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Nothing is what it seems
Hoy se cumplen ya dos años que Mila escapó de casa, se despereza en la cama de dos plazas con 5 almohadas alrededor de ella, da un largo bostezo y se dirige al baño a lado de la puerta de su apartamento en Manhattan. Se desviste y se mete a la ducha, siente como el agua fría va calentando en su piel y como su cabello azul va de seco a totalmente mojado. Sale luego de media hora, se lava su cara con agua fría para terminar de despertarse y también se cepilla sus dientes. Se hace su maquillaje que incluye siempre un delineado largo y negro, termina de vestirse y ve que su gato, Kido, acababa de despertarse en su cama, le rasca su cabeza, le da de comer y llena su bebedero de agua, recoge los desperdicios de la arenera en una funda y también saca la basura de su cocina, sale al pasillo verde y largo del edificio de 10 pisos y de repente escucha varios gritos provenientes del departamento 34. - ¡Tú vas a hacer lo que yo te diga! - la voz era de un hombre, ella ya lo había visto antes, le calculaba unos 56 años, nunca le había agradado ya que se mostró grosero, en especial con mujeres en varias ocasiones. - Félix, por favor... tienes que entenderme...- Mila se giró después de tirar tres fundas de basura por el contenedor, esa voz no la había escuchado antes, parecía de una mujer muy joven, hasta de 18 años. Era extraño ya que el hombre nunca solía traer chicas tan jóvenes, en especial viendo su edad. Mila no escuchó más y se dirigió de vuelta al apartamento, apenas entró pudo escuchar su celular sonar, lo agarró y era su jefe y mejor amigo Tomas. tomo: donde estás?? Lamilami hoy te toca turno de mañana y noche, te ando esperando Mila: ya salgo para allá molestoso, dame 10 :) Mila recoge su mochila antes preparada desde la noche, se pone sus converse altos negros, conecta sus audífonos a su celular y sale hacia la puerta mientras suena en sus orejas In my mind de Pixies, al final del pasillo gira hacia el ascensor, presiona el botón y al abrirse se encuentra con una chica que parece estar sollozando, tiene el cabello rosa con las raíces mostrando su color natural, ella se percata y la alza a ver, mientras Mila avanza hacia adentro del ascensor se percata de los achinados y ojos rojos de la chica, de su color verde casi turquesas. - ¿Estás bien? - Mila vacila entre preguntarle o no, pero pensó qué tal vez la chica necesitaba ayuda, ve cómo la chica la regresa a ver y empieza a llorar
desconsoladamente. Mila abre los brazos en forma de abrazo y la chica se apega a ella como a un paraguas en medio de una tormenta, retumbaba el sonido de su llanto en el ascensor hasta que ambas de despegan al unísono. -Perdóname, es que enserio necesitaba uno. - se limpia el rímel caído sobre sus mejillas y sonríe vagamente, Mila se percata que es la misma voz que escuchó de la chica joven del apartamento 34, empiezan a pasar muchos pensamientos por su cabeza, decide apretar el botón de la primera planta, se gira hacia ella y le sonríe. -No te preocupes ¿te puedo ayudar en algo? - habla con amabilidad, piensa un rato en que tal vez no sería asunto suyo, pero es inevitable no sentir empatía o preocupación hacia la chica. - ¿Puedes darme la eutanasia? - responde sarcásticamente mientras alza una ceja. Mila suelta una risa pequeña carcajada, escucha que ella también y siente como la tensión abandona el ascensor. -También necesito de eso. - la chica le sonríe y aprieta el botón de detener el ascensor, Mila pone una cara de duda viéndola, pero no se preocupa, ella le da confianza y le transmite buenas vibras. La joven se arrima a la pared del ascensor y se deja caer al suelo, apoya su cara en sus piernas y da unas palmadas a lado de ella indicando a Mila que se siente. Mila observa la hora que le indica su reloj rojo en su muñeca izquierda, tenía 15 minutos para estar en el bar, se decide y se sienta cruzada de piernas a lado de la chica. Ella la mira hasta que se sienta. - ¿Tienes prisa? -Algo. -Solo te quitaré unos minutos ...solo necesito hablar con alguien. – Mila accede asentando con su cabeza. La chica suelta un largo suspiro, se nota más calmada. -Soy Tamara, mi verdadero nombre es Tamara, pero todos me conocen por Natasha, ni siquiera sé porque aún porque escogí Natasha, era aún más joven de lo que soy y estaba emocionada por irme con Félix, creo que porque lo vi en una película y simplemente me gustó. - regresó a ver a Mila esperando una respuesta de apoyo. -Me gusta Tamara. - sonrió con labios mientras le hizo un ademán para que continúe. - ¿De dónde eres? -Texas. - Mila abrió un poco los ojos en modo de asombro. -Estás un poco lejos de casa. -Creo que ya no tengo una casa. - miró hacia el medio vacío ascensor de color plateado. - No una familia, ni personas que me quieran. Solo es Félix.
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- ¿Entonces a ti te estaba gritado hace unos momentos? - Mila alzó la ceja en modo de desaprobación. -Se qué está mal, no soy una idiota, pero es el todo lo que tengo, no tengo a nadie más, estoy sola, además que lo amo y no puedo no defenderlo. - era imposible no notar la tristeza que salían con las palabras de su boca, Mila sintió empatía. -Ahora no estás más sola. - acarició su antebrazo. Tamara se pegó más a la pared del ascensor y tiro su cabeza para atrás en modo de alivio. Mila la vio con una media sonrisa, pero vio un color entre rojo y morado que estaba alrededor de su cuello, se mostraba poco, pero estaba ahí, Mila sintió como el enojo subía por su cuerpo. - ¿El té hizo eso? - apuntó con su dedo índice al cuello de Tamara. -E e e estaba enojado, no le avisé que iba a salir. - se puso pálida como una pared y se apretó su chaqueta de cuero contra su pecho intentando tapar su cuello, cosa que terminó en fracaso. - ¿Cuantos años tienes, Tamara? -22.- tartamudeó, empezó a sudar en su frente y estaba roja como un tomate. - ¿Estás segura? No puedo ayudarte sino me dices la verdad. - dijo torciendo su boca. Natasha soltó un largo suspiro y apretó. -Tengo 16. Mila sintió de pronto que nada estaba bien.
Capítulo 2
Pasaron en ese ascensor por lo menos, 20 minutos, Natasha le habló sobre todo lo que le hacía Félix, de cómo escapó de su casa con el teniendo 15 años y el 55, que lo conoció afuera de su colegio a los 14 y el teniendo 54, fueron 3 años que bastaron para arruinar su vida. Ella ni siquiera tenía una mala relación con sus papás, no como Mila, la querían y hacían lo mejor que podían para protegerla, pero Félix se aprovechó de su mente joven y la manipuló. Se encontraban en la recepción del edificio departamental, sentadas en un sofá carmesí. -No sería capaz de denunciarlo. - Natasha tenía los ojos hinchados por todo el llanto. Mila negó con su cabeza, recordó que en su casa su papá pegaba a su mamá de todas las formas posibles solo por hablar. -Claro que puedes y lo harás, hoy mismo.
-No siquiera sabría por dónde empezar, qué decir. -Ese tipo es un pedófilo, es un enfermo y merece pagar cada una de las cosas que te ha hecho, por cómo te ha tratado, no lo dejes sin pagar, se merece que las ratas se lo coman vivo. Mila la miró esperando una repuesta de sí, esperanzada, ya ni siquiera le importaba llegar al trabajo, había puesto su celular en silencio luego de las 6 llamadas perdidas de Tomás. Abrió la boca para hablar. -Puedo ir contigo, no tienes que ir sola. -Tengo que hacer esto sola, no puedo depender siempre de alguien. Mila sintió alivio, se sentía útil, cosa que no le pasaba mucho. Ambas se pararon para ir hacia la salida cuando escucharon el ascensor abrirse, era Félix, vestía su traje azul como de costumbre y cargaba su maletín de trabajo, Mila tenía entendido que trabajaba en las noticias NBC News, mientras pasaba miró a los ojos de Mila con odio y desprecio, a Natasha no la regresó ni a ver, salió del edifico con prisa y se subió al auto que lo esperaba, arrancó y se fue. Natasha lo maldijo de todas las formas posibles mientras también lloraba nuevamente, queriendo ir tras del auto, como si quisiera agarrarlo a golpes. Aunque Mila recién la conocía, se preocupaba por ella y ya le había agarrado una especie de afecto y preocupación hacia Natasha. La agarró desde atrás para que no vaya tras él. -Lo odio, no sabes cuánto lo odio. - dijo cansada. -Créeme, lo sé. Mila le había contado de su trabajo a Natasha, mesera en un bar de su mejor amigo llamado Mikis, también de cómo escapó de su casa con él a los 16 años por la situación familiar que habitaba en su casa, su papá era alcohólico y su mamá era menor a él por muchos años, de cierta forma Natasha le recordaba a su madre. Estaban afuera del edificio. - ¿Segura no quieres acompañarme primero al bar? - iría contigo después a la policía y te esperaría afuera. -Este en el principio de mi nueva yo, Mila. Desde hoy no necesito a nadie, solo a mí, igual tienes mi número y yo el tuyo. - dijo mientras alzaba su brazo para parar un taxi. Mila le sonrió y asintió con la cabeza, ambas se regresaron a ver y se abrazaron como si fueran hermanas. -Cuídate mucho, avísame cualquier cosa. -un taxi finalmente hizo caso a la llamada de Natasha y paró a lado de ella. -Claro que sí, no te preocupes y nuevamente muchas gracias, me salvaste la vida, Mila. - hablaba en serio, subió al taxi y desapareció entre los demás
autos. Mila igualmente dio la vuelta y así mismo agarró un taxi para ir a su trabajo. Llegó, pagó y se dirigió a la entrada de empleados, ahí podía ver al gran alto Tomas esperándole con los brazos cruzados y arqueando una ceja, se veía molesto, pero ella sabía que siempre bromeaba, era muy difícil que él se molestara enserio.
Capítulo 3
-Aun no me cabe en la cabeza que la niña, porque es una niña, tenga 16, Mila, no está nada bien, siempre te dije que desconfiaba del tipo. – a Mila no se le iba la sensación de querer vomitar del estómago, ella sentía que algo no iba bien. Thomas prosiguió. -Tenemos que hacer algo más, ese monstruo merece ser escrachado en toda forma posible, que ni su mamá lo pueda ver a la cara. – Mila solo asintió, se limpio el sudor de haberse cansado por trapear y limpiar las mesas, agarro su celular de su celular y decidió enviarle un mensaje a Natasha solo para asegurarse de que este bien, ya que habían podido intercambiar números. Natasha le respondió a los dos minutos diciendo que está bien y que iría esa noche a visitarla al bar para poder distraerse, Mila se pudo calmar y continuo con su jornada mientras hablaba con Thomas de las miles de formas que podrían torturar a Félix. Llegaron las 9 de la noche, la hora en la que comúnmente el bar solía llenarse, había de todo tipo hasta menores de edad con cedulas falsas hasta policías ebrios. Thomas estaba sentado en la esquina del grande mesón, guardando una silla a su lado para Natasha, él se había preocupado mucho también por ella, le vibro el celular de Mila que tenía guardada en su bolsillo izquierdo y regreso a ver a Mila, quien estaba sirviendo cerveza de barril en una gran jarra. -Revísalo. – Mila exclamo un poco alto ya que el volumen de las personas hablando era un poco alto. Thomas leyó el mensaje de la brillante pantalla mientras Mila lo quedaba viendo, asintió con la cabeza y se dirigió hacia la puerta de entrada esquivando a varias personas, pudo distinguir fácilmente a Natasha por su cabello rosa. -Soy el amigo de Mila, ven por aquí. – dijo en voz alta. Ella asintió y el la tomo de la mano. Llegaron hacia donde Mila estaba sirviendo los tragos y Natasha le dio un fuerte abrazo apenas llegar, Mila le devolvió el abrazo
mientras le sobaba la espalda. -No lo hubiera podido lograr sin ti. – suspiró se despego y la vio a los ojos. -Gracias, nunca serán gracias suficientes. -Gracias a ti por dejarme ayudarte. – Mila sonrió como una mamá aliviada. Thomas apareció por atrás con un empleado, lo puso en el lugar de Mila y le extendió la mano a Mila, ella capto y enseguida se quito el delantal y lo puso en sus manos, los tres se fueron atrás donde Thomas tenia una sala de estar donde el ruido no llegaba tanto, el ambiente y los tonos eran verdes y cafés. Pasaron al menos tres horas hablando de muchas cosas, Natasha se sintió en confianza con Thomas muy rápido ya que el era de esas personas con las que uno se siente cómodo, ella les conto de cómo le había ido en la estación de policía y que le habían asignado un agente especial solo para su caso, que era de edad joven y que tenia experiencia. Tamara estaba lista para seguir con su vida, terminar el colegio de hecho estaba en sus planes, estudiar veterinaria que le gustaba e interesaba mucho, Mila le dio mucha felicidad escuchar eso, más que todo porque se la escuchaba decidida. Cuando mandaron a Natasha en un taxi hacia un motel donde se estaba quedando, ya quedaban unas 4 o 5 personas en el bar, Mila y Thomas terminaron de servir a las personas y cerraron el bar siendo las 3 de la mañana, Thomas fue a dejar a Mila en su departamento en su jeep negro, Mila cayo dormida apenas toco la cama mientras su gato ronroneaba en su oreja. Pasaron dos semanas, no había ni un mensaje de Natasha, no había contestado ninguna de las 47 llamadas que dejó Mila, era un viernes, 6 de la tarde, Mila si se había preocupado por Natasha, pero ella sentía que la ultima vez que la vio fue mas como una despedida, sentía que ella regresaría con sus papas, que empezaría otra vez y sin querer tener nada que ver algo con ninguna de las personas que formaron su pasado oscuro y frio y ella respetaba eso. Tenia a su gato en sus piernas, lo acariciaba mientras veía “El club de la pelea”, una de sus películas favoritas con su hermana mayor, quería aprovechar ese día para descansar ya que Thomas le dio ese día libre para que se distraiga ya que estuvo en el trabajo por mucho tiempo, Mila en cambio veía el trabajo como la distracción, le ayudaba a no pensar mucho las cosas. De pronto los golpes en su puerta resonaron en todo el apartamento, su gato se asusto y bajo de sus piernas para dirigirse al cuarto de Mila, ella miró extrañada la puerta y se levantó, caminó hacia ella y la abrió, vio a un
hombre con traje negro y a lado del mismo dos policías anchos y canosos. - ¿Usted es Mila Reynolds? -Si, soy yo. -Señorita Reynolds, queda arrestada por el asesinato de Tamara Gonzales hasta nueva investigación. – Mila sintió como su corazón se congeló y su cabeza se incendiaba.
CONTINUARÁ