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Solo basto un segundo para cambiarlo todo
Cuando el amor de dos personas resplandece y las personas se dan cuenta de lo felices que son, la envidia renace. El matrimonio es lo que la mayoría de las chicas desean y más aún si es con la persona que se ama, y el hombre que amo se llama Ares Hilton, un chico de 26 años, de pelo castaño, y unos hermosos ojos verdes que me enamoraron desde el primer día que le vi, es el amor de mi vida. Para resumir detalles, somos novios desde los 15 años, aunque en ese entonces se nos complicaron las cosas, pudimos salir adelante juntos. Mi nombre es Raquel James vivo con mi familia: Roberta y Roberto (mis padres) en la ciudad de Madrid-España desde que tengo 10 años, pero soy de laosiana- Estados Unidos, tengo 24 años. Y Admito que no es la edad indicada para casarme, pero tal vez el problema no caiga en la edad, sino en encontrar el amor y la felicidad mutua. Y lo esencial es que estoy completamente segura de mi decisión. Además, hace poco me gradué de la universidad, ahora soy una gran doctora general. La medicina es una carrera algo difícil y complicada, no les voy a mentir, pero cuando te apasiona lo que estudias, las cosas solo fluyen a buen ritmo. Hoy es dos de marzo del dos mil veintidós, mi último día soltera, los nervios me están consumiendo lentamente, solo falta un día para unir mi vida al hombre que amo. Mi cuerpo es víctima de un sinfín de emociones que se puede sentir e imaginar; pero la que más se destaca es: felicidad. Desde niña he tenido el don de presentir si va a suceder algo malo. Mi madre y yo tenemos muchas cosas en común y una de ellas es que: somos demasiados suspicaces. Desde la mañana he tenido un presentimiento que me agobia, ya que es algo dificultoso de explicar y cada segundo, minuto o hora que pasa; esa sensación se hace más poderosa y se penetra en lo más profundo de mi ser. Pero con toda mi alma espero que solo sean ideas mías y que nada malo ocurra. Tengo miedo por las cosas que pueden pasar a último momento, ya que tienen el poder de cambiar totalmente las vidas de las personas en un solo segundo. Me veo en el espejo, el vestido que escogí para esta noche es muy llamativo, ya que es de color azul eléctrico, que hace una buena combinación con mis ojos azules y ni hablar de mis zapatillas de taco de color negro intenso o mi cabello rizado de color rubio, en pocas palabras estoy perfecta para esta noche. Mis amigas me organizaron una fiesta de despedida en un restaurante cerca de la playa, y conociéndolas, imagino como acabare esta noche.
Bajo con cuidado las escaleras de mi casa, para encontrarme con Ares en la sala viendo una película si no estoy mal su nombre es: Annabelle, acaso ¿no piensa salir esta noche?, si por mi fuera me quedaría toda la noche con él, pero no puedo fallarles a mis amigas, se esmeraron para hacerme esa pequeña fiesta. -Amor… ¿Ya te vas? -me preguntó algo curioso. -Sí, ya tengo que irme, y tú ¿no vas a salir? -pregunto. Tengo entendido que al igual que a mí, sus amigos le organizaron una fiesta de despedida; por ese motivo se me hace extraño que siga en casa. -Sí amor, pero más de noche. Según mis amigos aún les falta algunas cosas para la fiesta. Los mejores amigos de Ares, son los hermanos Hidalgo (Nicolás, Iam y Mateo). Con el que más se lleva es: Nicolás, ya que se hicieron amigos, desde los 5 años. Nicolás, es el mayor de sus hermanos y digamos el más maduro de los tres. Él tiene 27 años y sus hermanos 23. Se les puede describir en solo tres palabras: engreídos, millonarios y guapos. O bueno así es como les describen algunas chicas que conozco, incluidas mis amigas, pero a mí la verdad, no me llaman la atención. -Está bien amor, cuídate mucho por favor. Tengo que irme, Sophie me está esperando afuera en su auto. -Tú también, cualquier cosa que pase me dices y voy a buscarte enseguida. Al momento que estaba por tocar el picaporte, le miré por un segundo, y para mi sorpresa él también me estaba viendo. Mi corazón estaba algo acelerado, lo amaba demasiado y no quería que nada malo pase; por más que quería ignorar este mal presentimiento que me invadía, no podía. No pude aguantar las ganas y corrí desesperadamente para abrazarlo con todas mis fuerzas, al principio le noté algo extrañado por mi repentina acción, pero rápidamente me devolvió el abrazo, sin pensarlo derramé algunas lágrimas en su hombro y me susurró cosas bonitas para tranquilizarme. Lo sentía preocupado, pero no me cuestionó nada, finalmente lo dejé de abrazar y le miré con mis ojos lleno de lágrimas. -Te amo- finalmente le dije, dándole un diminuto beso antes de separarme de sus brazos. -Yo también te amo- me dijo algo alegre, pero a la vez triste. Estaba vez no me detuve, y abrí la puerta para irme. Afuera de mi casa estaba Sophie en su ostentoso auto. Ella es mi mejor amiga desde los 11 años, prácticamente somos inseparables. Sophie es una chica extrovertida, alegre; ella ha estado en los momentos más difíciles
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de mi vida y por consecuente, le aprecio a ella y a su amistad, cabe recalcar que es muy guapa y trasmite una elegancia natural envidiable. -Hola corazón, ¿estás lista para disfrutar tu última noche de soltera? - me dijo alegre. -Hola Soph, claro que sí, pero por favor no me dejes sola en la fiesta, no quisiera pasar lo de la anterior vez- le pido algo preocupada. En la anterior fiesta que fuimos un desconocido intentó abusar de mí, pero por suerte Ares llegó a tiempo y no pasó nada lamentable. El abuso sexual, es un tema delicado de tratar. Muchas personas han sufrido por desgracia un abuso sexual en sus vidas y no solo hablo de mujeres, sino también de los hombres, ningún género tiene escapatoria para este problema. La sociedad juzga y crítica situaciones como estas y la mayoría de veces culpan a la víctima e intentan justificar el abuso con argumentos detestables y sin valor, que lo único que hacen es herir más emocionalmente a la víctima. -Tranquila corazón, te cuidaré- me prometió afablemente. -Vamos, entonces…. Llegamos al restaurant, el lugar era muy sofisticado, colorido, acogedor y extremadamente decorado por flores de cristal que colgaban en cada esquina del lugar. En las mesas se encontraban mis amigas y algunas conocidas de la universidad. Saludé a todas educadamente con abrazos y besos en la mejilla, ellas me felicitaron por mi matrimonio y me prometieron que me iba a divertir mucho en toda la noche. Mi fiesta de soltera se resumió en música, alcohol y algunos strippers que la verdad la mayoría de veces me hacían sentir incomoda, pero no dije nada. Llamé algunas veces a Ares para preguntarle de su fiesta y como la está pasando, pero ninguna llamada me contestó, muy extraño viniendo él. Ya eran las cuatro de la mañana, todos estaban mal por motivo del alcohol y no encontraba a Soph para poder irnos, en este momento lo único que quiero es estar con Ares en casa, pero como no me contesta las llamadas, no sé si ya está en ella o no. Pasó media hora y no había señales de Sophie, hasta que aparezca, mejor tome la decisión de salir a tomar aire fresco. La brisa del mar era relajante y me trasmitía mucha paz. Me quité mis tacos para dejarlos a un lado y corrí hasta la orilla del mar para poder tocar el agua con mis pies, me sentía feliz ya que hoy era el día más esperado de mi vida. Empecé a caminar por la playa y sin darme cuenta ya estaba lejos del
restaurant, para evitarme cualquier peligro es mejor que regresé a buscar a Soph, e irnos. Cuando iba de regreso, escuché de cerca unas risas masculinas. Por curiosidad volteé y me encontré con los amigos de Ares; estaban algo embriagados, lo busqué y busqué, y mi esperanza de encontrarlo desaparecieron, quizá volvió a casa y en este momento, me gustaría hacer lo mismo. Al momento que me enfoqué en ellos, todas sus miradas estaban puestas en mi y mentiría si dijera que no siento miedo, una vez mal maldije por alejarme tanto. -Raquel-me llamaron en un tono bromista. Mi madre siempre me decía que nunca debía hacerle caso a una persona embriagada, porque ellos no están en sus cinco sentidos y pueden llegar hacer peligrosos. No les contesté, y cuando traté de caminar para volver al restaurant uno de ellos me detuvo por el brazo, hasta este punto ya estaba demasiado asustada para razonar coherentemente y lo único que deseaba hacer era irme y llegar a casa, sana y salva. - ¿Qué haces aquí hermosa? - ¿Te perdiste? - me pregunto Iam con un destello de burla. Por el dolor emocional y el miedo que sentía, las ganas de llorar se hacían más fuerte. -Suéltala Iam-exigió Nicolás, en su voz pude sentir lo enfadado que estaba. - ¿Por qué hermano? - Sabes perfectamente las ganas que le tengo- ¡Oh no!, permíteme corregir. Tenemos. Nicolás, me miró por un segundo y vi cómo su mirada me repasaba todo mi cuerpo. -Vamos hermano, acaso vas a desperdiciar esta oportunidad que tenemos para hacer las cosas que tanto hemos deseado. Todo se derrumbó, cuando su mirada se transformó totalmente, pude notar su sonrisa maliciosa y como sus ojos lentamente se volvían más obscuros, mi paciencia acabó, y por el miedo que sentía empecé a gritar fuertemente. Pero no puede gritar tanto, porque sentí un golpe justo en mi mejilla derecha que provenía de Iam y me tiró de una manera tosca a la arena. Las lágrimas que había estado reteniendo durante todo este tiempo, aparecieron y rompí en llanto ruidosamente. Mi vista estaba nublada por mis lágrimas y lo único que veía y oía era como se quitaban la ropa, Iam se puse encima de mí, luché y luché, pero nada funcionó, ellos eran más
fuertes que yo. Nadie me iba a ayudar, porque estaba muy alejada de todo. Mi única esperanza era Mateo, pero él estaba en una esquina mirando como me hacían daño, sin intenciones de ayudarme. En esa noche acabaron con mi alegría, mis esperanzas, mi pureza, mis sueños; cada golpe, cada abuso hacia mi persona, me acababan por completo. Si salgo viva de esto. ¿Cómo miraré a Ares? - ¿Qué le diré? - ¿Cómo le diré, lo que me hicieron sus amigos? Todos terminaron y el miedo al que me maten se incrementó, pero ellos solo se vistieron y se fueron, abandonándome en mi sufrimiento. Sin darme cuenta mis ojos se fueron cerrando poco a poco. Abrí mis ojos asustada, me encontraba en una habitación que no reconocía, acostada en una cama algo antigua. Quise moverme, pero el dolor de mi cuerpo no me lo permitió, estaba tan concentrada en mí que no me había dado cuenta de la joven desconocida que se encontraba mirándome preocupada. Era muy joven, debía tener unos 18 años de edad. - ¿Cómo te encuentras? -me preguntó algo preocupada. No pude contestarle, estaba tan aturdida que las palabras no lograban salían de mi boca, no dije nada oralmente, pero por los gestos le di a entender que no estaba nada bien. Hoy debía ser el día más feliz de mi vida, pero ¿Cómo hago para olvidarme de todo esto? - ¿Con que cara voy a regresar y hacerle frente a esta situación? Ahora me encuentro en la entrada de mi casa, y mentiría si dijera que no tengo miedo de lo va a suceder si toco ese timbre. Pero lastimosamente no hizo falta, porque alguien más abrió la puerta y en realidad no podía creer lo que estaba viendo. Allí estaba: mi hermano Peter; parado con los brazos cruzados mirándome con el ceño fruncido, seguro lo sabía todo. Mi hermano mayor Peter, es alguien admirable ante mis ojos, con cualidades que le hacen ver auténtico e irremplazable en mi vida. Vi en sus ojos decepción, aunque no lo culpo. No me quiero ni imaginar las cosas apócrifas que le habrán dicho mis padres. Cuando parecía que me iba a mirar perpetuamente, desvió su mirada para otro lado y solo negó con su cabeza, para luego marcharse sin dirigirme una sola palabra. Ignorando el dolor que sentía por su desdén, abrí la puerta y entre a la casa cuidadosamente. Nunca debí haber entrado, ¿Cómo pudieron haberme tratado así?, bien dicen que las palabras duelen más que los golpes. Estaba consciente del
riesgo que corría al momento que entré por esa puerta, les quería explicar todo lo sucedido, pero no me escucharon y solo me lanzaron palabras hirientes y golpes de parte de mi padre hacia mi persona. Me sacaron a la fuerza de la casa y sin miramientos me cerraron la puerta en la cara. También sé que Ares en este momento debe estar odiándome y sintiéndose traicionado, ¿será que si le cuento la verdad él si me va a creer? Tengo que ir a su apartamento, necesito pedirle perdón y contarle la verdad del porque no me presente a la boda. Corro y corro hasta el departamento de Ares. El edificio del departamento esta ubicado cerca de mi casa, lo compro hace un año, según él lo hizo para estar más cerca de mi, ya que su anterior casa estaba muy alejada de la mía y era complicado vernos. El edifico es extremadamente sofisticado, y ni hablar de los departamentos ya que son muy elegantes y ostentosos. En la entrada me recibió la recepcionista: Mariah. -Hola Mariah-la saludo con una sonrisa. Ella es una joven muy simpática, la conocí hace cinco meses ya que comenzó a trabajar como recepcionista en el edificio, y por su auténtica y admirable personalidad nos hemos hecho muy buenas amigas. - ¿Cómo estas Raquel? - ¿vienes a ver a Ares? - me pregunta afablemente, pero en sus ojos pude ver algo de tristeza. No quiso cuestionarme nada porque sabía perfectamente del porque estaba así, la diferencia de ella con los demás es que no me reprocho, ni cuestiono nada, solo con su mirada me pude dar cuenta que me apoyaba a pesar de no saber lo que en verdad había pasado. Solo le di un asentamiento con la cabeza. Y no me dijo nada mas y me dio permiso para poder ingresar. El ascensor subía y subía, así como mis nervios al ver que ya llegaba al piso de Ares, cerré mis ojos por un segundo para tranquilizarme y al momento que los abrí las puertas estaban totalmente abiertas y me daban una vista completa del departamento. Y allí estaba, o mejor dicho estaban sentados en los sofás de la sala, la mayoría mirándome con reproche y otros con burla, mi mirada conecto con la de Ares quien me estaba viendo con odio y resentimiento. Ares se paró inmediatamente y me cogió bruscamente del brazo para regresarme al ascensor. Él quería que me fuera, sabía que el dolor que le había causado iba hacer mas fuerte y no iba dejar que le explique las cosas. -Ares por favor, escúchame – le pido desconsolada y con lágrimas en el rostro.
- ¡Lárgate! - me dijo enfadado y con mucho rencor en la voz. -Solo déjame explicarte-le pido nuevamente. - ¿Cómo tienes la desfachatez de presentarte a mi departamento después de lo que hiciste? maldita descarada. -Yo no hice nada, ellos fueron lo que destruyeron todo-le digo. Tenía que contarle todo y no iba a irme sin decirle la verdad y enfrentar a esos malditos que nos destruyeron. - ¿De quiénes hablas? Ahora vas a culpar a otros por lo que hiciste-me grito, nunca me había gritado, aunque a veces discutíamos por cosas sin importancia él nunca me había faltado el respeto alzándome la voz. -Los que están sentados en el sofá de la sala, los que tu consideras tus amigos, me destrozaron mi vida. Abusaron de mi Ares, en la fiesta de despedida- le confese gritando y llorando a mares. Después de eso, el solo se rio y negó con la cabeza. Los tres se levantaron del sofá enfurecidos y sin darme cuenta me encontraba en el suelo. Nicolas me había golpeado. - ¿Cómo se te ocurre decir eso de nosotros? - me grito enfurecido. -Ahora nos usa para justificar sus acciones-dijo Iam riéndose. - ¡Lárgate Raquel! - me ordeno Ares ya enfurecido. No le importo que Nicolas me haya golpeado, no hizo nada al respecto. Con mi corazón hecho pedazos, fui hacia el ascensor y mientras las puertas se cerraban lentamente pude observar cómo Iam abrazaba a Ares y me dedicaba una sonrisa de burla. Sali del edifico desconsolada. Estaba sola ¿cómo iba a salir adelante sola? Pero tenía que, era alguien fuerte y se lo voy a demostrar a todos. Hare pagar a esos malditos que destruyeron mi vida, aunque sea lo último que haga. Un año después Nicolas Hidalgo por el crimen de abuso sexual, psicológico y físico hacia la señorita Raquel james, usted es sentenciado a 30 años de prisión sin libertad condicional. Iam Hidalgo por el crimen de abuso sexual, psicológico y físico hacia la señorita Raquel James, usted es sentenciado a 30 años de prisión sin libertad condicional. Mateo Hidalgo, por ser cómplice del crimen de abuso sexual, psicológico y físico hacia la señorita Raquel James, usted es sentenciado a 15 años en prisión sin libertad condicional. Tras escuchar las escuchar las sentencias, cierro mis ojos y sin poder
evitarlo las lágrimas que había estado conteniendo rebelaron lentamente por mis mejillas. Todo había acabado y esos criminales a pesar de todo el dinero que tienen, pagaron por lo que hicieron. Después del juicio fui a una cafetería cerca para poder tranquilizarme. Este fue el año más difícil y horripilante de mi vida: las pesadillas, los medicamentos, las personas juzgándome, mis padres sin quererme ver, ni escuchar y sin tener noticias de Ares, ni de Peter. Y pasar por todo eso, sola, sin apoyo de nadie, era horrible y algo que no desearía que le pase ni a mi peor enemigo. A veces la vida puede ser muy injusta, pero no tenemos que ver aquello como algo negativo, sino como algo positivo porque mientras más pruebas te dé, tú lo que tienes que hacer es demostrarle lo fuerte y valiente que eres. Y con el tiempo te sentirás orgullosa de la persona en que te has convertido. Mi vida la tenía planeada, pero bastó solo un segundo para cambiarlo todo.
Fin.