Revista Red de Innovadores - Aapresid Nº 182

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• GANADERÍA •

Buscan mejorar la oferta y calidad forrajera en los pastizales del NEA Un estudio mostró los beneficios de los hongos micorrícicos en la producción y calidad de leguminosas forrajeras en una región subtropical.

INTRODUCCIÓN En el nordeste argentino, las condiciones climáticas y la baja fertilidad de los suelos determinan que los pastizales tengan dos limitantes principales que condicionan la productividad ganadera de la región. A la producción forrajera, marcadamente estacional y con un pronunciado déficit invernal, se le suma la baja calidad de la oferta forrajera, con niveles de proteína y fósforo que no alcanzan a satisfacer las necesidades del ganado. Esto se debe a que las especies predominantes en estos

RED DE INNOVADORES

Por: Hack, C. M.1; Porta, M.1; Grimoldi, A. A.2

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1 Universidad Nacional del Nordeste. Facultad de ciencias Agrarias. Instituto Agrotécnico “Pedro M. Fuentes Godo”. Resistencia, Chaco. 2 UBA. Facultad de Agronomía. Cátedra de Forrajicultura, IFEVA, CONICET. Fuente: Applied Soil Ecology 134 (2019).

ecosistemas agropecuarios son gramíneas megatérmicas (C4), de crecimiento primavero-estival, y a que la oferta forrajera presenta muy bajo aporte de leguminosas que constituyen una importante fuente de proteínas. La incorporación de leguminosas templadas al tapiz permitiría incrementar la oferta forrajera durante el período crítico inverno-primaveral, y aportaría materia seca de alta calidad nutritiva. Un ejemplo de leguminosa templada de potencial uso en la región es Melilotus alba Med. (trébol de olor blanco). M. alba se cultiva en Argentina como melífera y forrajera, y ofrece forraje de calidad proteica y volumen durante el invierno y la entrada de la primavera. Si bien presenta baja palatabilidad por la presencia de cumarina, luego de un período de acostumbramiento, es pastoreada sin inconveniente por el ganado. Se desarrolla tanto en suelos francos como en aquellos arenosos o pesados. Produce bien en suelos de poca fertilidad y es relativamente menos exigente en fósforo que otras leguminosas (Frame, 2005). Cuando las condiciones son adecuadas, presenta

una muy buena capacidad de resiembra espontánea, lo que asegura su persistencia en el tapiz. El bajo contenido de fósforo en la mayoría de los suelos de regiones subtropicales dificulta la implantación de leguminosas y la fertilización fosfatada sería una práctica aconsejada para promover su utilización en estos sitios (Morón, 2008). Se destaca que, a los requerimientos de fósforo propios de la planta, hay que sumarle la provisión de fósforo necesaria para el crecimiento y desarrollo de los rizobios, que son los principales microorganismos del suelo responsables de la fijación biológica del N2 atmosférico (Mortimer et al., 2008). La inoculación con rizobios al sembrar leguminosas, es una práctica habitual, cuando se utilizan inoculantes de origen comercial. Así como los rizobios contribuyen con la nutrición nitrogenada, en suelos con bajas concentraciones de fósforo (menos de 10 ppm), la mayoría de las plantas dependen de la asociación simbiótica con hongos formadores de micorrizas arbusculares (HMA), que se encuentran en el


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