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OCTAVIO MÁRQUEZ MENDOZA MARCELA VEYTIA LÓPEZ

EFECTOS DEL RUMOR, DESASTRE NATURAL

Los escenarios de pandemias y epidemias suelen venir acompañados de innumerables tipos de rumores, los cuales producen situaciones de gran alarma social y psicológica que repercuten sobremanera en la población.

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OCTAVIO MÁRQUEZ MENDOZA

Doctor en Ciencias: Bioética por la UNAM y en Ética por la UAEMex, donde es profesor investigador del Instituto de Estudios Sobre la Universidad.

MARCELA VEYTIA LÓPEZ

Doctora en Ciencias de la Salud por la Universidad Autónoma del Estado de México. Profesora investigadora del Instituto de Estudios Sobre la Universidad, UAEMex.

La claridad informativa es vital para evitar males mayores en una emergencia.

La sociedad globalizada contemporánea es capaz de transmitir información de manera vertiginosa e inmediata hacia cualquier parte del orbe. Sin embargo, la rapidez informativa no siempre implica confiabilidad y objetividad. Por ello, es mucho lo que se afirma y poco lo que se conoce sobre la nueva cepa del coronavirus (2019-nCoV), surgida en la capital de Wuhan, provincia de Hubei, en China continental.

Para evitar la desinformación es necesario allegarse a los datos publicados por los más prestigiosos organismos internacionales en el campo de la medicina. Tal es el caso de la página web de la Organización Mundial de la Salud, sitio donde es posible encontrar actualizaciones sobre la etiología del nuevo virus, estadísticas sobre su letalidad, incidencia, mecanismos de control, así como las medidas sanitarias útiles para enfrentar la nueva amenaza mundial.

La claridad informativa resulta esencial para evitar los males materiales y mentales acontecidos durante la prevalencia de un desastre natural o pandemia. Esto es ineludible, aun cuando no existe una relación directa entre el grado de desastre y el porcentaje de problemas ocasionados en las personas.

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Foto: Depositphotos.

sastre natural o epidemia provocan una neurosis traumática en la mayoría de las personas afectadas. Tal condición se manifiesta debido a múltiples causas, como la posibilidad de fallecer a consecuencia del desastre o epidemia, el daño probable que podrían sufrir los seres queridos, así como la incertidumbre concebida a raíz de la inminencia de un nuevo escenario adverso.

Sin embargo, rememorar el incidente desagradable o imaginar los eventos futuros con un inherente fatalismo, son aspectos que imposibilitan la evolución y la resolución del impacto emocional, obstaculizando la continuidad de la vida.

Es por ello que los individuos afectados deben recibir atención expedita, no sólo para recuperar su bienestar fisiológico, sino para reconstruir su bienestar emocional. Para ello se recomiendan una serie de eficaces medidas: 1. Es preciso auxiliar a la persona para que verbalice sus temores, enfrente los peligros subyacentes e, incluso, incitarlo a llorar. 2. Es factible la utilización de sedantes o tranquilizantes durante la crisis. Sin embargo, los fármacos no deben suministrarse en una manera indiscriminada. 3. Permitir al afectado liberar fantasías o sueños alrededor de la crisis. 4. Las personas que sufren de primera mano el desastre natural, deben recibir alicientes para superar la si

tuación, encomiando su propia fuerza, entereza y trabajo. 5. Delegar las culpas hacia otra persona podría ocasionar un alivio momentáneo; sin embargo, evitará un mejoramiento positivo a largo plazo. 6. Motivar a las personas para que pidan ayuda cuando así lo requieran; esto permitirá una resolución positiva de su conflicto emocional. 7. Apoyar durante las tareas rutinarias al individuo afectado. Esta simple atención se considera un gran factor de apoyo.

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Los términos pandemia y epidemia son usualmente utilizados cuando se pretende indicar la presencia de agentes virales infecto contagiosos en el ambiente. Raymond S. Greenberg considera que la epidemia ocurre cuando se incrementa exponencialmente la incidencia de una enfermedad entre los miembros de una región población. Por otro lado, la pandemia es significada por el especialista como el surgimiento rápido de una enfermedad, que afecta a un amplio rango de regiones poblaciones distribuidas a lo largo del planeta.

Con base en las dos definiciones expuestas, es posible inferir que las epidemias y pandemias tienen una clara bifurcación en dos aspectos centrales: el grado y la territorialidad. Al respecto, Lorena Guadalupe Von Aguilar concibe que la diferencia de grado se refiere al número de afectados por el padecimiento infeccioso. Por un lado, el grado de contagio en la epidemia suele focalizarse hacia un relativamente pequeño grupo de personas, motivo por el cual es más fácil de controlar. En contraparte, la pandemia suele afectar a espectros poblacionales más amplios, lo cual impide conocer el número exacto de enfermos.

En el mismo sentido, al hablar de territorialidad, Von Aguilar

precisa que la epidemia se focaliza en alguna de las seis zonas geográficas establecidas por la Organización Mundial de Salud (OMS), mientras que la pandemia se disemina en diferentes zonas geográficas, específicamente, dos áreas establecidas por la OMS. Sin embargo, ambos conceptos no se hallan completamente desvinculados, dado que la epidemia es el paso precedente a una pandemia, pues en primera instancia surge el brote infeccioso en una región focalizada y posteriormente se disemina hacia otros confines del planeta. Por lo expuesto es que las enfermedades infecto-contagiosas suponen un serio problema de salud pública, que debe atenderse con oportunidad y profesionalismo en los ámbitos fisiológico y psicológico.

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Los rumores son similares a las leyendas, en virtud de su carácter eminentemente ficcional y su carencia de fundamentos científicos. Sin embargo, al rumor lo mantiene vivo la malsana intención de informar sesgadamente a un grupo reducido; mientras que la leyenda intenta crear principalmente un mito del pasado colectivo.

Los rumores surgen normalmente para condicionar el pensamiento y la conducta colectiva. A pesar de la imposibilidad de confirmación fehaciente de un rumor, cuando estos son propagados por las personas “apropiadas” suelen cobrar una enorme fuerza. El rumor es entonces encaminado estratégicamente hacia un grupo específico de receptores, quienes se encargan de distorsionar y oficializar a mayor escala el contenido malicioso.

Estos mensajes se incrementan aritméticamente cuando son transmitidos en vivo a través de la televisión, mientras que aumentan geométricamente cuando la difusión se desarrolla por medio de las redes sociales. Aunque los rumores tienen una vida activa limitada, finaliza cuando el motivo que lo produce desaparece de la escena social o quienes lo gestionan dejan de interesarse por ellos; más que un fin en sí mismo, es un medio recurrente de desinformación y manipulación social.

Existen diferentes tipos de rumores, así como de causas, consecuencias y características que le son propias. El rumor tiene, de forma generalizada, una connotación negativa en su empleo y consecuencias, al interrelacionar las “emociones y conducta colectiva en catástrofe”, dando como resultado: ansiedad, rumor, miedo y conductas de pánico.

Por antonomasia, los escenarios de pandemias y epidemias suelen venir acompañados de innumerables tipos de rumores, los cuales producen situaciones de gran alarma social y psicológica, que repercuten sobre la población. La reiteración de este acto traumático impide la evolución y resolución del impacto emocional, obstaculizando la continuidad de la vida normal, ocasionando la permanencia del sujeto en los linderos del temor y la angustia, impidiendo con ello la recuperación del equilibrio emocional.

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Desde el punto de vista de la psicología social es importante distinguir algunos aspectos específicos sobre la repercusión psicológica de la transmisión de los rumores: 1. Cuando las personas se encuentran abrumadas por el miedo o desesperanza luego de un desastre natural o epidemia, tratan de liberar la tensión buscando quién aclare sus dudas. En tal forma caen en la información emanada por la colectividad, pese a

lo cuestionable de los datos emitidos. El carácter vital e imperioso de esta necesidad constituye uno de los factores determinantes del fundamento de la rapidez con que se difunden los rumores. 2. El rumor influye en la parte de población crédula y necesitada de equilibrio emocional y de tranquilidad psíquica, no resulta de otro modo, entre el narrador (emisario del rumor) y el destinatario (quien difunde a su vez ese mismo rumor). 3. El rumor sobre un acontecimiento que aún no ha ocurrido, surge de manera espontánea o bien se pone en circulación de forma deliberada a partir de una o más personas. 4. Los fenómenos implícitos en los rumores cumplen determinadas leyes inherentes a su consolidación. Entre ellas destacan la informativa y la expresiva. La función informativa determina el grado relativo de veracidad; es decir, la relación presentada en la supuesta afirmación del rumor y la cierta verdad existente en el asunto referido. La expresiva se refiere a la reacción emocio

nal incitada por el rumor. De tal forma que provoca deseo, temor, afinidad u hostilidad. La función expresiva es clave para el desarrollo del rumor, porque refleja el estado subjetivo de las personas, en cuyo medio se propaga. 5. Un estímulo importante para propagar y percibir un rumor es el afán de las personas por conseguir noticias sobre el problema que le inquieta. Por ello, este tipo de rumor siempre es actual, siendo esta una de las condiciones inherentes para la permanencia en circulación de todo rumor, de lo contrario desaparecería. 6. El rumor –según algunos autores– se conforma como una respuesta colectiva a las situaciones que afectan al grupo. Es altamente emotivo y contiene muchos aspectos desconocidos e incomprobables. El rumor da lugar a exageraciones, explicaciones imprecisas, etcétera.

Los elementos que convierten al rumor en un agente propicio para la sugestión son la naturaleza emotiva de una situación, la diversidad de aspectos y problemas que

81 Mayo 2020 ésta provoca. Frente al proceso manipulador del rumor han surgido voces que buscan contrarrestarlo. Tal es el caso del teórico Fabio Gallego, quien propone la puesta en marcha del “Protocolo de Abordaje Estratégico del Rumor” (PAER), que consiste en un mecanismo destinado a los profesionales de la salud y población afectada, que pretende dar respuesta a una serie de preguntas básicas como: ¿en qué lugares ocurre el acontecimiento? (foco de propagación del rumor), ¿cómo es que se genera?, ¿quiénes son los afectados?, entre muchas otras.

Con la formulación de las preguntas se pretende identificar a los grupos implicados, tanto los emisores como los receptores, así como reconocer a quien combate el rumor y actuar en consecuencia.

El rumor crea conflicto emocional, incertidumbre, ansiedad, entre otros factores mentales sobre las personas afectadas, como analizan Schachter, Burdick, Allport, Postman, entre otros. Es por tanto fundamental tener en cuenta el rumor, entre otros elementos, como los que perjudican la estabilidad mental y desarrollo psicosocial.

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