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El haba del roscón de reyes.

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Roscón de Reyes.

Roscón de Reyes.

Gaspar Ros Berruezo.

La Navidad finaliza gastronómicamente, con la tradición española con la celebración de los Reyes Magos y el consumo del Roscón, quien de manera consustancial se une al haba y su simbología. Esta es la legumbre más antigua del mundo. Fue domesticado hace más de 4.300 años, y conocida ampliamente por egipcios y griegos, para luego ser distribuidas a lo largo de Europa en el siglo XVI. Ha servido tanto para la alimentación humana como animal, aunque no siempre tuvieron aceptación en el mundo. De hecho, distintas culturas las han asociado a una legumbre impura y que dentro de ellas escondían el alma de personas ya fallecidas. Quizás, sea por sus características manchas negras o violetas de la flor, por su difícil digestión y metabolismo o que los Pitagóricos consideraban que en la planta del haba se absorbía al crecer el alma de los difuntos que transformaban en gas.

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En sus orígenes (siglo II a.C.), en las llamadas Saturnales, tenía forma de torta, y no contenía esta haba. Con el paso de los siglos, en el III d.C., comenzó a introducirse un haba en el roscón y no se sabe a ciencia cierta si por coincidir en la época de su primera cosecha o por su simbolismo: aquel que la encontraba era muy afortunado, puesto que le auguraba prosperidad (y fertilidad) el resto del año. En el siglo IV, la Iglesia convirtió las fiestas en celebraciones cristianas y la historia del Roscón de Reyes quedó en el olvido, excepto en Francia, donde comenzó a celebrarse Le Roi de Fave (el rey del haba) en el que los niños eran los protagonistas y quien encontraba el haba recibía regalos. Estas tradiciones (la del Roscón como la del haba) se asimilaron por las quintas de los Tercios de Flandes y los Reyes de España (Felipe V fue el que la importó), en especial de la couronne o gâteau des rois

(corona o pastel de reyes), consumida en el centro y el sur de Francia. El gâteau empezó a sonar en Madrid en torno a 1848. De ese año es la primera referencia que encontramos en prensa a “un gran bizcocho que llaman torta de reyes”, en cuyo interior se metía un haba (a veces sustituida por una almendra) que servían para designar al agraciado como soberano de la reunión. En 1867, el escritor José González de Tejada mencionaba que se “…hacía reparto del gateau des rois o se sorteaba le roi de la feve (la figurita del interior del gateau)». La humilde haba fue reemplazada por monedas, joyas o figuras de porcelana en los selectos bailes que ofrecía la alta sociedad por Reyes. Así, la historia del haba y los regalos han llegado hasta nosotros y seguimos celebrando que la Navidad ha llegado a su fin y que si nos toca el haba sintámonos afortunados del presente que nos hará Reyes por un día. Aunque no olvidemos que hasta San Antón (17 de enero), Pascuas son.

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