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LA INVITACIÓN
Vamos, te invito amor entremos en un ayer de arrullos apresurados pasos agitando los corazones besabas el vientre abultado del hijo por nacer.
La noche se iba junto a la última madeja desenrollada de mi taller.
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De nuevo el chancletear de pasos pequeños, cuadernos abiertos al saber.
Eso pasó, pasó amor un milenio sopla despacio. Contigo quiero abarcar los horizontes más bellos.
En el mar prendemos velas para la tranquilidad del alma. Me paseo en un jardín endulzando un poema agrio balanceándome entre dos siglos. Saciar la soledad de los que partieron tras un futuro.
Marisol Rodríguez Lefebre
Te tengo a ti amor el internet es tedioso un gen erizo promete vida.
Vamos, te invito amor alegres, confiados, desnudos a traspasar el milenio juntos.
La Libertad
En un torrente de esperma y un ovulo, en un claustro materno fui acogida, al nacer, fui libre, libre.
Las manos de mamá, suavemente se apoderaron de mí. Puso sus rosados pezones en mi boca, por meses me amamantaron. Aleteando, caminando, jugando en los jardines de la vida, sin tener idea que sería solo un soplo de libertad.
¡Fui libre, libre!
Un silabario dio vuelta sus páginas, me atrapó en sus hojas. Ante las miradas de abuela y hermanas, ya sabía leer.
¡Fui libre, libre!
Bostezando con mis ojos semi cerrados, vestidas de uniforme, de nuevo fui detenida con advertencias fuertes para mis seis años, levantarme a las siete, lavarme los dientes, abrocharme los zapatos y partir a la escuela.
Así estuve hasta terminar la enseñanza media.
¡Fui libre, libre!
Llegó apresurada la primavera, cada paso que daba brotaban sus encantos, sentí deseos de amar.
¡Fui libre, libre!
Marisol Rodríguez Lefebre
Tu imagen se reflejó entre los árboles del Parque Forestal, el sol con sus rayos me envolvió en el amor, fui amada, amé.
Entrelazando matrimonio, hijos, trabajos, estaba totalmente cautiva.
Un extraño deseo en mi ser afloró, escribir, escribir cuentos, poemas, fueron ellos que desenredaron los hilos de mis ataduras.
Volar con locura en el universo por el mar, montañas, volver a mi tierra sin horas ni tiempo fijo.
¡Fui libre, libre!
Tristeza, lágrimas caen sobre poemas míos. Retumban ecos de plegarias al cielo. De nuevo prisionera.
El fuego con leña florece, chispea impregnando mi cuerpo, hasta ser cenizas.
La lanzan mis seres amados al viento.
¡Fui libre, libre, por los siglos, siglos!