La Latina
Identidad de un barrio histórico
Análisis morfológico-histórico para la delimitación e interpretación crítica del barrio
Autor: Álvaro Arriero Montero Tutora: Isabel Ordieres Díez Trabajo de Fin de Grado Curso 2021-2022
Grado en Fundamentos de Arquitectura y Urbanismo Escuela de Arquitectura
CITAR Y LICENCIA CC: http://hdl.handle.net/10017/54851
Fig. 0: imagen de portada. Ruiz, F. (1863) “Madrid, vista de la calle de Toledo desde San Millán” [grabado]. Madrid: “El Museo Universal”. Disponible en: https://prensahistorica.mcu.es/es/catalogo_imagenes/ grupo.cmd?interno=S&posicion=8&path=4057070&forma=&presentacion=pagina [Consultado el 20-82022].
AGRADECIMIENTOS
A mi tutora, Isabel Ordieres, por su esfuerzo y dedicación para que este trabajo saliera lo mejor posible, y por ser una influencia muy positiva en mi visión de la arquitectura.
Al personal del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid y de la biblioteca de la Universidad de Alcalá, por su amabilidad y la gran ayuda que me han brindado.
A mi familia y amigos por su inestimable apoyo.
ÍNDICE
1
RESUMEN
Introducción 8
2 3 4
1.1. 1.2. 1.3. 1.4. 2.1. 2.2. 2.3. 3.1. 3.2. 4.1. 4.2.
Presentación y justificación del tema 12
Estado de la cuestión 18
Hipótesis de partida y objetivos del trabajo 21 Metodología 23
Circunstancias histórico-sociales. Hacia la definición del barrio 26
El concepto de barrio. Problemas en su definición 30
Los hitos simbólicos de un barrio. Proceso de identidad social 40
El barrio histórico. Cuestiones de delimitación e interpretación 44
Análisis del barrio de La Latina hacia su delimitación interpretativa 48
Evolución de la morfología urbana del barrio en relación a Madrid 52
Análisis del barrio a través de la identificación histórica de sus topónimos 84
3.2.1. Planos toponímicos de La Latina 89 3.2.2. Catálogo toponímico. Análisis a escala de calle 96
Interpretación final del barrio como fenómeno urbano en el tiempo y conclusiones 162
Análisis toponímico y morfológico conjunto e interrelacionado 166
Conclusiones finales 178
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 184
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
189
(Los pies de imagen se encontrarán resumidos a lo largo del trabajo, estando la referencia completa según marca el estilo Harvard en el índice de ilustraciones).
RESUMEN
El barrio de La Latina de Madrid es un lugar con una personalidad única debido a su tradición, su historia, sus vecinos, sus actividades o sus hitos urbanísticos que, sin embargo, se está degradando y banalizando muy rápidamente mediante unos procesos que intentan convertirlo de manera prioritaria en elemento rentable y atractivo para el turismo. Ello está afectando enormemente a los aspectos patrimoniales y sociales que definen el lugar, mediante la expulsión de los vecinos y actividades comerciales que le dan sentido, cambiando completamente su paisaje urbano, así como todos los elementos que construyen la identidad del barrio.
Consecuentemente, La Latina no se entiende urbanística o históricamente y tiene una delimitación realizada en base a criterios economicistas y turísticos, sin tener en cuenta su verdadera personalidad social. Así pues, este trabajo parte de la premisa de que esta delimitación artificiosa está generando los problemas de pérdida de identidad y de lo que realmente define la verdadera idea de “barrio”.
Es por ello por lo que se ha realizado un análisis morfológico e histórico del lugar mediante la exploración de los aspectos de su tradición que construyen su carácter y esencia. Se ha encontrado en el estudio de su toponimia las claves para llevar a cabo el análisis de una manera muy directa y esclarecedora, ya que se trata de un elemento que nos habla de multitud de rasgos que nos redescubre el origen histórico, morfológico y social del barrio.
De esta manera, el objetivo principal del trabajo trata de encaminar el análisis hacia la definición de lo que realmente aporta identidad como “barrio” a La Latina, intentando llegar a una delimitación realista y más operativa a medio plazo que contribuya a intervenir correctamente en él.
PALABRAS CLAVE
La Latina, urbanismo, historia, barrio, identidad, toponimia, morfología urbana.
ABSTRACT
The neighborhood of La Latina in Madrid is a place with a unique personality due to its tradition, its history, its neighbors, its activities, and its urban landmarks, which, however, are rapidly being degraded and trivialized by processes that try to turn it into a profitable and attractive element for tourism. This is greatly affecting the heritage and social aspects that define the place, by expelling the residents and commercial activities that give it meaning, completely changing its urban landscape, as well as all the elements that build the identity of the neighborhood.
Consequently, La Latina is not understood urbanistically or historically and has a delimitation based on economic and tourist criteria, without taking into account its true social personality. Thus, this work is based on the premise that this artificial delimitation is generating problems of loss of identity and what defines the true idea of “neighborhood”.
That is why a morphological and historical analysis of the place has been carried out by exploring the aspects of its tradition that build its character and essence. The keys to accomplish the analysis in a very direct and illuminating way have been found in the study of its toponymy since it is an element that tells us about a multitude of features that rediscover the historical, morphological, and social origin of the neighborhood.
In this way, the main objective of the work tries to lead the analysis toward the definition of what contributes to the identity as a “neighborhood” of La Latina, trying to reach a realistic and more operative delimitation in the medium term that contributes to intervening correctly in it.
KEYWORDS
La Latina, urban planning, history, neighborhood, identity, toponymy, urban morphology.
Introducción CAPÍTULO 1
Fig. 1.1: Sorolla, J. (1883) “Portada del Hospital de La Latina” [óleo sobre lienzo]. Madrid. Disponible en: http:// www.memoriademadrid. es/buscador.php?accion=VerFicha&id=28188&num_ id=7&num_total=11 [Consultado el 31-7-2022].
Convento de la Concepción Jerónima FUNDACIONES DE BEATRIZ GALINDO, “LA LATINA” Convento de la Concepción Francisca Hospital de La Latina«EL REY. FERNÁN RAMÍREZ VECINO Y REGIDOR DE LA VILLA DE MADRID. YO HE SABIDO QUE VOS HABÉIS INTENTADO MUCHAS VECES DE ENTRAR POR FUERZA CONTRA VOLUNTAD DE BEATRIZ GALINDO, VUESTRA MADRE, EN LAS CASAS QUE ELLA TIENE FECHAS JUNTO CON SU HOSPITAL, Y QUE TRATÁIS MAL LAS COSAS DEL DICHO HOSPITAL Y A LAS PERSONAS QUE SIRVEN EN ÉL… POR LA PRESENTE VOS MANDO QUE VOS NI OTRA PERSONA NI PERSONAS ALGUNAS POR VOS, NO ENTRÉIS NI ESTÉIS EN EL DICHO HOSPITAL CONTRA VOLUNTAD DE LA DICHA VUESTRA MADRE, SO PENA DE CIEN MIL MARAVEDÍS PARA LA MI CÁMARA E DE SER DESTERRADO DE LA DICHA VILLA CUANTO MI MERCED Y VOLUNTAD FUESE… BURGOS, 6 DE MARZO DE 1502». Orden de Fernando el Católico prohibiendo la entrada de Fernando Galindo Ramírez cuando tenía 9 años en los inmuebles de La Latina. Citado por Carabias Torres, 2021.
Fig. 1.2: plano de Texeira, P. (1656). Recorte de la manzana en la que se sitúan el hospital de la Latina y el convento de la Concepción Francisca. Disponible en: https://www.ign.es/web/catalogo-cartoteca/resources/html/001488.html
Fig. 1.2: Texeira, P. (1656) “Topographia de la Villa de Madrid descrita por Don Pedro Texeira”. Recorte de la manzana en la que se sitúan el hospital de la Latina y el convento de la Concepción Francisca [plano]. Amberes. Disponible en: https:// www.ign.es/web/catalogo-cartoteca/resources/html/001488.html [Consultado el 20-1-2022].
Presentación y justificación del tema CAPÍTULO 1.1.
La ciudad siempre se ha visto como un elemento complejo inherente a la creación humana que puede estudiarse desde multitud de perspectivas, la social, la antropólogica, la formal, la funcional, la económica, la política, etc. El urbanismo es la disciplina que ha tratado de abordar la dificultad del estudio de la ciudad para intentar controlarla, mejorarla y conectarla mejor con el ser humano. Sin embargo, el paso de este plano teórico a la realidad es también una cuestión complicada, encontrando muchas deficiencias y problemas en las ciudades actuales.
En este sentido, la intervención en la ciudad histórica es un tema que se ha ido manejando desde los años 60 con el revisionismo del Movimiento Moderno, superando el rechazo del pasado y poniéndolo en valor. Desde entonces, se ha dado un largo proceso de recuperación intensiva de los centros históricos de las ciudades, hasta el punto de que actualmente la ciudad histórica se plantea como una especie de parque temático donde prima un entendimiento de la misma a base de monumentos aislados que flotan en un mar de cafeterías, lugares de ocio nocturno, tiendas turísticas y otra serie de negocios dirigidos casi exclusivamente a turistas, así como multitud de terrazas que ocupan todo el espacio, cartelería o decoraciones absurdas para llamar la atención del visitante, sin respetar el entorno (Ordieres Díez 2011).
De esta manera, el análisis y la intervención en la ciudad histórica se han puesto en segundo plano para dar cabida a estos elementos que hacen rentable económicamente a un barrio, sin importar nada más. El origen de este problema son los procesos de gentrificación que se están dando en muchos de los centros históricos de Europa, lo que que implica la sustitución de todo lo que define un barrio, su población, sus comercios, su historia, sus tradiciones, etc. para transformar el lugar y comercializar con ello (Mansilla 2019), convirtiendo un barrio con identidad propia en un no lugar1 genérico.
1.
(Ver figs. 1.4 y 1.5)
Un no lugar es un concepto que definió el antropólogo Marc Augé en 1992 con su libro “Los no lugares, espacios del anonimato: una antropología de la sobremodernidad”. Son espacios genéricos, sin identidad ni historia, lugares intercambiables, que no importa cómo sean realmente. Lugares donde el ser humano es anónimo y no se apropia de esos espacios, habiendo con ellos sólo una relación de consumo. Augé aportó como ejemplo los supermercados, aeropuertos, cadenas hoteleras, áreas de descanso, etc. De esta manera, la gentrificación convierte los barrios en no lugares donde la gente que los usa es completamente anónima respecto al resto, y no establecen una relación ni un sentimiento de pertenencia con la zona, sólo se limitan a consumir ese lugar.
Fig. 1.3: delimitación de La Latina según la web de Turismo de Madrid. Ayuntamiento de Madrid (2022). Disponible en: https:// www.esmadrid.com/ barrios-de-madrid/ latina [Consultado el 25/8/2022].
Mi interés por el urbanismo y, en particular, por la ciudad histórica ha hecho que me fije especialmente en estos problemas derivados de una mala intervención en ella, lo que ha ocasionado que me importe entrar en los entresijos más profundos de la creación de la ciudad a través de la Historia, realizar un profundo análisis que evite caer en esos tópicos en los que la Historia se relega a una interpretación de elementos aislados sin ninguna conexión con el resto de la ciudad.
Es por ello por lo que he escogido el barrio de La Latina para realizar este trabajo, ya que me parece uno de los barrios que, a pesar de tener una gran personalidad propia, se está degradando con mayor rapidez y de forma más peligrosa que otros lugares de Madrid.
Se trata de un barrio que no está recogido como tal en el Plan General de Ordenación Urbana vigente, sino que se encuentra dentro del barrio de Palacio, en el distrito Centro. Por lo tanto, no tiene una delimitación propia ni única, sino que su percepción varía según la idea del barrio que cada persona tenga. Además, su nombre se ha desdibujado debido a la existencia de otro distrito de la ciudad llamado “Latina”, cuya única diferencia es el artículo que precede al nombre del barrio. Por su parte, el distrito de Latina corresponde a las zonas de Puerta del Ángel, Aluche, Campamento, etc.
Sin embargo, para promocionar turísticamente al barrio de La Latina, sí existe una delimitación específica que abarca una gran zona del sur del distrito Centro, lo que implica la inclusión en el barrio de muchos lugares y elementos que nada tienen
que ver históricamente con él. Ello hace que la importancia del lugar como conjunto ambiental, monumental e histórico pierda fuerza, al existir multitud de zonas con identidades y aspectos totalmente discordantes.
Por ello considero que la propia delimitación es parte del detonante de los problemas de La Latina, haciendo que se debilite su caracterización y su identidad, de manera que no se tenga conciencia de la importancia patrimonial del lugar y, por tanto, se tergiverse su significado a favor de la promoción turística.
De esta forma, se ha visto al barrio como el lugar perfecto en el que hacer negocio con los elementos que producen gentrificación, llenándose de comercios dirigidos solamente a un público concreto, apartamentos turísticos, viviendas para una clase social más alta, inclusión de otros modelos de transporte dirigidos a turistas, etc. Como se ha visto, todo ello genera un paisaje urbano de carteles, objetos, murales que no dudan en alterar la imagen del barrio para atraer más público, en detrimento de los vecinos que allí viven.
En otras zonas de Madrid que también tienen cierto problema de gentrificación, es decir, prácticamente todo el distrito Centro, no existe el problema de la alteración del paisaje urbano de manera tan potente como ocurre en La Latina, pues la cartelería de los negocios, las decoraciones de las calles, las terrazas de restaurantes, etc. se tratan de camuflar un poco más en el lugar, sin colores tan estridentes o murales que se sitúan justo al lado de un importante monumento del barrio.
Ello es debido a que se dan procesos de gentrificación diferentes en cada lugar de la ciudad, dependiendo de su tradición, de las características del lugar y del público
“Arte urbano en La Latina: murales que vale la pena fotografiar”. Artículo que trata de reunir algunos de los murales de arte urbano que hay en el barrio. https://haztedelalatina. com/arte-urbano-en-lalatina-murales/
“La Cava Baja no siempre fue un monopolio”. Blog que denuncia la gentrificación. https:// asociacionvecinoscavas. wordpress. com/2020/10/23/la-cavabaja-no-siempre-fue-unmonopolio/
Fig. 1.4: comparación de una fotografía de la plaza de la Cebada (La Latina) con un lugar del paseo de Recoletos. En la primera se puede observar cómo un entorno tan cercano a lugares tan importantes como las Cavas o la parroquia de San Andrés se llenan de elementos totalmente discordantes con el paisaje urbano: murales, mobiliario de colores estridentes. En la segunda imagen se puede ver cómo ese mismo mobiliario de terrazas es disimulado con vegetación, colores acordes con el lugar y elementos más discretos. Izquierda: Suttherstock (2022) plaza de la Cebada. Disponible en: https://www.timeout.es/madrid/es/ la-latina Derecha: autor desconocido (2020) paseo de Recoletos. Disponible en: https://www.miradormadrid.com/cafe-gijon/ [consultado el 25-8-2022].
al que los negocios irán dirigidos. Por ejemplo, la zona de Recoletos es un lugar cuyo origen está ligado a los palacetes de la burguesía que comenzaron a situarse allí durante el siglo XIX, siendo sustituidos en los siglos XX y XXI por una serie de instituciones y bancos, por lo que los negocios que están gentrificando el barrio se dirigen a un público más exclusivo y, por tanto, su apariencia está más cuidada.
El proceso dado en el barrio de La Latina es un tanto diferente precisamente por su tradición ligada a la clase media-baja, lo que hace que los negocios que están transformando el lugar se dirijan a gente más joven y con menor poder adquisitivo. La imagen de estos comercios entonces es muy diferente, tratando de atraer a ese público específico mediante una apariencia alternativa y moderna. Por lo tanto, explorar en la tradición e historia del barrio ayudará también a definir y especificar cuáles son los problemas del lugar y cómo se están dando.
Todos estos procesos que generan una comercialización del barrio incorporan elementos a su urbanismo que no se sabe cómo ordenar o integrar en el espacio público. Una de las mayores quejas de los vecinos de La Latina son las innumerables y desordenadas terrazas de bares y restaurantes que invaden las aceras y entorpecen el flujo peatonal de las calles. Del mismo modo, se están introduciendo multitud de objetos al servicio del turista que siguen restando áreas de espacio público y que se incorporan de forma desordenada y sin integrarse en el urbanismo del barrio, tales como los patinetes eléctricos o los servicios de bicicletas.
Estos conflictos urbanísticos se suman a los muchos que se han ido acumulando a lo largo del tiempo y que generan una imagen caótica y una funcionalidad deficiente del espacio público, como por ejemplo la extraña introducción del enorme mobiliario urbano necesario para el correcto uso del transporte público, es decir, marquesinas de autobuses y bocas de Metro. Precisamente la inauguración de la estación de Metro de La Latina en 1968 introduciría la entrada justo delante de donde estaba el desaparecido edificio que era la razón de ser del barrio, su epicentro y que le da nombre: el hospital de La Latina. Ello ha terminado generando que el cartel del Metro sea uno de los más fotografiados de todo Madrid, creando paradójicamente una de las principales imágenes icónicas y publicitarias del barrio.
Todo esto colabora en el proceso de pérdida de identidad del barrio que va camino de convertirlo en un lugar inéspecífico, sucumbiendo a la globalización turística al uso, por lo que mi intención será rastrear cuál es esa identidad del barrio, qué lo define morfológica, urbanística, paisajística e históricamente, realizando un análisis histórico-morfológico de la zona para determinar qué es en realidad La Latina.
RECOPILACIÓN DE LOS PROBLEMAS DEL BARRIO
GENTRIFICACIÓN Y TURISTIFICACIÓN
La gentrificación es un proceso especulativo por el que un lugar de la ciudad, generalmente deteriorado, sufre un proceso de transformación en principio positivo, pero que posteriormente implica un cambio total de la zona, desplazando a su población y sus comercios originales.
La turistificación es un tipo de gentrificación donde el objetivo es el turista, quien llena el barrio y a quien van dirigidas la mayoría de las actividades que se realizan en el lugar.
El turismo de masas provoca un aumento del ruido y ocio nocturno. La gentrificación cambia los comercios tradicionales por los que demandan los visitantes del barrio
“Hartos del ruido en La Latina”. Noticia que muestra las quejas de los vecinos por el ruido diario del barrio. https://www.elmundo.es/ madrid/2014/11/22/5470fd84e2704e4a3d8b4579. html
“Madrid: La Latina. La gentrificación como destrucción de un barrio histórico”. Vídeo acerca de la gentrificación en el barrio de La Latina. https://www.youtube.com/ watch?v=MxrrwsOPHsY&t=1s
El barrio se llena de carteles y murales para llamar la atención de los turistas
RUIDO Y OCIO NOCTURNO
PROTESTAS DE VECINOS
El ruido y la gentrificación han obligado a los vecinos de La Latina a luchar por su barrio, mediante manifestaciones, asociaciones vecinales, blogs, etc.
Existe un importante problema de ruido diurno y nocturno que está haciendo que el proceso de expulsión de los vecinos del barrio se acelere. Además, La Latina está dejando de ser conocida por su propia identidad a ser famosa por sus lugares de ocio nocturno.
“Asociación vecinos Cavas La Latina”. Blog que resume las quejas de los vecinos del barrio. https://asociacionvecinoscavas. wordpress.com/
Pancartas, manifestaciones, protestas en los medios, etc. Los vecinos hacen lo que pueden para evitar la degradación de su barrio.
caracterizó ser importante se multitud medievales, al mismo muy elementos el mercado Cebada. día de así monumentos, están rodeándose un mercantilizado está lugar identidad
Carteles publicitarios, murales, decoraciones, elementos al servicio del marketing, etc. generan una imagen impostada del barrio, convirtiéndolo en un parque temático y descontextualizando e incluso destruyendo el patrimonio.
Sólo existen algunas propuestas respetuosas como los murales de Alberto Corazón, que se integran en el entorno y se realizan en lugares que no dañan el patrimonio.
CONTAMINACIÓN VISUAL SIN RESPETAR LA IMAGEN DEL BARRIO
“Vecinos rechazan peatonalización de La Latina porque transformaría calles en «bares al aire libre»”. Noticia que muestra cómo algunas mejoras del barrio se rechazan para evitar más ruido, más objetos molestos, más estrategias de marketing que estropeen la imagen del barrio.
https://madrid365.es/movilidad/vecinosrechazan-peatonalizacion-de-la-latinaporque-transformaria-calles-en-bares-alaire-libre-20200527-1700/
importante ruido diurno y está haciendo expulsión del barrio Además, La dejando de por su propia ser famosa lugares de ocio nocturno.
La Latina se caracterizó por ser un barrio muy importante donde se establecieron multitud de linajes medievales, pero al mismo tiempo muy popular, con elementos como el mercado de la Cebada. Hoy en día los palacios de esa nobleza, así como otros monumentos, se están aislando, rodeándose de un entorno muy mercantilizado que está generando un lugar genérico, sin identidad propia.
PÉRDIDA DE LA IMAGEN PROPIA DEL BARRIO
La identidad del barrio se está perdiendo a favor de los elementos kitch que tratan de atraer turistas, en lugar de poner en valor lo que realmente define al lugar
“Barrios de Madrid: La Latina”. Anuncio turístico del barrio que se centra en algunos de los elementos que están alterando la imagen del barrio, dedicados casi exclusivamente a turistas.
https://www.youtube.com/ watch?v=RqUjp6Dl4Bw&t=0s
Fig. 1.5: imágenes y noticias de los problemas del barrio. Recopilación de fotografías propias y de internet.
Estado de la cuestión CAPÍTULO 1.2.
Los problemas ya expuestos que tiene el barrio de La Latina se deben en su gran mayoría a una falta de interés en crear un planeamiento urbanístico realmente conectado con la historia e identidad del lugar. En general, se han realizado muchos estudios acerca del urbanismo histórico y la tradición arquitectónica, pero no suelen tener peso a la hora de hacer ciudad para intervenir en barrios como La Latina de manera consciente (Ordieres Díez 2011). Por ello, aparecen elementos discordantes con la idea del barrio, con su tradición y su pasado o su paisaje urbano, ya que, si no se estudia y no se conoce el barrio, se va degradando. Casi podemos decir que en cierto modo estamos volviendo a una época de rechazo a la Historia a la hora de hacer Arquitectura a favor del objeto arquitectónico aislado, tal y como ocurrió en el Movimiento Moderno, aunque no existe una negación abiertamente, sino que se buscan excusas poco convincentes para justificar que ese nuevo objeto arquitectónico está conectado con el lugar y su tradición.
Ello, por tanto, ha derivado en que la planificación urbanística niegue la asunción de la memoria de los lugares, la conexión de la ciudad con su pasado y con sus orígenes, dando lugar a una especie de ciudades regidas por los códigos internacionales, transformándolas en paisajes genéricos y “no lugares” sin identidad propia.
Por ello muchos teóricos del urbanismo urgen en la necesidad de la búsqueda de nuevos supuestos que ayuden a redefinir el concepto de tradición, sin olvidar en ningún momento la modernidad, pero asumiendo la importancia que tiene el significado antropológico de la arquitectura tradicional, conectado a la historia de una comunidad.
En este sentido, los estudios de la ciudad histórica tienen su origen en el interés que la posmodernidad suscitó en los arquitectos del momento debido a la necesidad de reconstrucción de los centros históricos que hubo tras la Segunda Guerra Mundial, lo que llevó a concebir la ciudad tradicional como fuente de aprendizaje por su personalidad propia. Así, encontramos la teoría de la preexistencia de Ernest Rogers, que planteará la necesidad de dialogar con el entorno natural y arquitectónico, encontrando en la arquitectura tradicional las claves de esta relación. Las ideas de
Rogers influenciarán mucho en arquitectos posteriores como Rossi o, en España, Oriol Bohigas.
Así se llegará al llamado “regionalismo crítico”, una forma de hacer Arquitectura, más que una corriente, en la que se huye de la globalización del Movimiento Moderno a favor de crear arquitecturas ligadas a la memoria y la experiencia colectiva de un territorio, pero sin abandonar por completo las lecciones que la modernidad había implantado. Así, arquitectos como Távora, Siza, Scarpa o Ando se saldrán de los estándares de esa arquitectura internacional para realizar obras más conectadas con el lugar y la tradición (Frampton 1981).
Sin embargo, tal y como se explicaba al comienzo, en los últimos años se ha llegado a una banalización de este concepto, usando casi cualquier cosa como excusa de conexión de la obra arquitectónica con el lugar, aunque sea completamente falso. Para Ignasi Solá Morales ello se debe a la separación del discurso arquitectónico del resto de disciplinas, creando un lenguaje propio que aísla a la Arquitectura (Ordieres Díez 2011).
De esta manera, sin un análisis verdadero del lugar y su tradición se llegan a propuestas que rozan lo artificioso sin justificación o lo “kitsch”, especialmente en el ámbito de la ciudad y lo rural, donde terminamos encontrando elementos que nada tienen que ver con el lugar donde se insertan, y responden a una idea impostada de la tradición. Otras veces se rechaza completamente esa tradición para terminar transformando completamente la imagen de ese entorno a favor de la internacionalización del lugar, o en palabras de Paul Ricoer, encontramos «las mismas atrocidades de plástico o aluminio, la misma deformación del lenguaje por la propaganda, etc. [en todo el mundo]» (citado por Frampton 1981, p.317).
Así, parece ser necesaria una transversalidad entre la antropología y el urbanismo, de manera que se analicen correctamente las cuestiones más trascendentales del lugar y su conexión con la Historia y las comunidades que allí viven, de modo que exista una reflexiva continuidad de la memoria de la ciudad en la manera de hacer Arquitectura (Ordieres Díez 2011).
Actuar consecuentemente con la identidad del lugar, con la historia transmitida por la comunidad que allí vive, haría que la Arquitectura conectase mejor con esa comunidad, generando un sentimiento de pertenencia, de proximidad y de identificación con el grupo (Ordieres Díez 2011), especialmente en la ciudad histórica, donde ese sentimiento se magnificaría gracias a la conservación de su paisaje urbano.
Pero si esta imagen de la ciudad o el barrio es alterada completamente tal y como está ocurriendo en el barrio de La Latina, debido a una mala comprensión de su realidad histórica o una negación interesada por motivos económicos, entonces estos sentimientos sociales se pierden, degradando la memoria y esencia del lugar.
Por lo tanto, en estas cuestiones son en las que se enmarca este trabajo, partiendo de la idea de la mala interpretación del barrio, tratando de ver cuál es su verdadera identidad y memoria.
Fig. 1.6: muchas de las actuaciones que se dan en La Latina son mera decoración del barrio en un afán de atraer turistas. Existen multitud de murales que en ocasiones caen en el “kitsch” representando una falsa idea de la identidad del barrio. En esta fotografía se ve cómo estos murales se permiten incluso en entornos cercanos a edificios importantes del barrio, como esta iglesia de San Andrés, convirtiéndose estos murales en una nueva imagen impostada del barrio. Google Earth (2021). Disponible en: https://www.google. com/intl/es/earth/ [Consultado el 25-8-2022].
Fig. 1.7: La Latina posee multitud de parcelas vacías en las que se están construyendo algunas necesarias dotaciones. En este caso, se ha realizado un nuevo polideportivo en el antiguo “campo de la Cebada”, un vacío cercano al mercado del que se reapropiaron los vecinos. En la memoria del proyecto del polideportivo sólo se hace referencia a este elemento, sin mencionar la historia ni la tradición del lugar. El resultado es un proyecto que, aunque posee varios puntos positivos como la liberación de espacio público, no encaja en el paisaje urbano del barrio ni en su memoria. Fotografía propia (2022).
Hipótesis de partida y objetivos del trabajo CAPÍTULO 1.3.
El trabajo plantea la hipótesis de una incorrecta delimitación actual de La Latina, lo cual está haciendo que urbanísticamente el barrio no se entienda y se estén diluyendo sus valores característicos. De hecho, sólo existe una delimitación turística muy amplia y ambigua, y no una concepción del problema en base a criterios históricos, sociológicos y urbanísticos.
Por ello, considero que no interesa saber qué es exactamente La Latina ni cuál es su identidad, lo que hace que intervenir correctamente en un barrio histórico como es este sea una tarea complicada. De esta manera, aparecen elementos totalmente ajenos al paisaje urbano del lugar.
Esta hipótesis parte de la idea inicial de que dentro de esa amplia delimitación turística existen elementos que históricamente son completamente ajenos al barrio, tales como la zona de las Vistillas, San Francisco El Grande o la zona sur de la calle de Toledo. Ello hace que dentro del barrio existan multitud de realidades diferentes que no aportan a su identidad, y por tanto esta pierda carácter e interés.
De esta manera, el objetivo principal del trabajo es realizar un análisis históricomorfológico del barrio para tratar de llegar a una delimitación realista y aprender una metodología de análisis que me ayude a lograrlo.
Los objetivos secundarios de la investigación son los siguientes:
a. Realizar una definición del concepto de barrio a través de la antropología urbana, la sociología y el urbanismo para conocer las cuestiones que deben tenerse en cuenta para su delimitación, y estudiar las particularidades que tiene un barrio histórico a la hora de realizar su interpretación.
b. Conocer cómo funciona la identidad de barrio en la sociedad y las cuestiones que hacen que una persona o grupo de personas genere un sentimiento de pertenencia a un lugar, para saber qué elementos representan y definen al barrio.
c. Realizar una aproximación morfológica de La Latina para determinar los
elementos que lo definen y, por tanto, comprender cuál es la esencia de su paisaje urbano.
d. Establecer una metodología para analizar el barrio pormenorizadamente mediante su toponimia, un elemento que ofrece las claves de su historia e identidad.
e. Comprender las ventajas que la toponimia ofrece a la hora de analizar históricamente un lugar y saber cómo realizar el análisis.
f. Conocer cuál es la imagen del barrio a través de la visión subjetiva de artistas que lo han retratado a lo largo de la Historia.
g. Demostrar que La Latina posee una personalidad propia debido a su paisaje, sus hitos, su carácter rico y múltiple desde un punto de vista social y de sus funciones comerciales.
A continuación se establecerá una metodología específica que ayude a alcanzar estos objetivos planteados y que estructure el trabajo en una serie de capítulos en los que la investigación se presente de la manera más clara, concisa y ordenada posible.
CAPÍTULO 1.4.
Metodología
En base a los objetivos de la investigación, se ha tratado de utilizar una metodología que ayude a estudiar todas las realidades que implican la definición de un barrio, para poder llegar a una delimitación interpretativa apoyada en criterios históricos y patrimoniales.
Así, se ha dividido el trabajo en cuatro capítulos generales, siendo este el primero, cada uno dedicado a un tema que va sumando capas al estudio y la definición del problema.
Se llevará a cabo una revisión bibliográfica para tratar los objetivos a y b en el capítulo 2 del trabajo, mediante libros y artículos científicos disponibles en la biblioteca universitaria y los repositorios de la web. De esta manera, se tratará de identificar las circunstancias histórico-sociales que rodean al concepto de barrio, y así poder hacerse a la idea de qué problemáticas existen a la hora de definirlo histórica y urbanísticamente. Por lo tanto, se conceptualizará el análisis que posteriormente se realizará de La Latina, centrándose en las cuestiones que resulten más esclarecedoras y relevantes para conseguir el objetivo principal.
El capítulo 3 será el grueso de la investigación al centrarse en el análisis específico del barrio de La Latina, comprendiendo distintas capas que vayan afrontando el problema de su delimitación e interpretación.
Se comenzará estudiando la evolución morfológica del barrio respecto a la ciudad de Madrid, mediante la realización y recopilación de cartografía histórica para abordar el objetivo c de una manera general. Primeramente, se realizarán planos anteriores al primero que se dibujó de la ciudad, que muestren el origen y crecimiento inicial del barrio, para después hacer uso de la cartografía histórica con el fin de mostrar los cambios morfológicos del barrio a lo largo del tiempo. Para ello se consultará bibliografía específica que muestre la evolución histórica de Madrid y las circunstancias en las que se enmarca dicha evolución, haciendo uso principalmente de una serie de atlas históricos, así como los fondos cartográficos del Instituto Geográfico Nacional y del Ayuntamiento de Madrid.
Este primer estudio morfológico tiene la intención de realizar un primer acercamiento
al barrio a través de su evolución para determinar qué es lo que lo define desde su origen y cómo ha ido creciendo, de modo que puedan identificarse una serie de zonas diferentes con características propias que ayuden a definir la delimitación.
Sin embargo, el objetivo c, relacionado con la morfología del barrio, se tratará de lograr también mediante el estudio específico de cada una de las calles del mismo, a través de la realización de un catálogo de fichas que trate de caracterizar cada lugar del barrio.
En estas fichas no sólo se centrarán los esfuerzos en la cuestión morfológica, sino que se tratará de analizar la forma, el funcionamiento y las claves históricas e identitarias de cada lugar, incluyendo en ellas los objetivos d, e, f y g
En este sentido resulta crucial focalizar el estudio en un elemento que nos hable de la historia del barrio, de su geografía y de las actividades que se realizaban en él. De esta manera, encontramos en la toponimia la clave que posibilita analizar todo ello de manera muy directa, ya que, tal y como se verá, es un elemento que nos conecta con la tradición del barrio, que nos permite conocer qué elementos y actividades han formado parte de su origen y de su personalidad propia. Así, el estudio toponímico resulta un componente clave en una investigación enmarcada dentro del urbanismo histórico, ya que es una referencia que puede abrirnos las puertas a la interpretación y el conocimiento profundo de una zona.
Para llevar a cabo esta identificación histórica de la toponimia del lugar se hará uso de bibliografía que ayude a conocer el análisis de la toponimia, así como de publicaciones que traten el tema específicamente en el barrio de La Latina, por lo que se ha realizado esta búsqueda en la biblioteca universitaria, los fondos digitalizados de la Biblioteca Nacional y los repositorios de la web.
De esta forma, podremos entender el barrio, conociendo cómo ha evolucionado socialmente, conectándonos a las personas que lo habitaron y a los hechos que ocurrieron. En este sentido resulta importante conocer la visión que los artistas tenían del lugar, en base al objetivo f, para comprender cómo era el paisaje urbano del barrio, cuál era su identidad y cómo esta ha ido evolucionando. Para ello la consulta se ha realizado principalmente en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, así como los fondos digitalizados del Museo Municipal, de la Biblioteca Nacional, de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica y del Museo del Prado.
Mediante este conocimiento profundo obtenido a partir del análisis de la toponimia podremos entender por qué se están cometiendo graves errores en la interpretación histórica del barrio, tales como los que se han expuesto en los epígrafes anteriores, errores que están haciendo que la identidad real de La Latina se esté perdiendo.
Por ello se considera fundamental realizar el estudio según un catálogo que trate de reunir y organizar toda esta extensa información y ayude a combinar y comprender todos los elementos que definen cada lugar del barrio.
Este análisis se cerrará en el capítulo 4 mediante un resumen y combinación de todos los elementos cruciales para entender el barrio. Así, se realizarán una serie de planos que traten de mostrar las claves para llevar a cabo una delimitación final en base a todo lo estudiado. Esta delimitación, objetivo principal del trabajo, no pretende ser categórica, sino una conclusión operativa de cara a intervenciones de planeamiento que trate de paliar las carencias que existen en la definición de lo que realmente es La Latina según criterios históricos y urbanísticos.
Circunstancias histórico-sociales. Hacia la definición del barrio CAPÍTULO
Fig. 2.1: Avrial y Flores, J. M. (1840) “Plaza de la Paja” [óleo sobre lienzo]. Disponible en: http://www.memoriademadrid. es/buscador.php?accion=VerFicha&id=9745 [Consultado el 23-7-2022].
«VIVÍA EN LA CALLE DE TABERNILLAS (PUERTA DE MOROS), QUE PARA LOS MADRILEÑOS DEL CENTRO ES DONDE CRISTO DIO LAS TRES VOCES Y NO LE OYERON. ES AQUEL BARRIO TAN APARTADO, QUE PARECE UN PUEBLO. COMUNÍCASE, DE UNA PARTE CON SAN ANDRÉS, Y DE OTRA CON EL ROSARIO Y LA V.O.T. EL VECINDARIO ES EN SU MAYORÍA PACÍFICO Y MODESTAMENTE ACOMODADO; ASENTADORES, PLACEROS, TRAJINEROS. EMPLEADOS NO SE ENCUENTRAN ALLÍ, POR ESTAR AQUEL CASERÍO LEJOS DE TODA OFICINA. ES EL ARRABAL ALEGRE Y BIEN ASOLEADO, Y CORRIÉNDOSE AL PORTILLO DE GILIMÓN, SE VE LA VEGA DEL MANZANARES, Y LA SIERRA, SAN ISIDRO Y LA CASA DE CAMPO». GALDÓS, 1887.
Fig. 2.2: grabado de Pellicer (1877) “Madrid antiguo. Calle de los Mancebos y barrio de la Morería”. Disponible en: https://hemerotecadigital.bne. es/hd/es/viewer?id=a841684c-0033-4413-9500-51459cda3b1c
Fig. 2.2: Pellicer (1877) “Madrid antiguo. Calle de los Mancebos y barrio de la Morería” [Grabado]. Revista “La Ilustración española y americana” nº1 (8/1/1877). Disponible en: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/ viewer?id=a841684c-0033-4413-9500-51459cda3b1c [Consultado el 9-7-2022].
El concepto de barrio. Problemas en su definición CAPÍTULO 2.1.
Parte del problema de la pérdida de identidad e indefinición de La Latina viene de la imprecisión en la definición del concepto de “barrio”. Ello ha derivado en una delimitación muy ambigua y forzada que no se ha realizado a partir de su morfología o su historia, sino por motivos convencionales administrativos y, en los últimos tiempos, persiguiendo simplemente generar una delimitación cómoda con fines turísticos. Pero esta definición del barrio está totalmente desconectada con su realidad y del propio concepto de lo que es un barrio. Por ello, se comenzará realizando una pequeña investigación acerca de las diferentes definiciones y explicaciones de la noción de barrio.
La definición que recoge el sentido del término que es común a la mayoría de los hispanohablantes es la aportada por la RAE (2021), para la cual el barrio es «cada una de las partes en que se dividen los pueblos y ciudades o sus distritos» Partiendo de aquí, podemos ver cómo el barrio está muy ligado al concepto de delimitación administrativa, aunque a diferencia de la palabra “distrito”, el barrio tiene una connotación en la que existe cierta distinción de una comunidad social respecto a otra y de sentimiento de pertenencia de sus ciudadanos (Londoño García 2001).
Sin embargo, si atendemos a la etimología de la palabra, observaremos que el término barrio viene del árabe “barr”, afueras (de una ciudad) o “barri”, exterior. Por lo tanto, la palabra se usó primeramente para designar los núcleos poblacionales situados a las afueras de la ciudad, para posteriormente evolucionar al término “arrabal”, el cual hace referencia a las construcciones surgidas extramuros (Coromines 1980).
Actualmente la palabra barrio no tiene por qué designar a un lugar a las afueras de las poblaciones, y se utiliza para dividirlas administrativa o socialmente, sin depender de la relación de distancia del barrio con el núcleo central de la ciudad. Esta definición actual del concepto no se comenzó a dar hasta la llegada de los ayuntamientos democráticos (Tapia Barría 2013), pues durante los siglos XIX y XX la palabra “barrio” se usaba para designar a las agrupaciones obreras que solían situarse a las afueras de las ciudades junto a las industrias, lo que añadió un componente de comunidad y lucha obrera a la noción de barrio (Londoño García 2001).
Si precisamos más la definición de este concepto desde el mundo del urbanismo y la sociología, podemos extraer una explicación más compleja de un diccionario más especializado como el Diccionario de geografia urbana, urbanismo y ordenacion del territorio, del grupo ADUAR (Zoido et al. 2000), donde el barrio se define como:
«Parte del núcleo urbano relativamente homogénea, con limites más o menos imprecisos que constituye una unidad básica en la percepción de la vida urbana. Los barrios pueden estar habitados por grupos sociales con características afines y son un escalón intermedio entre la ciudad y el individuo. Los barrios reflejan fácilmente las características y modos de vida de sus pobladores y proporcionan a sus vecinos identidad y puntos de referencia dentro de la población. […] Constituyen lugares de vida, de actividades, de relaciones y de construcción de unas señas de identidad colectiva. Además, poseen un nombre que les confiere una presencia diferenciada en la ciudad. Unos barrios hunden sus raíces en antiguas unidades de carácter religioso, las collaciones o divisiones de la ciudad bajomedieval cristiana, subsistiendo el viejo templo o parroquia, sus tradiciones y su santo o patrón; otros se distinguen por su especialización funcional, por la edad de sus construcciones, por su plano, por su carácter étnico, social, gremial o profesional, por su posición. Para la geografía, el barrio es suma y compendio de todas esas categorías: funcionales, sociales, morfológicas y fruto de la evolución histórica. Sin embargo, los criterios de delimitación no se definen con claridad, porque no son obvios ni fáciles de perfilar. No toda la individualidad del barrio es espacialmente homogénea. En él se distingue un núcleo donde las peculiares relaciones sociales se manifiestan de modo acusado, para irse difuminando en los bordes o intersticios donde se solapan influencias de los barrios contiguos. En el presente se concede gran importancia a otras adjetivaciones que ayudan a matizar esas porciones urbanas e incluso la de su delimitación, entre ellas la de barrio vivido. Espacio que el individuo perfectamente conoce y practica; el que percibe como propio y familiar y que evoca cuando habla de su barrio. La definición comporta otra dimensión de lo geográfico: la de la imagen del barrio según los que lo habitan […]».
(Zoido et al. 2000, p. 46)
Dentro de esta extensa definición encontramos multitud de elementos que conforman una idea de barrio mucho más compleja que la delimitación institucional o administrativa, adentrándonos en ciencias como la sociología o la antropología urbana. En consecuencia, el barrio está definido por la gente que en él vive, por los edificios que lo conforman, por las actividades realizadas en él, por su morfología y por su historia. Así, el concepto tiene múltiples realidades, siendo la suma de todas ellas las que dan sentido a la existencia de un barrio y las que le diferencian de otros. Además, vemos como la noción de barrio deja de ser algo exterior a la ciudad o situado a sus afueras, para comenzar a hablar de ciertas comunidades y delimitaciones de toda la ciudad, con una tradición más ligada a las divisiones por parroquias que se vienen dando desde la Edad Media.
Entonces, la palabra “barrio” implica una cierta homogeneidad social y ambiental, y está conformado por una comunidad con unas características y un comportamiento similares (Londoño García 2001). De ahí que la delimitación del mismo sea tan complicada e implique la definición y estudio de diversas capas.
Esa asociación entre barrio y comunidad ha hecho que sea un concepto que atraiga el interés de los antropólogos, quienes estudian los vínculos entre el medio ambiente y el ser humano, sus relaciones interpersonales y la cultura que cada grupo etnológico genera en diferenciación del resto. Dentro de esta rama de conocimiento se puede distinguir la antropología urbana en los estudios que comenzaron a desarrollarse en los años 30 con la Escuela de Chicago (Lucio 1993).
Consecuentemente, para los antropólogos de la Escuela de Chicago el barrio es definido por dos principales características: ser refugio de la comunidad y ser una unidad autocontenida. Esta tesis entronca con la idea de comunidad desarrollada por esta escuela, definida como un grupo de personas cuyas instituciones se sitúan en un lugar específico y que desarrollan una forma de vida y una cultura específicas. Esta comunidad se organiza en una localidad concreta donde encuentran los medios necesarios para su subsistencia, es por ello por lo que definen el barrio como refugio de un grupo social. Además, el hecho de ser una comunidad con un comportamiento y una cultura específicas hace que sus integrantes desarrollen cierto sentimiento de pertenencia y una identidad propia ligada a esa comunidad (Tapia Barría 2013).
En este sentido, barrio y comunidad se entienden como sinónimos en ciertos contextos, aunque la asociación comunitaria del barrio originalmente pudiera haber sido algo espontáneo entre personas afines (véase las juderías o morerías en la Edad Media), posteriormente la pertenencia a un barrio puede darse por otros motivos, tales como la cercanía del lugar de trabajo o el nivel de renta, por lo que este sentimiento de comunidad se genera por el contacto frecuente entre los habitantes del barrio (Anderson 1965). Para Louis Wirth (1938), sociólogo miembro de la Escuela de Chicago, esto es lo que hace que desde el pasado siglo se esté comenzando a diluir el concepto del barrio, ya no hay tanto contacto entre las personas que forman estas comunidades debido al debilitamiento de los vínculos de parentesco, la decadencia de la significación social de la familia o la facilidad de los medios de comunicación y transporte que permiten distribuir los intereses de las personas por toda la ciudad.
Esta identificación entre barrio y comunidad que aportaba la Escuela de Chicago se relaciona con el concepto de “área natural” que también definieron, el cual sería el resultado de la relación entre las comunidades y el lugar en el que se asientan y transforman. Así, el área natural resulta un fragmento geográfico con unas
Barrio 1 = comunidad 1
Ciudad
Barrio 2 = comunidad 2 Barrio 3 = comunidad 3
Fig. 2.3: concepto de barrio para la Escuela de Chicago. Elaboración propia.
Barrio 1
Ciudad
Barrio 2
Barrio 3
Fig. 2.4: concepto de barrio alternativo al dado por la Escuela de Chicago. Elaboración propia.
Capítulo 2. Circunstancias histórico-sociales. Hacia la definición del barrio
características físicas propias, al que la comunidad allí asentada aporta una serie de cualidades culturales que terminan sumando a la identidad de ese lugar. Esto trasladado a la ciudad acaba convirtiéndose en la diferenciación de diversas “áreas naturales” con características físicas, económicas y culturales particulares, que resultan ser los barrios (Tapia Barría 2013).
Sin embargo, la Escuela de Chicago fue muy criticada en los años posteriores, por definir la ciudad como un proceso natural y por ser una consideración muy ideal donde se prima el sentido comunitario, la solidaridad o la identidad (Tapia Barría 2013). Sin embargo, los orígenes de los estudios de esta escuela de sociología, centrados en los pueblos primitivos, hacen ver el valor que sus consideraciones sobre el concepto de barrio tienen dentro de un estudio de la ciudad histórica, porque definen los posibles procesos que se manifiestan en el origen de una comunidad o un barrio y las conexiones entre las comunidades sociales y el lugar donde se asientan.
Los críticos de la Escuela de Chicago (Manuel Castells o Henri Lefebvre) defienden que el barrio no puede ser explicado por sí mismo ni autónomamente a los procesos sociales, económicos, culturales y políticos, que la ciudad es un desarrollo impulsado por estas fuerzas (Tapia Barría 2013). Además, para ellos el concepto de barrio es permanentemente variable, y no consideran los barrios como conjuntos cerrados y autónomos, sino elementos superpuestos unos a otros y sólo relativamente autónomos (Castells 1979).
La definición de barrio que aporta la Escuela de Chicago fue considerada como una descripción nostálgica del concepto, lo cual lleva a una especie de ideología barrial en la que se considere cada barrio como un ente único y especial, con una identidad exclusiva y forzosamente asociado a una comunidad específica. Además, ello contribuye a considerarlos como un núcleo impermeable que debe resistir a unas fuerzas globales externas (las del resto de la ciudad) contrarias a la comunidad que habita la zona (Tapia Barría 2013).
Como alternativa a la definición de barrio que aportó la Escuela de Chicago, los antropólogos y sociólogos proponen considerar el barrio como un lugar abierto, de intersección de relaciones sociales en un momento dado que no sólo se dan en ese barrio concreto, sino que se extienden a otros lugares. Además, el barrio no es un lugar con unos bordes y delimitaciones fijos en el tiempo, sino que se construye y cambia en relación al presente y al pasado (Tapia Barría 2013).
Por otro lado, también fue muy criticada la idea de que un lugar esté obligatoriamente definido por una comunidad concreta con una identidad propia única, ya que se consideró que los barrios están compuestos por multitud de comunidades diferentes
que conviven y aportan diversas identidades al lugar y, además, una misma comunidad no tiene por qué vivir en un único sitio (Tapia Barría 2013). En este sentido, un barrio se compone de diferentes identidades en relación, por ejemplo, al género, la edad, la etnia, etc. y el caso contrario generaría una concepción de la ciudad constituida a partir de guetos.
Por ello, la concepción de barrio ligada a una comunidad concreta que propone la Escuela de Chicago está más enlazada a los orígenes de esos lugares, cuando en sus calles se agruparon personas de una misma condición, oficio o religión, generando la estructura morfológica y funcional del barrio. Sin embargo, sus detractores ofrecieron una visión más realista y contemporánea del asunto, definiendo los barrios como lugares con múltiples personalidades que se extienden a lo largo del tiempo, barrios cambiantes y en constante relación con el resto de la ciudad.
Lo que está claro es que la esencia de un barrio la construyen principalmente sus habitantes, su conexión con el lugar, las relaciones vecinales que se generan en un determinado contexto y, por supuesto, la tradición y evolución histórica de todos estos conceptos. Es decir, un barrio se va construyendo a lo largo del tiempo y va evolucionando según una serie de circunstancias políticas, económicas o sociales. Por tanto, para intervenir en un barrio habrá que hacerlo de acuerdo a estos criterios, teniendo en cuenta todo lo que lo define para poder integrarse en él y su comunidad. En caso contrario, la intervención no consensuada ni reflexiva en ese lugar generará problemas y rechazos, o incluso en casos extremos, la destrucción y despersonalización de ese barrio, que es lo que realmente está pasando en La Latina con la gentrificación.
En este mismo sentido resulta clarificadora la lucha y movilización social que realizaría Jane Jacobs en el barrio Greenwich Village de Nueva York para evitar su desaparición por parte de un planeamiento urbanístico realizado por tecnócratas especuladores. Dicho planeamiento consistía en la creación de nuevos barrios totalmente desconectados de los vecindarios ya existentes con identidad propia, actividades y relaciones vecinales. En su lugar, esos nuevos barrios en realidad eran guetos y lugares dormitorio producto del “zoning”.
Para Jacobs, por lo tanto, el barrio es un elemento que no se puede forzar ni definir sin contar con los elementos que generan su esencia y tradición pues se caería en «moldear a la fuerza la vida de una ciudad como imitaciones de la vida residencial o provinciana. El sentimentalismo juega con melosas intenciones en lugar de con el sentido común» (1961, p. 65). Y añade además que en las ciudades «debemos deshacernos de cualquier ideal de barrio como unidad introvertida y autosuficiente» (p. 66), pues para ella esto generaría múltiples problemas en la ciudad a nivel
organizativo y social, desde guetos enfrentados hasta la zonificación de la ciudad en barrios que se conciben como pueblos más que como parte de la ciudad.
Por lo tanto, la delimitación de los barrios debe realizarse de manera cuidada y siempre conectada a su historia, de forma que se mantengan en todo momento las relaciones vecinales y funcionales que dan sentido a ese lugar, así como su conexión con el resto de la ciudad favoreciendo la movilidad de actividades y relaciones sociales, que eviten caer en una concepción hermética del barrio.
Entonces, es en este punto en el que llegamos a una consideración del barrio desde una perspectiva urbanística de organización de la ciudad, no tanto administrativa como morfológicamente. Si el barrio es cada una de las partes en que se divide una población, resulta evidente que forman parte inseparable de la concepción morfológica de las ciudades.
En este sentido, multitud de arquitectos y urbanistas han tratado la cuestión desde diferentes perspectivas, destacando la concepción desde la problemática de la ciudad histórica y su evolución que Aldo Rossi trata en “La Arquitectura de la Ciudad” (1966) o la visión desde el paisaje urbano y la orientación ciudadana aportada por Kevin Lynch en “La Imagen de la Ciudad” (1960).
Para Aldo Rossi (1966) la ciudad resulta ser una manufactura transformable que representa la identidad y la cultura de sus habitantes. Al igual que una obra de arte, la ciudad es una representación de la sociedad en cada época, aunque a una escala mucho mayor, y como tal es transformable según la cultura de cada etapa de la Historia. De esta modificación de la ciudad sólo se mantienen algunos componentes que él llama “elementos primarios”, de los cuales depende la forma de la ciudad, ya que han sido los que han motivado su crecimiento de la manera en la que se ha realizado.
Elementos primarios
Áreas Áreas Áreas
Áreas
Fig. 2.5: concepción de la evolución morfológica urbana de Aldo Rossi según elementos primarios y áreas. Elaboración propia.
Al ser los componentes cuya forma se ha mantenido a pesar de los cambios habidos en la ciudad, estos elementos primarios son los constituyentes de su estructura urbana. Se trata de monumentos, murallas, conjuntos de edificios, ríos, canalizaciones de agua, etc. que, aunque hayan desaparecido como tal, siguen manteniendo la reminiscencia de su forma en el tejido de la ciudad. Dentro de la estructura urbana creada por los elementos primarios se sitúan lo que Rossi llama como “áreas”, es decir, el resto de los componentes de la ciudad.
Este esquema se repite en la mayoría de las escalas de la ciudad: su totalidad, los distritos, los barrios y la calle, conformando una organización en la que la forma de cada uno de estos conjuntos está definida a través de unos elementos primarios y el área que los rellena.
Fig. 2.6: consideración que realiza Rossi acerca del anfiteatro de Arlés como elemento primario generador de la forma urbana. Arriba, grabado de 1686. Abajo, fotografía aérea. Adaptado de Rossi, A. “La Arquitectura de la Ciudad” (1966). Barcelona, Gustavo Gili.
Así, en la totalidad de la ciudad existen ciertos elementos primarios que conforman su estructura general, mientras que los barrios resultan ser las áreas que rellenan esa estructura. Sin embargo, a escala de barrio la tesis se repite, con unos elementos primarios que «se distinguen por su forma y, en cierto sentido, por su excepcionalidad en el tejido urbano» (Rossi 1966 p.107), conformando los hitos materiales e inmateriales del barrio, lo que le aporta identidad.
Por otro lado, Rossi también define los barrios más allá de este concepto como «una unidad morfológica y estructural que se caracteriza por cierto paisaje urbano, por cierto contenido social y por una función. Por tanto, un cambio de uno de estos elementos es suficiente para fijar el límite del barrio» (p.63). Además, expone la necesidad de tener en cuenta el origen de este concepto como modo de segregación
Fig. 2.7: el barrio según Kevin Lynch. Adaptado de “La imagen de la Ciudad” (1960). Barcelona, Gustavo Gili.
de clases o razas y como hecho social basado en la función económica, lo que ha dado lugar a la ciudad moderna, cambiando el concepto en la ciudad contemporánea, donde los barrios son partes relativamente autónomas pero relacionados con el resto de la estructura urbana.
Rossi introduce la noción de paisaje urbano como elemento definitorio de un barrio, lo cual forma parte de la tesis aportada por Kevin Lynch (1960), en la cual un barrio es definido por una cierta homogeneidad visual, continuidad de elementos como la textura, la forma, los símbolos o el tipo de construcción, donde una serie de hitos orientan al ciudadano y dan identidad al barrio, funcionando como símbolos del lugar.
Para Lynch los barrios son «las zonas urbanas relativamente grandes en las que el observador puede ingresar con el pensamiento y que tienen cierto carácter en común. Se los puede reconocer desde el interior y de vez en cuando se los puede emplear como referencia exterior cuando una persona va hacia ellos» (Lynch 1960 p.84).
Al fin y al cabo, el barrio resulta ser un referente urbano para los ciudadanos, facilitando su orientación dentro de la ciudad y generando un mapa mental de la misma según los barrios y zonas en las que se divide. Cada uno de los barrios tiene cierta identidad formal con unos rasgos particulares como pueden ser los edificios de los que se compone, la forma de sus calles y plazas, los monumentos o hitos que posee, etc. Estas características formales de la ciudad unidas con los usos que los ciudadanos realizan de cada lugar motivan la creación de la identidad del barrio y facilita la orientación de las personas en la ciudad (Londoño García 2001).
Barrio + hito Barrio + hito Barrio + hitos
Fig. 2.8: Concepto de mapa mental de la ciudad según los barrios y sus hitos. Elaboración propia.
Es decir, dentro del imaginario colectivo de los ciudadanos la ciudad posee diferentes partes con unos nombres e hitos concretos. Estas partes suelen ser los distritos, barrios o zonas, cada uno con unas características morfológicas concretas o con unos edificios de diferentes cualidades, mientras que algunos de estos edificios se convierten en hitos destacables, generando un símbolo para el barrio, una imagen mental con la que será reconocido por la población y los visitantes de la ciudad.
Esta idea está conectada con la Psicogeografía, definida como el estudio de los efectos que genera el medio físico en el comportamiento de las personas, las cuales se mueven por la ciudad mediante impulsos, según sus propias referencias urbanas o sus propios hitos (Barreiro León 2015). De esta manera, nos movemos por la ciudad según lo que acontece o nuestros intereses, sin un recorrido claro o funcional. Así, por ejemplo, una persona que se encuentra realizando la compra se moverá por el barrio según los diferentes comercios que en él se sitúen, ignorando el resto de cosas que componen el lugar.
El concepto de la Psicogeografía surgió en 1921 con las exploraciones del París más banal realizadas por los dadaístas. El surrealismo tomó estas experimentaciones para complejizar más su estudio unidas a la entonces reciente ciencia del psicoanálisis y explorar los territorios del inconsciente. Esto evolucionó en una serie de experiencias que los situacionistas realizaron deambulando por la ciudad, estudiando los conceptos psíquicos que el contexto produce en las personas (Careri 2002).
Así, el individuo genera su propio mapa mental de la ciudad y los barrios, según lo que él conoce y su propia experiencia, generando un nuevo concepto de barrio totalmente subjetivo y que posee únicamente cada persona. Este barrio está construido a partir de unos hitos propios según los cuales el individuo se mueve y orienta (Valera 1997).
En una escala más amplia, la ciudad está constituida por ese mapa mental que tenemos cada uno realizado a partir de fragmentos según los lugares que más
Fig. 2.9: Debord, G. (1957). “The Naked City”. Disponible en: https://www.plataformaarquitectura. cl/cl/02-268926/ estudios-urbanos-y-ciencias-sociales-conoce-la-revista-urbs/ 51bb9117b3fc4b01ee00006a
Fig. 2.9: Debord, G. (1957). “The Naked City” [imagen]. París. Disponible en: https://www. plataformaarquitectura.cl/cl/02-268926/ estudios-urbanos-y-ciencias-sociales-conoce-la-revista-urbs/ 51bb9117b3fc4b01ee00006a [Consultado el 14-6-2022].
La Latina. Identidad de un barrio históricofrecuentamos o que mejor recordamos. Estos fragmentos, o incluso barrios, flotan en una especie de líquido amniótico sin más conexiones que el transporte que utilizamos para ir de un lugar a otro, olvidando en nuestra memoria el resto de la ciudad. Esto lo representó gráficamente el filósofo situacionista Guy Debord en 1957 en “Naked City”, con partes de un plano de una ciudad unidos por flechas que tratan de representar este concepto.
En definitiva, se puede ver cómo la definición de barrio resulta muy compleja y necesita del estudio de muchos parámetros para evitar caer en un concepto nostálgico o, por el contrario, meramente administrativo que no se corresponda con la realidad de las personas que allí viven, de su tradición, de su funcionalidad, de su morfología o incluso de su concepción psicológica como elemento simbólico dentro de la ciudad.
De esta forma, plantear la delimitación de un barrio histórico como La Latina debe pasar por definir sus características antropológicas, morfológicas y sociales, para determinar qué es lo que realmente define al barrio de modo que pueda actuarse en consecuencia y evitar los desastres urbanísticos, resultado del proceso de turistificación que se está dando, los cuales están acabando con esos elementos que forman parte de la esencia de La Latina.
Ello justifica la necesidad de realizar un análisis desde la perspectiva histórica del barrio, que rastree sus orígenes, las comunidades sociales que lo definieron en su pasado o las actividades que poblaron sus calles, siempre pasando por la evolución morfológica y los hitos que generan una identidad y un sentimiento de pertenencia de los habitantes.
Realmente, la mayoría de las definiciones aportadas del concepto de barrio remarcan la importancia de tener en cuenta su historia y tradición, considerando al barrio como un elemento que se define según su continuidad temporal, de la que no se le puede separar y la cual conecta a sus habitantes con los hitos que lo simbolizan, los hechos acontecidos e incluso los antiguos pobladores del lugar, generando un vínculo de pertenencia con el barrio y de relación entre la ciudad y la gente que vive en ella.
Los hitos simbólicos de un barrio. Proceso de identidad social CAPÍTULO 2.2.
Si hay algo casi constante en las diferentes definiciones del barrio aportadas es la consideración del hito como elemento simbólico de un lugar. Los hitos representan los barrios en el imaginario colectivo y hacen que sus habitantes se identifiquen con la zona donde viven. Pero ¿qué es exactamente el concepto de hito? ¿Cómo se genera ese proceso de identidad social con el barrio a través de ellos?
Los hitos son confundidos en muchas ocasiones con la palabra monumento, debido a que estos suelen considerarse en la mayoría de las ocasiones como tales. Pero un hito no tiene por qué ser un monumento exclusivamente. Esta idea se entiende mejor si vemos las connotaciones de la palabra inglesa “landmark”, que traducido literalmente significaría “marca en la tierra”, por lo que un hito es un punto de referencia física en la zona mientras que un monumento puede no ser lo suficientemente destacado o simbólico como para ser considerado como hito (Medina Moro, Lapayese Luque 2021).
Según la definición desde la perspectiva de la morfología y el paisaje urbano aportada por Lynch (1960) los hitos son puntos de referencia visuales que se consideran exteriores al observador, siendo una opción entre otras muchas posibilidades. Los hitos construyen ese mapa mental personal que la Psicogeografía trató de representar, generando una identificación espacial entre el lugar y la imagen que las personas tienen de él en su imaginario. Pero el concepto va más allá, los hitos son elementos simbólicos que no sólo representan al barrio donde se sitúan, pues representan una idea, un hecho o a un grupo de personas (Valera 1997). De esta manera encontramos una diferencia sustancial entre los hitos materiales e inmateriales que construyen el espacio físico y social en el que se enmarcan.
Un hito material es un elemento físico aún existente que destaca en el paisaje generando una referencia visual y simbólica para el lugar, orientando a prácticamente cualquier persona que se encuentre en la zona, esté o no familiarizada con ella (Lynch 1960).
Por el contrario, un hito inmaterial es una referencia más sutil y difuminada dentro de la estructura urbana. Puede ser evidente su carácter de hito o pasar desapercibido para algunas personas no familiarizadas con él. Suele ser hito sólo para algunos
Fig. 2.10: hito según Kevin Lynch. Adaptado de La imagen de la Ciudad (1960). Barcelona, Gustavo Gili.
Fig. 2.11: Pérez Villaamil, G. (1838). “El Rastro” [dibujo]. Madrid. Disponible en: http://www.memoriademadrid.es/ buscador.php?accion=VerFicha&id=140610&num_ id=14&num_total=46 [Consultado el 29-7-2022].
Fig. 2.11: el mercadillo del Rastro es uno de los hitos inmateriales de Madrid más representados por dibujantes y fotógrafos. Pérez Villaamil, G. (1838). “El Rastro”. Disponible en: http://www.memoriademadrid.es/ buscador.php?accion=VerFicha&id=140610&num_ id=14&num_total=46
individuos, quienes se identifican con él o lo guardan en su memoria, pero no suelen resultan evidentes dentro del paisaje urbano (Medina Moro, Lapayese Luque 2021).
De esta manera, los edificios desaparecidos que han jerarquizado la forma del barrio desde su origen, es decir, los elementos primarios de los que habla Rossi, que han dejado su huella en la forma urbana, resultan ser hitos inmateriales cuya presencia se ha mantenido en la toponimia, en la morfología o incluso en la memoria de los habitantes. Otras veces, estos hitos inmateriales son algunos eventos o actividades efímeras realizadas en el barrio, pero que resultan tan importantes que representan al lugar (por ejemplo, el mercadillo del Rastro de Madrid). También son hitos inmateriales los elementos que sirven como referencia a un solo sector de la población, pasando desapercibido para el resto. (Medina Moro, Lapayese Luque 2021).
Como veremos en el análisis del barrio a estudiar, existen algunos edificios desaparecidos, como el hospital de La Latina, que en cierto modo siguen actuando como hitos inmateriales en la memoria del barrio. Este caso es tan paradigmático que ha dado nombre al barrio entero.
En cualquier caso, el concepto de hito también resulta una cuestión compleja e incluso subjetiva. Si el hito es lo que genera la imagen mental del barrio en sus habitantes o visitantes, lo que aporta identidad al mismo, entonces, tal y como decían los detractores de los conceptos definidos por la Escuela de Chicago, el barrio posee multitud de identidades y de imágenes colectivas, tantas como grupos sociales vivan en él. Sin embargo, hay hitos incuestionables como por ejemplo algunas de las plazas, los edificios institucionales, los espacios de ocio o de intercambio comercial con especial repercusión y aceptación, etc.
Por lo tanto, si los hitos resultan ser espacios simbólicos del lugar para sus habitantes o los grupos específicos que se identifican con ellos, estos se apropian del espacio y generan un sentimiento de pertenencia del mismo, añadiendo un componente emocional. Además de los propios espacios físicos, existe una gran importancia de los nombres de las calles, de los barrios o de los monumentos dentro de ese proceso de identificación y pertenencia a un lugar, lo que genera unos paisajes lingüísticos en el imaginario colectivo del grupo (Valera 1997).
Precisamente, el valor simbólico de un lugar se construye a partir del conjunto de significados que socialmente se elaboran y comparten de ese lugar (Stokols y Shumaker, 1981 citados por Valera, 1997), definidos según:
– Su contenido, es decir, los diferentes significados aportados al espacio.
– La claridad del hito o si el significado que se le da es común a la mayoría.
– La complejidad o número de significados dados a un mismo lugar.
– La heterogeneidad o la cantidad de grupos que aportan un significado diferente al espacio simbólico.
– Distorsiones o discrepancias entre el significado que tiene el hito y las prácticas sociales que allí se realizan.
– Contradicciones, es decir, las discrepancias entre el significado del valor simbólico y las preferencias de los habitantes del lugar.
De esta manera, cuanto más favorables sean estas características en la concepción del hito o espacio simbólico, mayor fuerza tendrá en la identidad del barrio y la identificación de los habitantes o los diferentes grupos con el mismo.
Así, la concepción del hito dentro del imaginario colectivo se da según dos realidades: sus características físicas y visuales, y el conjunto de significados que el grupo aporta a esa realidad matérica. Además, como se verá más adelante, la toponimia es en muchas ocasiones el elemento que conecta las dos realidades, de manera que los nombres de los lugares físicos evocan en la mente de las personas los significados que la colectividad le ha aportado (Rodríguez de Castro, Rodríguez Chumillas 2014).
Según esos conceptos dados a un lugar, el individuo genera un sentimiento de identificación con la idea que representan, haciendo que se produzca un sentido de pertenencia con la zona. La identidad social de una persona está conformada por todos los elementos con los que ella se identifica, siendo estos, por ejemplo, los grupos profesionales, sociales, religiosos o étnicos a los que pertenece. De este modo, su identificación con el lugar resulta un elemento más en esta identidad social propia (Valera 1997).
La construcción de esta capa de la personalidad de un individuo se puede desgranar según una serie de dimensiones que la componen, definidas por Sergi Valera (1997), psicólogo social:
– Dimensión territorial: la delimitación geográfica del espacio con el que los sujetos se identifican, definida por ellos mismos. Este aspecto resulta especialmente importante en la distinción y relación con otros grupos que ocupan lugares diferentes.
– Dimensión psicosocial: una imagen o propiedad del barrio hace que sus habitantes se autoasignen ciertas características diferenciadoras respecto a otros, en función de la calidad de las relaciones sociales, la calidad de vida, el estatus social, etc.
– Dimensión temporal: la historia del barrio y de sus habitantes son un elemento fundamental en la concepción de la identidad social con el lugar, pues se genera una percepción de continuidad temporal en el grupo, lo que le diferencia del resto por no compartir ese mismo pasado.
– Dimensión conductual: las actividades que realizan las personas que se consideran parte de un grupo o barrio y les diferencian del resto.
– Dimensión social: la identificación de una persona con una comunidad y un lugar depende en cierto modo de la composición social de esa comunidad, de si esa persona encaja en las características del grupo. Si no es así, el sentimiento de pertenencia y de identidad con el lugar no se dará.
– Dimensión ideológica: los monumentos, calles, edificios, etc. construidos en un determinado contexto histórico o social pueden ser considerados formas culturales y de expresión de ideologías concretas. Ello podrá generar un sentimiento de aceptación o rechazo hacia esos lugares.
Por lo tanto, vemos como el sentimiento de pertenencia de una persona o grupo de personas con el barrio se puede dar de diversas maneras y se materializa a través de los hitos y sus nombres, que conectan esa imagen mental que los ciudadanos tienen de su barrio con el medio físico que lo compone. Ahora bien, si la concepción del barrio es completamente diferente según las distintas personas o grupos sociales que lo componen, entonces el problema de su delimitación y su interpretación se complejiza aún más, habiendo tantas posibilidades como habitantes tenga el barrio.
Fig. 2.12: esquema conceptual del proceso de identidad social con un espacio urbano simbólico o hito. Elaboración propia con información de Valera, S. (1997).
Características físicas del hito
TOPONIMIA
Imagen subjetiva del hito (significados atribuidos)
ESPACIO SIMBÓLICO URBANO
Dimensión territorial Dimensión temporal
DADSOCIAL URBANA
NEDI
Dimensión social Dimensión ideológica
Dimensión conductual
Dimensión psicosocial
El barrio histórico. Cuestiones de delimitación e interpretación CAPÍTULO 2.3.
Para la antropología urbana un barrio posee unos límites imprecisos, cambiantes y en superposición con los barrios con los que limita. Sin embargo, se debe afrontar el problema de su delimitación a la hora de realizar un estudio del barrio, para definir mejor sus características y fenómenos (Rossi 1966), y así conocer mejor lo que realmente define al barrio para poder actuar en él.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que los límites creados por una calle no suelen coincidir con los creados en la conciencia de los habitantes (Gravano 2003), por ello se establece una dialéctica con los límites perceptuales que establece simbólica y socialmente la ciudadanía.
El problema de la delimitación de los barrios normalmente se ha dado desde la perspectiva organizativa del urbanismo y la política, determinando los límites según datos censales o estadísticos. Verónica Tapia Barría (2013), antropóloga y doctora en Geografía, Planificación Territorial y Gestión Ambiental, ha estudiado el concepto de límite en los barrios desde una perspectiva cualitativa, de manera que se pueda extrapolar una serie de conclusiones para determinar las técnicas de la delimitación sin la necesidad de datos estadísticos concretos para cada caso, pues esta técnica depende en gran medida de la posibilidad de acceso a la información, más que de una reflexión teórica y metodológica basada en cuestiones sociológicas o históricas.
Esta perspectiva cualitativa del problema, que se está asumiendo en este trabajo, se basa en la historia del barrio, las formas de habitar de los ciudadanos, su vida cotidiana, el desarrollo de identidades sociales, el sentido de pertenencia o las interacciones colectivas.
En este punto Tapia Barría hace hincapié en la necesidad de distinguir entre la definición conceptual del barrio, como lugar abierto y relacionado con el resto, que se concibe con unos límites difusos, de una definición operativa que implica una consideración útil para un estudio y que deriva de una serie de decisiones, por lo que los límites del barrio se modificarían dependiendo de lo que la investigación priorice.
De esta manera, la delimitación interpretativa de un barrio puede variar en función
de las características que se quieran estudiar, según los atributos espaciales de un barrio definidos por George Galster (2001, citado por Tapia Barría, 2013):
– Características infraestructurales: las redes de comunicación del barrio, calles, aceras, vías de transporte, etc.
–
Estatus social de los residentes: nivel de estudios, de renta, tipo de ocio, etc.
–
Características de los servicios públicos: clases y cantidad de equipamientos que hay en el barrio.
–
Características medioambientales: niveles de contaminación, tipos de suelo y pavimento, topografía, etc.
–
Características de conectividad: capacidad de acceso a lugares de trabajo, ocio, tipos de transporte, etc.
–
Características políticas: grado de movilización de los grupos políticos o activistas del barrio o la influencia de los residentes en las decisiones políticas.
–
Características de interacciones sociales: tipo y calidad de interacciones entre vecinos, sentido de comunidad entre los residentes, grado de participación en asociaciones vecinales, etc.
– Características emocionales: sentido de identificación de los residentes con la zona, significación histórica del barrio, etc.
De este modo, la delimitación del barrio pasará por la definición de uno o varios de estos atributos, dependiendo del estudio que se quiera realizar. Así, un estudio histórico del barrio definirá algunas de estas características mediante una perspectiva histórica, tales como la evolución morfológica de la zona, la definición de hitos y elementos capaces de dotar de una identidad al barrio con la que sus habitantes se puedan ver identificados, la evolución social del barrio que puede llegar a generar un sentimiento de continuidad en sus habitantes o el estudio de las actividades que se realizaban en la zona.
Aun así, el problema de la delimitación no da como resultado un barrio con unas fronteras totalmente definidas y herméticas, pues el barrio puede tener múltiples realidades incluso desde una misma perspectiva, dejando al autor del análisis la capacidad de decisión respecto a sus propias interpretaciones de la información recogida (Tapia Barría 2013).
En este sentido, el estudio histórico de La Latina realizado en el siguiente capítulo del trabajo parte de una delimitación genérica del barrio y sus alrededores, para posteriormente determinar qué zonas aportan identidad verdaderamente al barrio y cuáles son las diferentes realidades barajadas que ponen frontera a la consideración histórica del barrio.
Sin embargo, dentro de la ciudad histórica hay que tener mucho cuidado con la delimitación de diferentes zonas y cómo esta es tratada, pues normalmente la interpretación de un barrio histórico desde el punto de vista de los planes políticos se da desde la perspectiva del turismo y el consumismo, creando una especie de museo al aire libre en el que la funcionalidad de la ciudad se vuelque a la visita masiva de personas ajenas al lugar (Moragas 1994).
En un barrio histórico debe ponerse en valor aquello por lo que se le reconoce, sus hitos y monumentos, pero también sus comercios, sus residentes, sus establecimientos de uso cotidiano o el sistema de habitabilidad de sus vecinos (Fontana Bertrán 1998). Estos elementos dotan de identidad al barrio, y debe evitarse su banalización y descuido en las políticas urbanísticas que traten de crear una imagen del barrio al servicio del turismo, con procesos más ligados al marketing en los que se trata de vender una idea de ciudad y de barrio totalmente desligada a su realidad (Layuno Rosas et al. 2020).
En este sentido, la idea de ciudad histórica ligada al turismo y al ocio da como resultado un lugar genérico en el que la única identidad la aportan los monumentos desconectados de su entorno, cuya imagen se quiere vender al turista (Moragas 1994). De esta manera se genera una interpretación discontinua de la ciudad o el barrio históricos, conservando únicamente los relatos de los edificios importantes, y obviando los del resto de la ciudad y los otros hitos materiales o inmateriales que mantienen la memoria de los habitantes, lo que no interesa a los turistas.
Se banaliza el discurso histórico puesto al servicio de la anécdota y el marketing, desdibujando lo que realmente da sentido a un barrio: sus actividades, su gente, el entorno que rodea esos monumentos. No se trata de una mirada nostálgica o romántica al tiempo pasado, sino de mantener una memoria que da identidad al barrio, de comprenderlo y saber interpretarlo.
Las postales son elementos que recogen la perspectiva desde la que el turista ve la ciudad, lo que le interesa. De esta manera, se ha realizado la comparación de una postal actual (superior) con una del siglo XX, ambas mostrando el mercado de la Cebada que había en cada época. En la primera se muestra el interés por el objeto, el monumento y su espectacularidad, mientras que en la segunda se muestra el barrio tal y cómo es, con sus gentes, sus actividades y su identidad.
Fig. 2.13: superior: Pascual, I. (2015). “Madrid a todo color”. Disponible en: https:// www.secretosdemadrid.es/la-postal-dela-semana-madrid-atodo-color/
Inferior: Cánovas del Castillo y Vallejo, A. (1902). “Madrid. Plaza de la Cebada y Calle de Toledo.” Disponible en: http:// www.madrid.org/ archivos_atom/index. php/madrid-plazade-la-cebada-y-calle-de-toledo-2
Análisis del barrio de La Latina hacia su delimitación interpretativa CAPÍTULO
Fig. 3.1: Cruz Vázquez, M. (1770-1780) “La feria de Madrid en la plaza de la Cebada” [Óleo sobre lienzo]. Disponible en: https://www. museodelprado.es/coleccion/ obra-de-arte/la-feria-de-madrid-en-la-plaza-de-la-cebada/ d0b93d77-898d-43f6-91d16d6ca16545c2 [Consultado el
Como se ha visto en la introducción, La Latina es un barrio hoy en día indefinido desde el punto de vista histórico. El turismo y las políticas urbanísticas recientes están diluyendo la identidad de la zona convirtiendo al barrio en un parque temático del turismo y del ocio nocturno (Quintana et al. 2019).
Tal y como se ha ido viendo, el marco histórico del lugar se está transformando en un tópico turístico en el que se usa parte de su identidad, sus hitos y monumentos al servicio del ocio. Por ello, se quiere realizar un estudio de los diferentes componentes que realmente definen al barrio, sus elementos primarios, sus hitos, sus calles y ver cómo funcionaba y cuál era su identidad real.
De esta forma, se comenzará realizando un análisis de la evolución morfológica de La Latina, que se irá completando mediante el estudio morfológico de cada lugar que compone el barrio determinando cuáles son los elementos primarios que definen la permanencia urbana de la zona y la forma de sus calles y plazas.
Además, se centrará el análisis en un estudio de la toponimia del barrio, debido a que los nombres de las calles, plazas y edificios de la ciudad histórica nos hablan de su pasado, del funcionamiento del barrio, de los elementos que resultaron más importantes para sus pobladores, tanto que se mantuvieron en el imaginario colectivo y nombraron los lugares de los que se conforma la ciudad. Al mismo tiempo, esta toponimia da imagen al barrio, resultando un hito inmaterial con el que las personas se identifican.
Asimismo, se ilustrarán los análisis con la producción artística y documental que hay del barrio, que nos aporta información del ambiente del mismo en cada época, de la subjetividad con la que los habitantes veían los hitos y elementos que conformaban el lugar y de la identidad del barrio.
«ENTRO EN EL LABERÍNTICO BARRIO DE ALAMINOS, SUBO POR LA REDONDILLA, DEJO Á UN LADO LA CALLE DE LOS MANCEBOS, PASO Á LA DE DON PEDRO, Y POR PUERTA DE MOROS LLEGO Á LA BULLANGUERA, Á LA TUMULTUOSA Y VERTIGINOSA PLAZA DE LA CEBADA, QUE EN SU EXTREMO ORIENTAL PARTE POR GALA EN DOS LA CALLE DE TOLEDO, ARTERIA PLETÓRICA DE VIDA, DE SANGRE, DE GRACIA, DE ALEGRÍA Y, ¿POR QUÉ NO DECIRLO?, DE BELLEZA, PUES PIENSO YO QUE NO HAY CALLE EN EL MUNDO MÁS BONITA NI MÁS PINTORESCA QUE ESTA DE TOLEDO; CALLE SIN IGUAL POR LA GRACIA DE LOS COLORINES QUE TREMOLAN EN ELLA DE PUNTA Á PUNTA, POR LOS TENDERETES DONDE SE VENDE DE CUANTO DIOS CRIÓ, POR LA ALGARABÍA DE LOS PREGONES Y LA CHÁCHARA DEL GENTÍO PARLERO.».
GALDÓS, 1915.
Fig. 3.2: González Ragel, D. (1940) “Catedral de san Isidro”. Disponible en: http://www.madrid. org/archivos_atom/index.php/catedral-de-san-isidro
Fig. 3.2: González Ragel, D. (1940) “Catedral de san Isidro” [fotografía]. Madrid. Disponible en: http://www.madrid.org/archivos_atom/index.php/ catedral-de-san-isidro [Consultado el 29-7-2022].
CAPÍTULO 3.1.
Evolución de la morfología urbana del barrio en relación a Madrid
Para realizar un análisis del barrio se ha ido viendo que es importante conocer su morfología y cómo esta se ha ido generando y cambiando a lo largo de la Historia. Por ello este apartado se centrará en una explicación general de la evolución histórica de la zona en una consideración morfológica del problema, aunque esta no sea del todo separable de parámetros de función, especialmente en la ciudad histórica, ya que toda ella contiene multitud de actividades interrelacionadas que fueron situándose según las necesidades de cada una y su conexión con el territorio (Morris, A. E. J. A. 2018).
Para Aldo Rossi (1966) la arquitectura «da una forma concreta a la sociedad y está íntimamente relacionada con esta y con la naturaleza […]» (p. 9) y, además, «la ciudad crece sobre sí misma, toma conciencia y memoria de sí misma. En su construcción permanecen sus motivos originales, pero con el tiempo la ciudad precisa y modifica las razones de su propio desarrollo» (p. 9). Por lo tanto, el factor tiempo y la relación de la morfología urbana con la sociedad y sus actividades son cruciales para entender el problema, aunque para Rossi la morfología es imperante a cualquier tipo de función, siendo la forma y los principales monumentos los que se mantienen a lo largo de la Historia, o dejan su huella en la trama urbana.
En esta situación nos preguntaremos entonces el ya clásico problema de si la forma sigue a la función o viceversa, sin embargo, esta es una pregunta que simplifica la cuestión que nos ocupa, siendo el estudio de ambas capas el que da sentido al conjunto. Rossi no niega la importancia de la función, sin embargo, afirma que esta es completamente cambiante a lo largo de la Historia.
De esta forma, este punto del trabajo se orientará en la descripción de cuestiones morfológicas para la definición del barrio, centrándose en la evolución de la forma del mismo y los parámetros que la han motivado, para añadir otras capas al análisis en los puntos posteriores, más relacionados con las actividades y funciones que ha habido y hay hoy en día en el barrio.
Sin embargo, se debe definir una delimitación general del barrio para centrar el estudio en ella, por lo que se nos presentan los problemas planteados anteriormente. Por ello, esta primera delimitación será lo bastante amplia como para que los análisis
Fig. 3.3: Delimitaciones del barrio de La Latina. Elaboración propia sobre parcelario del Ayuntamiento de Madrid.
puedan abarcar todos los lugares y las cuestiones necesarias para definir el barrio desde la perspectiva histórica y poder llegar a una interpretación realista al final del trabajo.
Para definir espacialmente este análisis se han buscado las diferentes propuestas de delimitaciones del barrio en diferentes ámbitos: webs, libros, definiciones turísticas del ayuntamiento, etc. Como se comentaba en la introducción, La Latina no tiene unos límites oficiales definidos por el PGOUM del 97, por lo que en cada propuesta se ofrecen unos límites diferentes. Los más comunes, definidos por la mayoría de publicaciones sobre La Latina, son los conformados por la calle de Segovia al norte, la calle de Toledo al sureste y las calles de Bailén y Gran Vía de San Francisco al suroeste. De esta manera, La Latina queda encerrada en cuatro vías principales que actúan de potentes fronteras en el plano, siendo una delimitación realizada únicamente por cuestiones morfológicas genéricas.
Sin embargo, los planos turísticos del Ayuntamiento de Madrid, tal y como se ha visto en la introducción, ofrecen unos límites más amplios del barrio, extendiéndose por el oeste hasta la calle de Embajadores, y por el este hasta la Ronda de Segovia. Las delimitaciones turísticas suelen tener en cuenta aspectos patrimoniales, pero frecuentemente estos aspectos quedan descontextualizados, pues pecan de la necesidad de realizar unas fronteras muy rígidas y definidas para poder fragmentar la ciudad en diferentes partes que sirvan de guía a los turistas. Así, el Ayuntamiento considera que dentro de La Latina hay elementos como los inmensos jardines y edificios más recientes que hay en la zona de las Vistillas (entre la Ronda de Segovia y la calle Bailén) que sustituyen el tejido urbano que colmataba la zona, consecuencia de la apertura de las calles de Bailén y Gran Vía de San Francisco en los siglos XIX y XX.
Delimitación más usual en la bibliografía que habla de La Latina Delimitación según la web de Turismo de Madrid
Madrid en el siglo X. La ciudad musulmana
Almudaina Medina
Barrio mozárabe Mezquita, iglesia y alcázar
Fig. 3.4: Madrid en el siglo X en época de dominación musulmana. Elaboración propia con datos de Pinto, V. (2001), “Madrid, atlas histórico de la ciudad”.
(Ver fig. 3.4)
Aun así, se ha elegido esta segunda delimitación para el estudio de este punto por ser la más amplia, de manera que con el análisis del crecimiento morfológico del barrio se puedan matizar sus límites y así ir construyendo la delimitación interpretativa de La Latina según las diferentes capas de análisis que se van a ir realizando.
De esta manera, se efectuará una descripción del crecimiento del barrio respecto al de Madrid dentro de estos límites, desde los orígenes de la ciudad. Sin embargo, el primer dibujo planimétrico que existe de la Villa es el realizado por Antonio Mancelli entre los años 1622 y 1635, por lo que se ha tenido que recurrir a la información y planos aportados por libros y atlas que hablan de los orígenes de la ciudad, tratando de reconstruir su morfología y crecimiento hasta la época del plano de Mancelli o el de Texeira (1656).
El terreno de fundación de Madrid es una terraza natural con una elevación de 70 metros respecto al cauce del río Manzanares, rodeada de dos arroyos naturales (Arenal y San Pedro) que delimitan esta terraza cortando el terreno en dos valles. Se cree que este lugar fue objeto de una frecuente ocupación paleolítica que se dio hasta la Edad de Bronce, así como de un asentamiento visigodo en el valle formado por el arroyo de San Pedro, actual calle de Segovia (Guàrdia i Bassols et al. 1994).
Sin embargo, estos elementos no dejaron huella en la morfología urbana de la ciudad, siendo la creación de una plaza fuerte musulmana para reforzar la Marca Media de Al-Ándalus, la que terminaría dando lugar a la villa de Madrid. Se fundó en época del emir Muhammad ben Abd al-Rahmman entre los años 850 y 886 para defender los pasos de la Sierra de Guadarrama y el camino a Toledo de las incursiones cristianas del norte (Pinto 2001).
El Madrid musulmán era de reducido tamaño respecto a otras ciudades como Toledo, pero tenía la estructura funcional característica de una ciudad islámica, es decir, un núcleo amurallado o “Almudaina”, unido defensivamente al Alcázar con murallas de pedernal, y una población exterior a este pequeño núcleo que conformaba la “Medina”, quizá también amurallada a juzgar por la morfología, pero no se ha constatado (Pinto 2001).
Por otro lado, al sur del arroyo de San Pedro (actual calle de Segovia) se creó un arrabal mozárabe en torno a un pequeño templo que posteriormente se convertiría en la parroquia de San Andrés (Pinto 2001). Es precisamente este arrabal el inicio de lo que hoy en día se considera como barrio de La Latina según las delimitaciones explicadas anteriormente, creciendo el barrio más tarde hacia el sur desde este primitivo núcleo.
En cuanto a la morfología de esta zona reflejada en los planos de los numerosos
Madrid en el siglo XI. La ciudad cristiana
Ciudad cristiana
Antigua zona cristiana del barrio de La latina
Antigua morería del barrio de La Latina
Crecimiento de la ciudad respecto al plano anterior Iglesias, conventos y alcázar
Fig. 3.5: Madrid en el siglo XI en época de dominación cristiana. Elaboración propia con datos de Pinto, V. (2001), “Madrid, atlas histórico de la ciudad”.
(Ver fig. 3.4)
atlas que tratan de restituir la ciudad en época musulmana, y que se ha reflejado en la planimetría de este trabajo, es probable que se base en la forma de las calles actuales, ya que un arrabal mozárabe estaría probablemente conformado por pequeñas viviendas de materiales pobres (Riu 1975), y no dispuestas exactamente con la forma de calles que se comienzan a ver en los planos de Mancelli o Texeira, aunque no puede descartarse que la morfología resultante tuviera algo que ver con este poblado mozárabe.
Lo que sí que está claro es la conformación de una estructura de caminos a los que se amolda la forma de la “Medina”, destacando los caminos de Alcalá y de Toledo, creando una morfología en base a pequeños núcleos separados por estas sendas principales. Desde las calles anchas formadas por los caminos, salen ramificaciones de calles estrechas y tortuosas en base al asentamiento de diferentes familias o clanes en una misma manzana, creciendo la vivienda inicial según se agrandaba la familia (Morris, A. E. J. A. 2018).
Finalmente, el hundimiento del Califato a principios del siglo XI y su fragmentación en los reinos de taifas hizo que el sector central de la Marca Media, al que pertenecía Madrid, dependiera de Toledo. En 1085 se produjo la caída de esta ciudad a manos de Alfonso VI, lo que hizo que el Mayrit musulmán se rindiera (Guàrdia i Bassols et al. 1994).
(Ver fig. 3.5)
Sin embargo, Madrid seguía manteniendo su carácter fronterizo, lo cual supuso constantes destrucciones e incendios de partes de la ciudad. La construcción del recinto amurallado que acabó rodeando toda la villa se fue desarrollando poco a poco a lo largo del siglo XI, quizá apoyada en estructuras defensivas anteriores (Pinto 2001). Además, la fundación del monasterio benedictino de San Martín propició la creación del arrabal que creció a su alrededor por permiso del rey en 1126 (Guàrdia i Bassols et al. 1994). Aun así, el crecimiento no fue más allá del arrabal, dejando gran parte del espacio intramuros para usos agrícolas, como la huerta del Pozacho en el valle de San Pedro, o militares como el espacio alrededor del Alcázar o el inmediato a todo el lienzo de muralla (Pinto 2001).
La morfología de la ciudad hereda la estructura de caminos que la rodea, organizando el interior en torno a ejes que unen las diferentes puertas de la muralla. En cuanto a la morfología del área que ocupa hoy en día La Latina, sigue muy definida por el arroyo de San Pedro, el cual la separa del resto de la ciudad y propicia su uso agrícola. Las puertas de Moros y Cerrada se abren al conjunto de caminos que llevan a Toledo, Vallecas y Vicálvaro, aunque las calles intramuros que resultan ser la continuidad de estos caminos no son tan anchas e importantes como la que une el camino de Alcalá con el antiguo recinto amurallado musulmán. Esto evidencia la
Madrid en el siglo XIII
Ciudad cristiana
Antigua zona cristiana del barrio de La latina
Antigua morería del barrio de La Latina
Crecimiento de la ciudad respecto al plano anterior
Crecimiento del barrio de La Latina respecto al plano anterior Iglesias, conventos y alcázar
Fig. 3.6: Madrid en el siglo XIII. Elaboración propia con datos de Pinto, V. (2001), “Madrid, atlas histórico de la ciudad”.
(Ver fig. 3.5)
importancia que este pequeño recinto aún tiene, albergando las residencias de la nobleza, más cercanas al Alcázar (Guàrdia i Bassols et al. 1994).
Por otro lado, al sur del arroyo de San Pedro se conformará la morería de la ciudad, en una parte de lo que antes era el arrabal mozárabe, dentro de los límites del barrio de La Latina que se han considerado. Esta morería será de especial importancia en la producción agrícola de la villa, situándose en las inmediaciones de la huerta del Pozacho (ver ficha 6 del catálogo toponímico). Al este de la morería se asentarán varias familias importantes, debido a su cercanía a la plaza de la Villa, la principal de Madrid y donde se situará más tarde el concejo. Así, empezarán a aparecer palacios como el de los Vargas o el de los Lasso de Castilla (ver ficha 5 del catálogo toponímico). Además, también es destacable la fundación de diversas parroquias a lo largo de la ciudad, como las de San Pedro y San Justo dentro del barrio que se está analizando, en un afán de cristianizar la villa.
(Ver fig. 3.6)
Después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), que supuso la derrota almohade y una mayor estabilidad para la zona de Madrid y Toledo, se produjo un pequeño crecimiento de la villa debido al atractivo que suponía su valor de mercado (Guàrdia i Bassols et al. 1994). Ello hizo que se colmatara la ciudad intramuros, y se fundasen en 1217 dos grandes monasterios, el de San Francisco al sur y el de Santo Domingo al norte, aunque no vinieron acompañados de un crecimiento de la ciudad a su alrededor, sí hizo que, unido a la seguridad que proporcionó la victoria en Navas de Tolosa, el trabajo agrícola se trasladase del interior de la muralla al exterior (Pinto 2001).
Desde la época de Alfonso XI, las visitas de los reyes castellanos a la Villa fueron constantes, lo que hizo que Juan II transformara el Alcázar en residencia real (Guàrdia i Bassols et al. 1994). Ello unido a la creciente importancia que fue cobrando Madrid a lo largo del siglo XIII, mediante la concesión de privilegios, hizo que la ciudad creciera exponencialmente hacia el este, la zona topográficamente más favorable (Pinto 2001). Así, aparecieron dos nuevos arrabales, el de Santa Cruz, que amplió el espacio conformado por el anterior de San Martín, y el de San Ginés, situado entre los caminos de Alcalá y Vallecas. Estos arrabales crecieron durante todo el siglo XIV hasta completar el hueco entre ellos y las murallas de la ciudad, conformando un único arrabal que rodeaba la zona este de Madrid (Pinto 2001).
(Ver fig. 3.7)
(Ver fig. 3.8)
Este arrabal no llega a hacer crecer el espacio que hoy ocupa el barrio de La Latina, destinándose este terreno a cultivos, ganadería, un cementerio musulmán y “muladares” o estercoleros. No será hasta el reinado de los Reyes Católicos que se producirá un pequeño crecimiento del arrabal al sur, gracias a las fundaciones de los monasterios de la Concepción Jerónima (1509), la Concepción Francisca (1512) y el
La Latina. Identidad de un barrio histórico
Madrid en el siglo XV
Ciudad cristiana
Antigua zona cristiana del barrio de La latina
Antigua morería del barrio de La Latina
Crecimiento de la ciudad respecto al plano anterior
Crecimiento del barrio de La Latina respecto al plano anterior Iglesias, conventos y alcázar Hospitales
Fig. 3.7: Madrid en el siglo XV. Elaboración propia con datos de Pinto, V. (2001), “Madrid, atlas histórico de la ciudad”.
Madrid en el siglo XVI
Ciudad cristiana
Antigua zona cristiana del barrio de La latina
Antigua morería del barrio de La Latina
Crecimiento de la ciudad respecto al plano anterior
Crecimiento del barrio de La Latina respecto al plano anterior Iglesias, conventos y alcázar Hospitales
Fig. 3.8: Madrid en el siglo XVI. Elaboración propia con datos de Pinto, V. (2001), “Madrid, atlas histórico de la ciudad”.
Capítulo 3. Análisis del barrio de La Latina hacia su delimitaciónMadrid en el 1561. Corte del reino
Ciudad existente respecto al plano anterior
Zona del barrio de La Latina existente respecto al plano anterior Crecimiento de la ciudad respecto al plano anterior
Crecimiento del barrio de La Latina respecto al plano anterior Iglesias, conventos y alcázar Hospitales
Fig. 3.9: Madrid en el año 1561. Elaboración propia con datos de Pinto, V. (2001), “Madrid, atlas histórico de la ciudad”.
La Latina. Identidad de un barrio histórico(Ver fig. 3.8)
hospital de La Latina (1499), todos por parte de Beatriz Galindo (Pinto 2001). Como vemos, estas fundaciones son el germen real del barrio que hoy conocemos como La Latina, tanto que incluso conserva el nombre del hospital y de su fundadora, apodada “La Latina” supuestamente por haber enseñado latín a la reina Isabel (ver ficha 10 del catálogo toponímico).
Morfológicamente, esta parte del actual barrio está muy vinculada a la forma de la muralla en la zona de las Cavas, y al camino de Toledo que lleva directamente a un vacío urbano muy potente dentro del arrabal, donde se celebraba el mercado desde 1463. Se trata de la plaza del Arrabal y posterior Plaza Mayor, que fue creciendo en importancia durante los siglos XV y XVI, convirtiéndose en el centro vital de la ciudad (Pinto 2001).
(Ver fig. 3.9)
En 1561 la Corte deja de ser itinerante tal y como lo había sido con Carlos I, fijándola Felipe II en Madrid. Detrás de esta decisión fue parte fundamental la reforma del Alcázar que había llevado a cabo Alonso de Covarrubias por orden de Carlos I, integrándolo en la estructura urbana de la villa (Pinto 2001). La población creció inmensamente, pasando de 12000 habitantes en 1563 a tener 90000 a finales de siglo, por lo que la ciudad también creció, aunque primeramente más en densidad de viviendas. Este crecimiento se dio de manera descontrolada, por lo que en 1567 se aprobaron las primeras ordenanzas que trataron de controlarlo. Además, se determinó la Regalía de Aposento, con la que todos los ciudadanos con viviendas de más de dos plantas debían ceder la mitad del espacio de sus casas a los servidores reales mientras estos estuvieran en la ciudad (Guàrdia i Bassols et al. 1994), lo que propició la creación de las llamadas “casas a la malicia”, en las que la fachada no reflejaba la cantidad de espacio y de plantas reales que la vivienda tenía en su interior.
Fig. 3.10: Wyngaerde, A. (1562) “Vista de Madrid: dibujo definitivo”. [dibujo]. Viena. Disponible en: https://commons. wikimedia.org/ wiki/File:Madrid_final_drawing_Ant%C3%B3n_van_ der_Wyngaerde. jpg [Consultado el 3-8-2022].
Fig. 3.10: Wyngaerde, A. (1562) “Vista de Madrid: dibujo definitivo”. Disponible en: https://commons. wikimedia.org/ wiki/File:Madrid_final_drawing_Ant%C3%B3n_van_der_ Wyngaerde.jpg
Sin embargo, el rey no estuvo interesado en Madrid, adquiriendo multitud de propiedades en los alrededores, como el Campo del Moro o la huerta de la Priora para aislar el Alcázar al noroeste y evadir la ciudad (Pinto 2001). Aun así, la Villa tomó la iniciativa en las reformas urbanas llevadas a cabo para llegar a ser una digna corte europea, mejorando los ejes que llevaban al Alcázar, demoliendo las
Capítulo 3. Análisis del barrio de La Latina hacia su delimitación interpretativaMadrid en el 1590
Ciudad existente respecto al plano anterior
Zona del barrio de La Latina existente respecto al plano anterior
Crecimiento de la ciudad respecto al plano anterior
Crecimiento del barrio de La Latina respecto al plano anterior Iglesias, conventos y alcázar Hospitales
Fig. 3.11: Madrid en el año 1590. Elaboración propia con datos de Pinto, V. (2001), “Madrid, atlas histórico de la ciudad”.
La Latina. Identidad de un barrio histórico(Ver fig. 3.11)
antiguas puertas que constreñían el núcleo medieval o reformando la plaza del Arrabal (Guàrdia i Bassols et al. 1994).
En este sentido, el crecimiento de lo que hoy llamamos La Latina se da por el sur, alrededor de la plaza de la Cebada y el camino de Toledo, sin llegar aún al monasterio de San Francisco. Por el norte del barrio se conforma la calle de Segovia, construyendo una serie de viviendas que terminan uniéndolo con el núcleo primitivo de la villa, colmatando el antiguo vacío generado por el arroyo de San Pedro (ver ficha 13 del catálogo toponímico).
La ciudad siguió creciendo, alcanzando el barrio alrededor del año 1590 al monasterio de San Francisco mediante manzanas dispuestas en una retícula adaptada al crecimiento en anillos que ha ido teniendo el barrio. Por el sur se conformarán viviendas alrededor del Cerrillo del Rastro con un tamaño de manzana algo menor que las que han hecho crecer al barrio por el oeste, y quizá más relacionadas con la morfología de las construcciones que conforman la zona de la calle de Embajadores.
El crecimiento de Madrid paró en el año 1600, cuando se traslada la corte a Valladolid, lo que generó una pérdida de población de alrededor de 30000 personas (Guàrdia i Bassols et al. 1994). Esta decisión parecía beneficiar más al valido de Felipe III, el duque de Lerma, lo que unido a que Madrid negociara la vuelta de la Corte pactando una donación de 250000 ducados, hizo que la Villa volviera a ser capital en 1606 (Pinto 2001).
El retorno de la capitalidad a Madrid conllevó una serie de obras que se realizaron para adaptarla a las demandas que una Corte barroca traía consigo, desde la regularización de la Plaza Mayor con una fachada que la unificaba (1617-1619), hasta la intención de crear una catedral, aunque finalmente no se llevara a cabo, pues se prefirió dedicar el esfuerzo a la creación de un palacio de recreo en El Retiro (Pinto 2001).
Además, se realizará durante estos años una importante renovación en el caserío y los edificios institucionales, tratando de embellecer la ciudad tomando como referencia el estilo de las construcciones cortesanas de Felipe II, sobre todo de la mano de Juan Gómez de Mora. Esta imagen urbana se completa con los numerosos conventos e iglesias que se comienzan a instalar por iniciativa de las diferentes órdenes religiosas, entre las que destaca la creación dentro de lo que hoy es La Latina de la Colegiata de San Isidro (ver ficha 10 del catálogo toponímico), obra del hermano jesuita Pedro Sánchez (Pinto 2001).
(Ver fig. 3.13)
Alrededor de 1625 se construirá la cerca de Felipe IV, que rodeará todo el crecimiento de la ciudad hasta el momento, evitará su expansión y controlará el pago de