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REPORTAJE / Cántabros por el mundo

La última vez que estuvo en España fue en 2018 y está deseando volver. Habla del “sincio” que siente de su tierra materna y usa nuestros diminutivos terminados en “uco”, como si no hubiera salido nunca de Cantabria.

Entre los recuerdos entrañables de su infancia, conserva la recepción que dieron los entonces Príncipes de España, D. Felipe y Dña. Letizia con motivo de su visita a la Expo de Aichi, en 2005, a la que tuvo el honor de ser invitado y tuvo oportunidad de saludar a los Príncipes. Recuerda con mucho cariño la cercanía de D. Felipe, que se mostró muy interesado por su nivel de español y con quien pudo conversar durante varios minutos. Cuando en 2017, siendo ya Reyes, SS.MM. volvieron a Japón, tuvo oportunidad de recordar con ellos aquel primer encuentro y de mostrarles una foto.

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Dice que quería haber estudiado Periodismo, pero terminó estudiando Psicología y Pedagogía, aunque no descarta trabajar como periodista si se le presenta la ocasión. Su mayor pasión es la escritura. Empezó a escribir a los 5 años, en 1999, ganando su primer concurso de redacción de la Embajada Española de Tokio y siguió logrando el primer premio durante 3 años consecutivos. Él no le da importancia a esto, porque los participantes fueron muy pocos, pero desde esa época se aficionó de tal manera a la escritura, que no ha podido dejar de escribir. Ha escrito tres cuentos

Estudió Psicología y pedagogía, aunque lo que realmente le gusta es el periodismo

infantiles, cuatro novelas, tres ensayos, uno de los cuales es una memoria de su viaje a Polonia durante las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) de 2016, que ha traducido al español el propio autor, y también se ha traducido al inglés y al polaco. Asimismo, ha escrito tres obras de teatro y una adaptación de un cuento de Agatha Christie. Él mismo dirigió las representaciones de estas cuatro obras y participó como actor, ya que el teatro es otra de sus aficiones.

Ahora colabora en un programa semanal de radio y trabaja como traductor, intérprete y actor de doblaje en películas y documentales que él traduce del español al japonés y viceversa. Ha traducido, subtitulado y doblado al japonés la película “Tierra de María”, en la que dobla a Juan Manuel Cotelo (que hace el papel de Abogado del Diablo) y al personaje de Luzbel. También ha traducido, doblado y subtitulado al español, documentales de la Radio Televisión Japonesa (NHK).

De vez en cuando colabora escribiendo artículos en varias revistas. Se acaba de publicar su último artículo, de seis páginas, en una revista mensual que se llama “Fukuin-Senkyo”.

Stefan Zweig, “el artista tiene la salvación dichosa de convertir sus tormentos en obras de arte, dándoles forma duradera.” En su caso, medios no le faltan, porque es amante de la literatura y goza de una imaginación desbordante para crear historias, o contar sus propias experiencias y transfigurarlas en poesía, teatro o novela.

Debido a sus rasgos occidentales, cuando pregunta algo por la calle le responden como si fuera extranjero

Cuenta que, en su trabajo de intérprete, ha tenido oportunidad de conocer a muchas y muy variopintas personas, a la mayoría de las cuales recuerda con cariño, como al almeriense de El Ejido Antonio Escobar (Presidente del Grupo Agroponiente) que le causó una gratísima impresión, pero también señala que no todas las experiencias son positivas, ya que también hay que tratar con personas a las que se puede definir, cuando menos, como “peculiares”. Comenta de forma divertida que en 2016 hizo de intérprete, en una especie de seminario, en el que además de traducir al conferenciante tuvo que presenciar unas supuestas “ceremonias de purificación” paganas y primitivas, llevadas a cabo por dicho personaje que aseguraba ser un enviado por el Consejo de Ancianos de la Galaxia de Andrómeda, de la dimensión trescientos y pico –dice riéndose y añade: “Ya no recuerdo el número exacto.”- Lo cuenta haciendo una representación teatral y asegura que en su momento fue una experiencia realmente desagradable y perturbadora, pero con el tiempo ha conseguido estar agradecido por ella y ahora la convierte en anécdota graciosa y dice que ese episodio se ha transformado en “una semilla de la risa” para divertir a sus amigos”. Asegura que lo más desagradable para él, como católico que es, fue tener que traducir las pestes que aquel individuo vertía sobre la Iglesia Católica y el clero y las majaderías que decía sobre Jesús, quien aseguraba que era una especie de ermitaño y que sus poderes emanaban de su larga cabellera, a través de la que recibía la

energía del universo. Naoki lo cuenta todo riendo, a la vez que imita al personaje en cuestión y contagia su risa a los oyentes.

Resulta curioso pensar que este joven, de rasgos totalmente occidentales, tenga un nombre japonés imposible para nosotros de descifrar en sus caracteres “kanji” y lo más insólito es cuando cuenta, sin abandonar la sonrisa ni el sentido del humor que, basándose en su experiencia, ha escrito un ensayo cuyo título es “Extranjero en su propia tierra” en el que relata anécdotas cotidianas de su vida en Japón.

Dice que de la misma manera que los españoles al verle y oírle hablar pensamos que es español, los japoneses, cuando le ven con su rostro totalmente occidental, piensan automáticamente que es extranjero. Por ese motivo, cuando él se dirige a cualquier transeúnte para preguntarle algo, en vez de responderle con naturalidad, le comentan lo bien que habla japonés y le preguntan cuánto tiempo lleva en el país. A su respuesta asegurando que es japonés, responden con sorpresa y algunos piensan que está bromeando. Dice que hay incluso japoneses que cuando él pregunta en un perfecto japonés le responden en inglés. Una de las anécdotas más chocantes fue cuando entró en una tienda y al no encontrar el producto que buscaba preguntó a uno de los dependientes, el cual mirándole con cara de sorpresa le respondió: “Perdone. Yo no hablo inglés.” Dice que a aquel empleado tuvo que repetirle varias veces que él estaba hablando en japonés y llegar incluso a levantarle la voz para que se diera cuenta. Este tipo de episodios se repiten frecuentemente en su vida. Él cree que está relacionado con el carácter isleño de los japoneses y con los cientos de años que han estado cerrados al mundo exterior. Asegura que los japoneses son por lo general tímidos, que

viven imbuidos en una cultura que ejerce demasiada presión sobre ellos y les obliga a vivir con los frenos puestos. Algunos hablan inglés muy bien, pero otros tienen una especie de complejo y cuando ven a un extranjero evitan tener que comunicarse con él, de tal manera que cuando el foráneo les dirige la palabra están tan convencidos de que les van a hablar en inglés y no lo van a entender, que se bloquean y no son capaces de escuchar a su interlocutor. Naoki dice que podría pasarse meses relatando este tipo de anécdotas y que le encantaría traducir su ensayo al español y poder publicarlo algún día en España.

“Está claro que la apariencia no lo es todo. Nuestros ojos pueden engañarnos con demasiada facilidad. Quizá todos formamos inconscientemente una barrera invisible que nos impide ver la verdad tal cual es” – añade Naoki como conclusión de su experiencia.

Nos cuenta que los japoneses tienen un gran interés y curiosidad por la cultura occidental, muchas de cuyas costumbres introducen en el país, desvirtuando a veces el significado de tal manera que se producen situaciones incluso jocosas. Celebran Halloween sin saber su significado con un interés puramente comercial y durante todo el mes de octubre el país se llena de calabazas y disfraces estrafalarios a cual más repugnantes. Pero lo más extraordinario es que a partir del 1 de noviembre, todos los centros comerciales y tiendas aparecen adornados con detalles navideños y en todos los grandes almacenes e incluso por la ciudad se puede escuchar música de villancicos. Naoki dice que su madre, todos los años les pregunta a sus alumnos de la universidad si saben lo que significa lo que ellos llaman “Kurisumasu ibu” (que viene del inglés “Christmas Eve”, es decir, nuestra Nochebuena). Y todos responden que sí. Pero las respuestas son de lo más variopintas; La mayoría coincide en que es una noche romántica para salir

a cenar con su pareja y solo un pequeño porcentaje conoce el significado real. Por supuesto no se ven figuras de Belén en ningún sitio, salvo en las iglesias católicas. Los adornos y los productos que se venden son las coronas para las puertas de las casas, los arbolitos de Navidad con las lucecitas incorporadas y guirnaldas navideñas realmente espectaculares. Solo alguna tienda especializada en productos religiosos católicos tiene figuritas para decorar el Belén.

Pero a Naoki no le resultan divertidas solamente las confusiones de los japoneses cuando interpretan la cultura occidental, sino que también le divierten las meteduras de pata de los españoles cuando hablan de “la huelga a la japonesa”, creyendo que consiste en trabajar más de lo normal y nos asegura que los japoneses rara vez hacen huelgas, pero cuando las hacen, son como las nuestras: dejan de trabajar. Pero debido al carácter japonés, por ejemplo, cuando hay una huelga de trenes, tratan de hacer paros de varias horas cada día, y evitan hacerlo en las horas punta para no causar molestias a los clientes, ya que su problema es con la empresa y no con los usuarios. Naoki comenta que si se pudieran juntar las buenas costumbres de España y de Japón, se podría hacer un mundo ideal. DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA Es difícil para nosotros entender lo que siente una persona, que como Naoki Nakanishi, se define a sí mismo como “doble”. Para él es algo normal tener dos culturas y dos idiomas tan diferentes y dice que la mejor manera de explicarlo es compararlo con las dos caras de una moneda, que son lo mismo, no se pueden separar y al mismo tiempo son muy diferentes. Comenta que cuando escuchó por primera vez las palabras de Cristo afirmando que su Padre y Él son una sola cosa, no se sorprendió en absoluto, porque él también siente como si fuera un joven japonés y un joven español convertidos en una sola persona, ya que ha tenido el privilegio de poder conocer y vivir dos culturas tan diferentes que dentro de él se funden en una sola y le convierten en la persona que es: un joven simpático, cercano, cosmopolita, conocedor de idiomas y culturas pertenecientes a diferentes caras del mundo, pero con un carácter sencillo y diáfano y con una especie de aristocracia espiritual que le granjea el cariño de todos los que le conocen. Pero si le preguntamos a él, responde: “Soy un chaval español de Cantabria y al mismo tiempo un chaval japonés, con mucha suerte.”

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