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ROCÍO VILLALVAZO

ROCÍO

VILLALVAZO

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CUANDO TE PROPONES ALGO, ERES CAPAZ DE LOGRARLO, POR MÁS DIFÍCIL QUE PAREZCA

Agradezco de antemano la oportunidad que me ofrecen para contar parte de mi historia en este espacio. Mi nombre es Rocío Villalvazo Bautista, nací el 18 de mayo de 1985, mis padres son Josefina Bautista Rosales y +José María Villalvazo García (finado), soy la cuarta de cinco hijos, tres hombres y dos mujeres, casi todos nos llevamos por un año de diferencia.

Cursé segundo y tercer año en el Jardín de Niños Anexo al CREN, el cual se encontraba a dos cuadras de mi casa, mi mamá era la que me llevaba a la escuela, he olvidado muchas cosas que viví en esa etapa, sin embargo, siempre he recordado a mi maestra, ya que era una educadora dedicada a su trabajo, paciente y siempre tenía una sonrisa para sus alumnos. Al salir del preescolar ingresé a la primaria que se encontraba al lado, también Anexa al CREN, en donde se encontraban mis tres hermanos, recuerdo que mi mamá nos llevaba desayuno a la hora del recreo, sin duda un recuerdo muy agradable, cuando cursaba el segundo grado mi papá falleció por enfermedad, sin duda un acontecimiento que vino a cambiar muchas cosas en mi familia. Después de este evento recuerdo que mi mamá buscó ayuda

“Soy una persona abierta a los cambios, con toda la disponibilidad de seguir aprendiendo para mejorar mi práctica docente y sobre todo para beneficio de mis alumnos”

para mi hermano que se encontraba cursando primer año y para mí, ya que le preocupaba nuestro estado emocional con la pérdida de mi papá, por esta razón nos comenzó a llevar a clases de regularización por la tarde, en unas aulas que se encontraban dentro del CREN, en ese momento no sabía que era un CAM, hasta que cursé la normal, solo fuimos por determinado tiempo. Tres de mis hermanos y yo concluimos ahí la primaria, uno de ellos no, ya que por un mal entendido lo tuvieron que cambiar de escuela, mi hermano mayor y mi hermana concluyeron la primaria en el mismo año. Después de que faltó mi papá, mi mamá tuvo que salir a trabajar para poder darnos de comer, vestirnos y darnos estudio, sin duda una madre ejemplar de fortaleza y lucha, por esta razón mi hermana se encargaba de llevarnos a la primaria a mi hermano y a mí, y también se encargaba de llevarnos desayuno en el recreo, a ella le tocó hacer muchas cosas en casa mientras mi madre trabajaba, tuvimos que aprender hacer las tareas y ayudarnos entre nosotros ya que mi mamá no tenía tiempo y decía que ella no sabía mucho porque solo había cursado hasta tercer grado de primaria cuando la sacaron. Recuerdo que las maestras que tuve en la primaria fueron muy buenas, y también tengo marcado un desagradable momento cuando cursaba el quinto grado, en una actividad donde teníamos que realizar un detalle para el día del padre, cuando una compañera se burló de mí o al menos así lo sentí cuando dijo que “para que hacía el detalle si yo no tenía papá y no tenía a quien dárselo”, sin duda me hizo llorar, y ahora puedo creer que no lo hizo con mala intención, en esa edad no siempre somos conscientes de lo hirientes que pueden ser nuestras palabras.

Al salir la primaria ingresé a la secundaria José Vasconcelos Calderón, en el turno vespertino, al inicio no era agradable ir por la tarde, pero después me acostumbré, y las mañanas las comencé a utilizar para trabajar, me iba ayudarle a mi mamá donde ella trabajaba a cuidar a un niño, desde ese entonces comencé a estudiar y trabajar. En esta etapa de la secundaria comprobé que era mentira el mito de que las matemáticas eran complicadas, ya que cuando cursaba tercer grado, mi amiga y yo nos propusimos sacar 10 en esa materia y lo logramos, también me di cuenta que cuando te propones algo, eres capaz de lograrlo, por más difícil que parezca. Al concluir la secundaria ingresé al Bachillerato, ya que había escuchado que ahí te preparaban si querías ser maestra, y yo ya traía la inquietud de serlo, ya que varios de mis primos se encontraban estudiando en la normal, y creo que ellos fueron como mi motivación o ejemplo para ser maestra, aunque en su momento mis piensos eran ser educadora o maestra de primaria, pero al terminar el bachillerato entré en duda, ya que también me gustaba la psicología y contabilidad, quizá por esta indecisión, perdí un año sin querer, ya que quise hacer trámites a la normal y a la universidad, pero en ese año que solo me dediqué a trabajar, me di cuenta que sí quería terminar una carrera y un día inesperado, vi a una niña en silla de ruedas por la calle, y al observarla, pensé en lo gratificante que sería poder ayudarla, y fue que decidí estudiar Educación Especial.

Así que el siguiente ciclo escolar hice examen de admisión en la normal, con la seguridad de hacer para especial, y pues el resultado fue favorable al haber quedado dentro. Cuando cursé la normal vivía preocupada por no poder salirla, sin embargo cuando estaba en la realización de mi tesis, mi asesor me dijo que dejara de preocuparme, que todos salían la normal, a menos de que uno perdiera la vida o se salieran por voluntad propia. Esas palabras me dieron seguridad para creer que sí lograría graduarme. Aunque cuando estaba en cuarto semestre recuerdo que dijeron que cada año ofertaban de 2 a 5 plazas para educación especial, eso desanimaba bastan-

te, sentía que al final, quizá sería tiempo perdido y que después tendría que estudiar otra carrera, pero bueno, no fue así. El día que realizamos el examen para plaza, yo estaba preocupada por ir a empacar unas cosas, ya que ese día saldría a Colima porque ya tenía trabajo en un colegio, junto con otros dos amigos. Concluí mi examen quizá con la certeza de que no me tocaría plaza. Sin embargo la vida me sorprendió, cuando vi los resultados y vi que no había quedado en mal lugar, aunque en ese momento mi amiga me desanimó al decirme, “aunque estés en ese lugar, no es seguro que te hablen”, y pasaron solo seis meses cuando me llamaron para hacer el examen psicométrico, que en ese momento no sabía ni qué era, pero acudí a realizarlo y al tercer día me llamaron para elegir lugar, escogí el que me pareció más cerca, que fue en Degollado, Jalisco, lugar donde encontré gente maravillosa, compañeros generosos y comprensivos que me ayudaron en todo momento durante mi estadía ahí, comenzando por la directora.

Llegué un enero y en diciembre me habla la directora para decirme que había una permuta para Tlajomulco de Zúñiga, cerca de Guadalajara, la cual acepté sin pensar, recuerdo que ella me dijo “no quiero que te vayas, pero sé que quieres estar más cerca de donde eres”, y fue así como llegué a otra nueva USAER, donde estuve ocho años, llenos de aprendizaje, adquisición de experiencias, ya que es un lugar donde ves variedad de necesidades educativas especiales, siempre he pensado que la práctica hace al maestro, y sin duda este lugar me hizo aprender muchísimas cosas y adquirir un poco de experiencia, ya que aún considero que me falta mucho por aprender. En esos años tuve oportunidad de tomar algunos diplomados como “El aprendizaje cooperativo: marco socio constructivo para el logro significativo de una educación basada en competencias”, en el área de desarrollo humano “El arte de vivir con excelencia”. Cursos como “La evaluación diversificada para alumnos de Educación Especial”, “Formación para maestras y maestros de educación básica en salud sexual integral, nivel de secundaria”, por mencionar algunos. Que sin duda me han ayudado para mi práctica docente diaria.

Mi tercer USAER es Pihuamo, en la que me encuentro actualmente, a donde llegué feliz ya que podía ir y venir a Cd. Guzmán, el contexto que encontré al llegar fue muy diferente al que estaba acostumbrada, empezando por la cantidad de alumnos por grado y la cantidad de grupos en las escuelas, sin embargo sabía que tendría que seguir poniendo todo mi esfuerzo y empeño para atender las nuevas necesidades que se iban presentando. Reconozco que me llevó tiempo acostumbrarme, pero ahora disfruto pertenecer a esta USAER, me he enfrentado a nuevos retos, por mencionar el más reciente, la pandemia y el trabajo a distancia, donde el contexto resultó ser una de las barreras más significativas para llevar acabo mi trabajo de manera más asertiva, ya que no hay internet en todas las familias ni un teléfono inteligente, pero esto me hizo buscar nuevas alternativas para continuar y seguir apoyando a mis alumnos a distancia.

Considero que soy una persona abierta a los cambios, con toda la disponibilidad de seguir aprendiendo para mejorar mi práctica docente y sobre todo para beneficio de mis alumnos, de los cuales he aprendido mucho y a quienes les agradezco la experiencia adquirida durante estos 11 años como maestra de apoyo, de igual manera agradezco a mis compañeros de cada USAER, directores y supervisores quienes han sido un gran apoyo en cada dificultad que se me ha presentado.

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