EDITORIAL
“TENGAN CUIDADO AHÍ FUERA” La montaña juega y gana. Siempre. Y si nos quedamos con la sensación de que no ha sido así, de que hemos ganado nosotros, es siempre porque ella ha querido. A la montaña, todo aquello de nuestros sueños, nuestra pasión, nuestras metas, el dolor y la gloria… le da absolutamente lo mismo. Hay que agachar la cabeza y actuar con humildad. Y humildad es, muchas veces, dar la vuelta antes de que las cosas se pongan feas, porque la última palabra siempre la tendrá la montaña. Nuestro equipo, que debería contemplar siempre el peor de los escenarios razonables, y nuestra forma física, que debería ser siempre la mejor posible en relación al proyecto propuesto, no son garantía de nada. A pesar de que otro nos haya dicho que podemos ir, que tenemos las espaldas cubiertas, que no hay para tanto… La decisión final es nuestra y debe basarse en nuestra experiencia, que nos hará tanto más humildes cuanta más tengamos. No se lucha con la montaña, se le pide permiso y, si lo concede, se va. Y si no… pues no. Vivimos la montaña, en nuestro caso mediante el trail, para disfrutarla y, en un momento dado, para medirnos, pero nunca con ella, ese es el gran error. Nos podemos medir con nosotros mismos, con otros compañeros… Pero tener la intención, o la percepción, de que nos medimos con la montaña sólo tiene un nombre: ignorancia. Y la ignorancia tiene dos características básicas: es muy atrevida y puede salir muy cara. Más allá de entrenar y hacerse con buen material, hay que preocuparse en conocer y entender el medio que da sentido a nuestro deporte, porque en cualquier actividad en la montaña, por delante de esa actividad está la montaña. Siempre. No lo olvidéis. Y tal como solían decir en Hill Street Blues: “Tengan cuidado ahí fuera”.
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