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Bram Soker estaría Fascinado
de Cuba, que carecen de hospitales, medicamentos, dinero y el respeto de sus pueblos que podrían levantarse furibundos contra ellos, en cualquier momento. La verdad, la irrefutable verdad, dice que los hospitales nicaragüenses cada día están más saturados con pacientes infectados con el Covid-19; y una crónica publicada en el diario La Prensa, no sometido a la dictadura, dice lo siguiente de manera textual: “los hospitales públicos y privados del país, atienden cada vez más casos del Covid-19, afectando su funcionamiento normal y teniendo que reprogramar citas médicas, suspender cirugías y realizar cambios de consultorios, algunos improvisados, para ampliar otras salas para atender pacientes con síntomas de Covid-19.” Lo cierto es que en las últimas semanas, los médicos están alarmados con el brote de “insuficiencias respiratorias agudas y neumonías atípicas,” frente a la engañosa y aparente despreocupación del desgobierno de Ortega, que repite cansinamente que el sistema de salud, desquebrajado desde que él es dictador, tiene controlado al coronavirus; y su mujer, Rosario Murillo, afirma que se trata de “una especie de favor Divino la supuesta contención del virus” y que Nicaragua es diferente a todas las naciones del mundo y Dios la ve con ojos misericordiosos. Pero el neumólogo Jorge Iván Miranda ha atendido a más de un centenar de pacientes con síntomas; mientras más de 300 médicos han demandado al gobierno sandinista ser transparente con los verdaderos datos de la pandemia y su avance en Nicaragua. En una carta pública exigen usar “estándares epidemiológicos internacionales y lenguaje técnico y claro.” Para el epidemiólogo Leonel Argüello, vienen semanas duras para su país, ya que los fallecidos aumentarán sin control. “En Nicaragua todavía nos faltan muchos muertos que llorar por el coronavirus, (mientras) las autoridades de salud no dan información, lo que hacen es dar números limitados, confusos e incompletos. (…) Tenemos un 33 por ciento de mortalidad, lo que sería una de las más altas del mundo.” Explicó. Por lo pronto, los Ortega siguen incentivando a los festejos y a las reuniones masivas, “porque los nicaragüenses son intocables por cualquier pandemia”, reiteran una y mil veces más.
Bram Stoker Estaría Fascinado
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MANAGUA, Nicaragua-(Especial para el periódico The City). El famosísimo escritor irlandés, autor del célebre “Drácula”, estaría más que encantado con la situación que actualmente se vive en casi toda Nicaragua, con los muertos cobrados por el coronavirus, la maldita plaga que nos vino desde la China comunista. Y afirmamos esto porque Stoker, desde muy joven, era asiduo visitante del cementerio de la localidad: le complacía estar entre las tumbas, ver los entierros y deleitarse imaginariamente con espectros y cadáveres venidos del más allá. Sin lugar a dudas, era un necrófilo, de esos que nos definió una vez el
psicoanalista Erich Fromm. Recordemos que la biofilia es el amor por la vida; y su némesis, su contraparte, es la necrofilia, o sea… el amor por la muerte. Hacemos esta breve introducción para “aterrizar” sobre el tema que nos compete: los desastres que está causando el covid-19, la pandemia creada por los chinos (con o sin alevosía), para exportar al mundo entero, y que está matando como moscas a miles de nicaragüenses, quienes, como piara irracional, siguieron los consejos de sus dos amos, los dictadores Daniel Ortega y su horrenda mujer, Rosario Murillo, los mismos dos que tienen sumido a ese país en una pobreza impresionante, debajo de la línea de la miseria. Es decir, los nativos de esta nación se reunieron en multitudes, alabaron en arengas multitudinarias al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), el partido al que pertenecen los dos dictadores, de corte marxista-leninista; asistieron a juegos de baseball y football y siguieron sus vidas como si el coronavirus nunca los iba a alcanzar y no sabemos por qué extraña razón, nunca iba a meterse con Nicaragua y su pueblo. El resultado final es el siguiente: la gente se cae en las calles cuando va en bicicletas, motos, caballos o simplemente a pie, diezmados brutalmente por el coronavirus, que hace estragos en su sistema respiratorio. Los dictadores analfabetos de este país, Ortega y su horrorosa mujer, quien además practica las artes oscuras de la hechicería, se rieron del covid-19 y convencieron al pueblo para que comenzara a suicidarse paulatina y masivamente, tal y como ha venido haciendo día tras día. El Diario La Prensa, enemigo declarado y acérrimo del desgobierno de estos dos, ha publicado en su última edición, que el nuevo cementerio de Managua, la Capital, ya no da abasto, por la gran cantidad de muertos que llevan todas las madrugadas, a hurtadillas, para que los demás no se enteren de la gran matanza que aquí ocurre. De tal manera, dicho tabloide dice textualmente: “Apenas en el mes de febrero fue abierto al público el cementerio ‘Caminos del Cielo’, ubicado en Barrio Laureles Sur de Managua, y ya una parte significativa de los terrenos ha sido ocupada, esto ante constantes entierros en el sitio y que de acuerdo con los pobladores de los alrededores, la mayoría se realizan en horas de la noche y madrugada para evitar grabaciones y fotografías al tratarse de covid-19.” Finaliza el cronista del diario.
En palabras simples, sencillas y directas, los muertos son tantos por causa de la pandemia, que ya escasean las tumbas para enterrarlos; lo cual significa que, al igual que Jair Bolsonaro y Donald Trump, la pareja de dictadores nicaragüenses han enviado a sus respectivos pueblos a suicidios masivos, ante los ojos asombrados de los espectadores ocasionales, quienes quedan impávidos cuando caen fulminados en calles y aceras, por la acción del coronavirus.
En otro estado de cosas, el analfabeta Daniel Ortega está gestionando un préstamo millonario en dólares, con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), porque ahora sí está convencido de que sus pésimos consejos de lanzar al pueblo a las calles, como si fuera inmune natural ante la pandemia, solo han servido para matarlos igual a una plaga de moscas y sin defensa alguna desde el punto de vista médico o científico. El problema radica en que, si el BCIE le otorga ese dinero al dictadorzuelo centroamericano,
tendremos que cuestionar: ¿Estará seguro ese préstamo en las garras de Daniel Ortega y su mujer? Lo dudamos. Muy probablemente se perderá como ha ocurrido con tantos y tantos empréstitos que la Banca internacional les ha dado y que fueron desviados hacia las cuentas personales de ambos, fuera de Nicaragua. Por lo pronto, sabemos certeramente que Bran Stoker hubiese tenido material suficiente para escribir una nueva novela de terror, talvez más exitosa que la mismísima Drácula. Requiem para un pueblo tan analfabeto como sus dos líderes en el poder dictatorial.