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5.1 La Música

5. ARTES Y CEREMONIAS

5.1 La Música

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Los músicos populares

Pablo Zurita cuenta, según versión de su padre, que allá por los años 40, una tarde de sábado entra corriendo en su antigua casa de la Bolívar un amigo y le dice “¡Oíte Gabriel, vení a ver a unos guambras del Juan Montalvo que cantan unos tonos bonitos!”. Sentados en el poyo del zaguán de la casa, se hallaban dos muchachos, entonando canciones de música nacional, en un perfecto dúo de voces. Eran Luis Alberto y Gonzalo que, tiempo después, serían conocidos como el famoso dúo Benítez y Valencia.

Los conocoteños de más edad, junto a los músicos descollantes a nivel nacional, recuerdan con cariño a músicos que nacieron o vivieron en nuestro pueblo, como: Segundo Alfonso Teófilo Aráuz Vargas, compositor y ejecutante de varios instrumentos, quien compuso, dentro de su nutrida creación musical, un pasacalle que posiblemente sea la primera canción dedicada a Conocoto con letra de Humberto Pasquel. Igualmente se recuerda a José Ignacio Rivadeneira, compositor y director de la banda Simón Bolívar; y a su hijo, Ernesto Rivadeneira, también compositor y director.

En las escuelas o en algún salón de actos, era muy común que se presenten sainetes y obras de teatro, intercalando interpretaciones de músicos de la población. Mientras que en las calles y en las fiestas de casa se podía oír el vozarrón y la guitarra de Pedro Constante, la flauta traversa de Juan Villafuerte, o el bandolín y la guitarra de los hermanos Alomoto.

Otro de los grupos recordados es el Trío Los Andinos, cuyos fundadores son: Ángel Betancourt en guitarra, Lucho Pinto en el requinto y Manuel Albán en la primera voz; luego, en una segunda etapa se une Misael Arteaga en el requinto y Telmo Chango en la primera voz. Le sustituye finalmente Wilson Proaño como primera voz y se integra Gustavo Gómez como segundo Requinto.

También las personas entrevistadas recuerdan grupos y orquestas como: Los Vikys, integrado por Rafael Vargas en el saxofón, los hermanos Isauro y Hugo Maldonado en el acordeón, entre otras. Además, Los 8 del Valle, Los Dandys, Los Chavales, Los Monjes, Los hermanos Talavera del barrio La Luz, Gonzalo Sany cantante y compositor de FADISA.

Tienen presente a los “Huasipungo”, cuya trayectoria de más de 40 años en la música popular ecuatoriana y latinoamericana ha sido constante, además de una larga permanencia en la creación de música y danza. También en la formación de niños y jóvenes, sobre todo del barrio La Loma.

Otro de los grupos que son referentes en la población son los “Arperus”, ex estudiantes del Colegio San Vicente de Paúl, cuyo mérito es su

grado de profesionalización, su permanencia, la creación musical y una importante gira por el festival internacional de las Juventudes en Italia.

Los “Galex”, grupo de música romántica que se ha mantenido en el tiempo y que hoy se renueva con sus descendientes.

Finalmente, los entrevistados tienen presente a Amapola Naranjo, como nuestra representante en la música tradicional ecuatoriana. Al escuchar sus canciones, muchos han señalado la semejanza de la tesitura de su voz con la de la inolvidable Carlota Jaramillo.

La música denominada “Chicha” toma fuerza en los años 80, caracterizada por una alteración popularizada de los ritmos nacionales y latinoamericanos, reduciéndolos a un solo ritmo “especie de paseíto”, con producciones de vídeo de bajísima calidad y propuestas estéticas muy pobres, pero que dejaban grandes ganancias para los empresarios.

Este fenómeno viene acompañado de la subjetividad del empresario que impone gustos y modas, distorsionando, invisibilizando, y muchas veces atacando otras corrientes y producciones artísticas.

Frente a este fenómeno, en Conocoto, Hipatia Balseca va desarrollando una propuesta propia, innovadora, pero sin perder lo popular, generando referencia musical a nivel nacional y protegiendo las prácticas artísticas. Pese a ello, se pierden valiosos e interesantes trabajos de creadores y artistas populares

que no están dentro de estos círculos de la industria cultural y se archivan sus trabajos por falta de financiamiento y promoción. Esta situación es agravada por la tendencia del artista popular a despreciar la formación académica y la profesionalización artística. Es muy común que en la danza, música y otras expresiones artísticas, las personas aficionadas ingresen a un grupo o colectivo, y aprendan el oficio de los integrantes más antiguos, con ausencia de herramientas y conocimiento académico, dando como resultado, propuestas de baja calidad y sin respuesta del público.

Según Jaime Betancourt, el actual currículo de las instituciones educativas, en teoría tiene un nuevo enfoque que se centra en la formación integral del ser humano, incluyendo procesos para el aprendizaje del arte plástico, la música y la expresión corporal. “El problema es que se ha subestimado por completo la educación musical, en muchas instituciones”.

En el Conocoto de hoy existen músicos, intérpretes, compositores, grupos, orquestas y bandas, que interpretan innumerables géneros y expresiones.

Las bandas de pueblo

En la primera mitad del siglo pasado, Conocoto era un pequeño pueblo rodeado de haciendas y quintas, a las que los turistas de Quito venían a vacacionar o pasar el fin de semana. Aurelio Alomoto nos cuenta: “Antes había la banda Pichincha que era muy buena

y tenía mucho trabajo, eran contratados para las fiestas en las quintas y haciendas o por familias de la parroquia”.

Luego se formó la Banda del gremio de Albañiles, sabían leer partituras musicales y también tenían un excelente nivel, pero un día decidieron quitarles los instrumentos para entregar a la recién formada Banda Simón Bolívar” (24 de julio de 1.938) que con el tiempo se transformó en la principal institución artística en la población. Tomado como semillero de músicos, con presencia permanente en el quehacer cultural de Conocoto, hasta nuestros días.

Los aprendices comenzaban como utileros, sosteniendo las partituras en la espalda, a decir de Julio Taco y Margarita Pinto, luego venía la educación musical y progresivamente la práctica. El instructor era en ese tiempo, el trompetista Arturo Viera y les enseñaba a leer partituras. Los integrantes de la banda ensayaban junto al antiguo camal de Conocoto (actual Casa Somos Centro), todos tenían su apodo, y se combinaba la práctica musical con el licor, para templar los nervios y para tocar bien.

Algunos de los músicos de la banda, eran Elías Pinto, Aurelio García, Camilo Pinto, Alfonso Yánez, Francisco Paucar, Rafael Vargas, entre otros. Varios de estos músicos tuvieron hijos que también se convirtieron en músicos, estableciéndose así una continuidad en la actividad musical, -aunque fuera de la banda-, pues varios formaron otros grupos y orquestas.

En la actualidad, se puede notar un cambio en el tipo de instrumentos. Se utiliza principalmente teclados, baterías y guitarras eléctricas. Además, los equipos de sonidos móviles han reemplazado, en gran parte a los grupos, orquestas y bandas.

A la tradicional banda de pueblo Simón Bolívar se sumaron la San Pedro de Conocoto y actualmente hay ocho bandas, según informaciones.

El Centro Cultural Conocoto

En el Conocoto de los años 80, el trabajo institucional dedicado a la cultura era disperso y escaso. En ese marco surge un grupo de jóvenes artistas: músicos, pintores, poetas y bailarines, y se forma el Frente Cultural Julio Pico, junto con los integrantes del grupo Huasipungo, que se habían asentado recientemente en el barrio La Loma de nuestra parroquia.

Al poco tiempo se forma el Centro Cultural Conocoto, despertando en los artistas una conciencia y actividad cultural sostenidas, tanto por su planificación cuanto por la continuidad de las actividades, solo limitada por la falta de recursos y de apoyo. Su trabajo continúa y se desarrolla por la confianza y el aporte de la gente de buena voluntad y de los dueños de negocios de la población.

La actividad del Centro Cultural se basa en un trabajo serio y creativo al interior de la organización. Se logra la personería jurídica como Centro Social y Cultural Conocoto en el Ministerio de Bienestar Social, ahora MIES (1988). Este trabajo permitió el desarrollo artístico y humano de sus integrantes, logrando muchos

de ellos niveles altos de profesionalización como Amapola Naranjo, los Arperus, los Galex (Los Almas), Hipatia Balseca, Los Vicentinos, Grupo Ilusión, Grupo Huasipungo.

Se consigue la adhesión de jóvenes integrantes de nuevos grupos como: Liquidados, Kikuyo Bonsay, Zambra, Los Cachibachi, Trova y Son, Renacer, Paulette Torres (requinto), Sinfónica Juvenil de Conocoto. Los cantantes, Franklin Armando, Angeline, Luis Xavier, Vicente Asitimbay, grupos de danza Tunupa y Pacha Huarmi.

En relación a la actividad teatral se conoce la formación del grupo de teatro Carpe Diem, con la colaboración de Jaime Bonelli. También podemos mencionar la actividad de pintores como Ricardo Taco, Jaime Betancourt, Edgar Santamaría, Fredy Velasco, Jorge Manosalvas, Fabricio Vásquez; cantautores como Peta Castellanos, Washo Flores, Patricio Batallas; colaboradores como Susana Reyes y Moti Deren. A través de los años fueron surgiendo otros grupos, centros, academias, colectivos culturales como: Huasipungo, Danza Atahualpa, Un sinónimo de sueño, Academia La Scala, Calicanto, Danza JariTaki, Academia Amadeus. Al mismo tiempo hubo actividad y vinculación esporádica de grupos como: los Ruiseñores, Los Príncipes de América, Los Alamas y Ébano; y de cantantes como Marjorie, Segundo Hidalgo, Edgar Arteaga, entre otros.

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