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Privilegios
RETIRO
EN MOVIMIENTO
Por Leonor Gómez de Pérez, Estudiante Diplomado “Ruta de la Seda”
En el proceso evolutivo de la vida, el niño se convierte en joven, el joven en adulto y más tarde se transforma en un adulto más grande.
Cada etapa trae sus propias características: el niño sacia su curiosidad por medio de la observación y a través de ella va ampliando y cimentando su aprendizaje; el joven va construyendo un mundo de conocimiento y de sueños; el adulto con la experiencia y el valor de lo aprendido inicia una importante etapa llena de logros, éxitos, frustraciones, realización de sueños, de caer y volverse a levantar, construir una familia y así contribuir a la preservación del largo cordón de vida que conformamos los habitantes del planeta. En ese camino, ejerce su trabajo y es allí donde salen a relucir sus competencias, creatividad y esfuerzo. Está tan concentrado en todo esto que a veces se olvida de vivir, de hacer un alto para disfrutar y planificar lo que sigue. De repente llega la etapa del retiro… En el pasado se creía que era un tiempo para recluirse en el hogar, dedicarse a las reminiscencias de tiempos que se pensaba eran mejores y consumirse lentamente como una débil lucecita. Por suerte, la evolución trajo consigo cambios no solo de mentalidad sino de actitud. El nuevo retirado tiene proyectos para el futuro, disfruta y brinda su sabiduría, se reinventa, ama, sigue siendo útil a sí mismo y a la sociedad, amplía sus conocimientos, interactúa con los demás y es feliz. Saberes de Vida abordó a dos invitados con miradas distintas, unidos por un retiro con propósito: bien sea con el disfrute pleno de un hobby o con el renacer como empresario. De un lado está la médica pediatra Silvia Elena Bravo, quien con gran profesionalismo y dedicación se ha entregado durante 30 años a cientos de niños pacientes y comenzó a planificar 10 años antes de su retiro formal, su nuevo quehacer: el agility, pasatiempo que practicaba paralelamente con su profesión. Su hobby, agilidad www.eafit.edu.co/saberes creada por el adiestrador canino Peter Meanwell a mediados de los 70’, consiste en entrenar a un perro a partir de la creación de un vínculo y estímulo para la comunicación entre el entrenador y su canino, creándose así una dupla maravillosa. El perro y el guía van creciendo unidos en este deporte, aprendiendo a conocer movimientos, sortear obstáculos y reconocer señales. Nuestra médica establece un paralelo entre la pediatría y el agility. En su consultorio no solo ejercía la medicina curativa sino también la emocional involucrando a los padres y a sus pequeños pacientes para ponerse el uno en los zapatos del otro para lograr el mutuo respeto. En el agility, protege tanto la salud física de su perro como su estado emocional y se dispone a hacer de la paciencia su aliada favorita. Reconoce que es un deporte exigente, pero también de grandes satisfacciones para los dos. Junto con Lara, su perra, Silvia ha participado en numerosos eventos nacionales y en cinco internacionales. Incluso, en la actual pandemia, participaron en una competencia virtual organizada desde Chile con la presencia de jueces internacionales.
Cuando Silvia habla de su profesión como médica y ahora, desarrollando esta actividad deportiva, su voz cobra un entusiasmo contagioso, su estado físico es envidiable y su energía brota por todos lados, como ratificando que la vida sigue siendo maravillosa. Si en tantos años hizo felices a muchos niños, hoy se realiza también con sus leales y desinteresados amigos caninos. ¡Enhorabuena, preciosa Lara! De otro lado, está el valor de lo vivido por Hernando Vásquez Villa, quien desde muy joven inició una vida de retos, sueños, mucha decisión e intenso trabajo. Huérfano a muy tierna edad, emigró de su natal Yarumal hacia Medellín y sin más presentación que su palabra y su afán de salir adelante, fue vinculado a The Royal Bank of Canada, un banco que además contaba con más sucursales en el país. Allí comenzó su brillante carrera como mensajero y poco a poco, fue demostrando de lo que estaba hecho, con entrega, disciplina, estudio y un trabajo impecable, fue ascendiendo escalón por escalón: jefe de cuentas corrientes, luego jefe de personal y subgerente, hasta llegar a la gerencia del banco. Allí se pensionó con grandes reconocimientos por su excelente desempeño y logros en 36 años de intenso trabajo. Antes de su retiro, comenzó a planificar lo que sería su nueva vida. Muy claro tenía que no se iría a vivir de sus recuerdos y fundó un local en el centro de la ciudad, una papelería con todos los servicios, a la cual llamó Centro de Copiado Moderno, donde se le veía no solo supervisando y dirigiendo las tareas del negocio, sino colaborando hombro a hombro con sus empleados. Este trabajo no solo le dio satisfacción, sino también la apertura de una nueva sucursal producto de su empeño en la nueva gestión ya retirado. Hablar de sus realizaciones le trae mucha felicidad. Hoy, a sus 85 años, siente un gran optimismo y una inmensa satisfacción por la forma en que asumió su retiro. Silvia y Hernando no tuvieron miedo de abrir nuevos ciclos y piensan que la vida no se termina con el retiro, sino al contrario, como Guido da Verona titula uno de sus libros: “La vida comienza mañana”