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Policía Allana sede del Gobierno de Costa Rica
crónica aparecida en el diario español El País, señala textualmente: “El Salvador es un país más seguro desde que el presidente Nayib Bukele llegó al poder en junio de 2019. Es un hecho. Es incontestable. Y además habrá que decir que no es un poquito más seguro, sino mucho más, muchísimo más de lo que este periodista llegó a imaginarse posible.” Y agrega: “En lo que va del gobierno Bukele en El Salvador, la tasa de asesinatos ha ido a la baja. La pregunta es cómo se consiguió, cómo se llama el antídoto. Ahí es donde desaparecen los blancos y los negros.” Es decir, para el analista español enviado a esta nación de América Central para elaborar su reportaje, “las cosas mejoraron casi de inmediato, de forma sostenida y cada vez con mayor profundidad (…).” Eso se dice de Bukele en Europa, quien está demostrando que, cuando hay deseo de hacer las cosas bien y se empeña en ello la honestidad y el trabajo fuerte, todo resulta pleno y positivo.
Desde el punto de vista político (si el término “político” cabe en esta oportunidad), los antecesores de Bukele se dedicaron a hacer pactos oscuros con “las maras”, regalándoles espacios territoriales en las ciudades, millones de dólares e impunidad, a cambio de mayor derramamiento de sangre de los salvadoreños decentes, víctimas de esos gamberros. Otro de los matices oscuros fue la huida de miles de personas, a pie, hasta la frontera mexicano-estadounidense, como todos sabemos. Hoy, incluso, dicho éxodo ha disminuido ostensiblemente y detrás se puede ver la sombra de Nayib Bukele, que se yergue salvadora de la situación por la que atraviesa su país. Es una mente clara, joven y esperanzadora, que no desdeña la posibilidad de actuar con “brazo de hierro” cuando “las maras” lo ameritan; por ejemplo, el presidente ordenó que los pandilleros presos “no vean la luz del Sol”, en encierro absoluto en sus celdas, por haber asesinado a un militar. Todo un tratado psicológico, sociológico, criminológico y politológico, para analizar la gestión de Bukele… un hito que deslumbra en la realidad de El Salvador.
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¡Hecho Inédito e Insólito! Policía Judicial Allana Casa de Gobierno
SAN JOSÉ, Costa Rica-(Especial para el periódico The City). Las imágenes por la prensa han dejado a la mayoría de los costarricenses con las mandíbulas desencajadas por la sorpresa, pues el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), o policía de la Corte Suprema de Justicia, se apersonó en la Casa Presidencial en una auténtica caravana de vehículos (con 250 oficiales adentro), y procedió a entrar en las oficinas, incluyendo a la del mismísimo Presidente de la República, Carlos Alvarado. ¡Nunca antes en la historia de esta centenaria democracia había sucedido un acto de tal magnitud! Y es que, en ningún momento siquiera, el pueblo exasperado en masivas manifestaciones, había penetrado en esa sede, a pesar de que varios ex mandatarios merecieron ser sacados de igual manera como se hizo en la
Revolución Francesa con el Rey Luis XVI, su esposa María Antonieta y sus hijas, porque la corrupción en muchas etapas de la vida nacional de Costa Rica, exigía cárcel y juicios ineludibles para determinados ex presidentes. Yendo al grano sin mayor dilación, Carlos Alvarado y un grupo de asesores, crearon la Unidad Presidencial de Análisis de Datos (UPAD), con la única finalidad de espiar a los ciudadanos de este país y obtener de ellos todos los datos privados posibles; pero “el secreto” se les escapó de las manos y llegó a instancias de la Defensoría de los Habitantes, y, a partir de ahí, se dio a conocer a la opinión pública general. De inmediato, el escándalo ha ido en aumento: la prensa, abogados independientes, Fiscalía General de la República y la policía judicial están actuando de lleno sobre las cabezas responsables de tal acto en contra de la privacidad del pueblo y sus Instituciones. En este punto concreto, tenemos que resaltar la figura de una mujer decidida, valiente, culta y con actitudes y aptitudes de verdadera dama: la Defensora de los Habitantes, Catalina Crespo Sancho, psicóloga y educadora de profesión, a quien no le tiembla el pulso para desentrañar actos corruptos ahí donde asomen y provengan de quien provengan. Ella hurgó en el fondo de este asunto, se hizo presente en la Casa de Gobierno, habló con los implicados; después con la Fiscal General y pocos días después, el OIJ estaba allanando los despachos del presidente de la República, del ministro de la Presidencia, sus colaboradores, sus casas de habitación e incautando computadores y celulares para investigarlos con mayor detalle. ¡Nunca antes había ocurrido una situación de tal envergadura en Costa Rica. El expediente que maneja la fiscalía contiene los nombres del mandatario Carlos Alvarado; el ministro de la Presidencia, Víctor Morales; el viceministro de Planificación, Daniel Soto; y los tres funcionarios que trabajaban para la UPAD (los encargados de husmear en las vidas de los costarricenses): Diego Fernández Montero, Alejandro Madrigal Rivas y Andrés Villalobos Villalobos. Así también son investigados Luis Fernando Salazar Muñoz, el abogado que revisó el decreto que dio “legitimidad” a esa oficina de espionaje; y Felly Salas Hernández, directora del Despacho del presidente Alvarado. Simultáneamente, tres abogados independientes han presentado querellas y recursos de amparo por violación a la intimidad de los costarricenses. Estas personas que hemos detallado en los párrafos de arriba, enfrentarían cargos de abuso de autoridad, violación de datos personales y prevaricato (que es el dictado de una resolución arbitraria, que responde solo al capricho o voluntad de quienes la ejecutan y nunca a los principios de la razón). Pero lo que más indignación causa en la creación de dicha oficina, es su carácter secreto que ha violentado al Estado de Derecho y ha ido en contra de la privacidad del ciudadano (como sucede en la Cuba castrista), sin que éste haya apoyado, ni remotamente, la existencia ni actividades desde la Casa Presidencial. Las “cartas están sobre la mesa”; ahora corresponde a los jueces actuar… Es así como el escándalo ha estallado en la indolente y pacífica Costa Rica. ¿Lo creería usted en el país “donde nunca sucede nada”?