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CRÍTICA
Por: Arq. Ma. Imelda Nájera Aguilera, Directora General de Obras Públicas de Romita, Gto, sin.exclusion.ac@gmail.com
La vivienda en conjunto integra, por un lado, polígonos del territorio urbano, que se definen como de tipo social y popular, creados de forma natural por procesos de autoconstrucción, que fueron haciendo crecer la ciudad naturalmente, pero originaron una serié de problemáticas, cuando al asentarse no se consideraban elementos como el derecho de propiedad y/o el alineamiento, para dar espacio a vialidades con orientación o dimensiones adecuadas.
Y, por otra parte, se generó otro tipo de vivienda a partir de fracciones del suelo urbano, circulados por muros, cerrados a la sociedad, limitando el paso libre, fueron los conjuntos de tipo Residencial, Residencial Medio, Residencial Campestre y de vivienda económica. Resultado de un concepto inmobiliario y económico de proveer seguridad y una diferenciación de estatus económico y social. Esta definición de los sistemas habitacionales de tipo social, popular residencial etc., abiertos o cerrados, permiten ver si las ciudades de hoy en día son incluyentes, bajo conceptos sociales y urbanos, con accesibilidad psicosocial y de infraestructura. Así pues, la vivienda analizada como célula individual al interior, describe la actividad intima del hogar y la familia, sin embargo, el conjunto de ellas, se define de acuerdo a su localización, estructura organizacional, régimen de propiedad, creación inmediata de espacio público e interacción externa con el entorno social, cultural y urbano.
Estas características pueden determinar en mayor o menor grado el impacto en el entorno urbano, la fragmentación y segregación social, que abonan o decrecen la posibilidad exitosa de una ciudad incluyente, o incluyente solo por condición social, por ello es necesario una medición integral. Hoy día se habla del concepto “ciudades incluyentes”, el cual trae a colación exclusión en la habitabilidad de los espacios urbanos de carácter público, la de los sistemas y/o conjuntos habitacionales que se insertan en el territorio, todo ello visto como un efecto normal de crecimiento y desarrollo, espacios que se autoexcluyen. Dicho término, es resultado de la dinámica de crecimiento regida por dos factores, el primero derivó de la creación de estatus social y el segundo de la protección por la inseguridad y delincuencia.