6 minute read

Libertad de todo

Por Jaime Agudelo Granados, estudiante Saberes de Vida

En esta edición, ofrecemos la continuación de cartas donde el autor ofrece una percepción acerca de un viaje de manera muy distinta a la que estamos acostumbrados. Enmarcada en lo que podría ser una literatura de viajes contemporánea, la subjetividad transita a través del frío y algo de orfandad para tocarle el rostro al lector y hacerlo un poco más consciente de la realidad al otro lado del mundo. Son ocho cartas, en nuestra revista hemos querido presentar la segunda entrega, a fin de revivir la expectación de los distintos modos de publicación literaria en siglos pasados.

Aquí, la continuidad del relato compartido durante una estadía en Rumania, que según palabras del autor describen algunas impresiones de la vida diaria en este lejano, extraño y lindo y país.

CARTA 4:

Qué difícil el fin de semana. Nada de trabajo, ni de nada. El hotel no tenía teléfono de larga distancia internacional. Opté por llamar a uno de mis amigos colombianos y luego al otro. Lo mismo, aburridos, y sin nada para hacer. Tal vez el de peor condición era yo, pues uno de ellos estaba en la capital y el otro en una ciudad más grande que la mía. Para el siguiente fin de semana ya habíamos proyectado ir a Bucarest, al menos para hablar en español y acompañarnos.

Al llegar a Bucarest me esperaban a mí en el aeropuerto, pues mi vuelo era el más tardío. Como era sábado en la mañana, fuimos a cumplir la cita de visitar nuestra embajada para informar quiénes éramos y todo lo demás. El Embajador, un militar retirado, o mejor, escondido allá de las investigaciones en Colombia, nos recibió muy bien. Nos invitó a café colombiano y nos prestó algunas páginas de un periódico que le enviaban por fax a la embajada desde Bogotá. Igualmente, nos propuso que fuéramos a la embajada de Estados Unidos a comprar cosas, pues allá tenían un supermercado diplomático. Nos consiguió un permiso para ir allá cada que quisiéramos. Esa mañana, y todos los fines de semana, a partir de ese momento, fuimos a la central telefónica a llamar por primera vez a la casa de cada uno. En la telefónica nos demoramos casi cuatro horas entre esperar que pasara el satélite, pues eso decían, y la llamada propiamente dicha. Éramos cuatro personas que hablábamos a todo taco porque no se escuchaba nada. La privacidad de las llamadas no existía. De hecho, ese día nos enteramos de que el embajador tenía un perro, y estaba enfermo. Cada fin de semana había que preguntarle al embajador por el perro. Lo único que no le gustaba al embajador era que habláramos de fútbol. Desde ese día había que llevar Cognac a la telefónica, pues la espera era larga.

CARTA 5:

CARTA 6:

Cada domingo, como éramos, y somos, amantes del fútbol, como ustedes saben, empezamos a ir al estadio a ver un fin de semana al Dínamo, equipo de la Policía y la temida Securitate y al Steaua, del Ejército, el otro fin de semana. Ambos son de la capital, y dependían directamente, o por interpuesta persona, de Nicolae Ceausescu, el presidente de Rumania. Era el mismo dueño. Este año, nos tocó, por casualidad, ver la final del campeonato que todos los años siempre la disputaban los mismos dos clubes, El Dínamo y el Steaua. En este último juega la estrella George Hagi, llamado el Maradona de los Cárpatos.

Les cuento un poco del partido: El primer tiempo quedó 0-0. En el segundo, iban 1-1 cuando el Steaua se retiró del campo tras serle anulado un gol, casi al final. El árbitro esperó un rato, según el reglamento, y al no presentarse el Steaua, dio por terminado el partido y ganador al Dínamo. Casi nadie, en el estadio, protestó o lanzó vivas al Dínamo, no fuera que lo detuvieran. Así es el régimen. Recuerdo, que, en la noche, en el restaurante-bar al que íbamos cada fin de semana después de fútbol, el mesero, que siempre era el mismo, nos dio la noticia que el Steaua era en campeón después de que Nicolae, el presidente, hablara esa tarde noche en tv y validara el gol, además, de que el árbitro estaba preso. Todo sucedió el mismo día. Se le ordenó al Dínamo entregar el trofeo, cosa que sucedió. El presidente de la república validó un gol, increíble. Este partido resultó ser el mayor escándalo deportivo conocido en Rumania.

Pero los abusos no fueron propiedad del Steaua. El Dínamo también tiene un oscuro pasado; el más conocido, el caso Camataru, jugador que se proclamó bota de oro en Europa tras marcar 44 goles en una temporada. Sorprendentemente, en la sede del Dínamo no existen documentos que confirmen los 44 goles del futbolista.

Un domingo, anterior a la final que les acabo de mencionar, el compañero colombiano de Bucarest, nos dijo que él había invitado al partido de esa tarde a una chica ingeniera de la fábrica que él visitaba, y del que se hizo su amigo, ya que hablaban a diario, a que nos acompañara al estadio a ver el Dínamo contra el CFR Cluj de otra ciudad. La recogimos en taxi, bastante difícil de conseguir, pero nuestro colombiano ya era hombre ducho en sortear las dificultades del país, además de que la tasa de cambio era mucho mejor que en mi ciudad. Casi que el taxi estaba siembre a su disposición. Cuando llegamos por ella, hubo que gritar desde la calle hasta que se asomó al balcón desde el tercer piso, pues no había timbre. Ella nos tiró las llaves de su apartamento y nos dijo que subiéramos a conocer a su mamá, antes de irnos al estadio. Subimos las escaleras, pues no había ascensor, en medio de una oscuridad total, pegados a las paredes, para no tropezar, pues no había iluminación ni ventanas que permitieran el paso de la luz. Conocimos a la mamá de ella y nos fuimos al estadio en nuestro taxi. Vimos el partido, regresamos con ella a su apartamento, y nos despedimos.

Ahora viene lo interesante: el jueves, ya en la ciudad de cada uno, recibimos la llamada telefónica de nuestro amigo colombiano de Bucarest en donde nos estaba contando esta historia: la noche del domingo, después del partido, llegaron unos oficiales de la Securitate al apartamento de la ingeniera y la llevaron a la comisaría a interrogarla acerca de su desobediencia al tener contacto con tres extranjeros sin permiso del partido comunista oficial. En el interrogatorio, con una lámpara encendida en la cara, le indagaron acerca de la conversación con cada uno de nosotros y nuestra posición acerca del régimen, no sin antes advertirle que podría ir a la cárcel y perder su trabajo en la fábrica, lo que sería la ruina para ella y su mamá. Ella manifestó que nosotros éramos buenas personas y no tuvimos ninguna posición política y no habíamos manifestado nada distinto al fútbol. La dejaron ir al amanecer a su casa, con la amonestación y advertencia de que no podía hablar con nosotros, sin permiso del partido. Ella le envió a nuestro colombiano una carta, por intermedio de otro amigo de ella, contándole todo esto, despidiéndose y enviándonos saludos. Fue trasladada a otra sección de la fábrica. Le pidió a nuestro amigo que nunca más la podía buscar ni para saludarla, pues, ella perdería mucho.

This article is from: