A Enfoque en historias
«Cuéntame una historia» Por qué compartimos historias
la distancia la escena puede parecer caótica. Un grupo de mujeres trabaja la masa alrededor de una mesa. Con harina en los delantales, se mueven de un lado a otro, entre ollas humeantes de verduras al vapor y arroz, revolviendo aquí y allá, y mirando el horno donde está el plato principal (ese que tiene el ingrediente secreto que solo conoce tía Carmen). Las frutas frescas cocidas con miel son traspasadas a una rejilla para que se enfríen, y de los armarios surgen especias para sazonar el guiso. Hay que rociar los bollos con azúcar y un toque de coco rallado, mientras se escucha el crepitar de las cebollas salteadas de la manera correcta. Hay risas e interacciones. Pero no se ignora la tarea de nadie. Tres conversaciones distintas se producen al mismo tiempo, y todos pueden seguir con el ritmo cambiante de cada relato individual, entretejiendo comentarios y palabras alegres. De chica imaginaba que cada comida tenía trozos de historias horneadas y mezcladas mediante el uso de la observación, una perspectiva, una broma, un pensamiento profundo y aun una palabra de advertencia. Con la mesa servida y después de una oración de gratitud, me deleitaba con estas historias como si cada palabra estuviera cocinada, preparada y servida solo para mí. Un banquete de historias. ¿Por qué compartimos historias? Porque nos ayudan a darle sentido a la vida.1 Nos involucran en una comunicación personal y más profunda, donde se produce empatía y comprensión; donde encontramos los hilos delgados y frágiles de la emoción y la lógica; el lugar donde lo improbable es tangible mediante experiencias personales compartidas.2 Creo que las historias pueden salvar la brecha y acortar la curva de aprendizaje. Reunimos lecciones valiosas de historias que no nos pertenecen pero que nos comparten. Recuerdo esos banquetes de historias de mi niñez. INSPIRACIÓN
Mientras ponía la mesa para una comida en honor a Erin, mi nueva amiga, desde la cocina llegaban las risas y conversaciones de mis amigas. Esas voces familiares, porque hemos compartido