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REFLEXIÓN DE UNA MAESTRA Y MADRE
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Ana Elena Najar Mejía
Maestra de apoyo de la USAER Tamazula 2
Si me hubieras preguntado a mis 18 si quería la enorme responsabilidad de ser madre, la respuesta rotunda sería no; la verdad es que era algo muy complicado desde mi perspectiva el ser mamá pues en mi cabeza solo estaba el ser maestra y tener hijos ajenos solo por unas horas y regresarlos con sus madres cuando se escuchara un timbre, algo simple y nada complicado, pienso que los niños dentro de la escuela te hacen sentir mamá en algún momento cuando sin pensarlo te llaman mamá e inmediatamente cambian a un ¡ah no! digo maestra, a cuantas de nosotras no nos ha pasado alguna vez dentro de las aulas. Además, cuando te encariñas como es mi caso con cada alumno que ves que tiene dificultades para aprender y que cuando va entendiendo lo que quieres que aprenda, la satisfacción más grande es cuando se le ilumina la mirada y te dice, ya entendí maestra.
Durante mi tiempo de práctica y trabajo de maestra sin hijos admiraba a todas las maestras que de una u otra forma se buscaban el tiempo durante el día para ser organizadas entre las responsabilidades de la escuela y sus casas hasta de ser esposas y madres, lo cual me hacía pensar en cómo lo hacían de seguro acababan agotadas al término de cada día pero jamás las escuché a ninguna de ellas quejarse de su labor en ningún aspecto, eran dedicadas y profesionales incluso teniendo doble plaza y cinco hijos.
La verdad que es un reto ser mamá y maestra a la vez, buscar el equilibrio tanto en casa como en la escuela significa entre muchas cosas realizar varias actividades a la vez, terminar una y comenzar a pensar en organizar la siguiente, desde el momento de buscar la persona adecuada para cuidar a mi hija en los tiempos en que yo estuviera en la escuela hasta el vivir lejos sin ella en otros municipios y solo verla los fines de semana, pienso que cada decisión que se toma es difícil, en este momento cuando ya podemos gracias a la pandemia estar juntas y acoplarnos ha sido un torbellino de emociones y aprendizajes que agradezco pues se va haciendo todo paso a pasito y siempre surge ese cliché de que “nadie nace sabiendo ser mamá” y que no se es hija hasta que no eres madre, lo comprendes cuando lo mejor de tu día es que te reciban con un abrazo, un te extrañé mamá o simplemente con una sonrisa pues genera una buena satisfacción.
Hoy puedo decir que disfruto ser mamá y maestra, amo lo que hago y sé que de ambas cosas me falta aprender, pero cada una me han generado experiencias gratificantes. Estoy muy consciente de que no lo sé todo en ambas cosas, que me falta aprender mucho. Me espera la adolescencia de mi hija y su juventud, lo que me reconforta es que de alguna manera estaré más estable en el aspecto del trabajo pues ya no viajaré, pero pienso que nunca se acabarán los retos y lo importante es resolverlos poco a poco pues tengo menos experiencia en ser mamá y aunque me toco una hija muy inteligente y madura para su edad sigo asustada por todo lo que siempre me enseña.