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Cuento- T\u00E9 de U\u00F1a
Té de Uña
Daniela Valenzuela
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“Era mi manera de llamarle al embrujo… y a ese hombre. ¿De qué otra forma podría llamar a un ser tan desagradable?”.
Yo le dije que era obvio, que no podía haber ninguna otra explicación lógica para lo que le había pasado, pero no me escuchó. Cuando me contó que tras otra pelea con su novio se había metido en la casa de un extraño no me sorprendí; ella siempre ha hecho cosas así. Afirmó que no había sido la gran cosa, no se acostó con él. Solo quería vengarse de Pancho, porque le encontró mensajes comprometedores con una buchona que trabaja en el bar al que suele ir cuando se emborracha, lo que ocurre con frecuencia. Sin embargo, me preocupó al mencionar que desde ese día no pudo sacarlo de su cabeza a pesar de que resultaba desagradable, e incluso prometió no hablarle nunca más. Como buena paranoica comencé a cuestionarla para cerciorarme que este hombre no la hubiera drogado, violado o embrujado, y sí. Me confesó que la besó, se divirtió con sus pequeños senos perforados y le dio unas pastillas negras… ¿Para la gastritis? No lo creo. Mis pupilas se dilataron, ella posaba tranquila como si lo que le pasó se tratara de la anécdota más normal.
del mundo. Enseguida busqué en internet: “Amarres con pastillas negras”. Diría que lo hice para molestarla, pero realmente había un miedo que me invadía por completo.
He escuchado varias historias de supuestos testimonios que han sufrido brujería. Mi abuela me ha contado de algunas personas, que se han servido de la magia negra para agarrar marido, conseguir a una mujer joven e incluso causarle mala suerte a la vecina. Para su sorpresa encontré bastantes resultados. Mi amiga tomó mi celular mientras observábamos la pantalla, atentas, con las cabezas pegadas. De pronto encontramos un video que decía: “Te de uña, amarre de amor”. Comencé a gritarle: “Eso es lo que Té de Uña te hizo”. Era mi manera de llamarle al embrujo… y a ese hombre. ¿De qué otra forma podría llamar a un ser tan desagradable? Por su nombre no. Té de Uña es como un palo de escoba, más flaco que Camila y eso que ella es una princesa de cristal. Él tiene 30 años pero parece de 40, su cara denota cansancio y su calvicie me atemoriza, nunca la veré en persona.
Suficiente tuve con el novio narco. Sin embargo, Té de Uña me asusta más, no precisamente por su físico. Me da miedo que mi teoría sea cien por ciento verdadera, a veces lo dudo y en el fondo espero que no le esté haciendo un amarre. Una semana después su familia me llamó para preguntarme si estaba conmigo. Llevaba tres días desaparecida. Entonces contacté a algunos amigos, tenía una pisca de esperanza, pero sabía perfectamente con quién estaba. Después de ellos Camila tocó a mi puerta. “¡Estabas con Té de Uña!, ¿verdad?”, le pregunté con una mano en la cintura y otra recargada en la puerta, como una madre que espera a su hijo hasta que llega en la madrugada para regañarlo.
Sonrió y asintió la cabeza. “Eres una pendeja”, dije entre dientes. Resulta que había dejado a su novio por Té de Uña y que estaba muy feliz. Lo del amarre, según ella, era una locura, algo imposible que simplemente nunca pasó, lo que sí ocurrió es que se fue a vivir con él. ¿Y la familia?, bien gracias. A pesar del amarre, Camila siguió con su vida de siempre. Llegué a pensar que fui una exagerada porque logró escapar de sus garras momentáneamente. Un día se fue de fiesta y tras un chantaje fallido por parte de Té de Uña en un intento por controlarla, ella decidió abandonarlo por mensaje. Al final ¡volvieron! ¡Porque obviamente sí es un amarre! Afortunadamente, un día mientras Camila buscaba una chamarra en el
clóset de Té de Uña se encontró con todas las pruebas para creer en mis suposiciones: velas, fotos y algunas plantas desconocidas. En ese momento se dio cuenta que era posible y sí le estaba pasando. Cuando me contó pensé que era el final, que iba a volver con su novio y todo sería como antes. Qué ingenua. Los amarres no funcionan así, cuando se hacen bien no hay marcha atrás, ni para el amarrado ni para aquel al que amarra. Al final los dos se enganchan. Hoy, Camila dice que está muy feliz con este hombre, que la trata muy bien… Así es con todos sus novios. Teóricamente no habría peligro, tiene 20 años y es muy inestable, pero esta vez es diferente. La amarraron. Y yo solía quejarme del exnovio narco.
Tengo suerte, la veo una vez cada mes, si bien me va. Hace un año que no visita a su familia, Té de Uña la mantiene ocupada. Yo me encargo de avisar que sigue viva, que medio come y que, dentro de lo que cabe, ella cree que es feliz. Me entristece que haya dejado hasta a su perro. Ya la corrieron del trabajo porque él prefiere que se quede en casa y, en vez de eso, ella se gasta su liquidación en antros baratos. Se le escapa con frecuencia, no la controla nada bien, pero algo es seguro, siempre vuelve. Lo que él no quiere tomar en cuenta es que ella es alcohólica, y eso es algo mucho más poderoso que cualquier embrujo. Té de Uña cree que vivirán felices para siempre, pero eso realmente está por verse.