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Santa entre cables

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Pan chiquito

Pan chiquito

Estábamos a unas horas de amenizar la primera cena de fin de año de una empresa. Yo, como todo buen técnico, desde hacía más de veinte años me encargaba de conectar los micrófonos, los instrumentos, las bocinas y cuidar que cada cable estuviera en el lugar correcto. Nuestro grupo versátil se especializaba en éste tipo de eventos. Durante los preparativos, era la comidilla de mis compañeros, pues me había dejado crecer la barba, el bigote y el cabello y a mis sesenta años, todo era blanco. Así que no me llamaban por mi nombre, sólo Santa para acá y Santa para allá, o no te nos vayas a caer con los cables Santa… Silvia, la cantante del grupo, llegó al ensayo con sus dos niñas, una de cinco, llamada Blanca, y la mayor, de siete, de nombre Sofía. Mientras afinaba, sentó a sus niñas en una de las cajas en que transportábamos las lámparas de la iluminación. La más pequeña, en cuanto me vio, le secreteó a su hermana en la oreja: -¡Es Santa! La mayor, se me quedó viendo sin perder detalle de lo que hacía, y le contestó: -¡Santa sólo viene en Navidad! Seguro que éste no es… Las dos niñas me seguían con la vista. Yo acomodaba los cables, sincronizaba los tonos de los micrófonos y dirigía a cada músico en la afinación de su instrumento. Saqué un rollo de cinta de la caja de herramientas y, estando casi frente a las pequeñas, me arrodillé para pegar un cable en el piso. Entonces la más pequeña, aprovechando el momento, caminó ingenuamente hasta mí, acercó su boquita en mi oído izquierdo

Cuentos de Navidad para León y cubrió sus palabras, casi en susurro, con su mano derecha: -¡Santa, me traes un juego de té! Yo solté una carcajada como Santa Claus, le acaricié su mejilla y le dije: -¡Con todo gusto chiquita, pero no le digas a nadie que ando aquí, porque me descubren! Ella corrió emocionada con su hermana y le

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dijo:

-¡Ya ves, te dije que sí era Santa!

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