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Otón Solís y la ética
Otón Solís, de la Perorata Cansina de “la ética”… a la Actitud Silenciosa y Evasiva
SAN JOSÉ, Costa Rica–(Especial para The City Newspaper) Este político costarricense, en otras épocas flamante fundador del Partido Acción Ciudadana (PAC), es bastante interesante en su comportamiento de cara al gran electorado; sin embargo, ahora luce solamente como el mozo que fue; es decir, montado en su rutilante caballo, desde el cual pregonaba a los cuatro vientos su lucha contra la corrupción y haciendo gala de su incambiable y supuestamente “invencible” escudo de la ética. “Ética, ética, ética”, solía repetir don Otón sin descanso alguno, esa era su muletilla verbal, retórica, que usaba cada dos o tres oraciones en sus discursos e intervenciones ante los periodistas. Primeramente, debemos desentrañar qué significa la ética. Veamos: según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), “ética es la disciplina filosófica, fundada por Aristóteles en la Grecia Clásica, que estudia el bien y el mal y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano.” Se le conoce también como la “perfección o el máximo alcance logrado por la moral”; por eso, decir “se le exige a fulano de tal un comportamiento ético y de gran moral…” no es más que una repetición viciosa, ya que ética y alta moral es lo mismo. ¡Perfecto! Desentrañado el significado del vocablo “ética”, podremos desentrañar la singular personalidad de don Otón Solís, el joven ex ministro de Oscar Arias, quien se dio cuenta cabal de que su exjefe, el mismo Arias, no era ético ni en mínima instancia y tampoco lo eran quienes ostentaban los puestos dirigenciales en el Partido Liberación Nacional (PLN) y por esa razón, Solís –lo mismo que Rodrigo Carazo en su momento,
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abandonó al PLN, para darle curso a su idea política, la cual era fundar su propio partido, mismo que después conoceríamos con el tristemente célebre nombre de Acción Ciudadana (PAC), defensor a ultranza, en un primer instante, de la ética; luego de los homosexuales y de todos “los desamparados, renegados, discriminados y ovejas perdidas” a lo largo y ancho del país.
Pero en una nación tan pequeña territorialmente como lo es Costa Rica y con una población que a duras penas llega a los 5 millones de personas, el PAC no podía optar por gran cantidad de seguidores y había que pensar en algo cuantitativamente productivo para que los seguidores de Liberación y de la Unidad, los dos movimientos mayoritarios, se pasaran o desertaran hacia las filas del nuevo partido de Solís. ¡Y se le hizo el milagro! En esos tiempos aciagos de la política costarricense, llegó al Ministerio Público (Fiscalía General), un individuo con ínfulas de Eliot Ness en el Chicago de los años 30, llamado Francisco Dall’Anesse, quien, como buen “peón” del ajedrez de los hermanos Arias y de Telenoticias de Canal 7, descabezaron a la Unidad al meter a Rafael Ángel Calderón y a Miguel Ángel Rodríguez a prisión, bajo cargos que ambos expresidentes sortearon ante la justicia y demostraron su inocencia sobradamente. Pero el daño ya estaba hecho… Esa jugarreta de Oscar Arias fue para bajar del poder a la Unidad, que parecía invencible en las urnas electorales. Tal fue su maquiavélico éxito, que después de ese “descabezamiento,” el mismo Oscar Arias –hoy acusado por dos damiselas por “tocamientos”-, alcanzó la presidencia de la República por segunda ocasión; y después Laura Chinchilla logró también algo semejante. Liberación se había librado del poder omnímodo de la Unidad, gracias a esa jugarreta que envió a los “dos Ángeles” a la cárcel de La Reforma. No obstante, al mismo Arias le falló el cálculo, porque la desbandada posterior de miles de partidarios de la Unidad, se produjo casi simultáneamente y se fueron a engrosar las filas del PAC de Otón Solís. Y el político generaleño, el tipo reiterativo con la palabra “ética”, no cabía en sus pantalones de la felicidad: su movimiento, el PAC, ya era un partido de masas, quizás el segundo o el primero en el número de votantes, en clara disputa con Liberación Nacional, “el nada ético” grupo “argollero” que había des-gobernado a Costa Rica desde 1948. Hasta aquí, vemos a un Otón Solís exultante, ganador, semidiós del Olimpo del PAC, amo y señor de su movimiento de masas y el indiscutible futuro presidente de esta nación.
“Pero Dios no da todo a nadie” y, aunque el semidiós generaleño sonreía rebosante de alegría, el Todopoderoso le negó la posibilidad de ser presidente en dos oportunidades cuando postuló su rutilante nombre de marquesinas y fulgor hollywoodense. Fue derrotado por el mismo Oscar Arias, a quien Solís había combatido ferozmente desde el punto de vista de la ética y con justa razón, no se la vamos a negar. Después Laura Chinchilla, la locuaz política liberacionista que hoy intenta hacerse con la dirigencia, nada menos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). ¡Menuda petulancia de esta señora!
Con el pasar de los meses, don Otón se percató de un fenómeno que siempre ocurre con las estampidas políticas: dentro del maremágnum de gentes que huyeron de la Unidad, iba un indeterminado número de corruptos y todos ellos se “acurrucaron” cómodamente bajo el ala del PAC. Una prueba descomunal para el ético Otón Solís y su ética inaplazable e invencible. Y el PAC ganó las últimas dos elecciones. Luis Guillermo Solís –otro resentido que abandonó a Liberación Nacional-; y después Carlitos Alvarado, el presidente de la pandemia, como la historia le llamará, si es que la historia no resulta también contagiada por el coronavirus chino y se muere también.
Y con ambos individuos en sus papeles respectivos como mandatarios, vendría la gran prueba para don Otón y para su ética gravitacional: el primero, LGS, dejó un hueco fiscal de millones de millones de colones, que le paró el pelo a todas las calaveras de los cementerios nacionales (y eso que las calaveras no tienen pelo); fue tanto el hurto (alias robo), que suspendieron por unos pocos meses al flamante ex ministro de Hacienda, Elio Fallas, de toda actividad política y este señor desapareció del tinglado del PAC, sin que sepamos de su paradero desde que abandonó el gobierno. En palabras sencillas, directas y claras… Luis Guillermo Solís, de un solo golpe, despedazó la famosa ética de Otón, al desaparecer, al mejor estilo del mago e ilusionista David Copperfield, los millones de colones de las arcas del tesoro nacional y dejar un hoyo negro en las finanzas del país, que hemos comenzado a pagar con sudor, lágrimas y sangre todos los costarricenses.
En su casa de habitación, sita en San Pedro de Montes de Oca, el ilustre Otón Solís ya se estaba planteando la posibilidad de no mencionar nunca más ese término que gastó hasta la saciedad, llamado “ética”; porque precisamente en su partido, declarado defensor de la homosexualidad, el ateísmo y el nombramiento de familiares en cargos espurios (nepotismo descarado), justamente la ética ahí no tenía cabida, ni uso, ni utilidad ni funcionalidad. De hecho, un periodista le planteó a don Otón sobre el manoseo y la desvaloración de la ética dentro del PAC y la respuesta del “Quijote generaleño” nos dejó a todos boquiabiertos ante las pantallas de los televisores, cuando contestó que “la ética ya no estaba de moda, que había que olvidarse de ese concepto.” En ese instante me di cuenta de que la altísima moral había muerto en la cabecita, en los anhelos y en el corazón de don Otón Solís. Así se produjo el velorio y posterior entierro de la ética, la palabra más desgastada, más prostituida y menos funcional en el devenir de la historia de Costa Rica. Después de esas declaraciones, don Otón Solís se puso su coqueto sombrero cordobés de color negro y desapareció del escenario político del país. El Fantasma de la Ópera pareció un auténtico yigüirro, comparado con don Otón, en su desaparición de este teatro politiquero.
En todo caso, la moribunda ética, dentro del PAC, ya venía muy debilitada y desprestigiada, con doña Elena Chacón, ex vicepresidenta de LGS, metida en una discoteca gay de San José, celebrando sus victorias a favor de la comunidad LGTB; con la ex canciller Epsy Campbell nombrando a gran cantidad de amigas en el servicio exterior costarricense y viajando a más no poder por varios países alrededor del orbe, junto a su
esposo, y nunca aclaró si esos viajes él los pagó de su peculio o lo hizo la misma Cancillería de la República; el caso conocido como “cementazo” (sórdido como él solo), etcétera, etcétera, etcétera. De tal manera, la seguidilla de errores ha continuado ante una ética tendiente a desaparecer del todo en los labios británicos de don Otón Solís. Hasta que dejó de pronunciarla y dejamos de escucharla los costarricenses cansados de su molesta sonoridad y de su prostituido significado.
¿Qué aprendió al final el quijotesco generaleño don Otón Solís? 1- que el significado de la ética es un fardo demasiado pesado para aplicarlo a un partido político, más aún como el PAC que es un verdadero “Frankenstein,” aquel monstruo al que le dieron forma y vida en un laboratorio con base en pedazos de otros cadáveres, de la novela de Mary Shelley; 2- que para alcanzar la presidencia de cualquier país democrático, no hay que ser monotemático y hablar siempre de lo mismo, porque los votantes se cansan más rápido de lo que él suponía; 3- que él puede ser muy ético, pero sus correligionarios en el PAC no lo son y no conocen siquiera el significado de ese vocablo; y finalmente… que es mejor aplicar aquel proverbio italiano que dice: “más vale 5 minutos de maricón que toda la vida muerta” (“5 minuti di fagot valgono più di tutta la vita morta”); y así don Otón no solo recordó el dicho, sino que lo aplicó y se marchó del panorama político del país y con él se fue la ética, que en su vida parece haber sido mejor acompañante que la pléyade de novias que indudablemente tuvo este personaje. ¡Cosas de la vida… cosas de don Otón “el ético” Solís!