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El Intenso Miedo del Dictador de Nicaragua

conocemos.” Concluyó. En Honduras, el gobierno ha dicho que mantiene vigilancia epidemiológica activa en todos los puestos fronterizos terrestres, puertos marítimos y aeropuertos, como medida preventiva. Mientras tanto, en el Congreso de los diputados, éstos presentaron una moción para que no se permita el ingreso de personas que pudiesen llegar desde China, Japón, Corea del Sur e Irán, con el mismo propósito: detener la pandemia de la manera más efectiva posible. En Nicaragua llama la atención el silencio inexplicable y reprochable de la dictadura ante el arribo del coronavirus a esta nación; igualmente, no ha hecho ninguna campaña informativa dirigida a los ciudadanos, con tal de instruirlos y enseñarles a prevenir al COVID-19. ¡Nada! La dictadura de Ortega y su mujer hacen “mutis;” y ante ese grado de irresponsabilidad, el epidemiólogo Leonel Argüello ha dicho: “El estado de inercia de las autoridades sanitarias, puede causar más daño que la enfermedad. (…) Si no se informa a la población, entonces la gente entrará en histeria, en pánico, comenzará a gastar dinero, comenzará a crear escasez y la gente que hace negocios, se aprovechará de ello.” Aseveró. En Costa Rica las calles están vacías y se comenta persistentemente, de parte de los costarricenses, acerca del coronavirus; hay conferencias de prensa diarias del presidente Carlos Alvarado y su ministro de Salud; y en las farmacias de todo el territorio nacional, el alcohol se ha agotado, ante el temor de los ciudadanos. El costarricense vive hoy día una tensa calma, mientras se recluye en su casa, evita multitudes y el contacto afectivo con sus semejantes. Finalmente, en Panamá, el presidente de la República, Laurentino Cortizo Cohen, aseguró que se han tomado las precauciones y medidas precisas para abastecer de insumos médicos, materias primas y otros bienes necesarios, para prevenir, contener y tratar a los casos que presente la pandemia. En acto seguido, declaró a Panamá en estado de emergencia nacional y anunció que tomará las decisiones y acciones necesarias, por muy contundentes que parezcan, para frenar el número de contagios. Así es la realidad del istmo, de sus gentes que se debaten entre el miedo y la esperanza de que el COVID-19 se marche del mismo modo como llegó… es decir: rápido y para no regresar nunca más.

El Intenso Miedo del Dictador Ortega

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MANAGUA, Nicaragua-(Especial para The City Newspaper) Esta es una pequeña parte de la lista de temores que atacan a diario al dictador nicaragüense Daniel Ortega: que el pueblo se subleve contra él y su mujer y los derroquen, que caiga la dictadura de Venezuela; que le ordenen dejar el poder desde Cuba; que haya una invasión estadounidense, que un francotirador acabe con su vida, que se devuelvan desde Costa Rica los miles y miles de refugiados que hay en ese país vecino y agraven aún más la destruida economía de Nicaragua, etcétera, etcétera, etcétera. Pero a lo que más teme Ortega, en estos momentos,

es a la pandemia del coronavirus que está presente en esta nación, se expande y la dictadura disfraza de “neumonía”. También omite hablar de ella. ¿Pero por qué razón el tirano no decreta estado de emergencia y no se refiere al covid-19? Es más… ¿Por qué ha desaparecido en las últimas semanas sin dejar rastro, dando pie a las más variadas especulaciones? Simple: Daniel Ortega tiene terror porque el inexistente sistema de salud quede “al desnudo”, en evidencia, que todos se enteren “en vivo y en directo”, de la clase de indefensión en la que él y su mujer han sumido a Nicaragua en materia de medicina, entre otros aspectos. Por el contrario, Rosario Murillo, la impresentable compañera de Daniel Ortega, ha estado fomentando las muchedumbres en reuniones políticas, el arribo de turistas y no referirse al coronavirus por ningún motivo. El delirio, la irresponsabilidad y la locura, son cotidianas en esta nación dejada de la mano de Dios. ¿Pero qué sentido tiene evitar por parte del desgobierno que la población palpe que el sistema de salud nicaragüense no puede responder siquiera por 10 casos de enfermos de covid-19? Porque, en acto seguido, vendría la histeria, el terror colectivo, que la gran masa del pueblo se enfurezca, azuzado por el miedo contra la dictadura y encienda la guerra civil, apoyado por la oposición. Porque en Nicaragua hay quizás, en estos instantes, un respirador de oxígeno para un paciente… pero no para dos. Por eso es mejor ocultar la verdad, guardar el secreto sobre la difusión de los casos con coronavirus, aunque el resto del mundo sepa lo que está sucediendo en este país. Para citar un ejemplo, el telediario de la Deutsche Welle (DW) (de Alemania), tituló así una de sus crónicas referidas a esta nación centroamericana: “Nicaragua indefensa a las puertas de la pandemia”; e introduce la información de esta manera: “Mientras miles han optado por la auto-cuarentena frente a una inminente explosión del coronavirus, el gobierno invita a marchas, carnavales, excursiones a la playa y procesiones religiosas masivas.” Y añade el periodista alemán: “Nicaragua vive el reino del revés. Aunque todos los países ya han cerrado sus fronteras y tomado medidas extremas por el coronavirus, el gobierno de Daniel Ortega maneja con ‘normalidad’ y total hermetismo sus planes frente a la pandemia que ya ha contagiado a más de un millón de personas en el planeta.” Y esta es la gran y única verdad de Nicaragua: según proyecciones, el coronavirus podría enfermar a medio millón de nicaragüenses y matar a otras 48 mil, en el segundo país más empobrecido de América, después de Haití, y donde buena parte de la población no tiene acceso al agua potable. El sistema de salud de Nicaragua es uno de los más frágiles del mundo, hay menos de 6 mil camas repartidas entre los 42 hospitales existentes aquí, que no podrían resistir ni la primera oleada de infectados cuando entre de lleno el coronavirus y comience a causar estragos. “Hay mucha preocupación. Aquí no estamos preparados para este virus que ha hecho colapsar a los mejores sistemas de salud del mundo. Todas las medidas del gobierno van en contra del protocolo de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, comenta el infectólogo Carlos Quant. Mientras tanto, el silencio sigue prevaleciendo en la dictadura y la irresponsabilidad para que el pueblo se reúna como si estuviese en fiestas. Es así como marcha Nicaragua hoy día… entre el suicidio masivo, la desaparición del dictador y la asechanza del virus que, sin duda, ya deambula por las calles de las ciudades. Pero a la dictadura le viene bien callar. De ello depende su subsistencia.

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