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Jaque Mate a Donald Trump
Jaque-Mate a Donald Trump
WASHINGTON D.C- (Especial para The City Newspaper) Mal augurio para un individuo que comenzó mal su trajinar por la presidencia de los Estados Unidos, continuó de mal en peor, y va a finalizar como debería; es decir, derrotado de manera aplastante, según hacen ver los indicios del comportamiento del electorado en las últimas encuestas hechas a nivel nacional.
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En dichos sondeos se le da “el jaque” a este fulano que nunca debió ser presidente de la primera potencia mundial y que le debe su triunfo electoral a su adversaria, Hillary Clinton, a quien los estadounidenses le cobraron lo pésima Secretaria de Estado que fue durante la última administración de Barack Obama; de otra manera, si el candidato adversario hubiera sido otro distinto a la Clinton, el postulante republicano, Trump, jamás hubiese ganado las elecciones. Es decir, los votantes se precipitaron por aquel que fue diferente a la Mrs. Clinton y no por la capacidad, mucho menos la experiencia, ni la inteligencia de Trump. Eso fue así y nunca de otro modo.
Pero es lamentable que a los votantes se les presenten solo esas dos posibilidades en las que tiene que optar por “el menos malo” o por “el diferente”; aunque salga perdiendo en las dos probabilidades, tal y como ha sucedido en esta ocasión con Donald Trump. Su paso por la Casa Blanca han sido tres años y medio perdidos y cuando falla el mandatario de los Estados Unidos, falla también en el resto del planeta; porque, repito incansablemente, ser presidente de la Unión Americana, supone de igual manera ser el presidente del mundo. Lo malo o bueno que se haga en Washington, repercute ineludiblemente en todas las naciones del orbe. Es así como Donald Trump ha sido su peor enemigo, él mismo ha socavado su propia imagen ante el público votante de su país.
Desde la primera semana en la Oficina Oval, comenzó a nombrar y deshacerse de asesores con una celeridad pasmosa, demostrando, de paso, que los seres humanos no le importan nada y está siempre dispuesto a pisotearlos y humillarlos; y, después de haber
prescindido de ellos, los ha denigrado aún más al hablar mal de esas honorables personas; es por eso que personajes como Michael Wolff y John Bolton, diestros en el manejo de la política de altísimo nivel, escribieron sus libros describiendo los malos tragos que pasaron cuando intentaron –no más intentaron-, trabajar con y para el demente presidente Trump. Porque Donald Trump es solamente eso… un caso declarado de esquizofrenia, digno para un profesional en psiquiatría, que haría bien en atenderlo en su consultorio o clínica en muchísimas sesiones, quizás hasta el día de su muerte. No quiero pensar siquiera lo que deben haber sufrido aquellas personas que han trabajado en la Torre Trump, en el negocio de bienes raíces, y bajo el mando de ese individuo fuera de sus cabales; porque nada es seguro, nada es sólido, nada le satisface ni le hace admirar o respetar a sus semejantes; incluso, al lado de Trump, ni su propia esposa, Melania, la Primera Dama, puede sentirse segura junto a un fulano con esos cambios de humor súbitos, desquiciados y temperamentales.
Retornando al tema de las encuestas, las más recientes muestran a un mandatario de los Estados Unidos en caída libre en el favor de los votantes; por ejemplo, en Florida, su adversario demócrata, Joe Biden, le aventaja en 13 puntos porcentuales; en Pennsylvania, en 10 puntos más; y en Ohio, Wisconsin, Arizona o Michigan, “la paliza” electoral es total y contundente contra Trump. En Texas, que siempre ha sido un fuerte bastión republicano, tampoco esta vez le favorece al díscolo presidente estadounidense. Es por ello que, sabedor de que la derrota, a menos de 100 días de distancia de las próximas elecciones, es lo único que tiene seguro, y con base en ello ha pedido que los comicios se pospongan y ha argumentado que se podría dar un posible fraude, pero tampoco, como ha sido su nefasta costumbre, ha aportado pruebas fehacientes o leves siquiera, de que será así como denuncia.
Sus palabras argumentales y textuales han sido: “Con la votación universal por correo (no la votación en ausencia, lo cual es bueno), 2020 será la elección más inactiva y fraudulenta de la historia. Será una vergüenza para los Estados Unidos. (La solución podría ser) retrasar la elección hasta que las personas puedan votar de manera adecuada y segura.” Ha dicho claramente el mandatario. Desgraciadamente para él, nunca, en la historia de los Estados Unidos, se ha retrasado o pospuesto una elección presidencial y no hay posibilidad alguna en nuestro tiempo para que ello suceda, más aún cuando solo el Congreso de la nación puede cambiar la fecha, establecida por ley para que ocurra el día 3 de noviembre y en un período cuando los demócratas son quienes controlan la Cámara Baja.
Es así como se le ha dado el “jaque” a Donald Trump mediante los resultados emitidos en las encuestas recientes; y “el mate” será cuando se conozcan los números finales, al cabo de dichas votaciones y favorezcan al partido Demócrata, tal y como se perfilan los acontecimientos. Un hecho que tiene que ser impostergable, porque los Estados Unidos merecen -¡Y necesitan con urgencia!-, a un mandatario cuerdo, en sus cinco sentidos y sea capaz de restaurar el orden y la decencia en la Casa Blanca.
En el caso de que hagamos un recuento de los desvaríos que han mostrado a un Donald Trump altamente nocivo y lesivo para la nación, podemos citar los siguientes:
- su nada cuidadoso lenguaje para referirse a cualquier asunto: así como le llegan las ideas a su cabeza, así las “dispara”, sin importarle las consecuencias negativas resultantes.
- Su maltrato a varias mujeres con las que se hubo rozado en años anteriores.
- Su personalidad carente de espiritualidad, donde el dinero es lo primero, sobre los valores humanos universales existentes.
- Su falta de cultura específica y general: nunca se le ha escuchado hablar de arte, música, filosofía o libros que haya leído. Y en geografía ha demostrado ser un total ignorante, cuando se ha referido a determinado país y pueblo.
- El desprecio por los semejantes, a quienes despide de sus trabajos como si fueran “hojas barridas por el viento”, los “fumiga” con la misma velocidad con la cual los nombró en sus cargos.
- Es incapaz de establecer amistades seguras, sólidas y duraderas. Tampoco relaciones afectivas, en las que, incluso, sus propias hijas (os), no se sienten seguras (os) con el cariño de su padre.
- Practica una “política” (o seudo-política muy propia), en la que solo le importa Israel y Benjamín Netanyahu, sin importarle las acusaciones clarísimas de corrupción que pesan sobre el Primer Ministro judío (o dictador para ser más preciso).
- Trump es creador de tensión en Oriente Próximo, específicamente con Irán, un gobierno que irrespeta al poderío estadounidense cada vez que se le ocurre, a sabiendas de que su presidente es un absoluto “león desdentado y envejecido” que a nadie asusta. - En el caso venezolano, Trump se contradice constantemente al señalar que Juan Guaidó es “un presidente encargado sin poder alguno” y le ha quitado todo su respaldo moral; tampoco hace nada por acabar con la narcodictadura de Nicolás Maduro, aunque sepa que está llenando de cocaína a los jóvenes de Estados Unidos.
- Su actividad antinarcóticos ha sido prácticamente nula; incluso no se refiere siquiera a ese tema de vibrante actualidad y tan cercano a los norteamericanos, ya que lo tiene a pocos kilómetros en México, en los cárteles de la droga.
- El famoso muro para contener la oleada de inmigrantes latinoamericanos, tampoco lo construyó, ni 25 metros siquiera. Una promesa incumplida, de las pocas que le hizo a quienes votaron por él.
- Durante el coronavirus, sugirió tomar cloro, desinfectantes y otras sustancias que son altamente tóxicas, a los estadounidenses. Incluso, hubo muertes de aquellas personas que ingirieron esos líquidos, por culpa de las demenciales sugerencias de Donald Trump.
- América Latina, el traspatio de los Estados Unidos, para nada interesa a Trump y ha quitado ayuda monetaria a varias de estas naciones pobres.
- Ha entrado en controversia con el Senado, con su propio partido Republicano, con organizaciones internacionales y ha retirado a los Estados Unidos de esos foros, sin mayor explicación alguna, con los daños subsecuentes que han resultado a partir de esas decisiones atolondradas y nunca sujetas a la meditación, el raciocinio, ni al cálculo positivo.
- Abandonó en Siria a los kurdos, aliados en la guerra contra el Daesh (Isis), y prácticamente los entregó a un asesinato masivo, a manos de los turcos de Erdogan.
- Retiró tropas de Afganistán e Irak, con el resultado de una mayor inseguridad en ambas naciones musulmanas, donde la inestabilidad creció y el peligro se tornó mucho más volátil en la región.
- Tampoco es referente para la familia norteamericana, debido a su evidente separación de Melania y su frialdad con su hijo adolescente, Barron; la única que parece cercana a él es Ivanka Trump y su yerno judío, Yared Kushner, quien ejerce una influencia perniciosa en el demente presidente de los Estados Unidos.
- Finalmente, para no hacer más extensa esta lista de desaciertos, Donald Trump acuerpa tácita y rotundamente, la anexión a la fuerza de Cisjordania al territorio de Israel, por parte de Benjamín Netanyahu, sin sopesar las consecuencias de esa acción terrorista y coercitiva a todas luces y que violenta al derecho internacional.
Es evidente que Donald Trump pasará a “la galería” de mandatarios incapaces, corruptos, inmorales y dementes que han elegido los votantes estadounidenses a lo largo de la historia. A saber: Woodrow Wilson, John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson, Richard Nixon, Jimmy Carter y Bill Clinton. Todos ellos altamente nocivos para los ciudadanos que estuvieron bajo sus respectivos gobiernos y para la geopolítica que se decantó en guerras, escándalos sexuales, actos corruptos y en la pérdida del honor, la seguridad y el respeto de los Estados Unidos a nivel internacional.
Por esas razones y por muchas otras más, muchísimas, Donald Trump no puede ser reelecto en su cargo de presidente de los Estados Unidos. Cualquier otro, venga de donde venga y sea como sea… pero nunca más Trump, por el bien de la humanidad entera. Dichosamente Joe Biden es su contrincante en esta lid y será, con grandes posibilidades, su sucesor en el cargo. Por lo más sagrado, así lo pedimos y necesitamos.