El arte deja al fin el concepto "contemporáneo" que hacía referencia a un quehacer sin convicción social, tibio y ególatra; ahora se enfoca al tiempo real, a lo presente entendido como los sucesos que nos impactan e influyen decididamente en todo ámbito. El artista lo puede ver a través de variopintas ventanas, desde la interior para llevarnos a la introspección, todo un universo poco valorado en estos tiempos de libertinaje comunicativo. También como nuestros ojos pero no bajo el agotado precepto de la contemplación estética, sino como un ente orgánico cuya producción nos incluye en una simbiosis vital para ambos participantes, y es dicha fusión la que se convierte en el fin último de su poética, el nuevo cáliz sagrado. También se aleja el caduco concepto de “contestatario”, carente de fuerza, vacío y enfocado sólo como medio acusativo. Hoy día la inteligencia se sobrepone para abrir camino a la extraordinaria manufactura, irónicamente…Made in China.