Zona 17 Federal de Educación Especial
EL PERFIL IMPLÍCITO Y REAL DEL DOCENTE
Mtra. Mercedes Imelda Avalos Ruiz
Jefa del área de docencia del Centro de Actualización del Magisterio en Ciudad Guzmán, Jalisco
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odemos aseverar con certeza que en el magisterio como en cualquier ámbito laboral y social de nuestro país, a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, hemos de encontrarnos con maestros que se han conformado con su educación fundamental para ejercer su profesión. En el tiempo en que la normal básica no tenía el nivel licenciatura, muchos/as compañeros/as se conformaron con esos estudios, sin procurar más capacitación y mucho menos una nivelación académica o mejoramiento pedagógico. De seguro que lamentablemente la mayoría hemos de conocer o saber de la existencia de algún educador (en especial los que ejercen en Educación Básica) que se trasladaba a su comunidad de adscripción hasta el lunes e incluso regresar de la
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misma el jueves; incumpliendo con horarios o en el mejor de los casos, acomodarlos a sus intereses y necesidades. También, como efecto de las precarias situaciones económicas y contextuales, nos podían reconocer por la mochila rota, zapatos sucios y hasta desaliñados. Hay quienes, a pesar de esas adversidades, se adaptan bien a su ámbito y se integra a su comunidad, participando de la siembra, fiestas, problemas familiares y locales y, por qué no reconocerlo, hasta dando malos ejemplos. Pero también hay que aceptar que una capacitación formal no lo es todo, ni la cobertura de un horario, ya que, aunque se contara con excelentes materiales o instalaciones, ello no garantiza la calidad del desempeño; hay que estimar la valentía que muchos docentes deben de tener como una de sus capacidades de adaptación a circunstancias, contextos y poner a prueba sus habilidades, ya que acuden a zonas rurales recónditas, con poca información sobre lo que habrán de enfrentar. Pasan carencias alimenticias, económicas, de vivienda y con un traslado precario y expuestos a la inseguridad que predomina en la mayoría de los estados de la República Mexicana y agreguemos a esto que las autoridades inmediatas “brillan por su ausencia”, nadie verifica en las condiciones en que deben de laborar; si las suerte les favorece, son escuelas “bi” o
“tri” docentes y no están “tan” solos; los supervisores los visitan una vez durante el ciclo escolar o los centros de trabajo están “a borde” de carretera. Pareciera que esto sucede en lugares alejados a nuestra realidad, pero no son ni deben de ser tan ajenas dichas situaciones, ya que en su momento, cada uno de esos educadores, retornan a la ciudad, a la “civilización” y lo que hicieron o dejaron de hacer en los lugares donde están sus techos financieros y laborales, se viene con ellos hasta su núcleo familiar e impacta en su día a día; ya sea por la economía, los tiempos dedicados al traslado, el asumir costumbres y tradiciones de un contexto aparentemente ajeno al propio o a la inversa, ya que no son pocos los que han de llevarse a algún miembro de la familia a residir con ellos en las comunidades de adscripción, en especial las mujeres que tienen hijos. Situaciones difíciles a superar por la supervivencia personal y el afán de mejora familiar. ¿Qué perfil se requiere para poder cubrir las expectativas de una población aislada en la que como líder fungen el sacerdote, el maestro, y algún representante legal? ¿Qué tan congruente es la preparación académica que recibieron los educadores ante las necesidades de la comunidad en donde se insertarán laboralmente? Además de conocer programas y teorías educativas ¿Qué otras habilidades deben de poseer