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La Falta de Moral y Vergüenza de la China Comunista
La Falta de Moral y Vergüenza de Parte de la China Comunista
BEIJING Y AMÉRICA LATINA-(Especial para The City Newspaper) No dejo de escribir y subrayar en un tipo de letra grande y legible, que los culpables únicos de esta pandemia mortal, que ha segado las vidas de millones de seres humanos alrededor del mundo, son los chinos continentales, solo ellos han sido los verdugos de la humanidad al crear y expandir el covid-19 por los cinco continentes, con otros agravantes adicionales tales como acabar con las economías de las naciones, dejar sin empleo a otros millones de personas y difundir el hambre en la India, América del Sur y África, principalmente. Y la paradoja aparece cuando el único que ha señalado a los chinos y su culpabilidad, ha sido el demente presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a quien asiste toda la razón en este caso singular, a pesar de su repugnante personalidad y discursos incendiarios que deja escuchar a diario. Fuera de Trump, ningún otro líder mundial ha dicho nada en contra de la flagrante criminalidad de los chinos comunistas. Da la impresión de que les tienen miedo a los carniceros de Beijing.
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Por otra parte, la pregunta que muchos se hacen es la siguiente: ¿Crearon los chinos a propósito el coronavirus? Hay quienes dicen que lo inventaron en un laboratorio con la finalidad de poner de rodillas al mundo occidental, tan inteligente, moderno e infinitamente superior en cultura, tecnología, riqueza y sabiduría a los mismos chinos. Yo, particularmente, no lo creo. Simplemente el covid-19 resultó del desaseo sempiterno que practican los chinos, a raíz del hambre que siempre han sufrido, ya que el gobierno marxista que los aprisiona siempre ha preferido construir misiles atómicos que llenar los estómagos vacíos de sus ciudadanos. De tal modo, en el mercado de Wuhan, infestado por infinita variedad de gérmenes, provenidos de animales incomibles, y que los chinos consumen en todas las formas posibles, ahí se originó el coronavirus, que después
sobrepasó las fronteras físicas y ha llegado a los confines del planeta, matando a grandes cantidades de seres humanos, tal y como estamos observando día a día.
Sin embargo nos queda una duda… Veamos: una ciudadana china salió una mañana cualquiera de Shanghai, en avión, y arribó a la ciudad de Munich, al sur de Alemania y Capital del Estado de Baviera. Una urbe populosa con millones de habitantes. La mujer era positiva, portadora en potencia del covid-19, y no se sabe qué diablos hizo ese día en la ciudad alemana; y al día siguiente se regresó a China en otro vuelo. Lo que dejó atrás fue un contagio impresionante en los alemanes. Personalmente creo que hubo dolo, premeditación, actitud criminal en esa mujer y en quienes la enviaron y que permanecieron en las sombras en su país. Y nuestra sospecha encuentra asidero cuando recordamos que Alemania es una superpotencia económica y siempre se ha opuesto al comercio (de productos de bajísima calidad), que practica la China comunista. Por eso cuestiono: ¿Es el coronavirus el arma evidente y descarada, que usan los chinos continentales para frenar, diezmar, asesinar y contener a aquellos países que la superan en todos los aspectos? Lo anterior parece indicar que así es.
En otra semblanza de esta mortandad creada y diseminada por los chinos, conocida con el nombre de coronavirus, aquel gobierno asiático no se siente, en nada, culpable de la criminalidad que ha causado y más bien trata de sacarle provecho, especialmente en las naciones y pueblos que más sufren los embates de la pandemia. Veamos: el ministro del Exterior de China, Wang Yi, manifestó, con claridad e inmoralidad, el deseo del gobierno que representa de prestar a los países latinoamericanos la suma de US$1000 millones y con ello venderles la supuesta vacuna contra el covid-19. En primera instancia, dicha vacuna no ha sido creada por los científicos chinos, es falso, una mentira tan grande como tantas otras falacias que han difundido y que dicen que crearon el papel, la imprenta, la pólvora, etcétera, etcétera, minimizando con esos argumentos a la inteligencia y capacidad del hombre occidental en el uso de la inventiva y la tecnológica. En segundo término, la falta de moral, vergüenza y humanismo es más que evidente en los líderes chinos, al ofrecer dinero a cambio de una supuesta solución médica. Porque ellos fueron los causantes de estos crímenes que hemos visto desde Canadá hasta el Cono Sur americano y lo único que deberían hacer es regalar equipos, dinero y enviar doctores, gratuitamente, para ayudar a estos ciudadanos que caen muertos como moscas, por causa del coronavirus.
El préstamo que ofrecería China sería tan depredador como los anteriores; sino veamos las consecuencias al entrar en negociaciones con los asiáticos: la dictadura de Beijing, en las últimas décadas, ha dado dinero en calidad de préstamos a las naciones subdesarrolladas, a través de su Iniciativa Bel tan Road (BRI), un plan de infraestructura global en el que los chinos utilizan ese mismo dinero prestado, contratan a otros chinos para que construyan puertos, ferrocarriles, estadios y demás obras, y cuando esas naciones pobres no pueden pagar los empréstitos, los dictadores asiáticos les confiscan las propiedades que construyeron y así ponen sus sucios pies en los cinco continentes y dan
inicio a la perniciosa influencia política, financiera, militar e ideológica en tierras ajenas y distantes de sus fronteras.
Desgraciadamente hacen falta voces que denuncien ese descaro y señalen al culpable único de esta pandemia en el planeta; da la impresión de que la cobardía o talvez el despiste de esos gobernantes, es lo que impide que se ponga de manifiesta la culpabilidad de los asiáticos. De igual manera, aquel gobierno latinoamericano (o alrededor del mundo), que acepte esos préstamos, igual de criminales que el covid-19, tampoco tienen el perdón ni el respeto del resto de naciones del orbe, porque China está en su obligación, primero, de no mentir y crear una vacuna efectiva (aunque dudamos que lo puedan hacer); y segundo, distribuirla gratuitamente a la humanidad entera. Es lo único que les queda para salvar un poco su escasa moral y su poca vergüenza
No se le puede entregar el alma al diablo, mucho menos en estos momentos cuando el mismo demonio nos ha condenado a la muerte, mediante el coronavirus. Eso debe quedar tan claro como el odio que China le profesa a Occidente.