HAY UNA LEY RECTORA, LEY INFALIBLE, LEY SOBRE TODA LEY, A LA CUAL NUESTRO BENDITO SEÑOR NO PUSO NINGUNA LIMITACIÓN: ES LA LEY DE LA EFICACIA DE LA ORACIÓN. NUESTRO ECUADOR, ENTRE TODOS LOS PUEBLOS DE LA TIERRA, TIENE A SU HABER UN TÍTULO PARA QUE SE CUMPLA ESTA LEY Y RECIBA EL AUXILIO QUE HA MENESTER: SU CONSAGRACIÓN OFICIAL AL CORAZÓN DIVINO DE CRISTO. Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
AEA
ASOCIACIÓN ESCUELA DE AUTO-REALIZACIÓN
Mis queridos estudiantes:
Año tras año, no solamente el mundo cristiano sino muchos pueblos que pertenecen todavía fuera del cristianismo, recuerdan en esta fecha, la presencia de Cristo entre los hombres. Algunos le reconocen como un ser extraordinario, otros por un profeta o un santo.
Los cristianos tenemos el privilegio de reconocerle como al Hijo de Dios que encarnó, nos dio un mensaje, murió en una cruz y resucitó. Su presencia no se ha eclipsado en ningùn momento de la historia humana; cada día va creciendo más y más, dando cumplimiento a su promesa de ser compañero nuestro hasta la consumación de los siglos.
En esta Semana Santa debemos meditar en estas palabras pronunciadas por Él, que resumen la relación de Su presencia con la nuestra sobre la tierra: YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA (Jn 14,6).
¿El camino? ¿Desde dónde? ¿Hacia dónde? Desde el punto Alfa hasta el punto Omega: Dios. ¿Cuál es la Verdad que proclama? Él nos da la respuesta cuando dice: “YosoylaVerdad”. La Verdad se identifica con Dios. ¿De qué Vida se trata? De la vida verdadera que nunca tuvo principio ni tendrá fin, de esa vida eterna que está en Dios.
Una vez más, le doy rendidas gracias porque me concede el privilegio de dirigirme a vosotros en quienes brilla Su Luz, que os permite comprender la razón de vuestra existencia en este plano.
Que Él continúe bendiciéndoos.
Padre Dávila
Mis queridos hermanos, en este día iniciamos lo que la Iglesia a través de los siglos denomina la SEMANA SANTA…
El día de hoy estamos celebrando el triunfo de nuestro Bendito Señor, triunfo que Él quiere también manifestarlo desde el punto de vista humano.
Los judíos mis queridos hermanos, se habían acostumbrado a ver a Jesús rodeado de sus discípulos y visitar de pueblo en pueblo, de aldea en aldea a las gentes. Ellos le habían visto
también muchas veces, obrar milagros que nadie, ningún profeta que ellos conocieron había realizado. Ellos todavía más, pensaron que Aquel que hacía esos prodigios vendría para restituir el Reino mesiánico, pero entendiendo ese Reino como un Reino meramente temporal; y al ver que esta idea no era la prevista por Dios sino que era una redención, pero redención del pecado, redención del camino de la maldad por la que atravesaba ese mismo pueblo sintiéndose frustrado, entonces ya decretaron la muerte.
Pero el Señor hasta el Domingo de Ramos, si bien se había manifestado alguna vez en Su Gloria delante de sus discípulos como pasó en el Tabor, sin embargo, no manifestaba lo que en verdad era. Y quiso manifestarlo el Domingo de Ramos. ¿Cómo? Entrando en la Capital no solamente civil sino en la Capital religiosa del pueblo judío: Jerusalén. Y entra en esa ciudad como un rey, entra triunfante; entra en medio de los
clamores, de los vivas de la multitud que emocionada cortaba palmas de ramos y otras ramas de arbustos que producían esos lugares; y también, nos dice la narraciòn de los santos evangelios: que su emoción llegaba hasta poner en la tierra sus mantos para que pasara el borrico en el cual cabalgaba nuestro Bendito Señor.
El día Domingo de Ramos estaba destinado para celebrar el triunfo que Él inauguraría el otro domingo: el Domingo de Pascua, pero otra clase de triunfo, el triunfo sobre la muerte; y el Domingo de Ramos celebra en cambio el triunfo sobre todos sus enemigos, y ve que todo el pueblo estaba con Él y le vitoreaban como el Mesías prometido.
Hermanos, en los designios de Dios estaba previsto esto como algo necesario, ¿por qué? Porque debían también los pueblos conocer que Aquel no era un hombre ordinario, no era una figura como la de los antiguos profetas sino más
que esto, era realmente un rey: el rey de Israel, pero de un Israel que buscaba no una cosa meramente temporal sino de un pueblo de Israel que debía entender de otra manera lo que significaba ese reino mesiánico: Rey de Paz, Rey de reyes que venía triunfante pero también que iba a ofrecer Su vida por los hombres.
Nosotros en este día, también debemos unirnos a esas multitudes que llenas de emoción gritaban y cantaban himnos de alabanza a ese Bendito Dios. ¿Y por qué? Porque es realmente Dios. Debemos tener presente que ese mismo Dios aclamado como rey, aclamado como el Mesías es el que ofrece Su vida el día de Viernes Santo.
Nuestro corazón de hijos mis queridos estudiantes, reclama siempre el amor de una madre. Y a ese reclamo corresponde la madre con más ternura para con todos sus hijos.
Cuantas veces nos hemos encontrado así, reunidos como estamos en este momento, en uno de los santuarios consagrados a nuestra Madre Bendita, y cuantas bendiciones hemos sentido en presencia de la imagen suya. Nuestro corazón de hijos está íntimamente unido a Su corazón de Madre. Pero Ella mis queridos estudiantes, Ella nos comprende, Ella nos comprende y nos ama, Ella nos busca. Ella quiere darnos cuanto puede darnos siempre que haya de parte nuestra, la necesaria colaboración.
Sí los santuarios establecidos en la redondez de esta tierra son tan célebres, éste de la Anunciación de la Santísima Virgen es el Santuario por excelencia. No hay palabras para ponderarlo, y para decir lo que significa para el pueblo cristiano y para cada uno de nosotros en particular.
Vosotros veréis aquí una grabación escrita en latín, al pie del altar, frente a esta Gruta en que estoy celebrando el Santo Sacrificio. Esa inscripción dice literalmente: “Hicverbumcarofactumest”. Aquí-dice- sehizocarneelVerbodeDios .
Muy difícil contener eso que bulle en el fondo del alma. El silencio quizá puede ser el mejor intérprete de la emoción que uno siente, pero también es necesario dialogar. También es necesario interpretar de alguna manera lo que esto significa, aun cuando la palabra no es sino un símbolo muy imperfecto de la expresión de pensamiento.
ElVerbosehizocarne . ¿Y cómo se hizo carne? ¿por qué se hizo carne? ¿cómo se hace carne? Se hace carne en el seno de una Virgen, de la más pura entre todas las vírgenes.
Hemos escuchado en la lectura de Lucas, ese pasaje del Santo Evangelio en que Gabriel, el emisario de Dios, dialoga con la Virgen María.
Los misterios de Dios mis queridos hermanos, esos misterios de Dios, esos misterios como es natural, vienen de arriba, esos misterios no puede producirlos la tierra. Y lo más grande, lo más sublime, lo más hermoso, no puede producir esta tierra aún cuando se diga lo contrario.
Todo lo más grande, todo lo más sublime, todo lo más hermoso que hay, viene de Él, y más sí se trata de esos misterios íntimamente relacionados con, con Dios, con esa relación que nosotros guardamos para con Él. Y por eso viene un ángel para anunciar este misterio y para dialogar con María.
Ese diálogo es breve, la Virgen dialoga con el ángel, le hace algunas preguntas. El ángel tranquilamente le contesta sobre cuanto, cuanto quiere ser informada.
Pero la Virgen María sí hace esas preguntas mis queridos hermanos, no es porque Ella dudara un instante de que se iba a cumplir una obra grande, inmensa, infinita. ¡NO! ¡en ningún momento dudaba Ella! Ella quería que nosotros aprendiéramos a través de ese diálogo como se realizó el misterio y nada más, no tuvo otro objeto ese diálogo. Y al fin termina ese diálogo con una sola palabra, esa palabra que llevo escrita y me llamó la atención desde el momento en que me revestía con este, con este ornamento sagrado. Decía, aquí hay grabada esa palabra FIATen latín, que quiere decir HÁGASE .
Esto es lo que hizo la Virgen María, pronunciar esa palabra, pronunciar esa palabra “hágase”,hágase Señor Tu voluntad, hágase en mí según Tu palabra y nada más.
Entonces se verifica el gran misterio en este mismo instante y en este lugar, en el cual nosotros tenemos la INMENSA BENDICIÓN de encontrarnos y la inmensa bendición de sentir también, ese diálogo. De ser testigos -digámoslo así- a ese diálogo del ángel y la Virgen María. No importa que haya pasado tanto tiempo, ese diálogo está, ese diálogo existe y esas palabras de Vida Eterna también tienen VIDA para siempre y están profundamente incrustadas -digámoslo así- en el corazón de los siglos. Ese hágaseestá presente. La Virgen María pronuncia su afirmación positiva, y luego manifiesta su agrado, su complacencia a la voluntad de Dios y pronuncia esa palabra “hágase”.
¡Qué difícil mis queridos hermanos, pronunciar a veces esta palabra cuando Dios nos invita a seguirle a Él! Cuánta resistencia encontramos cuando el Señor nos dice que hagamos tal o cual cosa, cuando Él nos inspira a ser tal o cual cosa y nosotros le rechazamos y nosotros vamos por un camino diferente. Y cuán distinto es el ejemplo de esta Virgen Bendita, que Ella ante la insinuación de Dios pronuncia esa palabra “hágase”.
Hermanos nosotros también tenemos que tener siempre presente solamente esta palabra, como recuerdo de nuestra visita a este Santuario: hacer la voluntad de Dios.
Es que mis queridos hermanos, si nosotros comprendiéramos que, realizando la voluntad de Dios, podemos nosotros no equivocarnos jamás y vivir siempre, siempre, siempre felices, entonces otra sería nuestra conducta.
Es que no hacemos, no realizamos la voluntad de Dios en nuestras vidas y resistimos a esa voluntad y contrariamos a esa voluntad y por eso es que a nosotros nos suceden tantas cosas. Porque cuando se hace la voluntad de Él, existe entonces ARMONÍA, existe entonces el ORDEN, y la armonía y el orden que viene del cumplimiento de esa palabra.
Y eso es lo que hizo precisamente esa Virgen Bendita cuando pronunció en este sitio, aquel fiat : hágasetuvoluntad . Cuando se encarnó el Verbo. Y Ella pronunció ese fiaty desde ese instante entonces, cambió todo el curso de la humanidad y del hombre sobre la tierra.
¡Lo que significa mis queridos hermanos, lo que significa una palabra! Así, el Dios Omnipotente también pronunció esa palabra “hágase” porque por el Verbo fueron hechas todas las cosas. Hágase pronunció Él y entonces fue producido todo este cosmos físico, todo este mundo, todos estos mundos que gravitan, todas estas galaxias perdidas en las inmensidades de los espacios y que el hombre está tratando de descubrirlas y escudriñarlas.
Dios pronunció ese “hágase”,pero ese hágase de los mundos, pierde su brillo ante este otro “hágase”de María, cuando Ella accede a realizar la voluntad de Dios y hacer que el Verbo Bendito de Dios, Aquel por quien fueron hechas todas esas cosas y que pronunció ese "hágase" para que se realice la Creación del Mundo, también. Solamente ante la afirmación de María -y no antes- entonces Él se encarna y viene a ser un niño.
Pero con Su conciencia total, con Su conciencia plena de Dios, porque no perdió un solo instante mis queridos hermanos, la conciencia divina, la conciencia crística, ese Cristo Bendito. Solamente que le suspendió por un momento -digámoslo así- en el correr del tiempo tomando ya la naturaleza humana, suspendió por un momento -digámoslo así- la plena conciencia divina para reducirse a la pequeñez. Pero Él continuaba siendo Dios, continuaba siendo Dios siempre. Y por eso después aparecerá por estos mismos contornos de Galilea, en esta misma ciudad, y en Judea y en los márgenes del Jordán y en Jerusalén, y en todos estos lugares aparecerá también predicando, enseñando, haciendo milagros y luego realizando Su obra. Pero es ese mismo Dios que está realizando todo eso, pero ese Dios encarnado, ese Dios que habita entre nosotros y quiere sencillamente realizar en su plenitud la obra que Su Padre le encomendó.
Aquí termino mis queridos hermanos. Yo creo que es mejor pedirle a la Virgen Bendita -y lo pido en este instante- que a cada uno de vosotros os haga dóciles a la Palabra de Dios. Que a cada uno de vosotros también les dé la generosidad suficiente para hacer cualquier cosita, por pequeña o por grande que parezca, por nuestros hermanos, pero para Dios como lo hizo la Virgen María.
Ese fiat de la Virgen María es la entrega también, a sus hermanos. Porque Ella sabía perfectamente que de la afirmación que Ella haría, también dependería la felicidad de todos sus hermanos, es decir de todos nosotros. Aquí estábamos también en la mente de la Virgen, nosotros presentes. Y ese fiattambién nos benefició a cada uno de nosotros y ese fiatse cumplió para realizar la Voluntad de Dios.
Que el Padre Bendito a cada uno os traiga una bendición especial. Pero repito, una bendición de fe, una bendición de amor, una bendición de sometimiento a la Voluntad de Dios Nuestro Señor, siguiendo el ejemplo de la Bendita Virgen.
Después de la independencia de la monarquía española, los pueblos de América entran a gobernarse cada uno, por sí mismos. La preparación que necesitaban fue muy precaria. Como era de esperarse, estos pueblos atravesaron por largas, duras y cruentas experiencias de sus gobiernos -experiencias- que se proyectan hacia el futuro, hasta que adquieran su madurez.
El Ecuador no es una excepción. Desde el Primer Grito de la Independencia hasta hoy, han transcurrido ciento setenta y ocho años. Su historia durante este tiempo -si bien registra en su haber logros positivos, no es menos cierto que- todavía le resta por andar un largo camino para llegar a la mayoría de edad y de esta manera ocupar su puesto en el conglomerado de los pueblos más civilizados del mundo. Nacer, crecer, robustecerse y morir es el camino por el cual transitan los hombres, los pueblos, los demás seres y las cosas materiales.
Cuando se encontraba reunido en Quito el Tercer Concilio Quitense, a pedido del presidente García Moreno, el Concilio promulga un decreto formal por medio del cual consagra al Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús. “El Concilio-dice el decreto- ofreceyconsagrasolemnementelaRepúblicaalSagradoCorazón,suplicándoleque seasuprotector,suguíaysudefensor,afindequenuncaseseparedelafecatólica” .
Este paso dado por la Iglesia particular ecuatoriana, fue secundado -como era de esperarse- por el segundo y definitivo. El mismo presidente García Moreno pide a las cámaras de representantes la promulgación de un decreto semejante al de la Iglesia. Meses más tarde, el 8 de octubre de 1873, el Congreso voto por unanimidad y sin discusión, la petición del Presidente. Los senadores y diputados de entonces decretaron que: “LaRepública
delEcuadorestáconsagradaalSacratísimoCorazóndeJesús que ha sido proclamado su patrón y protector”. Declara igualmente fiesta nacional esta consagración.
Con el objeto de perpetuar este acontecimiento tracendental para la vida republicana del Ecuador, acogiendo una vez más la iniciativa de García Moreno, no sin antes haber sido terminada, purificada y examinada a través de largas discusiones de los representates de las cámaras, diez años más tarde, la Convención de 1873 promulgó el decreto de la construcción de la Basílica Nacional dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. Votaron a favor más de las tres cuartas partes de los diputados.
El sacerdote y diputado cuencano, Doctor Julio Matovelle, más tarde fundador de la Comunidad de padres oblatos del Ecuador, asumió el liderazgo para la promulgación de este decreto.
El domingo 12 de junio de 1988, la Iglesia del Ecuador representada en sus obispos, sacerdotes y pueblo de Dios, acaba de celebrar este acontecimiento que testifica la fe de este pueblo y sus representates. El acto trascendental lo presidió la Imagen del Sagrado Corazón de Jesús ante la cual se realizó la consagración en 1873. El presidente de la República León Febres Cordero, Su eminencia el Cardenal Pablo Muñoz Vega S.J., el Nuncio Apostólico, ministros de Estado, Cuerpo Diplomático, Fuerzas Armadas dieron a este acontecimiento, una solemnidad especial. Uno de los actos solemnes fue la colocación en el altar de las reliquias de nuestros santos; Mariana de Jesús, Hermano Miguel y Beata Mercedes de Jesús Molina.
El epílogo y el monumento oficial del Ecuador para perpeturar el decreto de su consagración al Sagrado Corazón de Jesús, es la Basílica del Voto Nacional.
(*Decreto Legislativo el 8 octubre 1873. *Voto Eclesiástico el 25 marzo 1874)
Creo haber tenido una iluminación muy particular al ponerme a meditar en lo que es la SAGRADA EUCARISTÍA.
Para comprender esto, me he hecho la siguiente reflexión: El Hijo de Dios se ENCARNÓ en la Virgen María, de Ella tomó toda la materia humana constitutiva de Su parte humana. Nadie como Ella le dio su parte humana para Su cuerpo. Por esto Jesucristo es sangre de Su sangre, carne de Su carne, huesos de Sus huesos; le dio todo, todo. Porque tomó de Ella la parte humana, se emplea la palabra “Encarnó”, esto es, tomó de María la carne suya. Nadie como Ella le dio su parte humana para Su cuerpo.
¿Qué ocurre con la Divina Eucaristía? Aquí ya no hay una Encarnación sino una MATERIALIZACIÓN. Me explico: El pan y el vino son algo físico, material. Ahora bien, Jesús el Cristo a través de la palabra del sacerdote (digo a través, no por, porque esa palabra del sacerdote no es causa de esa presencia sino sólo un medio, un instrumento, una condición) se materializa en el pan y el vino. Allí está presente.
Así como en la Encarnación, la parte Suya visible: Su cuerpo, Su sangre, etc., no eran Él, sino solamente Su vestidura, Su templo, pues Su “Yo divino” permanecía velado, es decir, oculto tras de los velos del cuerpo; por esta causa muchos no le conocieron porque en todo era semejante a nosotros menos en el pecado.
En la Divina Eucaristía, Él vela Su presencia, oculta Su “Yo divino” en el pan y en el vino. El símil es igual. La diferencia está solamente en el medio en el cual oculta Su “Yo divino”.
En la Encarnación Su cuerpo se asemeja en todo al nuestro y es suceptible de gozar, padecer, morir.
En la Eucaristía el “Yo divino” de Cristo tenía como finalidad permanecer con sus hermanos hasta la consumación de los tiempos. Aún más, quería identificarse con los suyos cuanto fuere posible. Esto lo consigue a través de la Eucaristía. Cuando se convierte en comida y bebida; es tal Su identificación, que la parte material del pan y del vino se asimilan al cuerpo del que comulga; y esa parte material se convierte en sangre, huesos, nervios, etc. En cuanto a Su “Yo divino”, se funde con el “yo humano” del comulgante y se verifica una asimilación parecida a la materia del pan y del vino.
Ese “Yo divino” es como la chispa que prende la hoguera. Me explico: El “Yo divino” es como la chispa que enciende al “yo humano”; si este “yo humano” no permanece divinizado es porque no se da cuenta éste último de lo que sucede y hace que esa chispa se apague y no consuma ese “yo humano”.
En todo caso, Encarnación y Eucaristía VAN JUNTAS. ¡Hay tanto que decir!
Jesús había anticipado la celebración de la PASCUA. La había celebrado el JUEVES POR LA NOCHE en el Cenáculo, en lugar del sábado.
El Cenáculo el día de hoy, en la dividida Ciudad Santa está en la parte judía hacia el lado suroccidental. Desde allá vino el Señor con sus discípulos al huerto de Getsemaní. Era el Jueves Santo. Para llegar al huerto debía tomar el camino recto que baja cerca del lugar que se llamó Hacéldama o campo de sangre, llamado así porque fue comprado al precio de su sangre para sepultura de los peregrinos, con las treinta monedas, precio de la traición de Judas, quien en su desesperación las devolvió a los jefes religiosos del pueblo judío. Atravesó el valle de la Gehenna y luego el de Josafat para llegar al valle de Cedrón. El huerto de Getsemaní está al otro lado del valle de Cedrón donde comienza el valle de Josafat.
En Getsemaní empezó la tragedia de la Cruz. Serían las once de la noche cuando el Señor llegó al huerto.
El día de hoy se conservan todavía ocho troncos milenarios de olivo que reverdecen en sus verdes y plateadoos retoños junto a las peladas piedras que presenciaron la Agonía Suprema del Hombre-Dios.
Cuando llegó el Señor con sus discípulos al huerto, les recomendó orar: “Orad,les dice,paraquenoentréisententación”(Lc 22,40). Y añadió: “Sentaosaquí”(Mt 26,36). Más adelante había una roca más alta y allí puesto de rodillas oraba intensamente, diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la Tuya. Cuando se le apareció un angel para consolarle. Y lleno de angustia oraba con más instancia. Y sudó como gruesas gotas de sangre que corrían hasta la tierra. Y levantándose de la oración, vino a los discípulos y les encontró adormilados por la tristeza, y les dijo: Demodoquenohabéispodidoorarconmigounahora.Velady orad,paraquenocaigáisenlatentación;elespírituestápronto,perolacarnees flaca.(Mt 26, 40-41).
“AúnestabahablandocuandollegóJudas,yconélunagranturbaarmadaconespadasygarrotes,enviadaporlos príncipesdelossacerdotesylosancianosdelpueblo”(Mt26,47).
La luz mortecina de las antorchas que portaban los lacayos del Sumo sacerdote, los palos y los garrotes levantados en alto, las caras patibularias de los guardias que venían a aprehender al Señor, ofrecían un cuadro demasiado patético para ser descrito. Judas el traidor se le acercó y le dio en la mejilla el beso de la traición que conmovió en sus cimientos a toda la creación visible e invisible. El Bendito Maestro con una mirada llena de ternura y amor, le dice: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?(Lc 22,48). Dirigiéndose después a los príncipes de los sacerdotes, oficiales del templo y ancianos, les dice:“MientrastodoslosdíasYoestaba convosotroseneltemplo,noextendistéislasmanoscontramí:Mas,ésta eslahoravuestraydelpoderdelastinieblas”(Lc 22,53).
Estas fueron las últimas palabras que sellaron el trágico drama de la traición, del odio e ignominia. Por el momento triunfó el poder de las tinieblas. Esta era la hora de Satán, la hora de la expiación de la gravedad insondable del pecado, causa de todo esto.
Aquella fue la hora del mal, de la victoria de las tinieblas sobre la luz, del pecado sobre la santidad, de la culpa sobre la inocencia, del odio sobre el amor, del crimen sobre la justicia.
Aquella hora siniestra se prolongó como una eternidad hasta el terremoto que a la muerte de Cristo sacudió sobre sus cimientos la Ciudad de Jerusalén.
Al tercer día brilló de nuevo la Luz. La Luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo se hizo presente. Y sigue iluminando hasta hoy. Y seguirá iluminando hasta siempre. Esa Luz es Cristo resucitado, vencedor de la muerte y del pecado.
El poder de las tinieblas fue derrotado para siempre.
Ha sido voluntad de este Padre que está en los cielos, reunirnos a todos aquí en este lugar. Y estamos reunidos como estaban reunidos los primeros cristianos, como estaban congregadas las primeras comunidades, formando un solo corazón y un solo espíritu.
Yo bendigo una vez más a Dios, por haberme dado el gozo de este momento, y de estar un día como hoy –un día de Viernes Santo- unido en oración a ustedes y sintonizado para elevar también mi oración a Él, y para ponerme una vez más en comunión con Él. Estamos unidos en un solo haz de corazones, formamos en este momento un ramillete que yo ofrezco –aunque indigno- a Él.
Este día, queridos estudiantes, es uno de los días más grandes en toda la historia de todos los tiempos, no solamente en la historia de la humanidad, en esa historia de los hombres, NO ¡este es un día, un DÍA de CELEBRACIÓN CÓSMICA!
Los evangelios nos dan a entrever apenas lo que sucedió en ese momento en que el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Verbo Divino, ese Verbo que un día naciera en Belén en medio de cánticos de paz, y que luego moría en medio –también- del odio y de la blasfemia, este día en que ese CRISTO EXHALA SU VIDA: ¡la naturaleza se conmueve!
Hemos escuchado esa narración tomada de san Lucas. Y en esa narración se dice que hubo un eclipse en el momento en que moría el Señor. “Desdelahorasextahastalahoradenona,hubotinieblas–dice él- entodalatierra”. Hubo tinieblas, hubo un eclipse milagroso. Es que no era un hombre oscuro el que moría, es que nuestra galaxia y todo ese cosmos físico, todo, absolutamente todo sintió el estremecimiento en lo más íntimo de su ser, sintió el estremecimiento de ese acontecimiento extraordinario en la vida de todos los seres del Universo.
La sangre de Cristo no verificó solamente mis queridos estudiantes, una redención humana –y la redención humana solamente- sino la REDENCIÓN CÓSMICA: esta redención de todos los tiempos, esta redención de todos los seres. Y Su sangre purificó de la escoria del pecado a todas las cosas. Su Bautismo de sangre fue un Bautismo que purificó todas las cosas.
¡La redención de Cristo es pues, una redención cósmica! La muerte de Cristo significa una purificación universal. Una purificación que se extendió a todas las cosas.
Por eso san Lucas dice brevemente, hubo tinieblas, hubo un eclipse, para indicar que también esa naturaleza sintió el estremecimiento de la muerte del Señor.
El Señor pronunció –lo han recogido los santos evangeliospronunció esas SIETE PALABRAS, que son siete recomendaciones especiales que hizo en los últimos momentos que pasó aquí en este planeta.
“Padre –decía- perdónales, porque no saben lo que hacen”,a quienes le insultaban, a quienes blasfemaban.
Luego, aquel de los ladrones que le insultaba, y después de perdonarle también a él, y aquel que le pedía un recuerdo, un recuerdo cuando llegara a Su Reino, le dice a ese malhechor, a ese asesino: “Si,hoymismoestarás conmigoenelparaíso”.
Y luego, cuando ve a Su Madre que le acompañó hasta el último momento, y cuando ve a su discípulo –al gran iniciado Juan- le dice dirigiéndose a Juan: “Juan,aquí tienesatuMadre”.
Y así mismo, en la cuarta palabra, recordando que había una profecía en la cual el Señor por boca de Isaías, sentía todos los estragos de los tormentos físicos y
especialmente el tormento físico de la sed, pero más que todo de la sed física de una sed espiritual, de una sed de hacer el bien, de una sed de purificación de todas las conciencias. Para cumplir una profecía, dice aquella palabra: “tengosed”.
Y luego también, en el rictus de Su dolor, cuando Él como hombre, porque Aquel que moría no era solamente un hombre, sino era un Hombre-Dios, y en el colmo de Su dolor dice también aquella expresión: “Diosmío,Diosmío, ¿porquémehasabandonado?” Pero esas palabras no significan que en Cristo hubiera por lo menos, una sombra de duda de la presencia de Dios, o que Él sintiera en realidad el abandono del Padre como Dios. ¡NO! Él como Dios estaba siempre con el Padre y tenía la naturaleza del Padre. Y con el Padre gozaba de esa visión divina y de esa visión eterna, de esa visión cósmica y de esa felicidad eterna. Pero como hombre, poseedor de la naturaleza humana, sintió todo el peso del karma del hombre, y por eso dijo esas palabras que os he citado: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Ese abandono lo sentía bajo el peso del karma, especialmente causado por la ingratitud del hombre.
Y luego, pronunció también esas palabras: “consunmatusest”.
Y, por último, aquella expresión que nos ha traído y recordaba también san Lucas: “Diosmío,entusmanosencomiendomiespíritu”.
Todo un programa, mis amados estudiantes, un programa que nosotros tenemos que cumplirlo y que seguirlo.
No tenemos tiempo para ir desmenuzando una a una la verdad de esas expresiones, ni examinando la profundidad de enseñanza que Él nos deja.
Mis queridos estudiantes, aquí en este lugar consagrado –repito- ya por la oración, por la oración y esta comunión con Él, tenemos esas imágenes que nos recuerdan a los maestros, pero el gran Maestro, el Maestro de maestros es CRISTO.
Ninguno de los maestros por más grandes que sean mis queridos estudiantes, y habido muchos grandes maestros en la humanidad, no podemos desconocerlo, Dios no ha dejado de suscitar estos hombres, guías espirituales de los hombres. Pero no podemos parangonar mis queridos estudiantes, a ninguno de ellos con el MAESTRO DE MAESTROS: CON CRISTO. Porque si ellos
son maestros, no lo son por ellos mismos sino porque ellos recibieron del Verbo de Dios, de ese Maestro de maestros que es Cristo, la luz de su enseñanza. Y si ellos enseñaron, y si ellos hicieron adeptos, y si ellos hicieron luz sobre las inteligencias de los demás es porque recibieron por medio del Cristo, por medio de la conciencia crística, esa iluminación para iluminar también a los demás.
El verdadero papel de Cristo está pues, muy elevado. El papel de Cristo es el papel de iluminador cósmico, de redentor cósmico como hemos recordado el día de hoy.
Vamos pues a terminar esta celebración litúrgica. Vamos a continuar esta celebración litúrgica, recordando que estamos en el día más grande que celebra la humanidad: el día en que el Señor ofreció Su vida por el hombre.
Nosotros, en estos momentos ¿qué estamos haciendo?
Estamos afinando nuestro espíritu. Así como aquel músico que quiere dar un concierto, ve primero si su instrumento está afinado, así también nosotros con esta preparación estamos afinando nuestros espíritus. Y hemos hecho un alto en el camino de nuestra vida. Hemos hecho un alto y nos hemos detenido ante estos misterios que han transformado al hombre, y que lo transformarán convirtiéndole en un verdadero hijo de Dios.
Nos hemos detenido ¿para qué? Para cobrar nuevas fuerzas, y luego continuar por el camino, seguir adelante. Y seguir adelante ¿cómo? Seguir adelante siempre sintonizados con Él, siempre en armonía con el Infinito. Y esto hemos de procurar hacerlo, hemos de procurar vivirlo haciendo también lo que tenemos que hacer de nuestra parte.
El Señor lo hace todo, Él está listo para comunicarse. Siempre la onda divina está presente. Es omnipresente esa onda. Esa onda divina que parte de Él y que lo inunda todo, está presente. Lo que pasa es que nosotros, nosotros no la descubrimos.
“Vinoalossuyos–dice san Juan en el prólogo de su evangelio- ylossuyosnolerecibieron”.Esto es lo que pasa con mucha gente. Está presente Dios en ellos, tienen el Reino de Dios, llevan el Reino de Dios dentro pero no le descubren. Llevan el tesoro dentro de sí mismos, pero no le descubren. Llevan a Dios, pero no lo descubren. ¡Lo importante es descubrirlo! Y ya saben ustedes, y hay que recordarles a ustedes siempre, que el método de descubrirle a Él es el de la MEDITACIÓN, el de la introspección. Esto de la vuelta interna, y en nosotros mismos. Solamente a condición de esa vuelta interna hacia nosotros, entonces le descubrimos, descubrimos ese Reino que llevamos dentro.
Mis queridos hermanos, este día de la Pascua de Resurrección, es un día que la Iglesia de Cristo viene celebrándola como una fiesta muy grande, como una de las fiestas principales y la mayor de todas. Nosotros, también estamos celebrando esta mañana, esta Fiesta de la Resurrección con esta Divina Eucaristía.
Las lecturas que hemos escuchado, tienen relación directa con este gran acontecimiento que Nuestro Bendito Señor lo anunció muchas veces y le dio igualmente una importancia sin igual: Él les habló en diversas circunstancias de que había de resucitar de entre los muertos, y que éste sería el mayor signo por Él realizado. Y por esto, es lo que se cumple, tres días incompletos después que ese Bendito Dios murió en el madero de la cruz.
Hay un hecho que es preciso hermanos, que nosotros resaltemos en esta narración que hacen los evangelistas. Hay un testigo de este hecho, el discípulo fiel, el discípulo que no había huido cuando le apresaron al Señor; y su narración es con tanto detalle que es imposible bajo todo punto de vista no apreciarla debidamente. Y en este detalle, hay una mujer: MaríaMagdalena , que ocupa un lugar destacado en este gran misterio que conmemoramos. No es Pedro, no es ni el mismo Juan, no son ninguno de los apóstoles y no podían serlo porque habían huido cobardemente cuando le prendieron al Señor. ¡Es una mujer! Y es una mujer pecadora la primera que muy de madrugada el día domingo, va al sepulcro y encuentra el sepulcro vacío y corriendo va a dar la noticia a Pedro y Juan: quehabíadesaparecidoelcuerpodelSeñor ; y ella decía que le habían robado.
Este hecho, hermanos, tienen una relación profunda con todos los hombres, con la humanidad toda. Aquí vamos nosotros a descubrir la parte esotérica de este acontecimiento que el apóstol Pablo, también ya lo indica, lo que significa para nosotros la Resurrección del Señor: Sivosotros–dice- moristeisconCristo,debéisresucitartambiénconCristo. ¿Qué quiere decir el apóstol Pablo en esta expresión?
Atemos cabos y veamos a esa mujer pecadora. Esa mujer pecadora había muerto tantas veces en el pecado y había, tantas veces desoído la voz de Dios en el interior de su conciencia, y era una pecadora, una pecadora pública, ¡estaba muerta espiritualmente! Hermanos, ¿y la humanidad no pasa por esta misma tragedia? ¿Y los hombres, no pueden compararse también a esta pobre mujer que delinquió tanto? ¿Y nosotros, también no tenemos siquiera una similitud lejana con esa mujer que muy de madrugada va al sepulcro y luego descubre el sepulcro vacío? Hermanos, la respuesta no puede ser sino afirmativa. Pero esa mujer que
delinquió tanto, resucitó; resucitó un día. Resucitó cuando a los pies de ese Bendito Señor, derrama el frasco de perfume de nardo más precioso a los pies del Maestro, y enjuga con sus lágrimas y con sus cabellos los pies. Hermanos, en ella se verificó ya esa resurrección cuyo símbolo es la Resurrección de Cristo. Si Cristo resucita es porque quiere con Su Resurrección darnos a entender que nosotros también como María Magdalena debemos resucitar a una nueva vida. ¡La Resurrección de Cristo tiene pues, este profundo significado! Por eso dice el apóstol: vosotrostambiéndebéisresucitar conCristo.Y esa resurrección es a la nueva vida, a esa nueva vida de sintonía, de unión con Nuestro Dios Bendito.
Hermanos, entonces aquí está el gran misterio, y aquí está la enseñanza aplicable a cada uno de nosotros y a nuestra vida misma. Nosotros tenemos también que resucitar permanentemente y vivir resucitados y no volver nuevamente a la senda que nosotros hemos dejado ya. ¡Esta es la enseñanza esotérica de la Resurrección de Nuestro Bendito Dios y Maestro!
Recordemos cómo esa mujer va muy de mañana a buscar el cuerpo del Señor, pero el Señor ya había resucitado; y ella fue movida por ese amor, amor inmenso que le tuvo. Nosotros también hemos de buscar a Cristo apenas hemos resucitado, con nuestra oración en el momento en que todavía descansa el mundo, y tenemos que hundirnos constantemente en ese Cristo que ya no está en el sepulcro: queresucitó . Y ese Cristo debe en nosotros ir creciendo, ir cada día cobrando su plenitud después del nacimiento en que ese Cristo ya fue encontrado por todos y cada uno de nosotros.
Hermanos, la conclusión entonces es esta: que nosotros no cejemos un solo momento de seguir adelante. Si hemos resucitado con Él, con Nuestro Bendito Señor, ahora nuestro deber es también continuar con Él y como Él, siempreresucitado . Nosotros, si queremos ejercer una misión a favor de nuestros hermanos, debemos tener en cuenta esto: la Resurrección que debe haber ya transformado nuestras vidas…
Señor, desde los profundos cismas de mi alma lacerada con el cilicio del dolor.
Señor, desde mis soledades pobladas de misterios, desde mis noches frías invernales, de nieve y nostalgia.
Señor, desde mis desesperanzas, cuando mis manos suplicantes levantan la hostia de mi oración.
Señor, desde mis negras soledades elevo a Ti mi voz.
Señor Jesús, cuántas veces he venido a Tus plantas, Cuántas, he derramado el cáliz de mi pesar en Tu amor infinito.
Señor por los que sufren, por los que fueron iluminados por la luz de unos ojos, por los que más supieron del sabor del beso de una madre, por los que lloran y nunca fueron consolados.
¡Por ellos te pido, Señor!
Padre CÉSAR A. DÁVILA G.
Guía Espiritual y Fundador AEA