Fauna - Mancha de Aceite

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SUMARIO Mancha de Aceite

Figurita difícil

Pág. 3

Destacado

Una patada limpia al altar de la literatura

Pág. 6

Libros

Zombies on the beach

Pág. 7

Cecilia Díaz

De Perón a Él Mató

Pág. 8

Mundo

Bajo la autopista, la FLIA infinita

Pág. 11

Este suplemento forma parte de la Serie de suplementos sobre editoriales independientes de Argentina que la alumna Estefanía González Rebolledo de la Universidad Nacional de La Plata realizó como tesis de producción para la Licenciatura en Comunicación Social. Edición general y producción periodística: Estefanía González Rebolledo. Corrección: Daniel Badenes. Diseño: Virginia Torres Schenkel.


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Mancha de Aceite

Figurita difícil La primera y única editorial de San Francisco Solano apunta a publicar eso que no existe en ningún catálogo y que no se parece a nada. Con doce libros artesanales en circulación, se considera como parte de un movimiento subterráneo.

PH: NATMOTORIZADA

“Dos personas, una impresora y una prensa ya hacen una editorial. Una e-di-to-rial”, dice Walter Lezcano sentado en un café con vidriera a la avenida Montes de Oca en Constitución, frente a la escuela secundaria donde trabaja. Walter Lezcano y su novia Patricia Giménez son los editores de Mancha de Aceite. Lezcano es además escritor y periodista. Cuando Lezcano todavía no había publicado ningún libro y su idea de editorial era la de una “mega empresa multinacional”, encontró en Internet un concurso de cuentos que tenía como objetivo enseñar a encuadernar y a armar una editorial propia en la zona donde vivieran los concursantes. “Yo vivía en Solano, que es una localidad del partido de Quilmes. Nunca hubo una editorial ahí”. A través del concurso conoció a Lucas Oliveira, el organizador, que le explicó cómo ellos llevaban adelante su editorial artesanal. “Me contó que organizaba lecturas, que él ahí vendía los textos, que los textos tenían un ADN, que los textos le pertenecían al autor. Un montón de cosas que yo no tenía ni idea.” A Lezcano, el trabajo de Oliveira le cambió radicalmente el paradigma sobre el universo editorial: “No podía creer que eso pudiera ser posible, que algo tan groso, que en mi cabeza era tan groso como una editorial, pudiera ser accesible para cualquiera”. Lezcano, entonces, se compró una prensa y con su novia arrancaron Mancha

de Aceite, la primera editorial de San Francisco Solano. El libro cero fue una selección de crónicas que Lezcano había publicado en el blog Los Trabajos Prácticos.

“Lo que nosotros queríamos era juntar plata para que se pusiera en funcionamiento la editorial, porque no queríamos poner nuestra guita, queríamos que se sustentara. Porque nosotros tenemos una vida completamente normal, alquilamos, trabajamos, nos cuesta todo, viste.” El libro de crónicas de Lezcano se vendió bien -en términos “microscópicos”, aclara- y eso les permitió empezar a ver qué libros editaban de la zona sur del conurbano. Porque Lezcano y Giménez antes de largar el libro cero ya tenían los fundamentos de Mancha de Aceite: No editarían autores de Capital Federal, porque en Capital Federal ya había mucha movida editorial. “La idea era tratar de dar lugar a las voces del sur del conurbano. Nos parecía que había algo ahí que todavía no se estaba mostrando.” Lezcano por capricho quería que el primer libro fuera una novela. Le falta-


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ba el autor. Juan, un conocido, le pasó el dato de que había un escritor que se llamaba Matìas Gómez “que hacía cosas que estaban buenas”. “Lo contacté y él tenía unos textos muy desordenados que transcurrían en Solano y en Varela sobre cuatro amigos. Contaba distintos momentos: un día común en la vida de ellos, una noche en una bailanta y el domingo después de ir a bailar. Era todo como medio disperso. Nos juntamos, pegamos buena onda y a partir de eso que yo leí fuimos armando la novela, buscándole un orden”. Así nació Bailanta. Para empezar, editaron 20 ejemplares. Se vendieron todos. Después hicieron 20 más. También se vendieron. Y así, hasta llegar a 100. “Eso puso en funcionamiento todo lo que pudo ocurrir después.” En esa época todo el trabajo era artesanal. Giménez y Lezcano -que excepto por colaboraciones y ayudas puntuales fueron y siguen siendo los encargados de la editorial- diseñaban en Word, imprimían en una impresora común, ordenaban las páginas, las cocían y después buscaban cartón en un supermercado chino que les quedaba a la vuelta de la casa. “Y buscábamos un color para forrar ese cartón, porque lo queríamos de un color que estuviera relacionado con el contenido o con lo que nos parecía que tenía que ver un poco con el texto.” Quien más se encarga de la parte estética es Giménez. Y Lezcano, del contenido: qué autores y/o, sobre todo, qué ideas publicar. “Como nosotros no tenemos plata, usamos la lógica del pobre. O sea, tener buenas ideas.”

El poder del catálogo En Mancha de Aceite buscan algo distintivo, entretenido, raro. Que no esté. “César Aira dice que él entre lo bueno y

“La idea era tratar de dar lugar a las voces del sur del conurbano. Nos parecía que había algo ahí que todavía no se estaba mostrando”

lo nuevo, se queda con lo nuevo. Nosotros pensamos más o menos lo mismo”. El objetivo de la editorial viró de la difusión de voces del conurbano hacia “aportar algo que no esté en el formato libro, en el formato físico. Suena grandilocuente -se apura Lezcano- pero también, para hacer un proyecto tenés que tener ideas que te superen un poco a vos. Para que no sientas que estás haciendo una boludez”. Lezcano detalla que él vive en Internet, pero que le gusta lo físico, porque el objeto libro tiene un valor específico: “Como les digo a los chicos, esto es un libro que va a quedar, o sea, no se va a desintegrar. Alguien lo va a tener en su biblioteca o lo va a regalar o lo va a tirar o va a comprar dos para tener uno y darle otro a la novia. No sé, pero es un objeto que queda”. Lezcano y Giménez publican un libro cuando pueden o cuando encuentran un autor o un texto que les gusta mucho. En Mancha de Aceite son ellos quienes van a la búsqueda de los escritores, no porque no les lleguen manuscritos a la casilla de correo, sino porque les gusta salir a cazar una buena idea.

“Y como son libros no tan tradicionales, la relación entre nosotros y el autor siempre se da en términos de búsqueda.” De una doble búsqueda: por un lado, algo que entusiasme a los editores y, por el otro, algo que al autor le guste hacer. “Que sienta ganas de salir a defender el libro. Por eso también me gustan las figuritas raras, porque eso le da al escritor la posibilidad de ampliar un poquito lo que hace y meterse en otros terrenos que no son los que siempre funcionan para él. Y casi siempre los resultados son buenos.” Mancha de Aceite se define como una editorial “pequeña pero seria”. “Nosotros nos tomamos mucho tiempo para hacer cada uno de los libros“, asegura Lezcano. Macha de Aceite, además, está muy segura de lo que publica. Sabe lo que hace y a dónde quiere llegar con cada texto. Y es a través del criterio del catálogo que la editorial de San Francisco Solano busca una diferencia para el lector: que se corra del lugar cómodo de leer “algo súper eficiente o algo que funciona o algo que circula en los suplementos culturales” para encontrarse con ese “algo”

distinto. Mancha de Aceite quiere que el lector también sea el que amplíe sus horizontes. Lezcano sostiene que, en el universo molecular de las editoriales independientes, lo que las visibiliza es el poder del catálogo, el poder de la personalidad de cada editorial:“Hoy ya hay lectores que dicen: ‘Me compré un libro de tal editorial’, y no:’Me compré un libro de Fulano’”.

“Hoy ya hay lectores que dicen: ‘Me compré un libro de tal editorial’, y no: ‘Me compré un libro de Fulano’” Según Lezcano, la personalidad de la editorial – ni de los escritores ni de los editores- “se va cimentando en la conformación de un catálogo y en la conformación también de esa consistencia en ese catálogo, que probablemente es la confianza que se tenga en esos textos”.


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Perfil

PH: FACEBOOK PATRICIA GIMÉNEZ

Subterráneos Los libros de Mancha de Aceite se venden en las presentaciones que organiza la editorial y a veces en ferias. En librerías no, porque las librerías retienen el 40% del valor del libro. Mancha de Aceite, además, conforma una suerte de flujo de autores, escritores y textos que, como señala Lezcano, “no están inscriptos en ningún lado”. No salen en los suplementos culturales, no se publican entrevistas de sus autores en los medios masivos. “No está silenciado. Pero hay un movimiento que está ocurriendo y que nadie se da cuenta de la magnitud que tiene, porque en este momento hay editoriales en todos lados, en Varela, en Chaco... Y todo eso es grande. Entonces los suplementos y la gente que se dedica a esto y cobra por hacerlo no puede abarcarlo. Y tampoco les interesa. Prefieren que alguien se vuelva muy ‘famosito’ para hacerle una nota. Eso también lo vuelve hermoso, caótico, que no sea tan conocido, que uno tenga que ir hacia eso, que uno es

“No está silenciado. Pero hay un movimiento que está ocurriendo y que nadie se da cuenta de la magnitud que tiene, porque en este momento hay editoriales en todos lados, en Varela, en Chaco... Y todo eso es grande”

el que tiene que interesarse por leer, por ver qué ocurre”. Lezcano, después de seis años, continúa maravillado por la accesibilidad del emprendimiento editorial: “No necesitás tanto capital. Cualquier persona acá podría hacerlo si quiere. Y hace cinco ejemplares por título y ya está, es una editorial. Eso es una realidad, es algo fáctico, nadie dijo que había que empezar sacando dos mil ejemplares. Entonces, la realidad no siempre está en donde uno cree ¿no?”

Mancha de Aceite es una editorial artesanal que nació en 2010 en San Francisco Solano, partido de Quilmes, provincia de Buenos Aires, de la mano de Walter Lezcano y Patricia Giménez. Desde entonces, llevan editados doce libros de autores mayoritariamente del sur del conurbano, aunque no es una condición excluyente. Lo importante, en cambio, para los editores es que el libro tenga una cualidad particular que lo distinga de lo que ya circula en el mercado editorial. Algunos de esos libros son: Flema es una mierda, de Diego Vecino, Planos para construir dos ciudades, de Jonas Gómez y El desmadre de Oscar Fariña. El catálogo completo comprende las colecciones George Romero (narrativa y poesía con temática zombi), El fuego sagrado (ensayo y misceláneas sobre música), Poesía suburbana (poesía) y Narrativa suburbana (narrativa).

Web | www.editorialmancha deaceite.blogspot.com.ar Mail | editorialmanchadeaceite@ gmail.com Dirección | 826 Nº 2664, San Francisco Solano, Buenos Aires

PH: FACEBOOK PATRICIA GIMÉNEZ


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Destacado

Una patada limpia al altar de la literatura S

onríe, achina los ojos y dice: — La literatura ni siquiera te da inteligencia. — ¿No? — No – larga una carcajada-. Ni te da bondad. Los motivos que hacen que los chicos caigan en las drogas, todas esas cosas que hoy serían importantes para la vida real, bueno, no te los da la literatura. No te hace mejor persona. A Hitler le gustaba leer. Walter Lezcano toma un trago de té de boldo. La luz de la vidriera del bar le da en la cara de rasgos aindiados. Es uno de los referentes de la literatura contemporánea con doce libros publicados y el décimo tercero, Violencia Doméstica (Santos Locos), a punto de editarse. La poesía y la narrativa de Lezcano son directas y referenciales con la realidad, siempre. Jada Fire, uno de sus primeros cuentos publicados, es la historia de un chico enamorado de una actriz porno. Jada Fire existe, basta con googlear su nombre artístico para comprobarlo. Los escenarios de sus historias son Constitución o San Francisco Solano, donde vive. El libro de cuentos Los wachos (Editorial Conejos) habla de escenas cotidianas, de pibes que acompañan a sus madres al trabajo y a la vuelta se quedan con los ami-

gos en la esquina de algún barrio del conurbano, narradas sin dramatismo ni gloria y con una sensibilidad apabullante. Para Walter Lezcano, la literatura te da herramientas para enfrentar las cosas que ocurren y buscar formas de contarlas. Su vida está atravesada por las palabras: da clases de literatura en escuelas secundarias y además colabora en revistas como Brando y Rolling Stones y en suplementos culturales como el de Tiempo Argentino y No, de Página/12. Su agenda suele estar ocupada por lecturas de poesía, presentaciones de libros, invitaciones a ferias del interior del país. — No es la gran cosa-, confiesa-. Hasta que no te pasa, vos imaginás que hay un mundo al cual querés ingresar, a donde hay gente distinta o las relaciones son de otros modos o que no es aburrido. Cosas así. Y después te das cuenta que son normas muy parecidas a las de cualquier ámbito, con vanidades, con miserias… — ¿Te decepcionó ingresar a ese mundo? — No, no me decepcionó. Me hizo dar cuenta de que, primero, no hay un “mundo de la literatura”. Segundo, que todo lo que vos hagas, básicamente se da por cómo

vos vivas. Cómo vos encares las relaciones que vos tengas en tu vida cotidiana. Yo no creo igual que haya un editor que trate mal a sus escritores, pero creo que somos editores como somos escritores como también somos en la vida. Un día antes de su cumpleaños, Walter Lezcano presentará el segundo libro de poesía de Gustavo Yuste, Tendido Eléctrico (Objeto Editorial). Opina Yuste sobre Lezcano: “Un genio, Walter. Es muy generoso y copado”. Walter Lezcano nació en Goya, provincia de Corrientes en 1979. A los pocos meses se fue a vivir a Buenos Aires, pero él se reivindica como correntino. Escribe sobre experiencias porque trata de meterse en el corazón de la realidad. Y que el otro también se meta en el corazón de la realidad, porque eso es violento. Y lo que él quiere generar es eso: violencia en el otro. Walter Lezcano entiende que no hay forma de generar más violencia que trabajando sobre lo real. — Tampoco tiene que ser algo bajonero, eh, puede ser una tontería. Tomar un café con vos puede ser una experiencia al límite -. Agrega después de pedirle la cuenta al mozo y antes de sacar del bolsillo del jean la billetera de los Ramones

PH: NATMOTORIZADA


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Libros

Zombis on the beach PH: SALVADOR LUCCERTO / LUCIO GRECO

Humor afilado, desamor y canciones de Él mató a un policía motorizado coexisten con una epidemia zombi en las playas de Uruguay. “Cortejan a sus víctimas, las tratan con cariño y cuando están seguros de haberlas enamorado, se las comen”, le explica un personaje de Vacaciones a una zombi cuyo novio abraza por detrás y manosea a otra mujer, también zombi, para alejarla de los celos y dejarla más tranquila. Todos están en Uruguay, infectados. Vacaciones es la historia de una pareja que se conoce hace seis meses y decide tomarse una semana libre en las costas de la República Oriental. No tienen problemas económicos, no tienen tanta confianza entre ellos y sí tienen ciertos vicios para relacionarse: la desidia, la falta de diálogo, la distancia, el aburrimiento. Son una pareja típica de la generación sub-35 y al co-

mienzo la novela se lee nada más como la historia sencilla de dos personas jóvenes con ciertas asimetrías entre ellos que conviven en la primera escapada juntos. Y con eso bastaría, porque Cecilia Díaz narra con una voz que se posiciona cómoda en lo contemporáneo, con un tono suave que no se apura pero que tampoco es desapasionado y que marca un ritmo ágil de lectura. En eso está en sintonía con Mi novia de Luis Orani, otro libro de la colección zombi de la editorial Mancha de Aceite: ambos relatos hacen un corte generacional, aunque Mi novia es tal vez más visceral y veloz y más anclada en lo tradicional del género -si se podría llamar así- de los muertos vivos. Quizás lo más distintivo de

Vacaciones es que los zombis no son un elemento del apocalipsis, sino que forman parte de una fogata en la playa con panes rellenos y vino de por medio o hacen cola en un supermercado mientras mantienen una conversación amable con la cajera. Es también esa descolocación lo que causa gracia en la novela, porque, si bien no faltan la carne y la sangre al mejor estilo The walking dead, el papel protagónico se lo lleva la mixtura entre lo familiar y lo bizarro, con un trasfondo sociopolítico que atraviesa todo el libro. Uno de los zombis, por ejemplo, desde que es infectado en un comedor en el Chuy, solo se expresa a través de frases de Perón. Vacaciones está cubierto de una capa fina de doble sen-

tido, sobre todo en la radiografía, manchada de cerebros comestibles, del modo de relacionarse de una generación Bonustrack: Luis Orani, autor de Mi novia, es también integrante de Rutamar Zombi Motel, una banda de sonido ideal para la lectura de la colección George Romero de Mancha de Aceite.

FICHA TÉCNICA Título original: Vacaciones Autora: Cecilia Díaz Páginas: 36 Editorial: Mancha de Aceite Año de publicación: 2013 Colección: George Romero Género: Narrativa


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Cecilia Díaz

De Perón a Él Mató

PH: FACEBOOK CECILIA DÍAZ

La escritora que debutó con Vacaciones explica cómo la marca de época del círculo joven literario porteño se trasladó hacia un libro sobre zombis.


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C

ecilia Díaz nació, se crió y vive actualmente en San Martín de los Andes, provincia de Neuquén. Cuando terminó el secundario se fue a estudiar a Buenos Aires. Se recibió en TEA de productora televisiva y periodista. Desfiló por un abanico de medios de comunicación, como el diario Perfil y Crónica, en donde realizó diversas tareas (algunas la enorgullecen, otras no tanto). En su paso por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires hizo la mitad de la carrera de Edición que, según afirma, es su verdadera vocación. Vacaciones, su primer y único libro publicado, es, en cambio, una hermosa excepción. — ¿Cómo empezó tu relación con la escritura? — Mi primer acercamiento fue a través de la lectura. Creo que desde un principio mi pasión fue la edición y de alguna manera fue el mejor rol que desempeñé cada vez que tuve la oportunidad. Cuando trabajaba de periodista, en Buenos Aires, quise darle un lugar a la escritura de ficción y ver qué resultaba de todo eso. —¿Qué es lo que más te gustó de tu paso por Capital Federal? — Lo mejor de ese período fue la oportunidad de haber conocido autores que recién estaban arrancando y que hoy son excelentes escritores y también los que ya estaban dando que hablar y brindaban conocimiento y herramientas a los que surfeábamos las letras. Fue un momento en el cual pude desarrollar una gran capacidad imaginativa y condensación en lo que conlleva desarrollar una idea determinada. —¿Cómo comenzó tu relación con Mancha de Aceite? — Con Walter (Lezcano) nos conocimos a través del taller literario de Hernán Vanoli. Siempre compartimos esa pasión por la edición y fui una de las afortunadas en leer su material antes de ser publicado. Fue un momento de mucha creatividad, compromiso y compañerismo. Todos los que integrábamos ese grupo gigante de jóvenes que escribían en cada taller literario de la ciudad terminábamos por conocernos y compar-

tir lecturas. Creo que de esa manera vi los comienzos de Mancha de Aceite y supe que cada material que llegara a las manos de Walter sería genial. Y hasta el día de hoy no me equivoco. — Teniendo en cuenta que tu vocación está más ligada a la edición que a la escritura de ficción ¿Cómo fue el proceso de edición de tu libro? — El proceso de edición, en lo personal, fue una experiencia superadora. Venía de editar el primer libro de una gran amiga y colega, de realizar trabajo de correctora en el diario Perfil y de pasar gran cantidad de horas dentro de Puán cursando la carrera de Edición. Por primera vez en mi vida me encontraba del otro lado. Mi texto iba a ser corregido y editado por otra persona que no era yo. Pensé que no lo iba a soportar. Sin embargo, fue un período grandioso de aprendizaje. No sólo tomé en cuenta todas las sugerencias que Walter me realizaba, sino que, al momento de la edición definitiva, no dudé un segundo en que la versión final era la correcta. —¿Estás pensando en publicar algo nuevo? — Por el momento no está dentro de mis proyectos. De hecho, con Vacacio-

de Aceite, no solo me brindaron un gran espacio sino la alegría de com

“Creo que las editoriales independientes son las que proponen y dan a conocer aquella literatura y ensayo que vale la pena”

partir la colección con tres grandes de las letras. Creo que este hecho es el más significante de todos. — Hablemos de Vacaciones: ¿cómo nació la idea de la novela? — La novela, o cuento largo, surgió a partir de un diario de viaje que venía redactado tan sólo en mi cabeza. Al retomar el taller de escritura que dictaba Vanoli, y que compartía, entre otros, con Walter, se presentó la oportunidad de darle cuerpo a esta historia de vida y enmarcarla en un relato de ficción.

“Son muchísimos los jóvenes que se dedican a producir desde sus respectivas disciplinas, a pesar de todas las trabas y contrariedades que hoy surgen con este nuevo gobierno encabezado por Mauricio Macri” nes me pasó que nunca antes pensé que llegaría a escribir algo que valiera la pena. Y, sin embargo, desde Mancha PH: FACEBOOK CECILIA DÍAZ


PH: ÉL MATÓ A UN POLICÍA MOTORIZADO

El proceso de desapego entre lo que realmente había pasado y el producto final, que tan sólo tenía detalles de lo sucedido, fue muy grande. Implicó un quiebre total entre lo que venía haciendo desde mi lugar de periodista en donde relataba los hechos tal cual eran a una posibilidad de crear desde el imaginario absoluto. —¿De ahí surgió la idea de los zombis? — La idea de los zombis fue por mero accidente. Había delineado un par de ideas que constituirían el cuento, pero al momento de sentarme a redactar, la primera imagen que se me vino a la cabeza fue la que le da inicio y cierre a la novela. A partir de ahí fue cuando decidí sacar al relato por fuera del lugar común que implica una historia de amor, e intentar jugar con el humor y la política. — En el libro me pareció identificar un doble sentido entre los zombis y las parejas. Por ejemplo, el zombi le arranca el corazón literalmente a su novia, pero podría leerse en clave simbólica. — Vacaciones es una historia de amor y desamor que transmuta en una

aventura de zombis. Es por eso que a través del relato se pueden encontrar elementos románticos que invoquen a una relación de pareja. Sin embargo, creo que la carga simbólica está predispuesta al contexto sociopolítico de la época. Por eso las frases del General Perón y las canciones de El mató: confluyen en un relato entre líneas que te habla de la realidad sociopolítica de ese momento mientras estos dos zombis se matan de amor. — En ese sentido,hacés referencia a una generación determinada, la que está entre los 25 y los 35. — Justamente, cuando hablo del desapego, creo que lo logré a través de transmutar la vivencia personal en una marca generacional: por aquellos años todos los jóvenes intelectuales que vivíamos en Buenos Aires estábamos definidos bajo el enamoramiento del mejor período K y las bandas indies que estaban surgiendo como nunca antes. Es por eso que en el relato se pueden apreciar frases de Perón (expuestas a través del personaje del zombi sindicalista que viene a ser nada más y nada menos que Moyano) y extractos de canciones de El mató.

—¿Cómo ves a esa generación en relación a los consumos culturales, particularmente de los libros? — Creo que la cultura ganó un lugar importante dentro de esa generación. Son muchísimos los jóvenes que se dedican a producir desde sus respectivas disciplinas, a pesar de todas las trabas y contrariedades que hoy surgen con este nuevo gobierno encabezado por Mauricio Macri. Con respecto a la literatura, casi a diario me llegan noticias de amigos y conocidos que siguen apostando a las letras y realizan sus propios proyectos, desde un libro hasta una editorial. Quizás el boom de las pequeñas editoriales haya pasado o bien, yo me encuentro alejada de ellas, sin embargo, el empuje y constancia está. —¿Qué opinás de las editoriales independientes? — Creo que las editoriales independientes son las verdaderas generadoras. Son las que proponen y dan a conocer aquella literatura y ensayo que vale la pena. Corren con tiempos y estructuras diferentes a las del mercado. Pero por sobre todo focalizan en una línea editorial determinada,

“Desde Mancha de Aceite no solo me brindaron un gran espacio, sino la alegría de compartir la colección con tres grandes de las letras. Creo que este hecho es el más significante de todos” eligen a sus autores en consecuencia y producen un catálogo que sólo se logra con un objetivo claro. Interzona y Tamarisco son un claro ejemplo de ello: apostaron por la calidad y por dejar una marca en el tiempo


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Mundo

Bajo la autopista, la FLIA infinita PH: FACEBOOK FLIA

La organización de la cultura independiente y autogestiva cumplió diez años y lo festejó con una feria y una serie de actividades gratuitas al aire libre en Balvanera, Capital Federal.

A

utogestiva, Alternativa, Amorosa, Abierta, Andariega, Alocada. La lista de adjetivos podría continuar hasta el infinito. Así se define la FLIA (Feria del Libro Independiente) que en mayo cumplió diez años de impulsar y generar espacios de encuentro de la cultura independiente. La FLIA se gestó en 2006, de la mano de escritores y editores que se movían por cauces paralelos a los del mercado, como una contra-feria dispuesta frente al predio de la Rural en Palermo, donde se realizaba la Feria Internacional del Libro. “Creo que fue Diego Rojas, uno de los primeros organizadores de la FLIA, quien dijo: ‘No hagamos una contra-feria, hagamos una feria nosotros’. Y así nació la FLIA”, recuerda Ernesto, integrante de la orga-

nización, una década después, en la intersección de Quinquela Martín y Hornos en el barrio porteño de Balvanera. Detrás de Ernesto, bajo la autopista, hay un micrófono frente al cual desfilan escritores que leen sus textos. Y de vez en cuando, una chica invita a comprar una rifa para colaborar con la feria. Alrededor hay decenas de puestos, la mayoría de madera, ordenados en fila, sobre los cuales se exponen imanes de Snoopy, Frida Khalo y Kurt Kobain que se venden los tres por 15 pesos, tazas con estampas de The smiths, relojes de Fun people, porciones de pastafrola, películas pirateadas, fundas para bicicleta tejidas al crochet. Y por supuesto, libros. Como, por ejemplo, la recopilación de textos surgidos a partir de la marcha en contra de la vio-

lencia machista, Ni Una Menos, de la editorial Milena Cacerola. O Los detectives, de Roberto Bolaño, que cuesta usado 350 pesos, o los libros publicados por la cooperativa gráfica La Voz de la Mujer. “El objetivo de la FLIA fue y es que nuestro material, que nuestra palabra, que nuestros haceres, nuestros cuerpos se encuentren, circulen, se intercambien, porque eso nos da sentido a la vida”, sostiene Ernesto. Desde mayo de 2006 hasta ahora la FLIA se expandió por el interior del país, como Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, y se instaló con una fuerte presencia en ciudades como La Plata. También se organizaron ferias itinerantes por América Latina, en las capitales de Chile, Uruguay, Colombia y Paraguay.

Ernesto dice que en estos diez años los cambios en el terreno de la cultura independiente han sido positivos: “Los que venimos desde hace un montón de tiempo maduramos en nuestro hacer. Y, por otro lado, hay más gente que se dio cuenta de que es posible, de que se puede”. La FLIA por autogestión entiende no depender de financiamiento privado ni estatal, sino sostener su actividad de manera colectiva. Bajo esta premisa, continúa, una década después, en el camino de proponer un cambio sociocultural a través de los puntos de encuentro para las producciones artísticas y particularmente para los libros que, de acuerdo al flyer de la feria, se plantan en la calle


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Algunos títulos de Mancha de Aceite ¡Fuera de mi planeta, malditos extraterrestres! / Matías Gómez El desmadre / Oscar Fariña Planos para construir dos ciudades / Jonás Gomez Flema es una mierda / Diego Vecino El ruido de la fiesta / Martina Broner Humo / Walter Lezcano Si encuentran ustedes este mundo malo, deberían algunos de los otros / Phillip K.Dick Bailanta / Matías Gómez

Aviso: la presente imagen ha sido intervenida artificialmente con Photoshop. PH: FLICKR / VIRGINIA TORRES SCHENKEL

Crónicas zombis / Lucio Greco Partes de guerra / Walter Lezcano


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