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5.3 La danza

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5.1 La Música

5.1 La Música

La danza y el baile como arte, como ceremonia social y como rito es una forma de comunicarse a través de movimientos corporales. También la danza fue y es usada para ritualizar acontecimientos socioculturales importantes como los nacimientos y muertes; así como los bautizos, matrimonios, conmemoraciones históricas, entre otros.

Para las personas entrevistadas, la danza tiene múltiples funciones como la de ser posibilitadora de transformaciones y a la vez, sentimientos de identidad. Margarita Pinto, integrante del Centro Cultural Huasipungo, señala: “la danza es la vida… es poder transformar lo observado en movimiento, es sentir y saber que uno es parte de la tierra, es la raíz que nos sostiene y es la energía que impulsa” y añade “además, la danza es una forma de expresión y de comunicación. De expresar el conflicto”. También la danza evidencia el juego de roles de género; el equipo de investigación toma como ejemplo una de las ceremonias emblemáticas del Valle de los Chillos, la Yumbada, que da cuenta de la invisibilización de las mujeres más no su ausencia en los símbolos. La montaña es parte de los elementos de la Yumbada. Los hombres escenifican la vida y la muerte, y representan a lo femenino al travestirse en figuras de montaña. Es una danza donde las mujeres no pueden encarnar. Así lo testifica Margarita Pinto, “… yo aprendí a bailar, los demás integrantes pensaban que era hombre, solo se daban cuenta cuando yo hablaba y me quitaba el poncho. Me

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ponía el poncho y bailaba. Si me hubieran reconocido yo no hubiese podido bailar como ruco”.

Sin duda, las danzas ceremoniales de la yumbada, de los rucos y diablos expresan los roles de género. Las mujeres que asisten a esta ceremonia dotan a los danzantes de comida, bebida o como portadoras de prendas de vestir y como cuidadoras de los niños que hacen parte del baile.

La danza usa heterogéneos escenarios como la plaza, el teatro, la calle, aunque el significado sea el mismo; la tierra, existencia, movimiento, emoción, identidad. Margarita dice: “al danzar siento convencimiento de mis raíces, soy feliz, realizada, siento que no hay improvisación”. Por otro lado, en Conocoto, hay la expresión de la danza como manifestación íntima. Es el reencuentro con las emociones, sentires y una forma de sanación y liberación. La danza se convierte en un elemento terapéutico. Susana Reyes, en algunas interpretaciones artísticas toma las expresiones de la cotidianidad, logrando revalorar la intención que hay detrás del quehacer, del diario vivir.

La danza como arte vivo evoluciona, según la percepción de Patricio Robalino, integrante del Centro Cultural Huasipungo. “La danza, ha ido evolucionando con el tiempo, ahora la danza no es parte de un proceso de construcción sino solo de cambio… la danza ha evolucionado al ritmo del país, el arte representa la vida de la comunidad... el consumo rápido… en Conocoto también hay un consumo rápido... las personas miran la danza como ir al centro comercial San Luis”.

Complementando lo que dice Patricio, Margarita sostiene: “ahora se ha comercializado todo, la mayoría de personas considera que bailar es danzar y se ha perdido la esencia de la relación entre nuestra cultura viva, nuestra historia, nuestra identidad con la producción en serie de lo comercial”. Mientras que la danza se aprende observando, sintiendo, relacionándose. Margarita continúa: “a mí nadie me enseñó, yo fui aprendiendo. Cuando era pequeña yo le acompañaba a mi papá en las presentaciones de la banda de pueblo, yo le servía de atril para que mi papá lea la partitura, él era músico de la banda de pueblo de Conocoto y sintiendo desde que era muy pequeña mi cuerpo, iba respondiendo a los sonidos”.

En general, la danza requiere estudios, involucra valores estéticos, posee valor ritual, involucra coreografía y un alto grado de organización. Para muchas personas la danza y el baile son equiparables, pero la danza es mucho más estricta y estructurada que el baile.

Queremos destacar algunos de los grupos representativos de danza en Conocoto:

Los Tantari: nace en los ochenta como un grupo de barrio conformado por amas de casa del barrio Toctiuco (calle Ascázubi y Flores), hacía representaciones dancísticas tradicionales en calles y escenarios.

Yarinimi Pumamaki: nace en la década de los 90, con jóvenes entusiastas del barrio La Paz; algunos de ellos más tarde se integraron al grupo Jacchigua. Pacha Huarmi, de más reciente creación,

conformado por mujeres jóvenes de la población que han logrado mantenerse hasta la actualidad y continúan realizando presentaciones, junto con otros grupos musicales. El grupo de danza Atahualpa, de tendencia coreográfica más popular y ritualística. El Grupo Jari Taquina: nace también en los 90 como grupo de danza ecuatoriana tradicional, luego van incorporando elementos de música contemporánea y latinoamericana. Justamente uno de los mecanismos de sobrevivencia de estos grupos es ensayar otros géneros de danza, además del tipo con el cual se originaron. El grupo Huasipungo continúa acompañando las coreografías de Margarita Pinto, que se ha mantenido a través de los años. Igualmente Vientos de Páramo realiza el acompañamiento de la danza de Tatiana Arroba.

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