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El desconocido

Sucedió que para un retiro de Adviento el padre Juan pidió a sus feligreses alojaran a uno o varios de los que acudirían de otra ciudad a la parroquia. En muchas casas se recibieron a uno o dos matrimonios con gusto, o un par de personas solteras. El padre Juan, acomodó sin problema a las personas que le habían tocado por buscar donde los recibieran. Sin embargo, cuando llegó el grupo le comunicaron que venía uno de más. Así que tuvo que recurrir a la casa más cercana.

Su dueño era un hombre rencoroso, lleno de prejuicios y nada abierto a las cosas de Dios, mucho menos a las peticiones del párroco, pero, ese día seguro que el Diablo se había ido de vacaciones y don Severo aceptó recibir en su casa sólo a un visitante y puso un chorro de condiciones. El retiro se desarrolló durante todo el día y los visitantes sólo irían a dormir a las casas que los aceptaron. Así que don Severo tuvo todo el tiempo del mundo para esconder muy bien los tiliches que él creía se pudiera embolsicar aquel desconocido, quitó algunos muebles para que no se los fuera a rallar aquel desconocido, puso en la cama las sábanas más viejas y feas para quemarlas en cuanto se fuera aquel desconocido, total que no dudó en condenar de las peones mañas a aquel desconocido. Llegó la noche, don Severo recibió en su casa a un hombre maduro, que se veía fatigado, con la barba crecida y con una vara como único equipaje. No le ofreció de cenar, ni siquiera un vaso de agua, lo condujo rápido a su cuarto y le echó llave al cerrojo.

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Cuentos de Navidad para León A la mañana siguiente, don Severo se levantó muy temprano para despedir a su indeseado inquilino, tocó fuertemente a la puerta para despertarlo y no escuchó ningún ruido. Abrió, no vió a nadie, la cama ni siquiera había sido destendida, sólo encontró la vara con largos retoños que terminaban en fragantes azucenas.

Se sintió burlado. Buscó por toda la casa, acudió a la parroquia, nadie le dio razón de aquel desconocido y cuando más indignado estaba vió que en el altar se hallaba su visitante cargando al Niño Dios en brazos.

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