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Hechos son Amores y no Buenas Razones
REPÚBLICA DEL CONGO-(Especial para The City Newspaper) Nos ha llegado una noticia que nos ha puesto en la encrucijada emocional, porque no sabemos si alegrarnos o mantenernos en calma; aunque esta segunda posibilidad es la mejor. La información dice que África, el continente que, junto a Haití, en Las Antillas Mayores, iba a ser caótico por los estragos que la pandemia del covid-19 iba a causar, y, gracias a Dios, no ha tenido esas muertes y se mantiene por encima de los números mortales que presenta hoy mismo Brasil; es decir, en palabras sencillas, los brasileños presentan más muertes por causa del coronavirus, que todo el continente negro. Lo ideal sería que en ambos territorios el virus fuera vencido, pero eso está muy distante de ser posible en estos momentos. La verdad es que África sigue preocupando a pesar de que el covid no se ha manifestado con su nefasta intensidad; podríamos decir incluso que ha sido “benigno” con la población altamente vulnerable que aquí vive, por la pobreza extrema, la falta de servicios médicos, de agua potable y medicinas. También debemos agregarle las situaciones causadas por los pésimos gobiernos militares, despóticos y dictatoriales en muchos países de este continente y la esperanza se fundamenta en que Dios mismo y otros factores, si se pueden llamar “casuales” o circunstanciales, sin ninguna afinidad con la lucha consciente contra la pandemia, no permitan que el coronavirus irrumpa entre la población africana y comience a hacer estragos. La realidad futura, la inmediatez, está supeditada más a un factor de suerte, que al esfuerzo humano realista y explicable con palabras razonables.
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Desdichadamente, cuando escuchamos el nombre de este continente, inmediatamente recordamos su profunda y desgarradora miseria y las causas de la misma; es cuando se torna ineludible pensar en el colonialismo francés, belga, británico e incluso
italiano, en Libia y Somalia. Esas naciones expoliaron y volvieron a expoliar una y decenas de veces más, las riquezas de África, hasta acabar con las vetas, los yacimientos de diamantes, oro, maderas y gran parte de su riqueza animal, al matar a miles de elefantes para arrancarles los colmillos, para explotar el marfil. Esas son las causas de la pobreza africana y no otras.
Es en este punto preciso cuando aparecen las palabras del actual Rey de Bélgica, Felipe -hecho que no deja de ser ridículo que un país tan minúsculo como ese, presuma de ser una monarquía-, al argumentar que siente “profundos remordimientos por el sufrimiento y la humillación que fueron causados por el dominio belga al país africano (el Congo).” Y agregó: “Me gustaría expresar mis más profundos remordimientos por estas lesiones del pasado, cuyo dolor ahora es revivido por la discriminación aún demasiado presente en nuestras sociedades.” Sin duda alguna, la exposición de sus sentimientos en relación con los daños pretéritos en África, son positivos para el alma de los belgas y de los mismos congoleños; sin embargo, dicha posición del monarca de Bélgica no se debe quedar en las palabras, en “las buenas razones” únicamente, sino también deberá accionar, deberá practicar bondad en estos instantes justos cuando el continente negro más lo necesita. Lo cual quiere decir que es el momento histórico, en el que las comunicaciones han “achicado” al planeta entero, para que el gobierno de Bruselas devuelva a los africanos parte de lo mucho que saquearon de su territorio. ¿Cómo deberían hacerlo? Con la cooperación bilateral y en tiempos de pandemia. Lo mismo le es exigido a los ingleses, franceses e italianos, en aquellas naciones que expoliaron en el Siglo XIX y principios del XX. Es la oportunidad dorada para que envíen médicos, enfermeras, abastecimiento para los hospitales y alimentos, a la población africana que está presta a caer fulminada por el covid-19, porque “obras son amores y no buenas razones.” Al fin y al cabo, las palabras del Rey Felipe de Bélgica, a pesar de que fueron pronunciadas hace pocos días, se las ha llevado el viento y nadie las recordará prontamente; pero las acciones, los hechos, son los que importan en estas épocas de virus mortal.
Algo parecido les es exigido a los franceses con su enclave en el Caribe, en Haití, el país más pobre de América, donde, incluso, las noticias no parten desde su realidad y no sabemos por qué razón. Los franceses sacaron de África a los pobladores para esclavizarlos en América, en las plantaciones de banano, cacao, algodón y en la servidumbre en las casas de los terratenientes. Luego, al terminar los tiempos del coloniaje, abandonaron a los hombres y mujeres de tez oscura, en las garras de la miseria, el hambre, la desesperanza y las enfermedades, como lo es el actual coronavirus.
En otros términos, es obligación moral que los antiguos Estados colonialistas europeos, acudan a los territorios donde asesinaron, esclavizaron, saquearon y expoliaron, para devolverles, mediante la ayuda humanitaria, en estos momentos de peligro, incertidumbre y muerte. No bastan las sentidas palabras del Rey belga… ¡Al fin y al cabo todos los políticos saben utilizar muy bien el don de la palabra hablada, de la retórica fácil, oportuna y barata, tal y como lo ha hecho el soberano mencionado, a pesar de que parece
que lo hizo desde el fondo de su corazón! Y no es suficiente ese mensaje, porque, al invadir el covid al continente negro, el desastre humano estará asegurado, tendrá proporciones incalculables e impresionantes, como nunca se ha visto jamás en la historia global. Por eso reafirmamos: no tantas razones y más obras, en relación con el África olvidada, discriminada y desprotegida.