Tu Mejor Colegio, edición 22

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Bien se dice, qué para lograr modificar el comportamiento en nuestros hijos, hay que empezar por entender por qué se comporta como lo hace y que elementos han construido dicha conducta. Eso permitirá que la intervención que se haga atienda al origen y no solo a la manifestación.

En más de 20 años de experiencia asesorando a los padres y madres de familia en el manejo disciplinario de sus hijos, he concluido que su principal papel, es formar una sana personalidad no corregir una conducta, pero ello no exime de contenerla. Entonces será vital comprender que hay detrás del comportamiento de nuestros niños y niñas. Las definiciones orientan, así que empezaremos por ahí. ¿Qué es el comportamiento? Es la manifestación externa de lo que se piensa y siente, expresado por medio de palabras y/o hechos; ¿Qué es comportamiento inadecuado? La expresión externa de ese pensar y sentir en palabras o acciones que violenta la normativa y/o los derechos de los demás e incluso puede convertirse en amenaza para la seguridad personal o de los otros.

Identificamos entonces que el comportamiento adecuado o inadecuado es la expresión manifiesta de lo que se piensa o siente. Pero ¿qué expresamos o sentimos? generalmente lo que necesi-

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tamos, el ser humano sea niño, adolescente o adulto, busca mantener su nivel de estabilidad personal en función de sentir atendidas todas sus necesidades y cuando éstas no están cubiertas, manifiesta su insatisfacción en comportamientos que pueden ser actos de advertencia (comportamiento) o reclamos por inatención (mal comportamiento).

Incluso si no se atiende a la necesidad el

mal comportamiento sube de nivel con el único objetivo de reclamar la atención a su necesidad.

Describamos un poco este proceso.

Imaginemos a un bebé que se encuentra dormido por la noche y a la una de la madrugada despierta llorando, sus padres al escuchar el llanto se levantan,

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(consideraremos el comportamiento llorar como actos de advertencia), acto seguido los padres revisan si tiene hambre, esta mojado, tiene calor, lo molesta un zancudo, lo asusta algo, desea compañía, o cualquier otra situación y atienden a su necesidad, no al comportamiento.

Los padres desean el bienestar del bebé, no únicamente que deje de llorar, y el bebé desea atiendan su malestar expresado a través del llanto (no sabe hablar). Acto seguido el bebé deja de llorar y se queda tranquilo dormido, los padres vuelven a conciliar el sueño. Una hora después, el bebé vuelve a despertar llorando (actos de advertencia) y los padres vuelven a atender a la posible necesidad no cubierta y así cuantas veces sea necesario, reitero se levantan ante el comportamiento, pero indiscutiblemente atienden una y otra vez a la necesidad.

Este mismo proceso debería aplicar con los niños más grandes, pongamos otro ejemplo: una niña esta sola en su cuarto y desea mostrarle a su mamá un dibujo que acaba de hacer, la mamá esta muy ocupada atendiendo al bebé, ante la petición de la niña “mamá, ven a mirar mi dibujo” (necesidad de validación a su habilidad y reconocimiento) la mamá en una expresión para salvar la situación contesta “ahorita” y permanece atendiendo (que es justificable) las necesidades del bebé, la niña nuevamente regresa

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a ese lugar y vuelve a demandar la atención ahora más insistentemente, tal vez en tono más “lastimero”, jalando las prendas de la madre, e insistiendo en que ella vaya a ver su dibujo (actos de advertencia en mayor nivel) y la madre repite la misma frase “ahorita”; la niña se vuelve a retirar a esperar ser atendida en su necesidad antes descrita. La madre sigue atendiendo al bebé. Posteriormente la niña regresa y empieza a gritarle a la madre y a llorar por ser atendida (actos de advertencia), la madre exasperada le repite, aunque ya ahora alterada, que “ahorita la atiende, que esta ocupada y que en cuanto termine va a ver lo que hizo” la niña se retira y rompe un florero de la madre que se encuentra en la sala (reclamo por inatención), acto seguido, la madre deja de hacer lo que esta haciendo y se dirige a la niña para regañar su conducta y aplicar una consecuencia, obteniendo entonces la niña de parte de su madre un “reconocimiento” y una “validación” aunque negativa, a través del mal comportamiento que presento.

Esto es, la niña logro que la madre le otorgara atención a su comportamiento y atendiera a su necesidad, aunque en diferente connotación, puesto que ella

quería la validación a su habilidad para crear, no para destruir y el reconocimiento a su capacidad de crear arte y no de crear caos.

¿Es más claro, ahora? Los ejemplos anteriores quisieron evidenciar que, al no atender la necesidad, el comportamiento cambia su objetivo y se vuelve un mal comportamiento ¿Qué hubiera pasado si le pide a la niña que le traiga el trabajo a donde estaba atendiendo al bebé?

Tal vez reforzar sus cualidades hubiera servido de catalizador de la demanda de atención, ejemplo: “¡muy bien!, siempre Tu Mejor Colegio SEPTIEMBRE 2018

me gusta ver tus dibujos, pero quiero verlos con calma, ahora estoy cambiando a tu hermanita, si me esperas un poco, y te digo cuando este lista, y me lo puedas enseñar, quiero verlo detenidamente, a mí me gusta ver lo que dibujas” esto es, aplicar la díada disciplinaria “válido y entreno”. Posiblemente piense que es mucho tiempo el que se dedica para una intervención de este tipo, pero ya considero el que le llevó el otro proceso y además el desgaste emocional y el sacrificio que se dio a la relación vincular madre e hija. Entonces identificar que detona el comportamiento ayuda a una mejor intervención formativa. Ahora analicemos otro proceso interesante, cuando no se atiende a la necesidad que originó el comportamiento o como he denominado el “reclamo por la inatención” el objetivo meta se transforma. De ser inicialmente, en el pensamiento infantil o adolescente, la idea de “atiende mi necesidad” de: comunicación, validación, tiempo, límites, pertenencia, admiración, cercanía, consideración, empatía, recreación, alimentación, sueño, conocimiento, espacio, salud, etc., pasa a un siguiente nivel, un ejercicio de “poder” con el fin de obligar a atender a su

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necesidad, pero si eso no es suficiente y pese a ello, no se entiende al hijo en lo que necesita; entonces se torna en una “revancha” de su parte y con peores comportamientos, bajo la consigna de agredir a otros, a las cosas o peor aún, me lastimo, para que atiendan a lo que quiero. Es ahí donde encontramos a los generadores del acoso, la violencia entre hermanos, los rebeldes a la autoridad, e incluso a los que se autolesionan, en todos estos niños y adolescentes que no han sido entendidos en su necesidad y que han entrada en revancha con sus padres para ser escuchados. Pero si los adultos insisten en solo limitar o contener el mal comportamiento, atacar prioritariamente a la conducta, sin identificar que lo provoca. Esto es, desestimar la importancia de descubrir a qué necesidad obedece dicha actitud, entonces se gestará una mentalidad de “indiferencia”, la peor de las respuestas infantiles. Se establece la idea de que ante cualquier estrategia que se haga o intento que se tenga no habrá el efecto esperado, nadie entiende la necesidad que tiene y nadie la atenderá, por tanto, la apatía, el aislamiento, el desistimiento, la inexpresión, desmotivación, se hacen presentes

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en los hijos. En donde encontramos a los padres con una percepción similar diciendo, “haga lo que haga, de nada sirve” cuando lo que en realidad está pasando, es que el hijo ha aprendido que nada le funciona para que sus padres entiendan lo que necesita, entonces de

que sirve cambiar si nada cambia. Llegado a este punto la revisión del sistema familiar y el acompañamiento terapéutico es indispensable.

Concluyendo entonces, que es real que al comportamiento inadecuado tendríamos que contenerlo a través de la bina

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disciplinaria: “pauto” (delimito lo permitido de lo que no está permitido) y “entreno” (establezco cómo puede actuar o resolver) así como a través de la bina formativa: valido (refuerzo lo hecho correctamente o su aproximación) y entreno (enseño como se hace o corrijo lo que se ejecutó de forma equivocada) según sea la situación. Pero no debería de ser nuestra única intención hacia con ellos, escuchemos con nuestro sentido de la audición y con el corazón, las necesidades de nuestros hijos y atendámoslas para extinguir sus reclamos y demandas por falta de atención.

Recuerda comportamos en función de lo que pensamos y sentimos y nuestras acciones dan voz a nuestras necesidades. La próxima vez que tu hijo o hija tenga un mal comportamiento, observa bien si hay una necesidad no satisfecha que busca a través del comportamiento dejarse escuchar.

Contén la conducta, pero no olvides atender a la necesidad, ello garantiza la extinción del mal comportamiento.

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13 13 La familia cumple con varias funciones indispensables para el bienestar individual, en el seno familiar el niño recibe las primeras experiencias sociales de convivencia, de integración y de reconocimiento como miembro de dicha sociedad. Aprende normas, conductas, valores y principios. Se establecen estrechos lazos de afecto y mutua comprensión. El cariño y la confianza que el niño sienta dentro de su familia son fundamentales para un desarrollo social adecuado.

Está comprobado que si antes y durante sus primeras etapas de primaria los niños aprenden a expresar sus emociones de forma constructiva y se implican en relaciones afectuosas y respetuosas es más probable que eviten la depresión, la agresividad y otros graves problemas de salud mental a medida que crezcan.

Este artículo centra su atención en proporcionarles herramientas para el desarrollo de la Inteligencia Emocional, en áreas que puedas desarrollarlas en tus hijos y, desde tu propia percepción y desarrollo, estimularlas en tu familia en general, con especial énfasis en tus hijos.

La Inteligencia Emocional es la capacidad de identificar y reconocer los sentimientos propios y los de los demás, teniendo además la habilidad para manejarlos.

La inteligencia emocional engloba características tales como: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de ser perseverantes, de manejar las frustraciones, controlar los impulsos, de regular nuestros propios estados de ánimo, evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de confiar en los demás. ¿Te has encontrado en alguna de estas situaciones?

1 Le pides a tu hijo que se ponga su

uniforme para ir a la escuela y vas a su cuarto y sigue acostado.

2 Tienes que darle varios recordatorios para que se meta a bañar, se lave los dientes, etc.

3 Cuando le dejan alguna tarea difícil

y no le sale, la avienta, la rayonea o la arranca y te dice que no la hará.

4 Están en el super y te pide algún dulce o juguete, le dices que en este momento no se puede y comienza a llorar y a gritar.

5 Te han dicho que en la escuela o con las mamás de sus amigas/os es el niño o la niña ejemplar y en tu casa no te hace caso en nada.

6 Cuando se equivoca en algo se la pasa diciendo que es un tonto y no sirve para nada.

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7 Con frecuencia se ve triste y menciona que nadie lo quiere.

8 En su escuela tiene pocos amigos.

9 En las fiestas y reuniones prefiere estar con los adultos que con los niños de su edad.

10 Cuando se enoja, hace berrinche, golpea, u ofende a otros.

Está científicamente comprobado que la inteligencia emocional transforma, escuelas, familias y a la sociedad en general, y sabemos que puede impactar benéficamente de manera significativa tu familia.

De la Inteligencia Emocional se desprenden habilidades internas como: el auto-conocimiento, el auto-control y la auto-motivación. Y la capacidad hacia otros como: la empatía, y habilidades sociales.

Auto-Conocimiento- Se refiere a entender sus propias emociones y cómo éstas afectan a otros. Una vez que sea consciente de sus emociones podrá ser lo suficientemente sensible para ver la presencia de esas emociones en otras personas.

El Auto Conocimiento incluye la habilidad de identificar qué le hace perder el control (lo que llamamos disparadores o botones del enojo) “si conozco qué dispara su enojo entonces puedo generar acciones para prevenir o solucionar un problema”.

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Auto-Control- Es la habilidad de moderar la reacción emocional a una situación ya sea positiva o negativa. Por ejemplo cuando tu hijo se enoja y pierde el control, o cuando esta sobre estimulado (muy emocionado por algo) que es difícil que se calme. Cuando un niño se encuentra fuera de control, por lo general los padres desean que se detenga, lo que lleva a los padres a un grito o un tono de voz alta. Para algunos niños esto va elevar su ansiedad, y en lugar de calmarlos los va llevar a perder más el control. Y los padres quizá recurran a más gritos, insultos, humillaciones, incluso los golpes.

Inculcar y practicar el autocontrol es un proceso que no es fácil pero si se aprende desde pequeño será mucho más sencillo y eventualmente se hará con la debida práctica un hábito y será parte de la personalidad de tu hijo. Además no solo lo beneficiará durante su niñez sino hasta su edad adulta, pues cuando él/ ella tenga sus hijos empleará estrategias de autocontrol con su familia erradicando la violencia intrafamiliar.

Para poder controlar nuestras conductas debemos analizar primero nuestras emociones; ¿Cómo reacciono ante los diferentes estímulos?, ¿Qué siento físicamente?, ¿Qué siento emocionalmente?

Ayúden a sus hijos a encontrar las palabras para describir lo que están

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sintiendo. Esto no significa decirles a los hijos como se deben sentir. Simplemente significa ayudarlos a desarrollar un vocabulario en el cual expresen sus emociones, conocido como alfabetización emocional.

Auto-motivación: La motivación es el estado interno que dirige y sostiene el comportamiento.

Algunos componentes relacionados a la auto-motivación son la conducta orientada a objetivos, el pensamiento optimista, la responsabilidad personal.

Con esto concluimos las habilidades internas de la Inteligencia Emocional.

Ahora hablaremos de las habilidades hacia otros; empatía y habilidades sociales.

Empatía: “Ponerse en los zapatos del otro”. Es la capacidad del chico para interactuar y respetar a las personas reconociendo que todos somos diferentes pensamos, sentimos y actuamos de manera distinta; estando consciente que no es correcto burlarnos, criticar, juzgar, y mucho menos agredir física o verbalmente a otros.

Para desarrollar la empatía primero tenemos que ser conscientes de nuestras emociones (auto-conocimiento) pues si no las identificamos en nosotros no las podremos identificar en el otro. Es importante mencionar que en cuanto más Porque su educación es la mejor herencia

conozca e identifique sus emociones en su persona, mejor podrá conocer las del otro.

La empatía ayudará a tu hijo a ser sensible a los sentimientos y necesidades de otros. Empatía es lo que mueve a los niños a ser compasivos, porque entienden los sentimientos y necesidades de las demás personas.

Habilidades Sociales- Se refiere a como tu hijo se relaciona con los demás, permitiéndole nutrir y mantener amistades, así como manejar relaciones difíciles.

Para desarrollar estas habilidades observarlo en sus interacciones con otros para identificar las faltantes a desarrollar.

Las personas que han desarrollado su inteligencia emocional, presentan, entre otras, las siguientes habilidades: Aprenden a identificar sus propias emociones.

Manejan sus reacciones emocionales identificando maneras adecuadas de expresarlas.

Desarrollan una aceptación incondicional de sí mismos y de los demás.

Desarrollan el autocontrol y la empatía: ponerse en el lugar del otro.

Desde pequeños aprenden que existen distintos tipos de situaciones y que cada una les exigirá unas u otras respuestas: Resolución de problemas.

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¡Mis amigas me dejaron de hablar! ¡Mis padres me dieron la espalda! ¡Mis cuñadas no dejan que mi hijo conviva con sus hijos! ¡Mi familia me pide que desista, que no denuncie, que tal vez no sea verdad lo que mi hijo me dice! ¡No podía creer lo que estaba escuchando cuando mi hijo me contó lo que le hacía la persona que lo agredió sexualmente, por un momento quise pensar que era una mala broma o producto de una simple pesadilla que tuvo, pero todo era real!

Esos y otros comentarios a menudo resuenan en las paredes del consultorio de un terapeuta que atiende casos de violencia sexual. Y cuando el caso del que hablamos se trata de una madre que busca ayuda para su hijo menor de edad, la situación se complejiza aún más porque las primeras sesiones en las que una mujer expone la experiencia de abuso de su hija o hijo viene envuelta de una serie de sentimientos encontrados, mil incógnitas, confusiones, temores y un deseo muy común: el que esto de lo que ahora hablan, no hubiese ocurrido.

Pareciera entonces el relato de una

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película de ficción, pero es real. Y sin embargo, todas las frases expuestas al inicio es lo que estas mujeres enfrentan cuando a pesar del shock en el que se encuentra deciden iniciar un camino que pronto se convertirá en su propio viacrucis, un camino en el que su única finalidad es pedir ayuda a fin de lograr que su dolor y el de su hija o hijo se mitigue y su vida vuelva a ser “normal”, “como antes” o mejor, resuelven ellas.

No obstante el dolor que las envuelve, la familia que a veces no da crédito a lo que escuchan o pretende frenar toda acción que ellas deciden emprender para ayudar a su hijo o hija, las amistades que se niegan a tener contacto con ellas por temor y ante la imposibilidad de no saber que hacer o que decir, mejor se alejan.

Las autoridades revictimizan y convierten a la madre defensora en una víctima más de una situación violenta en donde se vulneran los derechos principales de una persona. La sociedad estigmatiza y discrimina poniendo énfasis en la situación actual de la persona desde una perspectiva más lacerante aún. ¿Y que ella no fue cómplice?, gritan las voces de la ignorancia o hay quien se

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atreve a decir ¿que ella no es culpable de que esto pasara con su hijo?, “pues dónde estaba que no cuido y por eso le ha sucedido tal cosa a su hijo”, ciertamente existen casos de madres que actúan en completa negligencia hacia sus hijos pero no es el caso de estas madres. Como si ellas supieran de por vida que hay que cuidarse de los propios miembros de la familia, o como si tuviera que dejar incluso de parpadear para no perder de vista a sus hijos e hijas a sabiendas que; estas cosas pasan en los momentos más inesperados y en ocasiones hasta en cuestión de minutos.

Sin embargo, la madre decide alzar la voz, denunciar, buscar por todos los medios ayuda para su hijo o hija principalmente, pues a esta mujer a pesar de todas las contrariedades con las que se encuentra le mueve “el amor a sus hijos”, es lo que la sostiene y es al principio y al final lo que le da fuerza para actuar e incluso decir que hizo lo correcto.

Es así como inicia un largo recorrido en la búsqueda de justicia, de apoyo legal, psicológico, social etc., lanza un grito desesperado a la sociedad queriendo buscar que su caso, como muchos

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otros no quede en el olvido, en la impunidad, busca ser escuchada, tomada en cuenta, que le den credibilidad para que se actúe en consecuencia y la respuesta que obtiene incluso de quienes espera dicho apoyo es ser enjuiciada: “Seguro esa mujer esta drogada”. “Tal vez finge para obtener de esta farsa algún provecho”, “Seguro sólo se está proyectando en su hijo o hija lo vivido por ella misma”, “Trae un discurso tan elaborado, que eso mismo le pide a su hijo o hija que diga”.

Con todo esto, las mujeres terminan inmersas en un dolor mayor y su situación se convierte en desesperante, acompañadas únicamente de ellas mismas pues lo que deciden lo van a enfrentar con mucha soledad porque al parecer nadie se quiere involucrar con ellas. Pareciera que ni para ellas ni para nadie hacer una denuncia penal no es precisamente un acto de entretenimiento.

Nadie se da cuenta que para tomar esta decisión se requiere de mucho valor porque son ellas a final de cuentas las que llevan más las de perder, pues ya

anteriormente lo hemos venido señalando; pierden amistades, familia y pierden hasta la credibilidad porque los comentarios de la gente a su alrededor es “que esta mujer enloqueció al inventar tal cosa y además adjudicársela a su hija e hijo”. ¿De qué están hechas estas madres?

A pesar del miedo de ellas mismas y el desprecio del que son víctimas cada paso que dan descubren su propia fortaleza y defienden con “garra” a los “suyos” a la inocencia vulnerada que en un momento dado no tiene otro hacimiento que su madre pues contra viento y marea busca soluciones para su hijo dejándose a veces hasta por años a sí mismas, abandonándose a su “suerte” porque para ellas “primero están sus hijos”.

El reconocimiento a estas madres que le creen a sus hijos, que se atreven a romper techo, a denunciar ante un sistema de justicia del que a veces ellas mismas se tienen que defender, que se atreven lanzando un grito a la sociedad para que reconozca los hechos que vulneran a Tu Mejor Colegio SEPTIEMBRE 2018

las niñas y niños de la misma; que se atreven a romper con su voz el estigma y el mandato de silencio que por siglos ha envuelto temas como este. Cada vez hay más madres que defienden a sus hijos de quienes les vulneran la inocencia cometiendo un acto tan reprobable, que irrumpen en la sexualidad infantil transgrediendo no solo una norma o cometiendo el delito sino que transgrede la intimidad en absoluto de una persona, pues el abuso sexual envuelve una serie de faltas a la dignidad, al derecho, al desarrollo humano de una persona que le ocasionará daño a su integridad en general.

Y para una niña o niño el saberse creída, apoyado, acompañado durante todo su proceso es de vital importancia sobre todo si quienes realizan esta labor son las personas que verdaderamente lo aman. Además de que, el conocer que su madre ha “hecho de todo” para defenderlo le permite recobrar nuevamente la confianza en sí mismo y en la humanidad.

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Comienza a cambiar el clima; por las noches, la temperatura es más baja y el viento comienza a soplar un poco más frío. Se acerca el final del año, pero también… la peor época para enfermedades respiratorias y alergias.

Ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto para evitar complicaciones de un simple resfriado o para que la rinitis atópica o cualquier otra alergia al medio ambiente, no sea lo suficientemente fuerte como para ponernos en cama más de lo necesario. Si tú ya sabes que sufres de estas enfermedades en forma cíclica y más frecuentemente con el cambio de temperatura, toma nota de los siguientes consejos que te ayudarán a hacerle frente a estos meses de cambio.

Lo primero: elevar tu sistema inmunológico. Existen muchas vitaminas y minerales que cumplen con esta función de manera maravillosa:

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Antes de que te enfermes o la alergia se presente en todo su esplendor, suplementa tu alimentación diaria con vitamina C. Según la Dra. Adelle Davis, esta es la vitamina anti-alergias por excelencia.

Si eres adulto, puedes tomar una pastilla efervescente de vitamina C por 10 días, después del desayuno.

Si son niños en edad escolar los que sufren de estas enfermedades o alergias, pueden tomar 2 pastillitas de 100 mg de vitamina C después del desayuno y comida, además por supuesto de elevar el consumo de alimentos ricos en vitamina C a través de frutas ricas en esta vitamina (guayaba, pera, cítricos, caña) y jugos naturales, recién exprimidos de estas frutas y con vegetales de hoja color verde obscuro. Algunas recomendaciones con respecto a la vitamina C que debes de tomar en cuenta, son: esta vitamina cuando se consume en forma de suplemento, puede llegar a formar crista-

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25 25 les por lo que no es recomendable consumirla de manera constante.

Lo mejor es suplementarse por un periodo de máximo un mes, en este tiempo de cambio de temperatura.

Además, el suplemento no debe consumirse en ayunas ni después de las 6 de la tarde, ya que puede quitar el sueño. Si quieres consumirlo de manera natural a través de jugos de frutas y vegetales, recuerda consumirlo en la primera media hora después de elaborado el jugo, ya que la vitamina C cuando se expone a la luz solar y al oxígeno, se pierde de manera muy rápida.

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Consume Levadura de Cerveza, ya sea amarga o desamargada.

Me imagino que estarás pensado: “no quiero subir de peso”. Esto es bastante común cuando se sugiere consumir este suplemento, pero déjame te explico algo: la Levadura de Cerveza es complejo B (toda la familia de vitaminas hidrosolubles), las cuales son importantísimas

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para que todo lo que consumas se transforme dentro de tus células en energía. Estas vitaminas son básicas para un buen funcionamiento cerebral, de sistema nervioso central, para la producción de energía en tu organismo, para elevar sistema inmunológico… y lo mejor de todo, la levadura de cerveza tiene ¡0 calorías! Su consumo puede producirte sensación de hambre, pero si llevas una dieta adecuada y balanceada, no tienes porqué subir de peso.

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Un mineral importantísimo es el zinc, necesario para la reparación de los tejidos y para la función inmunológica. Se recomienda tomar un comprimido antes de cenar.

Trata de buscar alguna presentación que sea quelada. Además, este mineral previene la intoxicación de nuestro organismo con cobre, lo

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que se traduce en menos fatiga y más energía.

Lo segundo: si te enfrías, te da gripe o alguna enfermedad viral en las vías respiratorias, cuídate adecuadamente. Recuerda que si tú le das un descanso apropiado a tu organismo, con una alimentación adecuada (olvídate de comidas muy grasosas, con muchas harinas o muy condimentadas) y toma la suficiente cantidad de líquidos: agua, tés, infusiones, caldos, atoles, pero siempre naturales, sin aditivos químicos, en cuestión de 3 ó 4 días tu cuerpo será capaz de librarse de la enfermedad de forma natural y evitar complicaciones. La mejor medicina para una “buena gripe”, es un “buen descanso, con una buena alimentación”.

Ahora sí, estás list@ para que llegue el frío.

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Vitamina C Utiliza hierbas como el perejil o el cilantro que poseen elevadas cantidades de vitamina C en su composición y que en pequeñas cantidades pueden saborizar platos y agregar este micronutriente

Zinc Está comprobado que el Zinc ayuda a acortar la duración de los resfriados comunes cuando se toma en las 24 primeras horas a partir de sus primeros síntomas

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Todos los padres de familia comentan que desean lo mejor para sus hijos, que sean felices, que sean personas responsables, respetuosos, que tengan éxito en sus estudios, que sean buenos deportistas o músicos, sanos y llenos de alegría, que logren tener un trabajo digno o que tengan sus propios negocios, que tengan una familia en armonía, con valores y llenos de amor; para todo esto se necesitan grandes competencias (Habilidades, destrezas, comportamientos, conocimientos) que se van ir desarrollando en el transcurrir del crecimiento y maduración del niño y adolescente y al llegar a ser un adulto con conciencia de sí mismo y de su entorno, con responsabilidad de lo que le corresponde hacer y decidir en cada momento y situación de vida.

A este proceso de incorporar competencias para la vida, se le llama “Educación” y es la función más importante de los padres y de las escuelas. Una de las herramientas que prepara a las personas para ir desarrollando de manera continua, eficiente y divertida estas competencias es “El Juego”. El juego es la cosa más seria que hacen los niños y adolescentes, ya que por medio del juego es como se van aprendiendo las competencias más importantes, tanto

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a nivel cognitivo, conductual, valoral y emocional.

Las experiencias que se tengan en infancia y adolescencia marcarán la vida de las personas y el juego ofrece abundantes oportunidades para que se experimenten sensaciones y vivencias positivas, por lo que se tendrán recuerdos que permitirán afrontar los problemas de la vida con mayor creatividad y menos angustias.

Desde su primer día de vida el recién nacido es capaz de dar y recibir afecto y de relacionarse con otras personas. Esta interacción y el hecho de sentirse amado construirán su sentimiento de seguridad y de confianza en sí mismo.

Los lazos de afecto que se establecen en las primeras etapas de su vida, contribuyen a sentar las bases de las relaciones que tendrá en la vida adulta.

Los niños aprenden a través de la acción; por lo tanto, a medida que van creciendo, necesitan gozar de libertad para explorar y jugar. El juego es uno de los aspectos esenciales del crecimiento, favorece el desarrollo de habilidades mentales, sociales y físicas; es el medio natural por el cual los niños expresan sus sentimientos, miedos, cariños y fantasías de un modo espontáneo y placentero.

Así mismo sienta las bases para el tra-

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bajo escolar y para adquirir las capacidades necesarias en etapas posteriores de la vida.

Durante la edad escolar, el niño requiere de ejercicio físico y de la recreación colectiva para fortalecer sus músculos y huesos, adquirir actitudes que favorezcan su convivencia, competencia e interrelación con los demás. El juego con otros niños favorece también el desarrollo de sus rasgos de carácter y personalidad. Por ello, la práctica constante de la actividad física y el deporte se hace indispensable para su pleno desarrollo.

El juego constituye en el niño su actividad central. Al jugar, el niño exterioriza sus alegrías, miedos, angustias, gustos e inquietudes ya que el juego le aporta una larga serie de experiencias que responden a las necesidades específicas de las etapas del desarrollo.

Un niño que no juega nos hace pensar que algo que le está sucediendo, y si esta situación se repite frecuentemente se hace necesario atenderlo de manera especial, ponerle mayor atención, ya que está dando alguna pista de que algo no está bien.

El juego le permite al niño conocer su mundo, descubrir su cuerpo, conocer a otras personas y relacionarse con estas, desarrollar vocabulario e imitar

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roles de adultos. El juego es un medio primordial en el aprendizaje de los niños de nivel preescolar y primaria. Estudios han demostrado que el juego con un rango de funcionamiento psicológico incluye pensamiento creativo, solución de problemas, habilidades para aliviar tensiones y ansiedades, habilidad para adquirir nuevos entendimientos, habilidad para usar herramientas y desarrollo del lenguaje.

El juego tiene motivación intrínseca. Es disfrutable, flexible, escogido libremente.

No es literal. Requiere actividad verbal, mental y física. Krasnor & Pepler sugieren que el juego puro es una combinación de elementos. El juego del niño es simbólico (representando la realidad); significativo (experiencias relacionadas); activo (los niños están haciendo cosas); placentero (cuando se envuelven seriamente en una actividad); voluntario o intrínseco (motivado); los motivos son curiosidad, material, afiliación con reglas, expresado implícita o explícitamente, episódico, caracterizado por metas emergentes, cambiantes que los niños desarrollan espontáneamente.

En este mundo de prisas, de apuros por ganar el dinero para vivir, los padres se olvidan de lo más valioso que les pueden otorgar a sus hijos: Tiempo que pueden convivir con ellos. Por medio

del Juego los padres tienen tiempo para corregir, para educar, para adquirir hábitos, para conocer las inquietudes, habilidades y fortalezas de sus hijos, así como las debilidades donde hay que poner mayor atención. Recordemos que los niños aprenden por imitación y si no están los papás jugando con sus hijos, habría que preguntarse ¿qué están aprendiendo mis hijos y a quién están imitando?

El niño cuando es pequeño necesita sentirse amado y cerca de sus seres queridos, simplemente por ser un niño.

Que no sólo lo quieran por sus logros, porque se porte bien y obtenga buenas calificaciones, sino tan solo por ser parte esencial e importante de la familia.

Recuerden que para ser un adulto sano y feliz, se debe haber sido un niño feliz y el juego ofrece las mejores experiencias de felicidad.

Hay que tomar en cuenta que no todos los juegos son iguales, hay que determinar el juego según la edad del niño y sus características y aprender a intencionar las competencias en los juegos y juguetes.

Los niños y adolescentes necesitan del movimiento, análisis, creatividad, riesgo, socializar, resolver problemas, imaginar, definir, investigar, fortalecer, sentir, luchar, competir, ganar, perder, compartir, Tu Mejor Colegio SEPTIEMBRE 2018

ayudar, trabajar en equipo, estar solos, ganar un lugar con los compañeros, defenderse, lograr, superar, avanzar, pensar, ordenar, buscar la lógica, leer, cantar, bailar, concentrarse, gritar, enojarse, equivocarse, entristecerse, llorar, disfrutar, preguntar, concluir, esforzarse y muchas otras cosas que lo harán persona integra y feliz.

Busquemos actividades al aire libre, en la casa, en internet, con balones, con libros, con música, con amigos, pero no dejemos que se concentre la atención en una sola cosa como un videojuego o la televisión, porque perderá la oportunidad de experimentar lo que realmente le ayudara a descubrirse.

Entre más juegan los padres con sus hijos, menos los tienen que corregir y disminuirán en un porcentaje muy alto las conductas de riesgo en la adolescencia.

Papás, pongan es su agenda las cosas más importantes por hacer en el día “Jueguen con sus hijos”. Es la mejor inversión que puedes hacer, la vida te recompensará con un hijos plenos y felices.

Aprovecha cuando están chicos, ya que más grandes ya no querrán jugar contigo, los hijos escogerán quienes sean sus compañeros de juego y lo más seguro es que no serán sus papás.