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Mansalva
Literatura para aprender a morir
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Destacado
Un mundo de sensaciones
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Washington Cucurto
El lenguaje en movimiento
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Libros
Cucurto for export
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Mundo
La resistencia desde adentro
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Este suplemento forma parte de la Serie de suplementos sobre editoriales independientes de Argentina que la alumna Estefanía González Rebolledo de la Universidad Nacional de La Plata realizó como tesis de producción para la Licenciatura en Comunicación Social. Edición general y producción periodística: Estefanía González Rebolledo. Corrección: Daniel Badenes. Diseño: Virginia Torres Schenkel.
Mansalva
Literatura para aprender a morir La editorial porteña, con tienda de libros y feria propias, lleva más de diez años publicando a escritores emergentes y consagrados.
U
na señora paqueta espera a sus amigas dentro de una pequeña librería para asistir a un evento literario del cual se enteraron a través del diario La Nación. Afuera es otoño en Villa Crespo y adentro la luz pálida que entra por la vidriera ilumina las paredes cubiertas hasta el techo de estanterías blancas repletas de títulos que van desde una edición vieja de Cien años de soledad hasta la última novedad de Eloísa Cartonera. Nicolás -alto, rubio y carilindo- debe explicar una vez másque el periodista se equivocó; que las Tertulias no son abiertas al público. Que, por el contrario, son una reunión privada y espontánea entre el círculo más cercano de la editorial que funciona allí, Mansalva. Las señoras se decepcionan porque esperaban encontrarse en la librería sentado en un sillón a César Aira, y tal vez hasta pudieran conversar con Rodolfo Fogwill y con el resto de los autores que la editorial contempla dentro de su catálogo. Pero no. Las denominadas Tertulias, esos encuentros que se realizan en La Internacional Argentina, son parte del universo íntimo de Mansalva.
La Internacional Argentina es una librería que fue fundada en 2003 por Francisco Garamona. Desde lugares privilegiados de sus repisas se exponen los libros propios de la editorial. Laiseca, Bizzio, Pavón, Mariasch, Bléfari y hasta Fito Páez conforman, entre tantos otros, la orquesta de autores que los editores Francisco Garamona y Nicolás Moguilevsky eligen para publicar, con el cuidado estético de Javier Barilaro. “La idea de la editorial nació en 2005, pero los libros se empezaron a publicar en 2006”, comenta Nicolás sentado en un pequeño banco, frente a una mesa ratona en La Internacional, y explica que desde los orígenes el perfil de Mansalva fue el de entretejer autores nuevos con otros “muy importantes”. Los títulos que bautizaron el catálogo de Mansalva fueron El pequeño monje budista, de César Aira, Aún soltera, de Dani Umpi, La máquina de hacer paraguayitos, de Washington Cucurto, Me encantaría que gustes de mí, de Dalia Rosetti, El mendigo chupapija, de Pablo Pérez, y La inocencia, de Arturo Carrera. “La editorial nació como una necesidad de ampliar el espectro de lectores que podía llegar
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“Mansalva no es un laburo de oficina en donde venís, atendés llamados y después te vas a tu casa. Es una situación en donde se complementan un montón de cosas distintas. Se le da lugar a un montón de acciones”
a alcanzar una publicación que tuviera muy poca tirada, muy poca llegada a gente que estuviera por fuera de ese ámbito”, continúa Nicolás, y agrega que, de todos modos, desde el inicio editaron a autores consagrados, como es el caso de Aira, lo cual refuerza el objetivo de complementar una cosa con la otra. “No es que arrancó con chicos jóvenes desconocidos y después se pasó a autores reconocidos”, remata. Nicolás y Francisco se conocieron hace años, cuando Nicolás trabajaba en Eloísa Cartonera y Garamona era (aún es) autor de esa editorial. En un viaje a Córdoba, a donde fueron para un festival de poesía que se realizaba en el Centro de España, se hicieron amigos. “En esa época, yo trabajaba en Interzona y él tenía su primera librería, la primera Internacional que quedaba en Honduras y Uriarte. Yo le llevaba libros de Interzona por una consignación y nos quedábamos horas charlando”. Nicolás cuenta que entre ellos siempre hubo mucha
“buena onda”, y que por aquél entonces, alrededor del año 2003, cuando Mansalva recién se empezaba a gestar, él comenzó a “darle una mano” a Francisco con la librería: “Yo por ahí trabajaba a la mañana o trabajaba a la tarde algunos días y tenía a veces tiempo para cubrir La Internacional, cuando Francisco se iba de viaje o cuando tenía que cuidar a algunas de sus hijas”. A partir de ahí, cada vez que se veían, Francisco le comentaba de ese proyecto nuevo que estaba tramando con Barilaro, quien también formó parte de la fundación de Eloísa. Sin embargo, Nicolás recién se sumó al staff de Mansalva en 2011: “Yo no estuve desde el principio. Sí conocía el proyecto desde antes de que empezara, pero no formé parte desde ahí porque yo estaba en otras editoriales”. Por su experiencia, Nicolás puede contrastar el ambiente entre una editorial y otra, e indica que Mansalva no es como cualquier trabajo: “No es un laburo de oficina que vos venís,
atendés llamados, y después te vas a tu casa. Es una situación en donde se complementan un montón de cosas distintas. Se le da lugar a un montón de acciones ”. Y recuerda: “Yo he trabajado en un montón de otras editoriales donde esto no sucedía. Era un laburo donde vos llegabas, hacías tu trabajo y te ibas”. La particularidad de la dinámica de Mansalva tal vez esté relacionada con el criterio de selección del catálogo, que se basa pura y exclusivamente en el gusto personal de los editores. “Y por la propia forma de ver la literatura”, completa Nicolás. También es un lugar de encuentro; muchos de los autores publicados por Mansalva son también amigos de los editores. Garamona, por ejemplo, además de ser editor y poeta, integra con Alfredo Prior, Alan Courtis y el escritor Sergio Bizzio la banda de rock Súper siempre. “Muchos de los autores son nuestros conocidos y tenemos mucha buena onda. Algunos son verdaderamente amigos y con otros tenemos muy buena rela-
ción también. La idea nuestra es siempre tener una cordialidad con el autor y hacerlo sentir cómodo, hacerlo sentir como que hay una confianza, como que hay un vínculo que, de hecho, lo hay”. El entorno de Mansalva y el lugar de reunión, La Internacional, parecieran tener peso propio en el circuito under porteño. Por ejemplo, La Internacional es nombrada por Jorge Carrión en Librerías, un ensayo que recorre las librerías del mundo y
“Muchos de los autores son nuestros conocidos y tenemos mucha buena onda. Algunos son verdaderamente amigos y con otros tenemos muy buena relación también” analiza sus significados sociales, que trascienden, por supuesto, la mera venta de libros. “Hay una historia a partir de
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dica Nicolás, cruzado de piernas, apuntando sus ojos hacia un rincón blanco y luminoso de la librería, se define mucho más allá del concepto editorial. Mansalva “es una literatura para aprender a morir. Porque es una literatura, es un catálogo, es una aventura que va por todo. Es una forma de vida en algún punto. Y es un poco eso. Porque aprender a morir es aprender a vivir, en realidad”
Perfil
la librería que está en muchas guías del mundo”, se entusiasma Nicolás. “La Internacional es un punto importante de las librerías de Buenos Aires. Tiene como una historia aparte de Mansalva. De hecho, nació antes. Y es un punto de reunión, siempre lo fue, desde el principio y se mantiene. Entonces se va complementando una cosa con la otra. Porque los autores que vienen de Mansalva están en La Internacional Argentina y las Tertulias son con esos autores y con los amigos, y también están las ferias… Como que todo se entronca en una forma de hacer las cosas”, relata. La Internacional no es sólo un elemento más que conforma el universo de Mansalva. Es también la principal fuente de financiamiento: “Nosotros mayormente vivimos de la librería”, dice Nicolás y señala que el capital de Mansalva está en reinversión constante. “Si tuviera que sostenerse por sí misma en una oficina, sin vender libros, esperando el costo de ventas de la distribuidora, sería muchísimo más difícil. La librería juega un
papel fundamental en la forma de supervivencia de sus integrantes, tanto por la venta de los libros usados y nuevos como por los de Mansalva.” Para Nicolás, las mayores dificultades de llevar adelante una editorial independiente son las coyunturas políticas y las variables “que están por fuera de uno”. En ese sentido, parafrasea a Garamona, quien dice que “este tipo de editoriales no son independientes, sino dependientes”. “Porque son dependientes de todo, dependientes de que no suba tanto el papel, de que la imprenta no aumente demasiado, de que la distribuidora pueda subsistir y no tenga que cerrar”, argumenta Nicolás y concluye la idea: “Las editoriales verdaderamente independientes son las otras, las grandes .” Entre todas las variables que condicionan a una editorial, Nicolás destaca la distribución, para la cual ellos se valen de la distribuidora Waldhuter, porque si no, el objetivo de que su catálogo, su forma de ver la literatura, su afán de hacer conocer autores nuevos,
“Este tipo de editoriales son dependientes de todo, dependientes de que no suba tanto el papel, de que la imprenta no aumente demasiado. Las editoriales verdaderamente independientes son las otras, las grandes” logre una llegada masiva a las librerías del resto del país, se hace prácticamente imposible. La difusión de la editorial también se vale de medios tradicionales como es el trabajo de un encargado de prensa, Juan Carlos Correa, que da a conocer no sólo los libros, sino también la editorial en sí “y la librería y todo lo que tiene que ver con la identidad de La Internacional y de Mansalva, sobre todo”. Porque Mansalva, como in-
Mansalva nació en 2005 de la mano del escritor Francisco Garamona y del artista plástico Javier Barilaro. Por aquel entonces, funcionaban en el primer local de la librería que fundó Garamona, La Internacional Argentina, hoy ubicada en el barrio porteño de Villa Crespo. Entre los autores publicados se destacan escritores clásicos de la literatura argentina, como Francisco “Paco” Urondo; escritores reconocidos, como César Aira, Rodolfo Fogwill y Alberto Laiseca; escritores contemporáneos, como Mariano Blatt y Daniel Durand; y personalidades ligadas a otras ramas del arte, como Marta Minujín y Fito Páez. Actualmente, cuentan con cuatro colecciones: Poesía y ficción Latinoamericana (narrativa y poesía), Campo real (ensayo y misceláneas), El eslabón prendido (traducciones) y Colección popular de arte argentino (arte). Nicolás Moguilevsky, uno de los editores actuales de Mansalva, define el objetivo de la editorial como el de dar a conocer un catálogo que es, a su vez, una forma de ver la literatura FB | Editorial Mansalva
Web | www.mansalva.com.ar dirección | Padilla 865 – Ciudad Autónoma de Buenos Aires Teléfono | 011 2070-4939
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“La Internacional es un punto importante de las librerías de Buenos Aires. Tiene como una historia aparte de Mansalva. De hecho, nació antes. Y es un punto de reunión, siempre lo fue, desde el principio y se mantiene. Entonces se va complementando una cosa con la otra. Porque los autores que vienen de Mansalva están en La Internacional Argentina y las Tertulias son con esos autores y con los amigos, y también están las ferias… Como que todo se entronca en una forma de hacer las cosas”
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Destacado
Un mundo de sensaciones Sobre la vereda de Padilla 865 se montan caballetes y sobre ellos tablones, telas coloridas, y para coronar, los libros. Así se arma la feria “La Sensación”, organizada por la editorial Mansalva desde que la librería La Internacional quedaba en Honduras y Uriarte, al límite entre Colegiales y Palermo. La Sensación empezó como una feria navideña para aprovechar el impulso consumista que se pronuncia en las vísperas festivas. Como a los editores les fue tan bien y les gustó tanto la idea, decidieron continuarla cada seis meses primero y cada cuatro después. Desde aquél entonces –hace aproximadamente diez años-, varias editoriales independientes comparten ese espacio y ofrecen a los lectores descuentos de sus libros, que ya de por sí tienen precios menores a los establecidos por el mercado. Para los editores de Mansalva, La Sensación es un polo de resistencia a los circuitos comerciales más tradicionales, pero también a la Feria del Libro Independien-
te y Autogestiva/Alternativa (FLIA), no porque tengan problemas con los chicos de la FLIA, aclaran, sino porque a veces la perciben como “un encuentro cargado de cosas aburridas, como tener que ir a las reuniones para pedir una mesa”. Pero, en realidad, la razón de ser de La Sensación es que a sus creadores les gusta hacerla. “La Sensación es un lugar de resistencia y comunión. La hacemos porque es un lugar de encuentro y porque es lindo hacerla. No solamente porque podamos vender”, cuentan desde Mansalva. También cuentan que las personas que van a la feria, cuando entran a La Internacional y pasan por un pasillo hacia el baño, se encuentran con las Tertulias, las reuniones espontáneas que se generan en la librería entre los escritores amigos de la editorial. “Las Tertulias son cerradas, son para amigos, son para conocidos y personas que son parte de nuestro círculo”, dicen los editores de Mansalva, quizás
porque están un poco cansados de aclararles a quienes van expectantes a charlar con Fogwill que La Internacional no es un café literario. Son ambiguas, comentan también, porque por un lado forman parte del vox populi del ambiente literario porteño, pero por el otro, insisten, son privadas, porque de otra forma no podría funcionar para ellos: “Si de repente acá hubiera 50 personas todos los miércoles, sería ridículo en algún punto. Para eso hacemos una presentación de un libro, que, de hecho, la hacemos muchas veces”. Por las dudas, en Mansalva especifican que “no hay que tener tampoco una tarjeta para pasar”, pero prefieren mantenerlo así, íntimo. Mientras tanto, en el mundo exterior La Sensación se sigue expandiendo y este año se mudó, por primera vez y por un rato, a la Feria Internacional del Libro. Según los editores, los lugares de “resistencia y comunión” tienen que estar en todos lados
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Washington Cucurto
El lenguaje en movimiento Fundador y editor de Eloísa Cartonera, autor de más de 30 libros publicados, Santiago Vega, el escritor bajo el disfraz de Cucurto, dialoga sobre su obra y el universo de las editoriales independientes.
PH: POETAS DEL FIN DEL MUNDO
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ashington Cucurto es el mejor escritor dominicano y el creador del realismo atolondrado, según sus propias palabras. Santiago Vega, en cambio, es argentino. Nació en el conurbano bonaerense, en la localidad de Quilmes. Nieto de paraguayos, pasó su infancia viendo cómo su padre, semi-analfabeto, trabajaba en una fábrica de cerámicas. Durante los ‘90 Vega se fue a Capital Federal, época que le tocó vivir a finales de su adolescencia: tenía diecisiete años y comenzó a trabajar de repositor en un supermercado. Allí conoció a un amigo que lo llevó de gira por los bailes tropicales, y en las calles, a una dominicana que lo metió de lleno en los conventillos de Buenos Aires.
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Algunos años después, nacería Cucurto -bautizado así por un cónclave de escritores consagrados del under noventoso- para ponerle palabras alborotadas, con una prosa poética, a todo ese universo. Con Zelarayán (Ediciones Del Diego) irrumpió en la escena literaria a mediados de los noventa. Le sigue una prolífica obra entre las que se destacan La máquina de hacer paraguayitos, Cosa de negros y El curandero del amor.
Cucurto llamó la atención por sus temáticas empapadas de cerveza, sumergidas en los barrios bajos de Buenos Aires, y sobre todo por su estilo que compone en la lírica un híbrido entre el lunfardo porteño y los modismos latinoamericanos. Además, en 2002 fundó la editorial Eloísa Cartonera, la cual trabaja como cooperativa y edita libros artesanales con materiales comprados a los cartoneros de la Ciudad de Buenos Aires. En la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, Cucurto (o Vega) de camiseta deportiva, jeans y zapatillas, se agacha con un cúter en la mano en el medio de un estand y grita: “¿Alguien más necesita un cartón?”. Alrededor, una decena de niños y niñas pinta con acuarelas sobre las tapas de los libros artesanales en el taller que organiza la editorial. Cucurto se incorpora y ahí mismo, en medio de los gritos infantiles y del desfiladero multitudinario de la feria, empieza a dar la entrevista. — Para escribir inventaste un personaje que es Washington Cucurto, que es a la vez protagonista en algunas de tus obras ¿Por qué elegiste escribir desde ese lugar? — No, no lo inventé. En realidad, es un sobrenombre que me pusieron los muchachos y después pusieron ese sobrenombre en un libro que ellos mismos me armaron, entonces en los primeros libros salió “Cucurto” como el nombre del autor. Después lo utilicé en una novela para un personaje y en algún otro libro vuelve a aparecer, pero eso es todo. — En El amor es más que una novela de 500 páginas es el
personaje protagonista. — En El amor... también. Sí, es verdad. En realidad, está Cucurto cumbiantero que es el protagonista de Cosa de negros. Después está el otro Cucurto que aparece en otras novelas que soy yo, ya no es el cumbiantero dominicano. Hay dos. Uno que vendría a ser yo y otro que es un personaje literario. — En tus obras se destaca una prosa particular que mezcla diferentes modismos latinoamericanos. — Es un lenguaje inventado que toma cosas de la calle, pero también está reescrito, en el sentido de que el lenguaje siempre está en movimiento, se lo puede inventar y entonces, se lo inventa. No es algo de copiar tal cual habla la gente. Lo que hay que tomar es alguna cosa de la realidad, pero no todo. — Las historias de El amor… transcurren en Alemania ¿Lo escribiste ahí? — Sí, lo escribí en Alemania, cuando estuve en el 2005 por un tiempo. No logré adaptarme, hacía mucho frío y comencé a escribir. En unos meses escribí esa serie de cuentos y una novela. O menos. No sé, un mes.
“El realismo atolondrado es una invención que está relacionada con la acción, con el hacer. Los personajes están siempre haciendo y a veces no reflexionan mucho. Es el andar así, de manera atolondrada” — La inmigración es un tema recurrente en tu obra. — No, no es recurrente. Aparece en los libros más conocidos, entonces la
gente cree que yo hablo siempre de lo mismo. Pero no. En realidad, aparece en Cosa de negros, aparece en Panamá sin yanquis. — Aparece en La máquina de hacer paraguayitos y en El amor... hablás de los refugiados europeos que sería como la inmigración vista desde el otro lado del charco. — Sí, y en algún libro más también. Pero es un tema que aparece en seis, siete libros de un total de casi 40 libros que edité. Entonces, no es tan recurrente. — ¿Me podrías definir el realismo atolondrado? — Es una invención que está relacionada un poco con la acción, con el hacer. Los personajes están siempre haciendo y a veces no reflexionan mucho. Es el andar así, de manera atolondrada, entonces se caen, cometen errores. Tanto en las acciones como a la hora de escribir, de hablar, sucede lo mismo. Está escrito velozmente y se expresan así, desprolijos. — ¿Tiene una vinculación con el lenguaje oral? — Eh... Sí. No sé. Sí, digamos que sí. Puede tener alguna vinculación, pero a veces el lenguaje oral también está súper trabajado. Hay gente que habla bien. Depende. No es algo que es tal cual. Todo tiene distintas miradas, distintas formas de ver, incluso el realismo también tiene muchas miradas, no es que el realismo es el realismo crudo tal cual como suceden las cosas. Hay mucho hacer en el realismo. — Yo leí que a vos te gustaba desclasificar los personajes ¿Puede ser que te interese desclasificar también los géneros? — No pensé eso, pero se podría leer, se podría interpretar así, así que sí. Pero no es mi idea. Es una idea muy compleja esa, es muy difícil eso. Creo que nunca lo pensé ni lo voy a hacer. Panorama editorial — Eloísa empezó en 2002. ¿Cómo ves el cambio del conjunto de las editoriales independientes desde aquél entonces hasta ahora?
— Hay más editoriales. Antes también había muchas editoriales, pero no había tanta repercusión, porque no había Internet. Hoy hay quizás editoriales más jugadas, más pensadas, más profesionales, pero siempre hubo muchas editoriales. Cuando yo era joven estaba lleno de editoriales independientes, como ahora. Lo que pasa es que ahora tienen más repercusión, porque hay Internet.
“Cuando yo era joven estaba lleno de editoriales independientes, como ahora. Lo que pasa es que ahora tienen más repercusión, porque hay Internet” — Vos fuiste de los primeros autores que publicó en Mansalva ¿Cómo fue tu contacto con esa editorial? — De amistad. Con Francisco (Garamona) somos amigos hace muchos años y surgió de esa manera. El libro estaba agotado y Francisco me lo editó de nuevo en el 2005. Él me conoce. Me editó La máquina de hacer paraguayitos. Surgió por la amistad, por el conocimiento. Eso. — Como editor, ¿qué opinás sobre el levantamiento a las restricciones que hizo el gobierno de Mauricio Macri a la importación de libros? — No tengo la más pálida idea. No sé, no entiendo, no tengo ni idea. No leo los diarios. No miro televisión. No sé de leyes. No sé del tema, no sé nada. Como nosotros estamos un poco afuera de toda la cosa formal del libro... nosotros no vamos a exportar nunca, importar menos. Tampoco nos perjudica con nuestros precios porque son dos cosas distintas. Pero no tengo idea de cómo viene la mano. Quizás si fuese una editorial más grande, profesional... No, tampoco me importaría
Libros
Cucurto for export PH: FACEBOOK MANSALVA
El escritor y protagonista de Cosa de negros (Interzona) cuenta sus aventuras en Alemania de la mano del sello distintivo del “realismo atolondrado”.
S
i a lo lejos se escucha despacito una cumbia y, a medida que las palabras retumban por los renglones, el ritmo tropical se hace más fuerte hasta explotar en una eyaculación escandalosa, no quedan dudas: es un libro de Washington Cucurto. En El amor es más que una novela de 500 páginas y otros relatos las habitaciones de los conventillos de Buenos Aires, repletas de dominicanas libidinosas y peruanos borrachos, se desplazan hacia el otro lado del océano para convertirse en la versión europea de la marginalidad ruidosa. Un centro de refugiados, un bar de sudamericanos o Nápoles, pero devenida en patria maradoniana y escindida de Italia, son los escenarios donde Cucurto sitúa las historias, entretejidas entre
sí, de los ocho cuentos que componen la serie. En la narración que da nombre al libro, Cucurto -el personaje- no tiene un cobre en el bolsillo y está varado en Berlín. Allí hace no mucho tiempo gozó de una cierta celebridad literaria antes de caer en desgracia. La salvación en El amor es más que una novela de 500 páginas es un pancho comprado en un puesto humeante y un baile en un club de salsa. El abrigo viene de la mano de una berlinesa que lo acoge en su departamento y lo alimenta y lo abraza. Hasta que ella, una cronista de la hostia, se cansa y lo echa. Hasta allí también llega la narración lineal, porque Cucurto -el escritor- dispara un delirio narrativo que, como tal, es indescriptible.
Fiel a lo que el autor bautizó como “realismo atolondrado”, vertiente literaria de la cual se auto adjudica la paternidad, el lector se encontrará a lo largo de todo el libro con escenas que no responden a ninguna lógica que no sea la de la escritura vital y caótica que definen, sobre todo, la segunda mitad del grueso de las narraciones. Vale decir que las anécdotas sobre Cucurto becado terminan con el mismo Cucurto seducido por un ciervo en el bosque o que la historia sobre Cucurto esclavizado deriva en la transformación de un ejército de neonazis en un festín de cumbia y amor. Incluso, circunscribir El amor… dentro de cualquier género es como pretender encerrar en una cajita un puñado de colibríes o de saltamontes.
Pero eso sí: ya sea en un barco anclado en el Polo Sur, en una bailanta en Constitución o en una academia de altos estudios en Stuttgart, se puede estar seguro de que no faltará el alboroto sexual de los personajes, ni un soundtrack cumbiantero ni la lírica inquieta como única columna vertebral de esta suerte de caravana de besos, saliva, sexo y palabras
FICHA TÉCNICA Título original: El amor es más que una novela de 500 páginas y otros relatos Autor: Washington Cucurto Páginas: 122 Editorial: Mansalva Año de publicación: 2012 ISBN: 978-987-147-460-8 Colección: Poesía y Ficción Latinoamericana Género: Narrativa
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Mundo
La resistencia desde adentro
PH: FACEBOOK FERIA DEL LIBRO
La Feria Internacional del Libro que convoca a millones de personas todos los años contó en su última edición con la presencia de numerosos sellos independientes: Eloísa Cartonera, Mansalva, Mardulce e Iván Rosado, entre otros.
P
ara llegar al Pabellón Amarillo de la 42° Feria Internacional del Libro de Buenos Aires hay que atravesar un túnel inflable que cruza el predio de la Sociedad Rural, pasar los estands de La Nación y Clarín -que ocupan el espacio equivalente al de diez editoriales pequeñas-, y doblar hacia la izquierda. Allí se encuentran monstruos editoriales como Alfaguara, que tiene a su disposición una veintena de jóvenes que vigilan los expositores que bordean los estands, donde se ofrecen sagas como The hunger games o Games of thrones a 500 pesos aproximadamente cada libro. También hay niños y varios de ellos llevan globos celestes que dicen “MetLife Seguros” al igual que el muñeco gigante de Snoopy que está afuera, al lado de los puestos de comida y gaseosas. Un niño se entretiene en un taller
de armado de libros artesanales y deja ir distraídamente su globo que flota hasta quedar atrapado en las vigas de metal del techo. Afortunadamente, en el Pabellón Amarillo, además de las filas quilométricas delante del youtuber de moda y de las charlas sobre cómo convertir el negocio de la edición en rentable, pasan otras cosas. Por ejemplo, este año Eloísa Cartonera ganó la convocatoria Barrio Joven organizada por la misma Fundación del Libro con el objetivo de promover el trabajo de las editoriales independientes. “Nos dieron un estand que de otra manera no podríamos pagar porque acá es muy caro, es muy excluyente, si no tenés dinero no podés entrar”, cuenta Washington Cucurto, uno de los fundadores de la editorial cartonera. Carolina Castro trabaja en
Mardulce y, a diferencia de Eloísa, este es el quinto año que tienen presencia con Los Siete Logos, una unión de siete editoriales que se forjó, sobre todo, para ayudarse mutuamente frente al desafío de moverse por las ferias. “Venimos porque por acá pasa mayor cantidad de gente que por cualquier otro evento editorial público. Y en este caso, las editoriales se unen porque los costos de participación en la feria son muy grandes”, explica, y considera que ciertas editoriales independientes, como Eterna Cadencia o Caja Negra, tienen que estar necesariamente en la Feria porque “sus catálogos son excelentes y a nivel nacional son reconocidas como grandes editoriales. Este estand tiene dos premios a mejores editores en dos años consecutivos. Adriana Hidalgo obtuvo el premio al Mé-
rito Editorial en Guadalajara, hace tres años. Son catálogos que tienen muchos logros, tanto en literatura nacional como en traducciones, y tienen que estar presentes”. Mansalva, Blatt y Ríos, Iván Rosado y Caballo Negro siguieron el ejemplo de Los Siete Logos y participaron por primera vez en un mismo estand en la feria llamado “La sensación”, como el evento que periódicamente realiza la editorial de Francisco Garamona en Villa Crespo. “Pintó venir este año”, señala Nicolás de Mansalva. “Después de tanta feria propia, nos pareció que estaba bueno hacerlo en la Feria del Libro. Había un par de facilidades de pago por parte de la Fundación que antes no había. Cosas de coyuntura, no pasó nada político específicamente. Pero está bueno que la resistencia se haga desde afuera y desde adentro.” Es 9 de mayo, cierre de la Feria Internacional del Libro 2016, que comenzó el 27 de abril. En esta última jornada, medio en chiste, medio en serio, una chica con gorra de chef, sentada frente a un carro de comidas rápidas, grita que los últimos panchos entran en liquidación. “Me parece que la feria está mal y sobre todo que es un espacio cultural que debería ser abierto para la comunidad y no solamente para el que lo pueda pagar. Me parece que esta feria no moviliza la cuestión del libro, sino que la paraliza. El libro no es un elemento comercial como la Coca-Cola”, concluye Cucurto, antes de apurarse a juntar, cansado, las pilas de libros que no fueron vendidos
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Algunos títulos de Mansalva
Correspondencia / Néstor Perlongher Estamos unidas / Marina Mariasch Sueños y pesadillas / Dalia Rosetti Mi juventud unida / Mariano Blatt Una forma más real que la del mundo / Juan José Saer Heroína / Gabriela Bejerman Un hotel con mi nombre / Cecilia Pavón
Aviso: la presente imagen ha sido intervenida artificialmente con Photoshop. PH: FLICKR / VIRGINIA TORRES SCHENKEL
En el bosque del sonambulismo sexual / Sergio Bizzio Diario de mi viaje a Rusia / Lewis Carroll Misiones / Florencia Bohtlingk