoria larga y, si se ha elegido la vía parlamentaria para ellos, la primera tarea es volver a ganar las elecciones siguientes convocando más fuerzas, lo que implica alianzas y también neutralizaciones de actores eventualmente hostiles, mientras se construyen paso a paso las transformaciones institucionales y jurídicas que aseguren la irreversibilidad político-cultural de los procesos. Poder local, apoderamiento popular, políticas públicas desde este apoderamiento, avance institucional y constitucional hacia una construcción popular de la nación. Una nación sin principios, prácticas ni instituciones de discriminación. Se escribe fácil, pero se trata de muchas tareas, cada una de ellas compleja, e inscritas en entornos desfavorables y agresivos, internacionales y también locales. Pero ahí están las señales iniciales. No se han inventado. Las han puesto en el tapete movilizaciones electorales, o sea expresividades ciudadanas y parlamentarias. Menos claro es el paso desde estas movilizaciones electorales a la organización popular autónoma y ciudadana. Podría decirse que, con todas sus dificultades y errores, las experiencias de gobierno en Bolivia y Venezuela, más la primera que la segunda, aunque la venezolana posee

En el período largo se han dado asimismo luchas sociales populares, sin vínculo electoral directo y en ocasiones principalmente reivindicativas, que poseen alcance antisistémico o que podrían autoconferirse ese alcance. Están las de pueblos originarios (México, Chile y Perú, por ejemplo), cuya más alta señal política ha sido la movilización zapatista mexicana en el 1994 y años siguientes. Es la más alta porque enfatizó que la lucha popular revolucionaria se articula mediante testimonios catalizadores que contienen la transformación del carácter de los poderes vigentes. El punto está tomado de la visión de mundo del proceso revolucionario cubano (no necesariamente de su institucionalización) y significa un recuerdo teórico-práctico de primera importancia porque desplaza el tema de la ‘unidad’ de las fuerzas revolucionarias hacia el de su necesaria (aunque polémica y compleja) articulación, y porque enfatiza no la toma del poder (el punto eso sí no queda eliminado), sino la imprescindible transformación revolucionaria de su carácter. Este es un factor ideológico popular de la ‘transición’ que no debería ser sepultado ni disminuido, con independencia de la suerte del zapatismo en México, asunto este último que no resuelve unilateralmente la calidad de los aportes del espíritu o pensamiento a la resistencia/insurgencia y lucha popular continental. Una segunda mención debe hacerse con la persistencia y evolución del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra brasileño. (MST). Aunque inicialmente se tuvo expectativas significativas, internacional y localmente, acerca de lo que podría realizar el gobierno de Lula (primera administración 2003-06),


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Sobre las transiciones en América Latina principalmente por las promesas explícitas de éste como candidato, y también por su trayectoria como dirigente popular, su estrategia presidencial consistió en buscar para Brasil, y en menor medida para las regiones subdesarrolladas, un lugar más significativo en el mundo e, internamente, en consonancia con los gobiernos brasileños anteriores, en favorecer a las grandes corporaciones monopólicas y a las tesis del crecimiento económico global (aunque él resulte insostenible). Acompañó estos lineamientos políticos básicos con asistencialismo social (educación básica y universitaria, salud, propiedad urbana, principalmente) financiado o con préstamos internacionales o mediante el traspaso de recursos de todos los brasileños, o sea públicos, hacia los sectores en miseria, hacinamiento y pobreza. También la administración Lula dejó de satanizar las movilizaciones sociales. Pero en su conjunto el balance para los sectores populares resultó deficitario, incluso sin considerar la intensa corrupción que acompañó a la administración de Lula. El MST brasileño respondió a la ‘derechización dependentista’ de Lula (el asistencialismo no resuelve los desafíos del subdesarrollo brasileño) manteniendo relativamente su apoyo electoral al Partido de los Trabajadores, pero en el marco de un escepticismo creciente de lo que se puede trabajar con los políticos ‘oficiales’ (tengan o no extracción sindical) y también esperar de ellos sin haber creado, en este caso, desde la autonomía de la organización social campesina, una fuerza social hegemónica, o sea político-cultural, que no puede ser únicamente campesina. El MST lleva 25 años en ese proceso de combinar sus luchas campesinas con el proyecto de un nuevo Brasil. Y persiste en ello, tras las dos administraciones de Lula, sin desaliento ni frustración. Tampoco cierra puertas. Lucha y fortalece su tradición de una lucha en la que cree y que la hace vislumbrar victorias finales para todos los brasileños. El MST es otro de los signos relevantes y persistentes de una posible transición con carácter popular. No es poca cosa en América Latina asumir que las transformaciones revolucionarias, y una reforma agraria campesina en Brasil lo es, demandan una sensibilidad ‘nacional’ plural hacia ella y que ningún partido político que carezca de control social popular la encabezará.

Debe mencionarse entre las señales, asimismo, la resistencia social, popular y ciudadana, al golpe de Estado en Honduras. No alcanzó el carácter masivo permanente que le hubiera permitido paralizar y polarizar el país, pero fue plural, heroica y tenaz. Los diversos sectores, carentes de liderazgo político y creando organización sobre la

marcha, defendieron el Estado de Derecho y el régimen democrático de gobierno y avanzaron consignas no solo por el castigo de los golpistas sino que por la liquidación del neoliberalismo hondureño. Tomaron las calles y se batieron contra un enemigo militar que desplegó contra ellos los mecanismos abiertos y también clandestinos de la guerra contrainsurgente. Sus movilizacio-

nes, en las que figuraban muchos espontáneos, resintieron la represión de años anteriores. Pero, sobre todo, carecieron de solidaridad regional y subcontinental hacia su lucha. Pelearon solos lo que debió ser una pelea de muchos en todo el subcontinente. La gran prensa tendió a invisibilizarlos o a disminuirlos/caricaturizarlos como “sim-

patizantes de Zelaya”, el presidente derrocado. Fueron, en realidad, militantes de sus propias e irritadas causas. Por una Honduras sin corrupción, sin gamonales ni oligarquías, sin aparatos clericales criminales e hipócritas, sin desempleo. Por una Honduras sin instituciones pomposas y a la vez espurias. Por una Honduras donde se reconociesen y respetasen derechos humanos. Por una Honduras digna donde tuviesen cupo todas las personas laboriosas y decentes. Por una Honduras sin amos internos ni externos y amiga de todos los pueblos del mundo y de sus luchas. Por una Honduras donde los crímenes de los poderosos no queden impunes. Mujeres y hombres sindicalistas, activistas de derechos humanos, periodistas, taxistas, escritores y artistas, maestros y profesores, jóvenes y estudiantes, campesinos, pelearon con valentía, pero solos. Ahora se quiere utilizar su coraje, y también a sus mártires, como referente electoral. La autonomía y vigor de su lucha fue una gran señal. Su mezquina utilización electoralista, cuya definición no cambiará lo que siempre ha sido urgente cambiar, sería una muy mala noticia. Los pueblos latinoamericanos no deberían separarse ni abandonarse unos a otros porque en su aislamiento resultan derrotados o utilizados. Toda América Latina debió pararse para condenar, expulsar y castigar a los golpistas hondureños. No era un presidente lo que estaba en juego. También se jugaba el sistema. Valgan entonces estas señales materiales, zapatistas, emesetistas y popular-hondureñas, como adelanto de una transición deseada y necesaria, pero aún solo insinuada y que rema contra corriente, en América Latina y el planeta.Aver si se la construye con un trabajo político de reconocimiento y acompañamiento permanentes desde, con y para las mayorías. Sólo con carácter popular y revolucionario existirá transición efectiva en América Latina.


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Decadencias, emergencias, ¿porvenir?

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n el inicio de este siglo, la declaratoria de guerra global preventiva contra el terrorismo, decretada por la administración estadounidense de Bush Jr., implicó geopolíticamente la quiebra de Naciones Unidas. No es que la ONU fuese una instancia muy sólida antes, pero al menos fingía. La invasión de Irak (2003), resuelta por EUA, la liquidó hasta en sus formas al violentar su Consejo de Seguridad. La agresión quedó impune y el Estado transgresor siguió siendo parte de ese mismo Consejo y con capacidad de veto en él. Se recordará que la Carta de la ONU obliga a sus miembros a arreglar sus controversias internacionales “por medios pacíficos de tal

manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia” (art.2). En la invasión de Irak concurrieron la mentira (Irak ni poseía armamentos de destrucción masiva ni tampoco sostenía grupos terroristas) y la devastadora concentración unilateral de poder (Irak carecía de capacidad para atacar a EUA u Occidente; invadirlo tumultuosamente era como castigar a garrotazos a un niño). Ni siquiera debería mencionarse aquí, por indecente, la pretensión de ‘llevar la democracia a los iraquíes’. La mentira orquestada y el ejercicio del ‘derecho al garrote’ quedaron internacionalmente impunes. Tras las masacres, las desagregaciones, el dolor y las furias (que permanecen y explotan) nadie, o casi, dijo nada. El Estado agresor y sus socios ocupan sus butacas en Naciones Unidas. Es posible imaginar a sus embajadores y representantes acudir a sus diversas sesiones en el organismo agresiva y ferozmente armados mientras funcionarios prolijos despojan hasta de sus cepillos y cremas dentales, como en los aeropuertos, a los diplomáticos de los Estados que carecen de garrote. Sus utensilios podrían contener gas letal o explotar mientras

los criminales hacen discursos acerca de por qué sus matanzas no les manchan con sangre y son en cambio el camino para darle paz al mundo. Este 2011 asistió a otro paso de la escalada brutal con que se intenta controlar el planeta, posesionarse de sus riquezas naturales y diezmar pueblos y culturas o, si se prefiere, aniquilarlos del todo. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordó primero el uso de la fuerza militar (EUA, Reino Unido, Francia) contra el gobierno de Libia que enfrentaba a grupos insurreccionales. Se afirmaba que el régimen libio había causado 2.000 víctimas en el conflicto interno. [Aunque cada víctima es un mundo de dolor, y en este rubro, el del dolor humano, no es pertinente cotejar, en Guatemala, entre 1978-86, la represión estatal militar causó 250.000 muertos y un millón y medio de indígenas desplazados. El genocidio incluyó 667 masacres y la desaparición total de 443 aldeas. En Guatemala también


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Decadencias, emergencias, ¿porvenir? existía un alzamiento contra dictadores militares y su ‘orden’ social. Pero nadie intervino a favor de las víctimas y para potenciar a los insurrectos]. Como la primera decisión de la ONU no fue suficiente para fulminar al gobierno libio, se abrió paso a la intervención de la OTAN (marzo del 2011) que resolvió cruentamente el conflicto civil en este reciente mes de octubre. La intervención armada en Libia tuvo objetivos geopolíticos: restablecer el nivel de seguridad regional de Israel tras la caída del régimen de Mubarak en Egipto, y económicos: la participación occidental, rusa y china, en los contratos de petróleo, gas natural, minerales e infraestructura que “requiere” Libia tras su destrucción. Los hechos descritos son señales de la barbarie que se avisa en este siglo XXI. Todas las instituciones están en peligro de ser resemantizadas en términos de intereses geopolíticos y la concurrente acumulación mundial de capital. No habrá defensa factible contra el garrote si lo esgrime un poderoso. La opinión y razones de los no-poderosos no serán tomadas en cuenta en absoluto. Rechazando una eventual aceptación de un Estado palestino por la Asamblea General de Naciones Unidas, el presidente Obama sentenció, despreciativo: “La paz no vendrá a través de comunicados y resoluciones en las Naciones Unidas” (21/09/2011). El conflicto, a su juicio, se resolverá mediante el ‘dialogo’ entre los etnocidas dirigentes de un Israel armado nuclearmente y los dirigentes palestinos, quienes aportan sus mártires y las piedras. Tutela la plática, EUA. Hasta aquí las señales obscenas. En un frente diverso, la prolongada crisis económico-social del ‘orden’ capitalista ha decantado movilizaciones pequeñas, pero persistentes, de “indignados” en Europa y EUA. Además de minoritarias, las protestas reúnen motivaciones con alcances variados: desde quienes desean un lugar propio en el sistema hasta quienes resienten el sistema mismo pasando por los que exigen castigo para los responsables del desempleo, las deficientes prestaciones sociales y la inatención a las necesidades de la población. Los manifestantes han sido reprimidos y silenciados. Las protestas en el mundo musulmán son legítimas, pero irracionales y desproporcionadas en el mundo

occidental y cristiano. ¿Representan los ‘indignados’una señal de cambio, una necesaria re-politización de minorías? Probablemente no. Si lo fuesen, y aumentaran en número, los manifestantes serían masacrados. Por ello, parecen signo de otro proceso que algunos ya habían advertido: los malestares del subdesarrollo y del Tercer Mundo durante el siglo XX no fueron generados por poblaciones que estuvieran retrasadas o a la zaga del Primer Mundo: eran su antici-

pación. No es que el futuro tecnológico irrumpa entre los condenados de la tierra. Es que estos condenados, las poblaciones ‘sobrantes’, eran y son el futuro del planeta si éste no cambia de rumbo radicalmente.


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Andrés Kozel

Leopoldo Zea, viaje a la semilla ¿Constituye el nivel de desarrollo alcanzado por los países más avanzados un horizonte deseable para toda la humanidad?, ¿deben los habitantes de los países latinoamericanos anhelar, y en consecuencia perseguir, la modernización y el desarrollo?; ¿qué han de hacer los habitantes de estos países si determinados aspectos de la experiencia de los países más avanzados aparecen a sus ojos como inconvenientes o indeseables?, ¿es posible modernizarse y occidentalizarse parcial, selectivamente? (es decir, ¿se podrían “tomar” ciertas cosas de la experiencia dominante de modernidad –las que nos gustan y nos parecen buenas–, “dejando de lado” otras –las que no…?), ¿no encierra un contrasentido la aspiración a acceder a los beneficios de la modernidad sin renunciar a los rasgos definitorios de la propia identidad?; (y, ¿cuáles serían los rasgos definitorios de la propia identidad…?), ¿podrían, o incluso deberían, las naciones subdesarrolladas desarrollarse tomando como plataforma de lanzamiento sus “formas de convivencia” más o menos tradicionales?, ¿no conduciría la modernización a la erosión irreversible de esas mismas formas de convivencia y, por lo tanto, a la renuncia a la propia identidad?, ¿poseerían las formas de convivencia más o menos tradicionales algún tipo de propiedad amortiguadora o profiláctica o terapéutica o redentora en relación a los aspectos inconvenientes o indeseables de la experiencia de los países más avanzados…?


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Leopoldo Zea, viaje a la semilla

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stas preguntas y otras parecidas acompañaron a Leopoldo Zea (México, 19122004) durante décadas. Lejos de poder identificar, en su extensa obra, una respuesta única y definitiva a las mismas, lo que se detecta son distintos modos de resolución, generadores de distintos puntos de equilibrio. Estudiar los trazos fundamentales de ese derrotero, prestando atención a los desgarramientos, puntos ciegos y sinuosidades que lo signaron, puede ser, además de un ejercicio de interés desde el punto de vista filológico e historiográfico, una labor productiva con vistas a revitalizar lo que es y/o puede ser el latinoamericanismo, entendido como tradición/perspectiva ideológicocultural genuina. En mi opinión, las preguntas que acompañaron a Zea y, en particular, las encrucijadas axiológicas y políticas a las que en última instancia remiten, se cuentan entre las dimensiones cruciales de dicha tradición. Mi hipótesis para leer a Zea puede decirse así: en su itinerario intelectual hay un momento capital, el lustro largo que va de 1952 a 1958, durante el cual tuvo lugar el hallazgo/invención de una constelación de significados que cabe designar como lo propio positivo (en el sentido de lo propio apreciado o valorado); antes, hubo una etapa de tanteos, donde se perfilaron un programa de trabajo y una serie de interrogaciones a las que las formulaciones del lustro referido buscaron responder y de hecho respondieron; después, tuvieron lugar desarrollos y variaciones, de interés y novedad variables, y atados, más o menos fuertemente, de un lado, a las formulaciones perfiladas en el momento capital y, del otro, a las sucesivas coyunturas culturales y políticas en las que se fueron inscribiendo. En concreto, la presente intervención propone un recorrido que parte del último Zea para ir hacia atrás, deteniéndose en la consideración de las formulaciones del momento capital aludido y, oblicuamente y más lejos, palpando los tanteos e interrogaciones pri-

mordiales zeianos, heredados en buena medida de los planteamientos seminales de José Gaos. Se trata, de un lado, de dejar establecido el carácter proteico y tensionado de la obra zeiana; del otro, de mostrar algunos núcleos de sentido de alta significación y probable vigencia, así como también ciertos dilemas espinosos sobre los que vale la pena reflexionar. Fin de milenio, emergencia de los marginados es la última obra de aliento de Zea. Es preciso leerla atendiendo a tres datos contextuales: primero, el colapso de la URSS y la reedición de la tesis sobre el fin de la historia que el mismo suscitó en importantes zonas de la cultura académica e intelectual; segundo, las (re)visitas de Zea a varios países de Extremo Oriente, tigres y dragones; tercero, y en relación más estrecha con México, los debates relativos a la significación del TLC y del levantamiento neo-zapatista. El mensaje primordial de Fin de milenio puede sintetizarse así: contra lo que hegelianamente proclamaron Samuel Huntington y Francis Fukuyama, la historia no ha terminado; así lo prueba la emergencia de Oriente, tercer mundo marginado hasta apenas ayer, y al que Fukuyama quiso enviar al “vacío de la

historia sin fin”; la emergencia de esa zona del mundo prueba, además, para Zea, que es perfectamente posible acceder a la modernidad y sus beneficios sin renunciar a “lo propio”; a los ojos de Zea, los casos de Japón, China, Taiwán, Hong-Kong, Tailandia, Indonesia y Singapur prueban que el más alto nivel de desarrollo se puede combinar con la fidelidad a los valores tradicionales; esos mismos casos también muestran que es posible desarrollarse compartiendo los frutos del desarrollo; a diferencia de lo sucedido en Occidente, Japón –también China– han permitido y propiciado el desarrollo de los tigres y dragones, antes maquiladores suyos: esa actitud, en última instancia creadora de consumidores, es para el Zea de fines de los años noventa el mejor antídoto contra las amenazas de estancamiento. Integrantes del tercer mundo, México y América Latina debieran entonces, más que imitar a los países del extremo Oriente, observar con atención sus experiencias, y aprender bien la lección que ofrecen: es posible desarrollarse y acceder al “más alto nivel de desarrollo” sin dejar de ser leal a “lo propio”; en términos más particulares, a México le corresponde “aprovechar” la oportunidad que el TLC representa, sin dejarse llevar por el canto de sirena de sus extraviados críticos, en última instancia enemigos del desarrollo… La empatía de Zea por una figura como Lee Kuan Yew (el “padre de la patria” singapurense, defensor de los “valores asiáticos”), su entusiasmo con las perspectivas eventualmente abiertas por el TLC, su identificación con un PRI en ese entonces ya muy cuestionado y en crisis, su distancia ante la experiencia novedosa del neo-zapatismo, explican que su pré-


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dica postrera fuera recibida con recelo y hasta con alguna aspereza por los sectores de sensibilidad progresista y crítica. En 1975 Zea responde a una encuesta sobre el desarrollo para la Organization for Economic Cooperation and Development. El testimonio posee una coloración peculiar: Zea denuncia el contrasentido del desarrollo; señala, en particular, que la acción del hombre sobre la naturaleza lo ha ido convirtiendo en esclavo del mundo que se fue generando a partir de esa acción. Mostrar dicho contrasentido sería la tarea de la filosofía.Aun cuando Zea no deriva recomendaciones prácticas del postulado referido, queda claro que aparece ahora como un “enemigo” del desarrollo. Pero no hay que extraer conclusiones apresuradas: considerando integralmente el itinerario zeiano, queda claro que el testimonio de 1975 es una estación peculiar, una voluta o un exceso, de cuya consideración se aprende, por la vía del contraste, que el Zea que pone en cuestión el desarrollo qua horizonte deseable no es el más característico ni el más preponderante. Justo hacia la misma época, Zea habla, en otros lugares, no como un contradictor del desarrollo, sino como un desarrollis-

ta tercermundista radicalizado, para quien el horizonte del desarrollo sería alcanzable por la vía del desacople. La industrialización es un objetivo que debe cumplirse, aunque ello sólo será posible enfrentando los intereses de los sectores conservadores locales y de las potencias económicas predominantes. Los modelos a seguir son, ahora, aquellos países que van arribando al desarrollo “por otras vías”, y que incluso parecen estar rebasando el horizonte impuesto por dicha noción: China, Indochina, Cuba. No se trata de incorporarse como socio menor al sistema, sino de procurar romper definitivamente la noria de la dependencia; parecidamente al Che Guevara de 19651967, el Zea de los años setenta se yergue como una suerte de (pos)desarrollista impaciente e iracundo. Los textos donde vibra este lenguaje son los libros “Filosofía de la historia americana” (1978) y” Dialéctica de la conciencia americana” (1976), y los ensayos “Latinoamérica Tercer Mundo” (1976) y “Latinoamérica en la formación de nuestro tiempo” (1965). En ciertos sentidos que son importantes, estamos lejos de las tesis de Fin de milenio. No hay que olvidar que 1965 es el año de la escandalosa intervención estadounidense a Dominicana. No hay que olvidar que el asesinato del presidente John F. Kennedy, que tiene lugar a fines de 1963, altera sustantivamente la escena. Durante la presidencia de Kennedy, Zea, parecidamente a los líderes del APRA y de la AD venezolana, ve con mejores ojos la Alianza para el Progreso que la vía cubana: vuelve a panamericanizar o, mejor dicho, a interamericanizar –acaso con menos temor y más fe que los confesados, en su momento, por el conturbado Rubén Darío. Por supuesto, esta etapa de Zea nos recuerda las tesis de “Fin de milenio”: de alguna manera, en Kennedy, Zea ve características similares a las que ve en Clinton. En 1957 Zea publica “América en la historia”, libro original y vigoroso. La argumentación se despliega aquí siguiendo dos grandes cauces. El primero consiste en la tematización de lo que podríamos denominar –evocando México, el trauma de su historia, título o’gormaniano de 1977– el trauma histórico de Occidente. El problema que plantea Zea

es el siguiente: la cultura occidental ha dado a luz valores y realidades admirables –que se dejan sintetizar en la fórmula toynbeeana de “libertad y confort”–, a cuya plena universalización sin embargo se niega, poniendo así en peligro su propia supervivencia como civilización. Occidente ha creado las condiciones para una universalización auténtica de esos valores y realidades; sin embargo, exclusivista e incapaz de adaptarse a las circunstancias que su propia acción ha generado, lo arriesga todo arraigando en su negativa mezquindad. Lo que le falta a Occidente es, a los ojos de Zea, lo que Toynbee llama sentido del pecado: de no realizar un profundo examen de conciencia, es decir, de continuar en la línea de su traumática obcecación exclusivista, Occidente sólo obtendrá como respuesta violencia o, en otras palabras, la asunción por los pueblos del resto del mundo de la temible barbarie que una y otra vez les fuera atribuida, con todas sus consecuencias. El proceso de descolonización de Asia y África es el telón de fondo de esta formulación. El segundo cauce de argumentación identificable en América en la historia concierne a la tematización del contraste entre las dos Américas y, con base en eso pero rebasándolo, con un desarrollo satisfactorio del tema de lo propio positivo. Zea aborda la cuestión de las formas de colonización en América –en tal sentido, resultan fundamentales las referencias a los estudios de Juan A. Ortega y Medina para la América sajona, y de Sergio Buarque de Holanda, Américo Castro y Marcel Bataillon para la América ibera, concluyendo que, por razones religiosas y culturales, y en rotundo contraste frente a lo sucedido en la América sajona, en la América ibera hubo incorporación de los nativos y mestizaje biológico-cultural. La diferencia entre ambas experiencias históricas se explica por la presencia, en esta América, del espíritu de comunidad ibero, ajeno a y distinto de la mentalidad sajona, un espíritu que se continúa expresando a lo largo de los siglos, incluyendo a la generación de la independencia y, muy en particular, a Bolívar, quien es visualizado como emblema insuperable del fervor de comunidad (esta expresión no pertenece estrictamente a Zea, aunque es útil para condensar su planteamiento). Siguiendo de cerca aAmérico Castro, Zea advierte que es justamente esa experiencia histórica singular la que los iberoa-


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Leopoldo Zea, viaje a la semilla mericanos debieran hacer consciente, dejando entonces de ver su historia sólo como un cúmulo de errores y equivocaciones, o como un desvío lamentable, para pasar a verla como un proceso complejo, poblado también de aspectos positivos y recuperables, ligados a lo sobredicho: incorporación, mestizaje, espíritu de comunidad… El lector atento no podrá evitar recordar aquí “El espejo de Próspero”, de Richard Morse, pequeño y singular volumen que vio la luz en torno a 1980. En 1956 Zea elabora un texto denominado “Formas de convivencia en América”: ha descubierto la obra de Ferdinand Tönnies, no sabemos bien por cuáles vías ni, tampoco, hasta qué niveles de profundidad. Como sea, en ese ensayo, cuya datación precisa exigió pacientes cotejos, se aprecia una apropiación por Zea de los conceptos tönniesianos de comunidad y sociedad, relativa, ingeniosa y respectivamente puestos en relación con las nociones de barbarie y civilización: si la América ibera es valorada positivamente por ser comunidad y negativamente por ser barbarie, la América sajona es valorada negativamente por ser sociedad y positivamente por ser civilización. Llamativamente, Tönnies, mencionado en el ensayo de 1956, no es aludido en las obras que mencionamos más arriba –cabe pensar que podría y debería haberlo sido, seguramente con algún beneficio argumentativo. En 1954 tiene lugar la intervención estadounidense en Guatemala, de profundas consecuencias sobre numerosos intelectuales latinoamericanos –cabe pensar en el ya mencionado Che Guevara, en Gregorio Selser, y, también, naturalmente, en Zea. El proceso que podemos llamar, para abreviar, Guatemala 1954 testimonia bien, a los ojos de muchos, la mezquindad y la vileza del gobierno estadounidense –el gobierno de la nación que más acabadamente expresa el espíritu occidental–, su oposición a que otra nación, pequeña y marginal –Guatemala–, intente acceder, y acceda, por sus propios medios, a una serie de valores y realidades apreciados: es la fábula del tiburón y las sardinas, narrada por el ex presidente Juan José Arévalo. Zea llega a hablar de derrota moral de los Estados Unidos… Por sus efectos sobre la obra de Zea, Guatemala 1954 nos recuerda, al menos en cierto sentido, a Dominicana 1965. En torno a 1953 Zea descubre la obra de Arnold J. Toynbee, a

quien recibe en México. El ensayo El Occidente y la conciencia de México está dedicado al sabio británico, profusamente citado por lo demás. En el corazón del escrito hay un parágrafo crucial, en el cual un recién devenido toynbeeano Zea despliega una discusión con Edmundo O’Gorman en relación a la significación y los alcances del historicismo. El meollo de la polémica es el siguiente: Zea no está de acuerdo con O’Gorman en que el historicismo esté nece-

sariamente conectado a un neoaristocratismo; más concretamente, no está de acuerdo con O’Gorman en la idea según la cual hay hombres de los que cabe decir que son más o menos plenamente hombres que otros. Explícitamente inspirado en Toynbee, Zea introduce la noción del regateo de humanidad como categoría principal para pensar el asunto; situado en esta línea de reflexión, se resiste a conceder que quienes ocupan los lugares de predominio sean más plenamente humanos que el resto; a sus ojos, lo que sucede es algo bien distinto: los privilegiados simplemente les regatean a los otros su humanidad. El punto de vista es, en relación con estas cuestiones, exactamente inverso al de O’Gorman: para Zea, el historicismo no es de ninguna manera un neo-aristocratismo, sino que es, sobre todo, una conciencia de la relatividad histórica de

las culturas, una conciencia de su en principio igual o análoga valía; es, en definitiva, una conciencia de que el regateo es ni más ni menos que un regateo, que precisa ser denunciado, desmontado y superado. Por lo demás, y aunque ambos autores –Zea y O’Gorman– parecen compartir la imagen y el horizonte de una humanización progresiva y creciente, hay profundas diferencias en los modos concretos en que conciben esa imagen y ese horizonte. Para decirlo esquemáticamente, si para O’Gorman parece tratarse de que los todavía-no-plenamente-humanos se vayan humanizando, para Zea de lo que se trata es de poner fin al regateo de humanidad. Por otra parte, el horizonte de Zea contiene una fuerte valoración de las particularidades, tema que solicita un breve paréntesis, toda vez que su presencia revela cierto sesgo en su lectura/apropiación de Toynbee: más allá de algunas oscilaciones que habría que desenmarañar en una aproximación sistemática a su obra, se advierte que, para el sabio británico, la occidentalización parece ser un horizonte inevitable e inevitablemente homogeneizador: homologada al caballo de Troya, la técnica occidental es vista como algo que de manera ineluctable va emponzoñando a las culturas a las que roza, afectándolas estructural y decisivamente…; como antídoto, Zea acudiría una y otra vez a una sentencia del mismo Toynbee según la cual esa contienda entre culturas estaría aún abierta; desde luego, la pregunta que sobrevuela aquí es hasta qué punto es posible occidentalizarse sin renunciar a la propia identidad; en todo caso, el horizonte zeiano de 1953 –y, como vimos, también el de otros momentos– combina más o menos tensamente ambas imágenes: lo que cabría llamar su mundo ideal no es pues un mundo pre o anti occidental, sino un mundo occidental humanizado, es decir, un mundo occidental auténticamente universal –cabe preguntarse si, una vez caducado el rega-


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Leopoldo Zea, viaje a la semilla teo de humanidad, habría todavía lugar para la vigencia de las particularidades o si entonces ese tema dejaría ya de ser importante… Señalemos al pasar que en El Occidente y la conciencia de México puede apreciarse también un impulso a poner en cuestión el modo en que los Estados Unidos se vienen relacionando con los demás pueblos –los Estados Unidos aparecen de alguna manera, desde la perspectiva de Zea, como prototipo insuperable del regateador de humanidad–, así como una hermenéutica de la entera experiencia histórica mexicana que desemboca en el elogio de la Revolución y en la puesta de relieve de la condición mestizooccidental de la cultura mexicana. En 1952, en un texto titulado “Conciencia y posibilidad del mexicano”, Zea alude a la noción de comunidad: lo hace de manera algo incidental, en un sentido similar al indicado hace un momento, y sin mencionar, tampoco ahora, a Ferdinand Tönnies. A fines de 1949 José Gaos le dirige una carta abierta a Zea, que se publica en “Cuadernos Americanos”, en la cual lo insta a desarrollar y llevar a su plenitud las interpretaciones filosóficas-históricas que ve despuntar en la “Introducción a Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica”. En un pasaje de la carta, que se publicó en” Cuadernos Americanos” en el primer número de 1950, Gaos formula un comentario penetrante, que glosa a Zea a la vez que lo clarifica e impulsa, y cuya lectura recuerda cuestiones señaladas más arriba: en vez de deshacerse del pasado, asimilarlo para superarlo; en vez de rehacerse según un presente extraño, rehacerse según el pasado y presente más propios con vistas al más propio futuro… La última sección de un artículo que Zea publica en 1948 –“Norteamérica en la conciencia hispanoamericana”– lleva el significativo título de “Lo

positivo en Hispanoamérica”. En esas páginas se detecta con toda claridad que a Zea le impresionan vivamente la afirmación de Andrés Bello según la cual, si todo hubiese sido tan negativo en lo español y en sus colonias, no podría explicarse de ninguna manera la grandeza de los hombres que llevaron a cabo la gesta de la independencia. Le ha impresionado también, parejamente, el temprano impulso diferenciador entre las dos Américas que identifica en la obra de Francisco Bilbao, donde constata, además, una inversión de los signos valorativos más característicos del siglo XIX hispanoamericano: si los del Norte exterminaron a los nativos, en el Sur hubo incorporación y mestizaje; si los del Norte caen en tentación de los titanes, los del Sur respetan la dignidad humana; si los del Norte encuentran en el goce de las cosas terrenales el fin último de la existencia, los del Sur ubican a éste en un plano que no es el terrenal, y que se liga con algún tipo de consideración trascendente. En ese mismo texto, Zea conecta el impulso de Bilbao con las formulaciones, más próximas a su tiempo, de Rodó y de Vasconcelos; más importante aún es llamar la aten-

ción sobre el hecho de que la pareja Bello-Bilbao es, en los textos que hemos venido mencionando, parte principal del acervo de citas y referencias predilectas de Zea, y ello exactamente en los sentidos que acabamos de indicar. No parece excesivo postular que en este hallazgo está la semilla de las respuestas dadas por Zea al tema de “lo propio positivo” en el lustro capital al que hice referencia hace un instante. No hay razones para dudar de que Zea descubre los pasajes pertinentes de Bello y de Bilbao durante el viaje que, a instancias de la Fundación Rockefeller, realiza por varios países de Hispanoamérica en pleno corazón de la década del cuarenta. Tampoco hay razones para dudar de que Zea queda en condiciones de descubrir y articular dichos pasajes del modo en que lo hace porque hacia 1942, en la convicción de que se está ante una seria y acaso terminal crisis de la cultura europea –son los años de la Segunda Guerra Mundial–, plantea interrogantes e impulsos que dejan entrever tanto un fervor de lo propio americano –se trata ahora de un fervor difuso, menos especificado que en el momento capital antes referido– como la promesa de una metafísica, entendida como constelación de valores capaz de dotar de sentido a unas prácticas a la deriva. Tampoco hay razones para dudar de que, en ese tiempo pre-seminal, Zea interamericanizara casi tanto como lo había hecho en algunos de los textos comentados más arriba: si Kennedy nos había recordado a Clinton, ahora Franklin D. Roosevelt nos recuerda a Kennedy… Tampoco hay razones para dudar de que esas preguntas e impulsos están perfilados con total claridad en una serie de intervenciones dadas a conocer por José Gaos en esos mismos tiempos oscuros: para decirlo claramente, tanto la conciencia de estar ante una seria crisis de la cultura europea como el fervor de lo propio y la promesa de una metafísica están presentes, y de manera más elaborada que en el Zea de esos años, en el Gaos de principios de la década del cuarenta; en cierto sentido, hasta se podría decir que la semilla del momento capital de Zea se encuentra allí, por ejemplo, en el magnífico ensayo de Gaos titulado “La decadencia”; ello constituiría empero un exceso, en particular porque de ninguna manera podría decirse que,


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Leopoldo Zea, viaje a la semilla en los momentos considerados precedentemente en este mismo texto, Gaos hubiera arribado a puntos de equilibrio y a modos de resolución idénticos a los que fuimos viendo para el caso de Zea. Finalmente, tampoco hay razones para dudar de dos cosas adicionales. La primera: en 1941 Edmundo O’Gorman da a conocer un extenso ensayo titulado “Sobre la naturaleza bestial del indio americano”; se trata de un texto singular, heterodoxo y eventualmente inclasificable –como lo es buena parte de la producción o’gormaniana–, donde, desde un mirador neo-sepulvediano, se plantea que la salida a la barbarie generalizada podría residir en el historicismo, entendido como neo-humanismo aristocratizante. La segunda: todo el planteamiento vertido por O’Gorman en su peculiar “Sobre la naturaleza bestial…” se inspira en una no menos peculiar lectura del artículo “Sobre sociedad e historia”, que su amigo y maestro José Gaos da a conocer en 1940. En su brillante ensayo, Gaos expone los distintos modos de concebir la relación entre humanidad e historia, planteando que uno de los modos de pensar la cuestión es sostener que, si lo distintivo del hombre es ser histórico, y si no todo hombre ha sido ni es histórico, ha de concluirse que no todo hombre ha sido ni es plenamente hombre; de la lectura de los pasajes finales del ensayo se desprende que Gaos no necesariamente adhiere a esa posición; su pathos se describe mucho mejor acudiendo a nociones como perplejidad y preocupación, sin dejar de ver cierta dosis de ironía hacia lo que cabría designar como la soberbia occidental ante el supuesto progreso que las sucesivas catástrofes en curso van poniendo severamente en entredicho. De manera que hay algunas zonas de “Sobre sociedad e historia” que recuerdan el historicismo aristocratizante del O’Gorman de “Sobre la naturaleza bestial…”, en tanto que otras recuerdan al historicismo relativista del Zea de “El Occidente y la conciencia de México”, quien –tal y como vimos– cuando elaboró dicho ensayo ya había descubierto en la pareja Bello-Bilbao, en la noción de comunidad, y en la doctrina de Arnold Toynbee aliados poderosos para robustecer sus posiciones y para disparar, desde allí, munición polémica. Antes de poner el punto final de “Sobre sociedad e historia”, Gaos advierte que el adecuado planteamiento de los dile-

mas implicados remite a complicadas cuestiones de antropología filosófica y de filosofía de la historia. El viaje a la semilla que emprendimos nos reveló algunas cosas importantes. Una de ellas tiene que ver con comprobar que en la trayectoria intelectual de Zea ha sido medular y, fuera de la mencionada excepción de la respuesta de 1975, también constante –e incluso avant la lettre–, la referencia al desarrollo en tanto horizonte deseable para América Latina. En todo caso, lo que fue variando a lo largo del tiempo fue la forma de pensar el acceso al desarrollo –cubriendo un espectro que va de la imagen del socio menor a la postulación del desacople–, así como también, y derivadamente, los modelos a seguir y los modos de concebir el papel de las naciones privilegiadas, en particular de los Estados Unidos. Otra cuestión de interés está ligada a constatar que en la trayectoria de Zea ha sido medular y constante la insistencia en lo propio, espacio de significados problemático que pareció llenarse de contenidos en las elaboraciones del momento capital –a partir de la insistencia en la noción de comunidad–, no todo lo sistemáticas que hoy, desde nuestro mirador retrospectivo, pudiéramos desear, aunque suficientemente rotundas y estimulantes. En este caso, lo

que fue variando a lo largo del tiempo fueron los acentos y matices que poblaron dicho espacio de significados –declinaciones del fervor de comunidad…–; también, derivadamente, la forma de pensar las conexiones entre lo propio con lo ajeno y con lo universal. Un último asunto importante tiene que ver con admitir que no es sencillo determinar qué había de lo propio positivo latinoamericano en el Zea de “Fin de Milenio”, estación inicial de nuestro viaje a la semilla: la innegable fascinación por escenarios tan distantes y tan otros como los del extremo oriente que sus páginas destilan puede llevarnos a pensar en una suerte apertura autodisolvente: ¿hasta qué punto podemos seguir hablando de lo propio positivo si nuestro modelo es el Singapur de Lee Kuan Yew o, mejor dicho, un Japón, una China, incluso, unos Estados Unidos dispuestos a compartir los frutos del desarrollo…? Pero, entiéndase bien, la apertura sería autodisolvente, no tanto de la unidad de propósitos que eventualmente subyace a la obra de Zea –el desarrollismo ansioso de Fin de Milenio de ninguna manera supone que Zea hubiese abandonado sus características antropología filosófica y filosofía de la historia: lejos de ello, sigue pensando que todos los hombres son iguales por ser distintos, y sigue anunciando el anhelado lieto fine para el drama que es su filosofía de la historia, así como la inminente caducidad de los imperialismos y el advenimiento de la Casa del Hombre–; la apertura sería autodisolverte, en todo caso, del latinoamericanismo, pensado como tradición ideológico-cultural que, partiendo de una distancia crítica ante la experiencia dominante de modernidad, postula, no sin alguna candidez pero también con cierta dosis de dignidad no desprovista de tortuosidades, que la entidad histórica-cultural que llamamos América Latina puede tener algún mensaje que ofrecer a un mundo a la deriva… .


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José Amícola

Arlt Viajero El 8 de marzo de 1930 Roberto Arlt publicó en el diario El Mundo de Buenos Aires, una de sus “Aguasfuertes”[sic] titulada “Con el pie en el estribo”.1 En ese texto el escritor contaba a sus lectores habituales de esa columna sus preparativos para el viaje que iba a emprender por primera vez al exterior (y que había sido posible gracias al apoyo del diario en que trabajaba). Allí Arlt confiaba lo siguiente:

D

os trajes, nada más. – [1] Lo único que llevo en mi valija, son dos trajes. Un traje para tratar con personas decentes, y otro hecho pedazos, con un par de alpargatas y una gorra desencuadernada. Pienso mezclarme y convivir con la gente del bajo fondo que infesta los pueblos de ultramar. Conocer los rincones más sombríos y más desesperados de las ciudades que duermen bajo el sol del trópico (Arlt: 1930/1996: 20). [2] // Seré un desconocido, que en ciertas horas va bien vestido y en otras parece un atorrante, mezclado con los cargadores de los puertos (Arlt 1930/1996: 21).

Y

esta ciudad. –

[3] Porque me honro y enorgullezco de pertenecer a la gran cofradía de los vagos, de los soñadores que trotan por el mundo y que les proporcionan a sus semejantes, sin trabajo ninguno, los medios de ir de un rincón a otro... (Arlt 1930/1996: 21) [4] // Unicamente llevo, como introductor magnífico para el vivir,

dos trajes, uno para codearme con la gente decente, otro roto y sucio, el mejor pasaporte para poder introducirse en el mundo subterráneo de las ciudades que tienen barrios exóticos (Arlt 1930/1996: 21). Son, por lo tanto, cuatro los pasajes, donde se reitera obsesivamente en un lenguaje provocativamente lunfardo (que luego enfocaré más detenidamente) el deseo de franquear fronteras o, dicho con otras palabras, de colocarse en un lugar lingüístico peculiar que propugna una cercanía con el lector inculto. En efecto, Arlt con

su rostro bifronte se halla en 1930 mirando hacia dos horizontes: lo elevado (es decir: “decente”) y lo que se evade hacia lo bajo – “los bajos fondos” – y que todavía no ha encontrado una doble expresión similar (salvo que se piense en el “discurso” del tango). A mi juicio, no hubo casi otro escritor argentino que se ubicara en esa misma medida en posición de “maldito” en el sentido de infractor del sistema canonizado del momento, como para querer zambullirse en los estratos de la parte de la sociedad “indecente”, y al mismo tiempo pretender vestir las galas de un autor vanguardista (aunque


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Arlt Viajero no supiera que lo era). No es de extrañar, por ello, que muchas décadas después un escritor peculiar como Roberto Bolaño (gran conocedor de las literaturas hispánicas) hiciera una declaración hasta cierto punto intempestiva al asociar a Puig, Copi y Roberto Arlt. En efecto, en uno de sus últimos textos Bolaño cataloga a esa tríada como autores de culto para quienes sepan leer los signos literarios que se desarrollan al margen de las grandes corrientes centrales (Bolaño 2003: 170).2 Lo llamativo también es que todos ellos, junto con el sujeto de la afirmación, hayan sido escritores que encontraron una muerte muy temprana y, por ello, legaron una obra peculiar que debe ser apreciada en su cualidad renovadora, a pesar de lo relativamente corto de cada una de las vidas activas en la creación, que en el caso deArlt se extendió solo a 16 años. Ahora bien, la nota periodística de Arlt de ese día 8 de marzo de 1930 revela, además, que los dos extremos a los que el autor se refiere están definidos de manera asimétrica. Mientras que del primer traje el lector no recibe mucha información, sino solo que servirá para tratar con gentes decentes, del segundo traje – que aparece singularmente destacado en la repetición de los cuatro pasajes diferentes – sabremos que estará “hecho pedazos”, por una parte, y, luego “roto y sucio”, por la otra. Lo interesante de esta polarización es que, como lectores arltianos, visualizamos perfectamente el traje roto a tal punto, que ese podría ser el emblema de lo que Arlt vino a introducir en la literatura argentina, como una especie deAntonin Artaud, cuyo rol en la escena francesa – según Susan Sontag – habría sido el de destronar los destellos de un Corneille y un Racine para catapultar a los dramaturgos “oscuros” (Sontag 1980/1996: 50).3 En definitiva, gracias al esfuerzo de los “contornistas” (en torno a la revista Contorno) durante la década del 50, podemos comprender ahora que Arlt desmontó el cuello duro del atuendo argentino, al prodigarse a favor de otra lectura de la ciudad y de la cultura, que ni siquiera fue la que cultivaron los del grupo de Boedo, también de atildado traje y chambergo, como sus opositores, los del grupo de Florida. Si se pone en relación la aceptación arltiana de escribir con errores de ortografía pero, asimismo, su orgullosa certidumbre de no ser leído solamente por los miembros


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Arlt Viajero de su familia, podemos suponer también que su gesto contra el mundo establecido de la gran literatura ha sido más radical que en los más izquierdistas de los escritores del espectro argentino del momento. Incorrecciones gramaticales y traje roto podrían colocarse, así, haciendo sistema para interrogarse a nivel de críticos actuales acerca del desdén por pertenecer a un círculo cerrado que habría estado haciendo la Literatura. En este sentido, es pertinente pensar que los escritores de Boedo (escritores del realismo social y portavoces del proletariado) y de Florida (los presuntamente vanguardistas) se parecían más de lo que ellos hubieran aceptado. Fue Arlt, en cambio, el que se salió del esquema del escritor tradicional del entonces pequeño campo literario porteño. Esta confesión sobre los dos trajes puede leerse como un programa vital, seguramente. Ahora bien, su fuerza parecería radicar en que podría leerse también, por venir de quien viene, como un programa literario (que en 1930 estaba en pleno desarrollo) y como una poética implícita de lo que debe ser la relación del escritor con la realidad circundante. En este sentido, la trayectoria literaria de Arlt no puede ocultar su propensión a aunar los circuitos de la Alta literatura con aquellos de su experiencia vivencial encontrados en el ámbito periodístico. No es casual, entonces, que en los últimos años, cuando ya la rehabilitación de Arlt se ha consumado, algunos críticos concentren sus esfuerzos en rescatar la parte menos visible (es decir, periodística) de un genio que remó a contracorriente de las escuelas y modas literarias de su momento, haciendo hincapié en la originalidad de su escritura también a nivel de la crónica cotidiana. Podemos encontrar, así, que Arlt intenta vestir, de manera alternada, el traje de novelista y el traje de reportero de la página de policiales del diario El Mundo, lo cual encerraría también todo el enigma de su doble inserción en el medio que le tocó vivir, pero igualmente la incomprensión ante el proyecto literario por él emprendido. Arlt vivió así un dilema que lo relegó a la indescifrabilidad de sus protocolos de escritura, para los que la comunidad interpretativa más influyente que lo juzgaba (de Sur, por ejemplo, o del suplemento literario de La Nación) no estaban preparados. Por ello, no pudo reconocerse su vanguardismo creati-

vo, como no pudo entenderse su condición de escritor al margen de la denuncia social directa. En este sentido, no fue aceptado por el círculo elitista de Florida – aunque su ímpetu novelístico no le iba en zaga al proyecto de James Joyce que ese mismo círculo admiraba – ni pudo sentirse verdaderamente entre los suyos entre los escritores de la denuncia social representada por el grupo de Boedo. Por ello, es importante prestar atención a la provocación de un lenguaje lunfardo, al que Arlt parece acudir como alusión al personaje de ese tango en el que el narrador/cantor expresa su alegría sintiéndose libre porque lo ha abandonado su mujer, lo que redundará a que estará abierto a todas las experiencias que la vida rutinaria le ha impedido ver y disfrutar. Pero veamos cómo comienza el texto de Arlt aquí analizado: [5] Me rajo, queridos lectores. Me rajo del diario..., mejor dicho de Buenos Aires. Me rajo para el Uruguay, para Brasil, para las Guayanas, para Colombia, me rajo...//Continuaré enviando notas. No lloren, por favor, ¡no! No se emocionen. Seguiré alacraneando a mis prójimos y charlando con ustedes (Arlt 1930/1996: 19). En este comienzo se percibe, por una parte, la connivencia de un periodista con su público lector, lo que le permite algunas familiaridades juntamente con la conciencia de poseer gran imaginación. Escribir con desaliño es un derecho ganado en la tribuna diaria del fervor redaccional. Por otra parte, el texto hace suya la divisa de otro diario de la época (Crítica), en el que Arlt se había formado, para ser como un tábano sobre las conciencias cotidianas. La síntesis de elementos que esta “Aguafuerte” exhibe habla también de un mundo de fronteras de lo estético, al que los escritores de Florida como Borges podían acercarse hablando de las inscripciones en los carros, siempre que las dignificaran con el parangón de la filosofía de un “Séneca de las orillas”. Girondo, por su parte, como el representante más provocativamente vanguardista del Florida, podía haber apreciado el mundo lumpen portuario o prostibulario, por ejemplo, pero siempre y cuando ese mundo marginal estuviera jerarquizado por


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Arlt Viajero la pátina del color europeizante. Los escritores de Boedo, por otra parte, no ocultaban la propensión al melodrama popular, como intento de acercarse a una sensibilidad de los miserables. Ninguno de ellos, sin embargo, hubiera osado hacer esa confidencia sobre sus trajes, en tanto ambos círculos de la ciudad letrada cumplían al pie de la letra la máxima de la elegancia que mandaba pasearse por la calle Florida (tanto como por la de Boedo) con el atildamiento típico de la burguesía de los años 20 en el mundo entero: los hombres (únicas entidades en quienes recaía el servicio de la escritura profesional) vestían zapatos recubiertos con polainas blancas y llevaban guantes color crema, mientras balanceaban a su paso un bastón honorífico de caña de la India o de maderas nobles. El sombrero de copa había ido siendo reemplazado por el sombrero tipo chambergo; la ubicuidad del sombrero era, sin embargo, tan obligatoria para las clases medias y superiores, como semiológicamente correcta era la pertenencia al proletariado con el uso de la gorra, una gorra que los de Boedo no acostumbraban llevar, aunque defendieran a los personajes proletarios de la injusticia social. La inusual posición en la que se coloca Arlt dentro del medio de su época hizo que fueran irreconocibles las afinidades que mantenía con las vanguardias europeas (cuyas teorías el escritor argentino ignoraba). De hecho, su sensibilidad acusaba una similitud muy llamativa con artificios del expresionismo alemán, que, según mi opinión, podían haberle llegado a través del cine de ese origen (que tenía gran cabida en una ciudad multifacética como Buenos Aires). Asimismo, Arlt establecía una relación singular con problemas políticos semejantes a los que se vivían en Alemania antes del ascenso de Hitler al poder y, por ello, no es casual que puedan hallarse toques similares entre su pluma y la del periodista berlinés Kurt Tucholsky, quien fue un crítico implacable de las posturas bélicas y de los manipulaciones del poder en el umbral del nazismo. Por otro lado, la escritura de Arlt

se adelantó a los escritores inclasificables europeos de la década del 30, como Ferdinand Céline, o a Sartre y Camus con sus personajes movidos por la náusea de la existencia. Sus propias vacilaciones políticas fueron propias del clima de crisis alrededor del año 30 y su obra no deja de mezclar nombres providenciales como salvadores del mismo modo en que se presentaban en la literatura más avanzada de la época. La concepción que Arlt tiene de su lugar en la literatura en 1930 parece, por lo tanto, corresponder a una escisión como la de esos dos trajes obsesivamente exhibidos en el Aguafuerte de “umbral” hacia mundos diferentes. En ese umbral Arlt se representa como reportero de un diario populista, llenando las expectativas de un público con escasos bienes culturales pero que entiende

a la perfección el lenguaje nada sofisticado del articulista periodístico. Por otra parte, sin embargo, Arlt sabe que pertenece ya a las capas medias que le permiten distinguirse mediante la aceptación de un viaje al exterior, como non plus ultra de la jerarquía que ha alcanzado dentro del ámbito del periodismo. En la tensión entre estos dos saberes y situaciones, se escriben muchas de las páginas de Arlt. Tal vez sea justamente en esto, en su ingenuidad en lo que pecó Roberto Arlt. Arlt no supo ver en qué medida también otras de sus páginas estaban innovando en el terreno de la alta literatura a través de novelas que introducían el modelo urbano con personajes torturados por los conflictos existenciales y a contracorriente de las formas canónicas (Astier/Erdosain/Balder) y creyó deberse por entero al oficio periodístico. En el fondo, sus protagonistas son individuos que reman entre dos aguas y que buscan infructuosamente una experiencia epifánica en lo más perverso como rito de pasaje o como prueba de la verdad de sus existencias. Mi intención en estas páginas ha sido, por lo tanto, leer este texto de Arlt de 1930 como inflexión autobiográfica significativa en su obra literaria, dado que el discurso que acomete refuerza la imagen de escritor maldito, una imagen que ha ganado más estabilidad en la tradición literaria posterior, y que, quizás, sea, junto con la imagen del propio Borges, la de mayor resistencia como imagen creada ad hoc que ninguna otra, en el sentido de que existe un consenso en la literatura argentina de que el recorrido


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Arlt Viajero rrido biográfico y artístico de Arlt tiene una especie de “copyright” que lo hace exclusivamente personal y que servirá para futuros clones dentro del sistema. En este sentido, la obra de un escritor marginal como Carlos Correas (cercano al grupo de la revista Contorno), con su cuento emblemático de 1959 titulado “La narración de la historia” no podría haber tenido lugar, no solo sin la obra previa de Arlt, a la que Correas – como todos los contornistas – rinde tributo, sino a la concepción de lo que era una vida de escritor maldito en la Buenos Aires cosmopolita a partir de 1930.4 El homenaje a Arlt se torna explícito cuando el texto de Correas dice: El morochito lanzó un breve silbido y empezó a echarse el humo del cigarrillo en las manos. – Yo sé quién sos – dijo –. Uno de esos tipos fracasados que se vuelven viejos arrastrándose por las calles y hablando en los cafés y cambiando amigos todos los días. Ernesto lanzó una carcajada. – Muy bien dicho – dijo –. Alguien te lo habrá enseñado pero no es así. Yo no soy de esa clase de hombres. –Bajó la cabeza y frunció las cejas, como si recordara algo desagradable; una antigua preocupación. Algo de lo cual había querido huir durante toda su vida y que había terminado por llevarlo a esa noche, a esa plaza y a ese muchachito que lo escuchaba –. Yo no soy Erdosain –dijo, como para sí mismo. – ¿Quién es ése? –dijo el morochito (Correas 1959: 14). En rigor, el aguafuerte de 1930 de Roberto Arlt refuerza el propio mito de la vida de escritor que se ha hecho desde abajo, al pasar revista a los trabajos que la jungla de Buenos Aires imponía a aquellos que buscaban sobrevivir en ella, pero también se roza con el ambiente lumpen (ubicado más abajo del proletariado), que será una presencia como marca que caracterizará la escritura de Arlt, por oposición no solo a los del grupo “decente” de Florida, sino también a

los boedistas. Esos trabajos de supervivencia se caracterizan en este texto como tareas “pobres” y, por ello, no llama la atención que en otro momento el autor insista en conocer los lugares más sombríos y más desesperados de las ciudades, una curiosidad que lo llevará a interesarse por el trabajo de los “cargadores de los puertos”. Al mismo tiempo, este texto representati-

vo hace hincapié en la actitud crítica que su autor toma como su principio vital, declarando: “No me caso con nadie”. Al unir, entonces, la entonación autobiográfica con un venero de sinceridad, Arlt queda colocado en una situación de “raro” de las letras argentinas, una configuración que él mismo había promovido como autorepresentación de sí y de su trabajo de escritura. Como en sus cuentos posteriores escritos en el exterior con intenciones de resaltar lo exótico en tanto corresponsal extranjero, este texto de 1930 podría iluminar la extraña relación entre el Arlt periodista y el Arlt como escritor con altas pretensiones literarias. En todos sus textos, este autor parece estar hablando de ese mismo mundo porteño que lo ha moldeado. En definitiva, ese pequeño mundo se circunscribía a lo que sus colegas más ensalzados no veían o no querían describir. Arlt va a buscar también fuera del país, lo que ya había encontrado dentro y que se limitaba a una manera particular de ver la realidad. Ésta tal vez sea la más grande novedad que introduce su literatura y este asombro por un entorno inmediato (no necesariamente idílico) es lo que ha perdurado como su contribución más peculiar.

Referencias 1 - Roberto Arlt, Aguafuertes uruguayas y otras páginas (recopilación y prólogo de Omar Borré), Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1996, pp. 19-21. 2 - Roberto Bolaño, El gaucho insufrible, BuenosAires,Anagrama, 2003. 3 - Susan Sontag: Under the Sign of Saturn, Londres, Vintage,[1980] 1996. 4 - El cuento de Carlos Correas titulado “La narración de la historia” apareció en la revista Centro, de Buenos Aires, en su número 14, Cuarto trimestre de 1959, pp. 6-18, y su tono arltiano (dado que “reescribe” un encuentro al estilo del de Silvio Astier con el homosexual de la pensión de El juguete rabioso) fue motivo de la clausura de la publicación. El cuento no hace más que reiterar un vagabundeo de reconocimiento por la noche porteña, una modalidad que había sido instalada en la literatura argentina por Arlt y que los escritores de Contorno estaban tratando de elevar a su merecida visibilidad.


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Una cuestión sellada con una oblea de sangre

cómo el producto de su esfuerzo pertenece a la “banca internacional que se los arrebata de las manos para acrecentar las ganancias de los adinerados de Londres, de París y de New York”: “La civilización europea puebla la inmensa superficie de la república. ¿Puebla acaso el baldío de nuestra alma?” Ciertamente no fue la “voluntad de Mayo” la que dispuso y ejecutó la represión de los caudillos y el pueblo. Hoy, postula Taborda, cuando se hunde el capitalismo, nos damos cuenta que fueron los caudillos los auténticos portadores de la voluntad de Mayo. Llevado el tema a la educación y sus instituciones, Taborda plantea una pregunta que le exigirá varios tomos: “¿Cómo hacer argentinos con instituciones calculadas para desargentinizarnos a nosotros mismos?” Al arrastrar una vida falsificada, habrá que revisar la política, la ciencia, el arte, el pensamiento, los hábitos y costumbres, el con-

cepto de trabajo, la economía, el sistema institucional. En otras palabras, urge rechazar recetas hechas por otros, porque por más prestigiosas que sean, si sirven para los dominadores, son instrumento de sometimiento para los dominados. La “oblea de sangre” que la civilización puso “sobre el pecho del héroe”, no estaba dirigida a una “individualidad transeúnte”, sino a la “intimidad heroica de nuestro destino”. La lección del “caos” y de la “anarquía”, resuena en el dolmen de Barranca Yaco: “Su voz anuncia, con claros signos, el advenimiento de la era facúndica”.

Saúl Alejandro Taborda nació en 1885 en la provincia de Córdoba y murió en Unquillo, en la misma provincia, en 1943. Fue uno de los más importantes pedagogos críticos de la obra de Domingo Faustino Sarmiento. Participó activamente en la Reforma Universitaria de Córdoba, en 1918, y fue rector del Colegio Nacional Rafael Hernández de la ciudad de La Plata en 1920, del que fue expulsado al año siguiente, acusado de anarquizarlo. Entre sus obras fundamentales se encuentran: La crisis espiritual y el ideario argentino (1933), El fenómeno político (1936) e Investigaciones pedagógicas (1951).

Artes Plásticas La ilustración de la portada y portadas interiores de la presente edición, corresponden al artista guatemalteco Iván de León Rodriguez


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“Una cuestión sellada con una oblea de sangre” Saúl Taborda

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- Entre Platón y Kropotkhine: Saúl Taborda (1885-1944) es recordado siempre como una de las figuras sobresalientes de la Reforma Universitaria. Y allí reside, con frecuencia, el escamoteo a lo más profundo de su pensamiento como emergente de la “fluencia vital” del pueblo. Taborda llevó las consecuencias del vitalismo reformista a una lucha sin cuartel tanto contra el clericalismo como negación del espíritu religioso (ignorancia, autoritarismo y clausura intelectual), como contra el positivismo mecanicista cuyo resultado es una observación estrecha y mimética del hecho, desconectada de sus relaciones y de su complejidad. Esto lo llevó a afirmar que sólo dos pensadores se salvan del juicio de las edades: Platón y Kropotkhine. Y sólo serían maestros en la nueva república universitaria quienes se negaran a hacer “de la mutilación de la vida una profesión habitual”. En resumen: una tradición intelectual no formalista que se desplaza entre la confusión socrática, la conciliación krausista entre “claridad de la ciencia” y “fuego del amor” (Rafael Altamira), y el culto anarquista a la vida que no puede ser encerrada en un código porque “la vida es enemiga de la ley”. Pero todo lo anterior sería sólo abstracción, mero costado intelectual y universitario del krausismo mesiánico y popular de Hipólito Yrigoyen, si no entraran a tallar Sarmiento y Facundo. 2- El dolmen de Barranca Yaco: En 1935 se cumplían noventa años de la publicación del Facundo de Domingo Faustino Sarmiento y, al mismo tiempo, se vivía el climax de la Década Infame. La patria era una colonia británica y el pueblo estaba sometido a la explotación, la represión y el fraude. Entonces fue cuando Taborda emprendió una fecunda lectura del texto sarmientino, portador inconsciente de una secreta concepción de cultura, de historia patria y de

Jorge Torres Roggero

política. Relee también Recuerdos de Provincia como fuente de una nueva pedagogía centrada en el pueblo real. Nacen así categorías como comunalismo federalista, genio nativo, argentinidad preexistente, caudillo, fluencia vital. La síntesis de todos estos desarrollos conceptuales se pueden resumir en una palabra: lo facúndico. El caudillo es la clave de la “vida secreta” que mentó Sarmiento. Mueve y preside nuestra historia. De allí su dilucidación de lo facúndico “en cuanto siendo”. Secreto y clave, “cuajará en figuraciones auténticamente nuestras, ayudará a partear instituciones originales, en la medida en que guarde fide-

lidad a la fuente nutricia de la idiosincracia nativa”. Urgía, por lo tanto, examinar aquellas estructuras concretas: la comuna, la cultura, el caudillo. Para eso fundó la revista FACUNDO. 3- La voluntad de Mayo y el “baldío del alma”: Para Taborda un acontecimiento pasado puede ser históricamente más actual y más eficiente que cualquier acontecimiento contemporáneo. La historia no es un desarrollo horizontal regido por la ilusión del progreso. Eso es cronología como la mayoría de los manuales que “infestan los colegios y las universidades”. Por eso, lo que llamamos la “voluntad de Mayo” es un hecho henchido de sentido, un fenómeno real y operante. Evidentemente la vocación política de Mayo era el intercomunalismo federalista. Sobre esa estructura debimos afianzar la organización nacional. Sin embargo, fuerzas extrañas nos determinaron a pagar tributo a las sugestiones “alucinantes de la civilización europea”. Se plasmó así un hibridismo invital y artificioso. Europa sólo esperaba la señal de su recompensa para venir a civilizarnos y esa señal era la represión del caudillo y los pueblos interiores reclamada por la cultura urbana bajo la fascinación de las corrientes civilizatorias hegemónicas. En 1935 Taborda veía cómo la civilización europea poblaba la inmensa superficie de la patria: comercio, industrias, fábricas, empresas navieras y ferroviarias, carreteras, líneas aéreas, todos los productos de la técnica. Y agregaba: “la carne de trabajo inmigrante y la carne de placer cotizada de las prostitutas de París y Polonia”. Insurgían, entonces, algunas preguntas básicas: “¿Es “nuestro” todo eso? ¿Integra ese acervo un sistema económico genuinamente nuestro, dispuesto para el destino de nuestra comunidad según un orden responsable del destino de nuestros hombres?” La respuesta, piensa, pertenece al sembrador, al ganadero, al trabajador que ve (sigue en pág. 99) ISSN: 1669-0133 ISSN:1851-2976 (en línea)


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