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Cartas de misión Ganda Yaba,
catequista y responsable de comunidad en la parroquia San Kizito, en Sarh (Chad) Cuando era niño vivía con mi abuelo. Un día recibió la visita de dos misioneros y me pidió que los acogiera. Se sentaron y platicaron con él sobre Dios y Jesús. Yo escuchaba y me preguntaba de qué hablaban. Cuando se fueron, me dieron un papel con oraciones escri-
tas en francés para que se las leyera a mi abuelo y él pudiera aprenderlas. Poco a poco, le tomé gusto a aquellas oraciones y decidí inscribirme a la catequesis. Un año después recibí el bautismo y desde entonces vivo al servicio de la Iglesia y de mi comunidad.
Cathérine Madjita,
profesional de la salud y coordinadora de los Laicos Misioneros Combonianos en Chad Cada mañana la voz del Señor me despierta para ir a su encuentro y escuchar su Palabra en la misa matinal. En el silencio y la adoración eucarística no deja de repetirme que me ama. Esos encuentros me han transformado, porque veo
Ernestine Ndem,
mujer emprendedora y catequista en Sarh, Chad Mi convicción cristiana se basa en la experiencia personal de sentirme escuchada por el Dios creador y su Hijo Jesucristo, nuestro modelo de vida. Gracias a la escucha atenta de su Palabra y a la oración constante, me siento escuchada y me confío a su gracia ante las dificultades que encuentro en mi vida cotidiana.
las maravillas que hace en mi vida. Alegre y confiada, comparto esta alegría con mi familia, mi comunidad y, sobre todo, con los enfermos en el ejercicio de mi profesión. Dios nunca me abandona, es mi fiel compañero.