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Plumaje de fuego
Leonor era una muchacha llena de ilusiones, pensaba que cuando llegara el amor de su vida sería anunciado por una señal. Así pasaron los años de su juventud y, sintiéndose ya madura, cuando estaba cambiando la ropa al Niño Jesús para colocarlo en el nacimiento lo acurrucó sobre su pecho y le pidió con todo su corazón que no se olvidara de ella. La Noche Buena pasó con su ya acostumbrada celebración por el nacimiento del Hijo de Dios, las visitas que acudieron a cenar los ricos tamales, los buñuelos, el ponche y el champurrado, después del arrullamiento terminaron por cansar a Leonor, que cayó profundamente dormida en un sillón de la sala. En cuanto el sol empezó a iluminar el día, Leonor despertó cuando escuchó que algo se impactó en el vidrio de la ventana. Acudió presurosa y vió que era un pajarito rojo que no podía volar del frio, lo tomó con el mayor cuidado, lo acurrucó entre sus manos y buscó una cajita para improvisarle un nido en que pudiera tomar calor. Paso el día. En la tarde, el pajarito se levantó con intención de salir de la caja, así que Leonor lo metió en una jaula que colgó frente al nacimiento, le puso agua y alpiste para que recuperara fuerzas. Él solo se limitó a pararse en el pequeño columpio, sin probar nada de lo ofrecido. Tantas luces y adornos en las casas terminaron por provocar un corto en la energía eléctrica, así que toda la calle se quedó en completa oscuridad. Leonor buscó una vela, pues no deseaba que la noche de Navidad terminara sin luz. En eso estaba, cuando alguien tocó a la puerta. Preguntó quién era y sólo le contestó una voz varonil
Cuentos de Navidad para León que estaba perdido y que pedía ayuda para encontrar un domicilio… Leonor estaba por abrir la puerta cuando toda la sala se iluminó, el pajarito en la jaula se prendió como una hermosa llama roja, su plumaje era de fuego.
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