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Colonialidad del ser en la escuela

Liliana Marlén Rodríguez Licenciada en Ciencias Sociales; Magister en Sociología y Políticas Públicas de Latinoamérica

La reflexión que compartió la tallerista se basa en su experiencia como maestra en la escuela y su participación en la Red de Maestros y Maestras Investigadores Tras los Hilos de Ananse, una telaraña voluntaria de maestras y maestros que comparten afinidades, utopías y divergencias, pero que negocian significados para reconocer, conocer, explicar y proponer soluciones a las problemáticas de exclusión étnica que viven diariamente los niños, niñas y docentes afrocolombianos en las escuelas de Bogotá y en la sociedad en general.

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Aura Nelly Rodríguez puntualizó que a inicios del siglo XIX se dio un movimiento de independencia realizado por las élites criollas, que expulsó al imperio español del territorio que hoy es Colombia. Entonces, ¿por qué aún hablamos de colonialidad?, preguntó. Porque lo que se instauró en la colonia es un sistema de poder de larga duración. Es decir, un modelo de relaciones sociales, ideas y formas de explotación que ha perdurado mucho más allá del proceso de independencia que se dio entre 1810 y 1819. Que perdura, dijo, en la manera como se relacionan los seres humanos, como el Estado administra el poder y como la escuela imparte el conocimiento.

¿Cómo se construye esa colonialidad?¿Cómo se construye un sistema de pensamiento que perdura hasta en nuestros días?

En primer lugar, planteó, la colonialidad del poder se basa en la naturalización de una división del mundo donde se definen como territorios importantes los que están ubicados en la parte norte, siendo los territorios ubicados al sur los pobres, los subalternos, los que no tienen mayor protagonismo.

La geografía y la historia que se aprenden en la escuela tienen una mirada eurocentrista, poco se habla de África o de América antes de la invasión europea, o de Australia. De estos territorios se comparten imágenes simplificadas de regiones salvajes y empobrecidas. Y así la escuela no permite explorar por qué esa jerarquía colonial se mantiene, por qué hay lugares en el mundo protagónicos y otros lugares relegados y olvidados. Una jerarquización que va aparejada con la caracterización de las razas, con la clasificación de los seres humanos a partir de sus rasgos fenotípicos que justifica un sistema explotación basado en la supremacía blanca.

Con la trata de personas a través del Atlántico llegan a América personas africanas de muy diversos orígenes, con diferentes formas de pensar la vida y relacionarse con el medio. Y aquí estaban los pueblos indígenas también con sus diversidades. Todas esas diferencias culturales fueron opacadas e invisibilizadas bajo las categorías subalternas de negros e indígenas por la supremacía blanca, por la cultural occidental.

La escuela que tenemos en estos momentos constantemente está revalidando esa mirada eurocentrista, negando los saberes ancestrales de las comunidades negras e indígenas, subvalorando su papel en la historia y posibilitando de esta manera su explotación. Por lo tanto, en estos momentos en que vivimos una gran tensión social en Colombia, es pertinente hablar de la colonialidad del saber, pues tiene que ver con las relaciones de explotación, la desigualdad económica y la discriminación racial, entre otras tantas situaciones que se viven en el país. Esta categoría permite entender cómo opera esa violencia colonial hasta nuestros días en el marco de un Estado que funciona desde una lógica racista y excluyente.

La escuela en esta sociedad clasista excluyente tiene mucho por hacer. Puede reproducir esas desigualdades, esa exclusión, o puede ser un escenario para deconstruir ese sistema de relaciones sociales injustas naturalizadas e institucionalizadas.

Relatoría

Nelson Orlando Sánchez

Comunicador social; especialista en teoría, métodos y técnicas de investigación social; magister en educación; educador popular, docente de la Universidad Pedagógica Nacional, experto en investigación social en la modalidad de la perspectiva crítica interpretativa.

Nelson Orlando Sánchez empezó su disertación con la presentación y distinción de tres conceptos: saber ancestral, educación y pedagogía. Al primero lo definió como un conjunto de conocimientos, prácticas y creencias obtenidas a través de la observación y la experimentación realizadas por las poblaciones en su entorno, las cuales permiten garantizar la supervivencia y la satisfacción de muchas de sus necesidades. Se transmiten de generación en generación en un proceso continuo de creación y recreación, y refuerzan el sentido de pertenencia a un pueblo o a un territorio.

Sobre el concepto de educación planteó que se refiere a todas las prácticas sociales y culturales que tienen la intencionalidad de facilitar la adquisición de conocimientos, habilidades, valores, creencias y hábitos en una determinada sociedad. Mencionó que hay que tener presente que la escuela es un territorio en disputa por parte de sujetos que portan concepciones del mundo distintas. En cualquier caso, dijo, lo que hace diferente a cada tipo de educación son sus intencionalidades y los horizontes de sentido que construye sobre la sociedad.

Acerca de lo pedagógico, explicó que se entiende como el proceso sistemático de investigación que se ejerce sobre las prácticas educativas para producir nuevos conocimientos. Comentó que, en la medida de que el acervo cultural de las comunidades negras está ganando un lugar en la escuela y está siendo investigado, estamos en presencia de lo pedagógico de la educación ancestral.

Entonces trajo a colación una experiencia significativa en este tema mediante el video Pedagogía de la corridez , que muestra la vida y la apuesta pedagógica de la maestra Lola, en Galíndez, Valle del Patía. Explicó que el término “corridez” se puede entender como salirse del centro, moverse a un lado. Sugiere que en la escuela es necesario salirse de los parámetros definidos institucionalmente para la educación. Destacó que lo que el video muestra puede ser comprendido como “centros de interés” y, al tiempo, como espacio que abre la posibilidad de educar de otras maneras.

Para cerrar planteó la pregunta sobre qué es lo pedagógico en la educación ancestral y procuró responderla desde cinco dimensiones. Desde su sentido, la educación ancestral asume asuntos del pasado de los pueblos afro para ayudar a esclarecer los problemas y necesidades del presente. Desde su intencionalidad, la educación ancestral contribuye a democratizar las diferencias culturales. Desde los sujetos afro, resaltó lo simbólico como posibilidad de construir comunidad o colectividad. Lo simbólico permite comprender otros modos de vida cultural desde las lógicas de los pueblos negros, predominando la complementariedad y no la separación. Desde los contenidos, la educación ancestral le apuesta a las vivencias y después a la formalización en un currículo, es decir, primero se recuperan las historias de un sujeto historizado y después se mira qué formalización se le da en la escuela. Desde lo metodológico, una enseñanza de lo ancestral acude a los escenarios naturales donde transcurre la vida colectiva y cotidiana, por ejemplo la casa, el patio de la escuela o el camino que lleva de la vereda a la escuela, y los ve como ventanas al conocimiento.

Materiales de consulta

 Para ver el video Pedagogía de la corridez haga clic en el siguiente enlace:

 https://www.youtube.com/watch?v=NQeGAp8NTLo

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