Arte Hoy 20 - Mayo 2018

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2 HOMENAJE A KARL MARX . Bicentenario de su nacimiento

3

LA DIVISIÓN DEL TRABAJO Y LAS MÁQUINAS (FRAGMENTO)

4

Karl Marx (1818-1883) MANUSCRITOS ECONOMICO-FILOSOFICOS DE 1844 . [PROPIEDAD PRIVADA Y COMUNISMO]

8

Karl Marx (1818-1883) FRANCOIS VI DE LA ROCHEFAUCAULD ( 1613 – 1680 )

17

SOBRE EL ARTE Y LA LITERATURA (Fragmentos)

19

Carlos Marx - Federico Engels A CINCUENTA AÑOS DE MAYO DEL 68

26

CONMEMORACIÓN EN EL EPICENTRO DEL MAYO DEL 68 FRANCÉS

27

Reyes Martínez Torrijos TRATADO DEL SABER VIVIR PARA USO DE LAS JOVENES GENERACIONES (1967)

34

Raul Vaneigem (1934-) LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO (1967-)

42

Guy Debord (1931-1994) LES ÉCRIVAINS RACONTENT MAI 68. AU JOUR LE JOUR

45

LIBERATION. LE 3 MAI VU PAR MATHIEU BERMANN : «MAIS ARRÊTEZ, QUOI, ESPÈCES DE BRUTES !»

46

Mathieu Bermann A L’ORIGINE ÉTAIT LE 21 MARS 1967..., PAR CATHERINE MILLET

52

Catherine Millet ESTÉTICA DEL ENTUSIASMO

58

Antonio Lucas LIBROS PARA ENTENDER MAYO DEL 68

64

P. Unamuno CUANDO EL CINE SE SOÑÓ TAN REAL COMO LOS SUEÑOS

69

Luís Martínez MAYO '68 (Archivo) SEMANA . 6/13/1983

75

MAYO NO ACABA NUNCA

83

Marc Bassets MEDIO SIGLO DESPUÉS DEL MAYO DEL 68 EN FRANCIA: "AHORA LOS JÓVENES LO TIENEN MÁS DIFÍCIL"

91

Angelique Chrisafis GABRIEL ALBIAC: «LO QUE AHORA SE VENDE COMO REVOLUCIÓN ES POPULISMO»

97

Laura Revuelta Los 68. París-Praga-México, de Carlos Fuentes*

104

Selene Aldana Santana**

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3 HOMENAJE A KARL MARX Bicentenario de su nacimiento Ilustraciones: Mario Londoño

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4 LA DIVISIÓN DEL TRABAJO Y LAS MÁQUINAS (FRAGMENTO) Karl Marx (1818-1883) La miseria de la filosofía. Madrid. SARPE. 1984. Págs. 141-143. Traducción: DALMACIO NEGRO PAVÓN. Traducción cedida por Aguilar.

(…) Bajo el régimen patriarcal, bajo el régimen de castas, bajo el régimen feudal y corporativo, existía división del trabajo en toda la sociedad conforme a reglas fijas. Tales reglas ¿han sido establecidas por un legislado? No. Nacidas primitivamente de las condiciones de la producción material, no se han erigido en leyes hasta bastante más tarde. Ocurrió, de esta manera, que esas diversas

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5 formas de división del trabajo llegaron a construir las bases de la organización social. En cuanto a la división del trabajo en el taller, se había desarrollado muy poco en todas formas de sociedad. Se puede incluso establecer como norma general que cuanto menos se preocupa la autoridad de la división del trabajo en el interior de la sociedad, más se desenvuelve ésta en el interior del taller y más se somete a la autoridad de uno solo. Por tanto, la autoridad en el taller y la de la sociedad, respecto a la división del trabajo, se llama en razón inversa entre sí. Interesa considerar ahora en qué consiste el taller en el cual se hallan tan separadas las ocupaciones y la tarea de cada obrero se reduce a una operación muy simple y donde la autoridad, el capital, agrupa y dirige los trabajos. ¿Cómo ha surgido este taller? Para contestar a esta cuestión deberíamos examinar cómo se ha desarrollado la industria manufacturera propiamente dicha. Me refiero a la industria que no constituye todavía la industria moderna, con sus máquinas, pero tampoco es ya ni la industria artesanal de la Edad Media ni la industria doméstica. No nos perderemos en grandes detalles: no indicaremos más que algunos puntos concretos, para hacer ver que con fórmulas no se puede hacer historia. Una de las condiciones más indispensables para que se formase la industria manufacturera consistió en la acumulación de capitales, facilitada por el descubrimiento de América y la introducción de metales preciosos. Se halla suficientemente comprobado que el aumento de los medios de cambio tuvo como consecuencia, por un lado, la depreciación de los salarios y de las rentas inmobiliarias, y por otro, el incremento de los beneficios industriales. En otros términos: la clase de los propietarios y la clase de los trabajadores, los

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6 señores feudales y el pueblo decayeron en la misma medida en que se elevó la clase de los capitales, la burguesía. Simultáneamente concurrieron aún otras circunstancias en el desarrollo de la industria moderna: el aumento de las mercancías puestas en circulación desde que el comercio penetró en las Indias Orientales por la ruta del cabo de Buena Esperanza, el régimen colonial, el desarrollo del comercio marítimo. Otra cuestión que no ha sido todavía bastante apreciada en la historia de la industria manufacturera consiste en el licenciamiento de los numerosos séquitos de los señores feudales, cuyos miembros subalternos se convirtieron en vagabundos antes de entrar en el taller. La creación del taller fue precedida de un vagabundeo casi universal durante los siglos XV y XVI. En el taller encontró también un apoyo poderoso en los numerosos campesinos que, continuamente rechazados de los campos debido a la transformación de éstos en praderas y a la necesidad de menor número de brazos para el cultivo de la tierra en los trabajos agrícolas, afluyeron a las ciudades durante siglos enteros. El engrandecimiento del mercado, la acumulación de capitales, las modificaciones sobrevenidas dentro de la posición social de las clases, el hallarse privada de sus fuentes de ingreso una masa de individuos, he aquí otros tantos condicionamientos históricos para la formación de la manufactura. No fueron corteses estipulaciones entre iguales las que han unido a los hombres en el taller, como dice el señor Proudhon. Tampoco fue en el seno de las antiguas corporaciones donde nació el taller. Fue el comerciante quién llegó a ser el jefe del taller moderno y no el viejo maestro de las corporaciones. En casi todas partes existió una lucha encarnizada entre la manufactura y los oficios.

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7 La acumulación y la concentración de instrumentos y de los trabajadores precedió al desarrollo de la división del trabajo en el interior del taller. Una manufactura consistió mucho más en la reunión de muchos trabajadores y de muchos oficios en un solo lugar, en una sala de mando de un capital, que en el análisis de los trabajos y en la adaptación de un obrero especial a una tarea muy simple. (…)

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8 MANUSCRITOS ECONOMICOFILOSOFICOS DE 1844 [PROPIEDAD PRIVADA Y COMUNISMO] Karl Marx (1818-1883) Escritos económicos varios. México. Editorial Grijalbo. 1962. Págs. 85-89. Recopilación y traducción directa del alemán por WENCESLAO ROCES

4. (FRAGMENTO) Así como la propiedad privada es simplemente la expresión sensible del hecho de que el hombre es algo objetivo para sí y, al mismo tiempo, un objeto ajeno y no humano, de que su manifestación

de

vida

es

su

enajenación vital, su realización, su privación de la realidad, una realidad ajena, así también la superación positiva de la propiedad privada, es decir, la apropiación sensible de la esencia y la vida humanas, del hombre objetivo, de las obras humanas para y por el hombre, no debe concebirse solamente en el sentido del goce directo, unilateral, en el sentido de la tenencia o posesión. El hombre se apropia su ser omnilateral de un modo omnilateral, y

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9 por tanto, como hombre total. Cada una de sus relaciones humanas con el mundo, la vista, el oído, el olfato, el gusto, la sensibilidad, el pensamiento, la intuición, la percepción, la voluntad, la actividad, el amor, en una palabra, todos los órganos de su individualidad, como órganos que son directamente en su forma órganos comunes, representan, en su comportamiento objetivo o en su comportamiento hacia el objeto, la apropiación de éste; la apropiación de la realidad humana, su comportamiento hacia el objeto, es la confirmación de la realidad humana; es, por tanto, algo tan múltiple como múltiples son las determinaciones esenciales y las actividades humanas; actuación humana y padecer humano, ya que el padecer, humanamente concebido, es un autodisfrute del hombre. La propiedad privada nos

ha vuelto estúpidos y unilaterales, que sólo

consideramos que un objeto es nuestro cuando lo tenemos, es decir, cuando ese objeto representa para nosotros un capital o lo posemos directamente, lo comemos, lo bebemos, lo llevamos sobre nuestro cuerpo, lo habitamos, etc.; en una palabra cuando lo usamos. Y aunque la propiedad privada sólo conciba, a su vez, todas estas realizaciones directas de la posesión como medios de vida y como la vida a la que sirven de medios, la vida de la propiedad privada es trabajo y capitalización. Todos los sentidos físicos y espirituales han sido sustituidos, pues, por la simple enajenación de todos estos sentidos, por el sentido de la tenencia. La esencia humana tuvo necesariamente que verse reducida a esta pobreza absoluta para poder alumbrar de su entraña su riqueza interior. (Sobre la categoría de la tenencia, véase Hess, en los Einundzwangig Bogen).

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10 La abolición de la propiedad privada es, por tanto, la total emancipación de todos los sentidos y cualidades humanos; pero es esta emancipación precisamente por el hecho de que estos sentidos y cualidades se han hecho humanos, tanto subjetiva como objetivamente. El ojo se ha convertido en ojo humano, del mismo modo que su objeto se ha convertido en un objeto social humano, procedente del hombre y para el hombre. Por tanto, los sentidos se han convertido directamente, en su práctica, en teóricos. Se comportan hacia la cosa por la cosa misma, pero la cosa misma es un comportamiento humano objetivo hacia sí mismo y hacia el hombre y viceversa (1). La necesidad o el goce han perdido, por tanto su naturaleza egoísta y la naturaleza su mera utilidad, al convertirse ésta en utilidad humana. Y, asimismo, los sentidos y el goce de los otros hombres se han convertido en mi propia apropiación. Aparte de estos órganos directos, se forman, por consiguiente, órganos sociales bajo la forma de la sociedad; <(2) así, por ejemplo, la actividad realizada directamente en sociedad con otros se convierte en un órgano de mi manifestación de vida y en un modo de apropiación de la vida humana. Huelga decir que el ojo del hombre disfruta de otro modo que el ojo tosco, no humano, el oído del hombre de otro modo que el oído tosco, etc. Ya lo hemos visto. El hombre solamente no se pierde en su objeto cuando éste se convierte para él en objeto humano o en un hombre objetivado. Y eso sólo es posible al convertirse ante él en objeto social y verse él mismo en cuanto ente social, del mismo modo que la sociedad cobra en esencia para él en este objeto. Así, pues, mientras que, de una parte, para el hombre en sociedad la realidad objetiva se convierte en realidad de las fuerzas esenciales humanas, en realidad

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11 humana y, por tanto, en realidad de sus propias fuerzas esenciales, todos los objetos pasan a ser, para él, la objetividad de sí mismo, como los objetos que confirman y realizan su individualidad, como sus objetos; es decir, que él mismo se hace objeto. Cómo se conviertan estos objetos en suyos dependerá de la naturaleza del objeto y de la naturaleza de la fuerza esencial a tono con ella, pues es precisamente la determinabilidad de esta relación la que constituye el modo especial y real de la afirmación. El ojo adquiere un objeto distinto del objeto del oído, y el objeto del primero es otro que el del segundo. Lo peculiar de cada fuerza esencial reside precisamente en su peculiar esencia y también, por tanto, en el modo peculiar de su objetivación, de su ser vivo, objetivo-real. Por tanto, el hombre no es afirmado en el mundo objetivo solamente en el pensamiento, sino con todos los sentidos. De otra parte, desde el punto de vista subjetivo así como la música despierta el sentido musical del hombre y la más bella de las músicas carece de sentido y de objeto para el oído no musical, pues mi objeto no puede ser otra cosa que la confirmación de una de mis fuerzas esenciales, es decir, sólo puede ser para mí como sea para sí mi fuerza esencial en cuanto capacidad subjetiva, ya que el sentido de un objeto para mí (que sólo tiene sentido para un sentido a tono con él) llega precisamente hasta donde llega mí sentido, y por eso los sentidos del hombre social son otros que los del hombre no social, así también es la riqueza objetivamente desplegada de la esencia humana la que determina la riqueza de los sentidos subjetivos del hombre, el oído musical, el ojo capaz de captar la belleza de la forma, en una palabra: esa así como se desarrollan y, en parte, como nacen los sentidos capaces de goces humanos, los sentidos que actúan como fuerzas esenciales humanas. Pues es la existencia de su objeto, la naturaleza

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12 humanizada, lo que da vida no sólo a los cinco sentidos, sino también a los llamados sentidos espirituales, a los sentidos prácticos (la voluntad, el amor, etc.), en una palabra, al sentido humano, a la humanidad de los sentidos. La formación de los cinco sentidos es la obra de toda la historia universal anterior. El sentido aprisionado por la tosca necesidad práctica sólo tiene también un sentido limitado.> Para el hombre hambriento no existe la forma humana de la comida, sino solamente su existencia abstracta de alimento; exactamente del mismo modo podría presentarse bajo la más tosca de las formas, sin que sea posible decir en qué se distingue esta actividad nutritiva de la actividad nutritiva animal. El hombre angustiado y en la penuria no tiene el menor sentido para el más bello de los espectáculos; el tratante en minerales sólo ve el valor mercantilista, pero no la belleza ni la naturaleza peculiar de los minerales en que trafica; no tiene el menor sentido mineralógico. Por tanto, es necesaria la objetivación de la esencia humana, tano en el aspecto teórico como en el práctico, lo mismo para convertir en humano el sentido del hombre como para crear el sentido humano adecuado a toda la riqueza de la esencia humana y natural. <Así como la sociedad en formación se encuentra con todo el material preparado para esta formación, así también la sociedad, una vez que existe, produce al hombre en toda esta riqueza de su esencia, al hombre dotado de una riqueza profunda y total de sentido, como constante realidad. Vemos cómo subjetivismo y objetivismo, espiritualismo y materialismo, actividad y pasividad, sólo encuentran su antítesis en el estado social, perdiendo con todo ello su existencia como términos antagónicos; <vemos cómo la misma solución no puede ser solamente, en modo algún, un problema de conocimiento, sino una

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13 tarea real de la vida, que la filosofía no podía resolver, precisamente porque sólo la enfocaba como una tarea teórica>. <Vemos cómo la historia de la industria y la existencia objetiva de la industria, ya hecha realidad, es el libro abierto de las fuerzas esenciales humanas, la psicología humana colocada ante nuestros sentidos, que ahora no se concebía como entroncada con la esencia del hombre, sino siempre en plano externo de utilidad, porque –al moverse dentro de la enajenación- sólo se acertaba a enfocar la existencia general del hombre, la religión o la historia, en su esencia abstracta general, como política, arte, literatura, etc., en cuanto realidad de las fuerzas esenciales humanas, y en cuanto actos humanos genéricos. En la industria usual, material (que puede concebirse como una parte de aquel movimiento general, al igual que puede verse en ella una parte especial de la industria, puesto que hasta ahora toda actividad humana ha sido siempre trabajo y, por tanto, industria, actividad enajenada de sí misma), tenemos ante nosotros, bajo la forma de objetos útiles sensibles y ajenos, bajo la forma de la enajenación, las fuerzas esenciales objetivadas del hombre. Una psicología para la que esto sea un libro cerrado, es decir, que no penetra en lo que es precisamente la parte sensiblemente más actual, más accesible de la historia, no puede llegar a ser una ciencia real y efectivamente llena de contenido.> ¿Qué puede pensarse, en términos generales, de una ciencia que, altamente, hace caso omiso de esta gran parte del trabajo humano y no se da cuenta en sí misma de que es incompleta, mientras una riqueza tan desplegada de la acción humana no le dice más que lo que puede decirse, si acaso, con la palabra: “necesidad”, “necesidad común y corriente”? Las ciencias naturales han desarrollado una actividad enorme y se han asimilado un material sin cesar creciente. Sin embargo, la filosofía se ha

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14 mantenido tan ajena frente a ellas como ellas ante la filosofía. La asociación momentánea no ha pasado de ser una fantástica ilusión. Existía la voluntad, pero faltaba la capacidad para ello. La misma historiografía sólo tiene en cuenta de pasada las ciencias naturales, como un factor ilustración, de utilidad, de algunos grandes descubrimientos. Tanto más prácticamente han influido en las ciencias naturales, como un factor de ilustración, de utilidad, de algunos grandes descubrimientos. Tanto más prácticamente han influido las ciencias naturales, por medio de la industria, en la vida humana y la han transformado, preparando así la emancipación del hombre, aunque ello, directamente, tuviera por fuerza que venir a completar la deshumanización. La industria es la relación histórica real entre naturaleza y, por tanto, las ciencias naturales y el hombre; si, por consiguiente, se la concibe como revelación exóterica de las fuerzas esenciales humanas, se comprenderá también, así, la esencia humana de la naturaleza o la esencia natural del hombre, con lo que las ciencias naturales perderán su orientación material abstracta, o más bien idealista, y la base de la ciencia humana, del mismo modo que ya ahora –aunque sea bajo una forma enajenadase ha convertido en base de la vida humana real, y no pasa de ser una mentira lo de admitir una base para la vida humana real y otra para la vida. <La naturaleza tal como se forma en la historia humana –acta de nacimiento de la sociedad humana- es la naturaleza real del hombre; por donde la naturaleza, al ser formada por la industria, aunque sea en forma enajenada, es la verdadera naturaleza antropológica.> La sensibilidad (véase Feuerbach) tiene que ser la base de toda ciencia. Solo partiendo de ella, bajo la doble forma de la conciencia sensible y la necesidad sensible –es decir, solamente si la ciencia parte de la naturaleza-, será una ciencia

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15 real. Para que el “hombre” se convierta en objeto de la conciencia sensible y la necesidad del “hombre en cuanto hombre” se convierta en necesidad, hay que pasar por la historia preparatoria y de desarrollo de toda la historia. La historia es de por sí una parte real de la historia natural, de la transformación de la naturaleza en hombre. Las ciencias naturales se convertirán con el tiempo en la ciencia del hombre, del modo que la ciencia del hombre englobará las ciencias naturales y sólo habrá, entonces, una ciencia. El hombre es el objeto inmediato de la ciencia de la naturaleza, pues la naturaleza sensible inmediata, para el hombre, es de un modo inmediato, como el otro hombre que para él existe para él como sensibilidad humana. Pero la naturaleza es el objeto inmediato de la ciencia del hombre. El objeto primero del hombre – el hombre- es la naturaleza, la sensibilidad, y las especiales fuerzas esenciales sensibles del hombre, del mismo modo que sólo encuentran su realización objetiva en los objetos naturales, sólo pueden encontrar, en general, su autoconocimiento en la ciencia del ser natural. El elemento de pensamiento mismo, el elemento de exteriorización de vida del pensamiento, el lenguaje, es de naturaleza sensible. Realidad social de la naturaleza y ciencia natural humana o ciencia natural del hombre son términos idénticos. <Véase cómo, en vez de la riqueza y la miseria económicas, aparecen el hombre rico y la necesidad humana. El hombre rico y la rica necesidad humana. El hombre rico es, al mismo tiempo, el hombre necesitado de una totalidad de manifestaciones de vida humanas. El hombre en el que existe su propia realización, como necesidad interior, como necesidad. No sólo la riqueza, también la pobreza del hombre cobra igualmente –bajo la premisa del socialismouna significación humana y, por tanto, social. Es el nexo pasivo que hace sentir al

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16 hombre como necesidad la más grande de las riquezas, a los otros hombres. El imperio de la esencia objetiva que hay en mí, la explosión sensible de mi actividad esencial, es la pasión, que aquí se convierte con ello en la actividad de mi ser.

1. Sólo puedo comportarme, en la práctica, humanamente ante la cosa siempre y cuando que ésta a su vez, se comporte humanamente ante el hombre. (Nota de Marx). 2. En el manuscrito de Marx aparecen algunos pasajes tachados con trazos verticales; estos pasajes se reproducen aquí, señalados con el signo.

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17 FRANCOIS VI DE LA ROCHEFAUCAULD (1613-1680) Correspondencia Marx-Engels, tomo IV, Carta de Marx a Engels, 26 de junio de 1869. p. 197, Mega.

Arreglando mis libros en el anaquel, hallé por azar un tomito de La Rochefoucauld: Reflexiones, etc., (1) en una vieja edición. Hojeándolo, hallé lo siguiente: “La gravedad es un misterio del cuerpo, inventado para ocultar los defectos del espíritu” (2). Así, Sterne ha picado en la Rochefoucauld (3). Otras máximas son bellas: “Tenemos todos fuerza en demasía para soportar los males de otros”. “Los viejos gustan de dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar ya malos ejemplos”. “Los reyes hacen hombres como piezas de moneda; los hacen valer lo que quieren; hay la obligación de recibirlos porque están en curso, y no por su verdadero valor”. “Cuando los vicios nos abandona, nos enorgullecemos con la creencia de que somos nosotros los que los dejamos a ellos”.

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18 “La moderación es la languidez y la pereza del alma, como la ambición es la actividad y el ardor”. “Perdonamos a veces a los que nos aburren; pero no podemos perdonar a los que aburrimos”. “Lo que hace que los amantes y las amantes no se aburran de estar juntos es que hablan siempre de sí mismos”. 1. Reflexiones o sentencias y máximas morales. 2. Todas estas máximas de La Rochefoucauld son citadas por Marx en su texto francés. 3. Se encuentra esta frase en Vida y opiniones de Tristán Shandy, de Sterne es pronunciada por Yorick que atribuye su paternidad a “un francés ingenioso”. Marx había citado este pensamiento en su artículo, aparecido en 1843, “Notas sobre la reciente reglamentación de la censura prusiana”, Obras, tomo I, p. 154.

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19 SOBRE EL ARTE Y LA LITERATURA (Fragmentos) Carlos Marx - Federico Engels EL ARTE Y LA DIVISIÓN DEL TRABAJO ................................................................................................ 19 DANTE ............................................................................................................................................... 22 CON EL MERCADO MUNDIAL APARECE UNA LITERATURA UNIVERSAL ............................................ 23 LA LITERATURA ALEMANA ANTES DE LESSING ................................................................................. 23 LA SITUACIÓN DEL ESCRITOR EN LA SOCIEDAD CAPITALISTA ........................................................... 24

EL ARTE Y LA DIVISIÓN DEL TRABAJO C. Marx y F. Engels: La ideología alemana, pp. 444-44, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1958.

Como siempre, Sancho (1), no tiene fortuna con sus ejemplos práctico. Piensa que nadie puede “componer en tu lugar tus partituras musicales, ejecutar tus bocetos pictóricos. Nadie puede reemplazar los trabajos de Rafael”. Sancho debería saber, sin embargo, que no fue Mozart el que compuso en su mayor parte y terminó completamente el Réquiem de Mozart, que Rafael no ha “ejecutado” por sí mismo más que una ínfima cantidad de sus frescos.

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Se imagina que aquellos a los que se llama organizadores del trabajo, quieren organizar la actividad entera de cada individuo, cuando son ellos, precisamente, los que distinguen entre el trabajo directamente productivo, que es necesario organizar, y el trabajo que no es directamente productivo. En lo que concierne a esta última categoría, no piensan, como se imagina Sancho, que cada uno debe reemplazar a Rafael, sino que cada uno lleva en sí un Rafael debe poder desarrollarse libremente. Sancho se imagina que Rafael ha ejecutado sus pinturas independientemente de la división del trabajo que existía en Roma en su época. Si compara a Rafael con Leonardo da Vinci y con el Tiziano, verá hasta que punto las obras de arte del primero han sido condicionadas por el desenvolvimiento de Roma, debido entonces a la influencia florentina; las de Leonardo, por el estado social de Florencia; y, más tarde, las del Tiziano, por el desarrollo completamente distinto de Venecia.

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21 Rafael, como todos los demás artistas, ha sido condicionado por los progresos técnicos del arte, cumplidos antes de él, por la organización de la sociedad y la división del trabajo en su país, y finalmente por la división del trabajo en todos los países con los cuales estaba en relaciones el suyo. Que un individuo como Rafael pueda desarrollar su talento, depende enteramente de la demanda, la cual depende a su vez dela división del trabajo y de las condiciones de educación de los hombres, que derivan de ella.

1.

Nombre con el que Marx ridiculiza a Max Stiner, autor del El único y su propiedad.

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22 DANTE C. Marx-F. Engels: Obras escogidas, tomo I, Manifiesto del Partido Comunista, F. Engels. “Prefacio a la edición italiana de 1893” en pp.30-31.

En el último párrafo que ha escrito para la edición italiana del Manifiesto del Partido Comunista, prefacio fechado en Londres, el 1 de febrero de 1893, Engels recuerda que las épocas de transición son favorables a la eclosión de los genios literarios. El Manifiesto rinde plena justicia al papel revolucionario que el capitalismo ha tenido en el pasado. La primera nación capitalista ha sido Italia. El fin de la edad media feudal, la llegada de la era capitalista moderna, son señaladas por una figura colosal: un italiano, Dante, es a la vez el último poeta de la Edad Media y el primer poeta de los tiempos modernos. Hoy, como hacia 1300, una nueva era histórica va a abrirse. ¿Italianos dará un nuevo Dante que anunciara el nacimiento de esta nueva era proletaria?

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23 CON EL MERCADO MUNDIAL APARECE UNA LITERATURA UNIVERSAL C. Marx-F. Engels: Obras escogidas, tomo I, Manifiesto del Partido Comunista, Burgueses y proletarios, p

En lugar del antiguo aislamiento de las provincias y de las naciones suficientes en sí mismas, se desarrollan relaciones universales, una interdependencia universal de las naciones. Y lo que es verdad de la producción material no lo es menos de las producciones del espíritu. Las obras intelectuales de una nación devienen propiedad común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales devienen cada día más imposibles; y de la multiplicidad de las literaturas nacionales y locales nace una literatura universal.

LA LITERATURA ALEMANA ANTES DE LESSING C. Marx: “Los debates de la 6ª Dieta Rennana”, Obras, t. I, pp. 225-226, Mega.

Si un alemán lanza una ojeada hacia atrás sobre su historia, descubrirá que una de las causas principales de la lentitud de su desarrollo político, así como del estado miserable de la literatura antes de Lessing, incumbe a los “escritores competentes”. Los eruditos profesionales, patentados, privilegiados, los doctores

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24 y otros pontífices, los escritores de universidad sin carácter y sus disertaciones microscópicas, se interpusieron entre el pueblo y el espíritu, entre la vida y la ciencia, entre la libertad y el hombre. Son los escritores incompetentes los que han creado nuestra literatura. Entre Gottsched o Lessing, ¡escoged vosotros mismos al autor “competente” y al autor “incompetente”!

LA SITUACIÓN DEL ESCRITOR EN LA SOCIEDAD CAPITALISTA Historia crítica de la teoría de la plusvalía, t. I, p. 416, Stuttgart, 1905.

El proceso de producción capitalista no es, pues, sólo una producción de mercancías. Es un proceso que absorbe trabajo no pagado y transforma los medios de producción en medio de absorción del trabajo no pagado. Como consecuencia, el carácter específico del trabajo productivo. Así Milton, que escribió El paraíso perdido, era un trabajador improductivo. Por el contrario, el escritor que trabaja para su editor como un asalariado de la industria, es un trabajador productivo. Milton hizo El paraíso perdido como el gusano de seda hace seda. Era una manifestación de su naturaleza. Vendió más tarde su producto por 5 libras esterlinas. Pero el escritor proletario de Leipzig que, bajo la dirección de su editor, fabrica libros (por

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25 ejemplo, manuales de economía política), es un obrero productivo, ya que su producción es, desde el comienzo, subordinada al capital y sólo se cumple para su provecho. Un cantante que vende su voz por cuenta propia, es un trabajador improductivo. Pero la misma cantante, contratada por un empresario que la hace cantar para pagar su dinero, es un trabajador productivo. Porque produce capital. (…)

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A

cincuenta años de mayo del 68

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27 CONMEMORACIÓN EN EL EPICENTRO DEL MAYO DEL 68 FRANCÉS Reyes Martínez Torrijos Periódico La Jornada. 22 de marzo de 2018

Se inicia vasto programa cultural en la Universidad de Nanterre; ahí comenzó la gesta el 22 de marzo hace 50 años

La Libertad guiando al pueblo, 1830, óleo sobre lienzo de Eugène Delacroix (1798-1863), en imagen tomada de Internet, que hace unos días fue censurado en la red social Facebook

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28 Conocida como La Marianne de 68, esta fotografía de Jean Pierre Rey, publicada el 24 de mayo de 1968 en la revista Life, se convirtió en emblema del movimiento de protesta parisino. A la muchacha que ondeaba una bandera del Frente para la Liberación de Vietnam en la plaza Edmond Rostand se le comparó con el símbolo de Francia, Marianne, alegoría de la libertad y la razón. Imagen tomada de Internet

El despertar del Mayo francés irrumpió el 22 de marzo de 1968, cuando un grupo de estudiantes cerró la Universidad de Nanterre. Para conmemorar el medio siglo de este parteaguas en ese país europeo y en otras latitudes, como México, hoy en esa casa de estudios comienza un vasto programa artístico-cultural titulado 50 Aniversario de Mayo 68.

En esa iniciativa participan nueve de las máximas instituciones culturales, como la Universidad París Nanterre, el centro dramático nacional Nanterre Amandiers,

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29 la Biblioteca Nacional de Francia, el Centro Pompidou, Archivos Nacionales, Bellas Artes de París, la Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio, el Palacio de Tokio y la Cinemateca Francesa para interrogar la historia y legado del mayo de 1968, que concluirá en octubre.

El programa, difundido por el Centro Pompidou, incluye encuentros, exposiciones, apertura de archivos, talleres participativos, teatro, música, debates y discursos inéditos. Está volviendo a las calles de París, Nanterre y los espíritus de toda Francia, el que, vinculado con un vasto movimiento de protesta internacional, transformó profundamente a la sociedad francesa, en el terreno de las ideas y las artes, expresan los organizadores.

Jornada sobre utopías y libertades

Para conmemorar la efeméride, hoy, la Universidad París Nanterre desarrollará la jornada ¡Atrévete y propón!: Primavera de Utopías y Libertades, con la lógica de enfrentar los puntos de vista y hacerlos mutuamente enriquecedores, el de esa casa de estudios y el de la ciudad, el de la historia política y el de la historia cultural, el de Francia y del extranjero, la de los problemas científicos y educativos. Entonces y hoy, dijo Jean-François Balaudé, presidente de la institución educativa.

Además, en mayo se efectuará ahí el encuentro 68 Global, que conjuntará a instituciones de Londres, Praga, Pittsburgh, Berlín y París; en septiembre habrá una mesa en torno al territorio y patrimonio de Nanterre, y en octubre, en otra

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30 mesa se reflexionará sobre las transformaciones epistemológicas y pedagógicas de ese proceso contestatario.

En tanto, con el lema Mundos posibles, el centro Nanterre Amandiers se propone interrogar las utopías de mayo de 1968 en una especie de festival con artistas y pensadores europeos, que revisiten el legado polémico y libertario de los actos de ese año, de una forma prospectiva, a partir de instalaciones, actividades al aire libre, representaciones, conferencias, teatro, conciertos y piezas coreográficas.

Comenzará el 7 de abril con la instalación monumental El pueblo Hoodoo –alusiva a una tradición espiritual afroestadunidense, marcha-danza del artista suizo Foofwa d’Imobilité–, con un recorrido de 14 kilómetros entre París y Nanterre.

El

centro

teatral

albergará

en

mayo

conferencias

de

la

activista

afroestadunidense Angela Davis y el intelectual paquistaní Tariq Ali, así como de Gwenaël Morin, Sanja Mitroviç, Pascale Murtin, Massimo Furlan y Claire de Ribaupierre, presentaciones, conciertos y reflexiones en torno al espacio arquitectónico, el teatro y las artes desde 1968.

El Centro Pompidou, que germinó después de 1968, organiza el acto multidisciplinario Mayo 68: Asamblea General, en el que su Forum será ocupado del 28 de abril al 20 de mayo por exposiciones, debates, actuaciones y proyecciones con entrada libre.

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31 Ahí se realizará un mural de 60 metros de largo, producto de la reinterpretación de lemas y carteles de hace medio siglo por el diseñador gráfico Philippe Lakits. Además, se impartirán los Nuevos Talleres Populares, en el que estudiantes de arte y académicos interactuarán con el público en nueve cursos teóricos y prácticos.

Como una propuesta que recupera las pintas y escrituras en las paredes, el Palais de Tokyo albergará desde mayo una pintura monumental del artista valenciano Escif, pieza que reproduce las escrituras que acompañaron las revueltas estudiantiles y los grafitis realizados clandestinamente por los visitantes en los baños del Palais.

La composición retomará la del juego de mesa Serpientes y escaleras que sumergen al jugador en un camino entre el vicio y la virtud. Una manera para que el artista regrese al grafiti, cuestionando la política que impulsa la acción de escribir en las paredes de las cuevas, las calles y subterráneos de hoy, informa ese recinto cultural.

La Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio presentará, de mayo a septiembre, la muestra Mayo 68: ¡La arquitectura también!, que hace hincapié en la renovación de la enseñanza de la arquitectura, el urbanismo y las profesiones afines, el rechazo a la herencia o su evolución, y el compromiso de aquellos que hicieron de 1968 un momento de cambio.

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32 Uno de los actos más destacados es la exposición Imágenes en lucha: la cultura visual de la izquierda radical en Francia (1968-1974), en Bellas Artes de París. Propone una lectura documentada de ese momento en que el arte y la política, la creación y las luchas sociales y políticas se entrelazaron.

Reúne carteles, pinturas, esculturas, instalaciones, películas, fotografías, folletos, revistas, libros, y una biblioteca abierta en la que se pueden consultar unas 150 publicaciones. Se iniciará con una presentación de los materiales producidos por el Taller Popular, emanado de la ocupación de la Escuela de Bellas Artes de París el 14 de mayo de 1968. Incluye obras de artistas como Gilles Aillaud, Eduardo Arroyo, Pierre Buraglio, Gérard Fromanger, Michel Journiac y Annette Messager.

En contraste, Archivos Nacionales ofrece la visión gubernamental del movimiento de oposición, con la muestra 68: los archivos del poder. Mucho del material reunido ahí, por primera vez se hará público y relata el sesgo desde las oficinas y la administración, como una polifonía de los eventos de 1968, del 3 de mayo al 22 de septiembre de 2018.

Este año, luego de medio siglo, marca la apertura de la mayoría de los archivos de los servicios del Estado que todavía no son libremente transmisibles (de acuerdo con el Código de Patrimonio). Así, la conmemoración es también una apertura a la nación de sus archivos.

La Biblioteca Nacional de Francia contribuye con una magna exposición que relata ¿cómo fue nuestra memoria visual colectiva de eventos desde mayo 68?, con

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33 base en documentos que se han convertido en emblemáticos, como el retrato de Daniel Cohn-Bendit frente a un CRS, tomada por Gilles Caron, y La Marianne de 68, de Jean-Pierre Rey.

La exposición, abierta entre abril y agosto de este año, con unas 200 piezas analiza el curso sinuoso de varias fotografías, desde la hoja de contacto hasta su circulación en revistas y otros productos editoriales: vuelve a los medios y a la elaboración cultural de la representación de estos eventos históricos. También cuestiona por qué esa memoria es en blanco y negro, mientras las capturas en color se difuminaron en el tiempo.

Por último, la Cinemateca Francesa revisará lo ocurrido hace 50 años mediante las muestras Chris fílmicas Marker: la exposición y La quincena de los directores 1969, que fueron una vitrina ideológica y estética de su tiempo, en plena efervescencia.

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34 TRATADO DEL SABER VIVIR PARA USO DE LAS JOVENES GENERACIONES (1967) Raul Vaneigem (1934-) Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones. Barcelona. Editorial Anagrama. 1977. Págs. 7-9, 121-122, 204-206. Traducción de JAVIER URCANIBIA y revisión de JOAQUÍN JORDÁ

INTRODUCCIÓN

No tengo la intención de entregar lo hay de vivido en este libro a lectores que no se esfuercen con toda la conciencia en revivirlo. Espero que lo que expongo se pierda y vuelva aparecer en un movimiento general de los espíritus, de la misma manera que deseo fuerte que las condiciones presentes se borren de la memoria de los hombres.

El mundo está por rehacer: todos los especialistas de su reacondicionamiento no lograrán impedirlo. Por éstos, a quienes no quiero comprender, mejor no ser comprendido.

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35 Por lo que a los demás respecta pido su benevolencia con una humildad que no les pasará desapercibida. Hubiera deseado que un libro como éste fuera accesible a las cabezas menos avezadas a la jerga de las ideas. Espero no haber fracasado más que en un segundo grado. De este caos saldrán algún día fórmulas que se dispararán contra nuestros enemigos. Mientras tanto dejemos que la frase, una y otra vez leída, recorra su camino. La senda hacia la sencillez es la más compleja; aquí especialmente era útil no arrancar a las banalidades las múltiples raíces que permitirán transplantarlas a otro terreno y cultivarlas en nuestro provecho.

Nunca he pretendido revelar algo nuevo, lanzar cosas inéditas al mercado de la cultura. Una ínfima corrección de lo esencial tiene más importancia que cien innovaciones accesorias. Sólo es nuevo el sentido de lo corriente que acarrea banalidades.

Desde que existen los hombres, y leen a Lautréamont, todo está dicho y, en cambio, son pocos quienes han llegado a sacar provecho. Ya que nuestros conocimientos son en sí banales, sólo pueden resultar provechosos a espíritus que no lo sean.

El mundo moderno debe aprender lo que ya sabe, convertirse en lo que ya es, a través de una inmensa conjuración de obstáculos, por la práctica. Sólo se escapa a la banalidad manipuladora, dominándola, zambulléndola en el sueño, entregándola al placer de la subjetividad. Yo concedo una gran importancia a la subjetividad, pero que nadie me critique antes de haber calculado todas las

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36 posibilidades que, a favor de la subjetividad, encierran las condiciones objetivas que el mundo realiza cada día. Todo parte de la subjetividad y nada se detiene en ella. Hoy menos que nunca.

La lucha de lo subjetivo y lo que le corrompe amplía en lo sucesivo los límites de la vieja lucha de clases. La renueva y la agudiza. La toma de partido por la vida es una toma de partido política. No queremos un mundo en el que la garantía de no morir de hambre equivalga al riesgo, de morir de aburrimiento.

El hombre de la supervivencia es el hombre torturado por los mecanismos de poder jerarquizado, en una combinación de interferencias, en un caos de técnicas opresivas que sólo esperan para ordenarse la paciente programación de los pensadores programados.

El hombre de la supervivencia es también el hombre unitario, el hombre del rechazo total. No transcurre un instante sin que cada uno de nosotros no viva contradictoriamente y, en todos los grados de la realidad, padezca el conflicto entre la opresión y la libertad; sin que no se extrañamente deformado y como apresado al mismo tiempo por dos perspectivas antagónicas: la perspectiva del poder y la perspectiva de la superación. Consagrados al análisis de una y otra, las dos partes componen este Tratado… requerirían ser abordadas no sucesivamente, como lo exige la lectura, sino simultáneamente, puesto que la descripción de lo negativo fundamenta el proyecto positivo y, a su vez, el proyecto positivo confirma la negatividad. El mejor orden de un libro es no tenerlo, con el fin de que el lector descubra el suyo.

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37 Lo que ha de deficiente en la escritura refleja una deficiencia en el lector en tanto que lector y más aún en tanto que hombre. Si la dosis de aburrimiento que comporta el escribir se traduce en cierto modo en el enojo de leer, esto sólo constituirá un argumento más para denunciar la deficiencia en el vivir. Por lo demás, que la gravedad de los tiempos excuse la gravedad del tono. La ligereza está siempre más acá o más de las palabras. La ironía, aquí, consistirá en no olvidar nunca.

El Tratado… entra en una corriente de agitación de la que se sigue oyendo hablar. Lo que se expone es una simple contribución, entre otras, a la reedificación del movimiento revolucionario internacional. Su importancia no debe escapar a nadie, pues nadie, con el tiempo, escapará a sus conclusiones. (…)

LOS SURREALISTAS –ALGUNOS AL MENOS- entendieron que la única superación válida del arte estaba en lo vivido: una obra que ninguna ideología pudiera recuperar en la coherencia de una mentira. Es notorio qué ese abandono les llevó dócilmente en su complacencia hacia el espectáculo cultural. Es cierto que la descomposición contemporánea en materia de pensamiento y de arte ofrece menores riesgos de recuperación estética que en el transcurso de los años 30. La coyuntura actual no puede más que reforzar la agitación situacionista.

Se ha comentado abundantemente –precisamente a partir de los surrealistas- la desaparición de algunas relaciones idílicas como la amistad, el amor, la

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38 hospitalidad. No nos engañemos: la nostalgia de las virtudes más humanas pretéritas no hace más que obedecer a la necesidad futura de avivar la noción de sacrificio, contestada en demasía. En adelante ya no puede existir la amistad ni amor ni hospitalidad ni solidaridad donde haya abnegación, so pena de reforzar la seducción de lo inhumano. Brecha lo expresa a la perfección en la siguiente anécdota: Como ejemplo de la manera correcta de prestar servicios a sus amigos, el señor K., con gran placer de su auditorio, contaba esta historia. Tres jóvenes llegaron a casa de un viejo árabe y le dijeron: “Nuestro padre ha muerto. Nos ha dejado diecisiete camellos y en su testamento ordena que el mayor de nosotros tenga la mitad, el siguiente un tercio y el benjamín un noveno. Decide tú por nosotros”. El árabe reflexionó y dijo: “Me do cuenta que para poder repartir necesitáis otro camello más. Yo tengo uno; es el único, pero lo pongo a vuestra disposición. Tomadlo, haced la división y me devolvéis lo que sobre”. Los jóvenes le agradecieron el amistoso servicio, lleváronse el camello y repartieron los dieciocho animales: el mayor recibió la mitad, esto es, nueve; el siguiente un tercio, esto es, seis; y el más joven un noveno, esto es, dos. Quedaron extrañadísimos al ver que tras el reparto sobraba un camello. Se lo devolvieron a su viejo amigo, abundando de nuevo en agradecimientos. El señor K. decía que ésta era la buena manera de prestar servicios amistosos, porque no requería sacrificio de nadie. El ejemplo merece ser extendido a la totalidad de la vida cotidiana con la fuerza de un principio indiscutible.

No se trata de escoger el arte del sacrificio en contra del sacrificio del arte, sino el fin del sacrificio como arte. La promoción de un saber-vivir, de una construcción

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39 de construcciones vividas está presente por doquier y por doquier desnaturalizada por las falsificaciones de lo humano. (…)

La espontaneidad.- La espontaneidad es el modo de ser de la creatividad individual. Es su primer brote, todavía inmaculado; ni corrompido en el manantial, ni amenazado de recuperación. Si la creatividad es la cosa mejor compartida del mundo, la espontaneidad , por el contrario, parece fruto de un privilegio. Sólo la poseen aquellos que por su larga resistencia al poder tienen la conciencia de su propio valor de individuos: la mayoría de los hombres en los momentos revolucionarios, más de lo que tiende a creerse, en una época en que la revolución se construye día a día. Allá donde el resplandor de la creatividad subsiste, la espontaneidad conserva sus posibilidades.

“El artista nuevo protesta –escribía Tzara en 1919-, ya no pinta, sino que crea directamente.” La inmediación es la reinvidicación más sumaria, pero también la más radical, que debe definir a estos nuevos artistas que serán los constructores de la situaciones futuras. Sumaria, pues en última instancia no conviene dejarse engañar por la palabra espontaneidad. Sólo es espontáneo lo que no emana de una obligación interiorizada hasta en el subconsciente, y que, además, escapa al dominio de la abstracción alienante, a la recuperación espectacular. Se entiende la espontaneidad en una conquista más que algo dado. La reestructuración del individuo debe pasar por una reestructuración del inconsciente (cf. La construcción de los sueños).

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40 Lo que ha faltado ahora a la creatividad espontánea, es la conciencia clara de su poesía. El sentido común siempre ha querido describirla como un estado primario, un estado previo al que debía suceder una corrección teórica, una transferencia en lo abstracto. Eso era aislar la espontaneidad, convertirla en un en-sí y, de pasada, reconocerla exclusivamente falsificada en las categorías espectaculares, en la action painting, por ejemplo. Ahora bien, la creatividad espontánea lleva consigo las condiciones de su prolongación adecuada. Posee su propia poesía.

En mi opinión, la espontaneidad constituye una experiencia inmediata, una conciencia de lo vivido, de ese vivido acosado por todas partes, amenazado con prohibiciones y, sin embargo, aún no alienado, no reducido aún a lo inauténtico. En el centro de la experiencia vivida, todos nos hallamos más cerca de uno mismo. Percibo con claridad que en este espacio-tiempo privilegiado ser real me dispensa de ser necesario. Y siempre es la conciencia de una necesidad lo que alinea. Me había enseñado a juzgarme, según la expresión jurídica, por rebeldía; la conciencia de un momento de vida auténtica elimina las coartadas, la ausencia del futuro se une en la misma Nada con la ausencia del pasado. La conciencia del presente se armoniza con la experiencia vivida como una especie de improvisación. Me resulta imposible dejar de asimilar ese placer, pobre porque todavía está aislado, rico porque ya esta dirigido hacia el placer idéntico de los demás, al placer del jazz. En sus mejores momentos, el estilo de improvisación de la vida cotidiana es parecido a lo que Dauer escribe del jazz: “La concepción africana del ritmo difiere de la nuestra en que nosotros lo percibimos auditivamente en introducir la discontinuidad en el seno del equilibrio estático

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41 impuesto por el ritmo y el metro al transcurso del tiempo. Esta discontinuidad, procedente de la presencia de centros de gravedad extáticos a destiempo, de la acentuación propia al ritmo y al metro crean constantemente tensiones entre los acentos estáticos y los acentos extáticos que le son impuestos”.

El momento de la espontaneidad creadora es la más íntima presencia de la inversión de la perspectiva. Es un momento unitario, es decir, uno y múltiple. La explosión del placer vivido hace que perdiéndome, me encuentre; olvidando quién soy, me realice. La conciencia de la experiencia inmediata no es otra cosa que este jazz, este balanceo. Al contrario, el pensamiento se liga a lo vivido en un fin analítico, permanece separado de él; es el caso de todos los estudios sobre la vida cotidiana –y, en cierto modo, también de éste- pro ello me esfuerzo en incluir en cada instante su propia crítica, por temor de que sea, como tantos otros, fácilmente recuperable. El viajero que fija su pensamiento en la longitud del camino que recorre se cansa más que su compañero que deja vagar su imaginación al azar del viaje, de la misma manera, la reflexión atenta al paso de lo vivido lo dificulta, lo abstrae, lo reduce a futuros recuerdos.

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42 LA SOCIEDAD DEL ESPECTÁCULO (1967-) Guy Debord (1931-1994) La sociedad del espectáculo. Valencia. Pre-Textos. 1999. Págs. 120-121, 138, 154-155, 155, 157. Prólogo, traducción y notas de JOSÉ LUIS PARDO

131 El nacimiento del poder político, que parece guardar relación con las últimas grandes revoluciones de la técnica, como la fundición del hierro, acaece en el umbral de un período que no conocerá ya grandes modificaciones hasta la aparición de la industria, y es también el momento en el que comienzan

a

disolverse

los

vínculos de consanguineidad. Así, la sucesión de las generaciones abandona la esfera del ciclo puramente natural para convertirse en un acontecimiento orientado, en una sucesión de poderes. El tiempo irreversible es el tiempo del que reina, y las dinastías son su primer instrumento de medida. La escritura es su arma. Con la escritura, el lenguaje alcanza su plena realidad independiente de la mediación entre las conciencias. Pero esta independencia coincide con la independencia

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43 global del poder separado, como mediación constitutiva de la sociedad. Con la escritura hace su aparición un tipo de conciencia que ya no es adquirida y transmitida en la relación inmediata entre los seres humanos, sino que se trata de una memoria impersonal, la de la administración de la sociedad. “Los escritos son los pensamientos del Estado; los archivos son su memoria” (Novalis).

159 La condición previa para elevar a los trabajadores al estatuto de productores y consumidores “libres” del tiempo-mercancía fue la expropiación violenta de su tiempo. El retorno espectacular del tiempo no es posible más que a partir de esta primera desposesión de los productores.

187 La pérdida del lenguaje de la comunicación es el hecho que expresa positivamente el movimiento de descomposición moderno de todo arte, su anulación formal. Lo que negativamente expresa este movimiento es el hecho de que tal lenguaje común debe recuperarse, pero no en la conclusión unilateral que, como sucedía en el arte de la sociedad histórica, llegaba siempre demasiado tarde, y que hablaba a los otros de algo vivido sin que hubiese un diálogo real, admitiendo su falta de vida; debe recuperarse en la praxis, que ha de reunir en sí misma la actividad directa y su lenguaje. Se trata de alcanzar la efectiva posesión de la comunidad del diálogo y del juego temporal que la obra poético-artística sólo representaba.

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44 188 Cuando el arte independizado representa su mundo con brillantes colores, un momento de la vida ha envejecido, y no es posible rejuvenecerlo con esos colores. Solamente se deja evocar como recuerdo. La grandeza del arte no se hace evidente más que cuando recupera la vida.

190 El arte de la época de su disolución, en cuanto movimiento negativo que persigue la superación del arte en una sociedad histórica en la cual la historia no ha llegado aún a ser totalmente vivida, es un arte del cambio y, al mismo tiempo, la expresión más pura de la imposibilidad de cambio. Cuanto más elevadas son sus exigencias, más lejos se sitúa de su verdadera realización. Es un arte forzosamente de vanguardia, un arte que no es. Su vanguardia sería su desaparición.

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45 LES ÉCRIVAINS RACONTENT MAI 68. AU JOUR LE JOUR LIBERATION.

Le 10 mai 1968, rue de la Santé à Paris (photo tirée du catalogue de la vente organisée le 15 mai par Christophe Goeury avec l’étude Millon à Drouot, Claude Dityvon, la poésie du regard). Nous publierons chaque jour de mai une photographie de Claude Dityvon, autodidacte, mandaté par aucun journal, qui a suivi les événements de Mai 68 au jour le jour.Photo Claude Dityvon. Courtesy Millon

A la Sorbonne, le 21 mai 1968. (photo tirée du catalogue de la vente organisée le 15 mai par Christophe Goeury avec l’étude Millon à Drouot, «Claude Dityvon, la poésie du regard»). Chaque jour de mai, une photographie de Claude Dityvon, autodidacte, mandaté par aucun journal, qui a suivi les événements de Mai 68 au jour le jour. Loin du photoreportage, ses images sont plutôt des «impressions»: des atmosphères de chaos ou de grande sérénité, des univers poétiques…Photo Claude Dityvon . Courtesy Millon

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46 LE 3 MAI VU PAR MATHIEU BERMANN : «MAIS ARRÊTEZ, QUOI, ESPÈCES DE BRUTES !» Mathieu Bermann Liberation

L’intervention de la police à la Sorbonne mobilise les étudiants du Quartier latin, à leur tour confrontés à la violence des forces de l’ordre.

«L’homme à la chaise», boulevard Saint-Michel, dans la nuit du 24 au 25 mai (photo tirée du catalogue de la vente organisée le 15 mai par Christophe Goeury avec l’étude Millon à Drouot, Claude Dityvon la poésie du regard). Nous publierons chaque jour de mai une photographie de Claude Dityvon, autodidacte, mandaté par aucun journal, qui a suivi Mai 68 au jour le jour. Loin du photoreportage, ses images sont plutôt des «impressions» : des atmosphères de chaos ou de grande sérénité, des univers poétiques.Photo Claude Dityvon. Courtesy Millon

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47 Je suis né le 1er mai 1986. Et du 3 mai 1968, qui marque le début de la révolte étudiante, à vrai dire, je ne savais rien de précis. Une fois documenté, je n’en sais guère plus. Sinon des faits, qui déjà appartiennent aux livres d’histoire, au même titre que 1515, la nuit du 4 août, ou encore les armistices de 1918 et 1945, etc. Des faits que je peux retranscrire, mais que je ne sais pas vraiment ressentir. Les voici. Contre la fermeture de la faculté de Nanterre, a lieu dans la cour de la Sorbonne une petite manifestation d’environ 300 étudiants - cette faible mobilisation est un échec, diront certains. Pour l’instant, et contrairement à l’image qu’on aura du mois à venir, tout n’est qu’ordre. Le journaliste d’Inter Actualités décrit une première ligne d’étudiants parmi les «enragés de Nanterre» censés filtrer l’entrée, «un groupe de choc» secondé par des «troupes de réserve» formées en carré d’une quarantaine d’étudiants. Bottes, casques, bêches, barres de fer, pieds de chaise, les moyens ne manquent pas, justifiés par cette seule fin : empêcher l’accès aux militants d’extrême droite du mouvement Occident - qui, la veille, ont incendié les locaux de la Fédération générale des étudiants en lettres. «On ne se défend pas par la parole contre le mouvement Occident», se défend Daniel CohnBendit, et par la parole donc, au micro du reporter qui ne manque pas d’être surpris par un tel arsenal. Mais la sécurité de la Sorbonne, que les étudiants entendent assurer contre le groupe Occident, le recteur de l’université estime être mieux placé qu’eux pour s’en charger : par crainte d’incidents, il requiert une intervention de la police. La Sorbonne est évacuée, les étudiants embarqués dans des paniers à salade pour que soit vérifiée leur identité. Retour à l’ordre, certes ; mais à trop grands frais sans doute, car l’effet s’avère inverse de celui escompté.

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48 Très vite, la nouvelle fait le tour du Quartier latin qui s’échauffe. Des étudiants, dont le nombre est largement supérieur à la poignée de ceux qui manifestaient plus tôt dans la Sorbonne, protestent contre l’intervention de la police qui, selon sa propre logique, intervient de nouveau. Des barricades se dressent et les pavés ne restent pas longtemps sous les pieds des étudiants - ce sont les premiers de Mai 68.

En noir et blanc En ce 3 mai 1968, les choses, qui n’ont pas encore le statut d’événements, sont alors, j’imagine, plus spontanées, voire insouciantes, qu’elles ne le seront par la suite - mais peut-être pas, après tout. Un avant-goût, déjà bien prononcé, de la répression policière se joue précisément ce 3 mai, qui à coup sûr ne surprendra plus les manifestants des jours suivants, lesquels sauront désormais à quoi s’en tenir. Y aller, ne pas y aller ? Dorénavant, chacun y répondra en connaissance de cause. Mais cette connaissance manquait en partie, je crois, à la plupart de ceux qui ont participé à cette journée, et notamment les milliers qui ont manifesté pour soutenir les quelques centaines de manifestants de la première heure embarqués par la police, et qui n’en faisaient donc pas partie puisqu’ils ne s’étaient pas mobilisés auparavant. Dans les archives de l’INA, on sent en effet l’incrédulité des gens qui sont là. Sur l’une des vidéos, les policiers vêtus de grands manteaux noirs, dont ce n’est pas mentir que de dire qu’ils ressemblent à ceux des SS, entrent dans la Sorbonne. Les cloches sonnent. Règne un calme étrange. Des étudiants continuent d’évoluer devant les policiers, le regard soucieux, sinon inquiet. Dans un camp aussi bien que dans l’autre, et peut-être parce qu’ils n’ont pas encore l’impression d’appartenir à des camps distincts, personne ne sait quoi faire.

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49 Tout à coup, nous voici sur les boulevards - c’est la même vidéo. L’agitation est plus grande, quand bien même certains veulent la contenir : «Silence ! Du calme ! Du calme !» réclament des voix perdues dans la foule - l’image et le son ne coïncident pas toujours. Et puis ce sont des cris. Et des sifflets. Un homme, qu’on ne voit pas, se met à parler et c’est incompréhensible, sinon ces mots dits d’une voix chevrotante : «Mais putain, va !» Un autre s’exclame : «C’est un régime policier ! C’est un régime fasciste et réactionnaire !» On entend aussi : «Les salauds !» Une fille, à la voix plaintive, dit quelque chose comme : «Il a mal à la main…»Un garçon : «Vous faites le jeu des extrémistes !» Une autre phrase d’un autre garçon, dont le début s’est perdu : «…de gauche et de droite !» La même fille, du même ton : «Mais regardez mon oreille ! Qu’est-ce que j’ai repéré ?»

«Mais vous êtes fous, non ?» Une autre femme s’indigne : «Quelle bande de salauds, là !» La précédente reprend : «Mais regardez sa tête, il a mal à l’oreille.» On comprend alors qu’elle ne parlait pas d’elle. Un homme, d’une grosse voix : «Vous n’avez pas honte, non ?» Un autre : «Des salauds !» La grosse voix, de nouveau : «Vous n’avez pas honte, non ?» Deux filles, ou peut-être plus : «Mais arrêtez, quoi ! Arrêtez ! Arrêtez ! Espèces de brutes, enfin !» C’est la voix de la raison qui supplie et croit encore au pouvoir des mots. Des hurlements au loin. Les mêmes filles, qui espèrent encore : «Mais arrêtez ! Ecoutez, quoi !» Un policier, resté sourd à leurs supplications, ne reste pas muet : «Allez, emmenez-moi ça !» Des femmes, encore : «Non, écoutez, laissez-le…» Un homme, qui s’égosille : «Mais arrêtez !» Une femme :«Mais… mais vous êtes fous, non ?» Sur l’image, sans qu’on sache si elle correspond vraiment à ce qu’on entend, des policiers encerclent une voiture. Côté passager, une femme en est sortie, peut-être d’elle-même. Ce n’est

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50 pas le cas, semble-t-il, de celui ou celle qui conduit. Un homme, aussi résigné que scandalisé : «Mais enfin, messieurs, gardez votre calme, au moins.» Une femme : «Non, messieurs, je vous en prie !» La vidéo prend fin. C’est une réalité en noir et blanc. Une réalité historique qui ainsi perd un peu de sa réalité. Vivre cette journée du 3 mai. Pas ce qu’elle représente, pas ce qu’elle symbolise, mais ce que cela fait d’y être et d’en faire partie, il est presque aujourd’hui impossible de se le figurer et de le ressentir. Mais sans doute pas plus que pour ceux qui l’ont vécue et n’en avaient aucune idée avant de la vivre. Et au-delà, vivre le mois de mai 68 et ses conséquences immédiates, ce que cela fait : je ne le sais pas et je ne le saurai jamais. Cette année-là paraît le Soleil noir de Barbara, dont quelques vers représentent pour moi, sinon la liberté, du moins une libération : «Légère, si légère, j’allais court vêtue/ Je faisais mon affaire du premier venu/ Et c’était le repos, l’heure de nonchalance/ A bouche que veux-tu, et j’entrais dans la danse/ J’ai appris le banjo sur des airs de guitare/ J’ai frissonné du dos, j’ai oublié Mozart…» Il ne m’est jamais venu à l’esprit de les relier aux événements de Mai, ou alors d’une manière qui n’a rien d’historique. De même qu’il existe dans nos vies intimes des batailles de Valmy et de Waterloo où l’on se bat à coup de sentiments et qui n’ont rien (ou bien tout) d’héroïque ; de même qu’il existe des nuits du 4 Août où, pour le meilleur et pour le pire, s’abolissent des privilèges qu’on croyait éternels ; il existe un Mai 68 qui ne commence pas le 3 mai, et qui en réalité ne date pas seulement des années 60, et que chacun connaît à un moment de sa vie, et pourquoi pas à plusieurs, quel que soit le siècle ou l’époque. Et ça, je le sais.

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51 Mathieu Bermann Agrégé de lettres et spécialiste des contes licencieux de La Fontaine, Mathieu Bermann est l’auteur de deux romans. Dernier ouvrage paru : Un état d’urgence Editions P.O.L, 2018

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52 A L’ORIGINE ÉTAIT LE 21 MARS 1967..., PAR CATHERINE MILLET Catherine Millet Liberation

Un an avant le début de la révolte de 1968, les étudiants de Nanterre revendiquaient le droit de pouvoir faire l’amour «dans une chambre propre après 22 heures».

Boulevard Saint-Michel, le 12 juin 1968 (photo tirée du catalogue de la vente organisée le 15 mai par Christophe Goeury avec l’étude Millon à Drouot, «Claude Dityvon, la poésie du regard»). Nous publierons chaque jour de mai une photographie de Claude Dityvon, autodidacte, qu’aucun journal n’avait mandaté, et qui a suivi les événements de Mai 68 au jour le jour. Photo Claude Dityvon. Courtesy Millon

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53 Comme chacun sait, Mai 68 a commencé le 22 mars 1968 quand un groupe d’étudiants de Nanterre occupa la salle du conseil, tout en haut du bâtiment administratif de l’université. Bien sûr, il y avait eu auparavant des mouvements, des incidents de toutes natures. Ainsi, la veille, le 21, l’Association des résidents de la cité universitaire organisait une conférence sur la Révolution sexuelle de Wilhelm Reich, bonne occasion de diffuser en tract le manifeste du théoricien de l’orgone, «Qu’est-ce que le chaos sexuel?». Exemple du chaos sexuel : «Exciter les adolescents par des films érotiques, en retirer des bénéfices, mais leur refuser l’amour naturel et la satisfaction sexuelle en faisant appel, par-dessus le marché, à la culture» ! En revanche, ce qui n’était pas le chaos sexuel, c’était de «ne pas faire l’amour sous des portes cochères comme les adolescents dans notre société, mais désirer le faire dans des chambres propres et sans être dérangés». C’était de la récidive! Exactement un an auparavant, Boris Fraenkel avait déjà donné une conférence à propos de Reich, accompagnée du même tract. Il va sans dire que ce sujet d’étude ne convainquait pas le doyen de l’université ; 29 personnes avaient été exclues de la cité universitaire dans les jours qui avaient suivi. Il est vrai aussi qu’un certain nombre d’étudiants avaient décidé de mettre la théorie en pratique. Plusieurs dizaines d’entre eux, passant outre le règlement qui interdisait aux garçons d’aller le soir dans la résidence des filles, y avaient passé la nuit. Au petit matin, la police était venue pour les déloger, mais les garçons étaient sortis sans qu’il y ait d’incident, contre la promesse qu’il n’y aurait pas de sanction…

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54 Le remède de l’eau froide Donc, le Mouvement du 22 mars, considéré comme le point de départ de la révolte de Mai 68, a commencé, en vérité, le 21 mars 1967. Et la revendication était de pouvoir faire l’amour «dans une chambre propreaprès 22 heures». L’image que Robespierre a laissée de lui dans l’histoire n’autorise pas à penser qu’il ait lu le Marquis de Sade, pas plus qu’on n’imagine les Parisiens prenant la Bastille pour libérer le Marquis qui d’ailleurs n’y était plus. Lénine non plus ne devait pas trop se préoccuper des questions de sexualité, sinon pour associer les plaisirs charnels à la décadence bourgeoise. Tandis que la figure de 68 en France, Daniel Cohn-Bendit, manifestait contre la guerre au Vietnam, dénonçait la censure politique et la répression policière, et suivait le séminaire d’Henri Lefebvre sur Sexualité et Société. Certes, après le mois de mai, il y a eu le mois de juin, les derniers jours de juin, les lendemains qui déchantent des élections législatives. Libertaire, Cohn-Bendit a sûrement plus débattu pour savoir comment éviter que quelques-uns ne s’arrogent le pouvoir plutôt que de savoir comment prendre le pouvoir. La révolte de Mai 68 n’a pas engendré une révolution comparable à celle d’Octobre 17. Mais elle reste indissolublement associée à la «révolution sexuelle». Reich et Marcuse encadraient Marx. Peutêtre qu’ayant lu Sade, Robespierre n’aurait pas fait marcher la guillotine, et qu’un Lénine un peu dessalé n’aurait pas pratiqué la Terreur rouge. Pour être exact, la «révolution sexuelle» a certainement moins révolutionné les pratiques sexuelles qu’elle n’a révolutionné l’attention portée par la société à la sexualité, et c’est déjà énorme. Cette révolution-là a fait plus pour la vie des gens, leur vie quotidienne dont parlait Henri Lefebvre, que - je ne dirais pas la Révolution française -, mais - c’est sûr - la révolution d’Octobre.

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55 La chronique de Pierre Viansson-Ponté «Quand la France s’ennuie», parue dans le Monde quelques jours avant le 22 mars 1968, est souvent citée comme exemple d’aveuglement. On y lit : «Que fait notre jeunesse ? Elle se préoccupe de savoir si les filles de Nanterre et d’Antony pourront accéder librement aux chambres des garçons, conception limitée des droits de l’homme.» Autrement dit, rien à attendre de notre jeunesse futile qui s’intéresse moins à la politique qu’à la bagatelle. Cette opinion révèle un état d’esprit selon lequel, sans ignorer la question de la sexualité, on la considérait néanmoins comme pas sérieuse du tout. Sans importance, sans conséquence. Quand, venu inaugurer une piscine sur le campus de Nanterre, le 8 janvier 1968, le ministre de la Jeunesse et des Sports, François Missoffe, est interpellé par Daniel Cohn-Bendit au sujet des problèmes sexuels des jeunes, il répond en conseillant au jeune homme un plongeon dans la piscine. Il préconise le remède de l’eau froide comme d’autres auraient distribué du bromure. Un plongeon et on n’y pense plus. Le journaliste comme le ministre étaient terriblement en retard sur leur temps. Leurs propos révèlent l’immense décalage entre une grande partie de ceux qui détenaient le pouvoir, médiatique ou politique, et ce qu’étaient déjà les mœurs de la société. Mai 68 n’a pas bouleversé cette société, il a exigé que ceux qui la gouvernaient mettent leur pendule à l’heure. Quand même, Viansson-Ponté et Missoffe auraient dû avoir en tête que l’Assemblée venait, en décembre 1967, de libéraliser enfin la contraception, ce qui n’avait pas été sans lutte. Mais même le général de Gaulle avait cédé devant les arguments de Lucien Neuwirth, rapporteur de la loi ! En quelque sorte, la loi ratifiait le changement profond qui avait commencé de s’instaurer dans les rapports entre les hommes et les femmes,

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56 à commencer entre les baby-boomeurs et les baby-boomeuses qui avaient maintenant l’âge d’avoir eux-mêmes des bébés, dont la culture se nourrissait de la contre-culture américaine et qui rêvaient peut-être du Summer of Love de San Francisco. Je me dis aujourd’hui qu’il a sans doute été plus difficile pour mes copines, plus bourgeoises que moi, d’obtenir de parents plus conservateurs l’autorisation de prendre la pilule. Mais moi, dans un milieu populaire de la banlieue parisienne, dès que ma mère comprit que j’avais des rapports sexuels, elle m’expédia chez le médecin. On était en 1966 et la pilule pouvait déjà être prescrite sous couvert de raisons thérapeutiques. Merci maman qui m’a permis un an d’avance sur la loi.

Une morale du XIX e siècle Avant la loi, après la loi, le règlement de la cité universitaire de Nanterre était le suivant : après 22 heures, les garçons pouvaient recevoir des visites tandis que c’était interdit aux filles. Je me suis beaucoup interrogée sur l’absurdité de cette disparité. Florence Prud’homme, qui résidait à la cité universitaire de Nanterre en 1968, qui se souvient que «ça circulait beaucoup entre les garçons et les filles» et qu’il y avait une antenne du planning familial à Nanterre, secoue ma naïveté oublieuse des mentalités de l’époque: il était admis que les jeunes hommes pouvaient avoir des besoins que les jeunes filles ignoraient… Comme les générations précédentes trouvaient normal que le jeune homme fasse son éducation sexuelle au bordel tandis que la jeune fille devait préserver sa virginité. Le désir, impérieux chez l’homme, peut attendre chez la femme. Une morale, et une physiologie, qui semblent appartenir au XIXe siècle ! Le doyen parla des garçons qui avaient prolongé la soirée du 21 mars 1967 chez les filles en les appelant «les envahisseurs». Ils n’avaient rien envahi du tout, les

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57 filles leur avaient ouvert la porte. Elles avaient manifesté que leur désir pouvait être tout aussi impérieux que celui des garçons. Ma thèse est simple : on n’aurait pas écrit «jouir sans entraves» sur les murs si les femmes n’avaient pas d’abord décidé de jouir aussi librement que les hommes. Dernier ouvrage paru: UNE ENFANCE DE RÊVE Flammarion, 2014.

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58 ESTÉTICA DEL ENTUSIASMO Antonio Lucas El Mundo

Un cambio de paradigma. Mayo del 68 tuvo sus consignas, su estrategia y, por supuesto, su estética. Estudiantes, intelectuales, obreros y ciudadanos establecieron un nuevo código de lucha y entusiasmos

Dos estudiantes en la escalinata de La Sorbona, bajo un póster de Marx, en mayo de 1968. | Foto: Getty

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59 Algunas revoluciones que prendieron como el fuego definitivo donde flambear las viejas costuras del mundo, dejaron con los años poco más que el rastro de una ruptura estética. Fueron la sustitución de unos ritos por otros, pues la maquinaria celeste de los sistemas políticos siempre sigue su ritmo sin demasiado hipo ni más sobresalto que el bullebulle de unas cuantas consignas diluidas al rozar la atmósfera. En los años 60 el mundo estaba en uno de sus picos de hedonismo. Se protestaban las guerras en marcha –Vietnam– sentados en corro y con unos canutos larguísimos que amplifican esa sonrisa epicúrea rompiendo en la comisura. La progresía adquiría contorno nuevo. Y De Gaulle(en Francia) era el último bucardo de un conservadurismo a abatir que había perdido su halo heroico. El esprit bourgeois fue la incubadora de una generación dispersada entre el amor libre, el hinduismo de hojalata, los viajes psiconáuticos, la recuperación del ánimo del buen salvaje, el jazz, la cara lavada, los festivales de rock y una remesa de canciones protesta que no hablaban de jugarse el pellejo sino de besarse con todas las bocas al alcance, y muchas veces mucho. El estilismo de Mayo del 68 se incubó un poco antes del 68 en algunos campus universitarios, en cafetines y galpones, en las cunetas desde las que se despreciaba a la vieja política de siempre, las dictaduras insidiosas o el colonialismo del Tercer Mundo, y además los fracasos de un capitalismo incipiente que reducía al individuo a ameba consumidora. La melena engreñada, la barba, el vestido largo y gaseoso, también la minifalda, las botas altas, la pana y el pantalón vaquero, la trenca con trabillas que fingen colmillos de fiera (un libro asomando por lo alto del bolsillo), la corbata estrecha,

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60 la gabardina en algunos casos, el jersey de pico y el de cuello alto. (Yves SaintLaurent estrenaba entonces la blusa de muselina see through, pero esa es otra historia). El tabaco de moda era el Gauloises. La estética del 68 no está sólo en Mary Quant, sino en el cambio de agujas de los ideales y en aquellos y aquellas que llegaron a la universidad breados por un apetito insaciable por cambiar las cosas de sitio. Había que mover el fuego de los pebeteros oficiales y volcarlo en las aceras, empezando por el bulevar de Saint Michel y el Barrio Latino (París), y después en el teatro Odeón, y las aulas de La Sorbona. Los eslóganes que fueron gasoil de esta revolución hoy son motivo de camisetas de algodón (Tantas pequeñas conquistas caerían después al suelo por un exceso de desengaño). Más allá de un renovado ansia de intervención política había en la convocatoria una necesidad de limpieza. Una exigencia de nuevos modales éticos. El filósofo Jean Paul Sartre se subió a un bidón para echar caramelos progres por la boca y su poderosa vejez fue otra antorcha que empuñaron miles de jóvenes cuando salieron de batida intelectual por las calles. A su lado estaba Simone de Beauvoir, inteligente, combativa, comunista también, feminista de intimidad voluptuosa y talento radical. De algún modo, los dos capitanearon (como era costumbre) aquel París que se envidiaba desde el achatado Madrid. Daban sentido a una forma nueva de hablar, exigir, sentir y vestir, que buscaba chamanes detrás de los adoquines ondeados. En aquel tiempo los jóvenes marchaban en bandada, acarreando sus sueños hasta el centro de las ciudades o depositándolos (como promesas de un nuevo bienestar) en las dársenas de las fábricas. La Universidad era el oasis de una izquierda naciente (y necesaria) que espejeaba resplandores de un futuro

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61 maravilloso al que se llegaba con lecturas de Marcuse y subrayando los artículos de André Glucksmann en la revista Combat o en el diario Libération, donde la piqueta contra el marxismo comenzó su baile hasta alcanzar la santa deriva. La irrupción imprevista de una crítica social generalizada se manifestaba en la actitud igual que en la indumentaria. Aquello que sucedió en Berkeley, Chicago, México D.F., Praga, París y alguna otra ciudad, demostró que existía la posibilidad de agitar las banderas del cruce social, de la fiesta colectiva. Igual barbudos recién moldeados en las aulas de Derecho que obreros de mono azul. Por unas semanas aquello funcionó como lo que era, un hermoso imprevisto, tan ambiguo como subjetivo. No fue un movimiento químicamente estudiantil, sino que reunió a muy distintos estamentos de la sociedad agraviada. Cada cual con su sueño pendiente, con su deseo insatisfecho. Había que acabar con la cadena de montaje, que era el símbolo de una clase sometida, devaluada y reducida a un mecanicismo laboral sin opción de horizonte. Esa fue otra de las éticas emocionales del 68, el afán de distribución de las oportunidades. Todo parecía posible entonces. Pero ya en aquel tiempo algo empezaba suavemente a dibujarse como posible derrota, como en la película La reprise du travail aux usines Wonder (Hervé Le Roux, 1968). La violencia formó parte de la aventura. Hubo más piedras y botes de humo que flores pinzadas en la hélix de la oreja. La estética del 68 fue también una forma de combate. Y un combate. La colectividad era la fuerza. Contra individualismo había que sublevarse. Pesaba más la esperanza que el miedo al futuro. El temor era cosa de carcas. El patriarcado, la tapia a derribar. Aún podían convivir las aspiraciones de transformación con enredadas teorías conceptuales. Es que todo era aún posible.

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62 En la aspiración de plantear nuevas funciones del Estado social, Mayo del 68 tuvo la fuerza. Pero duró menos de lo esperado. Aquella rebelión propició una forma distinta de vivir, de amar, de crear, de morir. Rechazó los mitos anclados en la historia. Duró apenas dos meses, pero fue suficiente para agrietar ciertos modales del viejo mundo. La contracultura fue la mecha y la brújula. Por los altavoces sonaban temas de Joan Baez, Bob Dylan, Janis Joplin, los Stones, La Marsellesa, los Doors y, cómo no, Jacques Dutronc con Il est cinq heures, Paris S'éveille. En Madrid, el 18 de mayo de aquel año, el cantautor valenciano Raimon ofreció su mítico recital en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense. Entre el público de una ciudad que ese día pareció hermosamente joven estaba el poeta Blas de Otero. Raimon salió con el jersey de mezclilla y a mitad de concierto lo echó a un lado para dejarse inciensar con una camisa blanca por el canto de millares de estudiantes al grito de libertad. Esa era la aspiración, más que la consigna. No tardaron en irrumpir a golpes los grises a caballo. En España hubo que esperar a 1977 para que el mensaje del mayo francés tuviese por fin su consecuencia, su verdad, su sentido. Y lo que vino después, ya se sabe. Aquel 68 que quiso acabar con las células malignas de un sistema que agigantaba la brecha social intentó instaurar otro orden igualitario, pero quedó reducido con el tiempo a una nostalgia que sobrevive en la alacena de la memoria. Falló el pragmatismo. Los jóvenes urbanos, iluminados por la necesidad de combatir el alcanfor de la generación precedente, alentaron la rebeldía por pura necesidad ideológica sin pensar en el negocio. Los básicos eran el jersey de grano gordo y la minifalda vaquera. La conquista tenía un objetivo claro, la liberación, mientras se bebía vino

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63 sin atender a los taninos ni a la añada. Ellos y ellas venían breados y breadas por una lucha personal que tenía por meta derribar al padre, representación del machismo e inmovilismo de la autoridad competente. El 68 sirvió de algo. Aunque el tiempo dejara que la revolución, ya lo hemos dicho, fuese reducida a ruptura estética. Grande es lo breve. De este modo lo dijo Juan Ramón Jiménez en su inmenso poema Espacio (allá entre 1941 y el 42): "Qué regalo de mundo, qué universo májico, y todo para todos".

Y Cortázar se sumó al mes de mayo

Julio Cortázar llegó a París en 1951. La estancia iba a ser para unos meses, pero se prolongó hasta el final de su vida. Vivió de lleno el Mayo del 68, sus antecedentes y su después, y aquella rebelión social caló en él cuando aún mantenía en alto la adhesión al socialismo revolucionario que encarnaban Fidel Castro y Che Guevara. Así lo escribió en la carta a Roberto Fernández Retamar en 1967: "Ahora me sentía situado en un punto donde convergían y se conciliaban mi convicción en un futuro socialista de la humanidad y mi regreso individual y sentimental a una Latinoamérica de la que me había marchado sin mirar hacia atrás muchos años antes". Y también dejó claro en varios textos híbridos, poemas y collages como el titulado Noticia del mes de Mayo: "Sí, nuestros sueños/ una vez más los sueños golpeando como ramas de tormenta/ en las ventanas ciegas/ la certidumbre de que Mayo/ puso en el vientre de la noche/ un semen de canción de antorcha la llamada/ tierna y salvaje del amor que mira hacia lo lejos/ para inventar el alba el horizonte".

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64 LIBROS PARA ENTENDER MAYO DEL 68 P. Unamuno El Mundo

De las obras que más influyeron en las revueltas a las novedades Aunque se lean por encima o no se lean en absoluto, los libros que logran captar el sentir de una época suelen resultar determinantes en la génesis y el desarrollo de hitos históricos como Mayo del 68. Como ha escrito el editor y periodista Ramón González Férriz en una de las obras más perspicaces de las que se han publicado con motivo de los 50 años del movimiento de protesta francés, buena parte del pensamiento que subyacía a las revueltas era "una mezcla de lenguaje y conceptos marxistas, ideas de raíz romántica acerca del rechazo a las formas de vida en las sociedades industriales y sobre el equilibrio de la libertad individual plena dentro de comunidades solidarias", obras en suma que flotaban en el ambiente pero que no necesariamente habían leído los jóvenes enrolados en la lucha, por muy universitarios que fueran. De igual modo flotaban en la cargada atmósfera de Nanterre y de París, hace medio siglo, el magisterio de un Jean-Paul Sartre, por ejemplo, que mantuvo un célebre diálogo con Daniel Cohn-Bendit, Dani 'el rojo', cabecilla de aquella revolución, que se publicaría en un número especial del semanario Le Nouvel Observateur dedicado a los acontecimientos que estremecieron al país. Mayo del 68 no se comprende tampoco sin la generación de pensadores marxistasleninistas formados por el filósofo Louis Althusser en la École Normale Supérieure y que luego engrosarían las primeras organizaciones maoístas.

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De izquierda a derecha: Wilhelm Reich, Jean Paul-Sartre, Louis Althusser y Pierre Bourdieu.

Los sociólogos Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron habían publicado el año anterior a las revueltas Les étudiants el leurs études (Los estudiantes y sus estudios), una crítica acerba del sistema educativo francés y sus ingeniosos mecanismos que permitían a las élites conservar su poder de generación en generación. Hubo otros libros que, bien digeridos o no, contribuyeron en gran medida a encender la mecha de las protestas. En el Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones, el escritor y filósofo belga Raoul Vaneigem apretó una de las teclas clave del fenómeno al apuntar al tedio que el capitalismo colocaba como una losa sobre la juventud de la época. "No queremos un mundo en el que la garantía de no morir de hambre equivalga al riesgo de morir de aburrimiento", se leía en la introducción del volumen.

Como el Tratado, La sociedad del espectáculo, del filósofo, escritor y cineasta francés Guy Debord, era un texto bastante abstruso, recargado de guiños literarios y filosóficos, y que decía cosas como ésta: "La misión histórica de

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66 instaurar la verdad en el mundo no la pueden cumplir ni el individuo aislado ni la muchedumbre automatizada y sometida a las manipulaciones, sino ahora y siempre la clase que es capaz de ser la disolución de todas las clases restableciendo todo el poder a la forma desalienante de la democracia realizada". Por encima o por debajo de este galimatías, Debord denunciaba que EEUU y la URSS no eran sino dos caras de la misma moneda y que ambos regímenes habían rebajado la vida de las personas a la condición de mercancía y espectáculo. Mayo del 68 no puede entenderse fielmente sin considerar la reivindicación sexual que recorría el movimiento, y en este aspecto fue decisiva la aportación del filósofo y sociólogo berlinés exiliado en EEUU Herbert Marcuse, autor de una suerte de síntesis de los pensamientos de Marx y Freud y proclamado rápidamente padre de la nueva izquierda, título que por cierto él rechazaría con creciente malestar. Su libro de 1955 Eros y civilización propugnaba ya la liberación de la sexualidad reprimida y la correspondiente transformación de la sociedad. Lo que escribió en El hombre unidimensional (1964) enardeció a los estudiantes parisinos, que lo santificaron junto a Marx y Mao, igual que podría hacerlo hoy: "Las capacidades (intelectuales y materiales) de la sociedad contemporánea son inmensamente mayores que nunca, lo que significa que la amplitud de la dominación de la sociedad sobre el individuo es inmensamente mayor que nunca". Más claro aún lo dijo en otra ocasión: "Lo que es falso no es el materialismo de esta forma de vida, sino la falta de libertad y la represión que encubre". De la misma cepa freudomarxista que Marcuse provenía el inclasificable Wilhelm Reich, inventor, psiquiatra y psicoanalista austriaco cuyo manifiesto La revolución

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67 sexual dio nombre a una de las consignas más coreadas en aquellos tumultuosos días de mayo. Entre las novedades editoriales salidas al calor del cincuentenario conviene destacar, como apuntábamos al comienzo, El nacimiento de un mundo nuevo, de Ramón González Férriz, que ya había estudiado en una obra anterior, La revolución divertida –ambas publicadas por Debate–, los efectos políticos y culturales de las revoluciones de los años 60 en Estados Unidos y Europa, especialmente la concepción hedonista de la vida y la transformación de la política en un show mediático. El editor y periodista acierta a identificar el foco de unas protestas que no sólo sacudieron Francia, sino también EEUU, Checoslovaquia, México, Japón, Italia, Alemania y España. Se produjo, afirma, "una enmienda a la totalidad del mundo surgido de la Segunda Guerra Mundial". El elemento que aglutinó el levantamiento de forma global fue la guerra de Vietnam, "que no dejaba de ser fruto de los mal digeridos procesos de descolonización" posteriores a 1945. Pero el deseo general de libertad también tenía en el punto de mira "todo lo que estaba mal en la mirada occidental hacia el mundo: su militarismo, su avaricia, el dominio de una generación de hombres blancos de avanzada edad, incapaces de comprender las necesidades, los miedos y los anhelos de los jóvenes que eran quienes pagaban con su vida". Para González Férriz, la revolución que pareció poner el mundo al borde del colapso apenas obtuvo ningún éxito político concreto y se saldó como una molestia pasajera (aunque no corta) para el poder establecido. La marea caló, eso sí, desde el punto de vista iconográfico, de manera que en nuestras retinas el

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68 fenómeno mantiene la fuerza visual de sus barricadas y sus líderes estudiantiles rebeldes y fotogénicos. Sin limitarse a Mayo del 68, el periodista Joaquín Estefanía se ocupa en Revoluciones. Cincuenta años de rebeldía (1968-2018), editado por Galaxia Gutenberg, de los movimientos de péndulo que siguen a cada sacudida de protesta. "A cada Mayo del 68 le ha sucedido un Mayo del 68 en sentido inverso", señala. "A cada avance progresista, una revolución conservadora; a la formación de una izquierda alternativa, la creación de una derecha neocon; a cada paso socialdemócrata, una oposición liberal". En un lado del ring, continúa Estefanía, están los años mágicos de 1968, 1999 (movimiento antiglobalización) y 2011 (indignados); en el otro, "los reactivos": los años 79 y 80 de los implacables Thatcher y Reagan, 2001 (neoconservadores) y 2016, el año de la elección de Donald Trump. En otras palabras: por un lado los jóvenes, "que arrebataron al proletariado el monopolio de la rebeldía", y por el otro, los aparatos del Estado, dispuestos a todo para no consentir esa rebeldía y mantener viva la llama de un capitalismo languideciente. Otro de los libros que mejor diseccionan lo ocurrido hace ahora 50 años es 1968. El año en que el mundo pudo cambiar (Crítica), de Richard Vinen, catedrático de Historia en el King’s College de Londres, para quien el mundo no mutó radicalmente tanto como pretendían los estudiantes franceses ni los hippies de California, pero sí cambió en muchos aspectos, no sólo en lo que se refiere a la liberación sexual o a la transformación de las relaciones de familia, sino también por el legado de violencia que condujo al surgimiento en los años posteriores de grupos terroristas como la Fracción del Ejército Rojo en Alemania o las Brigadas Rojas en Italia.

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69 CUANDO EL CINE SE SOÑÓ TAN REAL COMO LOS SUEÑOS Luís Martínez El Mundo

La misma representación es puesta en tela de juicio con una actividad cinematográfica que discute las jerarquías, anula la barrera con el espectador y aspira a suceder sin más En Film, Samuel Beckett imagina en 1966 la propia imposibilidad de quizá la representación. La película discurre toda ella atrapada en la ilusión del mismo cine. Un hombre huye no queda claro de qué. Se refugia en una habitación y allí evita cualquier mirada. No quiere ser visto. Ni siquiera ver. Destruye las fotos de familia. No quiere recordar. Ni siquiera ser recordado. Y se duerme. Pero en el sueño se esconde la peor de las pesadillas. Abrir los ojos es ya un acto de posesión, de captura, de dominio; un acto impuro. El hombre, que no es otro que Buster Keaton, despierta de su sueño de estrella de Hollywood y se descubre completamente solo. Y perdido. Tal vez para siempre. Toda representación es por fuerza, y de forma tan trágica como ridícula, autorrepresentación. El cine, como probablemente cualquier arte, es la escenificación de una lucha por apropiarse del mundo tan necesaria como definitivamente perdida.

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Fotograma del documental Grands Soirs Et Petits Matins, de William Klein.

Tal vez sólo alrededor del Mayo del 68, la paradoja beckettiana adquirió verdaderamente el punto cero de su más íntima contradicción. Revisar las películas de entonces obliga a distanciarse de la imagen hasta cierto punto folclórica, por mediática, que convierte la insurrección en torno a la mayor huelga vivida en Francia tras la Segunda Guerra Mundial en una cuestión hormonal, en un jolgorio de estudiantes. No, lo que se acierta a ver en el cine que registra las manifestaciones, las discusiones políticas a pie de fábrica, los enfrentamientos con la policía o la actividad de los Comités de Acción es algo más que un simple documento más o menos realista, más o menos testimonial. Lo que importa es la toma de la palabra, el cuestionamiento mismo de la representación. Si lo que se denuncia es "la indignidad de hablar por otros", lo que cuenta es la reapropiación del significado de cada imagen impuesta. Y así, por primera vez de forma explícita, la representación sólo es inteligible por un ejercicio activo de autorrepresentación.

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Loin du Vietnam, documental codirigido por Agnès Varda y Jean-Luc Godard, entre otros.

Lo que se ve en Grand soirs et petits matins, de William Klein, no sólo documenta cómo se tomaron las calles. Al contrario, la propia acción de filmar es esencialmente eso: una acción que da sentido. Y lo que vale para la algarada urbanita sirve también para el menos sofisticado enfrentamiento en el interior de la fábrica tal y como se contempla en Oser lutter, oser vaincre, de Jean-Pierre Thorn. Y así hasta, un paso más allá, el claro retrato de la derrota en La reprise du travail aux usines Wonder, de Hervé Le Roux. En todas ellas, la imagen cinematográfica interviene en el objeto representado; es a la vez sujeto y paisaje; es manifiesto y relato. No se trata de contar lo que sucede sino de suceder sin más. La idea es transformar el sentido mismo de lo real porque lo real sin más no tiene sentido.

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72 El "Fin del cine" Probablemente, el más lúcido en su confusión sea el siempre furioso Jean-Luc Godard. Toda la primera época del director, la transcurrida al lado de Anna Karina y Truffaut, concluye de forma melodramática en 1967. Entonces, el cineasta que redefinió el cine como un arte lanzado al encuentro de la vida, concluyó Weekend con un irrefutable "Fin del cine". La advertencia llegaba el mismo año que La Chinoise, ese alborotado canto maoísta donde ya no hay más reglas que la ausencia total de ellas. Desde ahí, sólo quedaba empezar de nuevo. Un inmejorable comienzo fue Lejos de Vietnam. El conflicto en el sudeste asiático se propone como la materia fílmica para que el propio Godard secundado por Joris Ivens, William Klein, Claude Lelouch, Agnès Varda, Chris Marker y Alain Resnais reformulen el sentido de todo esto. De nuevo, no es cine político, sino que es la propia piel de lo real. Todas las formas de cine que surgen alrededor del 68, al calor de mayo, no sólo quieren experimentar, ansían dar con el mecanismo emancipador de la representación. Se discuten las jerarquías que colocan de un lado al creador y del otro al espectador.

Captura de Ciné-Tracts, de Jean-Luc Godard.

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73 Los grupos Medvedkin no distinguen entre obreros, intelectuales, cineastas o estudiantes. Todos son a la vez sujeto y objeto de significado. La creación pasa a ser una actividad no tanto anónima como colectiva. Y por ello no impuesta. En ese terreno trabajan los colectivos ARC, o el grupo Dziga Vertov o los cinétracs. Son octavillas, panfletos cinematográficos cuya intención es participar en el movimiento hasta ser ellos el movimiento mismo. Aquí, Un film comme les autres goza como ninguna otra propuesta de la radicalidad de lo fatal. Pero este ejercicio de cine por propia voluntad anti-artístico exige un nuevo público. Los Estados Generales del Cine proponen acabar con los monopolios de producción y distribución, y ofrecen caminos nuevos para nuevas, otra vez, representaciones. "No es decir: 'Yo cineasta voy a hacer películas políticas', sino, por el contrario, voy a realizar políticamente películas políticas", sentencia Godard.

La Chinoise, dirigida por Jean-Luc Godard.

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74 Por esa misma época, Foucault reescribe sus estudios sobre la arqueología de la verdad. "Sólo pudo hacerse este trabajo", reconoce, "tras 1968, es decir, a partir de las luchas cotidianas llevadas a cabo por la base, por los que tenían que debatir en las mallas más finas de la red del poder". Lo que se dirime en definitiva, a un lado los esfuerzos por olvidarlo todo en los que estamos instalados, es quién decide lo que significa cada palabra, cada imagen. Lo que surgió en el cine dinamitado en el mayo del 68 fue la necesidad de repensar la representación desde dentro, desde cada uno de sus condicionantes, desde cero. Aun a riesgo, tal y como le ocurre a Buster Keaton en la película de Beckett, del más absoluto silencio. "El cine es lo único que nos ha dado un signo. Los demás nos han dado órdenes. El cine es un signo para interpretar, para jugar con él, y hay que vivir con él", concluye Godard. Y le creemos. En el 68 y ahora.

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MAYO '68 (Archivo) SEMANA . 6/13/1983

Después de 15 años, los dirigentes de la mayor rebelión estudiantil que conociera Occidente hablan en exclusiva con SEMANA sobre lo que fue y lo que se proyecta aún hoy de ese movimiento.

Interrogados por un instituto de sondeos, el 51% de los franceses estima hoy que Mayo de 1968 es una fecha "importante" y un 29% dice que fue "muy importante" en la historia contemporánea de su país. Invitados a caracterizar con una palabra el Mayo parisino, un 58% escogió la palabra "rebelión", y el 37% "jaleo". Otros emplearon la palabra "revolución" y "fiesta". El mismo sondeo, publicado en la revista "Lire", muestra que un 76% de personas entrevistadas piensan que los acontecimientos de esa primavera tuvieron una incidencia importante en las relaciones entre profesores y alumnos, 67% entre padres e hijos, 65% entre patronos y empleados, 59% entre el Estado y los ciudadanos y un 45% entre obreros e intelectuales. En cambio, un 49% contra un 39% juzga, que "Mayo del 68" no transformó las relaciones entre hombres y mujeres.

¿Qué fue en realidad el "Mayo 68"? Todo comenzó el 22 de marzo cuando 142 estudiantes, dirigidos por Daniel Cohn-Bendit, un joven de 23 años, estudiante del segundo año de Sociología en la Universidad de Nanterre, ocupan el Consejo

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76 Universitario de dicho centro académico, en protesta contra la detención de varios

miembros

de

los

"Comités

Vietnam"

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Pocos días después, la Facultad de Letras de Nanterre es cerrada y el 3 de mayo, una manifestación en el patio de la Sorbona, en solidaridad con Nanterre, termina en la toma de la Facultad. La policía desaloja a los estudiantes por la fuerza, y detiene a varios de ellos. En las calles del Barrio Latino comienza entonces la agitación estudiantil al grito de "Liberen nuestros compañeros". Nuevas cargas policíacas, gases lacrimógenos, pedreas. La rebelión estudiantil había comenzado.

Semanas después, la mayoría de los colegios y universidades de Francia se encontraban en huelga en solidaridad con ellos. Motivos no faltaban. Los unos porque rechazaban el nuevo sistema de "selección por etapas" y la creación de "centros de formación jerarquizada", propuestos por los decanos, los otros para protestar contra la decisión gubernamental de instaurar una selección para entrar

El

en

la

universidad.

gran

rechazo

Lo original del movimiento estudiantil, dijo a SEMANA el más conocido de sus dirigentes, Daniel Cohn-Bendit, fue que superó rápidamente las reivindicaciones gremialistas para discutir, por un lado, el papel mismo de la universidad y de la vida en un país capitalista avanzado, así como las luchas de los obreros de los países del Este y los movimientos de liberación del Tercer Mundo. Por otro lado abordó los temas de la creación, la cultura la libertad y la autonomía de la

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77 sociedad

con

respecto

al

Estado.

Con su huelga, los estudiantes habían iniciado, en realidad, la más importante crítica de una sociedad industrial y de los principios éticos, filosóficos y políticos establecidos. Porque inviertiendo los esquemas, los estudiantes fueron quienes visitaron a los obreros para incitarlos a exigir mejores condiciones de trabajo; 40 horas efectivas de trabajo semanal, el reconocimiento de su dignidad, el respeto de sus derechos sindicales y políticos en las empresas y una real participación en la

vida

de

las

fábricas.

"Los estudiantes lograron expresar ese sentimiento de rebelión y movilizar a otras categorías sociales (profesores, intelectuales, obreros, algunas profesiones liberales, etc, dijo a SEMANA otro de los líderes de esa época, Alain Krivine, por estar menos influenciados por el Partido Comunista y la central obrera, CGT, que ellos

Huelga

controlan".

de

10

millones

¿Quién no recuerda, en efecto, las declaraciones del actual líder del PCF, Georges Marchais, poniendo en guardia los obreros contra los "falsos revolucionarios que sirven los intereses del poder gaullista y los grandes monopolios capitalistas"?

A pesar de todo, el 13 de mayo, tras un llamado de las centrales obreras a una huelga general de 24 horas, más de 10 millones de trabajadores paralizan a Francia. En París, las manifestaciones de estudiantes y obreros movilizan a casi un millón de personas. El gobierno decide entonces, después de la muerte de un

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78 manifestante y de un policía, abrir negociaciones y decretar la expulsión de CohnBendit, nacido en Francia pero de nacionalidad alemana. Las autoridades se refieren a él como el "judio alemán", apelativo que es respondido unánimamente por el movimiento con la consigna de "Todos somos judíos alemanes ".

De Gaulle, entretanto, abandona el palacio del Eliseo, el 29, y visita en total secreto el cuartel del ejército francés en Alemania. ¿Por qué lo hacía? ¿Para reflexionar o para crear un efecto psicológico? ¿Porque temía un golpe del Partido Comunista? La cuestión aún hoy no ha sido definitivamente esclarecida.

En realidad, antes de esa movida, las manifestaciones y tomas de fábricas barren el país y en el parlamento el ala de izquierda pide la salida del gobierno y elecciones generales. El 24 de mayo, De Gaulle había anunciado la realización de un referéndum y su retiro del gobierno si sus planes fracasaban y el 28 de mayo, Alain Peyrefitte, ministro de Educación, había presentado su renuncia, ante las protestas ciudadanas por la forma como las autoridades habían encarado la protesta estudiantil, con brutal represión policial y negativas a considerar las peticiones

del

movimiento.

Varios centenares de miles de personas desfilan reclamando un "gobierno popular" y la partida de De Gaulle. Pero el viejo general, lejos de dimitir, vuelve a París y anuncia su decisión de disolver la Asamblea Nacional y de convocar a elecciones

nacionales

para

el

23

y

el

30

de

junio.

Tales soluciones, unidas a un gran acuerdo social entre el gobierno y los

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79 sindicatos, pondrían fin a la crisis, a pesar de la oposición del movimiento estudiantil.

"Cambiar

la

vida"

Quince años después, las huellas de ese gigantesco movimiento social que apuntó más a "cambiar la vida" que a derribar el poder central, siguen presentes, porque "Mayo del 68" fue, ante todo, el momento en que, gracias a la juventud, los franceses pudieron pensarse a ellos mismos de otra manera, invirtiendo los valores tradicionales e integrando los nuevos comportamientos culturales que los Beatles

habían,

en

parte,

revelado.

Daniel Cohn-Bendit lo explicó de este modo, diez años después: "El 68 no fue una idea política, sino una brecha que lo rompió y trastornó todo. ¿ Qué significaba el hecho de salir a la calle a gritar? Era una forma de expresar la necesidad de una sociedad distinta; el descubrimiento de que el viejo mundo ya no se aguantaba por ninguna parte". En este sentido, los lemas inventados en la Sorbona o en los mitines callejeros reflejaban ese nuevo estado de ánimo: "Está prohibido prohibir"; "Profesores: ustedes nos envejecen", "Hagamos el amor, no la guerra"; "Seamos realistas, pidamos lo imposible"; "Debajo de los adoquines, están las playas"

.

En este lenguaje con claros acentos surrealistas, los jóvenes y, por extensión, la sociedad, exteriorizaron reivindicaciones que habían madurado a lo largo de los años sesenta en diversos sectores de la opinión: el fin de las ideologías y de los sistemas "totalizantes" capaces de prometer un cambio social paradisiaco pero

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80 inaptos para transformar la realidad cotidiana, la afirmación del cuerpo como un lugar de libertad y de placer contra las imposiciones religiosas, la no separación de "la política" y de la vida, la libertad de inventar una manera nueva de vestirse, de trabajar, de concebir la vida en pareja sin necesidad de una aprobación por parte del Estado o de la Iglesia; la preocupación por la naturaleza y, sobre todo, la liberación de la mujer, que Simone de Beauvoir no había cesado de reclamar en

sus

libros

desde

los

años

cincuenta.

Pero Mayo 68 no fue solo eso. Para Krivine, como lo escribiera 10 años después de esas jornadas, "lo decisivo, lo determinante, no fue el movimiento estudiantil, sino la huelga general", aunque hubiera fallado. "Pero no por ello puede afirmarse, como hace Geismar -agrega Krivine- que no hubiese lucha de clases. Para mí, el 68 fue el momento de mayor intensidad de la lucha de clases en Francia, hasta el punto de que llegó a plantearse el problema del poder ".

"Políticamente, el movimiento de Mayo del 68 tuvo en particular, dos repercusiones", comentó a SEMANA Alain Geismar, secretario general del SNE, el más importante sindicato de estudiantes en 1968. "Por un lado, fragilizar la realidad del poder. Hasta el 3 de mayo, en efecto, el general de Gaulle era considerado como un personaje histórico intocable y la Quinta República que él fundó en 1958 parecía construida en cemento armado. Pero brúscamente, en menos de quince días todo tambaleó. Ese poder inalcanzable se vio forzado a aumentar de 30% el salario mínimo, a otorgar una semana más de vacaciones, a atender las reivindicaciones de los obreros más desfavorecidos y las de los estudiantes. Desde esa época desapareció, en Francia, la idea de un poder

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81 inamovible".

Mayo del 68 acabó, por otra parte, con el poder de fascinación que ejercía el Partido Comunista Francés sobre los intelectuales y mermó considerablemente su peso en el imaginario de las gentes como lo prueban las estadísticas: en los últimos quince años, el PCF ha perdido cerca de 10% de su electorado.

Según Geismar, lo más importante de las transformaciones promovidas por "Mayo 68 " es que han repercutido en la vida cotidiana. "Percibo esos cambios, precisó, hasta en el lenguaje, en la manera de sentir las cosas y de analizar el mundo

hoy

".

QUE HACEN HOY ESOS LIDERES

Frente a esa vasta mutación social, el ex profesor juzga "superfluo" hablar del destino personal de los ex líderes del 68, pero resulta interesante comprobar que ninguno de ellos figura hoy entre los jefes sindicales o políticos del país, aunque haya numerosos "ex 68" que hacen parte de los actuales gabinetes ministeriales.

Unos se han dedicado a la edición de libros, otros a la filosofía (Andre Glucksmann, Bernard Henri-Levy); algunos trabajan en el diario "Liberation" que constituye la mejor experiencia del periodismo francés en los últimos años. ConhBendit, por su lado, milita con "Los Verdes" en Alemania Federal y anima cada quince días un programa sobre la actualidad en una emisora parisina. El mismo Alain Geismar es vicepresidente de una universidad que agrupa 35.000 alumnos

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82 y 2.400 profesores. Dos decisiones importantes, entre otras, son fruto de sus actividades: la apertura de la universidad a los obreros y empleados aún sin bachillerato, y el establecimiento de un programa de estudios universitarios en las

cárceles

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Alain Krivine sigue dirigiendo, por su parte, una organización de extrema izquierda que reivindica tener 2.500 militantes, la Liga Comunista Revolucionaria, y es el editor del semanario trotskista "Rouge". Pero tanto él como Paul Massip, uno de los dirigentes del PSU (Partido Socialista Unificado), reconocen que la manera de hacer política ha cambiado. Las organizaciones se han visto, paulatinamente obligadas a abandonar los grandes programas. "Los obreros, afirmó Krivine, ya no creen en ideas abstractas y se movilizan únicamente en torno a objetivos concretos". El dirigente del PSU, cuya divisa es la autogestión, no dice otra cosa cuando declara que los miembros de su partido "han dejado de creer, desde hace varios años, en la política-testimonio". Por tal razón, decidieron aceptar un secretario de Estado en el gobierno "social-democrata " de Mitterrand.

Por diversos que sean, quince años después, los antiguos del 68 parecen coincidir sobre un punto: ninguna sociedad se cambia por decreto.

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83 MAYO NO ACABA NUNCA Marc Bassets El País . 4 MAY 2018

La explosiva revuelta estudiantil y obrera que cambió para siempre a Occidente hace ahora 50 años afronta una revisión a manos de una nueva generación de intelectuales

Enfrentamientos entre estudiantes y policías en Mayo del 68 en París. GEORGES MELET (GETTY) / QUALITY

Mayo del 68 queda hoy tan lejos en el tiempo como entonces quedaba el final de la Primera Guerra Mundial. Cinco décadas, medio siglo. Sometida a relecturas periódicas y objeto recurrente de disputas políticas, la última gran revuelta estudiantil y obrera en París empieza a ser un objeto histórico distante. Los protagonistas —el equivalente a los excombatientes de 1918— o están jubilados o han muerto. Por primera vez, este país tiene un presidente, Emmanuel Macron, nacido después y biográficamente desligado de unos hechos que, quizá por

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84 última vez, colocaron a Francia en el centro de un movimiento político e intelectual de impacto mundial. La peculiaridad de la efeméride es que las pasiones que en otros momentos despertó parecen apagarse. Mayo del 68 sigue siendo una presencia constante en la vida francesa: no hay movimiento de protesta que no se mida con el de hace 50 años; el último caso es el de los estudiantes que ocupan Facultades desde hace semanas o los ferroviarios en huelga contra la reforma de la SNCF, la compañía pública de ferrocarriles. Un consenso sobre su significado —un momento de cambio social profundo en las sociedades francesa y occidental, cambio irreversible y ya asumido a izquierda y derecha— se dibuja poco a poco sin las objeciones estridentes de otras épocas. se extinguirá”, explica el historiador Benjamin Stora. Stora participó en las protestas de hace 50 años como estudiante de instituto y ahora acaba de publicar 68, et après (68, y después), un libro autobiográfico sobre las consecuencias de Mayo del 68 en su itinerario político y vital. “Es una fecha”, continúa, “parecida a la Comuna de París, a la revolución de 1848, al Frente Popular en 1936, a la Liberación de París en 1944. Son las grandes fechas de la historia francesa, y esto permanecerá en la memoria colectiva”. Que quede tan lejano en el tiempo no significa, según Stora, que se haya convertido en un objetivo histórico frío, indiferente para el presente. “Ah, no”, responde. “Mayo del 68 no puede ser un objeto frío, porque arrastra muchos sentidos diferentes. La fuerza de Mayo del 68 es que representa un movimiento de arranque, de sacudida. Sacude una sociedad: en las relaciones entre hombres y mujeres, en las relaciones con el Estado, en las relaciones con la política, en las relaciones con la

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85 organización del trabajo, en las relaciones con la escuela. Abre una secuencia nueva. Por eso no puede ser un astro muerto”. La dificultad para entender Mayo del 68 se explica porque el término ofrece múltiples significados e interpretaciones. En su sentido estricto, designa el quinto mes del año 1968, cuando París sobre todo —pero también otras ciudades francesas— fue el escenario no de una, sino de, como mínimo, tres crisis que acabaron confluyendo y retroalimentándose. Primero, la crisis estudiantil, que tuvo por escenario el Barrio Latino de la capital francesa, y que proporcionó las imágenes más memorables de la revuelta: los eslóganes imaginativos, la ocupación de la Sorbona, las barricadas y los adoquines. La segunda crisis fue obrera, y se expresó en una huelga general de varias semanas que desembocó en unos acuerdos laborales que representaron una subida del salario mínimo del 35%. La tercera crisis fue política: la contestación sindical y estudiantil al régimen de la V República que puso contra las cuerdas al general De Gaulle, hasta entonces su único presidente, en una situación que acabó desembocando, tras el triunfo del gaullismo en las elecciones legislativas de junio, en la derrota en un referéndum al año siguiente y su dimisión. Pero Mayo del 68 va más allá de estas cuatro semanas, que en realidad fueron 10, entre finales de marzo, cuando prendió la mecha de la movilización universitaria en Nanterre, en las afueras de París, y principios de junio, cuando De Gaulle y su Gobierno retomaron el control de la situación. Mayo del 68 es un símbolo de algo más: de las revueltas de toda una generación. Y en este caso la cronología es más amplia, se extiende desde finales de los años cincuenta, con el activismo contra la guerra de Argelia, hasta bien entrados los años setenta, con al deriva más dogmática y, en algunos casos, violenta del movimiento.

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86 Finalmente, Mayo del 68 designa el reflejo muy local —concentrada en unos kilómetros cuadrados en el centro de París— de un fenómeno internacional que tiene sus prólogos y réplicas en Berlín, México, Berkeley o Praga. “Para mí, Mayo del 68 no son las 10 semanas que hicieron temblar Francia y la confluencia de las tres crisis mayores: la estudiantil, la obrera y la del poder”, dice en un café del Barrio Latino Patrick Rotman, que estuvo ahí y es coautor con Hervé Hamon de la monumental crónica en dos volúmenes Génération: Les années de rêve y Les années de poudre (Generación. Los años de sueños y Los años de pólvora), publicada en los años ochenta. Génération también tiene una versión en documental. “Para mí, Mayo del 68 es otra cosa: una especie de epicentro de una mutación social y cultural que atraviesa las sociedades francesa y occidentales”. Rotman parte de la base de que Mayo del 68 “es un acontecimiento cuyos efectos han terminado” y que por este motivo “hay que estudiarlo como un objeto histórico”. Pensar en 1968 hoy, con la perspectiva de medio siglo, significa desgajarlo de sus ropajes ideológicos más aparentes y entender, por ejemplo, que responde a un cambio de fondo de la sociedad. Rotman cita tres aspectos. Uno, el boomdemográfico de la posguerra, que genera una sobrepoblación de jóvenes que la universidad es incapaz de absorber en condiciones. Dos, el paso de una sociedad rural a otra urbana. Y tres, un ritmo de crecimiento económico que Francia y las sociedades occidentales no han vuelto a vivir. Estas mutaciones — que podrían resumirse por un salto acelerado y no planificado a la modernidad— chocaron con unas estructuras de poder anquilosadas: en el mundo político (incluido el Partido Comunista) y universitario, pero también en los sindicatos y en la familia.

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87 A lo largo de las décadas, como si los hechos de mayo se observasen con un caleidoscopio, la mirada ha ido transformándose. Incluso para los protagonistas. “Tuvimos un marco de lectura excesivamente determinado por las teorías marxistas que más o menos habíamos entendido, y que ocultaron el sentido del movimiento y de la revuelta”, dice Alain Geismar, uno de los tres líderes universitarios visibles. Los otros dos fueron Daniel Cohn-Bendit y Jacques Sauvageot, recientemente fallecido. El mismo Geismar, entonces un joven profesor que presidía el sindicato SNESup y que procedía de la socialdemocracia, entró en Mayo del 68, al principio, con la idea de que la arcaica universidad de la época “no podía continuar así”. Podría decirse que a primeros de mayo era un reformista. Unas semanas más tarde terminó convencido de que se estaba gestando un movimiento revolucionario. Acabó liderando el grupo maoísta Gauche Prolétarienne (Izquierda Proletaria) y pasando 18 meses en prisión. Después regresó a la socialdemocracia y trabajó en el Ministerio de Educación, donde colaboró con varios ministros socialistas. Ahora vota a Macron. “En 1968”, recuerda, “rechazábamos lo que llamábamos la recuperación. Temíamos que los partidos recuperasen el movimiento y se sirviesen de él para subir al poder. Y el hecho es que no fueron los partidos los que recuperaron lo que cristalizó en Mayo del 68, sino la sociedad”. Otro veterano de aquellos días, Marc Kravetz, que después sería reportero del diario Libération, cuenta que, pese a que los participantes albergaban ideas revolucionarias más o menos articuladas, en seguida entendieron “que no se trataba de esto, que no era el grand soir [el gran atardecer, o el momento decisivo de la revolución], que era simplemente un momento de liberación, de libertad”. “El Mayo del 68 francés”, dice en otro momento, “es un enorme

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88 movimiento de liberación. Hoy se habla mucho, a propósito del acoso sexual, de la liberación de la palabra de las mujeres. Mayo del 68 es la liberación de la palabra, sin más. [El filósofo jesuita] Michel de Certeau dijo: ‘En Mayo del 68 se tomó la palabra como se había tomado la Bastilla en 1789”. La interpretación histórica, una vez superada la ilusión en algunos de que Mayo del 68 podía ser el primer capítulo de la verdadera revolución, osciló entre dos visiones, que vagamente se correspondían a la izquierda y la derecha. Para la izquierda, encarnada en Francia por un Partido Socialista que integró en sus filas a muchos de los veteranos de Mayo del 68, esta fecha abrió las puertas a la modernización de Francia, un país más tolerante y democrático a partir de entonces. Desde los derechos de los gais hasta la igualdad de los géneros, pasando por una escuela y una universidad más abiertas e igualitarias, todo esto se consideró desde esa óptica herencia de Mayo del 68. En la derecha se desarrolló desde los años ochenta, con el ensayo de los filósofos Luc Ferry y Alain Renaut La pensée 68 (El pensamiento 68), una crítica de Mayo del 68 como momento esencialmente destructor —de las jerarquías, de las tradiciones, de las normas sociales, del respeto a los símbolos de la nación…— y precursor del hedonismo y el individualismo de las décadas siguientes, del relativismo y el todo vale que borra las fronteras entre el bien y el mal, de la cultura del arrepentimiento y la autoflagelación por los crímenes cometidos por Francia, de la existencia de los guetos islamistas, e incluso del capitalismo desenfrenado que agrava las desigualdades y provoca crisis financieras. Toda esta enumeración,

con

variaciones,

aparecía

en

un

discurso

que Nicolas

Sarkozy pronunció en su campaña para la elecciones presidenciales de 2007, que ganó. “En esta elección”, dijo, “se trata de saber si la herencia de Mayo del 68

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89 debe perpetuarse o si debe liquidarse de una vez por todas. Quiero pasar página de Mayo del 68”. Una década después, los ánimos se han calmado, y si efectivamente se ha pasado página de Mayo del 68, no ha sido para denigrarlo, pero tampoco para convertirlo en una gesta. Como dice el historiador Stora, “el pensamiento anti Mayo del 68 ha perdido fuerza porque, tanto a la izquierda como a la derecha, 1968 se ha convertido en una evidencia”. La victoria de Macron hace un año y el hundimiento del Partido Socialista cierran un capítulo. Mayo del 68 queda lejos, tanto como 1918 en aquel tiempo, y otra generación revisa el momento histórico. La escritora Laurence Debray, autora del premiado Fille de révolutionnaires (Hija de revolucionarios), aporta una mirada particular. Ella no es hija de sesentayochistas, sino, como dice el título de su libro, de revolucionarios de verdad: Régis Debray y Elizabeth Burgos, que en los años sesenta participaron en las revoluciones latinoamericanas. Régis Debray estuvo con el Che Guevara en la selva de Bolivia y pasó cuatro años preso en este país mientras los estudiantes se rebelaban en París. El libro de Laurence Debray, nacida en 1976, un año más joven que Macron, puede leerse como una carta a sus padres, tierna pero severa: la carta de una hija que no cree en la revolución, que ha sido banquera en Wall Street, que cuestiona los compromisos de sus padres, Elizabeth y Régis. “Mis padres eran revolucionarios de verdad”, dice Laurence Debray. “Tenían esta disciplina casi militar, una ideología muy seria, una experiencia en el terreno con armas reales. Entonces, claro, para ellos, regresar a Francia, donde lo máximo que habían vivido sus compañeros era Mayo del 68, fue un poco difícil. A ellos no les interesaba Mayo del 68”.

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90 Unos días antes, al responder a un llamada telefónica de este periodista, Régis Debray había dicho: “No me interesa [hablar de Mayo del 68]. Nada. Es un ejercicio de intelectual francés, y yo no soy un intelectual francés”. “Mi visión”, dice Laurence Debray sobre los sesentayochistas, entre los que, insiste, no incluye a sus padres, “es que vivían muy bien en una Francia que iba muy bien”. “Lo que les reprocho es que dejaran una Francia endeudada, con problemas en la educación, en las pensiones, en las banlieues [los barrios periféricos]”, añade. “Les reprocho que no quieran envejecer, que no hayan querido dejar el poder. La revolución hoy es la llegada al poder de Emmanuel Macron. Macron ha echado a la generación de Mayo del 68, que se aferraba al poder. Para mí, este es el cambio”.

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91 MEDIO SIGLO DESPUÉS DEL MAYO DEL 68 EN FRANCIA: "AHORA LOS JÓVENES LO TIENEN MÁS DIFÍCIL" Angelique Chrisafis El diario.es . 02/05/2018

"Si hay algo en común es la desesperación de los jóvenes", sostiene Antoine Guégan, cuyo padre participó en las protestas universitarias del 68 La respuesta policial a las protestas estudiantiles de los últimos días ha provocado comparaciones con lo ocurrido en Francia hace 50 años

Una pancarta compara el Mayo de 68 con las protestas actuales en la facultad parisina de Tolbiac el 20 de abril. IAN LANGSDON / EFE

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92 El fantasma del levantamiento estudiantil de mayo de 1968 resurgió al amanecer de este lunes, cuando la policía francesa hizo una redada en el campus universitario París 3 en Censier para arrestar a estudiantes que estaban protestando. Emmanuel Macron, el primer presidente francés nacido tras los disturbios civiles, se ha enfrentado a varias protestas esta primavera, desde concentraciones estudiantiles contra la introducción de requisitos más estrictos para ingresar en la universidad, hasta huelgas de trenes por cambios en los ferrocarriles estatales y protestas por una nueva ley inmigratoria. Macron ha afirmado que los manifestantes son una minoría y que continuará intentando aprobar sus reformas liberales para cambiar la economía. Cincuenta años después de las protestas estudiantiles de 1968, el mes de mayo está especialmente cargado de simbolismo histórico, algo que el Gobierno ha minimizado y que el sindicalismo quiere capitalizar. Un estudiante participante en las protestas, Antoine Guégan, sabe mejor que muchos que no están claras las comparaciones entre las protestas de este año y el Mayo de 1968, que vivió una huelga general nacional dentro de un marco de protestas que sacudió desde Praga a Estados Unidos. Guégan, de 27 años, ha participado en las protestas en el campus de Censier donde la policía hizo la redada. Su padre, Gérard Guégan, participó a sus 27 años en concentraciones en el mismo campus en mayo de 1968. Durante tres semanas, Guégan se sentó desde las primeras horas del día a debatir cómo arreglar la sociedad desde las barricadas estudiantiles en Censier. “Es aterrador ver que enviar a la policía a las universidades se ha convertido en algo normal”, señala Antoine Guégan, que está haciendo un doctorado sobre

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93 representaciones de la esclavitud en el cine estadounidense y da clases en el campus mientras estudia en otra universidad en los suburbios de París. El martes participó en las protestas contra Macron por el Día del Trabajador en la capital francesa. “Si hay algo en común entre 1968 y la actualidad es la desesperación de los jóvenes”, afirma. “Pero es una desesperación diferente porque el contexto económico y social no es el mismo. En 1968, había un movimiento global, estaba el rock, la nueva libertad sexual, una cultura diferente y el deseo de cambiar el mundo. La juventud actual se enfrenta a un momento de estancamiento, con poco en qué apoyarse, lo cual hace que la lucha sea más difícil”.

Manifestaciones se enfrentan a la policía en París tras la manifestación del 1 de mayo. EFE

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94 Una diferencia clave, señala, es la falta de empleo. En 1968 la tasa de paro en Francia era de menos del 2%. Hoy llega al 9%, pero la media del paro entre los jóvenes supera el 20% y puede alcanzar el 40% en zonas especialmente vulnerables. “Hay una sensación de que no hay futuro y, al mismo tiempo, vemos cómo el Gobierno elimina las protecciones sociales”, destaca Guégan. También pesan sobre esta generación la crisis económica y el cambio climático. “Recuerdo que con cinco o seis años tenía una mochila con un dibujo del planeta Tierra con un agujero en la capa de ozono”, señala. “Hemos crecido hablando sobre la crisis ambiental, la crisis económica, y ahora estamos buscando respuestas y soluciones”, añade. Una gran preocupación es lo que Guégan llama la “represión policial” en Francia. “Hoy, cualquiera puede ser rociado con gas lacrimógeno o golpeado con una porra en una manifestación”, denuncia. El estudiante añade que muchas personas están enfadadas al ver que la policía hace controles especialmente a las personas que no son blancas y que desaloja a inmigrantes de tiendas de campaña en Calais. Fue justamente un desalojo de la Universidad de la Sorbona el 3 de mayo de 1968 lo que hizo que Gérard Guégan, un escritor de izquierdas, se uniera al levantamiento estudiantil. Proveniente de una familia comunista de clase trabajadora de Marsella, con un padre que había participado en la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, Gérard Guégan estaba viviendo en un barrio marginal del extrarradio de París. Había perdido hacía poco un trabajo en una editorial por haber organizado un sindicato y estaba llevando un manuscrito a una editorial en el Barrio Latino de París cuando vio que la policía sacaba arrastrando a estudiantes de la Sorbona y los metían en furgonetas.

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95 “Lo que me sorprendió no fue la redada policial. Ya habíamos visto muchas durante las protestas por la guerra de Argelia años antes” recuerda Guégan padre. “Fue el hecho de que los transeúntes se oponían a los arrestos. Cuando se iban las furgonetas, les llovían piedras. Era la gente en la calle y los transeúntes los que estaban haciendo eso”. Decidió quedarse en París y unirse a las protestas en un momento en que sentía que personas desconocidas se ponían a debatir en la calle, las reglas se estaban rompiendo y había batallas entre la policía y estudiantes que llevaban cascos de motos y tapas de contenedores como escudos. Alguno no sólo arrojaban piedras, sino cócteles molotov. Decepcionado con el comunismo, el grupo de pensadores de extrema izquierda al que pertenecía Gérard Guégan dentro del campus ocupado de Censier decidió adoptar el nombre 'Nous sommes en Marche' [Estamos en marcha], casi 50 años antes de que el partido centrista de Macron decidiera llamarse En Marche [En Marcha]. Gérard Guégan hablará esta semana en una conferencia que se realizará por el aniversario de Mayo de 1968 en el campus de Nanterre, donde comenzaron las revueltas. Los estudiantes contrarios a Macron están actualmente atrincherados en el campus. “Lo que me interesa es ver si los estudiantes nos acosarán a preguntas. Ojalá que sí, me encanta debatir”, señala. Guégan añade que le parece bien que los jóvenes estén “enfureciendo” al presidente. Una de las consignas favoritas de Gérard Guégan de Mayo de 1968 era 'Seamos realistas, pidamos lo imposible'. “Siempre estábamos pensando en lo que llamábamos nuestros sueños y lo que podría considerarse una utopía. Todos estábamos convencidos de que algo grande estaba ocurriendo”.

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96 Su hijo, aunque sea “un eterno optimista”, sostiene que el clima actual es más sombrío. “Hay algo inaccesible en la noción de un sueño. Lo de ahora se trata de convicciones profundas, de cómo se puede sobrevivir en medio de una pesadilla, pero pensando en cómo se podrían o deberían hacer las cosas de otra forma”.

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97 GABRIEL ALBIAC: «LO QUE AHORA SE VENDE COMO REVOLUCIÓN ES POPULISMO» Laura Revuelta ABC . 16/04/2018

El 3 de mayo de 1968 estalla el último movimiento revolucionario, que está a punto de celebrar su cincuenta aniversario. Gabriel Albiac lo vivió en la trinchera y ha llegado la hora de revisitarlo en su ensayo «Mayo del 68. Fin de fiesta»

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98 Gabriel Albiac tenía 18 años cuando estalla el 68 en París: uno de los grandes mitos culturales y políticos del siglo XX, que está a punto de cumplir 50 y no sé muy bien si tan campante. Como Albiac cuenta, «de los supervivientes del 68 muchos acabaron suicidándose o con crisis epilépticas». Para él, ha llegado el momento de revisitar aquel tiempo a través de la reactulización de su ensayo de 1993 «Mayo del 68. Una educación sentimental», que ahora titula «Mayo del 68. Fin de fiesta» (Editorial Confluencias).

-Primera pregunta obligatoria: ¿por qué ese fin de fiesta? -Desarrollé una reflexión que sí me preocupaba mucho, y me preocupa mucho en estos años: hasta qué punto el 68 era la primera etapa del 89, es decir hasta qué punto la caída a plomo del Este era una consecuencia del 68. Todo se articula sobre una idea básica, la de que el siglo XX, a lo largo de su primera mitad, ha vivido bajo el imperio de una teología política, una teología política que se supone que en algún momento es una religión de suplencia.

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99 -¿Qué entiende usted por teología política? -Desde 1917, se produce algo sin precedentes, que es lo que podemos llamar una religión mundana que opera como la gran religión del siglo; esa religión del siglo que nace con seguridad desde el propio Lenin, pero que se configura con Stalin y con todo el sistema de protección de la URSS, que son los partidos comunistas occidentales, funciona con todos los modelos de una religión de salvación. Desde finales de los años sesenta, toda la gente que pensaba con un mínimo de cabeza intuía que aquello había sido la base, el origen de los mayores desastres del siglo. -¿El 68 nace para poner fin al comunismo? -Al día siguiente del choque del 3 de mayo, apareció un artículo larguísimo, de no sé cuántos folios, de un tal Georges Marchais, que en la época todavía no era secretario general del PC francés, pero que lo sería después, en el «Diario del Partido Comunista» francés, advirtiendo que el movimiento que se había desencadenado en el Barrio Latino era de los enemigos del proletariado y que tenía como objetivo tratar de destruir al proletariado, a su partido y a su sindicato. -¿Eran conscientes los estudiantes de la responsabilidad? -Inicialmente no, pero pasaron a serlo muy pronto, porque, naturalmente, cuando tú te encuentras con que los tíos que te sacuden en una manifestación para que no sigas adelante son el servicio de orden de la CGT, es decir del sindicato del partido... Inmediatamente te empiezas a plantear algo. ¿Qué mosca les ha picado? -¿Cómo reaccionan ante esa evidencia? -Un desconcierto muy grande. Eso supone que en los años inmediatamente posteriores la gente anda pegando bandazos. Creo que de esos bandazos, al final

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100 lo que sale es extraordinariamente positivo: la capacidad de entender que esto que se ha derrumbado no vale la pena volver a construirlo, y desde ese momento tenemos que pensar que la política no es un espacio de salvación, sino un espacio de administración de la cosa pública. ¿Quiénes son todos esos chicos de 18 años que salen a la calle, cuyos orígenes no son precisamente obreros? -El «boom» de la natalidad hace que lleguen masivamente a la universidad hijos de sectores que entonces nunca habían accedido, de pequeñísima burguesía, de funcionarios, de profesionales de ínfimo nivel. Y una cosa importantísima: llegan en masa las mujeres. En el caso francés, las mujeres habían ido llegando a la universidad desde los años anteriores, pero en un porcentaje mínimo habían acabado. ¿Por qué? Es una cuestión estrictamente técnica y que se suele olvidar, pero hay que decirla: los anovulatorios empezaron a comercializarse en Francia un año y medio antes del 68. Hasta ese momento, las mujeres llegaban a la universidad, pero a media universidad... Se produce una rotura completa de las convenciones que venían asentadas sobre un modelo de una ranciedad absoluta. Lo terrible es quién era más rancio: ¿De Gaulle o el Partido comunista francés? -¿Y quién era más rancio? -Probablemente, era más rancio el PC francés. La voladura de esa ranciedad, el descubrimiento de que todo ese sistema de convenciones era una tomadura de pelo es un descubrimiento clave. Al final, se hace mitología de un fracaso porque el 68 se va al traste. -El modo en que perdimos permitió barrer todo el pasado sin construir nada nuevo. Y barrerlo todo sin construir nada nuevo es la libertad.

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101 -¿Entonces, su legado es más una leyenda o dónde radica su herencia en concreto? -Es semilla de todo. Glucksman y su hijo escriben un libro que se llama «El 68 explicado a Nicolas Sarkozy». Dice: usted (referiéndose a Sarkozy) ha preguntado para qué ha servido el 68. La respuesta más sencilla es esta: sirvió para que usted pueda ser presidente de Francia. Antes del 68, un emigrante de segunda generación, como es usted, sin haber pasado por ninguna de las grandes escuelas, como le sucede a usted, y con dos divorcios a cuestas, no podía ni soñar en hacer carrera política, no le digo ya ser presidente de Francia. Todos los gestos de la cotidianidad y de su traslación a la política que vivimos con normalidad no son intemporales, nacieron ahí. -¿El 68 hubiera sido lo mismo sin esa iconografía fotográfica que le acompaña? -No lo hubiera sido sin dos cosas: las imágenes, por un lado, y la radio, por otro. Tanto el 68 americano, como el 68 alemán, como el 68 francés nacen en las organizaciones de solidaridad con Vietnam. Y Vietnam es ante todo un sistema de imágenes. Nunca ha habido una guerra con tal esplendor de imágenes. -Digamos que es una revolución fotogénica. -Fotogénica del carajo. La segunda clave es la radio. En el momento en que empieza el 68, el 3 de mayo, París está invadido por las unidades móviles. Durante las tres grandes jornadas, los tres grandes viernes, la comunicación entre el poder y los estudiantes se efectuó a través de las unidades móviles de radio. -¿El 68 hubiera sido lo mismo sin la cantidad de intelectuales que allí había por metro cuadrado? -Nunca ha habido tal acumulación de talento en París. Es un momento en el que Sartre y Beauvoir todavía están en ejercicio, Barthes, Foucault y Deleuze están en

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102 su esplendor, y Althusser es prácticamente Dios. Están todos. En un radio de 50 metros, tú encuentras prácticamente todo lo que es en ese momento la producción intelectual clave para toda Europa en los siguientes 20 años. -¿Y Malraux, el combatiente en la Guerra Civil española que entonces es ministro de Cultura con De Gaulle? -Malraux ha vivido el paralelo de los años de entusiasmo juvenil de la Guerra de España y, a continuación, la caída en el vacío que supone el descubrimiento del estalinismo. El talento de Malraux cuando cuenta el 68 es contarlo desde el interior de un salón del Ministerio... Riéndose de sus compañeros de Gobierno, en particular del ministro del Interior, que no entiende nada y dice que no pasa nada. Pero él, como apunta en el libro, asegura que una revolución no se hace con la imagen, sino con armas. -En algún momento dice algo así como: «Esto no es una revolución, es un ensayo para una película de Eisenstein». -¿Y Sartre? ¿Está ahí, pero ya es un poco un personaje decadente? -Decadente antes de tiempo. Porque el problema con Sartre es que tuvo una vejez muy prematura, fruto de haberse cuidado muy mal. Como dice: «Me atiborré de tomar anfetas para escribir la "Crítica de la razón dialéctica" y me destrocé». -¿Esos jóvenes del 68 respetan a estos mitos? -Ellos consideran, inicialmente, que todos estos son momias Y un día nos encontramos con que, a través de unos amigos, Beauvoir nos manda el mensaje de que Sartre y ella querían hablar con nosotros. Nos quedamos a cuadros. Sartre y Beauvoir eran el Olimpo. Nosotros éramos unos chavales que no sabíamos nada

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103 de nada. La entrevista se produjo en casa de Beauvoir. Lo que más nos llamó la atención es que los tíos no intentaron dar un consejo. No hicieron más que preguntas. Y aceptaron que les contásemos todo, y no intentaron en ningún momento corregirnos. Sartre era un hombre que había tenido una vida política muy larga y muy caótica, y que había pasado por un periodo de tolerancia hacia el estalinismo del que él se lamentó durante toda su vida. ¿Hoy serían posible revoluciones como esta? -Tengo mis dudas sobre el concepto de revolución. La revolución antes de 1789 y, sobre todo, en 1794, no tenía el carácter de acontecimiento revulsivo, sino, por el contrario, de ciclo de repetición. Revolución es un concepto caótico a lo largo de todo el siglo XIX, y diría que cristaliza en la idea salvacionista en el siglo XX, a partir de 1905, y sobre todo a partir de 1917. Pienso que esa idea salvacionista es la que salta por los aires entre el 68 y el 89, y sería peligrosísimo que se recompusiese. -¿Lo que se vende ahora como revolución? -Es populismo. -A las nuevas generaciones que saben poco de casi todo, ¿qué les debería llegar de aquello? -No creáis nunca en nada. Que es un viejo lema platónico. -¿Y aquello de la imaginación al poder, es un eslogan real o es una falacia? -Los que hemos dedicado parte de nuestra vida al estudio de Spinoza sabemos perfectamente que la imaginación siempre está en el poder, pero no precisamente para bien. La imaginación es el sistema de ficciones y de distorsiones que permiten a un poder perpetuarse sin tener que recurrir a formas de violencia primaria

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104 Los 68. París-Praga-México, de Carlos Fuentes* Selene Aldana Santana** Sociológica (Méx.) vol.23 no.68 México sep./dic. 2008

* Licenciada en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México; estudiante de la maestría en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. Correo electrónico: Santana_psm01@yahoo.com.mx ** Carlos Fuentes, Los 68. Paris, Praga, México, Ramdom House-Mondadori, México, D. F., 2005, 175 pp.

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105 ¿Qué significa hoy la oleada de movimientos estudiantiles y sociales ocurrida en el 68? Esa es la pregunta que motiva el libro Los 68. París-Praga-México de Carlos Fuentes, trabajo de relectura del pasado a través de los códigos del presente. Fuentes explora la experiencia del 68 en París, México y Praga, eligiendo estos tres sitios justamente porque son donde considera que la impronta de aquellos movimientos estudiantiles casi míticos sigue vigente. Esto es, México, París y Praga no serían lo que son ahora si no fuera por lo sucedido aquel año. El primer capítulo del libro, "El 68: derrota pírrica" es una reflexión en torno al balance general acerca de los triunfos y fracasos de los movimientos estudiantiles. Fuentes plantea que si bien en el 68, al calor de los sucesos, cualquiera hubiera declarado el fracaso de los movimientos estudiantiles y el triunfo de las autoridades políticas y del status quo, actualmente es posible reinterpretar lo sucedido y concluir que se trataron de derrotas aparentes, cuyos frutos sólo pueden apreciarse a largo plazo. En Francia, el Partido Comunista traicionó a los estudiantes y el presidente De Gaulle con una mano hizo promesas demagógicas acerca de una reforma educativa, mientras que con la otra se aseguraba de que todo siguiera igual. Sin embargo, del 68 emergió un Partido Socialista francés renovado que fue ganando importantes peldaños políticos. En Praga y México los movimientos estudiantiles fueron reprimidos violentamente y así derrotados. No obstante, en opinión de Fuentes estos movimientos también tuvieron sus logros diferidos. En Checoslovaquia, años después cayó el régimen socialista soviético y ganó la Presidencia uno de los líderes de la disidencia del 68. En México, por su parte, el cuestionamiento al sistema político que supuso el 68 dio paso al inicio de una serie de avances en materia democrática que –de acuerdo con Fuentes– continúan hasta nuestros días.

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106 El segundo capítulo, "París: la revolución de mayo", versa sobre el mayo francés, el cual es analizado a través de una entrevista ficticia a uno de los estudiantes disidentes unos meses después de la "derrota" del movimiento. La que ocurrió en París fue una revolución de las conciencias. De lo que se trataba era de generar un ambiente propicio para la reflexión creativa, de ganarse la libertad de cuestionar aquello que permanecía como dogma. Los parisinos descubrieron la posibilidad de la movilización y del pensamiento colectivos. Existía en la realidad de París 68 una contradicción que encarnizaba la lucha entre los grupos estudiantiles disidentes y el establishment. De un lado estaba el movimiento estudiantil, cuya principal arma era la imaginación, y del otro las autoridades políticas con un tremendo miedo a que los subordinados imaginaran. De este modo, el campo estaba puesto para una batalla a muerte. Los estudiantes luchaban no con armas ni con violencia, sino con ideas. En el mayo francés quedó claro que las ideas son mucho más poderosas que las armas, porque las ideas son capaces de transformar a grandes conglomerados de personas y porque son rápidamente transmisibles. De ahí la aversión de las autoridades a las ideas. Los estudiantes franceses se plantearon el reto de llevar adelante una revolución exenta de autoritarismo y de coerción de la libertad. La revolución parisina no era sólo contra el gobierno francés, sino contra una modernidad pervertida que ha olvidado sus viejas promesas, que ha olvidado que el verdadero sentido de la producción es la calidad de vida y no la ganancia; contra una modernidad que se ha vuelto acrítica e intolerante al cambio, que está sustentada en la abundancia en el primer mundo y el hambre en los países pobres; contra una modernidad que ha devenido en fascismo. De ahí que Fuentes concluya que el mayo francés fue una revolución moral.

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107 El estudiantado francés se percató de que la lucha no podía, para ser real, estar constreñida a la universidad. El autoritarismo está en todos lados, por lo que la revolución debía producirse en todos los espacios sociales. La estructura autoritaria y antidemocrática del Estado burgués se ha convertido –y se habla aquí en presente porque se trata de una situación que sigue vigente en una cultura autoritaria y antidemocrática, así como en estilos de vida de la misma naturaleza. La universidad se basa en la relación asimétrica ilustrado-ignorante, mientras que la vida política y la familiar en la de soberano-súbdito y la vida económica en la de explotador-explotado. Con fundamento en la comprensión de esta realidad, el movimiento francés fue ampliamente apoyado por los grupos obreros, los cuales enarbolaban mucho más que simples reivindicaciones económicas. La bonanza económica francesa permitió que los obreros dejaran de estar sujetos al imperio de la necesidad y de la inmediatez para reflexionar acerca de ellos mismo y de su sociedad, para darse cuenta de que no es un disparate luchar por una sociedad que permita la realización y la felicidad humanas. Amplios sectores provenientes de todos los grupos sociales se unieron a la lucha, transformando sus prácticas cotidianas y haciéndolas más simétricas y democráticas. Los obreros tomaron la gerencia en muchas fábricas, quedando claro que el país podía seguir su marcha sin necesidad de una estructura jerárquica piramidal rígida. Los medios de producción podían ser de todos, y manejados por todos para el beneficio de todos. La autogestión era el siguiente paso lógico, pero la central sindical del Partido Comunista desvió la lucha hacia las reivindicaciones puramente económicas, lo cual socavó enormemente al movimiento.

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108 El movimiento francés del 68 fue sentido como una amenaza no sólo por las autoridades sino también por la vieja izquierda encarnada en el Partido Comunista, el cual creía en el centralismo autoritario, no en la autogestión. De lo que se trataba era de la toma de los centros de trabajo por los empleados y los obreros, de la autogestión para volver innecesario al Estado burgués y a la gerencia capitalista. Era, pues, una revolución contra el autoritarismo en todos los niveles. La autogestión y auto-organización eran las premisas básicas. El mayo francés significó la ruptura del supuesto equilibrio imperante en ese país. Significó, además, la toma de conciencia de que el cambio social era deseable y posible; de que las condiciones en las que se vivía no eran irremediables; de que la construcción de otro tipo de sociedad basada en un proyecto moral era posible. Todo ello lograría que se convirtiera en una revolución que fuera más allá de los límites geográficos de Francia. Se trataba nada menos que de una toma de conciencia de la condición humana y de la posibilidad de realización de todas sus potencialidades. Fuentes considera que el movimiento estudiantil francés –que por supuesto no sólo fue estudiantil– representa uno de los grandes virajes de la historia contemporánea, por medio del cual se hizo patente la insatisfacción dentro de la prosperidad económica y la razón fundamental de que la revolución social se manifestara en el llamado primer mundo. El tercer capítulo, "Milán Kundera: el idilio secreto", es una reflexión en torno a la primavera de Praga, acerca de la historia de esa ciudad en los agitados meses del 68, la cual está necesariamente ligada a la historia de uno de sus hijos más notables, Milán Kundera. Este capítulo narra el encuentro en Praga en diciembre del 68 entre Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Milán Kundera y el propio

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109 Fuentes. Se trata de la historia de la ciudad vista a través de la obra y la genialidad de Kundera. La de Praga es una historia particular, la historia de una ciudad castigada por los comunistas por ser congruentemente comunista. Alexander Dubcek, la máxima autoridad política en Checoslovaquia, pretendía –en congruencia con la Teoría del Estado de Marx, Engels y Lenin– otorgar funciones autónomas a los distintos grupos sociales para dar paso a la disolución progresiva del Estado. Así, la planificación central cedió funciones a los consejos obreros, y el Comité Central del Partido hizo lo propio con las organizaciones políticas locales. La democratización del Partido y del país en general había iniciado, lo cual fue rechazado tajantemente por la Unión Soviética. El resultado fue la invasión de los rusos a Checoslovaquia el 21 de agosto de 1968 para impedir que las elecciones en el Partido Comunista se fundaran en el voto secreto. Un panorama lleno de terror y tanques inundó la hermosa ciudad y Dubcek fue destituido. Tras la invasión, la obra de Kundera quedó vetada en Checoslovaquia, razón por la cual el literato se transladó a Francia. Kundera reflexiona en torno a la censura de su obra concluyendo que el espíritu de la novela es antiautoritario. La novela está abierta a la interpretación, tanto del autor como del lector. Cada lector, cada espacio, cada época y cada lectura ofrece una interpretación distinta de la misma obra. Nada más contrario a la lógica de los regímenes totalitarios, que se dedican a la implantación de una verdad única y de la homogeneización. De ahí que éstos asesinen a la novela, que es derroche de imaginación y posibilidad abierta. Kundera reconoce el mérito del socialismo democrático aplastado en su país. Constituyó un intento por lograr un socialismo libre: libre de policía secreta; libre del miedo; antidogmático; que reconociera el derecho de los ciudadanos de

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110 pensar y de disentir. Esta idea, que fue verdaderamente revolucionaria dentro del contexto del comunismo de la época, fue la inspiración de la primavera de Praga. Finalmente, el capítulo cuarto, "Tlatelolco: 1968", trata acerca del movimiento estudiantil mexicano. Este capítulo se basa en la historia de Santiago, uno de los estudiantes disidentes asesinados en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Es la historia de Santiago, pero podría ser la de muchos otros estudiantes que sufrieron una suerte similar en aquella época. Es la historia de un joven cuyas convicciones y pautas morales ya no eran las mismas que las de sus padres; de un joven que ya no cree en un sistema político autoritario, antidemocrático y demagógico; pero aún más, que ya no cree en una estructura familiar, en una sociedad y en una cultura del mismo tipo. Se trata, pues, de un joven que lucha por transformar un mundo con el cual sus padres están de acuerdo pero que para él está podrido. El movimiento estudiantil del 68 en México fue –al igual que los de París y Praga antiautoritario. Pretendía la construcción de una sociedad futura en la que cupieran distintos discursos y no sólo uno hegemónico, en la que fuera posible disentir. La respuesta que recibió el movimiento antiautoritario fue –como en los otros dos casos– la quintaesencia de lo autoritario. La matanza de Tlatelolco no fue asunto de sólo unas cuantas horas o de un único día. Supuso la creación de todo un ambiente –construido durante meses– de satanización contra el movimiento estudiantil y contra "la conjura comunista internacional" de la que procedía. De tal modo, la matanza estaba absuelta de antemano. Dos semanas después todo había vuelto a la "normalidad" y los Juegos Olímpicos se llevaron a cabo tranquilamente, ya sin la amenaza de los "revoltosos".

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111 A pesar de sus trágicos finales, los movimientos sociales del 68 pusieron de manifiesto que –y se trata de una enseñanza que todavía hoy no olvidan muchos grupos significativos de la población mundial– el mundo en que vivimos no está hecho, sino que está por hacerse. Esta idea del futuro abierto y de la posibilidad del cambio social ha constituido un parteaguas en la historia contemporánea de los países que vivieron estas experiencias, los cuales siguen marcados en la actualidad por aquel 68 mítico. Resulta muy valiosa la interpretación de Fuentes de los movimientos sociales del 68 como un pasaje histórico sin el cual no sería posible la comprensión del estado actual de las sociedades en las cuales se dieron. Ciertamente, los sucesos del 68 cobran en la actualidad una nueva significación que permite comprender con mayor claridad el presente y que puede servir para el renacimiento de la intención de construir aquel proyecto moral, cuya posibilidad de materialización les fue arrebatada a los movilizados en el 68. También es de notarse la audacia con la que Fuentes intercala su texto con la reproducción de varios de los carteles que cubrían las ciudades de París, México y Praga en la década de los sesenta. Queda claro con tal recurso que estas ciudades hablaban, tenían algo que gritar con desesperación: "No nos conformaremos con lo que tenemos"; "Estamos construyendo una modernidad distinta". Los carteles son testimonios clave del ambiente que se vivía en los diversos países y latitudes. Resulta cuestionable, sin embargo, el argumento de Fuentes de que la primavera de Praga contribuyó a la caída, décadas más tarde, del socialismo en Checoslovaquia, o que tal caída constituye un triunfo diferido del movimiento del 68. Este último era una crítica al socialismo dentro del socialismo. El movimiento

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112 de Praga se planteaba un socialismo consecuente

consigo

verdaderamente igualdad,

mismo,

asegurara

libertad,

que

justicia,

democracia

y

dignidad humana. Se planteaba, en suma, un socialismo auténtico, no su destrucción. Por otro lado, Fuentes afirma que la victoria postergada del 68 mexicano estriba en su contribución a los avances en materia democrática existentes hoy. No obstante, antes de afirmar algo así habría que preguntarse si tales avances democráticos son reales. El movimiento estudiantil mexicano de 1968 luchaba contra un sistema político y una cultura profundamente

autoritarios,

pero

tal

pareciera

que

ambos

siguen

profundamente arraigados en nuestro país. De modo que quizás habría que buscar la contribución del 68 en el cambio de mentalidad de ciertos segmentos sociales y en la proliferación de los grupos opositores al régimen priísta más que en un avance institucional de la democracia. Este libro de Carlos Fuentes constituye un acercamiento ingenioso a aquel año que sacudió, sin duda, los sistemas políticos y las conciencias de muchos de los habitantes de París, Praga y México.

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