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La Estrella Gigantesca que es Julio Iglesias Parece Apagarse
La Estrella Gigantesca que es Julio Iglesias Parece Apagarse
REDACCIÓN THE CITY NEWSPAPER- ¿Será por eso que les llaman “astros de la canción” y “estrellas del firmamento artístico”? ¿Será por eso que los vinculan con el espacio exterior y los ponen en órbita cada vez que los periodistas hablan y escriben de ellos? Les tratan así y les llaman de esa manera porque se parecen a las supernovas que gravitan en el interminable cosmos o el infinito Universo. Y es que la vida de Julio Iglesias ha sido un extraordinario éxito desde que inició sus andanzas por las ligas menores del Real Madrid, un equipo en el que tenía una proyección única, y que se vio interrumpida por el accidente automovilístico que, ahora mismo, en nuestra actualidad, le está pasando la factura, le está cobrando con dolores que le impiden caminar como lo había venido haciendo.
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Después de haberse rehabilitado, Iglesias tomó el camino de la canción y despegó hacia el éxito que hasta estos momentos parece detenerse, producto de sus dolencias. Empero lo anterior, todo se mueve dentro del ámbito de la especulación; son los periodistas quienes arman y crean crónicas sobre su estado de salud y las desarman a los pocos días, debido a que el cantante se ha sumido en el misterio; esto es… no aparece en las revistas del corazón, no concede entrevistas exclusivas, suspende conciertos –con mucha más razón ahora con el covid chino sobrevuela sobre nuestras cabezas-, y tampoco mueve para nada su página web (www.julioiglesias.com), que permanece estática desde que lanzó su último disco en homenaje a México y en el que canta en varios duetos con artistas latinoamericanos. Nada, no se sabe nada de Julio Iglesias hoy en día. Para escribir algo sobre él… o hay que remitirse a su pasado comprendido antes del 2020 o fundamentarse en
los “supuestos.” Porque él no suelta prenda, no explica qué ha sido de su vida en lo que transcurren estos últimos meses.
Con base en uno de sus últimos videos, grabado a su llegada a una de las ex repúblicas soviéticas (presumo que es Azerbaijan), en Asia Central, Julio iba en compañía del presidente de ese país y su caminar se le notaba muy defectuoso, ya no mostraba el porte sobrio que le caracterizó hasta más allá de sus 60 años, sino que daba la impresión de que se trababa de un minusválido. Fue cuando pensé –yo que he seguido su carrera artística prácticamente desde que comenzó-, que el accidente de auto, en la carretera hacia Madrid, de Majadahonda al Plantío, Castilla, (el 22 de septiembre de 1962, a las 2 de la madrugada), le estaba repercutiendo seriamente en su etapa de ancianidad, pues Julio pasa de los 75 años de edad cuando redactamos este artículo de prensa.
La ventaja que notamos en su vida actual, a pesar de sus dolencias, se fundamenta en que es un acaudalado hombre, no solo gracias a su quehacer en la música, sino en otros negocios vinculados con los bienes raíces, pues se desconoce cuántas y cuáles propiedades son suyas alrededor del mundo, entre las que se cuentan aeropuertos internacionales, consorcios, edificios, mansiones, compañías aéreas y un largo etcétera de inversiones en las que participa activamente. De tal modo, Julio Iglesias puede tratarse sus males físicos con los mejores médicos disponibles y especializados. Recordemos que el accidente automovilístico, sufrido en su juventud, le dañó la médula espinal y lo mantuvo inerte en una cama de hospital por espacio de dos largos años y su rehabilitación, lapso en el que demostró un carácter fuera de este mundo y una voluntad de hierro, fue penosa, dilatada y en la que no hizo otra cosa que ejercitarse para volver a caminar. La desventaja en estos tiempos en los que la dolencia parece “enseñorearse” en su cuerpo nuevamente, radica en que la persona más importante de su vida, ya no está con él, porque falleció hará una década atrás… su padre, el ginecólogo Julio Iglesias Puga, quien fue uno de los más reputados médicos del Madrid de los años 50, 60 y 70, hasta que decidió hacer un alto en su carrera científica, para estar al lado de su hijo, el ex portero del Real Madrid, y quien lo necesitaba como el tuareg al agua, en medio del desierto. Ya no está con él el gran galeno y sinigual padre. Tampoco sabemos cómo está su relación con su hermano Carlos, quien es otro médico y durante muchos años administró su carrera artística, hasta que entraron en “colisión” y cada quien tomó su propio camino. Lo que sí está clarísimo y pesa a favor de Julio, es su esposa, la holandesa Miranda Rynsburger, con quien se casó en el 2010 y engendró en ella a cinco hijos (las gemelas Victoria y Cristina, y los varones, Miguel, Rodrigo y Guillermo), quienes, unos están cruzando apenas la adolescencia, y otros ya tienen sus vidas definidas en distintas actividades. Así mismo, sus tres primeros hijos, de su primer matrimonio, llamados Chaveli, Julio José y Enrique, en plena madurez, podrán asistirlo –y no dudamos que están pegaditos al móvil a diario para saber del derrotero que sigue su padre-, cuando así lo requiera esta mega-estrella española, que es el señor Julio Iglesias de la Cueva. Es decir: no está solo, su entorno es fuerte, cercano, a la mano y lo más importante, Julio se ha dado a
querer desde siempre por todos sus familiares. Incluso, en sus últimas giras mundiales, su asistente o secretario, era un hijo de Carlos Iglesias, su hermano. Su sobrino era inseparable con el artista y viajaba con él a todas partes en su jet privado.
¿Cuáles perspectivas podrían aparecer en la vida de Julio Iglesias, según se han dado los hechos? El gran aliciente se fundamenta en que ya lo ha hecho todo y lo ha hecho, no bien, sino excelente. Ha sido un triunfador irrepetible. El cantante hispanoamericano más exitoso de todos los tiempos y el mayor vendedor de discos de todos los tiempos, en clara competición con el estadounidense Michael Jackson. Si Julio Iglesias mirara a su pasado lejano o inmediato, se diría sin duda alguna que “todo lo he hecho, todo lo he logrado y donde he ido… he triunfado.” Ya es hora de la quietud, de quedarse en casa. Él mismo lo manifestó en los años 80 en su primer libro autobiográfico, llamado Entre el Cielo y el Infierno: “el día que abandone la música, lo haré en el mayor de los silencios, saldré haciendo mutis, sin decirle a nadie.” La hará igual a las gigantescas estrellas que se van apagando a sí mismas en el espacio exterior, hasta que ningún telescopio pueda localizarlas. Una última foto suya le muestra en una playa de República Dominicana, donde ha vivido estos años, acompañado de dos jóvenes asistentes, quienes le toman por los brazos para que pueda caminar. No se ve nada bien y esa escena le invita y aconseja al retiro definitivo. Sabemos que le sobra voluntad, alegría y entusiasmo; pero el cuerpo físico, la falta de salud, es lo que manda en estos momentos y dicta otra premisa: quedarse en casa y disfrutar de la bella familia que creó junto a su rubia esposa.
¡Ave César, tus seguidores te saludamos y te estamos supremamente agradecidos!