Zoom Japón 05

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Revista

Gratis - NĂşmero 5 Enero - Mayo 2019

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Viajar, Viajar


ZOOM EDITORIAL

De tanto recorrer Japón a lo largo y ancho para regresar con reportajes, los colaboradores se han enamorado de ciertos lugares o de ciertas regiones. A menudo no han hecho referencia en sus artículos, guardando para ellos estos rincones. Era una pena no compartirlo con nuestros lectores, por lo que hemos decidido pedir a los periodistas y a los fotógrafos que contribuyen regularmente en nuestra revista, de hacer partícipes a los lectores de sus lugares predilectos. Cada uno ha elegido describirlos a su manera y con sus propios clichés, con la intención de daros ganas de ir o simplemente de incitaros a descubrir Japón de otra manera.

LA REDACCIÓN

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es el número de japoneses entre seis y dieciocho años que se han quitado la vida entre abril de 2017 y marzo de 2018 (año fiscal en Japón), es decir cinco más que el año anterior. Una cifra que no se había alcanzado desde hace 30 años y que suscita numerosas reacciones. Las autoridades prometen la creación inminente de un sistema de detección de niños con alto riesgo y una campaña de sensibilización.

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L A MIRADA DE ERIC RECHSTEINER Goto, prefectura de Nagasaki

© Eric Rechsteiner

En marcha

Se hizo de noche y nos reunimos en este parking para participar en un torneo nocturno de petanca. Este deporte adquiere importancia en el archipiélago y tiende a dejar atrás al gateball, un juego inspirado en el croquet, muy popular entre los japoneses de cierta edad, pero que requiere un terreno adaptado. No es el caso de la petanca, que permite crear un ambiente cordial, tan apreciado por los jugadores.

Una isla devorada por los oleajes

La época de las grandes reformas

GEOGRAFÍA

ECONOMÍA

Situada al norte de Hokkaidô, la isla de Esanbe Hanakita Kojima ya no figuraba en los mapas nipones, y nunca aparecerá. Situada a 1,4 m por encima del mar, estaba inhabitada pero se hizo un censo y se bautizó en 2014, cuando el gobierno decidió establecer la lista de todos sus territorios en el contexto de sus desacuerdos territoriales con las naciones vecinas.

Con el objetivo de relanzar la economía y con la voluntad de reforzar las infraestructuras, el Primer Ministro Abe Shinzo desea emplear grandes sumas de dinero para la ejecución de obras de gran envergadura. Cuenta con un presupuesto de 10 000 billones de yenes (77,3 billones de euros) para alcanzar su objetivo. Los recientes seísmos de Osaka y Hokkaido no son ajenos a esta decisión.



Colección Claude Leblanc

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Gracias a su importante red ferroviaria es fácil desplazarse por todo el país, lo que ha incitado a los editores a crear magníficos planos turísticos.

Viajar, Viajar Del norte al sur del archipiélago, os invitamos a descubrir lugares auténticos y originales.

E

ste año, una vez más Japón romperá nuevos récords en materia de turismo, ya que desde hace varios años el archipiélago se ha convertido en el destino de moda. Hordas de turistas provenientes esencialmente de Asia (China, Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong o Singapur) vienen a descubrir un país donde, con frecuencia, su primer contacto ha sido la cocina o la cultura popular. Los asiáticos no son los únicos en venir. Al cabo de los años el número de europeos ha aumentado considerablemente. Franceses, británicos, alemanes, españoles o italianos también quieren conocer Japón, pero como el resto, tienen ten4 ZOOM JAPÓN Número 5 Enero - Mayo 2019

dencia a concentrarse en la famosa “Golden Route”, de Tokio, Kioto e Hiroshima. Y olvidan que Japón dispone de un vasto territorio rico en paisajes variados, una gastronomía igualmente diversa y una acogedora población tanto al norte como al sur, desde Hokkaido a Okinawa. A centrarse en las mismas zonas turísticas, los visitantes extranjeros terminan por conocer únicamente otros visitantes extranjeros, hasta tal punto que a veces es curioso ver a un occidental fotografiar a una asiática en kimono pensando que es japonesa, cuando se trata de una china o de una coreana. De hecho, algunos lugares están inhabitados por los japoneses. Esta fuerte concentración tiene también como desafortunada consecuencia atraer a los promotores que destruyen ciertos barrios antiguos para construir infraestructuras hoteleras, ignorando

el hecho que a largo plazo esta solución contribuirá a empobrecer dichos lugares y hacer huir a los turistas. Por eso hemos decidido proponeros un documento en el que hemos pedido a algunos de nuestros colaboradores presentarnos un lugar que les guste especialmente. En total hemos reunido seis sitios repartidos por el conjunto del territorio japonés. En cada ocasión se trata de una invitación personal a descubrir lugares con frecuencia ignorados por los turistas, incluidos los japoneses, pero que tienen todos los atractivos necesarios para satisfacer la curiosidad, procurar emociones y embelesar a los más exigentes. Por tanto hoy os invitamos a descubrir un Japón diferente del propuesto con frecuencia en los folletos turísticos. ZOOM JAPÓN


ZOOM REPORTAJE Un territorio por descubrir Ciudad Montaña Asahikawa

Isla

p. 22

Hokkaidô Sapporo

Oga p. 10

M a r

d e l

J a p ó n

Sendai

Honshû

Kioto

Cartografía : Aurélie Boissière, www.boiteacartes.fr

Tokio

p. 16 Ôsaka

Shichimen-san p. 6

Isla Kurahashi p. 12 Fukuoka

Shikoku

Kyûshû

O c e a n o

P a c í f i c o Okinawa

150 km

Isla Zamami p. 20

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Shichimen-san El monte Fuji como nunca lo habíais visto

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Benjamin Parks para Zoom Japón

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Benjamin Parks para Zoom Japón

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Benjamin Parks para Zoom Japón

Es posible dormir en el monasterio Keishin-in.

La impresión de alcanzar el célebre monte Fuji

L

as experiencias grandiosas comienzan generalmente de forma banal, y la que os voy a contar no es una excepción. Mi amigo Nicolas escribía un texto sobre los misterios que nos esperaban en la cumbre del monte Shichimen. Nuestro viaje comenzó a bordo de un tren con destino a Shimobe Onsen. Tres horas más tarde, Nicolas y yo llegamos a Minobu, prefectura de Yamanashi, un lugar donde muchas cosas parecen estar fijadas en el tiempo. Las telas de araña cubrían las viejas bicicletas oxidadas, colocadas delante de las tiendas entreabiertas, en las calles adormecidas. Nuestro

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ryokan, o albergue tradicional, lo regentaba una mujer mayor muy enérgica que nos llevó a hacer un gran tour del lugar. Como un gran número de antiguos ryokan, aunque no se tratase de un edificio gigantesco, contaba con muchas habitaciones, pasillos y esquinas; y como estaba construido principalmente en madera, cada uno de nuestros pasos era acompañado de un agradable crujido. Mientras nos aventurábamos al sótano en busca de los baños, tuvimos la sensación de estar vigilados por fantasmas. Había numerosos corredores oscuros y estrechos que conducían a armarios y almacenes abandonados. Finalmente

llegamos a las termas con un fuerte olor a azufre, tan relajantes tras un largo trayecto en tren. Al día siguiente por la mañana nos despertamos en nuestra gran habitación tatami, tomamos un desayuno tradicional compuesto de té verde, soja fermentada y pescado, nos despedimos de la posadera y comenzamos el largo ascenso hasta la cima de la montaña. Durante cinco horas arrastramos nuestras piernas cansadas hacia las alturas, preguntándonos qué habría empujado a alguien a perforar un camino a esta altitud. Llegando a la cúspide, lo entendimos. Pasada una arboleda nos recibió una magnífica vista sobre un lago verde esmeralda (se supone que un dragón vivía en sus profundidades); y después de una larga serie de escarpados escalones nos encontramos ante una fabulosa vista sobre el monte Fuji. También conocimos a nuestro guía Genga-san, un joven y simpático monje que vivía en la cima de Shichimen. Nuestro alojamiento para la noche era un monasterio budista laberíntico, compuesto por innumerables pasillos y puertas corredizas de aspecto idéntico. Fuimos conducidos por una gran pieza en la que los muros y el techo estaban cubiertos de esculturas de oro. “¿Por qué tanto oro?”, pregunté, ya que me parecía contradictorio a la imagen espartana del espiritualismo budista. “Porque el oro es eterno”, me respondió. Se siguieron noventa minutos de sutras - una ola de sonidos en apariencia interminables - entonadas por una quincena de monjes con voces guturales, golpeando de vez en cuando un gong o un tambor. Nicolas y yo estábamos sentados en sillas de respaldo rígido observando los sutras como hipnotizados. Finalmente llegó la hora de dormir. Genga-san nos preguntó a qué hora queríamos levantarnos y yo respondí: “4h30 de la mañana” sin darme cuenta de la consecuencia que tendría. A la

CÓMO LLEGAR SALIENDO DE LA ESTACIÓN DE SHINJUKU EN TOKIO, coger el tren Azusa hasta Kofu y tomar la línea Chuo para después tomar la línea Minobu hasta Shimobe Onsen. De allí coger el bus hasta Shichimenzan-tozanguchi y un taxi hasta Hagomoro.


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mañana siguiente a las 4h30 exactas nos despertó repentinamente el sonido de los tambores. Las puertas corredizas se abrieron rápidamente y entraron tres monjes exigiendo nuestro futón a cambio de una tetera y algunas tazas. Todo sucedió tan rápido que tenía la impresión de seguir soñando, pero la tetera humeante estaba allí para confirmar que todo era real. Escalando para observar el monte Fuji en una luz púrpura, nos envolvió progresivamente un zumbido, como si nos rodearan millares de mosquitos. Pero al llegar descubrimos 500 adolescentes, todas ataviadas con togas blancas (parecidas a los trajes de karate). Frente al sol, que comenzaba suavemente a apuntar por encima del horizonte, cantaban con pasión un sutra mientras movían sus manos con energía. Había algo de surrealismo en este lugar, aparentemente lejos del resto del mundo, rodeados de cientos de niñas cantando, con nubes que se extendían hasta perderse de vista como un océano sin fin y el sol levantándose lentamente, casi como un actor mayor haciendo una paulatina aparición en el escenario. Terminó por salir y sus rayos se extendieron sobre nosotros en amplias bandas, inundando todo de una luz dorada. Las adolescentes se dispersaron lentamente y nosotros nos encontramos

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Increíble visión la de esas 500 jóvenes observando el amanecer en la cima del monte Shichimen.

En la cima del monte Shichimen, se abre una puerta que da directamente sobre el monte Fuji.

solos Nicolas, Genga-san y yo, y después únicamente Nicolas y yo. Estábamos allí, aún un poco cansados por nuestra caminata de la víspera, pero reconfortados por el sol. Yo me sentía listo; listo para afrontar todos los contratiempos

que me esperaban en Tokio y listo también para los momentos de felicidad, de risas y de ligereza; listo a abrazar todo y recordar, gracias a esta experiencia, que la vida es un regalo. BENJAMIN PARKS

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Laura Liverani para Zoom Japón

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Con un folklore muy vivo, paisajes que quitan el hipo, una sabrosa cocina y numerosas curiosidades, Oga os maravillará.

Oga, la costa salvaje Uno de los lugares más pintorescos del país, la península de Oga vale realmente la pena.

¿

Por qué vas a Oga?, allí no hay nada que ver”. La mujer de unos sesenta años, sentada a mi lado en el shinkansen con destino a Akita, nació en la península de Oga, prefectura de Akita. Como muchos otros abandonó la provicia por la ciudad hace mucho tiempo, dejando tras ella las casas de madera vacías y los pescadores envejecidos. Está sorprendida, piensa

que nosotros somos probablemente los únicos pasajeros del tren en dirección a un destino improbable. Ella va a una vez al año a visitar a sus seres queridos, que ahora también viven fuera. En mi caso viajo para descubrir un lugar del que voy a enamorarme, incluso si nunca antes he ido. La península de Oga es un pedazo de tierra en forma de hacha, saliente en el mar de Japón, donde hay pocas atracciones e infraestructuras para turistas. No es un destino de viaje muy demandado. Sin embargo, Oga es uno de los

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lugares más pintorescos de Japón, con su litoral accidentado y su mar agitado, sus bosques, sus lagos volcánicos, sus aguas termales y sus senderos de montaña desiertos, que conducen a santuarios. Como en otras regiones despobladas del Japón rural no hay mucha gente y menos aún turistas. En su lugar hay mucho viento y mar hasta donde alcanza la vista; sin olvidar sus cuentos, sobre todo los relatos populares. Estas son las razones por las que he decidido acudir. “Golpea tres veces tus manos y descenderemos de la montaña”, la voz gutural proviene


de un hombre grande cubierto de paja, sus manos son enormes y rugosas y su rostro cubierto de una máscara diabólica: se trata de un Namahage. El demonio se enfrenta a un pequeño auditorio de niños y padres que observan la reconstitución de una antigua tradición, en el interior de una casa reconstruida en Museo del Folklore Oga Shinzan. La noche de Año Nuevo los aldeanos disfrazados de demonios recorren sus hogares para rugir “los niños desobedientes y las mujeres perezosas”, recibiendo a cambio alimentos y bebidas. La tradición de Namahage está en declive, pero nos esforzamos en mantenerla viva. En el museo que le es dedicado, hay un número impresionante de ogros de tamaño natural vestidos con trajes y máscaras diferentes. Las réplicas de Namahage, grandes y pequeñas, están omnipresentes en Oga: desde las estatuas de 10 metros de altura, que acogen a los visitantes a la entrada de la península, hasta los Namahage que escupen agua caliente en la ciudad termal de Oga Onsen. Estos monstruos se asocian a cierto número de lugares diferentes en Oga. Según la leyenda, los 999 escalones que llevan al santuario de Akagami Goshadô fueron construidos por los mismos Namahage. Por su parte, el santuario de Shinzan, rodeado de cedros gigantes, acoge cada invierno el festival Namahage. En él los jóvenes aldeanos se reúnen llevando máscaras purificadas por un sacerdote sintoísta, convirtiéndose así ellos mismos en Namahage. Conducir en esta región es una experiencia que deja sin aliento. La carretera serpentea entre las montañas y el mar, a lo largo de la costa salpicada de pueblos pescadores y pinos nudosos; pasando por extrañas formaciones rocosas y ciudades fantasma con hoteles y complejos de restauración abandonados. Aún quedan algunos lugares pintorescos donde es conveniente hacer un alto, desde el observatorio del monte Kanpu, que ofrece una vista panorámica de 360 grados, a los paisajes lunares de la playa de Unosaki, además de la roca Godzilla y el cabo Nyudo. El acuario GAO con más de 2000 criaturas marinas nadando en su gigantesco tanque de agua de mar, también merece una visita. Otra razón para pararse a lo largo de la carretera son los restaurantes de pescadores donde comen los locales, como el Kasen-ya o el Sandaime Hotaru. El sashimi súper fresco o el hata-hata a la parrilla, un pescado de la región, no os decepcionarán. Para terminar con una nota aún más alta, es aconsejable pasar la noche en uno de los ryokan de la ciudad termal, como el Yuzankaku o el Banseikaku. En particular podéis degustar el ishiyaki, una especie de caldereta de marisco presentada en una tina de cedro en la que es cocinado con una piedra muy caliente. Las porciones

Laura Liverani para Zoom Japón

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Los Namahage están omnipresentes en la península de Oga.

son generosas en Oga y es recomendable tomar un buen baño después de la cena. Fuera de temporada no es raro que podáis disfrutar del rotenburo (baño exterior) para vosotros solos. Si tenéis un presupuesto limitado, el hotel Moroi, el único hotel de la ciudad de Oga, es una buena alternativa al ryokan, que es más costoso. Está un tanto viejo pero su decoración de los años 50 le da cierto encanto. No es necesario reservar porque casi siempre está desocupado. Respecto al shopping no olvidéis los viejos souvenirs de pesca y la boutique de antigüedades que se encuentran a proximidad. Hallaréis flotadores de cristal, cascos de buceo, viejos vinilos de rock and roll y café. El viejo

pescador propietario de la tienda no os dejará partir de la ciudad sin haberos contado sus recuerdos de Oga, cuando aún era un lugar próspero, muy visitado. Sus historias serán el recuerdo más preciado para llevarse a casa. LAURA LIVERANI

CÓMO LLEGAR SALIENDO DE LA ESTACIÓN DE TOKIO, tomar el shinkansen hasta Akita. De allí los trenes de la línea Oga os conducirán hasta la ciudad de Oga en aproximádamente una hora. A la entrada de la estación, el mostrador de información turística es muy servicial. https://oganavi.com

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Kurahashi de los dioses A menudo utilizado como decorado de cine, la pequeña isla es un paraíso del que nunca te cansas.

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Quién no ha soñado alguna vez vivir en una isla? Pues bien, en el mar Interior este sueño siempre puede hacerse realidad. El mar alberga un verdadero laberinto de islas, algunas ya sólo se asemejan a dedos de roca deshechos, otras ofrecen un sabor auténtico del Japón rural. La vida se desarrolla a un ritmo diferente del resto del país. El tiempo se ralentiza al igual que el tráfico. “Me gustan estos lugares porque son tranquilos”, me dijo un día uno de mis antiguos estudiantes. “Por la noche sólo se oyen los grillos y es muy seguro”. “A menudo salimos de casa sin cerrar la puerta con llave.” Hablaba de Kurahashi, una isla situada enfrente de la popular ciudad de Kure, en la prefectura de Hiroshima. Un canal de únicamente 90 metros de ancho, conocido como el estrecho Ondo, separa la bulliciosa ciudad de esta magnífica isla. Cada vez que atravieso el puente tengo la impresión de penetrar en otro mundo. Desde que pasas al otro lado del estrecho, sientes que se impone el ritmo de la isla. Te encontrarás en un reino de plantaciones de cítricos y de arrozales atrapados entre los pliegues de las montañas ; los bosques se extienden hasta la orilla del mar y cuando llega la noche, salen los jabalíes. Encontrarás a menudo puestos de frutas sin vendedores, basta con dejar unas pocas monedas y servirse. Desde la desaparición de la construcción naval, los cítricos, en particular las mandarinas, son el principal recurso de la isla. Kurahashi es la segunda isla más grande de las Geiyô, un pequeño archipiélago del mar Interior occidental situado entre las prefecturas de Hiroshima y Ehime. Con una superficie de 69 km², es dos veces más grande que Miyajima, situada a proximidad. Antaño, la isla fue célebre por la construcción naval. Desde el reinado de la emperadora Suiko (554628), los isleños de Kurahashi fabricaban los navíos que trasportaban los enviados japoneses a China y otros lugares. Lo que hace que mi mujer Ángeles y yo volvamos a Kurahashi es la playa de Katsuragahama. Todos hemos tenido nuestra dosis de playas bonitas ¿verdad?, pues esta además tiene una dimensión histórica y sagrada. Se encuentra al sur de Kurahashi y su belleza fue celebrada durante el siglo VIII en el Man’yôshû, la antología más antigua

conocida de la poesía japonesa en la que un poeta escribió: “si solamente mi vida tuviera la gracia y los innombrables años de este pequeño pinar de la isla de Nagato”. Nagato era el antiguo nombre de Kurahashi. “No importa las veces que hayamos venido. Siempre siento la misma emoción cuando pasamos la montaña y contemplamos la pequeña ciudad de tejados azules con las islas en el horizonte que se extienden en la bruma, sobre el mar moteado de sol”. Y como dice el poema, todavía existe esta “pequeña pineda” entre la carretera y la playa. La leyenda dice que hay 500 pinos. Otro poeta escribió: “Consagraría mi vida a los pinos de la ribera de la isla de Nagato; me pregunto cuántas generaciones han sido necesarias para hacer de ella una entidad divina”. Donde los pinos se confunden con la playa, un inmenso torii de piedra aparece sobre la arena blanca. Para aquellos que llegaban en barco en la antigüedad, el mensaje estaba claro: aquí viven los

La belleza de la isla se celebra desde el siglo VIII.

dioses. Porque aunque hoy es bucólico, en el siglo VIII, Katsuragahama fue el teatro de un importante tráfico marítimo. Desde aquí los enviados japoneses fueron llevados a Shiragi en Corea en el año 736. Este evento permitió a Kurahashi ser mencionado por segunda vez en Man’yôshû. Por esta misma razón en 1944 el gobierno prefectoral de Hiroshima la designó Lugar de Interés Histórico. Dejando la historia de lado, únicamente por la vista ya merece la pena el desvío por estas montañas densamente arboladas, que descienden hacia el mar a cada extremidad de Katsuragahama y que confinan la playa en una bahía íntima en forma de media-luna. En las soñadoras aguas del mar Interior, las innumerables islas de las prefecturas de Ehime, Hiroshima y Yamaguchi van y vienen en la bruma cambiante como una flotilla de galeones fantasmas. Si llegáis a mediados de la semana es fácil encontrar un sitio bajo la

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sombra de los pinos con el sonido de las cigalas de fondo. Kurahashi ya no construye navíos, pero perduran sus sólidos vínculos con el mar. Al final de la playa encontraréis el Museo de Historia de la Construcción naval de Nagato. Delante han instalado una réplica a tamaño natural del barco utilizado para transportar los enviados japoneses a China durante la dinastía Tang (618-907). Se asemeja a un palacio flotante con sus mástiles, su color naranja chillón y su impactante diseño. Otro guiño al patrimonio marítimo de la isla se encuentra en la carretera detrás de la playa. Allí, tres navíos decorados están amarrados en un pequeño hangar para barcos de madera. En la noche del 17 de julio, los tres barcos se adentran en el mar para el festival de Kangensai en Miyajima para remolcar al Goza-bune. En este barco sagrado iluminado, los músicos tocan Gagaku, una música de coro. Este festival, que data de la era Heian (794-1185), es una de las celebraciones más importantes de Miyajima. Mientras os relajáis en la playa, probablemente veréis a lo lejos el puente Kashima que brilla al sol en la punta sur de la isla. Si como a mí os resultan irresistibles los puentes marítimos japoneses, visitadlo antes de iros de Kurahashi. Cruzaréis pocos coches pero a pesar de ello se debe conducir con precaución, puesto que los ancianos de la ciudad tienen por costumbre dejar sus sillas en medio de la carretera para charlar mecidos por la suave brisa de la noche. En el crepúsculo, las luces del puente del desierto de Kashima brillan sobre el agua como fuegos artificiales en la noche. Al otro lado del puente se encuentra la pequeña isla de Kashima. Quizás os toparéis con uno o dos jóvenes pescando sobre el espigón de hormigón, de otro modo el pueblo parece vacío. El único ruido que se oye es el suave crujido de las boyas de amarre de poliestireno, rozándose contra las quillas de madera de los barcos pesqueros amontonados en el puertecito. Más tarde, a vuestra vuelta, podéis contar cómo es visitar un país tan superpoblado. STEVE JOHN POWELL

CÓMO LLEGAR SALIENDO DE LA ESTACIÓN DE TOKIO, tomar el Shinkansen hasta Hiroshima. Desde allí coger la línea Kure hasta la estación de Kure (30 min aproximadamente). El bus de la línea Kure-Kurahashi se encuentra delante de la estación, en la plataforma 3. Descender en Katsuragahama-Onsen-kan.



ZOOM REPORTAJE En Kurahashi siempre siento la misma emoción cuando atravesamos la montaña y contemplamos la pequeña ciudad de tejados azules con las islas en el horizonte.

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Ángeles Marin Cabello para Zoom Japón

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Kioto, placeres sensibles Célebre por sus santuarios y templos, la antigua capital imperial reserva también otras sorpresas.

Jérémie Souteyrat para Zoom Japón

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Jérémie Souteyrat para Zoom Japón

La cocina de Kikunoi es motivo de éxtasis.

l teléfono de otra época se había recubierto con una tela beige; no para dar un halo de misterio, sino para ocultar el único elemento que unía el espacio con el mundo exterior. En Kikunoi no se come, se viaja. Penetramos en un mundo aparte. El restaurante, situado un tanto apartado de las hordas de turistas que frecuentan Higashiyama, no deja de ser típicamente local. Desde 1912, tres generaciones, es la imagen del lujo a la japonesa: sencillez, calidad y servicio, en un marco tradicional sin florituras. Cada cliente es atendido en una de las once salas privativas con vistas al jardín. Y cuando el primer plato llega, el viaje comienza. En el menú de invierno, pescaditos marinados junto a huevas de bacalao en terrina y dumpling de flor de lis relleno de foie gras, en armonía con el sorbete kumquat wasabi. Para gran desgracia de su padre, entonces chef del restaurante, el joven Murata Yoshihiro quiso es-

tudiar cocina francesa, y con 20 años, salió de Kioto destino París. Regresaría varios años después para ayudar a su progenitor. “Desmontamos la tradición, para reconstruirla mejor”, afirma hoy Murata, que desde entonces ha tomado las riendas del restaurante, dándole un giro más contemporáneo, pero sin llegar 90 grados. Ahora, cuenta con siete estrellas Michelin en el conjunto de sus tres establecimientos (dos en Kioto y uno en Tokio) y figura en las listas de los mejores restaurantes del mundo. Cada día el chef va a pie al restaurante desde su casa de Gion. Estos paseos de 40 minutos por la mañana y por la noche son sin duda una fuente de inspiración cada temporada para la base de su cocina kaiseki. Además, su notoriedad lo lleva a recorrer el planeta, del que tomará eso que completará sus obras atemporales, aunque increíblemente contemporáneas. Rumbo al oeste. Hay que atravesar la ciudad para alcanzar las montañas de Arashiyama, con la puesta de sol. En esta estación, el agua del río Ôi es de color turquesa, dando una extraña impresión de exotismo en un marco familiar.

El hotel Hoshinoya Kyoto ha sido instalado en una antigua residencia del siglo XVII en las montañas de Arashiyama. 16 ZOOM JAPÓN Número 5 Enero - Mayo 2019



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El hotel está situado a la orilla del río Oi.

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La barca avanza lentamente y se aleja de la agitación, mientras el río se va haciendo más estrecho. Como Chihiro, salimos nuevamente del mundo real para desembarcar minutos más tarde en el hotel Hoshinoya Kyoto. Hoshino Yoshiharu, jefe del grupo hotelero, ha contado con el arquitecto Azuma Rie y el paisajista Hasegawa Hiroki a la hora de renovar la antigua residencia del siglo XVII y transformarla en una aldea contemporánea de lujo, donde la artesanía tradicional se ha sublimado o reinventado. Si los dos jardines, el jardín de agua y el jardín oculto, siguen siendo una exploración original de las técnicas centenarias, las hermosas piedras de diferentes tamaños y formas guían al visitante a lo largo del lugar y fijan la entrada a cada alojamiento. En las habitaciones, cada detalle maravilla, desde los shôji (paneles deslizantes) contemporáneos, a los tapices karakami, realizados por el maestro Honjo Takeo, gracias a bloques de manera esculpidos con una antigüedad de 130 años. La estancia será interrumpida por múltiples actividades. Si el encuentro con una maiko no ocurre todos los días, es la iniciación al kôdô, el arte de apreciar los perfumes, el más desconocido de los tres artes tradicionales (junto con la ceremonia del té o el ikebana), el que merece ser experimentado. “Escuchamos” sobre el tatami diferentes fragancias de incienso, tras haber construido con mimo un pequeño montón de cenizas que vendrá a reforzar los aromas de incienso ubicados en lo alto. Una cena suntuosa elaborada por el chef Kubota Ichiro y una degustación de nabe al pato para el desayuno aportarán un toque final a esta estancia. Nunca el gusto de Kioto fue tan variado. JÉRÉMIE SOUTEYRAT

Jérémie Souteyrat para Zoom Japón

Caminos de piedra

DATOS PRÁCTICOS KIKUNOI. Con sus tres estrellas Michelin Kansai, el restaurante de Murata Yoshihiro posee una página web en inglés http://kikunoi.jp/english/index.html HOSHINOYA KYÔTO. El hotel dispone de una página web en inglés : https://hoshinoya.com/kyoto/en/

Los huéspedes son acogidos con música.

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Zamami, agradable vida A tres horas y media de Tokio, esta isla ofrece pesca y la agricultura. Con sus aproximadamente una desconexión garantizada y la ocasión de 860 habitantes, Zamami es como sus vecinas Aka, Tokashiki y Geruma apenas habitadas. descubrir el art de vivre de Okinawa.

C

uando el imaginario europeo trata de nombrar los colores de Japón, enseguida piensa en el rosa palo de la flor del cerezo; en el rojo vivo de las hojas de arce; el gris eléctrico de la ciudad de Tokio, la gigantesca y tentacular capital; o incluso el oro de la magnífica Kioto, con sus templos y jardines milenarios. Pocos definirían a Japón por el turquesa, el coral o el blanco y sin embargo son los principales colores de los paisajes de Zamami. Acunada por el océano Pacífico, esta isla de Okinawa, situada en el extremo suroeste de Japón, forma parte de la veintena de islas llamadas Kerama, nombradas como 31º parque nacional del país en 2014. Localmente, los okinawenses que tienen su propio dialecto la llaman Ku shigiruma. Accesible a una hora de barco desde el puerto de Naha, capital regional del ex-reino de los Ryûkyû; el horizonte de Zamami se debate entre sus relieves montañosos, sus kilómetros de playas de arena fina y su mar turquesa sin fin. En sus aguas próximas, los miles de peces tropicales que nadan en sus barreras de coral dan la última pincelada a un cuadro perfecto. La isla de Zamami es uno de esos lugares paradisiacos como pocos, pero cuidado, reducirla únicamente a un decorado de postal no le haría justicia. Zamami es una joya en bruto rugosa, donde perdura una vida local rica y recóndita, lejos de todo frenesí; un lugar tan tranquilo que hace dudar si compartir su existencia, por miedo a que desaparezca para siempre. En otro tiempo, en el siglo XIV, el puerto de la isla de Zamami era utilizado para el tránsito de barcos comerciales hacia China. La industria pesquera era igualmente muy activa, y el bonito, pescado que seco sirve de base de numerosos platos japoneses, fue introducido por primera vez en Okinawa, vía Zamami. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la isla fue igualmente utilizada para la extracción de carbón. El relieve de la isla la hace poco propicia para las actividades agrícolas. Actualmente las tierras cultivables de Zamami están reducidas a menos de nueve hectáreas y son compartidas por 35 familias. Así cultivan algunas papayas, patatas o cacahuetes y crían bueyes y cabras. Hoy la economía de la isla reposa más en las actividades turísticas y náuticas que en los productos de la

Pero es muy apreciada por los japoneses, en particular por los tokiotas, que enamorados del buceo submarino, se aventuran aquí durante el fin de semana para disfrutar de una corta estancia rica en descubrimientos bajo el mar, a menos de tres horas de transporte de la capital. La primera playa se encuentra a veinte minutos a pie del puerto. Una de las riquezas más grandes de la isla indudablemente se encuentra bajo el agua. Rodeada de arrecifes de coral, Zamami-jima resulta un verdadero paraíso para los buceadores donde los más expertos pueden descender hasta 60 metros de profundidad. Los fondos marinos no obstante son fantásticos para ser observados a partir de los diez metros y numerosos peces tropicales te desfilarán entre las piernas incluso cerca de la playa. Peces de todos los colores pero también corales visibles desde la playa, que hay que tener cuidado de no estropear evitando por todos los medios pisarlos. Una veintena de clubes náuticos te acompañarán en función de las actividades que os tienten más entre el buceo, el snorkeling, el paddle, el kayak de mar o la pesca. Con suerte podrás observar las tortugas en Zamami, así como las manta rayas. De enero a marzo, siguen saliendo los barcos pero en esta ocasión para admirar las ballenas jorobadas, que pueden medir hasta quince metros de longitud y que tienen por costumbre rodear los islotes durante el invierno. Contrariamente a otras islas de Okinawa, tales como Ishigaki-jima o Miyako-jima, suntuosas pero rodadas por una llegada masiva de viajeros en busca de desconexión, Zamami conmociona por su modestia. Aquí no encontrarás ni complejos de ocio, ni grandes hoteles con piscinas equipadas: las ofertas de alojamiento se limitan a algunas casas-móviles y a espacios de camping al borde del agua, que son más que suficientes. Otra opción de alojamiento son las cuarenta pequeñas pensiones familiares llenas de encanto que hay que reservar con mucha antelación; en

CÓMO LLEGAR SALIENDO DEL AEROPUERTO DE HANEDA EN TOKIO, varias compañías, incluidas las low-cost, proponen vuelos hacia Naha (aproximadamente 2h30). Tomar posteriormente el ferry para Zamami (1 o 2 h según el momento del día). Costará un poco más de 4.000 yenes.

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ellas el anfitrión preparará un buen desayuno a base de arroz y pescado. Igualmente te aconsejará sobre los clubes de buceo de la zona. Mención especial a la pensión Takatsuki, que tiene la ventaja de disponer de su propio club de buceo, lo que facilita el trámite, sobre todo para aquellos que no hablan japonés, ya que una de las instructoras es anglófona. Para aquellos y aquellas que no son muy dados al buceo submarino, habría que ser muy insensible para no apreciar la calma y la delicadeza de las dos playas de la isla: Ama y Furuzamami. El senderismo es posible en las zonas de la isla donde la superficie es de 7 km² pero cuidado con las insolaciones, sobre todo en agosto. De hecho es preferible moverse en motocicleta o en coche durante los meses de calor. En las alturas, varios observatorios ofrecen vistas sublimes sobre el mar y las islas vecinas, que son otra excusa para aventuras suplementarias así como de nuevos descubrimientos. Algunos dicen que desde los promontorios de Zamami se contemplan los mejores panoramas de Okinawa. En cuanto a la restauración, una quincena de cafés y tascas proponen platos locales como los soba de Okinawa, el gôya champurû, que es un plato a base de una verdura local con gusto amargo típico de las islas, cocinada con huevos y jamón; sin olvidar los pescados y mariscos. A mediodía un bentô en Tampopo por algunas centenas de yenes (unos pocos euros) os asegura una comida sana, copiosa y sabrosa sobre la playa. Nada muy elaborado, pero de sabores simples a la vez que suculentos. La mejor estación para ir a Zamami y disfrutar de sus 24 km de costa, es seguramente el periodo comprendido entre mayo y octubre. Posteriormente la temperatura, que baja de los 20ºC, vuelve el agua un poco fresca para los bañistas. Por último para los locos del manga y de las curiosidades; la escena de la serie IO donde se suceden las aventuras de Nakabaru Taiyo son rodadas en la isla. También es bueno saber, para aquellos a los que les apetezca un poco de soledad, que los islotes de Gahi y Agenashiku, totalmente deshabitados, son accesibles a cinco minutos en barco desde Zamami. En resumen, como lo habréis entendido, a menudo se va a Zamami por su buena vida, la generosidad de sus habitantes y por esta sensación de estar aislado del mundo. Ahora que lo pienso, hace demasiado tiempo que no he ido a dar una vuelta… JOHANN FLEURI


Johann Fleuri para Zoom Japón

ZOOM REPORTAJE

Johann Fleuri para Zoom Japón

Playas de arena fina de increíbles fondos marinos y una tranquilidad absoluta, es lo que os propone Zamami.

De enero a marzo los barcos os llevan a descubrir las ballenas jorobadas. Enero - Mayo 2019 Número 5 ZOOM JAPÓN 21


Gabriel Bernard para Zoom Japón

ZOOM REPORTAJE

Una loncha de cerdo, una rodaja de bambú, puerro picado y fideos cocidos en su punto en un caldo de sutiles sabores: evasión garantizada.

Hirviente Asahikawa En ocasiones basta un pequeño detalle para transformar un viaje en experiencia única. Como los ramen de Aoba.

L

a fachada tiene mala pinta, pero la gran noren (cortina corta suspendida a la entrada de los restaurantes) naranja intensa que de allí pende, nos da rápidamente la pista de que nos hallamos en el lugar correcto: Ramen Aoba. El banco de delante del restaurante nos recuerda que a veces hay que demostrar paciencia antes de poder degustar los râmen (fideos en caldo) del que se parece más a una cantina que a un afamado restaurante. Sin embargo, Aoba es una de las direcciones que nos gusta conocer y compartir con los amigos: se trata de uno de los lugares importantes de la gastronomía de categoría B (B kyû gurume), como se denomina en Japón a los restaurantes en los que se sirven

platos que tienen su origen en la cocina popular. Esto no impide que algunos de ellos sean reseñados en prestigiosas guías gastronómicas como Michelin. Ramen Aoba no figura en ella, aunque esto no le quita méritos para ser un lugar por descubrir. A diferencia de otros râmen-ya, restaurantes de ramen, se distingue por un ambiente más bien tranquilo en el que los clientes parecen estar más concentrados en el contenido de sus boles que en el entorno. Hasta detrás de la barra se

CÓMO LLEGAR CON SALIDA DEL AEROPUERTO DE HANEDA, EN TOKIO, varias compañías proponen vuelos hacia Asahikawa (1 h y 35 min.). Ramen Aoba se halla a 500 m de la estación, en la gran avenida de enfrente. Abierto de 9h30 a 14h y de 15h a 19h50 (18h50 el domingo). Tel. 0166-23-2820.

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perciben muestras de moderación. Cada gesto es preciso, casi mecánico. Esto contrasta con la atmósfera de otros establecimientos en los que los cocineros tienen un ojo puesto en lo que preparan y otro en la sala. En Aoba reina un silencio casi monacal. Solo el “slurp” que acompaña la aspiración de los fideos rompe este ambiente. El sorbo de estas largas tiras, que han sido bañadas varios minutos en un caldo con sabores perfectamente equilibrados, aporta intensa satisfacción que se lee sobre los rostros al final de la comida. Asahikawa está considerada como una de las ciudades de referencia en el universo del râmen, como Sapporo o Kitakata. En el corazón de Hokkaido, el probar este plato simple me da la sensación de hallarme en inmersión total y me aporta una intensa alegría. GABRIEL BERNARD



ZOOM CULTURA Anuario CineAsia Vol. 3

CINE

CineAsia.net, el blog de referencia en materia de cine asiático, publicará, en la primera semana de marzo, un anuario que reúne lo más significativo de la cinematografía asiática. Con un esmerado diseño y una alta calidad de impresión, este anuario recogerá lo más importante de la producción asiática del año. Además, contendrá los balances anuales de cada una de las cinematografías asiáticas, más de 125 críticas de películas, entrevistas a directores y actores, datos sobre la industria del cine asiático en España, valoración de la distribución y agenda de festivales. Estos contenidos se complementarán con La mirada

INICIATIVA

Talento J.

Los responsables de la Fundación Consejo España-Japón son muy conscientes de lo inspiradoras que son las personas talentosas, inquietas y curiosas. Aprovechando el 150 aniversario del inicio de las relaciones diplomáticas España-Japón, la Fundación ha creado una web para dar visibilidad a jóvenes españoles que están trabajando o estudiando en Japón. El proyecto se llama Talento J. (talentojota.com) y reúne las experiencias de más de setenta personas. Si estás pensando en trabajar o estudiar en Japón, no dudes en visitar está página, porque encontrarás información

crítica, en la que tres expertos ofrecen su visión sobre temas concretos de cine asiático, y Nosolocine, dedicada a la literatura y las bandas sonoras de las películas asiáticas. La información recogida y la calidad de su diseño harán que el anuario sea una herramienta muy útil para expertos, críticos y académicos y un verdadero placer para los amantes del cine asiático. Se trata de una edición limitada de tan solo 1.000 ejemplares, así que si te gusta el cine asiático, todavía tienes la oportunidad de ser uno de los mil privilegiados que se hagan con el anuario. CineAsia - Anuario Vol.3 – 180 páginas Din-A4 en color – Edición limitada 1.000 ejemplares – PVP 19,95 € . muy útil, como itinerarios académicos o laborales para llegar a Japón. También descubrirás los valores de la cultura laboral y de la sociedad japonesa, e incluso recomendaciones de ciudades, restaurantes y lugares ¡que no aparecen en las guías! Página web: www.talentojota.com. Proyecto creado por la Fundación Consejo España-Japón

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Wa, claves de la cultura corporativa japonesa

LIBROS

Wa (和) significa “armonía” en japonés y es la palabra que tres autores españoles han elegido para su último libro: Wa, claves de la cultura corporativa japonesa. Se trata de una declaración de intenciones poderosa, porque ya desde el título ofrece la clave para hacer negocios o trabajar con japoneses: hay que evitar el conflicto y mantener la armonía. ¿Y esto cómo se consigue? Nos tememos que hay que leerse el libro para saberlo, ya que es imposible reproducir el profundo análisis que los autores, Jorge Calvo García, Álex Fernández de Castro y Pedro Navarrete, hacen de la cultura del trabajo en Japón. El libro está lleno de datos reveladores, opiniones y experiencias de trabajadores españoles en Japón. También hay mucha información utilísima si se quiere iniciar con buen pie una relación de confianza. Una pista para abrir boca: los planteamientos cortoplacistas o de resultados no son la estrategia más adecuada. Para cualquier persona que emprenda una relación de negocios o de trabajo con japoneses, este libro es imprescindible. Para el resto de los lectores, conocer otras culturas y aprender e incorporar los aspectos positivos es sin duda enriquecedor. Wa, claves de la cultura corporativa japonesa. ISBN: 9788494904103 289 páginas Editorial: Libros de Cabecera PVP: 22 €


ZOOM CULTURA Mirai, mi hermana pequeña

CINE

La última película de Mamoru Hosoda (El niño y la bestia, Wolf Children) se estrenará en las salas españolas el próximo 15 de marzo. Mirai, mi hermana pequeña cuenta la historia de Kun, un niño de cuatro años muy mimado al que sus padres dejan de prestar atención cuando nace su hermana Mirai. Esta nueva situación hace sufrir mucho a Kun, pero entonces una versión adolescente de su hermana llega desde el futuro para vivir junto a él una aventura extraordinaria. La película de Mamoru Hosada ha disfrutado de un lanzamiento extraordinario. Es la primera película de animación que se estrena mundialmente

Miku de Nihongo

ENSEÑANZA

¡Hatsune Miku ahora enseña japonés! La editorial Sanshusha ha publicado Miku de Nihongo (Learn Japanese with Miku Hatsune), un libro para estudiar japonés a través de las canciones de esta estrella virtual. La filóloga japonesa Noricco Toyoda se ha encargado de desarrollar los contenidos didácticos en torno a diez canciones, que se incluyen en el libro y que el usuario puede bajarse a través de la web Sonaca. Entre estas canciones no podían faltar Haro / Hawayu y Desktop Cinderella pero además hay dos sorpresas: una versión de Haru ga kita,

desde el Festival de Cannes en la sección Quincena de Realizadores y también ha participado en la sección oficial del certamen de animación más importante, el Festival de Annecy. Finalmente, llega a España a través del Festival de San Sebastián con una gran acogida. Mamoru Hosoda ha sido considerado uno de los mayores genios de la industria de la animación actual, y la prensa especializada lo considera “el nuevo Hayao Miyazaki”. Título original: Mirai of the Future / Mirai no Mirai Año: 2018 - Duración: 100 min. - Productora: Studio Chizu Distribución en España: Sherlock Films Estreno: 15 de marzo de 2019 – Salas: ver cartelera una canción infantil tradicional, y un tema inédito, creado en exclusiva para este libro, Meguri, natsu. Toyoda ha diseñado prácticas de conversación, tanto informal como formal, y consejos e información sobre la cultura japonesa moderna y tradicional. El libro está organizado desde lo más básico, como saludos, hiragana y katakana, hasta lo más complicado, como imperativos negativos, jerga o verbos auxiliares. Con Miku de Nihongo (Learn Japanese with Miku Hatsune) los estudiantes japoneses se encontrarán con una propuesta diferente para aprender japonés y los fans de Hatsune Miku con un gran estímulo para empezar a estudiarlo. En

II Concurso de Haikus Ilustrado: HaikuGráfica

CONCURSO

El Centro Cultural Hispano Japonés de la Universidad de Salamanca organiza por segundo año consecutivo HaikuGráfica, un concurso de haikus ilustrados. La idea del concurso es combinar un haiku con una fotografía, dibujo, grabado, pintura o lámina que represente la idea del poema. Para más información sobre las bases, consultad www.centrojapones.es. Pero no tardéis, porque el plazo de entrega es el 15 de febrero.

cualquier caso una propuesta diferente made in Japan. Miku de Nihongo (Learn Japanese with Miku Hatsune). ISBN: 9784384058925. 28,50€.

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ZOOM COCINA COMPROMISO

Creador de quesos sin fronteras

Muy involucrado en la producción quesera, Yoshida Zensaku promueve sus conocimientos en Nepal y Bután.

Sekiguchi Ryôko para Zoom Japón

U

n granjero japonés que ha viajado a Nepal y Bután para enseñar las técnicas de fabricación de queso italiano a los granjeros. Es un buen tema de artículo aunque no se trata de un simple episodio humanitario. Porque Yoshida Zensaku, a la cabeza de la granja Yoshida con su familia, es un hombre que adora “el intercambio”, hasta cuando se encuentra en su país, Japón, en las montañas de Okayama. Es también precursor en materia de producción del caciocavallo, queso italiano, y también uno de los pocos en ser un “auténtico granjero”, en el sentido de que cría sus vacas de raza Brown Swiss, y de la manera más natural posible. Es un hombre de “trabajo manual”, que ha levantado con sus propias manos su casa, su horno de pan y hasta la bodega de quesos, mientras que su mujer Chifumi se ocupaba del huerto y su hijo Genya hacía lo propio con la producción de quesos franceses. Los chefs de los restaurantes de todos lados no paran de visitarlo con el fin de hacerse con los productos lácteos que utiliza en sus creaciones. También estamos ante un hombre con una visión antropológica, que recorre el mundo en busca de los sistemas de cultura ganadera y de productos lácteos. Por ello es de lo más natural que ese intercambio con los granjeros de diferentes lugares le condujera a Nepal. La primera vez en 1998, a enseñar el método de fabricación del caciocavallo en el pueblo de Lantan; luego en 2015, tras el terremoto y la avalancha que desencadenó la desaparición de este pueblo. Les propondría entonces poner en pie un sindicato, para hacer frente juntos al peligro que acecha al oficio de granjero, producir queso y venderlo a los alpinistas, con el fin de lograr perdurar la cultura de producción. Si viajó a Bután, inicialmente fue para conocer

Para Yoshida Zensaku, el queso es un excelente medio para favorecer los intercambios.

un queso que existía solamente en los textos, pero que ningún investigador japonés había visto jamás. Yoshida Zensaku subió a más de 4.000 metros para ir en su busca. A lo largo de estos años aprendiendo la fabricación de quesos locales y tras varias idas y venidas, la abuela del rey de Bután, fundadora de una asociación de ayuda para la reinserción de jóvenes sin empleo, le pidió que les enseñara las técnicas de fabricación de su queso, a ellos y al chef de cocina del rey de Bután. A la pregunta de si no es difícil enseñar a un principiante el arte de hacer queso, responde: “Fabricar queso no es difícil, criar una vaca lo es más, ningún producto vale la materia prima. En el caso de Nepal, los granjeros conocen bien la leche de sus dzos (entre el yak y la vaca). Dejan también

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ahumar el queso de manera natural en el interior de sus casas, lo que lo transforma en scarmozza (caciocavallo ahumado); el sabor es excelente. El caciocavallo es uno de los quesos históricamente más antiguos, solo se necesita tener una olla para hacerlo”. “He aprendido más de ellos que ellos de mí. Fui con lo que sabía hacer, es decir queso, y ellos me han enseñado su manera de vivir, de pensar”, añade. Si fabricar un queso es transmitir una idea, entonces enseñar el arte de fabricarlo sería un tipo de diálogo. El próximo año, Yoshida Zensaku regresa a Bután con el fin de prolongar ese diálogo en torno a la fabricación del “caciocavallo local”. SEKIGUCHI RYOKO



Jérémie Souteyrat para Zoom Japón

En esta parte de Japón, la nieve cae en abundancia y se requiere de una buena técnica para desplazarse.

HALLAZGO Restaurantes, En el tiendas, país escuelas de idiomas…

Al noroeste nipón, los cazadores tradicionales intentan preservar su conocimiento y comienzan a aceptar mujeres.

A

l salir de su coche y lanzar una mirada al lateral de una montaña, Saito Shigemi, cazador de 68 años, percibe huellas de pasos sobre la nieve. “Dos liebres”, murmura con un acento pesado del norte de Japón. “Subieron a la cima para encontrar refugio”. Junto a él, Ebihara Hiroko, su joven discípula de 33 años, que le escucha con gran atención. En el silencio absoluto que reina en el desfiladero nevado, caminan hacia la cumbre, con la intención de encontrar los animales

de los matagi

que se esconden a menudo a la sombra de un tronco de árbol. “En invierno, las liebres se funden en el paisaje con sus pieles blancas. Hay que fijarse mucho en los ojos y en las puntas de sus orejas, que es lo único negro”, afirma Saitô Shigemi ascendiendo la pendiente, con paso ligero a pesar de la espesa nieve. Saito Shigemi y Ebihara Hiroko forman parte de los 80 matagi con los que cuenta Oguni, un poblado de 7.000 habitantes que se extiende entre dos macizos montañosos recubiertos de nieve. En esta región del norte de Japón, estos cazadores tradicionales conocidos por su cultura animista capturan en invierno liebres, faisanes y sobre todo osos en grupo. Entre estos cazadores, Ebihara Hiroko es una excep-

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ción. Esta mujer menuda con aire de maestra de escuela primaria, es probablemente la primera mujer en integrar la categoría de los matagi, oficio exclusivamente masculino hasta hace nada. ¿Por qué? “Se considera que la divinidad de las montañas es una diosa. Antes, estaba estrictamente prohibido llevar mujeres a cazar. Se temía que esto atrajera la mala suerte, porque daría celos a la divinidad”, cuenta Saito Shigemi, con un cigarrillo en la boca y la mirada penetrante. De hecho, para que Ebihara Hiroko participase en la caza de osos al mismo nivel que los matagi masculinos, ha tenido que esperar tres años. En el universo de estos cazadores tradicionales, las mujeres


son prácticamente consideradas como intrusas. No hay que olvidar que en otros tiempos, hasta prohibían tener relaciones sexuales durante un mes antes de partir a la montaña. Para los matagi, la caza representaba hasta una boda simbólica con la diosa que tanto veneraban. “Es la razón por la que, antes de subir a las montañas, teníamos que estar puros”, añade Saito Shigemi. ¿Cómo pudo Ebihara Hiroko traspasar la puerta tan cerrada de los matagi? Para rastrear su recorrido, nos hemos de remontar diez años atrás. Entonces era estudiante de pintura japonesa en Yamagata, a 40 km al noreste de Oguni. Se inspiraba mucho en los animales de los zoos, pero “les faltaba algo, una especie de vivacidad, probablemente la fuerza de la naturaleza, propia de los animales salvajes”. Un día, su profesor, especialista en cultura matagi, de un modo de lo más natural, le pregunta si estaría de acuerdo en acompañar a un grupo de cazadores. “Para mí, era ante todo una ocasión de observar los animales en estado natural”, recuerda. Aceptó de inmediato, sin saber que diez años más tarde, atravesaría las montañas con estos cazadores tradicionales. Una vez allí, le impresionaron por sus minuciosos conocimientos de las montañas y de la fauna. Un buen matagi, explica Saito Shigemi, debe “conocer perfectamente el entorno en el que se mueve”. Él, que recorre las montañas con su fusil desde que es niño, conoce de memoria dónde se encuentran los manantiales de agua, los lugares peligrosos cuando llega el invierno o cómo adivinar la talla de un oso a partir de sus huellas. “¡Son gente capaz de escalar una pendiente nevada como si nada!”, exclama Ebihara Hiroko. En efecto, desde diciembre hasta abril, todo está cubierto de nieve en Oguni, y la acumulación puede rozar los cuatro metros en algunos lugares. En este periodo, se requiere de cierta técnica para poder desplazarse en la montaña. Su mentor, Saito Shigemi, es uno de los últimos en haber vivido la época en la que los matagi se ganaban la vida vendiendo pieles y la bilis de los osos. Hoy día, se ponen en duda las virtudes curativas de este órgano, pero en otros tiempos, es decir antes de los

Jérémie Souteyrat para Zoom Japón

ZOOM VIAJE

Diez años ha necesitado Ebihara Hiroko para ser admitida en este círculo, hasta entonces reservado a los hombres.

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Jérémie Souteyrat pour Zoom Japon

ZOOM VIAJE

Ogutan, jefe honorario de Oguni.

años 50, valía “tanto como el oro”, recuerda el viejo cazador. Para los matagi, el oso es un animal especial que permite aportar riqueza al pueblo entero y sobrevivir durante el duro invierno. Para capturar osos no dudaban en pasar una semana entera en las montañas. “Nos alimentábamos como podíamos de lo que cazábamos. Por la noche nos calentábamos en torno a una fogata”, explica. En esa época, los matagi se comunicaban entre ellos en una lengua particular durante la caza. Su origen está en el idioma del pueblo ainu que vivía en la región. “Cuando era joven, evitaba hablar en ese idioma”, recuerda el viejo matagi, porque la sanción por un error de lenguaje era grande. “Teníamos que sumergirnos en un río para que nos perdonaran”, recuerda. Saito Shigemi ha conocido también cazadores legendarios capaces de encontrar animales escondidos detrás de un tronco de árbol, a 2 km de distancia, y sin prismáticos. Sus antecesores le hablaron también de la época en la que los cazadores se servían de lanzas para matar osos. ¿Pero de qué periodo se trataba? Frunce el ceño y responde: “Es muy antiguo, ya ni me acuerdo”. Este singular mundo de los matagi había estado siempre cerrado a Ebihara Hiroko por su sexo. Al principio, podía acompañarlos, pero gracias a que su profesor conocía muy bien a los cazadores. “Es cierto que si yo fuera un hombre, las cosas hubiesen sido mucho más fáciles”, añade ella. Su maestro se defiende. “No me molestaba que vinieras con nosotros, lo que ocurre es que los veteranos tenían que hacer respetar la tradición”. Por entonces, los matagi la aceptaban únicamente cuando cazaba animales fáciles, como liebres. “Era casi una excursión, no me trataban como a un adulto”, ironiza la joven cazadora. Para convertirse en matagi, puso en prác-

tica una estrategia. “Intenté ir a las montañas con ellos lo más a menudo posible, para que al menos se familiarizasen con mi nombre y con mi rostro. Era muy importante mostrar que podía caminar sin que me ayudaran”, confiesa. Poco a poco se apasionó aún más por la cultura de los matagi, sobre todo de su visión de la naturaleza. “No piensan que las montañas les pertenecen. Las consideran como un tesoro confiado por sus ancestros y que ellos deben transmitir a las generaciones futuras. No capturan nunca por tanto más animales de la cuenta. Para ellos, eso no tiene ningún sentido”, explica la joven. Y la caza de los osos, el animal tan simbólico para los matagi, la consideran como un “duelo”. “Antes de cazar un oso, dedican tiempo en ir al santuario a rezar ante la diosa. En efecto, sería mucho más fácil utilizar una trampa, pero eso no les interesa. Para ellos, sería algo mediocre”. A pesar del sexismo arcaico, este mundo la seduce profundamente, tanto que ella ha crecido en la ciudad de Kumamoto, en la isla de Kyushu, al sur del archipiélago, “sin mucho contacto con la Naturaleza”. “Quería seguir caminando con ellos, y aprender sus conocimientos de la Naturaleza”, recuerda. Su testarudez dio sus frutos. “Algunos tenían miedo de que su presencia aportara mala suerte, pero todo ha ido muy bien”, explica Saito Shigemi. Si ella ha podido convertirse en matagi es porque “ha tenido un golpe de suerte”. Cada vez que acompañaba a los cazadores, cazaban osos. “Algunos parecían muy sorprendidos”, comenta sarcástica Hiroko. Tres años antes, es decir en 2010, obtiene oficialmente su título de caza y solicita la admisión en el club local de cazadores. Un mero trámite administrativo pero muy significativo para ella. Después de una reunión, los matagi decidieron aceptarla.

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Participó en una fiesta de Año Nuevo del club como “nuevo miembro”. “Yo ya no soy amateur, sino responsable de lo que hago”, se dijo entonces. Siete años más tarde, es capaz de cazar liebres sola. “Es una buena matagi y además absorbe lo que le digo como una esponja”, comenta su maestro. El hecho de ser una mujer ya no es un problema. “No es importante”, interviene Ebihara Hiroko. “Cazo de todo como los demás. Me irritaría si alguien me tratase de modo diferente por el hecho de ser una mujer”, continúa. Si los matagi de Oguni tomaron esta decisión histórica, fue también para salvar su cultura. Tras la casi desaparición del mercado de la peletería debido a la popularización de las fibras sintéticas, nadie vive de la caza desde los años 50. La bilis de oso se vende aún, pero su precio ha bajado. La actividad se vuelve ahora un simple “hobby” y los matagi trabajan durante la semana en las oficinas como los demás. El despoblamiento de la región y el envejecimiento de su población hacen la situación aún más difícil. Resultado: de los 400 que eran en 1975, hoy no son más de 80, con una media de edad superior a los 60 años. Por lo tanto, ahora son ellos los que están en peligro de extinción, mientras que el número de osos pardos en Japón está estable, incluso va en aumento. Conscientes de estos retos, el jefe de los matagi de la época, Saito Kaneyoshi, insistió en que se abriese la puerta a Ebihara Hiroko. “Si se la negamos a gente como ella que se interesan por nuestra cultura, pronto no podremos cazar más”, argumentó ante los decanos, que no la querían por el hecho de ser mujer. “Hoy aún muchos consideran que no se puede hacer nada ante la desaparición de la cultura, aunque yo no quiero que por nada del mundo se pierda”, afirma Ebihara Hiroko. Para pasar más tiempo con el resto de los matagi, se instaló en Oguni en 2011 y trabaja en el ayuntamiento. “Es hora de que pase el testigo a los jóvenes. Es necesario que les transmita mis conocimientos”, confía por su parte Saito Shigemi. Por suerte, ahora está de moda el interesarse por las culturas regionales. Una decena de personas que no son originarias de Oguni se han hecho matagi. Ebihara Hiroko intenta por su lado reclutar estudiantes por medio de su antiguo profesor. “Si los mayores les hablan, no funcionará. A mí me corresponde el hecho de poner de relieve mi juventud”, sonríe. YAGISHITA YUTA

CÓMO LLEGAR CON SALIDA DE TOKIO, se puede tomar la línea Shinkansen Yamagata hasta Yonezawa (2 h), y la línea JR Yonesaka hasta Oguni (90 min). Es también posible tomar la línea Shinkansen Jôetsu hasta Niigata (2 h), cambiar a la línea JR Uetsusen hasta Sakamachi (1 h), y luego la línea JR Yonesaka hasta Oguni (45 min). www.town.oguni.yamagata.jp




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