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Arquitectónico de Celaya motivo de orgullo"

El patrimonio arquitectónico de Celaya es motivo de orgullo, habla de nuestra historia y es importante conocerlo y preservarlo, exaltó Alejandro Muñoz Godínez, Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles de Celaya.

“Hablar del patrimonio arquitectónico de Celaya es hablar de la historia viva de la ciudad que forma parte de nuestra esencia. Sus construcciones, edificios, infraestructura es motivo de orgullo para todas y todos los celayenses”.

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“Edificios como, por ejemplo, el Templo del Carmen, el Puente de Tresguerras, el Buen Tono, el Mercado Morelos, el Puente de Las Monas, lo que es actualmente la Casa de la Cultura y la Casa del Diezmo, la Bola del Agua, el edificio de la Presidencia Municipal y la zona centro de la ciudad, así como varios de los templos de nuestra ciudad, solo por mencionar algunos, son parte de nuestra historia”.

Celaya tuvo la fortuna, dijo, de contar con un visionario como el Arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras que dejó un legado para la ciudad.

“No podemos hablar del patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad sin referirnos al Maestro Francisco Eduardo Tresguerras, que fue un adelantado a su tiempo, un visionario que con su talento y gran capacidad desarrolló e ideó grandes proyectos que han trascendido a través de los años y que se han convertido en íconos permanentes para nuestra ciudad”.

Exaltó que contar con edificios y monumentos históricos nos hace recordar el gran valor que les debemos dar y reconocer.

“Gracias a este patrimonio que forma parte de nuestra esencia y raíces, esto ha servido como impulso para que Celaya crezca y se desarrolle arquitectónicamente hasta llegar a nuevas construcciones que hoy son pilar y eje principal de la infraestructura del municipio”.

Aseguró que desde el Colegio de Ingenieros tienen el compromiso de colaborar para su conservación.

Para el Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles es necesario diseñar estrategias para que las nuevas generaciones conozcan la riqueza de Celaya y fortalezcan su identidad.

“Nuestra visión como Colegio de Ingenieros Civiles es colaborar y contribuir para seguir preservando este patrimonio y crear junto con todos los actores involucrados las mejores condiciones para su conservación”.

“El trabajo que permanentemente impulsamos es contribuir con más y mejor infraestructura para seguir posicionando a Celaya como un destino rico en arquitectura e infraestructura histórica”, dijo.

Y enfatizó: “Como organización estamos convencidos que el trabajo en conjunto y transversal es fundamental para seguir desarrollando proyectos que trasciendan para las presentes y futuras generaciones”.

Desde las familias, dijo, se debe fomentar en los niños y jóvenes el conocimiento de su ciudad y el respeto por su patrimonio.

“Considero que es una responsabilidad fomentar la cultura desde la familia, desde niños conocer su historia, quién los proyectó y cómo surgieron, y que podamos hablar de ellos cuando salimos o cuando nos preguntan de dónde venimos”.

Hoy, dijo, cuando la sociedad está desvinculada de su ciudad, absorta por la tecnología y la era digital, es necesaria una estrategia compartida entre sociedad y gobierno que fomente el conocimiento del patrimonio.

“El que sean áreas atractivas para las familias puede ser un potencial inclusive para el turismo, yo creo que a través del reconocimiento de estos monumentos como sociedad podemos reconstruir mucho los valores”.

“Todo el patrimonio histórico que tenemos es muy valioso, ya quisieran tenerlo en muchas ciudades, yo creo que hacer espacios de recreación cerca de estos monumentos, hacer actividades en las escuelas y en las familias donde vean la identidad del municipio, para que en un futuro sea un estandarte y promoverlo en otros países, y eso permita además la atracción turística y tengamos derrama económica que beneficie a la ciudad”.

Lentamente, pero sin pausa alguna, los viñedos del hemisferio norte volverán de la dormancia, el reposo anual que les brinda la oportunidad de recobrar los ánimos. Muy pronto los sabios cortes de la poda invernal serán escenario de un espectáculo natural llamado “lloro”, la savia apasionada brotando delirante para iniciar un nuevo ciclo anual. La cepa, que hasta febrero se mantenía en latencia, comienza a despertar en parte por el cambio en las condiciones ambientales, pero sobre todo por el aumento en la temperatura del suelo, lo cual provoca una reacción en las raíces que se traduce en el resurgimiento del flujo de la savia. Es entonces cuando esa “sangre”, que empieza a circular por los vasos de la vid, escapa por las heridas de la poda anunciando la buena nueva, ha despertado y con toda la disposición para brindar sus mejores frutos, como cada año lo ha hecho. No obstante, cada vez hay más productores conscientes de que el milagro anual precisa de empatía para seguir sucediendo, ante la contundencia de los hechos climáticos que indican lo innegable: en el último siglo y medio los 20 años de temperaturas más elevadas se han dado del 2000 para acá, así de sencillo. La lucha contra el cambio climático se sustenta en el ámbito micro, aunque no se perciba así, y esos viticultores, amantes por definición de sus terruños y fieles testigos de que la naturaleza es pródiga, están conscientes de ello y han priorizado las prácticas ecológicas en sus viñedos, algunos yendo más allá con técnicas que parecieran insólitas o hasta esotéricas. La versión más extrema de la viticultura ecológica se da en un viñedo biodinámico, entendido como un sistema con vida propia y de forma integral, holísticamente, no como la suma simple de sus partes. El padre de la agricultura biodinámica fue Rudolf Steiner, una filosofía que convierte a los viñedos y bodegas en organismos complejos cuya dinámica natural incluye a las plantas, los animales, los insectos y al ser humano, asumiéndolos como un todo holístico, un sistema en armonía que se debe preservar. Para mantener el equilibrio del suelo, además de respetar el contexto de una viña ecológica, se utilizan 9 preparados naturales, como los cuernos de vaca rellenos de composta, enterrados en el invierno y sacados en la primavera ya en descomposición, ricos en vida microbiana, para diluirlos en agua y rociarlos en el suelo, o astas llenas de sílice en polvo, también enterradas en primavera y extraídas en otoño para apoyar la fotosíntesis al esparcirlas en las cepas, además de hierbas medicinales como abono o prevención de enfermedades, manzanilla, milenrama, cola de caballo, valeriana, ortiga y diente de león, así como corteza de roble, sometiendo los trabajos en el viñedo al calendario lunar, pues cuando la Luna está en su fase creciente incide en la savia de la planta, tal como lo hace con las mareas, por lo que se aconseja podar en menguante dado que la savia no fluye con tanta fuerza y los cortes cicatrizan con mayor rapidez. Los aspectos básicos de la viticultura biodinámica no insinúan que las bodegas que no operan de ese modo usen productos químicos que dañen la viña o al- teren el vino. Los grandes no los utilizan, cuidan sus viñedos sí o sí, y lo hacen porque aman su terruño y dependen de él para crear, año con año, el arte que disfrutamos al beber una copa de vino. En la biodinámica el punto fundamental es fortalecer la salud de la viña, evitar plagas o enfermedades y no combatirlas cuando ya están, prevenir y no remediar, considerando al suelo un organismo vivo y dinámico, para actuar en consecuencia y lograr que su calidad sea mayor al tener más actividad, abrazando una filosofía que conjuga ciencia, trabajo y sustentabilidad para que la tierra y el espacio se vacíen en la cepa, en pos de un fruto de máxima sanidad

Sin embargo, no es posible afirmar que un vino biodinámico tenga mejores cualidades que un vino elaborado de forma tradicional, sino solo que la viticultura tuvo una mayor complejidad y exigencia, consiguiendo el equilibrio y la armonía perfecta entre el terruño, el clima y la cepa al mostrar un respeto absoluto al entorno natural, con el fin de revelar la pureza del vino en cuestión. La última palabra, como siempre, está en su paladar, por lo que le propongo dos etiquetas más que interesantes, ambas con la recia personalidad que les brinda su origen, el Valle del Duero y la comarca del Priorat

Sardón, un retador coupage 95% Tinto Fino, la Tempranillo ribereña, y 5% Garnacha, Albillo, Syrah, Malbec y Cabernet Sauvignon, es fruto de las 17 has cercanas a Villabáñez que posee Quinta Sardonia, 400 mts al norte del Duero y distinguida por el asesoramiento enológico de Peter Sisseck, espléndido ensamble madurado 6 meses en barricas y foudres de roble francés y otros 6 en huevos de hormigón, logrando potenciar la expresión frutal por encima de la madera. El origen del magnífico Selección +7 son las 18 has de terrazas que Bodegas Pinord tiene en su finca Mas Blanc, en los términos de Bellmunt i Falset, al sur del Priorat, mezcla de 60% Garnacha, 30% Merlot y 10% Cabernet Sauvignon, que madura 7 meses en roble francés y americano, punto exacto para mantener presentes las sutiles notas minerales del substrato pizarroso, las autóctonas llicorellas. No se arrepentirá de probar estos vinos, pero en el remoto caso que eso suceda le coloca los corchos a las botellas y le regreso su dinero.

La gestión biodinámica de una viña conlleva mayores desafíos porque simplemente las labores agrícolas son mucho más demandantes. Tal vez la diferencia más notable, para Usted y para mí, amable lector, sea apreciar un vino elaborado bajo condiciones verdaderamente extremas, con una filosofía de respeto total hacia el ser vivo que le dio origen, una viña Bio

Ha sido muy amable y yo muy agradecido. Hasta la próxima entrega.

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